Los ucronistas comenzaron su trabajo de forma silenciosa. Documentaron las historias imposibles que el tiempo -hasta entonces- consumía y ahogaba. Era un grupo extraño de mentes resilentes producto -en su mayoría- de un exceso de mala televisión. Los pobres se creían héroes. De su existencia solo queda este articulo.
Año: 2006
Malvinas
Siempre nos dijeron que Malvinas era un centro de investigaciones científicas, que era un pedrusco habitado por un puñado de Kelpers-los últimos, a los que se les había permitido quedarse-y algunas ovejas. Eso si, che, el frío era cosa seria, era un viento como mano de muerto que te agarraba y te congelaba por dentro, que ni un mate cosido bien caliente te reponía.
Bueno, la cosa es que en Malvinas no había nada. Ni Kelpers, ni ovejas, nada. Solo un edificio de cemento, como un cubo de unos 200 metros de lado y unos 70 de altura. Imagínese, yo vengo de Salta, y me dio miedo la cosa esa. Mas miedo daba el que nunca nos permitieran entrar, vivíamos en unos búnkers llenos de bichos y humedad, en las instalaciones usadas por los ingleses cuando la invasión argentina del 30. Yo pienso que ahí me enfermé, con la humedad, y no como todos dicen por la máquina esa, la que tenían dentro del edificio.
El servicio en Malvinas era de un año, con licenciamiento automático al regreso. Por eso todos se anotaban para ir, pero pocos eran elegidos. Nadie decía nada al volver. Solo hablaban del clima, o de las visiones que se veían en la isla desolada. Ahora recién me vengo enterando, sabe, que la mayoría ya han muerto, y algunos están en las últimas. Como yo, supongo, pero yo me resigno, no dejo que me gane la pena, y trato de no pensar en los sueños que tenía en el bunker de Malvinas.
Al final de mi año, una noche nos sacaron a todos del refugio y nos formaron. Nos leyeron una proclama de La Señora que no escuché muy bien por el viento huracanado que nos pegaba. Entendí que estábamos en guerra con Chile, y que debíamos redoblar nuestros esfuerzos.
Tres días después, los comandos Chilenos atacaron. Nunca supimos de donde salieron. Yo desperté y ahí estaban, apuntándonos con sus armas. Se escuchaban detonaciones y disparos aislados. En la bahía, uno de nuestros buques le disparaba a algo en la niebla. Todo era muy raro, sabe, como si uno estuviera viéndose en una película. Entonces nos llevaron al edificio, y nos pidieron que abriéramos la puerta. Y ahí estábamos embromados, che, porque nadie sabía nada del edificio. Mataron a Polsky y luego a Favalli. Recién ahí se calmaron y decidieron volar la entrada.
El edificio era de una sola planta, y había una máquina como un dinamo gigante, como un generador inmenso, como los del metro de Buenos Aires, pero muchísimo mas grande. Lo más raro era que uno notaba que era una máquina de una sola pieza, no se si me entiende.
Los chilenos no parecían querer sabotear la máquina, sino más bien hacerla funcionar. Después de varias horas discutiendo y gritando, escuchamos un zumbido, como pito apagado que duró un par de minutos. Después de eso, los comandos se fueron y nos dejaron solos en ese tremendo edificio, sin saber que hacer.
Cuando volví de Malvinas quería irme a Neuquén, donde tenía parentela, pero no me dejaron. Me miraron raro y me internaron aquí, donde por lo menos me traen El Gráfico. Por algunas visitas me fui enterando del cataclismo, de cómo se hundió en el mar toda la parte sur de chile y argentina, desde Temuco hasta Neuquén. Millones de personas murieron. También supe que la guerra acabó y terminamos invadiendo y ocupando chile, o lo que quedaba de ella. A veces pienso en la máquina, y en ese zumbido. Ya no recuerdo las fechas, y trato de relacionar algunos hechos pero todo se me termina complicando mucho, ¿sabe?
Diario 3
25 de Octubre de 1977
Hace ya dos meses que no hay clases. La Caro nos está ayudado en el almacén a pasar las cosas y decir cuando hay alguien en la vitrina. No creo que pueda ir a la U el otro año. Tengo que estar en el negocio y mi viejo esta enfermo. Ahora si la guerra va y me llaman va a tener que mi vieja y los niños ver esto.
Todo empeora, afuera está la cagá. Todos quieren pelea. Yo no,la Lili tampoco. Si voy, capaz que me maten, a fin de mes se sabe lo del Papa.
Ayer me llamó el Franco, se metió sólo al ejercito. Está loco ese huevón, nos van a matar a todos. Hoy en la TV se agarraron a charchazos Don Francisco con el embajador argentino, Menem, en un foro sobre el conflicto. Como dijo mi viejo, esto es puro teatro para que los gringos nos terminen invadiendo.
20 de Noviembre de 1977
Mierda, me llamaron. Esta todo mal, me tengo que presentar el próximo jueves en la cede comunal. Ni Papa ni Laudo, ni ni una huevá ayudo. Mas rato viene la Lili y le voy a contar. No se cuando pueda escribir de nuevo.
05 de Diciembre de 1977
Se acabó. Guerra declarada. Mañana parto a Los Angeles. Enviaré cartas, le dije a mi vieja que las guarde con el diario. Mi viejo murio el 28, era cáncer. No puedo creer que todo esto esté pasando.
Nueva Braunau
A finales los cuarenta se filtro desde la Europa desgarrada un movimiento silencioso de héroes malditos que escapaban, vendados, hambrientos, maltrechos pero siempre dignos, de los tribunales y las ejecuciones sumarias, espacios dramáticos y humillantes que venían tras sus largas botas negras a cobrar la cuenta de la conclusión final y sangrienta de la segunda guerra que perdían en lo que iba del siglo.
Un puñado de altos oficiales lograron confundir y comprar los controles aliados también hambrientos con molares e incisivos de oro rescatado de hornos y calderas para entonces extintas. Perón, flotando en su poder de masas, los recibió con bombos y platillos por un rato. Ibáñez del Campo, mas chileno y menos empoderado, abrió un par de pasos fronterizos. Goebbels, que cambio de lugares con su secretario que era a su vez su doble, arribo a Santiago y armo rápidamente redes políticas con el nacionalsocialismo chileno, que aunque dividido luego de la Matanza del Seguro Obrero, se reunía a su alrededor en los salones del Partido Liberal o el Café Torres para oír las secretas aventuras de ese que conoció al Führer.
En una de esas tardes, lo alcanzo -dicen fuentes confiables- el diputado von Marées. El nazi chileno traía un mensaje desde Cerro Castillo, donde rodeado de concubinas descansaba el presidente Ibáñez del Campo. La carta solo decía «Hiroshima» y se acompañaba de un recorte de El Mercurio del día anterior. «La URSS tiene la bomba atómica».
En Cerro Castillo Goebbels comenzó hablando sobre su trabajo en el Propagandaministerium del Reich. Ibáñez -según escribió en sus memorias no publicadas- se sintió «iluminado». La charla continuo sinuosa y concéntricamente alrededor de los nuevos eventos internacionales.
– «Los rusos la tiene. Los americanos la tienen. ¿Ustedes la tienen?»
– «Casi. Lo que es decir si, pero no aun, excelencia.»
– «¿Quien mas la tiene?»
– «Quien podría no tenerla, excelencia. Como yo, hay cientos de camaradas vagando por el mundo. El conocimiento clasificado es un bien a la venta.».
– «¿Perón podría tenerla?»
– «Argentina es buena con nuestros científicos en el exilio»
– «Dime que necesitas»
– «Solo un poco de tiempo y toda su comprensión, excelencia».
La Anglo Nitrate Company acababa de abandonar una oficina salitrera. El campamento y sus calles sembradas como un jardín perfecto de tamarugos, se asemejaba a un murmullo mas que a un pueblo. El pino oregon de sus casas de linea inglesa crujía comprimido por el frío de la pampa enorme y vacía, algo que a los nuevos colonos les pareció -al principio- una delicatessen. Las casas fueron re-acondicionadas lentamente para mantener en sigilo la reconstrucción de Nueva Braunau, ex- Chacabuco.
La comunidad -como Goebbels insistía en llamarla- sostuvo durante meses el esfuerzo de científicos alemanes de segunda y tercera clase por retomar donde Von Braun y Borh habían quedado. Nadie sospechaba de su existencia y las pruebas -especialmente las subterráneas- se empalmaban con los movimientos telúricos naturales y frecuentes de Nazca.
Ibáñez visito solo una vez el complejo. Llego sorpresivamente y contraviniendo los comunicados de Goebbels. Nueva Braunau parecía una tragedia. Cuerpos apilados en grandes fosas, niños encerrados en jaulas inmundas y música de Wagner por los alto parlantes. «No sabe la cantidad de espías sionistas que debimos purgar, excelencia» fue la respuesta. No hubo contrapreguntas. Gobels, consumido y enfermo, fue retirado del puesto. Ese mismo día un sol ennegrecido, mínimo, abusaba terco de sus últimos minutos y observaba el desmantelamiento de maquinarias, grúas y reactores que parecían marcharse como extrañas criaturas metálicas, como fantasmas de configuración esquelética.
No se sabe si finalmente se consiguió desarrollar la bomba. Con excepción de algunos rumores campesinos en Villa Alemana, todo parece indicar que no.
LA EDAD DE ORO

El sociólogo Esteban Leo lo sostiene en su excelente ensayo, Mascaras Urbana: la fecha más importante en la historia del siglo pasado fue el 1 de Junio de 1938, cuando en el Nº 1 de la revista Action Comics se presentó al público un personaje llamado Superman. El día en que el mundo conoció la palabra y el concepto de superhéroe. Y desde entonces las cosas nunca fueron iguales. Un año después, tontos -un poco locos, un poco enfermos- comenzaron a vestir disfraces de colores y a defender con sus propias manos los valores de la verdad y la justicia en las grandes capitales del mundo. La mayoría no duró mucho. Cayeron por sus propios errores y balas perdidas (también directas) de los villanos que intentaron atrapar. Así, mientras DC Comics y otras editoriales le hacían creer al mundo que los vigilantes disfrazados, con poderes extraordinarios, eran cosa de tintas, imaginación e historias de escritores y dibujantes, las actas policiales de Nueva York, Londres, París, Ciudad de México y Buenos Aires escribieron una historia secreta muy distinta, la de los verdaderos superhéroes. Anónimos multicolores que desde las sombras de sus ciudades redactaron una peculiar y particular lucha entre el bien y el mal.
Santiago de Chile no fue la excepción.
El primer superhéroe chileno del que se tiene reporte, pues lo más probable es que haya habido uno o varios antes, apareció en junio de 1941. El Sereno se inspiraba en una imagen típica de la colonia chilena, especie de policía nocturno del siglo XVIII. Pero claro, la versión del 41 resultó muy distinta de aquella, estando mucho más cerca de Green Lantern, un personaje aparecido en las páginas de All Star Comics en 1940, campeón que combatía el crimen con la ayuda de un anillo dotado de poderes maravillosos. Pero el Sereno no llevaba un anillo, sino una linterna de gas usada en el ferrocarril. Y aunque ésta no tenía ninguna facultad increíble, sirvió para darle al campeón su identidad y personalidad. Como el mismo Sereno lo declaraba en sus recados a la policía, ser el portador de la luz santiaguina. Del resto, se encargaban sus puños y Lucero, un fiel y bravo pastor alemán que lo acompañó en sus primeras andanzas. Y que fue el primero de estos peculiares personajes en caer bajo las balas del mal.
El Sereno no fue un personaje muy activo. Jamás peleó cuerpo a cuerpo contra delincuentes realmente poderosos. A lo más se dedicó a atrapar ladrones y pillos de mala muerte. Era solo un tipo con un disfraz ridículo que intentó hacer la diferencia a su manera. Los diarios de la época dieron cabida a sus hazañas, pero siempre desde la mirada de la nota curiosa. Era sólo un sujeto extraño, que llevaba una mascara, una capa ridícula y que se dedicaba a atrapar uno que otro pillo con regular frecuencia. Se sabe que Carabineros le llevó un expediente, pero tampoco se trató de algo muy serio. Simplemente lo dejaron ser. No molestaba. Era un loco, igual que tantos otros que merodeaban por la capital.
Distinto fue el caso del vigilante que apareció poco después de El Sereno y que por casi diez años, entre 1942 a 1951, operó en Valparaíso. El Llorón vestía de negro, operaba tres noches a la semana y sus métodos rozaban los de los delincuentes que decía combatir. El Llorón era peligroso, de eso no había duda, por lo mismo fueron abundantes las escaramuzas de la policía del puerto por atraparlo. Al contrario que su colega Santiaguino, El Llorón no huía de las armas, operaba con un par de revólveres y una especie de báculo de metal. Quienes se enfrentaban a él salían muy mal heridos. Lo peor es que parecía no distinguir entre malhechores y policías. Se sabía que combatía el crimen, pero también que enfrentaba con la misma pasión a quien se cruzara en su camino. El Llorón tomó su nombre de un personaje de la mitología popular de la zona central de Chile, el de la Llorona, mujer fantasmal que gritaba sus penas a la noche. Vestido de negro, de pies a cabeza, con una capa en forma de capucha, El Llorón decía ofrecer su cruzada nocturna como una forma de pagar sus culpas. Más que un héroe propiamente tal, el encapotado de Valparaíso se convirtió en sinónimo del más puro de los horrores nocturnos que pudiese proyectar nuestro puerto principal. Es verdad, El Llorón fue nuestro Batman y la exótica geografía urbana de Valparaíso, nuestra versión de la Gotham City de los cómics.
Para 1943, mientras el norte del mundo intentaba sobrevivir a la gran guerra, las calles de Santiago, Valparaíso y Concepción vivía su propia y peculiar aventura. Aunque los medios los ignoraban, el boca a boca, el rumor que hace leyenda, hizo de nuestros héroes locales parte importante del folklore urbano de fines de la primera mitad del siglo XX. En Santiago, al Sereno no tardó en unírsele Ángel Rojo, al porteño Llorón comenzó a acompañarlo una siniestra mujer que se hacía llamar La Viuda, mientras las radios y los barrios de Concepción y Talcahuano decían ser protegidos por un musculoso gigante bautizado como Caupolicán. Fue este último quien marcó la pauta la atrapar a una banda completa de maleantes en el puerto de San Vicente, los que aparecieron una mañana golpeados y amarrados junto al botín robado y a una carta en la que la firma de Caupolicán, El Gran Toqui, declaraba ser el nuevo y fiel protector de la metrópolis penquista. El Diario El Sur de Concepción fue el primer medio importante en dedicarla el titular de primera página a un vigilante urbano local.
El primer superhéroe oficial de Chile fue Ordenipatria. Y uno de los pocos ampliamente conocido por la masa. Aunque claro, jamás arriesgó su vida luchando contra malhechores y no fue más que la pantalla publicitaria con la que Carabineros de Chile festejó sus primeros veinte años de vida institucional. El 27 de Abril de 1947, ante la presencia del Presidente Gabriel González Videla, la policía uniformada se unió a la moda de las capas y antifaces. Ordenipatria fue el supercarabinero, la capa oficialista de las fuerzas de orden y seguridad. Un aviso publicitario andante, de carne y hueso. El absoluto guardián de la ley y la justicia en Chile, la primera obra maestra de la publicidad nacional. Por todo 1947, la imagen de Ordenipatria apareció en portadas de revistas, avisos en diarios y radioteatros a lo largo y ancho de la extensa geografía chilena. Se publicaron tiras cómicas en diarios e incluso se vendieron figuras articuladas del personaje, que fue encarnado por cinco suboficiales de Carabineros distintos. No era un superhéroe de verdad, pero simbolizaba todo el poder del mito que sucedía en las calles de las grandes ciudades chilenas. No era un real vigilante, pero si el único que se convirtió en estrella y símbolo sociocultural del Chile de mediados del siglo pasado. Su imagen hizo que la Escuela de Carabineros prácticamente duplicara el número de postulaciones. De paso se convirtió en símbolo absoluto de la llamada raza chilena, cuando en 1948, acompañó al Presidente González Videla en la fundación de la Base Bernardo O´Higgins, primer bastión de presencia nacional en el territorio Antártico.
Ordenipatria, el primero de los disfrazados que llevó este nombre, fue lo más parecido a Superman o al Capitán América que hemos tenido, pero también la primera piedra en el entierro de esta primera generación de vengadores callejeros nacionales, el final de nuestra privada Edad de Oro.
El 28 de noviembre de 1948 fue hallado bajo el Puente Pio Nono, a un costado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el cadáver de Salvador Guillen Valdivieso, ingeniero de 40 años, soltero y figura bastante conocida de la socialité Santiaguina. Su cuerpo estaba mutilado, con más de 30 puñaladas, cortes profundos y estoques. Guillen Valdivieso vestía el disfraz de El Sereno. Aunque claro, de eso jamás se dijo nada hasta muchos años después. Por las mismas fechas el llamado Ángel Rojo también desapareció de escena. Al igual que Caupolicán, en Concepción, cuya última acción documentada apunta al 3 de marzo de 1947. La Viuda y el Llorón fueron los que más estiraron su cruzada, existiendo referencias de apariciones de los siniestros vigilantes porteños hasta bien entrada la década de los cincuenta.
EL PROCESO – LA MUERTE DEL MINISTRO

Abril 17, 2002
El cuerpo sin vida del ministro de Información, Planificación y Control, Raúl Zurita, fue encontrado en horas de la madrugada, luego de que vecinos del jefe de gabinete escucharan el característico zumbido que sigue a las descargas láser.
Zurita, de 51 años, fue encontrado entre pilas de informes y herméticos escritos, aparentemente poéticos, en el hall de su bunker de Avenida General Pinochet, en la comuna de Vitacura. Junto al occiso, versiones de prensa señalan que cyborgs del Departamento de Investigaciones Orgánicas habrían encontrado una nota, escrita en código binario y sobre la que estarían trabajando peritos del DIO, mediante la cual el personero de Gobierno aclararía las razones de su supuesto sucidio. Sin embargo, las autoridades desmintieron estos rumores, agregando que el intento de vincular la muerte del ministro con su supuesta participación en el recordado atentado de 1979 no era más que una sucia maniobra de los enemigos de Chile por enlodar el nombre de uno de sus hijos predilectos.
El Director Supremo de la Nación, Fernando Flores, señaló que la pérdida de Zurita era no sólo una fuente de inmenso dolor para el país, sino que para él, personalmente, significaba la desaparición de uno de sus más cercanos colaboradores. Añadió que, precisamente en estos momentos, en que parece inminente el inicio de hostilidades con el Califato Ibérico, la ausencia de Zurita a la cabeza del Ministerio de Información, Planificación y Control sería particularmente dañina para los intereses nacionales, por lo que no descartó la participación de terceros en su muerte.
En Director Supremo añadió que el vacío dejado por Raúl Zurita en el Ministerio sería ocupado por el hasta ayer Director de Operaciones Orgánicas, Dr. José Zarhi.
Grupo chileno Depeche Mode causa histeria en España
Grupo chileno Depeche Mode causa histeria en España
(El Pais) “¡Buenas noches Madrid!” grita David Gajardo, y la entrega del público es total. Son las ocho de la noche en punto cuando los acordes de “Mefisto” golpean en los oídos de las veinte mil personas que repletan el Palacio de los Deportes en Madrid y el estruendo es apabullante. Son los chilenos de Depeche Mode, la banda latinoamericana de mayor éxito en los últimos años y que con su reciente disco “Existencia” han confirmado su enorme popularidad en toda España.
Con un despliegue escénico pocas veces visto en estas comarcas, un sonido demoledor y canciones llenas de pasión, los Depeche Mode sencillamente cautivaron anoche a una amplia audiencia de españoles que en todo el país han prácticamente agotado todos los conciertos de su mini gira por España.
Un David Gajardo sencillamente impecable en la voz, un Martin Gómez preciso en la guitarra, y los inefables Andrés Ferrada y Alex Winter en sus respectivos sintetizadores, dejaron en evidencia por qué Depeche Mode es ya a esta alturas una verdadera leyenda de la música hispanoparlante.
“Existencia” , el disco que marcó el retorno de Winter luego de abandonar la banda en 1995, fue la punta de lanza de un extenso setlist que abarcó prácticamente toda su discografía. Temas ya clásicos como “Jesús Personal”, “Extraño Amor”, “Detrás del volante” se sumaron a los nuevos “Somos los pecadores”, “Deseo” y el super hit “Inquisidor”, con todo el público coreando el estribillo “no es amor lo que busco yo nunca más/no es deseo lo que corre dentro de mí/ ya no existe nada bueno en volver a sentir/cuando la clave es saber cómo sobrevivir”.
Difícil es por momentos explicar tanta euforia por una banda que hace diez años era prácticamente desconocida en España. Lo cierto es que Depeche Mode se convirtió en un objeto de culto, en un rumor de masas que explotó en el momento menos esperado. Sólo así se puede explicar el enorme éxito de su reciente gira, de estadios y arenas vendidas con semanas de anticipación.
Para los que no pudieron ver en vivo a los Depeche les informamos que la banda regresará a Chile para realizar una serie de conciertos que se espera sean editados en un DVD a fines de año, para luego regresar a España a finalizar la gira de promoción de “Existencia”. Esto, porque los Depeche tienen planes de volver al estudio a principios del próximo año, pues planean sacar un disco EP continuación de “Existencia”, utilizando material no incluido previamente.
Marlon
Pepe Kurtz: Recuerdo queríamos a Brando acá en el bote, queríamos recuperar a Brando, que llevaba siete años de prenda de guerra encarcelado en la Capilla Sextina, convertida en celda de la conciencia por los disciplinantes milenaristas. Pero los milenaristas no lo querían soltar. Estaban embelesados con la captura de Brando y lo hacían pasearse mirando el techo. Con la primera bajada de cuello amenazaban con agregarlo al Juicio Final. Mientras, afuera rodeábamos cómo sacarlo, cómo irrumpíamos sin rozar la capilla. Mas, seguido de arduas comidas privadas, de bajas recíprocas y de graves daños -y con atentados colosales durante los postres donde las llamas ensanchaban las sacristías- canjeamos a Brando por un Tiziano guardado en el mar bajo armamento, para cubrir expensas de gustos caros. Así, subimos a Brando al Harrier y le abrazamos la papada en la nave. Pero Brando venía difícil y contrariado. Venía con la boca mordida de ayunos y, al posarnos suave en la cubierta del Cittá Felice, mandó a escobillar su abrigo de sacos y soltó el racimo que traía en la lengua: Prescindiré de recepciones ni cancillerías. Prescindiré del alcohol, de las pastas, de los helados de asiento de alcachofa, de los propensos excesos al desengaño y de mis mujeres que me han crucificado. Pero no cruzaré el desierto para hacerme perdonar el oro del dolor que he infligido. No fornicaré, no me deleitaré. Ni me pondrán de rodillas. No quiero ni demostrar, ni sorprender, ni divertir, ni persuadir. Aspiro al fin de mí mismo en vida y sin la constatación de mi muerte. Nadie me volverá a ver en mil milenios. El tiempo se está acabando. Es serio: los dura sangre y las orugas de la miseria no cejarán hasta devastarme. Lo sé. A un mimo como yo no puede permitírsele vivo.
*Maquieira, Diego. Biografía oral del futuro de Chile. San Camilo Press, La Cruz, 2028.
El Desastre del 18
18 de Septiembre de 1878.
En el molo militar de Valparaíso, una muchedumbre espera expectante el corte de cinta que inaugurará una nueva era para la Armada de Chile. El presidente Pinto saluda a la multitud, a sus ministros, a embajadores e invitados extranjeros. La cinta es cortada en medio de una fanfarria, el Latorre y el blanco, junto al resto de la escuadra, disparan salvas y hacen sonar pitos y campanas.
Casi invisible a ras del agua, asoma la rugosa torreta de hierro fundido del Talcahuano, el primer buque sumergible del continente. El secreto ha sido revelado, y su constructor, el ingeniero norteamericano Simon Lake, saluda jubilosamente a los presentes, para luego desaparecer en las entrañas del monstruo. Una espesa nube de vapor y el borboteo del agua indican que el Talcahuano se mueve, el público se retira unos metros, ahora en temeroso silencio. El buque se hunde, y pasan largos minutos, antes de que vuelva a aparecer. Vuelve la algarabía, estallan cohetes y por todas partes se escucha el himno patrio. Todos esperan la prueba suprema, el torpedeamiento submarino de un viejo buque dado de baja, la corbeta Esmeralda, que languidece engalanada mas allá de la línea de la escuadra.
El Talcahuano evoluciona torpemente por la bahía, acercandose a los acorazados, sumergiéndose y apareciendo mágicamente en otro lugar. La torreta se abre, y Simon Lake hace señas, que son contestadas con alegres vivas por la multitud. De pronto, el largo buque, semejante a un lagarto, da un bandazo a estribor y se escucha un sordo estruendo. Una nube negra primero y luego un surtidor de llamas son vomitados por la escotilla, donde queda la figura inerte y ennegrecida de Lake. El Talcahuano parece encabritarse, enormes chorros de vapor salen de su popa, y en vez de hundirse se impulsa a toda velocidad hacia el Cochrane.
La explosión del submarino, junto al torpedo que portaba, bastó para que el Cochrane desapareciera en un hongo de fuego. Uno de sus cañones Dahlgren de diez pulgadas, aun en su barbeta, cayó sobre la multitud, matando a mas de cuarenta personas, entre ellas al propio presidente de la República. El Blanco, abarloado a su babor, recibió una lluvia de restos incandescentes, y se incendió en cosa de minutos. En la confusión, la Covadonga embistió a la O´higgins.
El Desastre del 18 se señala como la principal causa de la derrota de Chile en la guerra contra el eje Perú-Bolivia-argentina, dada la absoluta indefensión política y militar resultantes. No hubo obstáculos para la depredación del Huáscar y la Independencia, ni para la victoriosa invasión de los ejércitos enemigos en 1883. El resto de la escuadra sucumbiría en el ataque suicida al Callao, ataque liderado por el capitán Prat, quién encontró la muerte a bordo de una Esmeralda despedazada por la artillería pesada de la fortaleza. Cuando en 1880 el presidente Vicuña Mackenna insinuó la contratación de ingenieros ingleses que construirían acorazados terrestres, fue golpeado por casi todos los miembros del congreso. Moriría tres días mas tarde, aún convencido de que había tenido una buena idea.
Inminente lluvia de meteoros en las Leónidas
Entre el 14 y el 21 de noviembre de 2006, se podrá apreciar la lluvia meteórica de las Leónidas.
Según la IMO (International Meteor Organization), se espera que el máximo para esta lluvia de estrellas ocurra el 17 de noviembre, a las 20h50m UT. (17:50h en Chile).
La IMO informa, además, que la tasa esperada de meteoros por hora va desde 10 meteoros por hora, a 100.
Valga mencionar que esta lluvia meteórica recibe el nombre de Leónidas debido a que es visible en la constelación de Leo.
A continuación les dejo con un artículo sobre meteoros, meteoroides, meteoritos y lluvia de estrellas. Continue reading «Inminente lluvia de meteoros en las Leónidas»