Fortaleza

Los hallazgos comenzaron con los movimientos de tierra destinados a despejar el terreno en que se iba a construir parte de la ampliación del puerto de San Antonio. Hacia la playa de LLo-LLeo se encontraron tres grandes bunkers enterrados bajo 20 metros de arena y sedimentos. Hacia el norte, se descubrió la entrada de lo que se especula pueda ser una compleja red subterránea. El diseño de los bunkers y refugios no deja lugar a dudas sobre su naturaleza militar: Fuentes extraoficiales han confirmado los hallazgos de casamatas provistas con enormes cañones de costa de 250 mm, y restos de vías de ferrocarril que permitían una comunicación rápida y segura entre lo que parece ser un verdadero laberinto de cemento. La población de San Antonio ha sido evacuada al encontrarse gran cantidad de material bélico-proyectiles de artillería, minas, explosivos, etc-que ya están siendo examinadas por ingenieros del Ejército.

Sin embargo, y más allá de las similitudes con la famosa Muralla del Atlántico construida por los Nazis en la Segunda Guerra Mundial, lo que aún nadie puede explicar es el hecho de que todas las casamatas, y todos los emplazamientos artilleros, estén mirando hacia tierra, hacia el interior del país: ¿Cuál era la amenaza que venía, no del mar, si no del interior? ¿Qué pudo provocar la construcción de este monstruo de hormigón armado hundido bajo toneladas de tierra? ¿Que pudo convertir el mar en la última defensa?

Metro

Las primeras desapariciones empezaron, según se cree, hacia el mes de Julio. El nivel de usuarios del metro había aumentado a casi 8,2 personas por metro cuadrado, consecuencia de la crisis de la huelga de los microbuseros del Transantiago. En un principio, no se relacionaron las personas perdidas con las escenas dignas del metro de Tokio o de México DF. Hacia Septiembre, las desapariciones se elevaban a casi un centenar, y empezó a filtrarse que ocurrían en el metro, en el interior de los vagones atestados y siempre en movimiento entre estación y estación. La gente simplemente desaparecía entre el calor y el apretujamiento. Nadie veía nada. Nadie sentía nada. La gente entraba y se apretaba, buscando algún tipo de seguridad en los cuerpos que se aplastaban dentro del vagón, en silencio y en orden. En las estaciones las escenas de llanto o histeria se hicieron comunes: mujeres que bajaban sin sus parejas, padres que buscaban a sus hijos…las investigaciones nunca dieron un resultado concreto, y lo más inverosímil es que el metro nunca detuvo su funcionamiento, y nunca bajó el promedio de pasajeros.

Titanes

Testimonio de Jorge B., Guardia del supermercado:

-los encapuchados llegaron de dentro, o sea yo creo que entraron como cualquier persona y después se pusieron los pasamontañas. Tenían armas de fuego, y uno de ellos tenía un machete.

Testimonio de Ángela G.:

-Yo estaba en la caja con mis compras cuando sentí el disparo. No sabía que pasaba, pero cuando ví al encapuchado me quedó claro que era un asalto. Estaba vestido como los tipos que salen en las noticias, esos cubanos comunistas de Fidel Castro.

Testimonio de Álvaro B.:

-Yo había ido a comprar unas pílsener para un asado, y me encontré con todo el cahuín. Era la cagada, disparos, gente tirada en el suelo. Nadie cachaba que estaba pasando.

Testimonio de Martín C:

-Yo estaba comprando cuando lo vi. Al principio pensé en una broma, una talla tipo cámara escondida de Sábados Gigantes. Pero cuando la momia le arrancó la cabeza al encapuchado me cagué de miedo.

Testimonio de Francisco O:

-El tipo simplemente voló, dio una vuelta en el aire y golpeó al encapuchado. Fue demasiado rápido. Después saludó como esos actores al final de la función. Sonrió y dijo “Jerónimo jerez, para servirlos”

Testimonio de Gabriel Salvador:

-Mi mami se puso a gritar. Un hombre salió de las sombras y les pegó a todos los encapuchados. Después me regaló un paquete de Natur. Me dijo que se llamaba Mister Chile.

Testimonio de Jorge B:

-Me dijo que se llamaba Cavernario Galindo. Que era un paladín. No supe que decir, después de ver como hacia pebre a los encapuchados.

Testimonio de Alvaro B:

-La momia era enorme, un huevón de cien kilos, mínimo. Estaba chorreando sangre, y le colgaban las vendas putrefactas, hediondas a cadáver.

-Testimonio de Daniel H:

-El tipo era pelado, pero tiró a un encapuchado a través de una muralla. Al pasar por la caja, pagó un Liberty diciendo “El Barón Von Racket fuma solo lo mejor”.

Diario La tercera, febrero de 1976. Crónica del asalto al supermercado Unicoop de Ñuñoa.

Proyecto Vril: El misterio Lammerding (1)

Kurt Lammerding llegó a Chile en octubre de 1946. Como tantos refugiados alemanes, huía de una Europa en ruinas, y de la caza antinazi de los aliados. Gracias a la ayuda de la red ODESSA, Lammerding pudo cambiar su identidad, y dejar atrás su pasado de antiguo arquitecto de la organización Todt, colaborador de Speer y con un grado honorífico de Obersturmbannführer de la SS.

Lammerding encontró trabajo sin dificultad en Santiago, empleándose como asistente en una empresa constructora. Durante diez años trabajó apenas escalando posiciones, construyendo un personaje de difícil recuerdo, un empleado gris sin rasgos sobresalientes.

En 1959 Lammerding renuncia a su trabajo y se postula para una vacante en el ministerio de obras públicas. El currículo que presenta, en gran parte falso pero a prueba de verificaciones, le permite ocupar un puesto de arquitecto en las obras que se preparan para el mundial de fútbol de 1962. Presenta el plano de un estadio para 350.000 personas, parcialmente techado. La agresividad y monumentalismo de sus ideas le consiguen una entrevista con el presidente Alessandri, quien lo nombra presidente de la comisión encargada de las instalaciones deportivas para el mundial.

La actividad de Lammerding en este período es febril: demuele el estadio Nacional, y gran parte de las manzanas que lo rodean. Ordena excavar enormes cimientos para la construcción del megaestadio. Según colaboradores más cercanos, realiza numerosos viajes al sur del país, de los cuales regresa a veces acompañado de indígenas o campesinos, a los que lleva a inspeccionar la obra.

En 1961, un obrero descubre en la obra los restos de diez cuerpos sin identificación. Los peritajes correspondientes indican que son mapuches, todos de sexo femenino. Los cuerpos no presentan huellas de violencia y están cuidadosamente dispuestos en un círculo, en una cámara excavada a 150 metros bajo el arco norte del antiguo estadio. Las investigaciones son trabadas por la burocracia estatal, y tras un tiempo, el caso insólitamente es sobreseído. Toda alusión a lo sucedido es borrada o deformada de diarios y archivos de radio, lo que es denunciado por sociólogos de la universidad de Concepción como el “Primer intento exitoso de alteración de la realidad”.

Imagen: Lammerding (al fondo, fumando) como parte del equipo de Speer en su visita a Mauthausen, 1944.

Los Urbatectos

Los Urbatectos llegaron al país a fines de 1890. Se cree que eran alemanes, aunque hay sospechas fundadas de que venían de Rusia, huyendo del régimen zarista. No se conocen sus nombres, ni su número, aunque es verosímil pensar en tres o en nueve, diseminándose a lo largo y ancho de Chile en trabajos de medición topográfica, en cálculos que les permitieran trazar una nueva imagen del territorio nacional.

Santiago fue demolido en su totalidad en 1908, dos años antes del centenario de la república. Se construyó una nueva ciudad, más moderna, en el valle del Mapocho, a horcajadas de su torrente. Le seguirían otras ciudades, que fueron reubicadas, y otras que se edificaron de la nada, como Punta Arenas o Concepción. Estas ciudades se poblaban con un número preciso de habitantes, los cuales tenían tareas específicas que cumplir, ya fuera como oficinistas, dueñas de casa o carteros. Estos habitantes era gente que se traía de otras urbes, si bien no se sabe cual era el método de su selección.

No se conoce con exactitud el número de ciudades creadas por los urbatectos, ni se han logrado descifrar sus motivaciones. Baste saber que aún están entre nosotros, planificando el mapa definitivo del territorio chileno.

la guerra del Tango

Se le llama Guerra del Tango al conflicto bélico entre Chile y Argentina a raíz de los supuestos documentos que probaban la identidad definitiva de Carlos Gardel. En el tribunal supremo de La haya, parlamentarios chilenos notificaron que Carlos Gardel, el Zorzal criollo, máximo ídolo del tango, no era francés, ni menos argentino. Habría nacido en la Calera, de padres chilenos. A los dos años de edad, viaja con sus padres a Buenos Aires, donde a la larga se convertiría en el famoso cantante de Margot y Mano a mano. Argentina se opuso con vehemencia en contra de lo que se llamó “La mayor afrenta que sufre el país desde la inhabilitación de Maradona”. Ante la decidida postura chilena, Argentina cortó todo tipo de relaciones con su vecino, incluido el suministro de gas natural, lo que se percibió en Chile como una reacción desproporcionada. Bolivia, por otro lado, se convirtió durante un tiempo en foco de la atención al reclamar como autóctono el Charango, instrumento que los chilenos suponían suyo. “Los chilenos creen que todo es de ellos” acusó Evo Morales en una visita a Argentina, donde se fotografió tomando mote con huesillos, y repartiendo las pruebas de que el brebaje era de probado origen incaico.

La Guerra del Tango duró tres días. Chile hizo operativo su satélite asesino, Fasat-alfa (rebautizado Garufa), una vez antes de que se saliera de órbita y cayera sobre Río de Janeiro. Argentina bombardeó Santiago con misiles disparados desde silos secretos ubicados en la pampa. Ante la eventual escalada de violencia en la región, la ONU medió entre los países beligerantes. Después de una agotadora sesión, se declaró que a partir de ese momento Carlos Gardel, inmortal entre los inmortales, era de nacionalidad Uruguaya.

Hasta la fecha, el bloqueo económico que Chile y Argentina mantienen en contra de la pequeña república oriental permanece inalterable.

Feng Yu-hsiang, el Condottiero orienta (III y final)

El general Feng recibió a la delegación en su palacio de San Pedro de Atacama, que repetía la decoración de la ciudad prohibida. Exigió la entrega de Cuzco, ya que sus chamanes aymaras habían predicho que en aquel lugar se convertiría en Emperador de América. Los delegados se atrevieron a rechazar la petición, por lo cual fueron indulgentemente echados ciegos y desnudos al desierto, donde dos días después fueron encontrados casi muertos por un grupo de caballería chilena. Esto permitió que Santiago conociera los detalles del pacto que buscaba el eje, información que no supo ser utilizada por Santa María, que se limitó a crear la Dirección de Información Nacional, departamento civil que décadas después acabaría siendo absorbido por el ejército.

Los textos de historia del Perú repiten con insistencia que los chilenos gastaron hasta la última moneda en convencer a Feng que tomara Cochabamba, que la incendiara y pasara a cuchillo a la población. Una pirámide de cabezas cortadas y banderas de piel humana fueron el inicio del reino andino del General, que contaba con una numerosa corte de brujos y chamanes indígenas. Un extraño misticismo se apoderó de Feng. En su primer edicto, leemos con estupor la orden de desenterrar los cadáveres de los cementerios y arrojarlos sobre las ciudades, para extender la plaga y la enfermedad, justo castigo que iniciaría la limpieza de América, que pertenecía por derecho natural al hombre asiático y a sus descendientes, los indígenas.

Feng inundó literalmente el altiplano con copias de sus manifiestos, sus memorias y sus comentarios, dictados a un enorme grupo de amanuenses que tenía su propio tren, que siempre seguía al del general. En 1884, cuando el eje ya había logrado invadir Chile, Cochabamba era una ciudad muerta, ocupada solo por militares. La hambruna de ese invierno diezmó lo que quedaba de la ciudad, lo que Feng interpretó como señal de sus dioses ancestrales, ídolos de piedra que le hablaban desde las estepas de China. Hacia 1885 Las enfermedades habían prácticamente acabado con sus leales, lo que lo obligó a una leva forzosa que reunió a unos tres mil hombres, mujeres y niños de todos los rincones del altiplano, que debían partir a la conquista de Cuzco. Sin carbón ni agua, y sin animales, la marcha se hizo a pie. Cochabamba quedó vacía.

El ejército del general Feng nunca llegó a Cuzco: Su columna de espectros desapareció en algún punto de su ruta. Los soldados que protegían la ciudad esperaron en vano.

Numerosos osarios jalonan lo que ahora se conoce como el Camino de Feng, miles de kilómetros de desolado paisaje evitado a toda costa por los supersticiosos habitantes del altiplano. Los restos de sus trenes blindados aún pueden verse, como caparazones oxidados semienterrados en el desierto. Nada quedó de sus edictos ni de sus libros. El gobierno Peruano quemó y arrasó Cochabamba, con sus imprentas y sus toneladas de memorias sagradas todavía sin encuadernar, con la orden de borrar la memoria de Feng.

Un mestizo interrogado en el Callao aseguró que el ejército de Feng era una turba que empezó a desertar nada mas salir de Cochabamba. El general fue muerto y comido por oficiales de su guardia personal, a muchos días de camino de Cuzco.

Fuente: Historia didáctica de La Guerra del Pacífico, Walterio Millar.

Yiye para presidente

Con una multitudinaria presencia se dio inicio a las festividades del Te Deum, en la explanada del Templo Evangélico de Maipú, antiguo templo votivo católico. La muchedumbre, calculada en unas veinte mil personas, escuchó entre gritos y alabanzas las palabras del Obispo Bisama, quien impartió bendiciones para todos. El aniversario del primer año del credo evangélico como religión oficial de Chile, tras la proscripción del catolicismo, se vio empañada por la ausencia de personeros de gobierno, incluido el presidente, Patricio Aylwin, quién señaló no poder asistir debido a su avanzada edad.

La ceremonia se cerró con la esperada presencia de Yiye Avila, profeta y sanador que nos bendice con su visita. Después de realizar la milagrosa cura de lisiados y no videntes, Avila fulminó a seis miembros de nuestra iglesia que habían abjurado públicamente de La Fe. La visión de sus cuerpos estallando en llamas fue sobrecogedora, pero la multitud entendió que el Profeta lo hacía por mandato divino, y miles de agradecidos fieles se postraron embargados por las lágrimas.

Esperamos que este Te Deum convenza a nuestras autoridades de colocar definitivamente a Yiye Avila en la presidencia de Chile, para terminar con la creciente polarización y el odio que parece crecer en los corazones de la ciudadanía.

Artículo editorial, revista Atalaya evangélica

Edificio Diego Portales

Este es el edificio que durante 75 años tuvo el nombre de Edificio Diego Portales. Sede en un tiempo del ministerio del interior, se convertiría en un ente tentacular que albergaría a todos los ministerios y carteras del país, incluyendo a la presidencia de la república. Dada su capacidad de funcionamiento autónomo, en 1948 se presentó el Proyecto Portales. La idea, básicamente, era convertir al edificio en una ciudadela separada del resto de Santiago, en la cual todos sus funcionarios debían vivir hasta su muerte. Cuando en 1952 el proyecto se puso en marcha, los siete mil funcionarios del edificio desfilaron en silencio por la alameda, que pisarían por última vez. Cuando hubo entrado el último, las pesadas puertas de hormigón pretensado se cerraron para siempre.

La vida en el país continuó con normalidad. Los servicios públicos y administrativos funcionaban, y las colas frente a los centenares de cajas en la muralla norte del Diego Portales avanzaban rápidamente. La ciudadanía aceptaba optimista la seguridad que daba el saber que los funcionarios públicos vivían para su trabajo dentro del edificio, y las noticias de sus decesos, y posteriores reemplazos, fueron cada vez menos novedosas, hasta ser prácticamente ignoradas.

En 1958 las fuerzas armadas presentaron formalmente su propio proyecto de edificio, el proyecto Concepción, que fue rechazado por el senado en una transmisión televisiva desde el interior del Diego Portales.

Fue tras el terremoto de 1960, que abrió la hasta entonces desconocida fisura del valle del Aconcagua, que el edificio empezó a funcionar mal. Se supuso que su gigantesca mole había sido afectada por el sismo grado 8,6 en la escala de Richter. Las comunicaciones desde el edificio fueron espaciándose, hasta cesar del todo unos tres meses después del terremoto. A la paralización de todos los servicios administrativos y legales, se le sumó el caos de una ciudad casi en ruinas.

Se intentó contactar con los habitantes del edificio por todos los medios, pero sin resultados. Se probó con explosivos, maquinaria pesada y hasta con espiritistas. Se intentó un acceso subterráneo, pero los cimientos acorazados se hundían kilómetros bajo tierra: El Diego Portales era una fortaleza impenetrable, construida para garantizar la existencia del país ante cualquier amenaza. El hecho de que las puertas estuvieran decoradas con relieves de símbolos sagrados mapuches, hizo suponer que el edificio estaba protegido por algún tipo de magia.

Hoy, trigésimo aniversario del terremoto, el edificio continúa intacto, si se lo mira desde fuera. Nunca se ha podido acceder a su interior, y las hipótesis sobre lo que realmente pudo pasar dentro, son centenares.

El Monstruo

El Monstruo-nombre que perduró en la memoria de la ciudad-era un cefalópodo tentacular con capacidad de generar campos de energía negativa. Su primera incursión conocida data de 1966, cuando emergió desde la laguna del parque O´higgins, lo que hizo suponer que era un anfibio poco adaptado a la vida terrestre. Nunca se olvidará su cuerpo elipsoide cubierto por una capa gelatinosa de batracios en estado larval, ni el sonido de su grito, que fue escuchado incluso en Melipilla.

Su segunda incursión, en 1978, es una de las más recordadas, al ser la del ataque al parque de entretenciones Fantasilandia, recién inaugurado. Se cree que se sintió amenazado por la figura del Pulpo mecánico, una de sus atracciones más llamativas y que destruyó por completo, matando a más de treinta personas antes de volver a sumergirse en la laguna, la que a partir de ese día estuvo clausurada y con vigilancia policial. El alcalde Mekis sugirió el traslado de Fantasilandia a terrenos más seguros, pero su propuesta fue ignorada. Tres años mas tarde, El Monstruo atacó de nuevo, pero

Esta vez irrumpiendo por los túneles de la línea Dos del metro. Resultado, un promedio de doscientos muertos, y millones de pesos en pérdidas. Buzos tácticos del GOPE se sumergieron en la laguna del parque, con el propósito de colocar explosivos en la guarida del Monstruo. A los 5 metros la visibilidad era nula, y la profundidad de los conductos naturales encontrados fue simplemente imposible de medir. Los explosivos se hicieron estallar prematuramente, matando a un par de patos silvestres y a un curioso que se acercó demasiado.

En la próxima década, El Monstruo atacaría constantemente. Se elucubraron cientos de teorías que intentaban explicar el fenómeno, ninguna de ellas convincentes y la mayoría ininteligibles. Santiago empezó a acostumbrarse y a tolerar la pálida figura y los tentáculos con ventosas dentadas del cefalópodo gigante, que terminó siendo aceptada definitivamente después que atacara al móvil de un canal de TV, en el cual resultó muerto el conocido Profesor Rossa, una de las figuras mas detestadas de la farándula santiaguina.

El Monstruo se enfrentaría en numerosas ocasiones a Gojira, a Motrah y a otras criaturas resultantes de la carrera nuclear de la región.

imagen: Fotografía Polaroid de la primera salida del Monstruo, 1966.