73 horas

Los vi en el Estadio. Llevaba días allí, al compañero Jara ya lo habían matado y las inyecciones en la mandíbula ya estaban haciendo efecto. Los vi en una carpa. Tras una larga fila, de horas, de días quizás, llegó mi turno. Sabía que, una vez dentro, mi cuerpo ya no valdría nada, sería un perro con sarna. La carpa era espaciosa, un par de compañeros con sondas hasta en el hoyo del culo, más milicos, algunos doctores, uno se parecía a Kirk Douglas. No era gran cosa deducir que los milicos eran de apellidos como los nuestros, un Pérez, un Soto, con suerte un Parraguez, en cambio los doctores eran todos de apellidos que nunca pude pronunciar. Me echaron de un culatazo sobre la camilla, allí los logré ver por primera vez. Eran como nosotros, pero más blancos, pálidos y de unos treinta centímetros. Se desplazaban con movimientos de reptil por toda la carpa. Estaban desnudos, carecían de genitales. Daban órdenes a todos. En un momento un milico les dijo algo en un idioma muy extraño, el ser enano se trastornó, soltó un chirrido que me hizo doler los oídos y con un movimiento veloz arrancó las dos orejas al soldado pendejo. Dos milicos me amarraron las manos y tobillos. Un doctor me metió una sonda por la oreja. De un momento a otro los pequeños seres eran setenta o más.
Se me trepó uno por el costado. Se sentó en mi pecho y me mostró sus dientes, eran filosos, tres o cuatro corridas.
Sabía que era mi turno de olvidar.
Y empezar a gritar.

Rahn


-¿…Piedra Azul?-
-La piedra que cayó de la frente de Lucifer-
-La lapis exilis, ¿el grial?
-La lapis excoeli, en realidad. La piedra del cielo, la piedra caída del cielo azul. La piedra del cielo azul. La lapis lazuli. La piedra que saltó desde la frente de Lucifer, cuando cayó de cabeza contra nuestro mundo, exiliado del reino de Jehová.
-¿Y me dice que sabe dónde cayó?
-Allá la llaman Kallfukura, «piedra azul», y también la relacionan con Venus. Uno de sus héroes se llamaba de la misma manera, era un guía que quiso unificar toda la tierra para los de su sangre, en un único reino bajo su liderazgo. Luchó contra dos países y su movimiento de expansión también requería dar una curva hacia el este, un giro hacia la izquierda. En sus cantos predominaba la nota sol.
-¿Qué debemos hacer para encontrarla?
-Debemos morir todos en un gran sacrificio, bautizados por el Estigia, para renacer en otras tierras, más propicias.
-Deberá haber guerra entonces.
-Si, deberá haber guerra.
-¿Nos veremos nuevamente?
-No en este lugar.

-¿..Es…cierto…todo lo que me dice?
-Ya conversamos ésto mismo muchas veces, usted me hizo esta misma pregunta muchas veces. No importa si usted cree, lo importante es que va a ocurrir lo quiera o no. Asegúrese que la historia lo sorprenda en el lugar correcto y haciendo lo correcto.
-Comprendo
-No, no comprende. Todo ésto es parte de un sistema que nadie comprende, yo solo he aprendido a valorarlo estéticamente. Su tamaño me agobia, me hace sudar, me ha hecho llorar de angustia en algunas ocasiones.
-¿Tiene miedo?
-No, cansancio. Morir cada vez no…en fin…la piedra puede ser una solución.
-Tengo miedo.
-En el momento déjese arrastrar, mire hacia arriba y diga «hágase tu voluntad y no la mía»…ya lo ha hecho otras veces…decenas de veces.
-Me van a odiar.
-Siempre lo hacen.

La Raza Venidera

Fragmento del libro Les Grandes Initiés de Notre Temps de Louis Saint-Yves d’ Alveydre, Blefond Press, 1998.

En la mañana del 29 de junio de 1979, una compañía de soldados peruanos que cuidadosamente avanzaban entre los escombros de la devastada ciudad de Santiago hicieron uno de los más impresionantes descubrimientos de la Segunda Guerra Mundial.
Los soldados que habían invadido la orgullosa capital de Chile y estaban a pocos días de llevar a término seis años de terrible y sangriento conflicto, estaban alertas a los ataques de las disminuidas y patéticas células de la resistencia chilena, compuesta principalmente por viejos y jóvenes, vanamente intentando salvar el “Reino del Millón de Años” del General González Von Marées.
Los soldados peruanos marchaban con suma cautela de un edificio destruido a otro, metódicamente peinando las habitaciones y salas cubiertas de escombros en busca de cualquier señal de sobrevivientes al bombardeo aliado. Los soldados debían confiar en sus instintos y armaduras de anti-impacto y camuflaje a medida que se abrían camino a través de la devastada capital. La destrucción era de tal magnitud que era imposible decir donde terminaba una calle y comenzaba otra.
Fue entre los escombros de un edifico cercano a la Casa de Gobierno donde los soldados hicieron su descubrimiento.
A primera vista, los cadáveres no se veían distintos a otros muchos que los soldados encontraran previamente en aquella ciudad fantasma. Pero examinándolos de cerca, probaron ser muy diferentes. Porque pese a que los cuerpos vestían uniformes militares chilenos, sus rostros eran claramente asiáticos. Eran, de hecho, tibetanos –como hizo notar uno de los jóvenes soldados peruanos de apellido Fujimori. Y fue este soldado, quien igualmente advirtió que los carbonizados despojos en el centro del círculo de cadáveres pertenecían a un ser humano, del cual sólo permanecían un par de brillantes guantes verdes.
¿Pero que hacían estos tibetanos, a miles de kilómetros de su tierra natal y en medio de una batalla de la que su nación no formaba parte?
Pese a que el sonido de metralla distrajo a los soldados, ninguno de ellos tuvo duda que estaban ante un descubrimiento extraordinario ya que, además de su apariencia, todo indicaba que los tibetanos no habían muerto en acción, sino al formar parte de alguna clase de suicidio ritual, probablemente bajo las órdenes del calcinado extraño de los guantes verdes que muchos historiadores concuerdan se trataba del propio González Von Marées.
Antes que los peruanos se unieran con los aliados uruguayos y bolivianos en el norte, y Santiago finalmente cayera el 7 de julio, los cuerpos de varios otros tibetanos fueron hallados en similares circunstancias. Algunos se habían suicidado ritualmente aunque la gran mayoría había perecido a causa del fuego y bombardeo Aliado que redujo la otrora magnificente ciudad a ruinas humeantes. Los cadáveres representaron un misterio que tomó tiempo revelar –pero cuando la información sobre los tibetanos muertos fue reunida y cotejada, se logró armar un complejo rompecabezas que se relacionaba con el mítico mundo de Agharti y el extraño libro de Sir Edward Bulwer-Lytton, La Raza Venidera. Es más, puede asegurarse que el libro de Bulwer-Lytton fue responsable en cierto grado tanto de la presencia de los tibetanos en la ciudad, hasta la mismísima carnicería que González Von Marees infringió en Latinoamérica y gran parte del mundo entre 1973 y 1979.

Presidenta Alvear podría estar implicada en asesinatos

A raíz del escándalo ChileDeportes, un equipo de tres estudiantes de primer año de periodismo de la Universidad Bolivariana inventaron una hipótesis mientras estaban bajo los efectos de alguna droga. La naturaleza de dicha hipótesis es un misterio y sólo podemos conjeturar que habían acertado.

Llenos de entusiasmo e incapaces de ver el caos que desatarían, salieron ese mismo día a investigar. Fue la última vez que sus familias les vieron con vida.

Dos días más tarde un travesti del barrio el Golf vomitaba en el automóvil de un diputado UDI. Residentes de la zona presenciaron el momento en que el funcionario público salía corriendo y gritando con los pantalones abajo, mientras el travesti sufría convulsiones producto del shock.

Investigaciones posteriores revelaron la presencia de restos humanos en el vómito del «prostituto».

Sólo diez minutos antes de subir al automóvil, el travesti compraba un hot-dog en un carro de frituras, y que prácticamente tragó al notar que su cliente frecuente lo esperaba estacionado no muy lejos de allí.

Siete personas más en distintas zonas de Santiago vomitaron restos humanos. Todas ellas habían consumido completos en la vía pública, con una excepción.

Los embutidos provenían del matadero de Franklin. El carnicero dueño de la tienda donde se compraron las vienesas yacía muerto, colgado de un gancho en el congelador de la carnicería.

Entre las vienesas incautadas había más restos humanos, algunos trozos de ropa y el fragmento de un anillo de oro. Y dentro de la máquina moledora permanecía intacta la punta de un dedo meñique.

El dedo pertenecía a un joven alumno de periodismo de la Universidad Bolivariana desaparecido dos días antes, de iniciales J.P., quien la noche anterior a su desaparición había escrito en su blog: «Alvear con la DC caerán por corruptos».

Dicho blog fue hackeado, pero de él quedaron varios respaldos automáticos en distintos lectores de RSS internacionales. Esto inevitablemente permitió a familiares y amigos de las víctimas gritar a los cuatro vientos la posible relación entre los asesinatos y ese comentario en el blog.

De los otros dos estudiantes desaparecidos, análisis de ADN corroboraron que sus restos habían sido utilizados para fabricar vienesas.

Actualmente y a pesar de la guerra mediática de los familiares de las víctimas en contra del Gobierno, Alvear sólo ha declarado que su único «delito» fue usar fondos de un Ministerio con fines «ornamentales».

Los Arcontes de Toesca


Cosas que se saben de Joaquín Toesca:
Nació en Roma en 1752, y se formó desde muy joven con el arquitecto Francisco Sabatini, seguidor del movimiento neoclásico. Toesca alternó la enseñanza práctica aprendida junto a su maestro con los estudios que realizó en distintas escuelas, como la Real Academia de Barcelona, la Academia de San Lucas de Roma y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, en donde permaneció entre 1776 y 1779 mientras ayudaba a Sabatini en las obras comisionadas por el rey de España. En 1779, a petición del gobernador Agustín de Jáuregui y el arzobispo de Santiago Manuel de Alday y Aspée, Toesca viajó a Chile para proyectar y dirigir la construcción de varias obras pública, entre ellas las dos prioritarias eran la construcción de la catedral de Santiago y el diseño de un edificio que albergara la Casa de Moneda. Toesca trabajó pacientemente en ambas obras hasta su muerte en 1799, sin verlas concluidas. El edificio de la Casa de Moneda, una de las construcciones más importantes de la época, fue terminado por uno de sus discípulos y entregado en 1802.

Cosas que no se saben de Joaquín Toesca:
Cosas que no se saben de Joaquín Toesca:En 1770 un gran incendio destruyó la Sede Francmasona de Roma. Escarbando entre los escombros, Toesca encontró algunos documentos perdidos mucho tiempo atrás, mientras rescataba importantes cartas yotros objetos de valor de las llamas. Aquellos misteriosos papeles se encontraban redactados en una clave desconocida para Toesca, su maestro Sabatini o cualquier francmasón de la época. A fuerza de uncontinuo y meticuloso esfuerzo y perseverancia, Toesca, finalmente,resolvió el código, descifrando los documentos y encontrándose en posesión de los secretos del Colegio invisible: secretos que la francmasonería ortodoxa había perdido mucho antes. Los documentos facilitaban también el enlace con una orden continental que parecía poseer secretos incluso más profundos y daba la dirección de una alta iniciada llamada Belle Saint-Croix, en Ingolstadt, Baviera. Toesca, sin embargo, era un inflitrado en la francmasonería y su verdadera lealtad estaba con la sociedad secreta más secreta de todas,el Aenigma Regis. Guiado por Belle Saint-Croix, Toesca fundó la Orden de la Amphisbaena y empleando las técnicas que les enseñase Saint-Croix y los documentos cifrados, recreó gradualmente todo el repertorio de trabajo de ocultismo cabalístico que subyacía a la Orden Rosa Cruz de la Francmasonería y se dedicó seriamente a establecer contacto astral con las Altas Inteligencias de otros planos para que le educasen y guiaran.Siguiendo los dictámenes de estos ‘Arcontes’, Joaquín Toesca viajó a Chile donde, además de construir el Cabido de Santiago, el hospital San Juan de Dios, los tajamares y la catedral de Santiago; llevaría acabo su obra más ambiciosa, un artefacto del tamaño de un edificio capaz de absorber la fuerza vital de quienes lo ocupaban y sobretodo,las potentes energías del conflicto, el odio y la ambición. Este edificio era no otro sino La Moneda.Tal y como se sabe, el edificio fue terminado por LorenzoD’Archangeli, discípulo de Toesca que como su maestro, era miembro de la Amphisbaena. D’Archangeli llevó a cabo todas las instrucciones de su mentor, todas menos una: el sacrificio humano que serviría de llave para abrir las puertas de este mundo a los Arcontes. El sacrificio debía ser voluntario y el propio Toesca pretendía autoinmolarse en el centro del edificio donde convergían las fuerzas místicas del mágico territorio de Chili-Mapu, pero la muerte le encontró antes a él y la misión quedó en manos del joven Lorenzo que, acobardado, regresó a Roma. Ciento setenta y un años más tarde y mientras La Moneda absorbía todos los orgones desatados por el golpe militar, un valiente héroe se sacrificaba en el punto exacto donde las puertas de la percepción finalmente serían abiertas, dando paso a los terribles Arcontes que esclavizarían a la humanidad hasta la Segunda Venida.

Condoro

Aleister Crowley, comentarista deportivo en “El Matinal de Chile”: se trata un sacrificio amplificado por el volumen de asistentes al estadio con tecnología mística capaz de doblar el flujo temporal o sea si hubiera sido una forma de abrir una brecha y doblar el destino como si la herida en la frente fuera un portal interdimensional hacia alguna parte un portal que se abre y que se cierra conectado con la conjución cósmica de saturno y marte un ejercicio invisible fríamente calculado para poner en movimiento fuerzas desconocidas.

Centros de Poder: la turbina de los Sacramentinos

La imagen corresponde a la Turbina de los Sacramentinos, el centro de poder místico más importante de Chile, en Arturo Prat con Santa Isabel. Con su estilo romano bizantino refiere a la arquitectura tarótica-egipcia de los antiguos alquimistas y fue diseñada por el maestre Ricardo Larraín Bravo. Se construyó a partir de noviembre de 1912, en homenaje al año de la Intervención, cuando el eje místico de poder cambió de los Himalayas a Los Andes.

Consta de tres iglesias: la Cripta, la Superior y la de los Ojos Muertos. La más importante es la tercera, en donde se realizan las ceremonias de magia sepia. Como es normal en este tipo de arquitectura, los vitrales fueron encargados a Francia al Taller Miganaux, en donde se le inscribieron algoritmos teosóficos para ayudar a encauzar las corrientes de energía dentro de la nave central. Las puertas de bronce labradas por orfebres patagónicos tienen una armazón de sándalo de los intrabosques tropicales de Magallanes.

Desde la estratosfera, la construcción en cruz marca claramente una de las muchas puntadas en la gran cicatriz del mundo. El río de almas que fluye en el interior se decanta por las puntadas y salta hacia el espacio para formar la cabellera magnética del planeta Tierra. Este escudo aísla nuestro mundo del acoso de entidades que pretenden terradesformar y depredar sus recursos. En la iglesia de los Ojos Muertos se realiza cada semana el ritual de magia sepia que programa el dispositivo Babbage para teledirigir el flujo. Toma la forma de un órgano construido en 1920 por la Casa Walcker en Alemania, que se instaló en la Cripta para estar más cerca de la maquinaria de flujo. En realidad es el dispositivo Babbage el encargado de calcular el tránsito del río de almas. Se interconecta a través de la misma magnetosfera con otros Babbage para coordinar las plasmoexplosiones. Los Babbage están basados en el concepto de Transputación, que corresponde al procesamiento cuántico en paralelo. Aunque fue desechado más tarde por sus costos e inestabilidad en los resultados del Cálculo Difuso, lo cierto es que estos dispositivos son ampliamente superiores a las posteriores arquitecturas RISC. El espacio no-euclidiano usado para ingresar al poliprocesamiento está resguardado por dos repulsores gravitacionales, dentro del Corazón Ardiente de la imagen divina que preside la Cripta. En la implementación del “órgano”, el físico en jefe alemán Heinrich Müller acompañó todo el proceso y terminó quedándose en Chile cuando se enamoró de Isabel Quevedo. El hijo que nació de ambos, Cristián Müller continuó la labor de analista y mantenedor. No obstante, en un incidente muy confuso, en 1950, que involucra a Müller y una mujer desconocida, el Corazón Ardiente resultó destruido. Repuesto algunos años después, el Corazón Ardiente es custodiado ahora por algoritmos lúdicos redundantes.

La Iglesia de los Sacramentinos forma el rosario de centros místicos que dan poder al escudo. En Chile existen 30 turbinas de este tipo y en 1967 pasaron a ser responsabilidad del Comité de Energía, órgano no partidario creado por Eduardo Frei Montalva. La batalla eónica contra los devoradores continúa.