ROBOPACO

19.00

Dos piquetes de 25 carabineros cada uno de la Subcomisaría Pudahuel Sur, vestidos todos con chaleco antibalas, caso de acrílico y portando escudos se desplazan hasta Av. La Estrella con Laguna Sur, intersección que en la comuna es conocida como «la Plaza Italia de Pudahuel Sur», pues además de concentrar el comercio ahí suelen realizarse las protestas y movilizaciones. La zona está rodeada de villas, en las que existen muchas casas controladas por el Caperuzo donde se da el microtráfico.

20.45 Pje. Mar de Behring, Villa Laguna Sur.
Roberto Araya, 18 años, va a ver a su polola –MJW, 15 años– quien habita en un pasaje paralelo al suyo en la villa de casas de dos pisos y escasos metros cuadrados. La pareja había pasado la noche anterior en el dormitorio de Araya al cual se accede a través de una estrecha escalera. En su habitación, Araya tiene un colchón de dos plazas en el suelo y en las paredes cuelgan pósters de Slipknot y Marilyn Manson. Araya hasta hace unos meses sólo escuchaba reggeaton, pero tras conocer al Caperuzo había cambiado radicalmente de gustos musicales, entre otros. Por la mañana la joven se levantó a las 7.05 para llevar a su hermano menor a la escuela, mientras Araya se quedó durmiendo hasta las 14.30. Por la tarde jugó God of War en su playstation, escuchó Rammstein y pasó el resto del día junto a MJH. Esta era su rutina habitual desde que abandonó el colegio. A las 22.00, Araya hace abandono de la vivienda de MJW para reunirse con sus primos e «ir a desquitarse con los pacos».

22.30
Con una pistola semiautomática S&W 9mm Parabellum Mod 6904 que según su confesión le fue obsequiada por el Caperuzo, Araya sale de su casa junto a dos de sus primos. El trío caminó seis cuadras hasta llegar al pasaje Laguna Carén con Avenida La Estrella.

Avenida La Estrella con Avenida Laguna Sur
Un grupo de treinta sujetos levanta barricadas con neumáticos y madera en el centro de la intersección. El piquete comandado por el capitán González llega por Av. La Estrella y se instala donde está la parroquia Santa Laura para controlar los desmanes. A los pocos minutos varios sujetos aparecen por tres esquinas lanzando piedras y molotov a carabineros. A los pocos minutos y desde las tres esquinas, comienzan a disparar a los uniformados.

22.55
El camarógrafo de TVN Felipe Vargas es herido en el glúteo derecho con perdigones. Parte de los carabineros del piquete organiza su traslado a un centro asistencial. Su cámara queda encendida.

23.00
«¡Le dispararon en la cabeza!», grita el sargento segundo José Ferrada. «¿A quién? pregunta la cabo primero Ángela González. «Le dispararon al guatón», responde Ferrada. Una bala había traspasado el casco acrílico de Rojas–Murphy y atravesado su cráneo. Rojas–Murphy quedó tendido a los pies de una gruta de la Virgen María. Desde la esquina del pasaje Laguna Carén, EEG confesó al día siguiente al OS–9 haber disparado tres tiros de su 9 mm hacia el piquete de uniformados.

23.15
«Estamos siendo sobrepasados, estamos siendo sobrepasados… haremos uso de las UZI. Replegarse, replegarse», se escucho por las radios de carabineros. La frase provenía de personal de la Subcomisaría Pudahuel Sur. Al día siguiente el general director de Carabineros, Pablo Hermosilla, insistió en que los uniformados no fueron sobrepasados la noche del ’11’.

«¡Desalojen, desalojen! (…) Sólo un herido, los otros solamente recibimos un par de perdigones, pero no estamos lesionados. Preocúpense del cabo Rojas, él es el que va más grave», se escucha en otro de los diálogos radiales con los carabineros del sector. Rojas–Murphy fue subido a un vehículo blindado que lo traslada hasta una cancha de fútbol cercana en el que esperaba un helicóptero para llevarlo al Hospital de Carabineros.

«¡Evacue la zona Pudahuel Sur! repito, evacue inmediatamente la zona. Replegarse el personal que se encuentra en laguna Sur con la Estrella, reagruparse con el fin de intervenir el área con personal beta», seguí el oficial ordenando por radio a sus subalternos.

00.00
El cabo Rojas–Murphy ingresa muerto al Hospital de Carabineros. Esa noche se reportaron 56 uniformados heridos de diversa gravedad en los cinco focos de desórdenes que se produjeron en la Región Metropolitana. Más de la mitad de ellos en la Plaza Italia de Pudahuel Sur. El Enforcement Droid Series 209 (ED–209) a cargo del GOPE es transportado hasta Av. La Estrella con Laguna Sur. El ED–209 adquirido recientemente a la mega corporación norteamericana OCP, cuenta con cuatro ametralladoras de 20mm machine, dos en cada brazo. Además está equipado con lanza–cohetes y bombas de gas. El ED–209 dispersa a la multitud pero un desperfecto le lleva a disparar indiscriminadamente contra los manifestantes. Doce personas resultan heridas de gravedad. Cuatro de ellas fallecerán dentro de las siguientes 24 horas y el ED–209 es destruido por un misil tierra–tierra.

12 de septiembre 2007

07.05 Laboratorios OCP, Chile
Ante el desperfecto del ED–209 y la conmoción pública provocada por el asesinato de un carabinero y la muerte de los civiles, el gobierno en conjunto con la filial chilena de la OCP da luz verde al proyecto Ifünche; un híbrido humano–máquina que ya ha sido implementado con éxito en ciudades sobrepasadas por el crimen como Detroit en los EE.UU. Todo que hace falta es un desafortunado voluntario. El cabo primero Rojas–Murphy estaba en la lista de «voluntarios» potenciales para el proyecto por lo que su cadáver es elegido como la base para el nuevo cyborg. Su cerebro, su rostro, y otras piezas orgánicas son unidas a un sistema de soporte vital en un cuerpo humanoide de titanio recubierto con kevlar.

12.30 Pje. Mar Báltico, Villa Laguna Sur.
Efectivos de carabineros allanan la casa de Araya. En el lugar encuentran una Sub–Ametralladora Heckler & Koch UMP, calibre .45 ACP con capacidad de 25 disparos, además de un antiguo lanzacohetes alemán sin retroceso de 88 mm. Horas más tarde, el mismo Araya hará entrega de la S&W 9mm que utilizó la noche anterior al ser capturado mientras se encontraba en casa de MJW. Pese a que Araya confiesa haber disparado su arma contra el piquete de carabineros, dice no tener certeza de que sus disparos hayan causado la muerte del cabo. En la reconstitución de escena del viernes 14 se establece que entre Araya y el cabo Rojas–Murphy hay 82 metros. Las pericias de criminalística por otro lado, determinan que la bala que dio muerte al cabo Rojas–Murphy no fue disparada por la pistola de Araya.

15 de septiembre 2007

01.15
En su natal Portezuelos, es enterrado el ataúd vacío del suboficial Rojas–Murphy (ascendido post mortem). Un video del Caperuzo atribuyéndose la muerte de Rojas–Murphy y la destrucción del ED–209 es subido a youtube y reproducido 21587 veces en menos de una hora sobrepasando al famoso video dónde insultan a Carola Julio. En el laboratorio de la OCP, se ajustan los últimos detalles del Cyborg Policial antes de su exhibición ante el director general de carabineros, el ministro de defensa y la presidenta. Se le han incorporado varias características útiles tales como visión termal, reconocimiento de voz y una grabadora de vídeo incorporada.
–¿Cómo se llama esta cosa? –pregunta la Presidenta Alvear señalando al cyborg.
–La OCP le llama Robocop –responde el Ministro de Defensa–. Supongo que deberíamos llamarle «Robocarabinero», pero la gente va a terminar diciéndole Robopaco de cualquier forma.
–Mientras elimine al Caperuzo no me importa cómo le digan.
–Sí, Sra. Presidenta, lo que usted diga Sra. Presidenta.
–¿Le cargaron el video del Caperuzo a Robopaco?
–Sí, ya ha reconocido a su asesino y está listo para cobrar venganza.
–La venganza es un plato que se sirve mejor con papas a la huancaina. Lleveme a almorzar al Barandiarán, ministro. Todo este asunto me ha despertado el apetito y tengo ganas de comer comida chifa.
–Sí, Sra. Presidenta, lo que usted diga Sra. Presidenta.

Acción de arte y anarquía.

Michelle no me vio llegar, nadie lo hizo.

Mi calibre .38 estaba justo en su garganta mientras que con mi mano izquierda tocaba sus pezones. Suavemente me acerqué a su oído, justo por encima de la mordaza que rápidamente puse en su boca. -Siempre quise joderme al poder y esta es la primera vez que puedo poner mi miembro entre sus piernas-. La sentí temblar de temor. Le arranqué su ropa con violencia. Ella gemía como un gato hasta que derramé mi semen por todo el salón presidencial.

Michelle lloraba, no la culpo, no tengo nada personal en contra de ella.

Desnudo abrí la ventana del balcón, nunca solté el revolver.-Váyanse todos a la mierda!!!- grité sonriendo, mientras saludaba de la misma forma en que lo hizo Pinochet hace ya varios años.

24 balazos destrozaron mi pecho y rostro, menos mi sonrisa, que quedó suspendida en el aire durante varios segundos después que mi cuerpo cayera destrozado contra el pavimento.

Brigada Ciudadana Anti Disturbios

Sorpresiva fue la aparición de un grupo de encapuchados de blanco el pasado 1 de mayo, en el preciso instante que otros encapuchados violentistas iniciaban sus ataques contra las autoridades y personas presentes en el evento.

«Los vimos aparecer y nadie lo podía creer», comenta una mujer que estaba presente cerca del incidente; «salieron de entre el público y agarraron a patadas voladoras a los encapuchados, les quitaron las mochilas que debían estar llenas de molotov o petardos o qué sé yo y volvieron a desaparecer en la multitud».

Según testigos se trataba de un grupo de al menos treinta encapuchados vestidos de blanco con ropas holgadas; y luego de su repentina desaparición entre el público se han barajado múltiples hipótesis acerca de su origen o propósito.

Hoy en un breve comunicado, publicado en un blog de manera anónima, alguien que se hace llamar Sensei Lucho declara en pocas líneas que este grupo de valientes pertenece a distintos clubes de karate de la capital, todos irritados de ver los destrozos y la violencia que pueden desatar un pequeño grupo de mocosos ociosos. «Por eso decidimos salir a repartir patadas al primer pelota que se atreviera a recoger una piedra del suelo», agregó.

El grupo, dice Sensei Lucho, se hace llamar «Brigada Ciudadana Anti Disturbios», son expertos en defensa personal, están altamente organizados y están dispuestos a patear a cualquiera que pretenda quebrar el orden público en manifestaciones pacíficas de la capital.

Si bien la Presidenta en una declaración oficial repudió el uso de la violencia contra la violencia, expresando que «ésa no es la manera»… la opinión pública en conjunto aplaude la iniciativa, catalogando de verdaderos héroes a estos anónimos vigilantes de la seguridad pública.

Ninguno los manifestantes que recibieron esta dura (y justa) paliza ha reclamado por el trato recibido. Se sabe por informes de la Posta Central del mismo 1 de mayo que al menos cinco jóvenes habrían llegado durante la mañana con moretones, dientes quebrados y dolores musculares.

ChilePrimero


Jorge. La hicimos. Si, se que siempre te hable con seguridad de nuestro proyecto, incluso me dijiste que si acaso, entre mis multiples talentos, también estaba ver el futuro. Sabia que lo lograriamos, o mas bien, que ibamos a llegar hasta el final. Pero el final no depende siempre de uno. Ya viste como terminamos antes, ya me viste, y me recorde a mi mismo, saliendo del palacio en llamas.

Tambien me equivoque yo. Me acabo de equivocar al decirte que no veo el futuro. En realidad lo veo, o mejor dicho, lo he visto. Hay que reunir al equipo. Tenemos una revolución que hacer. Una de verdad, una bottom-up. Jorge, ¿recuerdas Synco?

La revolución no será televisada

No.
No, compadre, no vas a poder quedarte tirado en la casa.
Ni meterte en tu Toyota comprado a plazos, prender el motors y salir a dar vueltas.
Ni perderte con el control remoto en la mierda del cable,
ni levantarte al refri y sacar una cerveza entre los comerciales.
No, porque la revolución no será televisada.
No. La revolución no será patrocinada por Telefónica
en cuatro tandas
a horario prime time.
Ni te mostrará fotos de Sebastián Piñera con una camiseta del Colo
reclamando por las facturas falsas de Publicam,
mientras suena un disco de Takeshi Osu
descargado en Mp3 de un café
que quedaba al ladito de la Virgen sangrante de Lo Vázquez.
No, porque la revolución no será televisada.
No.
La revolución no te mostrará “Hola Andrea” con Andrea Molina
y no será protagonizada por Claudia DiGirolamo
o Carolina Arregui
o Pancho Reyes
o Felipe Braun
o un agónico Walter Kliche.
La revolución no te va a quitar el mal aliento.
Ni te va sacar el acné.
No, porque la revolución no será televisada.
No habrá extras noticiosos de Chilevisión sobre las infinitas liposucciones de Pamela Díaz.
24 horas no podrá predecir un día antes
cuál de los candidatos ganara las próximas elecciones.
No, porque la revolución no será televisada.
No va a haber milicos abusando de su poder.
Ni fotos de senadores agarrándole el culo a niñitas
O llorando por el cadáver momificado de Pinochet.
No va a haber gente muerta de hambre porque el gobierno le falló.
No, porque la revolución no será televisada.
Y S.Q.P, Primer Plano y C.Q.C y todos esos putos realitys
ya no van a ser relevantes.
A nadie le van a importar si Tamara Acosta
perdió la virginidad diez veces en una misma comedia
porque los chilenos vamos a estar en la calle buscando un mejor mañana.
No, porque la revolución no será televisada.
No.
No va a haber tomas de los pendejos de las caletas aspirando neoprén una y otra vez,
ni retratos hablados de la Mujer Metralleta
ni explicaciones sobre el suicidio del asesino de Hans Pozo.
No.
Y el soundtrack de la revolución no lo va a componer
ni Christell,
María José Quintanilla,
Jorge González,
Alvaro Henríquez,
Zalo Reyes
o Quilapayún
o alguno de esos huevones.
No, porque la revolución no será televisada.
La revolución no va a volver luego de unos comerciales
para apoyar a la Teletón
con la cara asquerosamente joven de Don Francisco
o asquerosamente rica de Iván Zamorano
que te van a preguntar donde dejaste tu corazón de chileno.
No vas a tener que preocuparte por la selección chilena,
por si perdiste o ganaste el Loto y el Kino.
No vas a tener que pensar por qué hay una paloma en tu dormitorio,
un tigre dentro de tu auto
y un gigante en el baño.
La revolución no va a saber mejor con Coca Cola.
La revolución no ayudará a quitar los gérmenes que causan el mal aliento.
La revolución te va a poner a ti y solo a ti en el asiento del conductor
para que largues al camino
o choques.
No, porque la revolución no será televisada
ni la darán en repetición en temporada baja.
No.
No, porque la revolución no será televisada.

Víctor Raja!. “Rebelión Telepática/Mis canciones ajenas” (E.P). Verano Frío Records, diciembre del 2006.

Ucronía minimalista: una lágrima de la virgen

Y en ese instante se muerden porque chocan, se arrancan los párpados porque han abierto los ojos. Llegados desde el desierto adornado de ruinas y petróleo seco, desde la pulcra ciudad de torres blancas, desde el fondo de la alcantarilla hedionda en medio de la sierra entre las montañas yermas. El hombre infeliz y vacío, la mujer hecha de olor a sí misma, el muchacho salvaje de sonrisas como cuchillos. Y las estrellas suben al cielo porque algo nuevo está naciendo. Por fin, gimen las multitudes del coro griego, por fin, murmuran los atareados hombres y mujeres plomizos que atraviesan sin parar la Plaza de Armas. Algo está cambiando.



El celular suena, allí en la cima de la montaña. La mujer cuyo cuerpo es puro deseo lo saca de entre sus pechos y presiona el botón. Jadea. Escucha.



-Es todo mentira –crepita una voz que parece de computador-, lo que encontraron no es lo que están buscando…



El jadeo de la mujer y el chillido del muchacho ensangrentado en un mar de vidrios rotos son uno, las voces de las monjas muertas corren a través de los cables de la red mientras los ángeles intentan despertar de su inquieto sueño en los rincones más impensados: el sótano de un café con piernas, detrás de un sillón en un palacio de gobierno, la copa de un árbol en un zoológico metropolitano. El hombre infeliz y vacío tiembla, la ciudad parpadea como una ilusión, el desierto sembrado de tarjetas de crédito aparece y desaparece como un truco de mago. Nadie quiere gritar pero tienen que comenzar a hacerlo. “Están aquí, están aquí”.



Comienza el terremoto.



Y a través del territorio las hordas pelean, los cuerpos de las personas son los campos de batalla. La mujer hecha de líbido y de ojos color semen y miel baila en medio de la disco pisoteando su celular, acariciada por las manos de mil adolescentes y castigada por las miradas-látigos de cientos de viejos verdes, el chiquillo de los brazos metálicos y las danzas de colores corre por los pasadizos y los túneles seguido por otros niños aún más jóvenes. Gritan cosas diferentes. Cosas muy diferentes.



Cosas como: todo va a estar bien. Siempre he querido esto. Si sigo teniendo fuerza de voluntad lo lograré. Nunca te voy a olvidar. Me gustaría que me miraras. Estoy tan herida, tengo tantas ganas de morirme. Quiero encerrarme, depilarme y huir de mis ojos. Inquieto, feliz, inalterable. Te vamos a cortar en pedazos. Ya estoy lejos, todo ha terminado. Baila niña roja, la mandíbula rota. Cuidado, cuidado, cuidado…



Y cuando el peligro se hace evidente, las catedrales dejan caer trozos de cemento y gárgolas (y el chiquillo sigue corriendo y la diva sigue bailando), el hombre infeliz escapado de la cárcel ve como las madres y padres del país corren a través del estrépito de las calles para salvar a sus hijos del desastre. Pero las cunas están vacías, las parvularias están clavadas a la pared por los ojos, sangrantes y sagradas, los niños no están en ninguna parte. Lloro y crujir de dientes.



El metro no corre. Las estaciones están vacías, o llenas de muertos, o llenas de fantasmas que susurran tantos secretos que se confunden con el ruido de todas las radios tocando a la vez.



Y en ese instante ya no pueden bailar ni correr ni rechinar más los dientes. La mujer encuentra al hombre y encuentran al chiquillo, con sus ejércitos esperando en distintos rincones de la ciudad eterna. “Una tierra de hombres libres” dice el hombre, los ojos desaforados. “Toda la sed del universo entre mis piernas” susurra la mujer chorreando saliva. El muchacho dice llorando: “Vamos a escapar, destruiremos todo para poder escapar.”



Es casi el fin. Se miran largamente en la cima de un edificio. Alrededor de ellos, los oficinistas y los ladrones y los ancianos llorando en las plazas. Las calles crujiendo con el terremoto. Se preguntan con los ojos, con las armas en las manos: ¿hay algo más que decir?



Sí, hay algo más.



Los tres han escuchado la voz. No es una voz, es un gemido. No es un gemido, es un maullido. No se escucha, está en sordina, pero se siente por toda la ciudad, y por primera vez todos los habitantes levantan la cabeza al cielo para escuchar.



Es la voz de una niña pequeña.



¿Grita? Sí, grita, chilla palabras llenas de ternura como osito, peluche, mantita, azúcar, cariño, beso, dulzura. Y el chillido revienta los vidrios de toda la ciudad.



Y es entonces que los viejos locos, las prostitutas, los gerentes, los empaquetadores del supermercado y los camarógrafos de la ciudad pierden la cabeza, comienzan a echar agua por los ojos y sangre por las orejas, y a repetir la profecía: “doce niños con el torso desnudo trayendo la ola del desamparo, borrando toda palabra y todo futuro, bendiciendo el presente y el agua purificadora hasta la limpieza final bajo las olas y junto a la cordillera, amén.”



Lloro y crujir de dientes, gritos mientras las olas comienzan a llegar desde el poniente y arrasan la ciudad en tan solo trescientos sesenta segundos, desde el mar y desde el cielo, desde los brazos de la costa y desde las nubes que llueven, hundiéndolo todo y llegando hasta la misma montaña. La ola final, la ola criada en los sueños de miles de desesperados, noche tras noche, fiesta tras fiesta, llanto tras llanto, después de los abortos y las partidas y los disparos. «Esto es lo que soñé siempre» dice alguien con una voz muy tenue, dicen muchos mientras son cubiertos por la tormenta. Si la virgen es la madre del gigantesco Dios, piensan al mismo tiempo la mujer, el hombre y el muchacho, una sola de sus lágrimas es un mar capaz de destruir el territorio. Y ese mar lo está destruyendo todo en pocos segundos, chispas y volutas de vapor en su superficie. Adiós Chile, adiós gentes, adiós. Y entre la sangre, la suciedad que se refleja en los nubarrones, los gritos ahogados por la tromba del agua, sólo un pequeño punto que brilla, contemplado por los satélites del Imperio y por los televisores del tercer mundo.



¿Qué es? ¿Cuál es su nombre?



¿Qué ven los ahogados desde el fondo de la ciudad inundada?



Una virgen blanca, rota, que flota en el mar junto a la cordillera, que llora sangre antes de hundirse para siempre.



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