Aprendiz de Brujo

por José Carlos Canalda.

El día que Luis M. construyó el primer –y único– transdimensionador de la historia de la humanidad, estaba muy lejos de sospechar las consecuencias de su revolucionario descubrimiento; sólo así puede explicarse que fuera su mano la culpable –involuntaria, pero no por ello menos responsable– del mayor desastre acaecido jamás.

El transdimensionador, como su nombre indica, era un artefacto capaz de perforar las infranqueables fronteras que separaban a nuestro universo de otros paralelos, permitiendo así una comunicación bidireccional entre ellos. En realidad a Luis M. no le movía otro afán que la simple curiosidad científica, y no anhelaba otros beneficios que no fueran la mera satisfacción de comprobar lo acertado de su teoría pluridimensional… una teoría que jamás llegaría a figurar en libro de texto alguno, puesto que su creador era, más allá que autodidacta, un auténtico anarquista de la ciencia, nada interesado en compartir sus conocimientos con nadie. Pero a su modo era un verdadero genio, ya que sólo así se concibe que hubiera podido ser capaz de realizar en solitario una hazaña –el desarrollo matemático y práctico de su teoría– en un terreno en el que se habían estrellado las mentes más lúcidas de todo el planeta.

Se trató realmente de una tarea titánica que le llevó toda una vida, pero al fin el transdimensionador fue una palpable realidad. Tan sólo quedaba probarlo, y sería el propio Luis M. –¿quién si no?– el que lo hiciera. Temblando por la emoción que le embargaba, Luis M. se introdujo en la reducida cabina, ajustó cuidadosamente los controles –no era cuestión de aparecer en mitad de una estrella–, pulsó el botón que pondría en funcionamiento el maravilloso artilugio… y se desencadenó la catástrofe.

No se piense que el experimento resultó fallido: muy al contrario, éste se saldó con el más rotundo de los éxitos… demasiado rotundo, de hecho, puesto que sus imprevistas –pero implacablemente lógicas– consecuencias vinieron a alterar de forma irreversible la delicada trama no sólo de nuestro propio universo, sino también las de otros muchos, afectando dramáticamente incluso a los más fundamentales principios físicos. Y ya nunca nada volvería a ser como antes.

La razón de la debacle, insultantemente sencilla como lo suelen ser todas las explicaciones a posteriori, radicaba en el propio concepto de infinito. Aunque en el lenguaje corriente se tiende a identificar infinito con inconmensurable, se trata en realidad de dos cosas muy distintas, como le habría advertido cualquier matemático de habérselo preguntado Luis M… cosa que, huelga decirlo, no hizo. Todo lo presente en nuestro universo, absolutamente todo desde los átomos hasta las galaxias, era inexorablemente finito por ingente que pudiera resultar su cantidad, y sólo la imposibilidad práctica de cuantificarlo impedía conocer su número exacto.

La noción matemática de infinito, por el contrario, va mucho más allá, dado que implica algo ilimitado en el sentido más literal de la palabra. Claro está que hasta entonces se había tratado de una simple elucubración intelectual sin el menor reflejo práctico, pero… quiso el azar que el metauniverso que agrupaba a todos los universos posibles fuera, desde un punto de vista literal, un conjunto matemático infinito.

Recordemos, aunque sólo sea por un momento, las principales consecuencias de este concepto. Una recta es, por definición, un conjunto infinito de puntos alineados. No son muchos, ni muchísimos; son infinitos, porque entre dos cualesquiera de ellos siempre se puede interpolar un tercero, y así ad infinitum. Hasta aquí el razonamiento es relativamente fácil de seguir, pero ¿qué ocurrirá si dividimos una recta en dos? Pues que cada una de las semirrectas resultantes poseerá asimismo un número infinito de puntos, dado que el resultado de dividir infinito entre dos es un doble infinito… Y así sucesivamente, por muchas que fueran las veces que repitiéramos la operación.

Si se me permite la licencia, ocurriría algo similar a cuando un atribulado ratón Mickey intentaba evitar que las multiplicadas escobas siguieran acarreando agua merced al expeditivo método de hacerlas trizas a hachazos, tal como ocurría en el episodio de la película Fantasía dedicado a la composición del músico francés Paul Dukas El aprendiz de brujo. Aunque pueda sonar a broma, eso es precisamente lo que le ocurrió a nuestro aprendiz de brujo particular, con el agravante de que en esta ocasión no contaba con el auxilio de ningún brujo verdadero capaz de deshacer el entuerto.

Conviene insistir de nuevo en que el número de universos contenidos en el metauniverso era, no lo olvidemos, infinito. Esto quiere decir que había infinitos universos en los que Luis M. ni tan siquiera había llegado a existir, pero también otros tantos infinitos en los que sí. Entre estos últimos había infinitos en los que, por diferentes motivos, jamás llegaría a desarrollar su transdimensionador, pero también otro infinito número en los que sí… Siguiendo con este razonamiento, que abrevio por prolijo e innecesario, llegaremos finalmente a la conclusión definitiva: en infinitos universos, y exactamente en el mismo instante, infinitos Luis M., ignorantes por completo de lo que podían estar haciendo sus otros alter egos, procedían a pulsar simultáneamente el botón que ponía en contacto, por vez primera en la historia –al menos en este conjunto infinito–, a unos universos que hasta entonces habían permanecido aislados entre sí.

exxY sobrevino el caos; no podía ser de otra manera. Luis M., nuestro Luis M., cualquiera de los infinitos Luis M. que habitaban en sus respectivos universos, había supuesto de manera errónea que el contacto sería tan sólo entre nuestro propio universo, llamémosle A, y un segundo que denominaremos B. Nada hubiera ocurrido de haber sido así, pero no previó que, al haber infinitos sosias suyos haciendo exactamente lo mismo en el mismo instante, se produjo una especie de reacción en cadena que, al entremezclar las urdimbres de los diferentes universos, hizo imposible cualquier intento de separación posterior, al igual que cuando se lía una madeja resulta extremadamente difícil deshacer los nudos sin romper el hilo.

exxAsí llegamos a la situación actual a la que, después de la desorientación inicial, mejor o peor hemos acabado –¡qué remedio!– acostumbrándonos… aunque no deja de ser perturbador, pongo por ejemplo, llegar a casa y encontrarte con tu otro yo –uno cualquiera de entre los muchos existentes– sentado en tu sillón o acostado con tu mujer, o bien abrir un libro de historia y no saber con qué versión vas a encontrarte –las hay para todos los gustos– del desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Peor todavía lo tienen los peor hemos acabado –¡qué remedio!– acostumbrándonos… aunque no deja de ser perturbador, pongo por ejemplo, llegar a casa y encontrarte con tu otro yo –uno cualquiera de entre los muchos existentes– sentado en tu sillón o acostado con tu mujer, o bien abrir un libro de historia y no saber con qué versión vas a encontrarte –las hay para todos los gustos– del desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Peor todavía lo tienen los aficionados a los deportes de competición, ya que nunca podrán estar seguros de si su equipo ganó o no el campeonato de liga de la última temporada.

exxCierto es que esto tiene también sus ventajas, como cuando descubres que de repente te han subido el sueldo o que te ha tocado la lotería sin que siquiera hubieras comprado un décimo, pero a veces puede resultar incómodo si los cambios resultan ser a peor… aunque por fortuna siempre suelen ser temporales, ya que solamente perduran hasta que tiene lugar el siguiente salto –así lo llaman los entendidos– en uno u otro sentido.

exxSin duda se preguntarán ustedes cómo he podido llegar a conocer la historia que acabo de contarles si las andanzas de Luis M. jamás llegaron a ser de dominio público; la verdad, es que todo se debió a una afortunada casualidad. Estaba yo sentado en un parque surgido durante la noche anterior sobre el solar de un desaparecido edificio de veinte plantas, cuando un hombrecillo de aspecto insignificante se sentó a mi lado tras pedirme educadamente permiso para hacerlo. Resultó ser el mismo Luis M. –uno cualquiera de ellos– el cual, tras contarme acongojado el relato de su desgracia, me manifestó su deseo de suicidarse al ser incapaz de soportar los remordimientos que le afligían. Intentaba convencerle de que no lo hiciera, cuando una repentina fluctuación de la realidad nos situó bruscamente en la azotea de la vigésima planta del edificio resurgido y justo al borde de la misma, momento que aprovechó mi interlocutor para arrojarse al vacío antes de que pudiera hacer nada por evitarlo. En realidad esto no importaba demasiado; aunque infinitos Luis M. se hubieran quitado la vida, todavía quedarían otros tantos, es decir, infinitos, vivitos y coleando, lo cual la verdad es que no deja de resultar una ventaja.

Y eso es todo. Espero tener la suerte de poder terminar de escribir este informe de una vez por todas, antes de que las dichosas fluctuaciones me lo impidan de nuevo; han sido ya tres veces las que me he encontrado de repente con todos los folios en blanco teniendo que volver a empezar de nuevo, y a eso hay que sumar cuando descubrí que, sin saberlo, había estado escribiendo una versión apócrifa de La Regenta. De todos modos esto no deja de ser irrelevante porque, aunque lograra terminarlo, en estas circunstancias ¿quién iba a ser capaz de leerlo en su totalidad sin ninguna interrupción?

© 2004, José Carlos Canalda.

Sobre el autor: José Carlos Canalda (Alcalá de Henares, España, 1958) es doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de Alcalá de Henares, y trabaja en un instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) en Madrid. Aficionado a la ciencia ficción desde muy joven, cultiva tanto la vertiente del ensayo como los relatos. En este primer apartado, es autor del libro Luchadores del Espacio. Una colección mítica de la ciencia ficción española (Pulp Ediciones, 2001) y ha colaborado en La ciencia ficción española (Robel, 2002, premio Ignotus 2003), Solaris y Pulp Magazine (premio Ignotus 2002), sin descuidar tampoco las páginas web Sitio de Ciencia Ficción (www.ciencia-ficcion.com), Página de las Novelas de a Duro (www.dreamers.com/igor), BEM Magazine (www.bemonline.com) o Cyberdark (www.cyberdark.net). En lo que respecta a los relatos, tiene publicadas obras tanto en papel (Pulp Magazine, Asimov, Artifex, Antologías de
de las Novelas de a Duro (www.dreamers.com/igor), BEM Magazine (www.bemonline.com) o Cyberdark (www.cyberdark.net). En lo que respecta a los relatos, tiene publicadas obras tanto en papel (Pulp Magazine, Asimov, Artifex, Antologías de
relatos de El Melocotón Mecánico, Menhir) como en formato electrónico (Sitio de Ciencia Ficción, Qliphoth, Alfa Erídani, Púlsar, La Plaga).

Por la Tarde los Niños se Aburren

por Armando Rosselot

1

El corredor era blanco y las puertas estaban ansiosas de ser abiertas. La niña entró en la que la joven mujer señalaba y trató de olvidar a mamá, la cual por cada paso que daba era más distante y de rasgos extraños. En la pieza oyó unos murmullos en la habitación continua, buscó la puerta que sabía que comunicaba a las dos habitaciones, giró el picaporte. Adentro de la pieza jugaban muchos niños, mas de los que nunca había visto y se reían de ella y de su ropa, la señorita que la llevó a la habitación de al lado no estaba, tampoco la otra habitación, solo existía el miedo y las ganas de correr…

–¡Mamáaaaa!
–Quédate tranquila tesoro mío– era mamá– te quedaste dormida y siempre que te duermes en el auto sueñas tonterías.
–Sí. Tengo sed
–No te preocupes Maribel, ya vamos a llegar –contestó mamá– olía tan bien y su voz siempre la hacía estar mejor, “mamá te quiero” pensó.

Maribel miró por la ventana del coche, abajo a casi quinientos metros bajo la autopista se veían los parques y los grandes edificios de los cuales siempre le hablaba mamá y que tanto miraba en los paneles interactivos, “mamá tiene que viajar y necesita ir tranquila, por eso me lleva a la guardería” pensó.

–Mamá, ¿por qué no me llevas?
–Amor, tu sabes que fuera de la ciudad no se puede viajar con niños, así es la ley.
–Ahá, bueno.

A la derecha de la vía se divisó el gran edificio municipal de guarderías con sus parques y estatuas de héroes infantiles de quince metros, siguieron por el camino hasta que las señales holográficas los hicieron llegar a la recepción privada que aguardaba por ellos. Una mujer de delantal celeste los esperaba.

–Buenas días señora, pensábamos que llegarían mas temprano –habló la mujer del delantal–, hola niña linda ¿cómo estás?
–Sí, lo que sucede es que solo voy a ir al CRIAT y estaré de vuelta antes de las seis.
–¡Oh, ya veo! –fue la gentil respuesta de la señora de celeste.

Luego que mamá firmara algunos documentos, hablara a solas con la señorita de celeste y besara a Maribel en la frente se fue, y Maribel estaba por primera vez en su vida sin la compañía o la cercanía de mamá para cualquier problema o capricho, pero extrañamente a lo que siempre creyó no existía temor ni sensación de soledad, tomó la mano de la señorita de celeste y se dejó llevar.

El reloj de pulsera de Maribel ya había tocado su pegajosa melodía ya tres veces desde la llegada, “una hora y media” pensó. Se encontraba en una amplia sala amarilla con sillas pegadas a las paredes y flores en su centro, una veintena de juguetes de todo tipo, y una mesa baja a un costado. Ahí de rodillas con los codos sobre la mesa estaba Maribel haciendo rodar la cabeza de pinocho sin nariz de su mano izquierda a la derecha una y otra vez.

–¡Señorita! –exclamó Maribel– ¿No hay nada mas que hacer aquí?, sabe estoy un poco aburrida, ¿donde están los otros niños?
–Tienes que esperar un momento –contestó la señorita de celeste–, ellos están en otras actividades. Cuando terminen, y eso va a ser muy luego, te llevarán donde se encuentran, ¿ya?

Pasaron algunos minutos y la puerta se abrió rápidamente, entrando en la sala una mujer gruesa y de delantal gris, miró a la señorita de celeste y luego a Maribel –tú debes ser Maribel, ven niña dame la mano, hay varios amiguitos que te están esperando.

2

–¡Hola! –saludó Maribel alegremente, luego que la señora de verde la dejara en esta nueva habitación junto a otros niños. Ninguno de los cuatro niños se volvió a contestar el saludo.

A Maribel no parecía extrañarle tanto, en sus siete años de vida muy pocas veces había salido de casa con mamá a jugar con otros de su edad, y siempre eran tan poco alegres y juguetones. Se dirigió a las mesas donde tres niños armaban rompecabezas.

–¡Hola me llamo Maribel! ¿Y ustedes? –de una vez quiso romper el hielo. Nada.
–¿Acaso no me van a contestar o es que no tienen lengua o son tontos? –volvió a preguntar.
–Hola soy Carlo K, ¿cómo estás? –contestó el niño sobre la cama azul que estaba al lado de una ventana al fondo de la sala–, ¿por qué tanto escándalo?, no ves que esos tres no son capaces de armar ese simple rompecabezas, además yo no soy tonto. Maribel rió al ver la cara de asombro de los otros niños y el pijama del que decía llamarse Carlo K.
–Amigos, yo ya le dije mi nombre. Les toca a ustedes.
–Hola, yo soy Franco S.

Los otros niños solo levantaron la mano en señal de saludo.

–Hola a todos –contestó amablemente Maribel.
La niña se sentó en la única silla desocupada junto a la mesa de rompecabezas, los miró y se volvió hacia el niño de la cama.
–Oye tú, ¿por qué estás en pijamas y en esa cama, acaso te pasa algo, por que no es hora de dormir?

Carlo K estudió la voz y mirada de la nueva niña.

–No voy a dormir ni me pasa nada –contestó imperativamente, sólo estoy aquí por que la dama de gris me dijo que era lo mejor para mí–, echó un vistazo a los otros niños, seguían tratando de armar el rompecabezas de los gatos–. A veces es mejor así, pues por la ventana puedo ver todo lo que sucede… afuera.
–Él es el que mira –dijo Franco S entregándole una pieza a la niña nueva–. ¿Sabes donde puede ir?
–Es el ojo y un pedazo de cara, va en la cabeza es obvio ¿no? –Maribel puso la pieza y subió a la cama de Carlo K., miró por la ventana. Afuera no había nada para ver, solo dos calles sin salida y un edificio blanco. No entendía que era lo tan interesante que este niño raro podía ver.
–Eres un idiota, voy a llamar a la señora de gris –masculló Maribel. Los otros niños al escucharla se levantaron de la mesa y se interpusieron entre el comunicador y ella.
–Vas a jugar con nosotros –le ordenó uno de los niños.
–¡Alto! , si quiere irse la “preciosa lindura” déjenla, a mí no me a ofendido, ¿a ustedes sí? –fue la respuesta de Carlo K.

A la orden de Franco S, Maribel notó la diferencia de como Carlo K. la miró a ella con respecto a los demás niños, y la mirada de los niños hacia su persona. Esa mirada y lo de “lindura” le recordó los primeros años afuera de ciudad Soa.

–¿Me viste llegar por la ventana, no es cierto?
–Sí, sabía que eras tú.
–¿Cómo?
–Tú ya me conociste
–Pero yo ya no soy la niña pequeñita que no hablaba, descubrí algo. Ahora.
–Debes decirle a la señora de gris.
–No quiero. Y tú sabes por qué y ellos también van a saber, creo que deberían tener miedo, estoy aburrida y mamá llegará en unas cuantas horas más. Además tengo hambre, y ese con cara de triángulo que me mira tanto debería lanzarse por la ventana–. Nadie dijo una palabra mas, la señora de gris abrió la puerta.
–Maribel te traje leche
–Gracias señora–, fue la amable respuesta de Maribel sin quitar la vista de los niños y Carlo K.
–¿Y no hay leche para ellos? –preguntó–, la señora de gris alegremente le contestó que ellos ya habían tomado leche hace un momento. Maribel corrió por toda la pieza saltando y riendo, salió al corredor, su risa llenó los silenciosos pasillos del décimo piso de la Guardería Infantil, llegó a la pieza nuevamente y empezó a gritar: Ya sé, ya sé, ya sé… y ahora ¿con quien voy a Jugar?

Carlo K trató de salir por la puerta que Maribel cerró repentina y rápidamente, al salir de la camilla Maribel notó las heridas de Carlo K en sus brazos y piernas…” eso no era un pijama” pensó. Tomó a Carlo K de sus manos, mientras
la señora de gris dejaba a los demás niños en una esquina y se dirigía hacia ella.

–Dime, ¿qué es esto en tu cuerpo, es lo que yo creo, si o no? Sintió los fuertes brazos de la señora de gris en sus hombros, la respuesta llegó clara y punzante.

3

Eran las seis con tres minutos de la tarde cuando el auto de mamá tomó el carril de entrada del complejo donde estaba Maribel. Todo parecía normal salvo algunas luces centellantes que brotaban de algunos pisos del edificio, las cuales mamá no dio mayor importancia y dos carros limpiadores al borde de la construcción. Al estacionar el automóvil la señorita de celeste salió rápidamente a recibirla

–Por fin llegó señora, traté de comunicarme con usted varias veces, pero me dijeron que ya se había retirado– dijo agitadamente la señorita de celeste.
–Así es –contestó mamá– la verdad que terminé antes y el viaje de vuelta fue algo lento debido a unos animales que se escaparon camino a Ciudad Soa y…
–Su hija… –prosiguió la señorita de celeste antes que mamá pudiese terminar– llévesela, por favor rápido… está causando muchos problemas y no hay manera de detenerla…

Mamá corrió hacia la entrada quedando detenida por dos señoras de rojo.

–Déjenla, es la mamá de la niña –ordenó la señorita de celeste. Ambas mujeres soltaron a mamá.

Maribel apareció sonriente por la puerta del ascensor principal junto a dos señoras de rojo, una de verde y una caja. La señora de verde se adelanto quedando frente a frente con mamá.

–Señora, el proceso de voz de mando al parecer entró en etapa de adaptación, usted deb… –Maribel con un suave gesto hizo que la señora de verde dejara de hablar y se corriera a un lado.
–Hola mamá –habló–, traje un amigo y se llama Carlo K.
–Hola mi amor –contestó mamá–. ¿Dónde está?
–En la caja, y sabes… es de juguete, como todos los que están aquí. No son personas como yo y todos tienen los ojos del mismo color azul, imagínate son tan tontos que hice que se lanzaran tres por la ventana. Hacen todo lo que yo quiero.

Mamá lentamente se recuperó y comenzó a mirar a su alrededor mientras Maribel seguía contando sus peripecias, se percató que a algunos de los androides de rojo le faltaban dedos a otros un ojo, una mano, tenían clavados diferentes objetos en su cuerpo, y la androide de verde le faltaba el pecho izquierdo

–¡Cómo es posible que haya sucedido esto! –gritó–. ¡Voy a quejarme formalmente a la CRIAT!, y usted –miró al androide celeste–, es el responsable y lo van a rearmar y reprogramar.
–Lo que usted diga maestra –contestaron todos los androides al unísono, mientras

Maribel empujaba enérgicamente la caja hacia la salida.
Luego, en el auto, el silencio se hizo insoportable hasta que Maribel habló:

–Mamá ¿estás muy enojada?
–Primero señorita, ¿quien le permitió subir esa caja al auto con quizás que artefacto dentro?, al llegar a casa lo devolveremos a la CRIAT.
–No es cualquier artefacto es… o era… mi Perro P2 . “Samcito”, ¿te acuerdas?, lo reconocí cuando me dijo “preciosa lindura” como tú le enseñaste, al parecer no lo arreglaron bien…, ¿podríamos hacer que lo hicieran perro-que-habla otra vez?
–Maribel cuando lleguemos hablaremos con calma, además tengo que llevarme esa caja, fue un error que sucediera esto, no nos podemos equivocar así–, contestó tajantemente mamá mientras abría la ventana del automóvil haciendo que su cabello se desordenara y le corriera los lentes de sol .

Maribel no supo que contestar cuando un miedo enorme se le abalanzó sobre ella “mamá tiene los ojos igual a ellos” pensó, abrió la guantera para buscar algo y pensar en otra cosa, ahí encontró un libro sellado sobre su libro de cuentos, el cual no estaba cuando salieron de casa. En el se leían las siglas CRIAT, mas abajo su significado: Centro de reprogramación integral para androides terraformadores de quinta generación. Había visto muchos libros de esos en su casa y nunca se percató de su real significado hasta ahora.
Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos haciendo cada vez más difícil ver y decir alguna palabra. Mamá la miraba fijamente sin decir nada.

–Mamá por favor háblame… –no hubo respuesta.
–Mamá ¿qué pasa? –tampoco.
–A….an…androide detente –su voz sonó diferente.

En ese instante el automóvil guiado por mamá, más bien por el androide destinado a cuidado, crianza y educación de embriones humanos para el poblamiento general del planeta Maya6, modelo Mater/027 se detuvo. Por primera vez el androide de cubierta biológica escuchó y obedeció la voz de mando para la cual fue programado hace ya 800 años.

–Llévame donde los otros como yo –ordenó Maribel en tono imperativo con la garganta aun apretada y los labios pegajosos.
–Sí, cómo usted diga –contestó el androide.

Maribel supo en ese momento que hacía ahí, miró por la ventana, así el paisaje que siempre había visto cambio de significado, de aroma y hasta de color, quiso abrazar a su mamá pero ella ya se había ido. Ahí atrás estaba su mascota de muchos años medio trasformado en niño o algo semejante. Haría que lo dejaran tal como era antes de que se descompusiera y trataría de jugar con él algún día. Por ahora el androide mamá le explicaría muchas cosas, nuevamente todo comenzó a nublarse, “lástima” pensó con los ojos ahogados en lágrimas, ya que ahora se venían muchas pero muchas mas tardes aburridas en su existencia, esa , que recién acababa de comenzar.

por Armando Rosselot

Donnie Darko por un conejo vestido de hombre

por Vicente Forte Sillié

De una u otra manera, todos hemos caído alguna vez bajo el embrujo de la ciencia ficción y sus universos posibles. Aquellos que no tuvimos la suerte de descubrir el género en la hoja impresa de un libro, bien sea por la poca distribución y escasa apuesta editorial de editores y libreros en nuestras localidades, bien por la influencia del determinismo nefasto que estigmatizaba a la ciencia ficción como un espacio menor y poco serio de la literatura; descubrimos la magia de sus posibilidades a través de medios comercialmente más influyentes y autoritarios como el cine y la televisión, respectivamente.

Me inclino a pensar que mi generación creció bajo el reflejo dominical de El hombre de la Atlántida, Hulk El Hombre Increíble, El Hombre Biónico, Star Trek y La Dimensión Desconocida, por nombrar lo primero que se me viene a la mente, y no tengo temor alguno de asegurar que este fenómeno, traspasado también al universo del cómic y manga, seguirá siendo una constante –con diferentes historias y personajes por supuesto–, en las generaciones actuales y por venir. El hecho es que, directa o indirectamente, todos hemos estado en contacto con la ciencia ficción, y tenemos, en consecuencia, una vaga idea de hacia donde se dirige la cosa.

Por otro lado, todo lector y/o espectador sabe que, de una manera u otra, todas las historias han sido contadas –las de ciencia ficción no son una excepción–, y que el meollo del asunto, la diferencia que deja marca, es la forma en que se mezclan los elementos, principios y teorías que le dan identidad al argumento, es decir, el tratamiento y la conjunción de las partes que componen el todo del hilo narrativo. No estoy diciendo nada nuevo. Ya Borges lo dijo en alguna ocasión, con palabras más educadas que las mías.

Toda esta perorata viene a cuento porque Donnie Darko, el niño de oro de este escrito, es uno de esos filmes que aunque descubierto y reconocido sólo por algunos, es un digno ejemplo de tratamiento de muchos temas, con un resultado asombroso tanto desde el punto de vista argumental, como del cinematográfico. A mi entender, que es el de alguien que a pesar de carecer de educación académica en el séptimo arte, trabajó en una cinemateca por dos años y engulló centenares de filmes de toda índole, Donnie Darko está destinada a convertirse, si ya no lo es, en una de esas películas de culto, capaz de marcar un hito dentro del género y la historia del cine. Donnie Darko es filosofía del viaje en el tiempo, es apocalipsis, es universo tangencial, paradoja temporal, relativismo y poderes dimensionales, todo en una misma historia, escrita, hilvanada, filmada y editada de manera brillante.

La visión de un fanático

Tratando de desentrañar sus misterios, he visto la película en tres ocasiones. Dos veces la versión comercial y una vez la del director, ello sin contar la media hora de escenas cortadas o borradas al momento de la edición, a las cuales puede accederse si se alquila el filme en formato DVD. Sería justo que alguno de ustedes me tildara de fanático, o peor aún, de persona ociosa, sin oficio. Pero la verdad es que si alguien se toma la molestia de buscar datos sobre Donnie Darko en Internet, no sólo se encontrará con una página oficial poco ortodoxa, de formato heterodino, que hasta tiene la audacia de continuar la historia y aclarar vacíos, sino que además hallará un vasto universo de foros, grupos y listas de correo dedicadas por entero a su análisis: bases de datos casuales en las que cientos de personas manifiestan sus odios y pasiones hacia el filme, intentan dar sus puntos de vista, o simplemente, demostrar sus teorías y suposiciones. No fui el primero ni seré el último en adentrarme, con un afán que va más allá de lo normal, en las aguas teóricas y oscuras del universo tangencial, y tengo el consuelo de no ser el único vicioso, atrapado en el desvarío del mundo Darko.

La película me llegó a las manos por pura y simple suerte. Hay que reconocer que el nombre del filme no dice mucho para quien nunca ha oído algo acerca de él, y como sucede con la mayoría de las obras del cine independiente o indie, la publicidad, que se prostituye a mejores postores, no ha jugado aquí papel importante, por lo menos en el mundo de habla hispana. Su director, Richard Kelly, quien escribió, rodó y produjo el filme con apenas 9000 dólares, es otro de los factores que contribuyen a un posible anonimato. Donnie Darko fue su primer largometraje, su estreno como director serio. Su historia previa en el mundo del cine se reduce a dos cortos: Goodbye Place (1996) y Visceral Matter (1997), ambos totalmente desconocidos, aún hoy día. Sin embargo, el manejo artístico y fílmico que demuestra Kelly en su primera entrada a escena le hace parecer un veterano con varios largometrajes encima, lo cual, si bien admirable, encierra el riesgo de doble filo de todo primer éxito en el mundo del cine: o bien la compra en subasta del nuevo director por parte de los mercados comerciales de Hollywood, o peor todavía, la venta ambiciosa de sí mismo a los estudios cinematográficos; o en el otro extremo, la producción de una segunda cinta independiente, esta vez enferma de abandono, de falta de capital, agobiada de personalismo, o de insipidez. Esperemos que Kelly sepa evitar tan nefastos destinos.

Un detalle que aventuro a precisar para justificar la poca promoción de la película: Donnie Darko fue estrenada en el año 2001, el mismo que protagonizó el atentado a las torres gemelas de Nueva York. ¿Pudo el impacto económico de la tragedia y el miedo generalizado y reforzado por los medios, hacer pasar por debajo de la mesa un filme como éste? Es un argumento debatible. Pero hay algo que me inclino a creer cierto: la caída del World Trade Center golpeó de gravedad a la taquilla estadounidense, en primer lugar, y a las grandes empresas de producción, distribución y alquiler de videos, consecuencialmente. Si no, pregúntenselo al estudio responsable de Spiderman, primera parte, quienes decidieron reformar ciertas escenas de la película y aguantar su salida por cierto tiempo.

Aclaratorias de rigor

Nunca las comparaciones han sido buenas. Así que no voy a cometer el error de asemejar a Richard Kelly con David Lynch, menos aún con los hermanos Polish. Sin embargo, dejo constancia de que, por algún motivo, a Kelly se le compara con el primero, y a mí, personalmente, me recuerda a los segundos. Aunque en Donnie Darko hay una suerte de manejo surrealista de la historia, incluso de los personajes que la conforman, no creo que se deba a una mera propuesta onírica del director, sino a la necesidad narrativa de crear una ambigüedad entre la realidad, y una posible percepción esquizofrénica del mundo por parte de Donnie, el personaje principal.

Creo que la versión original del filme es mejor que la del director. Escenas cortas, concisas, con diálogos sustanciosos. Nada de regodeo o desperdicio narrativo. Las actuaciones son muy buenas y la edición me parece insuperable. Hay un uso notable del fade out (disolución de la imagen a negro) como elemento para crear tensión argumental, y el sonido, oscuro de por sí, es acertado, nada efectista, y al igual que la banda sonora, lejos de ser tradicional. Un aparte: la mayor fortaleza y la mayor debilidad del filme reside en el hecho de que la historia está condensada en el propio libro que Kelly ha creado como fundamento del guión: La Filosofía del Viaje en el Tiempo, el cual explaya la cosmovisión en la que se mueve la película y maneja los principios y teorías que la sustentan. Es cierto que la versión del director transcribe originalmente párrafos del libro como apertura a ciertas escenas del filme. Sin embargo, la versión original sólo los menciona breve y circunstancialmente a través del diálogo de los personajes, lo cual sin duda dificulta un poco el entendimiento total de la historia. Me permito aquí transcribir y traducir del inglés algunos puntos del libro ficticio, los cuales creo serán de ayuda para un espectador que haya quedado un poco confundido:

La cuarta dimensión del tiempo es una construcción estable; sin embargo, no es impenetrable.
Si un universo tangencial o paralelo ocurriere, este sería muy inestable, no pudiendo sostenerse por más de algunas semanas.
Eventualmente el universo tangencial colapsaría por sí mismo, formando un agujero negro dentro del universo primario, capaz de destruir toda existencia.
Artefactos proveen la primera señal de que un universo tangencial ha ocurrido.
El ser elegido es escogido para guiar el artefacto en la posición necesaria para su viaje al universo primario.
El elegido se ve a menudo atormentado por sueños terroríficos, visiones y alucinaciones durante su estadía en el universo tangencial.
Si una persona muere en la dimensión tangencial, será capaz de contactar al ser elegido a través de ésta construcción dimensional.

En breve: la posibilidad de que un universo tangencial o paralelo se produzca es totalmente probable, siempre y cuando confluyan una serie específica de factores y circunstancias eventuales, que según el libro, se reducen básicamente al paso de un artefacto metálico por un agujero temporal. Cuando dichos factores concurren, la estabilidad del mundo se ve seriamente amenazada con la destrucción total, a menos que un ser, el elegido, aquel que se encuentra cercano al vórtice del portal que dio origen al universo tangencial, lo impida, pues en el recae inexorablemente toda responsabilidad, una combinación de altruismo obligatorio y de locura temporal forzosa, todo mezclado con el peso añadido de una sarta de poderes no deseados a los cuales no sabe como echar mano, y un amasijo de terribles pesadillas diurnas e ilusiones nocturnas… La pregunta que trasciende más allá de esta trascripción e interpretación, y que es el núcleo del dilema, es la siguiente: ¿es Donnie Darko un esquizofrénico en ciernes que ve en dicho texto una guía conveniente a su locura adolescente, o realmente el libro que cae en sus manos encierra la verdad y realidad posible de un mundo enfrentado al apocalipsis?

Nada de sinopsis

Debo confesar que debido a la complejidad de la película, me vi tentado a redactar una sinopsis explicativa y detallada de Donnie Darko. Sin embargo, después de meditarlo, he decidido desechar la idea por varias razones. Primero, el respeto a la obra. Creo que cada quien debe ver la película y asimilarla desde su punto de vista, de manera que se trate de una experiencia individual. No soy quien para destruir la posible relación de un futuro espectador con el filme. Sería tan estúpido como tratar de hacer un análisis pormenorizado de Los Girasoles de Van Gogh en favor de alguien que no ha visto la pintura ni siquiera en una estampa, pues implicaría sin duda el aniquilamiento de la objetividad, de la sorpresa y de la correlación entre el espectador y el significado, aquello que ha querido transmitir el artista, en nuestro caso, el director. Por otro lado, creo que el objetivo de este artículo va más allá de la simple recomendación del filme, de dar una idea vaga de lo que es, de explicarlo o criticarlo. La idea es descomponer sus trasfondos, disfrutarlo a posteriori, separar algunas de sus partes y volverlas a armar junto al lector y sus pensamientos, pero por sobre todo, considerar tópicos inexplorados o poco tratados dentro de las miles interpretaciones y vías de recorrido que ofrece. Y esto sólo es posible hacerlo de manera efectiva si se ha visto el filme antes.

¿Cómo se podría saber de otra manera si lo que escribo tiene sentido o no? ¿Como podría el lector apelar a su espíritu crítico si no ha visto la película antes? La última, y la más simple de las razones, es que esta sinopsis detallada que pretendo evitar, puede encontrarse en cualquier rincón del Internet. Así que de una manera u otra estoy matando dos pájaros de un tiro: evado contar la historia con pelos y señales a aquellos que no han visto la película y, evito volver a repetir algo que ha sido ya escrito muchas veces y que no sólo implicaría una agonía para quien ya está familiarizado con el tema, sino que además supongo me llevaría unas cuantas cuartillas de las muchas ya de las que vengo abusando. Por tanto, me permito obviar el resumen del filme, para entrar a considerar directamente aquellos puntos que, dentro de los muchos que pueden ser tocados, a mi me parecen los más interesantes e importantes desde un punto de vista semiótico.

Autopsia del personaje

Donnie Darko es, a mi entender, un perfecto antihéroe, pues lo que es, se ve superado en creces por aquellas muchas cosas que deja de ser. Donnie es uno de esos seres que, de llegar a la adultez, bien podría alcanzar grandes destinos, incluso, hacer o aportar muchas cosas importantes en favor del prójimo y la humanidad. Sin embargo, dada su continua disconformidad con la existencia, Donnie se rebela contra esa visión filantrópica, optimista y constructora.

Nuestro protagonista sería uno de esos genios de cobertizo que mandaría a todos a la mierda con razón, y hasta es posible que Nicanor Parra lo tomara como pieza principal de uno de sus antipoemas. Para decirlo sin aspavientos, quien está en escena es un adolescente disfuncional con el mundo que le toca vivir. Y no me refiero a ese desvarío propio del individuo común que llega a la pubertad y cree que el universo gira alrededor de su ombligo. Donnie es un joven suprainteligente, preocupado por su propio destino, acosado por sus miedos, temores y demonios, un ser atormentado por un espíritu crítico que no sólo está más allá de lo normal, sino que además se ve potenciado por una carga increíble de agudeza intelectual que se le hace insufrible, y que, en definitiva, es lo que le jode. Para que maltratarnos, puede usted llamarlo genio o loco, y de allí la ambigüedad con que ve el mundo, ese espejo que le bifurca la realidad y que le hace dudar si lo que vive es real o no. Sin embargo, más allá de todas estas consideraciones, lo que afecta al espectador es que nuestro protagonista es, dada su humanidad, un personaje totalmente accesible, uno que por más que se esfuerce en lo contrario, está más dispuesto a la depresión y la locura que a la aventura de la acción y reacción que caracteriza a la mayoría de los personajes de la cinematografía de la ciencia ficción. Es uno que puede ver conejos gigantes de un metro ochenta mientras toma antidepresivos, a la par que se decide a salvar el mundo sin estar seguro de que ese mundo exista en un lugar distinto a su propia cabeza.

Darko, Dios y la existencia

De soslayo, Richard Kelly se las ha arreglado para tocar uno de los tópicos más controversiales de la filosofía: el problema de la existencia de Dios y la soledad del hombre. A lo largo del filme, Donnie manifiesta la necesidad innata, automática y universal de todos los seres humanos de creer en algo, no sólo como parte de una justificación involuntaria de su existencia, sino principalmente para no sentirse solo, para no morir en soledad. Y no hablo aquí de la soledad que se remedia entre las multitudes, sino del vacío que se siente cuando nos percatamos de que todos vamos a morir, y que es posible que nuestra existencia no tenga sentido alguno.

Obviamente, el planteamiento de un posible apocalipsis agudiza el sentimiento de vacuidad de nuestro antihéroe. Sus citas con la psicoanalista no hacen otra cosa que poner pañitos de agua caliente a su duda individual, la cual se ve acosada por un miedo mayor, profundo y milenario: el temor universal del hombre a ser una raza olvidada y dejada al azar, sin un dios que le gobierne, aconseje, dirija y acompañe. Hasta la relación idílica de Donnie con Gretchel se ve salpicada por estos visos de incertidumbre existencial. ¿Es la vida una colección de momentos? ¿Es una oportunidad para los recuerdos gratos? ¿Y si se pudieran cambiar los instantes de infelicidad? Con Gretchel, Donnie busca perpetuar de compañía su disconformidad, responder a la impresencia y a la ausencia de Dios, con amor. Después de todo es posible que Dios no sea más que eso: amor. Y también es probable que Donnie sea sin saberlo un hijo especial de El, un Mesías, un salvador que evitará el apocalipsis a través del sacrificio personal y la consideración hacia los demás. Esta teoría podría explicar el regocijo que Donnie demuestra antes de morir aplastado en su cuarto, la cual está en contra de aquellas que señalan que la felicidad de Donnie en ese momento se debe a la viciosa satisfacción del suicidio voluntario, o el alivio que produce creer que todo lo que sucede es producto de un mal sueño.

Hay una escena en la que creo se cuestiona abiertamente la realidad del ser. Donnie está en una sala de cine con Gretchel –no recuerdo si la sala estaba vacía, lo cual sin duda podría ser un punto que agregaría al aspecto de la soledad y la individualidad de la vida, una metáfora a la posibilidad y la vacuidad-, y Frank (el conejo de un metro ochenta) aparece. Gretchel duerme, y sólo Donnie ve a Frank. ¿Qué haces con ese estúpido traje de conejo?, pregunta Donnie. A lo que Frank responde: ¿Qué haces con ese estúpido traje de hombre? Esta última pregunta cuestiona sin duda nuestra arrogancia existencial como hombres, nuestra creencia de que somos únicos y mejores, de que nuestra realidad es la cierta y que el mundo de los sentidos es un fiel traductor de la vida. Quizá estemos en lo correcto. O quizás hagan falta más conejos de un metro ochenta desperdigados por el mundo.

De la memoria residual y de las hermanitas muertas

Uno de los puntos que toca el libro ficticio La Filosofía del Viaje en el Tiempo –¿al haber sido escrito aunque fuera para justificar ficción no lo hace un libro real?–, es el relativo a la memoria residual. Según éste, todos aquellos seres que estuvieron cerca del elegido jugando un papel determinante e inconsciente para obligar su sacrificio y salvar el mundo, podrían recordar en sueños lo vivido –¿o no vivido?– en el universo tangencial que ha desaparecido. Incluso el libro señala que ciertos individuos pueden recordar aún estando despiertos.

Considerando el final de la película, vemos que muchos de los personajes conservan cierto tipo de recuerdos. Frank se toca el ojo que fuera desfigurado en el universo paralelo, la profesora de gimnasia parece angustiarse con los desaciertos que recuerda pero no ha cometido, y el personaje de Patrick Swayze llora desconsoladamente por los que presumimos sus pecados pederastas. Me gustaría agregar que este último personaje corresponde un elemento fundamental en la historia. Algunos incluso aseguran que Frank (el conejo) fue, durante su adolescencia, uno de los niños abusados por el profesor, basándose tal aseveración en el hecho de que el video que Swayze utiliza para promocionar sus cursos de autoayuda, utiliza como personaje a un niño con problemas llamado Frank. Según este planteamiento sería Frank el detonador de la historia, encontrando motivo para su regreso de otro universo en la venganza. Sin embargo esto tiene poco sentido, pues el hecho de que Donnie queme la casa del profesor, dejando al descubierto su colección de pornografía infantil, es sólo uno de los elementos necesarios para que su madre tenga que viajar en el mismo avión que luego caerá, también con su hermanita adentro (lo cual le obligará a sacrificarse a sí mismo por ellas). Recuérdese que su madre sustituye a la profesora de gimnasia como dama de compañía de las niñas (entre ellas la hermana de Donnie) que van a un concurso de baile en otro estado, cuando la profesora de gimnasia decide quedarse en el pueblo para ayudar al caído Swayze. Todo esto, cultamente ensamblado por el director y guionista, no creo que busque el castigo de Swayze (me niego a creer que la película tenga una reducción argumental tan simplista), sino más bien me parece que es una de las piezas del engranaje que lleva al apocalipsis y al sacrificio de Donnie.

El minuto final de hincapié que hace la película en el tema de la memoria residual me parece glorioso. Sin embargo, hay un detalle que me deja un mal sabor en la boca. Aún y cuando Donnie muera, evitando la apertura del universo tangencial, borrando la aparición de Frank y consiguientemente, todos los hechos que desencadenan el posible apocalipsis (las muertes de Frank, Gretchel y la madre de Donnie, por ejemplo); la pequeña Darko va a morir de todas formas, pues ésta se va a montar en el avión en cualquier caso, sólo que en vez de ir con su madre, irá con la profesora de gimnasia. Sólo que en vez de pasar la turbina por el agujero temporal, será todo el avión el que irá a parar al piso… Debo confesar que el hecho de que la familia se haya quedado sin dos hijos en tan poco tiempo no me gusta y me hace pensar que a Kelly se le fue ese detalle. En todo caso, me guste o no, también esto es posible dentro del mundo Darko. La pregunta obligada sería: ¿y qué no lo es?

2005, por Vicente Forte Sillié

El nuevo precursor de cuentos

por David Mateo

Leer a Andrzej Sapkowski es dar un paso más allá de la mitología creada por Tolkien. En estos tiempos modernos, en los que tan fácilmente se otorga el título de sucesor del trono del Maestro, ostentándolo cualquiera que se mueva en unos parámetros creativos semejantes a los que en su día se basó Tolkien para dar forma a su obra, es muy difícil hallar a alguien que verdaderamente muestre un lirismo tan bello como el que desarrolló el autor de Birmingham en sus libros. Que vaya por delante que Tolkien es Tolkien, y Sapkowski no es ni mucho menos el maestro, sin embargo debe decirse que su obra retoma los registros de la Tierra Media.

Sapkowski sabe construir un mundo diferente al que creó Tolkien, y recrea una sociedad hundida en unos clichés autodestructivos y desgarradores que inevitablemente nos abocan a una sociedad decadente e impregnada por una mordaz crítica. Los personajes de Sapkowski son humanos, capaces de dejarse arrastrar por tentaciones mundanas. Los reyes no son poderosos señores destinados a ostentar la inmortalidad de su linaje, sino más bien son interesados patriarcas que tan solo desean acaparar poder y riquezas. Las órdenes de magos y hechiceros representan la corrupción y la ostentación de las pasiones más lascivas. Los elfos y los enanos son seres oprimidos y marginados; algunos de ellos sujetos al yugo de las naciones humanas, otros rebeldes inconformistas que tan solo desean retomar la grandeza que en otro tiempo ostentaron. El mundo de Geralt de Rivia –protagonista de la obra– es una tierra abocada a la modernidad, pero que se resiste a dejar atrás una edad dominada por las tradiciones más ancestrales; un mundo habitado por lamias, grifos, vampiros, quimeras, estriges, hombres lobo, y todo tipo de criaturas descendientes de la mitología de la Vieja Europa, en el que Geralt, el brujo protagonista, tendrá que prevalecer aventura tras aventura.

La obra de Sapkowski es extensa, sin embargo cabe destacar la Saga de Geralt de Rivia (Wiedzmin), cuyo primer cuento: El brujo se publicó en 1986 en el periódico polaco Fantastyka. En España podemos disfrutar de sus dos primeros libros de relatos: El último deseo y La espada del destino, en ellos Sapkowski deforma hasta lo absurdo leyendas populares como Blancanieves o la Bella Durmiente. La temática de dichos cuentos siguen, la mayoría de las veces, una trama lineal y repetitiva: Geralt, el brujo mutante, se gana la vida viajando de pueblo en pueblo, poniendo en alquiler sus espadas, y matando cualquier tipo de monstruo. Historia tras historia, Sapkowski nos irá presentando una serie de personajes que sentarán las bases para una saga épica futura que hará tambalearse los cimientos del mundo que habita el propio protagonista. Sin embargo, en estos dos primeros libros, nos encontramos con una serie de cuentos maravillosos que nos atrapan inmediatamente por su cinismo, mordacidad e ironía.

A todo ello hay que sumar la prosa de Sapkowski, que haciendo gala de una serie de registros atípicos hoy en día, nos sorprende en cada relato con diálogos desternillantes y situaciones que rayan lo absurdo. Pero tal como he señalado anteriormente, todas estas historias autoconclusivas sientan la base para lo que será la épica leyenda de Wiedzmin, desarrollada en los siguientes libros de la saga: La sangre de los elfos, Tiempo de odio (ambos publicados ya en España por Bibliópolis fantástica) Bautismo de fuego, La torre de la golondrina y La dama del lago (todos ellos de próxima aparición, según la editorial). En estos cinco libros los personajes que hasta ahora han llevado el pulso de la historia pasan a un segundo plano, incluido el propio Geralt, y las miras de todos los seres que habitan el mundo creado por Sapkowski se centran en una pequeña e inocente niña (Ciri) en cuyas manos parece radicar el futuro de una sociedad, que sacudida por terribles guerras, se halla abocada a la propia autodestrucción.

Sapkowski, libro tras libro, sabe mantener la tensión en la trama. No es que nos presente una situación diferente a la que nos puedan ofrecer otros libros de fantasía, sin embargo los acontecimientos se suceden de forma trepidante. El amor deja paso a la acción, las conspiraciones a las bajas pasiones, los secretos son más intrincados y retorcidos en cada volumen, y el destino de Ciri se vuelve más funesto y preocupante en cada capítulo. Geralt y Yennefer, la pareja protagonista, buscarán metas opuestas para la propia Ciri, encontrándose una y otra vez a lo largo de la saga, y manteniendo momentos de tensión y de fino erotismo. Los rebeldes Scoia’teals (elfos y enanos herederos de la vieja sangre) pugnarán por recobrar un mundo arrebatado por los humanos, y la todopoderosa nación de Nilfgaard lanzará sus garras sobre un país desvalido y desvencijado. Únicamente el destino de Ciri podrá contener el avance destructivo de todos estos factores.

La saga de Geralt se ha vuelto tan famosa en su país de origen que dio lugar a una película de imagen real, una serie de televisión e incluso una colección de cómics. Así mismo la obra de Sapkowski ha sido traducida al ruso, alemán, checo y español. Del autor podría decirse que nació el 21 de junio de 1948 en la ciudad polaca de Lodz. Es economista, y al igual que Tolkien hizo en su día, su obra contiene gran variedad de alusiones a problemas reales del mundo contemporáneo, como pueda ser la reclusión de las clases más desfavorecidas por las grandes naciones, la restricción de los derechos humanos, la intolerancia, etc.

Aparte de la Saga de Geralt, podrían citarse otras libros de Sapkowski como Maladie, una nueva versión de la tragedia de Tristán e Isolda, el ensayo El mundo del rey Arturo (Swiat krola Artura), o su más reciente obra: Narrenturm, una trilogía histórica con elementos fantásticos que nos traslada a las guerras husitas. Bibliópolis también ha editado el maravilloso cuento ilustrado La tarde dorada, un sueño embelesador sobre gatos que hace referencia al mágico mundo de Lewis Carroll y su exquisita obra Alicia en el País de las Maravillas.

por David Mateo

Ciencia Ficción como creadora de Zonas de Desarrollo Próximo: “el profesor literario”

por Marta Alejandra Silva Fernández

1.- Introducción

Si bien soy una aficionada a los temas relacionados con las llamadas ciencias exactas, considero que no sé lo suficiente. Todo lo que he aprendido durante estos años se lo debo a algunos de mis héroes de la adolescencia. El principal de ellos es Carl Sagan, quien a través de su serie Cosmos y sus libros excitaron mi imaginación y educaron mi intelecto. Una influencia no menos importante la tuvieron autores de ciencia ficción, siendo el paradigma de esta influencia Julio Verne, con relatos desbordantes de imaginación y aventuras.

Considerando que soy antropóloga, una científica de las llamadas ciencias blandas, ¿cómo es posible que me entusiasmen cosas que escapan al sentido común tales como reflexionar sobre la validez de las leyes de Newton en Viaje alrededor de la Luna [8]; imaginar viajes en el tiempo con las curiosas implicancias prácticas que este acto tendría; o pasear bajo un cielo tapizado con constelaciones jamás vistas por ojo humano? Son pequeños ejemplos de lo que induce en mí la ciencia ficción.

Estos pensamientos de alguna forma me han convertido en voraz lectora de biografías de distintos científicos/as y me ha llevado a documentarme sobre la vida y obra de muchos de los más importantes escritores de ciencia ficción. De este modo descubrí que muchos de ellos/as poseían un gran conocimiento de las ciencias. Es más, muchos/as fueron científicos/as o, al menos, entusiastas lectores de todo lo relacionado con las ciencias.

Considerando mi interés profesional que dice relación con el estudio de los mecanismos involucrados en la transmisión del conocimiento científico, desde que se genera en las altas esferas académicas hasta que llega a la persona de calle, se explica este documento.

En el presente artículo se pretende realizar una propuesta metodológica-teórica respecto de la enseñanza de las ciencias basada en el constructivismo pedagógico. Para idear esta propuesta se recurrió al constructivismo de Vigotsky (*), específicamente en su concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), además de dar cuenta del enfoque Ciencia-Tecnología-Sociedad (CTS) de enseñanza de las ciencias y aspectos básicos de la teoría de la comunicación.

Comienzo del supuesto que la ciencia ficción y la difusión científica pueden aportar a la comprensión de contenidos referentes al área de ciencias con enfoque CTS. De esta forma, pretendo concebir al libro de ciencia ficción ya no como un mero medio para distraerse y distenderse sino como un agente activo cargado de conocimientos que son transmitidos a través de un “profesor” con un bagaje biográfico formativo intelectual capaz de crear una zona donde el autor pasa a ser una persona que enseña y el lector adquiere conocimientos casi en forma “osmótica”, pues habría estado abocado a disfrutar de las aventuras del libro en cuestión.

Para desarrollar esta idea, es necesario remontarse a tres aspectos claves: El constructivismo, la Zona de Desarrollo Próximo de Vigotsky y la Teoría de la Comunicación.

2.- El constructivismo en el Aula

Antes de abordar el tema del constructivismo pedagógico, es necesario puntualizar que la teoría constructivista concibe la realidad como un consenso entre las personas. Se puede articular la realidad a través del lenguaje. De esta forma la realidad no existiría, puesto que sólo sería una representación del cerebro.

Así, la concepción constructivista se presenta no en el sentido estricto de una teoría, sino más bien como un marco explicativo que parte de la concepción social y socializadora de la educación escolar… [1]. En este sentido, se entiende que el constructivismo parte del consenso que dice relación al carácter activo del aprendizaje, lo que lleva a aceptar que éste es producto de una construcción personal, pero en la que interviene no sólo el sujeto que aprende, sino que también están presentes otros sujetos, que denomino “agentes culturales”, que posibilitan este aprendizaje gracias a su mayor experiencia y conocimiento.

Los agentes culturales, en este contexto, son piezas imprescindibles para el aprendizaje. De acuerdo a esto, las personas aprenden cuando son capaces de elaborar una representación personal sobre un objeto de la realidad o contenido que pretende aprehender. Así, se aproxima no desde la nada sino que desde las experiencias, intereses y conocimientos previos que presumiblemente pueden dar cuenta de los nuevos conocimientos adquiridos.

Podemos resumir el proceso de aprendizaje como un proceso de equilibrio-desequilibrio-equilibrio. Me explico: cada ser humano poseería esquemas mentales, los llamados “esquematas de conocimiento”, que son estructuras en las cuales se alojan nuestras experiencias, ideas e imágenes que poseemos acerca del mundo o de la realidad. En otras palabras son los esquemas de significados acerca de las cosas que cada uno/a posee para explicarse la realidad.

El proceso de aprender consiste entonces en hacer que se modifiquen estos esquemas de conocimiento, produciendo del “equilibrio inicial” (por ejemplo, nuestra idea inicial acerca de cómo creemos que funciona un átomo) un desequilibrio, a través de la incorporación de información nueva; provocar el llamado “conflicto cognitivo” (siguiendo con el ejemplo, es cuando a través de imágenes, palabras, sonidos, etc. y en base a mis ideas anteriores yo me cuestiono lo que sé, así integro la nueva información acerca de cómo realmente funciona un átomo). Así, para incorporar el nuevo conocimiento yo reestructuro el esquema, quedando uno nuevo. Terminado este proceso, podemos decir que volvemos a un equilibrio y que “hemos aprendido”.

Cuando sucede el proceso anteriormente descrito, se dice que se está aprendiendo significativamente, esto es construyendo un significado propio y personal acerca de un determinado objeto. La idea es que este proceso se realiza gracias a la ayuda de otra persona. Esta persona, para que aprendamos, debe primero conocer nuestros esquematas previos, para poder trabajar desde esa base y hacer que el aprendizaje se produzca.

En el plano de metodología el constructivismo asume todo un conjunto de postulados en torno a la consideración de la enseñanza como un proceso conjunto, en el cual el alunmo/a, gracias a la ayuda que recibe de su profesor, puede mostrarse progresivamente competente y autónomo en la resolución de tareas, en el empleo de conceptos, en la puesta en práctica de determinadas actitudes y en numerosas actitudes.

Así, el motor de todo este proceso hay que buscarlo en el significado que el alunmo/a le atribuye a lo que va a aprender (explicitar esquematas previos). En este significado intervienen los aspectos referentes a lo que le interesa, lo que siente y a lo que relaciona el/la alumno/a respecto de lo que va a aprender. Siguiendo con el ejemplo anterior, el profesor, o la persona que ayuda a aprender, además de investigar acerca de las ideas previas que el alumno/a tenía acerca del funcionamiento de una átomo, debe también considerar qué siente y qué le/a motiva acerca de ese tema, para hacer así más factible el proceso de aprendizaje.

3.- La enseñanza de las ciencias: el enfoque CTS

Las siglas CTS siglas sirven para reconocer hoy en día a un movimiento de reforma de la educación a nivel mundial que se puede definir como la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia en el contexto de la experiencia humana. En otras palabras, implica enseñar desde el constructivismo ciencia contextualizada, vale decir, formar actitudes, valores, normas de comportamiento respecto a la intervención de la ciencia y la tecnología en la sociedad “con el fin de ejercer responsablemente como ciudadanos y poder tomar decisiones razonadas y democráticas en la sociedad civil” [2]. Se entiende entonces que esta enseñanza sería una opción educativa transversal que da prioridad sobretodo a los contenidos actitudinales (cognitivos, afectivos) y axiológicos (valores y normas).

Entonces los alumno/as, además de adquirir conocimientos y potenciar su aplicación en la vida real o en problemas donde se requiera aplicar este conocimiento, también deberán adquirir algunas capacidades para ayudarles a interpretar, al menos de forma general, cuestiones controvertidas relacionadas con los impactos sociales de la ciencia y la tecnología y con la calidad de las condiciones de vida en una sociedad cada vez más impregnada de ciencia y, sobre todo, de tecnología.

Se puntualizan algunas características que mejor definen los objetivos de esta corriente basándose en Garritz [5].

  1. La identificación de problemas sociales relevantes para el estudiantado y de interés e impacto local o mundial.
  2. La participación activa de los alumno/as en la búsqueda de información que – pueda se aplicada para resolver problemas de la vida real.
  3. La extensión del aprendizaje más allá del periodo de clases.
  4. El enfoque del impacto de la ciencia y la tecnología sobre los alumno/as de forma individual.
  5. La visión que el contenido científico va más allá que un conjunto de conceptos que los estudiantes deben dominar para responder a sus exámenes y aprobar.
  6. El énfasis en el proceso de adquisición de las habilidades que los alumno/as requieren para resolver sus propios problemas.
  7. La intensificación de la orientación vocacional hacia las carreras científicas o técnicas.
  8. La identificación de los medios por los cuales la ciencia y la tecnología tendrán impacto sobre la sociedad en el futuro.
  9. La cesión de cierta autonomía a los alumno/as durante el proceso de aprendizaje.

En resumen, este enfoque apuesta a la mirada constructivista, donde el énfasis está en el llamado aprendizaje significativo. De esta forma, se brindan cursos como historia de las ciencias, biografías de científicos, contextos mundiales, filosofía de la ciencia, políticas científicas, etc.

4.- La enseñanza como proceso de creación de zonas de desarrollo en el contexto de educación CTS

De acuerdo a lo que he señalado anteriormente, es necesario que me refiera al constructivismo de Vigotsky. En este plano se entiende que este autor otorga una gran importancia a los procesos de interacción social (no se puede construir realidad sin las demás personas o agentes culturales). En palabras de Bouzas “Vigotsky concede un papel de enorme importancia a la interacción social en la elaboración de los instrumentos cognitivos. Para él, las funciones psicológicas superiores se desarrollan, en un primer paso, en el curso de la relación de un niño con otro u otros más competentes o con los adultos. En un segundo paso, estas funciones se internalizan” [3].

De esta forma, la condición básica para que la ayuda educativa sea eficaz y pueda realmente actuar como tal es, por tanto, la que esa ayuda se ajuste a la situación y las características que presenten los/as alumnos/as en el proceso de aprendizaje. Sintetizando lo anterior, la ayuda debe conjugar dos grandes características:

Debe tener en cuenta los esquemas de conocimiento de los alumnos/as en relación al contenido del aprendizaje de que se trate, y tomar como punto de partida los significados y los sentidos que, en relación a ese contenido, tengan los alumnos/as.

Al mismo tiempo, debe provocar desafíos y retos que hagan cuestionar esos significados y sentidos y fuercen su modificación por parte del alumno/a y asegurar que esa motivación se produce en la dirección deseada. La idea es que la enseñanza debe apuntar fundamentalmente a aquello que no conoce y/o no domina suficientemente. Se debe ser exigente y se los debe exponer a situaciones que les obliguen a realizar un esfuerzo de comprensión y de actuación.

De lo anterior, se desprende que la ayuda es fundamental, la “ayuda ajustada” como la denomina Javier Onrubia, y que pretende incrementar la capacidad de comprensión y actuación autónoma por parte del alumno/a. La idea fundamental es que lo que el alumno/a puede realizar con ayuda en un momento dado podrá realizarlo más tarde de manera independiente, y que el hecho de participar en la tarea conjuntamente con un compañero más competente o experto es precisamente lo que provoca las reestructuraciones y los cambios en los esquemas de conocimiento que harían posible esa actuación independiente [1].

Aquí es justamente donde Vigotsky propone, en su marco de una posición teórica global que defiende la importancia de la interacción con otras personas como origen del desarrollo humano, la llamada Zona de Desarrollo Próximo que, en palabras de Onrubia, se define como la distancia entre el nivel de resolución de una tarea que una persona puede alcanzar actuando independientemente y el nivel que puede alcanzar con la ayuda de un compañero más competente o experto en esa área.

En otras palabras, la ZDP puede definirse como el espacio en que, gracias a la interacción y ayuda de otros, una persona puede trabajar y resolver un problema o realizar una tarea de una manera y con un nivel que no sería capaz de tener individualmente. Bouzas señala también al respecto que la ZDP señala la distancia entre:

El nivel real de desarrollo (capacidad de resolver independientemente un problema), y el nivel de desarrollo potencial (aquel que se visualiza cuando el niño resuelve problemas guiado por un adulto o como producto de la colaboración de otro compañera más competente. [3], pág 41.

La idea es que en esta zona, donde gracias a los soportes y a la ayuda de los otros, puede desencadenarse el proceso de construcción, modificación, enriquecimiento y diversificación de los esquemas de conocimiento que define el aprendizaje escolar. Aquello que puede realizarse en el plano de lo social o de lo interpersonal, podrá más tarde realizarse y ser dominado por el participante inicialmente menos competente.

Ejemplificando, con el funcionamiento del átomo podemos decir que el/la alumno/a a través del proceso que denominamos equilibrio-desequilibrio-equilibrio (que sucede sólo con ayuda de otra persona más experimentada) ha adquirido nuevas habilidades. O sea que luego, sin ayuda de la otra persona, podrá ser capaz de explicar el funcionamiento de un átomo por sí solo/a. Sólo así, entonces, podemos decir que el proceso de aprendizaje ha sido exitoso.

¿La interacción social entre un individuo más competente y uno menos competente que da como resultado la modificación de esquemas y por tanto la capacidad de actuar autónomamente en posterioridad es siempre directa? O dicho de otra forma ¿es posible que en la zona de desarrollo intervengan “tutores o profesores indirectos”? ¿Puede crearse zona de desarrollo en algún tipo de comunicación mediatizada materialmente?

Se dejarán estas interrogantes en suspenso pues antes de responderlas es necesario adentrarse en una de las corrientes de enseñanza de las ciencias con el enfoque llamado Ciencia-Tecnología-Sociedad (CTS) que se basa en el constructivismo. Posteriormente se retomarán como base del planteamiento de este informe acerca de la ciencia ficción que enseña ciencia.

5.- CF como campo fructífero de creación de ZDP

La ciencia ficción (CF), junto a la producción científico-técnica en sentido estricto y la difusión científica, son los tres niveles desde los cuales son posibles la comunicación de la ciencia.

La difusión científica es un género que se caracteriza por la facilidad de comprensión. El objetivo es instruir a las personas poco o nada familiarizadas con las ciencias, en forma sencilla y clara.

La ciencia ficción, por su parte, se caracteriza por poseer un perfil más lúdico. Sus objetivos pueden variar de autor a autor, pero básicamente consiste en entretener. También sirve como campo de pruebas para explorar ideas poco ortodoxas, en realidades distintas a las usuales. Esto último es imposible de hacerlo en los géneros tradicionales, en donde se exige implícitamente “realismo”. La ciencia ficción, por tanto, es un género que no posee límites. Todo está permitido.

Antes de seguir me gustaría señalar que no estoy completamente conforme con el nombre “ciencia ficción”, pues de alguna forma induce a pensar en “ciencia irreal”. En inglés el término es “science fiction”, cuya traducción más coherente, a mi juicio, es “ficción científica”. De esta forma, queda de manifiesto que es un género de historias no-reales, pero con una componente de ciencia-real.

Ahora bien, sucede que las historias de ficción científica, en particular aquella variante denominada ciencia ficción “hard” o dura, muchas veces es de naturaleza especulativa y utiliza muchos conceptos de ciencias. Estos conceptos, leídos en un libro de texto serio, poseería un tratamiento un tanto abstruso para quien no tenga un entrenamiento formal en el lenguaje matemático-científico. Pero en ciencia ficción, por su mismo carácter lúdico, estos mismos conceptos pueden poseer una explicación más coloquial, menos rigurosa, pero sí efectiva para el propósito que aquí se plantea: instruir a un lector en ciencias.

De esta forma, la ciencia ficción, se caracteriza por su facilidad de comprensión, aun a costa de la verosimilitud temática. Algunos científicos como Carl Sagan e Isaac Asimov, han sido capaces de transmitir sus conocimientos científicos a través de estos tres niveles, adaptándose en cada momento a estos tres tipos de audiencia.

Justamente por su facilidad de comprensión, el constructivismo pedagógico puede ser fructífero, dado que apela a los esquemas de conocimiento que poseen los alumno/as, quienes en principio estarán más familiarizados con el lenguaje utilizado en la ciencia ficción, que el que se utiliza en textos de estudio.
Recordemos que uno de los principales objetivos de la educación con enfoque CTS es el de alfabetizar científica y tecnológicamente, además de promover vocaciones científicas y de contextualizar la labor científica y la producción de conocimientos científico.

El interés que se pretende expresar en este trabajo radica en la ciencia ficción y en los autores que han escrito sobre temáticas altamente especulativas y que no necesariamente tienen una respuesta definitiva hoy en día. Ejemplos hay tantos como relatos de este género existen y cito algunos: ¿puede haber vida en la superficie de una estrella de neutrones?, ¿se puede llegar a estrellas que distan a varios años-luz de nuestro sistema solar?, ¿se podrían desarrollar máquinas que piensen como seres humanos y que sientan como ellos?, ¿Se puede viajar a una época anterior?, ¿Puede alcanzarse el extremo final del universo o llegar a otros universos? La respuesta a todas estas preguntas es, a mi juicio, un categórico NO. En palabras de Miquel Barceló (**), el hecho que la ciencia niegue estas posibilidades no impide que sea factible especular sobre ellas u otras parecidas. De esta forma, esta sería una de las principales funciones y atractivos de la ciencia ficción, cuyo objetivo según Isaac Asimov es, entre otros, especular respecto a “la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y tecnología.”

La mayoría de las veces, por no decir siempre, los lectores se centran únicamente en la obra del autor. Un estudio más completo requiere necesariamente la inspección de la biografía del mismo, con especial énfasis a su formación formal o informal respecto a diversas temáticas. Con esto es posible encontrar algunos puntos centrales que pueden ser utilizados para destacar a este “emisor literario”, que deja de ser un conjunto de letras sobre un papel, para transformarse en una persona de carne y hueso que plasma experiencias muy directas en sus obras. Por ejemplo:

En Carl Sagan: Carl se trasladó a Chicago para estudiar en la universidad de aquella ciudad. Ahí tuvo que abandonar su interés hacia los cohetes como un posible medio para viajar al espacio, debido a que dicha universidad no contaba con un departamento de ingeniería. Entonces se concentró en estudiar lo que siempre le fascinó: las estrellas. Avanzó rápidamente en su carrera como científico; muy pronto destacó entre sus compañeros, y durante las vacaciones de verano trabajó en el laboratorio del científico ganador del Premio Nóbel H.J. Mueller, quien en aquella época se dedicó a investigar el origen de la vida en este planeta. Ahí Sagan, sin embargo, realizó actividades de poca importancia.
Sagan finalizó su doctorado en astronomía y astrofísica bajo la tutela del Dr. Gerard Kuiper, otro científico intrépido que estudió la posibilidad de vida en otros planetas, y a quien se le conoce como El Padre de la Ciencia Planetaria Moderna. Hay que aclarar que hombres como estos tuvieron que luchar por sus ideas, pues en aquella época sus colegas, concentrados en temas más convencionales, consideraban la investigación de vida en otros planetas como ciencia ficción.

O en Julio Verne: Conoció a los famosos escritores Víctor Hugo y Alejandro Dumas. Dumas escribió novelas e historias románticas las cuales eran muy populares en aquel tiempo. Él sugirió a Julio que apartara un tiempo determinado para escribir cada día. Julio trató de escribir novelas históricas pero no las disfrutaba. Como casi no tenía dinero, Julio empezó a ir a la biblioteca pública para no pasar frío. Ahí, se pasaba el día entero leyendo sobre ciencias naturales y tecnología, y tomando cientos de notas. Publicó unos cuantos artículos, uno de sus obras de teatro fue interpretada y trabajó por un tiempo para un abogado.”

En 1863, la aeronáutica estaba comenzando con el vuelo de máquinas llamadas dirigibles. Julio había estado leyendo y estudiando sobre ello y decidió que sería una buena idea inventar un globo que podría ir arriba y abajo en busca del viento.

Isaac Asimov:
Nace en 1920 en Petrovichi, localidad rusa de la región de Smolienk. Tres años más tarde su familia se traslada a Nueva York, En 1925 ingresa al Sistema Escolar Público. Dicen que fue un alumno talentoso y brillante. Se graduó en Química en 1939, por la Universidad de Columbia. Luego fue rechazado por varias escuelas de medicina, cosa nada extraña para una persona como él, que sentía miedo a la sangre y a las agujas. Finalmente, solicitó su ingreso para realizar una maestría en Química en Columbia. También fue rechazado, pero convenció a las autoridades para ser admitido a prueba. Un año después se levantó el periodo de prueba y, ya como alumno regular, consiguió su maestría en Química en 1941. Siguió luego con el fin de obtener un Doctorado y luego de una etapa de inactividad forzada que fue desde 1942 hasta 1946 (debido a la Guerra Mundial y su ocupación en el ejército), obtuvo dicho Doctorado en Bioquímica en mayo de 1948.

A través de estos tres autores se pretende dejar en evidencia que parte de su obra literaria está basada en estudios sistemáticos acerca de fundamentos científicos para poder escribir sus obras. Por ejemplo, Julio Verne tuvo que aprender acerca de las leyes de gravedad para poder escribir varias de sus obras y tuvo que adquirir conocimientos geológicos respecto a la tierra para escribir Viaje al centro de la tierra. Por su lado Carl Sagan, quien fue astrónomo y un científico de “tomo y lomo”, supo deslizar en su novela Contacto algunas explicaciones acerca de la teoría de los agujeros de gusano, para explicar el mecanismo de transporte de la protagonista hacia remotos lugares del cosmos.
A continuación se expresarán los aspectos básicos de la teoría de la comunicación respecto de la situación comunicativa.

6.- “El profesor literario” Agente activo en creación de ZDP

De acuerdo a las teorías de la comunicación, cuando dos o más personas interactúan verbalmente se produce una situación comunicativa. Para que ésta ocurra deben estar presentes los siguientes elementos básicos:

  1. Emisor, quien emite el mensaje, es decir, quien habla o escribe.
  2. Receptor, quien recibe el mensaje, es decir, quien escucha o lee.
  3. Mensaje, lo que se trasmite desde el emisor al receptor, es decir, lo hablado o escrito.

De esta forma, se entiende la comunicación como el proceso mediante el cual una persona (emisor) transmite a otra persona (receptor) un mensaje, siendo este mensaje transmitido a través de un código (conjunto de signos).

Así, la literatura se convierte un fenómeno comunicativo. El texto, a través del autor o emisor literario, es un “profesor literario”, como se ha denominado para este trabajo. El emisor literario es una persona que posee conocimientos relativos a ciencias y que al aplicar sus conocimientos a problemas concretos es capaz de crear zonas de desarrollo próximo. De esta forma el alunmo/a puede leer, por ejemplo, sobre la forma en que las leyes de newton son aplicadas a fenómenos concretos:

Barbicante estaba tranquilo. Si todavía no podía saludar el éxito del viaje, la fuerza impulsiva inicial del proyectil, había sido suficiente para llevarlo más allá de la línea de equilibrio de las fuerzas de gravedad de la tierra y la luna. Es decir, ni se quedarían inmóviles en el espacio, ni caería de regreso de la tierra. En otras palabras, sólo faltaba por comprobar la tercera hipótesis, aquélla que se refería a la llegada del proyectil a su blanco primitivo y principal: la superficie de la luna. [8], pág.31

En la rama de los zoófitos y en la clase de los alciones, figura el orden de los gorgonios, que abraza a los tres grupos de gorgonias, isidias y coralianas. A éste último pertenece el coral, curiosa sustancia sucesivamente clasificada en los reinos mineral, vegetal y animal. Remedio entre los antiguos, adorno entre los modernos, hasta 1694 no fue definitivamente incluida en el reino animal… [7], pág.205.

O de tipo axiológico como en Contacto de Carl Sagan:

…(referente a la tripulación de la máquina que iría al espacio) otra cuestión fundamental es determinar quién financia esto, quién fabrica qué cosa, quién va a estar a cardo de la integración personal. Creo que en este sentido, podemos negociar que haya mayoría de compatriotas en la tripulación.
–Sigue en pie la idea de enviar a los mejores asss –acotó der Heer.
–Claro –respondió Kitz–. Pero, ¿Qué significa “los mejores”? ¿Los científicos? ¿Personas que hayan participado en organismos militares de inteligencia? ¿Hablamos de resistencia física, de patriotismo? (esto no es una mala palabra, dicho sea de paso.) Además –miró fijamente a Ellie–, está el tema del sexo. De los sexos, quiero decir. ¿Mandamos sólo a hombres? Si incluyéramos a hombres y mujeres, tendría que haber más de un sexo que del otro, puesto que los lugares son cinco, un número impar. ¿Todos los miembros de la tripulación serán capaces de trabajar en armonía? Si seguimos adelante en este proyecto, habrá arduas negociaciones.
[6], pág.219.

Con estos ejemplos se pretende dar cuenta del conocimiento legítimo que poseen los autores como personas experimentadas en ciencia y que a través de sus narraciones son creadoras de ZDP.

7.- Conclusiones

El carácter comprensible y asequible del lenguaje de la literatura de ciencia ficción, es una zona fructífera a la hora de poder modificar los esquemas de conocimientos previos que posee el receptor para inducir el “desequilibrio”; situación en donde se producen cuestionamientos referentes a los conocimientos previos acerca de ciencia. Luego, a través de la lectura, el receptor se interioriza acerca de los conocimientos científicos en el contexto del enfoque CTS, y alcanza un nuevo equilibrio, donde los nuevos conocimientos son incorporados y articulados a un nuevo esquema de conocimiento. Así se produce el aprendizaje significativo.

Por otro lado, se considera de vital importancia el sopesar tanto el relato como el autor que lo escribe pues no todos los relatos son adecuados para transmitir conceptos y no todos los autores de relatos de ciencia ficción poseen el nivel de conocimientos y/o una educación formal en ciencias, tanto duras como blandas (independiente de la calidad del relato o su capacidad de entretención).

Seleccionando relatos de autores determinados (en donde esta selección puede
realizarse previa documentación sobre el perfil del autor), se puede utilizar sus relatos en donde están plasmados sus conocimientos y reflexiones. De esta forma, es posible clasificarlos como emisores literarios activos, capaces de formar ZDP con el poder legítimo respecto a dichas experiencias plasmadas en sus libros.

En el contexto de la educación con enfoque CTS, es posible modificar estos esquematas de conocimiento, no sólo en cuanto a contenidos en ciencia, sino en la formación de valores y actitudes respecto a estas. El profesor literario, de esta forma, promueve en sus emisores actitudes críticas respecto a la ciencia. Esto es, el impacto que tienen éstas en la sociedad y viceversa. De esta forma, podríamos decir que esta literatura promueve la enseñanza tanto de ciencias duras como blandas (ciencias sociales)

De acuerdo a la noción de ZDP constructivista, efectivamente se produciría una interacción entre una persona que sabe más (emisor), que maneja conocimientos y que enseña el camino para resolver ciertos problemas. De esta forma, el “alumno/a literario” (receptor), gracias a sus esquemas de conocimientos ya modificados podrá resolver problemas y/o aplicar conocimientos entregados por este “profesor literario”.

La idea fundamental que se desea recalcar es la de no seguir considerando la literatura de ciencia ficción como literatura inverosímil o incluso como un simple medio para enseñar ciencias. A través del constructivismo, es posible que el libro no se mire como un instrumento, sino como un agente activo, cargado de conocimientos que se aplican y que a través de un lenguaje accesible, hace posible que personas que tal vez no tiene la posibilidad de acceder al mundo científico, tengan un atisbo de lo fascinante en términos creativos (positiva o negativamente hablando) que puede llegar a ser la ciencia y su influencia en la sociedad y viceversa.

8.- Bibliografía

[1]: Enseñar: crear zonas de desarrollo próximo e intervenir en ellas. Javier Onrubia .1997, pág 104.

[2] El movimiento Ciencia-Tecnología-Sociedad y la Enseñanza de las Ciencias. J. A. Acevedo, 2003, pág.2. Edición electrónica http://www.oei.es

[3] El constructivismo de Vigotsky: pedagogía y aprendizaje como fenómeno social. Patricia Bouzas. 2004. Longseller. Buenos Aires.

[4] El constructivismo en el aula. Coll. 1997. Editorial Grao. España.

[5] Aportaciones y opiniones sobre la enseñanza de la química en el nivel medio superior. Ciencia-Tecnología-Sociedad: A diez años de iniciada la corriente. A. Garritz. 1994. Edición electrónica http://www.oei.es

[6] Contacto. Carl Sagan. 1997. Emecé. Barcelona.

[7] Veinte Mil leguas de viaje submarino. Julio Verne. 1976. Ramón Sopena. España.

[8] Viaje alrededor de la luna. Julio Verne. Editorial Colicheuque. Chile.

NOTAS:

(*): Psicólogo ruso que se dedicó en su corta vida al estudio de las funciones cognitivas del desarrollo del niño y la relación entre lenguaje y pensamiento. A causa de su perspectiva científico marxista fue prohibido por mucho tiempo en varios países. En la actualidad, el constructivismo vigostkiano forma base de las reformas educacionales en el mundo.

(**): Ingeniero Aeronáutico y doctor en informática. Universidad Pontificia de Cataluña. es autor de diversos libros y artículos sobre divulgación científica, a la cual de dedica por vocación.

por Marta Alejandra Silva Fernández

Energía Nuclear I: Bombas nucleares y reactores de fisión

En el siglo V antes de Cristo existía una disputa filosófica que tenía a los griegos al borde del colapso nervioso. Estaban quienes, siguiendo a Heráclito (540-475 a.C.), postulaban que todo en el mundo cambiaba en forma constante, contra aquellos otros liderados por Parménides (540-470 a.C.), que decían que todo permanecía siempre igual, negando toda posibilidad al cambio y afirmando que el movimiento era una ilusión. Por ser ambas posturas mutuamente excluyentes parecía que el problema no tendría una solución lógica, y que la filosofía griega moriría en su infancia. Demócrito (470-370 a.C.) resolvió Continue reading «Energía Nuclear I: Bombas nucleares y reactores de fisión»

Caja Negra – La Tierra del Dragón

por David Mateo Escudero

Antes de nada quisiera agradecer a todos los amigos de TauZero la atención que le han dado a mis relatos y a mis artículos. Prometo seguir escribiendo para Tau en la medida de mis posibilidades. En breve amenazo con el segundo capítulo de Larva, amén de otros cuentos y otras reseñas.
Hoy en cambio me presento ante vosotros para presentaros lo que será Nicho de Reyes y a su autor: Tobías Grumm.
De Nicho de Reyes podría deciros que es el primer volumen de una serie de Fantasía Heroica que en breve estará disponible. Se engloba dentro de la saga: La Tierra del Dragón y habla sobre los tiempos en que el viejo continente de Argos fue asediado por un enemigo indómito llegado desde una frontera prohibida.
Este será el texto introductorio que podréis encontrar en la solapa del libro:

En las postrimerías de la antigua Edad de la Sombra, la primera Gran Guerra sacudió los cimientos de Argos, provocando la caída de los grandes dragones. Hoy, los habitantes de un pequeño país norteño, se enfrentan al resurgimiento de despiadadas tribus ancestrales que traerán consigo el dañino sabor de la guerra, enfrentando a los habitantes de todo un país a un horror que creían olvidado desde hacía muchos siglos. Las disputas y las pasiones de tres hermanos, zarandeados por viejos estigmas que marcaron el devenir de un pasado no tan remoto, podría llegar a suponer la caída de todo un continente, y el resurgir de un imperio comandado por los poderes más elementales de las Tinieblas.

Nicho de Reyes es el comienzo de una aventura que nos adentrará en las entrañas de un basto continente situado en un mundo utópico conocido como el Eccélion. Este primer volumen marcará el viaje iniciático para uno de sus personajes. Un espíritu orgulloso que tendrá que forjar su alma con los valores de los antiguos héroes, al tiempo que emprende una búsqueda en la que se verá obligado a encontrar una nueva identidad y olvidar una inmortalidad que el destino había puesto en sus manos.

continente situado en un mundo utópico conocido como el Eccélion. Este primer volumen marcará el viaje iniciático para uno de sus personajes. Un espíritu orgulloso que tendrá que forjar su alma con los valores de los antiguos héroes, al tiempo que emprende una búsqueda en la que se verá obligado a encontrar una nueva identidad y olvidar una inmortalidad que el destino había puesto en sus manos.

Ahora querría presentaros al autor de esta magnífica obra: Tobías Grumm; para ello os subscribo el texto que este indómito contador de cuentos, preparó para los amigos de Equipo Sirius. Tobías Grumm toma la palabra:

Nací a orillas del mar, sintiendo la brisa del mar en la piel y oliendo la sal que impregnaba la atmósfera de mi ciudad. Tal vez fuera el canto de las sirenas lo que me llevara a redactar el primer manuscrito de mi vida; no lo sé con certeza, era demasiado joven por aquel entonces. Pero lo cierto es que desde ese día he pasado media vida delante de mi viejo escritorio, afilando la pluma y rellenando hojas y hojas de mis propias fábulas. Eccélion y sus fantásticos habitantes llegaron a mí una gélida noche de invierno, quizás arrastrados por algún sueño de George R.R. Martín, quizás por las fábulas extravagantes de Sapkowski, o quizás por la mente privilegiada del maestro Tolkien, tan de moda en estos días. Lo cierto es que fueron muchos los autores que me dieron la inspiración para recrear la Gran Guerra que sacudió el perdido continente de Argos.

Hoy los Reyes Sabios de Transversal editan el primer legajo de La Tierra del Dragón, un mundo donde los sueños y las esperanzas confrontan con la traición, el heroísmo, la nostalgia y el rechazo a que las libertades de los seres vivos sean sometidas a los fríos barrotes de una jaula. Sólo el caminante más avezado se atreverá a surcar los caminos de Argos y a adentrarse en un mundo olvidado por los viejos dioses. Elige el sendero que deseas recorrer, valiente aventurero, y adéntrate en el camino del héroe o del hechicero: la oscuridad y la luz aguardan a la vuelta de la esquina.

La saga de La Tierra del Dragón abre sus pórticos con Nicho de Reyes, un relato donde la confrontación de dos hermanos destinados a alcanzar la eternidad hará estremecer los cimientos de un pequeño país regurgitado de las convulsas guerras del pasado.

Tras Nicho de Reyes comenzará la odisea de la Luz y la Oscuridad. Los distintos personajes tomarán rumbos opuestos en una búsqueda arcaica por hallar el sino que el futuro les tiene reservado. Se alzará el telón de la Segunda Gran Guerra, y las antiguas fuerzas de Argos resurgirán en ambos frentes, entablando un litigio que tiene su origen en un remoto pasado. Sin embargo solo un factor decantará la victoria de uno de los dos bandos: la resolución al enigma de la desaparición de los grandes dragones, y quizás la irrupción de éstos últimos en las fronteras del viejo continente de Argos.

La odisea de Nicho de Reyes continúa en El Último Dragón, de próxima aparición en la Línea Transversal de Equipo Sirius.

Como referencia final querría agradecer el entusiasmo, la paciencia y la dedicación que mi amigo Sergio Alejando Amira, editor y diagramador de TauZero, ha tenido hacia mi persona y mi obra. También agradecer a todos los lectores de TauZero el interés que hayan podido prestar a mis textos, e incitar a que todos ellos se aproximen a ese maravilloso mundo que traerá consigo Nicho de Reyes.

Gracias.
David Mateo Escudero

© 2005, David Mateo.

Sobre el autor: Tobías Grumm, nacido en 1978 en una provincia exterior del Imperio, colindante con el mar, fue desde muy niño un fantasioso que elaboraba relatos, al principio verbales, y luego transcritos en cualquier elemento físico. Su proximidad al mar y a los bosques de su provincia le hacía alternar las sirenas con los enanos, elfos y resto de figuras terrestres. Según fue creciendo, su dualidad física se fue trasladando a su realidad sicológica, multiplicándose las personalidades. Los que más le conocen no saben muy bien si hablan con el elfo David Mateos, el tosco orco Tobías Grumm, el dragón negro David Mathius o el Señor de los humanos Lucas M. Clavius. En cualquier caso y sea quien sea con quién se hable, ha construido la saga más extraordinaria de la literatura fantástica: La Tierra del Dragón.

Editorial TauZero #12

¿Existe alguna persona quien haya soñado con viajar en el tiempo, al pasado por ejemplo, y así poder realizar cambios, corregir errores, tomar otras decisiones? Estoy casi seguro que todo el mundo ha soñado con aquello. En ciencia ficción los viajes en tiempo son el tópico más clásico, ahí tienen El Ruido de un Trueno de Bradbury y El Fin de la Eternidad del Buen Doctor. Sucede esto mismo en los cómics. A los seguidores del Noveno Arte no le es desconocido las Megasagas, historias que tienen como objetivo el corregir errores en la continuidad de los héroes y villanos debido a una mala interacción entre los diversos guionistas a la vez que corrigen anacronismos insoslayables debido al paso del tiempo.       No soy muy entendido en cómics, pero aún así recuerdo una saga DC llamada Hora Cero, en donde Hal Jordan, un Linterna Verde que se desquicia cuando le destruyen su ciudad natal, decide utilizar el poder de su anillo para reconstruir por completo la historia del universo, para que su ciudad continúe existiendo. Por supuesto que sus planes no tienen éxito pues toda la batería de héroes DC lo detiene, pero aún así la historia es re-escrita. En la nueva continuidad, la historia de Superman, por citar un ejemplo, es modificada. Aparecen nuevos enemigos como Conducto (un mercenario que lanza rayos de kryptonita para desesperación del Azuloso) y el look del kryptoniano se actualiza. Se elimina de la continuidad a Superboy (Clark Kent de adolescente, no el clon) y a la horrorosa mascota con capa: Krypto. Por otro lado, Kent deja de ser un nerd y se deja del pelo largo, muy en la onda de los 1990’s.       Se me viene otro ejemplo, esta vez desde la Casa de las Ideas, Marvel. Allí se introdujo la serie “Ultimate”, en donde las historias son re-escritas desde cero, pero según conceptos actuales. Por ejemplo mis favoritos, The Fantastic Four, que en la historia clásica adquieren sus poderes debido a una desafortunada exposición a rayos cósmicos cuando volaban en el espacio, ya no resulta tan creíble en una época en donde
la Humanidad tiene una estación espacial permanentemente en órbita y posee dispositivos explorando Marte y Saturno.
      En Ultimate Fantastic Four no es un viaje al espacio y la correspondiente dosis de radiación cósmica la que otorga los poderes al cuarteto. Sino algo que ahora suena tan intrigante y misterioso como los rayos cósmicos hace varias décadas: Se trata de una exposición a la “N-Zone” o Zona Negativa, una suerte de realidad acoplada a la nuestra, y que Reed Richards está estudiando en conjunto con el ejército norteamericano. Una de las bondades de esa N-Zone, es que de alguna forma permite la existencia de un objeto en todo su “Espacio de Fase”. Aquí es cuando el guionista introduce algo de probabilidades aplicadas a teoría cuántica y mucho de álgebra lineal para explicar que los poderes de los Cuatro Fantásticos en rigor corresponden a versiones alternativas de ellos mismos dentro de su espacio de fase. Del mismo modo como puede existir un Reed Richards invisible o con forma de manzana o uno normal, también existe uno que es elástico. Lo mismo ocurre para el resto de los amigos… Uf!, Estoy divagando. Pero creo que entienden el punto de re-escribir el pasado y actualizar historias. ¿Y todo esto que tiene que ver con TauZero? Pues que nosotros hemos hecho exactamente eso: hemos reinventado nuestro propio pasado.       Todo comenzó cuando Sergio me sugirió hacer algunos cambios pues ambos habíamos detectado errores en diversos números de Tau. Pero cuando quise buscar una razón lapidaria para negarme a hacer aquello, y argumentar que nuestra Historia debía estar escrita a sangre y fuego y que debía permanecer inalterada porque sí, no soné muy contundente ni convencido de lo que decía… y por ende no tuve éxito en hacerlo desistir. Después que la mezcla de inercia-extrañeza inicial se diluyera en mí, la sugerencia comenzó a parecerme una buena idea, tan buena que le dije a Sergio que hiciese todos los cambios que estimase conveniente. 

     La idea fue entonces rescribir nuestra propia historia. ¿Por qué? Sencillamente porque tenemos la libertad para hacerlo y porque es divertido. En nuestras vidas comunes no podemos ir atrás y corregir las metidas de pata o cambiar algo lo que no nos gusta… pero en este proyecto nada nos lo impide. Que disfruten el experimento. 

Rodrigo Mundaca Contreras

        Febrero 2005

Licantropía contemporánea

Érase una vez un hombre extremadamente profesional y perfeccionista llamado Cristóbal Landsburg quien era el Cirujano Plástico y Reconstructivo más prestigioso de un largo y angosto país llamado Chile.       El Dr. Landsburg se especializó en Cirugía General y en Cirugía Plástica y Reconstructiva en Inglaterra, donde se graduó con honores y donde se desempeñaría durante tres años. A su regreso a Chile fue médico colaborador de la Clínica Alemana de Santiago y Médico Interconsultor de
la Clínica Las Condes, se convirtió en Miembro Titular de
la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética; de
la Sociedad de Cirujanos de Chile y por supuesto; del Colegio Médico de Chile.
      Landsburg era, además, el único chileno Fellow del Royal College of Surgeons of England y se definía a sí mismo como un “hombre de mundo”, practicaba el tenis y el golf, era socio del Hogar de Cristo, amaba las Bellas Artes y a las mujeres hermosas, le agradaba tanto la música clásica como el pop sofisticado y era, además, un hombre lobo. Sí, uno de esos sujetos que en las noches de luna llena tienen por costumbre mutar en feroces bestias antropófagas de mal carácter y peor aliento.        El primer viaje de placer del Dr. había sido al paradisíaco Hawai, locación de su serie favorita de los 1980’s: Magnum P.I. Landsburg se bañó en las tibias aguas de la costa norte de Oahu junto a la mansión de Robin Masters, dio un paseo en un helicóptero pintado con los mismos colores que el de T.C. y se defraudó mucho al no encontrar ningún nigthclub en Honolulu con el nombre de “King Kamehameha Beach Club”.  

     Cuatro años después del debut de Magnum, apareció en las pantallas chilenas la sofisticada serie Miami Vice. Pese a que el Dr. no se perdía un solo capítulo y que adoptó el look de Don Jhonson durante un tiempo, Magnum seguía siendo su serie de televisión favorita. Por alguna razón se identificaba más con el personaje de Tom Selleck que con el de Sonny Crockett o Ricardo Tubbs (el teniente Castillo en su opinión era un verdadero hijo de puta y consideraba que Saundra Santiago no estaba nada de mal). Magnum era un tipo independiente, a diferencia de los policías de Miami. No tenía mayores responsabilidades y hacía lo que se le venía en gana, una manera de enfrentar la vida que ya deseaba poseer Landsburg que cómo hemos ya dicho era un sujeto perfeccionista, algo que quedó demostrado en el test de rorschach al que se había sometido antes de iniciar su psicoterapia.      Con el transcurrir de los años la elección del sitio donde vacacionar se tornó en extremo complicada para el Dr., mientras se especializaba en Inglaterra había visitado gran parte de Europa y tras su regreso a Chile; los principales balnearios y enclaves turísticos internacionales, incluyendo Miami, por supuesto. Existía sin embargo un lugar que anhelaba conocer al que todavía no viajaba, un lugar que evocaba en él primigenios terrores infantiles: Transilvania. El Dr. buscó por Internet la página de una empresa turística que ofreciera recorridos guiados por aquel lugar hasta que dio con una que ofrecía un tour completísimo, “de manera que nadie le cuente historias y mentiras del famoso conde Vlad Drácula.” El Dr. Landsburg de inmediato llamó a la agencia con sede en Boston y contrató el servicio.      El tour comprendía un recorrido completo por Rumania; un paseo por las ruinas de la corte de Drácula y sus tesoros expuestos en Bucarest; un almuerzo en la casa donde Vlad Tepes pasó su infancia; una visita al castillo Bran, ubicado en el sendero que conduce a la verdadera fortaleza del conde; pases gratis para observar un juicio de brujas simulado; una cena en el restaurante Golden Krone y finalmente una invitación a un baile de máscaras, con cena incluida, en el propio castillo Drácula. 

     En esa época el Dr. Landsburg estaba más habituado a Río de Janeiro, Cancún o la misma Hawai, por lo que las ciudades de Europa Oriental le parecieron algo monótonas y lóbregas. Bucarest, a pesar de todo, le pareció más soportable que Praga o Budapest.        Cierta noche, durante su estadía en Bucarest, el Dr. Landsburg decidió abandonar su alojamiento para embriagarse de aquella sensación de lo romántico y oculto que tanto anhelaba encontrar. En un principio caminó por la calle Victoria, la espaciosa avenida principal, para luego abandonarla y vagar por las antiguas callejuelas, de casas pequeñas incrustadas en la mampostería de muelles y puentes. No le tomó mucho tiempo percatarse que estaba totalmente perdido. Luego de vagar bajo los escasos faroles que pestañeaban tímidamente en la oscura y húmeda penumbra, el Dr. Landsburg se encontró en las cercanías de un lugar reconocible, la antigua iglesia Domnita Baleasa en la Plaza mayor frente al Palacio de Justicia. El Dr. divisó una silueta que le pareció era una persona y se dirigió hacia ella con la esperanza de obtener alguna información sobre cómo volver a su hotel.      El encuentro de aquella noche arruinó el resto de las vacaciones del Dr. Landsburg. La silueta que parecía humana resultó ser la de un animal que intempestivamente le mordió la pierna derecha para luego desaparecer. Era peludo y gruñía como un perro, pero no era un perro como pudo percatarse a su regreso a Chile.   2 

     La primera metamorfosis encontró al Dr. en medio de un desfile de modas a beneficio de la Corporación del Trasplante, organizado por
la Cámara Chilena de Alta Costura en el exclusivo centro de eventos CasaPiedra, ubicada en medio de un desfile de modas a beneficio de
la Corporación del Trasplante, organizado por
la Cámara Chilena de Alta Costura en el exclusivo centro de eventos CasaPiedra, ubicada en Avda. Monseñor Escrivá de Balaguer 5600, Vitacura (una reunión familiar de 10 personas o un evento comercial de 2.200 personas. Desde lo más convencional y tradicional hasta lo más original y diferente. Cualquier encuentro que tenga en mente, en CasaPiedra siempre resultará un éxito).
      –¿Qué te ocurre? –preguntó a Landsburg su atractiva acompañante al notar como este se retorcía y sudaba de manera muy poco decorosa.       –No me siento muy bien –dijo el Dr.–, me duele mucho el estómago. Voy al baño y vuelvo. 

     –Ya, pero no te demores –replicó María Gracia Larraín, 28 años, kinesióloga de profesión, signo zodiacal Virgo y caballo de fuego en el horóscopo chino.         Landsburg se puso de pie y se alejó de la pasarela por la cual desfilaban los maniquíes vivientes. Una última mirada a las esbeltas muchachas provocó en él una copiosa salivación y no de lascivia sino de hambre. Las modelos se le antojaron como trozos de carne que avanzaban colgados de una correa transportadora, ¡y eso pese a que él era vegetariano!      Cada paso que daba era un suplicio, el Dr. levantó la mirada hacia el cielo y vio que la Luna estaba llena. La visión del rechoncho disco plateado capturó su vista y por unos segundos creyó fusionarse en aquella superficie lechosa. Un intenso dolor en su bajo vientre lo retrotrajo a la realidad.       “María Gracia no me va a perdonar el haberla dejado plantada”, pensó Landsburg y se dirigió hacia su vehículo con la intención de marcharse a su casa, pero al llegar a los estacionamientos los espasmos fueron tan fuertes que cayó al suelo. Era como si tuviera algo dentro que le desgarraba los órganos, como si en su interior hubiese una cosa que intentaba salir, algo con garras y colmillos al más puro estilo de Alien: El Octavo Pasajero. “Alguna porquería me cayó mal, seguramente uno de esos canapés del cocktail”, reflexionó el Dr. mientras yacía unos segundos sobre el frío pavimento. Una vez que el dolor disminuyó lo suficiente como para permitirle ponerse de pie, Landsburg abordó su Ferrari 308 GTS color rojo (el mismo modelo que conducía Tom Selleck en Magnum) y se alejó de aquel sitio. El Dr. coleccionaba Ferraris y el 308 había sido su primera y más querida “pieza”, poseía también un Daytona Spyder negro (mejor conocido como 365GTB/4 por los especialistas) y un Testarossa blanco, el primer Ferrari construido especialmente para el mercado norteamericano (cabe agregar que estos fueron los automóviles que utilizó Sonny Crockett en Miami Vice).       Por alguna razón inexplicable Landsburg no condujo hacia su casa sino que se vio impelido a alejarse cada vez más de la ciudad. Los dolores hacían que se doblara sobre el volante y varias veces hizo sonar la bocina involuntariamente. Comenzó a sentir calor, un calor tan intenso que sudaba como si hubiesen 45 grados a la sombra. El Dr. Landsburg ya no resistió más, estacionó el Ferrari a un lado de la carretera y corrió hacia los arbustos mientras se despojaba del traje Armani (de líneas depuradas y ausencia de detalles llamativos) cuyo roce le quemaba la piel. Completamente desnudo cayó de rodillas en medio de un claro. Sintió los rayos lunares sobre su espalda y cada uno de sus cabellos se erizaron, su pene se erectó violentamente, sus brazos se alzaron y se tensaron, sus piernas se expandieron, su piel se cubrió de un oscuro y denso pelaje, su rostro se alargó y de su boca brotaron agudos colmillos. Landsburg sentía como atravesaban su cuerpo fuerzas caóticas y primigenias, clavó sus garras en la tierra húmeda y profirió un intenso rugido. La temporada de caza había sido inaugurada. 

     Las primeras luces de la mañana encontraron al Dr. Landsburg abrazado a los restos carcomidos de una vaca. Landsburg se alejó del animal muerto y se sumergió en una acequia para limpiar la sangre que le cubría de pies a cabeza. El Dr. no se duchaba con agua caliente por lo que el agua helada no le incomodó en lo más mínimo. Luego de esto se sentó sobre la hierba intentando entender cómo era que estaba tomándoselo todo con tanta calma. “Debo estar en shock”, pensó. “Sí, eso es, estoy en schok. Aquel animal que me mordió era un hombre lobo, yo soy ahora un hombre lobo…”       El Dr. recogió su carísima ropa, abordó su Ferrari, puso en marcha el motor y encendió la radio. El nuevo single del último álbum de Madonna, Frozen, resonó por los parlantes. A Landsburg le agradó lo que escuchaba y tomó nota mental de adquirir el disco compacto, apretó el acelerador y se marchó a su casa. 

3       Landsburg sabía que lo suyo no era un desorden licantrópico, estado mental en el que el sujeto cree ser una bestia que suele ser la más peligrosa de su región (el lobo y el oso en Europa y el noreste de Asia, la hiena o leopardo en África, y el tigre en la India, China y Japón). A él le constaba que su transformación era real pese a que los exámenes médicos a los cuales se había sometido no arrojaron ningún resultado anómalo. De cualquier forma debería tomar medidas especiales para que nadie descubriera su secreto. El Dr. no estaba casado y vivía solo junto a sus dos empleadas domésticas; Doña Julia, que lo había cuidado desde niño y a la que él había contratado luego de la muerte de los Landsburg progenitores; y
la Consuelo, que estaba para desempeñar las labores que Doña Julia ya no estaba en condiciones de llevar a cabo. Consuelo llevaba dos años trabajando para Landsburg y era peruana, de una localidad ubicada al norte de Lima llamada Chimbote. Debido a la mala situación económica de su país, Consuelo (madre soltera a la edad de 15 años) tuvo que dejar a su hija de 6 años al cuidado de sus abuelos y emigrar a Chile. Pese a que la idea de una mocosa pululando por la casa no le complacía en extremo, Doña Julia convenció al Dr. de traer a la hija de Consuelo, Marleni, a vivir con ellos.
      Completaba el staff de Landsburg el jardinero Felipe Vargas (que venía día por medio) y “Jaimito”, quien una vez a la semana se encargaba del aseo general de la casa (lo que le tomaba cerca de 12 horas) con una prolijidad tal que sus servicios eran requeridos en varios hogares del barrio alto. El Dr. tenía también dos Rottweilers a quienes había bautizado Apolo y Zeus como los dobermans de Higgins en Magnum. Los canes se mostraban un tanto hostiles ahora que su amo era un hombre lobo, pero no quería deshacerse de ellos aún.        “Bastará con asegurarme que no haya nadie en la casa las noches de luna llena”, meditó Landsburg y así lo hizo para su próxima transformación.  

     Estaba completamente solo en su enorme casa repleta de obras de artes y altar del buen gusto. Se encerró en la habitación de los trastos (que había ordenado limpiar a Jaimito) con un costillar de buey y deslizó la llave debajo de la gruesa e inexpugnable puerta sobre un papel para así poder recuperarla.       El Dr. emergió al día siguiente de aquel cuarto con heridas en los brazos y piernas producto de sus propios mordiscos, las paredes de la habitación mostraban hendiduras de garras por todos lados y el picaporte de la puerta había sido arrancado y probablemente se lo había comido. Nunca había experimentado un suplicio de tal magnitud, un anhelo de libertad tan agobiante. De la misma manera que el circunspecto Higgins no podía restringir las libertades que se otorgaba Thomas Magnum, él no podía encerrar al lobo. 

      Landsburg tomó una ducha y mientras pensaba la explicación que la daría a su servidumbre por los destrozos (que atribuiría a los canes y que proporcionaría, además, la excusa perfecta para deshacerse de ellos) observó como sus lesiones y magulladuras desaparecían. “Ahora soy prácticamente inmortal”, reflexionó el Dr. 4 

     Como es de suponerse, Landsburg no se atrevió a confesar su licantropía con nadie y mucho menos buscar asistencia médica. ¡Él, un hombre de ciencia afectado por una maldición que desafiaba toda lógica! En un esfuerzo por comprender el mal que le aquejaba, recopiló toda la información posible sobre hombres lobos que pudo hallar, enterándose que este ser no era una invención del Hollywood de los años cincuenta sino algo tan antiguo como la humanidad misma. Fe de esto la proporcionaban la multitud de nombres con el que se había conocido al hombre lobo a través de la historia. Los romanos le llamaron versipellis o gerulfus, garwali los normandos, werewolf los anglosajones, wáhr-wólfe los alemánes, Loupgarou los franceses, waerulf los danéses, warulf los suecos, vircolac los eslavos, procolici los rumanos, la lista suma y sigue. Tan antigua era la tradición del hombre lobo de hecho, que investigadores japoneses habían encontrado representaciones de estos y otros seres teriantropos en pinturas rupestres de hace más de 10.000 años. Los hombres lobo y vampiros eran tan viejos como el arte mismo y pertenecían a un mundo en que humanos y bestias no se habían diferenciado.       Con respecto al término “licantropía” este hallaba su origen en el héroe arcadio Licaón que tuvo la mala idea de sacrificar a un niño y servírselo en un banquete a el irascible Zeus para de esta forma poner a prueba su divinidad. Obviamente que a Zeus, que no era un antropófago como su padre Cronos, no le cayó en gracia la broma de su anfitrión a quien en castigo transformó en lobo.  

     El desorden mental licantrópico también parecía ser muy antiguo. Marcelus Sidetes, en el siglo II ya se refería a él como una forma de alienación: “Los hombres son atacados por el mal especialmente en febrero y acechan, solitarios, en los cementerios, como frenéticos lobos.”       De acuerdo a los estudios históricos se podía reconocer a un hombre lobo mediante cinco rasgos físicos que conservaba en su forma humana; cejas espesas, dientes rojizos, un dedo medio bastante largo, uñas largas y orejas situadas muy atrás y muy abajo de la cabeza. El Dr. sólo respondía a una de dichas características; las cejas espesas, pero siempre las había tenido así, ¡cómo se burlaban los niños de él en la escuela!, hasta le habían apodado Beto en alusión al malhumorado títere de tupidas cejas de Plaza Sésamo. 

     Además de los rasgos físicos, la historia señalaba ciertos modos de conducta típicos de los hombres lobo. Se les suponía amantes de la noche (mucha gente bohemia lo es sin ser hombre lobo o vampiro) y cultores de la soledad (¿qué esperaban?, ¿que los hombres lobo se organizaran para formar clubes o sindicatos?) y parecían acosados por una profunda melancolía (cuando te despiertas, después de una noche de luna llena junto a algunos restos humanos mordisqueados, no andas por ahí con una sonrisa de oreja a oreja).       Durante los primeros meses, cuando aún no asumía completamente su condición, Landsburg llegó a odiar
la Luna. La veía engordar, noche tras noche y se decía: “cuando estés llena maldita, también me llenaré yo”. Por ese entonces las ideas más descabelladas surcaban su mente, se preguntaba, por ejemplo, si el destruir
la Luna, sacarla de la órbita de
la Tierra, cesaría su suplicio.

       Después de documentarse lo suficiente, el Dr. Landsburg se percató que para la historia el hombre lobo era algo común: Collin de Plaucy incluso contaba que una mañana de 1542 se había visto a ciento cincuenta hombres-lobo en una plaza de Constantinopla. “Tal vez mi condición no sea tan extraordinaria después de todo”, pensaba el Dr. Landsburg. Probablemente no podría encontrar la Sociedad de Hombres Lobos Anónimos en las páginas amarillas pero le bastaba con saber que había otros como él por ahí, ocultando su verdadera naturaleza al mundo, sufriendo y haciendo sufrir.       Pronto la actitud del Dr. cambió radicalmente y pudo superar las barreras, impuestas por su formación científica, que le impedían aceptar plenamente el fenómeno del que era objeto. “Después de todo la ciencia no es otra cosa sino un pensamiento paranoide aplicado a la naturaleza”, pensaba el Dr. Landsburg, quien terminó por convencerse de incluso estar predestinado a ser un hombre lobo producto de algunas curiosas coincidencias. Era cáncer y la Luna, que gatillaba la transformación, es el regente de dicho signo zodiacal. El Dr. Landsburg, además, era perro en el horóscopo chino y como todos saben, el perro evolucionó a partir del lobo.       A medida que las transformaciones se iban sucediendo, Landsburg conservaba cada vez más las impresiones y reminiscencias de su yo-lobo. Los objetos confeccionados por el hombre le repelían, mientras que los árboles, rocas y arbustos se le antojaban entes vivos que carecían de nombre y que no estaban agrupados por la palabra o el pensamiento. En su mente de lobo no existían especies ni géneros sino meramente individuos.       En estado humano el Dr. conservaba muchas de las capacidades lupinas, su sentido del olfato y del oído se desarrollaron extraordinariamente, al igual que su capacidad atlética. Su aspecto físico y su salud también mejoraron, rumoreándose incluso que se había operado él mismo, quitándose veinte años de encima. La dieta vegetariana de Landsburg no cambió en absoluto ya que contrario a lo que podría pensarse, en estado humano no sentía un deseo inusual de comer carne. Sólo comía carne en noches de luna llena, carne humana. 

      Estos beneficios colaterales, junto al firme propósito de adaptarse a su nuevo estado y evitar caer en la autocompasión le llevaron a enfrentar su problema de una forma positivista algo exagerada (siendo esto no otra cosa sino un mecanismo de autodefensa para soportar la maldición). En aquel entonces al Dr. no le preocupaban mayormente las personas que morían con la llegada de la luna llena, después de todo no era su culpa que mensualmente, y en un par de noches, se registrarán entre 7 y 9 asesinatos en los que poco y nada quedaba de las víctimas para ser reconocidas por sus adoloridos deudos.       “Yo soy el otro”, escribió Gerard de Nerval, idea tan antigua como la de los hombres-lobo y que han repetido incansablemente los poetas desde Blake y los románticos alemanes. El lobo, el otro yo del Dr. Landsburg, era el culpable de las muertes. Él había tratado de evitarlo, había puesto las esposas, se había retirado a su casa en la playa, mas todo era inútil. Había investigado y no había cura.  

     –¿Cura? ¡Lo mío no es una enfermedad! Es una condición –se decía el Dr. Landsburg–. Como el daltonismo por ejemplo.       El lobo ya no asustaba a Landsburg y había dejado de maldecir a la Luna, a la cual ahora profesaba su amor.        –Me da lo mismo que me digan que la Luna es una roca inerte en el firmamento, yo sé positivamente que no lo es –solía decir el Dr. parafraseando a Lawrence–.
La Luna, símbolo femenino mortuorio y cíclico. Controladora de todos los planos cósmicos sujetos a la ley del devenir: aguas, lluvia, vegetación, fecundidad, hombres lobo…
      A pesar que el lobo como símbolo es ambivalente, el Dr. imbuido por su positivismo prefirió quedarse con el aspecto benéfico, en contraposición al feroz y satánico. El lobo es símbolo de la luz porque ve en la noche, esa era su significación entre los nórdicos y los griegos que lo atribuyeron a Belen y Apolo. Entre los mongoles, el lobo tenía carácter celeste y se le consideraba el ancestro del gran Gengis Khan. También en China se le vincula al cielo, siendo personificación de la estrella Sirius, guardián del palacio celestial (la Osa Mayor). El hecho que el lobo desempeñara el papel de psicopompo y que su boca fuera el símbolo de reintegración cíclica en la mitología escandinava hicieron creer al Dr. que las víctimas de su yo-lupino no podían encontrar una mejor forma de morir. La adaptabilidad del ser humano parece no tener límites, se decía Landsburg, uno se acostumbra a todo.
La Fontaine estaba en lo correcto cuando, al oír lamentar la suerte de los condenados en las llamas del Hades dijo: “Pienso que al final se acostumbrarán y estarán allí como el pez en el agua”.
 

5       La primera víctima humana de Landsburg fue “la Jacqueline”, una muchacha que ejercía el comercio sexual. Jacqueline tenía tan sólo doce años cuando el borracho de su padre llevó a casa a un amigo suyo para que la violase. Ella se negó enérgicamente y el padre mismo la violó para que no se hiciera la caprichosa, luego le tocó el turno a su amigo. Desde aquella noche Jacqueline no volvió a oponer resistencia. Durante años tuvo relaciones sexuales con su padre hasta que lo arrolló un camión, Jacqueline fue acogida entonces por uno de los amigos del viejo que oficiaba de proxeneta y que la obligó a prostituirse. Landsburg la despedazó con rapidez para luego seguir con Rodrigo Fuentes; taxista; 62 años; jubilado de Carabineros; padre de dos hijos y abuelo de cinco nietos; fanático del fútbol, los buenos asados y la de proxeneta y que la obligó a prostituirse. Landsburg la despedazó con rapidez para luego seguir con Rodrigo Fuentes; taxista; 62 años; jubilado de Carabineros; padre de dos hijos y abuelo de cinco nietos; fanático del fútbol, los buenos asados y
la Sonora de Tommy Rey. Don Rolo (como le decían en el barrio) había tenido la mala idea de detener su vehículo para contemplar la carnicería. Mala suerte.
      Landsburg se sirvió luego a Delia Jorquera (una anciana vagabunda de la que no podemos decir mucho salvo que apestaba a orines) y a Javier Eltit; Diseñador Gráfico de una importante agencia de publicidad; 35 años; de signo zodiacal Géminis; muy imbuido en los temas esotéricos y fanático de bandas como Atari Teenage Riot, Nine Inch Nails y Slayer. Javier viajaba por la costanera a 140 km./hora en su moto Steed cuando el licántropo le saltó encima. Antes de tocar tierra ya estaba muerto con el cuello seccionado. Su novia de 19 años, Esperanza Gubbins (prima del estudiante de Literatura y joven promesa de la narrativa chilena, Carlos Andrade), lo esperaba en el departamento que ambos compartían para celebrar el primer aniversario desde que vivían juntos. Había preparado una cena especial y esperaba hacer el amor toda la noche con Javier, a quien llamaba cariñosamente “Pinky” y cuyos restos los efectivos policiales habrían de reunir en cinco bolsas distintas. 

     El licántropo ya había saciado su hambre, pero de todas maneras mató a una persona más antes que despuntara el alba, un borracho que dormía sobre el banco de una plaza y que resultó ser no otro que Miguel Alvarado alias “Cocofla”, estudiante de cuarto año de Sociología de la Universidad Arcis. Cocofla venía de un recital de Bad Religion en
la Discotheque Laberinto, había estado dos horas encerrado en el baño de mujeres para no pagar y luego se había emborrachado con unas botellas de vodka y pisco que habían entrado clandestinamente unos conocidos suyos. Terminada la tocata y abandonado por sus amigos, Cocofla intentó abordar una micro pero antes de llegar al paradero lo venció la borrachera, y ahí, durmiendo la mona sobre un banco lo encontró el lobo.
       En un principio, Landsburg pensó que le descubrirían, sobre todo cuando los periódicos sensacionalistas comenzaron a especular sobre la desaparición de varias personas que no dejaban más rastros que algunas manchas de sangre. Primero, se habló de un asesino en serie, las versiones sobre un monstruo de pelaje grisáceo y dientes agudos como navajas eran demasiado absurdas, incluso para la prensa amarillista. Finalmente los medios debieron aceptar la existencia de, por lo menos, un animal noctívago con una particular debilidad por la carne humana. Se recomendó a la población santiaguina no abandonar sus hogares las noches de luna llena, que era cuando la bestia cobraba sus víctimas pero esto no sirvió de nada. Existían personas de hábitos nocturnos que no se intimidarían por un perro grande, por lo demás, ¿quién se va a estar preocupando de observar el estado de la Luna antes de salir de noche?

       Siempre en Lunes, el programa de televisión con el más alto rating desde que se inventara el people meter y que ni siquiera el Dr. Landsburg se perdía, invitó como era de esperarse a expertos en el tema. Szandor Rivero, periodista argentino especializado en desenmascarar fraudes paranormales desestimó, pese a las rotundas evidencias, que se tratara de un hombre lobo.       –La primera mención a un hombre lobo sería en el siglo quinto A.C. –señaló Rivero al ser consultado sobre el tema–, cuando los griegos, al asentarse en las costas del Mar Negro tomaron a los habitantes de otras regiones por hechiceros capaces de metamorfosearse en bestias salvajes. La leyenda más conocida sin embargo proviene de la campiña francesa. Basta decir que entre 1520 y 1630 tuvieron lugar más de 30,000 juicios a hombres-lobo en dicho país. La mayoría de las personas que fueron llevadas ante los tribunales eran gente pobre, que provenía de tierras bajas con elevaciones de menos de 500 1520 y 1630 tuvieron lugar más de 30,000 juicios a hombres lobo en dicho país. La mayoría de las personas que fueron llevadas ante los tribunales eran gente pobre, que provenía de tierras bajas con elevaciones de menos de 500 metros sobre el nivel del mar. Una teoría reciente señala que toda esta psicosis colectiva de hombres lobo fueron resultado del hongo Ergot, que se desarrolló en el pan de centeno, la principal fuente de alimentación de los pobres. Dicho hongo, era un poderoso alucinógeno. La histeria de hombres lobo sería el resultado de una alucinación en masa ya que gran parte de los acusadores y acusados eran consumidores de pan de centeno. El pan que comían los ricos se elaboraba sobre la base de trigo, inmune al hongo Ergot. Esto explica la ausencia de casos de licantropía en dicho segmento de la población. 

     –¿Qué es lo que quiere decir, profesor Rivero? –preguntó la preciosa Carolina Russolo, una de los tres conductores del programa cuya profesión era la de reina de belleza.       –Quiero decir que estamos ante un caso de psicosis colectiva, similar a la ocurrida en Francia en el siglo XV –contestó Rivero–. Me temo que estamos a las puertas de una nueva caza de brujas.  

     Al igual que en los libros filosóficos de Tlön, Siempre en Lunes suele incluir la tesis y la antítesis, el riguroso pro y el contra de una doctrina. Su director, Bertrand González, sabe bien que un programa de televisión que no encierre su contraprograma es un programa incompleto por lo que también invitó al afamado investigador de lo paranormal Jaime Cáceres, experto en OVNIs, psicofonías, apariciones marianas y otras yerbas.        –Sólo por siaca, Don Jaime –dijo el Pipe Marambio, de profesión bueno pa’l hueveo y a quien Landsburg conocía de los tiempos en que Marambio animaba las fiestas del Club de Polo–, ¿qué precauciones tenemos que tomar pa’ protegernos de los hombre lobos? 

     –El método más seguro para eliminar a un hombre lobo –dijo Cáceres– es la plata.      –O sea que le tiro unas monedas y listo, profe –acotó el Pipe provocando las carcajadas del público. 

     –Me refiero a penetrar su cabeza, corazón o cualquier otra parte vital de su cuerpo con el metal llamado plata –continuó Cáceres sin perder su habitual compostura–. La plata tiene el mismo efecto corrosivo en los hombres-lobo que el ácido en el cuerpo humano, neutraliza las capacidades regenerativas de la criatura. El hombre lobo, ya sea en forma humana o de lobo, no será capaz de regenerarse con la nueva luna llena y morirá indeclinablemente. Ahora bien, cabe señalar que no existen aún pruebas que confirmen que el responsable de las muertes sea un hombre lobo, ni siquiera existen pruebas de que esta criatura mitológica exista, yo tengo otra teoría…      –¿Y cual es esa teoría, profesor? –preguntó la hermosísima Carolina, una de las pocas mujeres que no necesitaba bisturí de acuerdo al Dr. Landsburg (por lo menos hasta que los años se le vinieran encima) y que gustaba de leer indistintamente tanto a Paulo Coelho como Nietszche, además de mantener una relación extra-marital con el Pipe (la cual era un secreto a voces). 

     –Yo creo, Carolina –dijo muy serio Cáceres–, que las muertes son obra del chupacabras.       –¿Del chupacabras? –exclamó sorprendido el Pipe–, no hueveé profe.      –Mis investigaciones me han llevado a concluir que el EBA (o ente biológico anómalo) conocido como chupacabras, es la mascota olvidada de un equipo de investigación alienígena. Lo que en un principio no era más que un cachorro se ha desarrollado y ahora posee la capacidad y fuerza necesaria para alimentarse de humanos. El chupacabras puede teletransportarse utilizando los campos geomagnéticos de la Tierra, lo que representa una enorme ventaja evolutiva.

      –Eso explicaría entonces sus ataques en distintos puntos del planeta, y el que haya sido imposible su captura –comentó la superlativamente agraciada Carolina como si diera crédito a las palabras del charlatán.       –En efecto, Carolina –respondió el embelesado ufólogo con la mirada fija en aquellos grandes ojos azules de nuestra única Miss Universo–. Usted además de bella es muy inteligente. 

     –¡Por favor! –exclamó indignado Rivero–, que este asunto no involucre hombres lobos no quiere decir que usted los reemplace por el aún menos probable chupacabras, ¿tiene usted alguna noción mínima de ciencia?, ¿ha oído hablar de la Paradoja de Fermi?      Samuel Álvarez, de profesión humorista y tercer y último integrante en importancia del triunvirato de conductores trata de calmar los encendidos ánimos de Rivero con el chiste de rigor: dos siameses llegan al médico, uno está todo rasguñado, el médico pregunta ¿cuál de ustedes es el hombre lobo?        El Pipe y el resto de los conductores, invitados, público y tele-espectadores se desternillan de la risa, todos menos Szandor Rivero que no se explica cómo fue que aceptó venir al programa.  

     Landsburg, que había seguido la transmisión desde la comodidad de su cama king size en compañía de María Gracia (con la que había hecho el amor cinco veces durante las tandas comerciales), apagó la tele. Inmersos en la oscuridad del dormitorio los amantes se abrazaron y María Gracia dijo:      –Tú deberías tener un programa de televisión.  

     –¿Yo en la tele? –preguntó Landsburg–. Debes estar bromeando.      –De ninguna manera –aseveró María Gracia– eres muy fotogénico, Cristóbal, tienes mucha mejor facha que el roto ordinario del Pipe Marambio, ¡no sé que le encuentran a ese gallo! 

     –Es simpático, representa muy bien al chileno bueno pa’l hueveo. Yo no sería capaz de conducir un programa como Siempre en Lunes.      –No hablo de que hagas un programa como ese, sino algo que tenga que ver con lo tuyo. 

     –¿Con la cirugía?      –Sí, se podría hacer un casting de gente que necesite arreglarse algo, pero no deformidades congénitas o de grado patológico, nada de labios leporinos, secuelas cicatrizales de quemaduras, pérdidas de sustancia por resección de tumores o accidentes, eso no lo quiere ver el público. 

     –¿Qué entonces? ¿Liftings, mamoplastias, abdominoplastias, lipoaspiraciones…?      –You got the idea, Chris. En el programa se mostraría a los pacientes en tu consulta hablando de que quieren hacerse y porqué, luego podría ir parte de la operación y después como quedaron y la forma en que la operación ha mejorado sus vidas. Ellos no pagarían un peso, sería financiado por el canal, y tú te convertirías en una estrella mediática. 

     –No sé si quiera convertirme en una estrella mediática.      –Hasta te tengo un nombre para el programa, “Cirugía del cuerpo y del alma”, es una idea ganadora, te lo aseguro. 

     –No sé, no me convence.       –Bueno, si no lo haces tú ya verás como alguien se te adelanta –sentenció María Gracia volteándose. 

     Landsburg permaneció despierto unos minutos más en medio del silencio nocturno, reflexionado lo positivo que era que se tomara a la broma los ataques del licántropo para finalmente concluir que dentro de un tiempo sería tan habitual que murieran despedazadas cinco o seis personas durante las noches de luna llena que nadie daría mayor importancia al asunto, pero el Dr. se equivocaba. 6 

     Pese a que Landsburg no poseía plena conciencia en estado de lobo, sí recordaba algunos detalles de sus correrías nocturnas y conservaba suficiente conciencia como para no atacar a un familiar, amigo o cliente, así mismo como niños y mujeres embarazadas (cabe recordar que el hombre lobo en forma lupina retiene suficiente conocimiento como para reconocer víctimas, evadir trampas, etc.). Como bien sabemos el licántropo se había zampado a criminales menores, parejas de enamorados, pordioseros, trabajadoras sexuales, nadie que fuera significativo para el gran público. Pero entonces, tragedia nacional, ¡el hombre lobo se había comido al Pipe Marambio!       Luto nacional, banderas a media asta. Fue la gota que colmó el vaso, el Gobierno decidió que era tiempo de hacer su entrada y optó, no sin las acostumbradas discrepancias partidistas, a decretar toque de queda en Santiago las noches de luna llena, lo que se conoció como “restricción lunar”. Una vez más las fuerzas armadas se volcaron a las calles para “garantizar la paz ciudadana” y “hacer cumplir la normativa”. Se cometieron algunos excesos pero después de todo era por el bien del país. Lo irónico de todo esto, es que el Dr. no era el responsable de la muerte del Pipe, sino un asesino a sueldo contratado por Maximiliano Canala-Etcheverría, el celoso y multimillonario marido de la Russolo.       Michael Fallon era británico y un especialista en realizar homicidios que aparentaran ser accidentes, razón por la que se había ganado el apodo de “Accident-Man”. Para él fue muy fácil deshacerse del Pipe simulando un ataque del hombre lobo, cobró la otra mitad de su paga (que el anciano marido de la reina de belleza depositó en una cuenta en Suiza) y regresó a su apacible casita de ladrillos en la ciudad de Lowestoft en el condado de Suffolk, Inglaterra, donde vivía junto a sus tres gatos.       En cuanto a la brillante medida implementada por el Gobierno, esta duró tan sólo unos meses. La gente ya estaba harta de la restricción vehicular, los ahorros de luz forzados, las botillerías cerradas después de las doce de la noche… La oposición, que hace tiempo exigía que el Gobierno tomara cartas en el asunto le echó luego en cara el implementar un régimen del terror y hasta se dijo que el monstruo era un sistema de limpieza étnica del gobierno, coludido en cierto complot internacional orquestado por los socialistas. Giorgio Giordano, el diputado ecológico, llamó por otra parte a un acto público en contra de la restricción lunar, que se sumaba a todas las otras medidas que amenazaban la libertad y derechos ciudadanos. Finalmente, los militares se negaron a seguir protegiendo a la ciudadanía. ¿Quién nos protege a nosotros?, alegó el general al mando. Al monstruo le gustaban tanto los militares como los civiles.  

     Debido a la delicada situación que vivía el país, es decir, Santiago y sus alrededores, el Dr. Landsburg decidió abandonar Chile durante un tiempo. Dejó a su socio, el doctor Víctor Carrera a cargo de la clínica y emprendió un viaje de dos años a Israel, Alemania, Brasil y Estados Unidos, donde se especializó en los nuevos procedimientos de la cirugía plástica y degustó la carne extranjera. Landsburg intentó, además, contactarse con otros de su especie e incluso regresó a Rumania en busca del lobo alfa que le había engendrado, pero todo fue en vano. ¿Cómo era posible que él fuera el único hombre lobo en el mundo?, se preguntaba Landsburg, ¿dónde estaban sus demás hermanos? Ante el fracaso de sus pesquisas el Dr. hubo de contentarse con observar a los lobos enjaulados de los zoológicos de las principales capitales que visitó. Para su sorpresa ahora podía distinguir perfectamente a los machos de las hembras, que despertaron en él novedosos deseos zoofílicos. Era una suerte que en su forma lupina su principal deseo fuera el de cazar y no reproducirse ya que en Chile no había ni una sola loba (ni siquiera en el zoológico metropolitano) y encontraba indigno cruzarse con una perra.       A su regreso a Chile el ambiente socio-político se hallaba más tranquilo y la polémica del momento se centraba en el magnate norteamericano George Kettenmann y su proyecto de crear un “santuario de la naturaleza” en la Décima Región. Kettenmann era partidario de lo que el ecofilósofo noruego Arne Naess denominó “ecología profunda”, algo que nadie sabía muy bien de qué se trata pero que aparentemente se asemeja a las ideas de San Francisco de Asís y a lo que en países desarrollados se conoce como “perennial philosophy”, término cercano al ecocentrismo.       Kettenmann había publicado un aviso en la prensa local pidiendo información que condujese a la captura de los responsables de una matanza de lobos marinos cerca de una empresa salmonera de la zona y como respuesta se produjo una avalancha de denuncias que señalaban el presunto acoso de Kettenmann hacia los colonos, además de surgir versiones que señalaban que el territorio del norteamericano (el 22 por ciento del total de terrenos de la provincia de Palena) era una amenaza a la seguridad de la nación, y que daría paso a una nueva Colonia Dignidad, un basurero nuclear, o una nueva patria judía.        Ajeno a estas polémicas, Landsburg reformó la clínica de cirugía plástica convirtiéndola en clínica estética, especializándose en la tecnología láser, y cambiando el bisturí por el rayo de luz colimado, coherente y monocromático. Al igual que en la mayoría de los países industrializados el Chile de la década de los 1990’s experimentaba un auténtico boom de cirugías estéticas por lo que el Dr. estaba ganado dinero a camionadas. 

     Los servicios de Landsburg ya no eran un bastión exclusivo de la clase alta y tanto secretarias como vendedores de seguros se endeudaban con el banco para cortarse unas cuantas lonjas de cadera o hacerse un lifting. La cosa llegaba a tal extremo que unos padres, tan necios como ricos, quisieron regalar a su hija, con motivo de su decimocuarto cumpleaños, una implante de pechos. El Dr. Landsburg se negó a hacer la intervención explicándoles que a los doce años la niña aún no terminaba de desarrollar sus propios senos. Los padres encolerizados demandaron al Dr. pero los jueces, como es lógico, le dieron la razón a Landsburg.       Rosa Montero, lúcida cronista de la revista El Sábado de El Mercurio (al que el Dr. estaba suscrito por supuesto), había redactado: “Vivimos en un mundo hipertecnológico en el que casi todo es posible, y el deseo de ser Dios es demasiado fuerte. ¿Qué mayor poder aparente sobre la vida puede haber que el de construirnos a nosotros mismos? Cambiar de sexo, como los transexuales; de raza, como los chinos; o, más modestamente, de nariz, de glúteos, de barriga. Cambiar de cuerpo, en fin, y luchar contra los estragos de la edad, como si la eternidad fuera posible. Pero no lo es, y, por mucho que nos estiremos y recosamos, la muerte siempre acaba por devorarnos.” ¡Que identificado se sintió el Dr. Landsburg con esas palabras! Él era un dios que dispensaba inmortalidad a sus pacientes pero que también acababa con la vida de los indeseados, él cambiaba de cuerpo y nunca envejecería, lo que podría suponer un problema a la larga, pero el Dr. ya se ocuparía de ello a su debido tiempo.    

7      Los medios de comunicación volvieron a divulgar las andanzas del monstruo y una vez más el gobierno intentó decretar estado de emergencia y restricción lunar pero nadie hizo caso, había mayor mortandad por conductores ebrios que por un hombre lobo. El Dr. nunca se había sentido más seguro y confiado. Entonces comenzaron sus verdaderos problemas.  

     Lo primero fueron ciertos indicios de que su yo lupino se estaba tornando incontrolable, cuyo mejor ejemplo fue la cirugía que hubo de practicarle a una dama de la alta sociedad que había recibido un zarpazo de la bestia en los glúteos. La excelentísima señora era una de sus mejores clientes y cada vez que le solicitaban ser portada de revista acudía con él a “arreglarse” algo. Imaginen la preocupación del Dr., hasta ese momento sólo había atacado a desconocidos (lo que de alguna manera alivianaba su sentimiento de culpa) pero ya no podría estar seguro de no zamparse a algún amigo, cliente o familiar. A esto hubo de sumarle Landsburg una demanda por cuasidelito de lesiones graves interpuesta por una de sus pacientes luego de que se acreditara que había dejado una compresa de gasa en uno de sus implantes. El Sexto Juzgado del Crimen de Santiago decidió someterlo a proceso por el cuasidelito de lesiones graves debido a esta negligencia médica “inexcusable” y el escándalo que se desató al filtrarse la noticia fue de proporciones afectando profundamente la impecable reputación del Dr. Pero lo peor estaba aún por llegar tras el infortunado fallecimiento de una paciente en su exclusiva clínica.       El procedimiento llevado a cabo por su socio, el Dr. Carrera, había consistido en una doble cirugía: implante mamario y estiramiento de abdomen, lo que significó casi seis horas de pabellón. A eso de las tres de la tarde del día siguiente, la paciente comenzó con síntomas de taquicardia y baja de presión. El doctor Carrera consultó con Landsburg quien concluyó que probablemente tendrían que efectuar una transfusión sanguínea, pero antes de llevarla a cabo la paciente falleció a causa de una embolia pulmonar, una complicación poco frecuente pero propia de cirugías estéticas de alta complejidad como es efectuar dos procedimientos en una misma intervención.  

     Dos querellas (una criminal y otra civil) fueron interpuestas en contra del Dr. Landsburg y su socio. Su reputación se hundió más aún y el escándalo creció a proporciones insoportables, Landsburg lo único que deseaba era huir al extranjero, deseo que no podía llevar a la práctica debido a la orden de arraigo emitida en su contra.        El único consuelo del Dr. ante todos estos contratiempos era que pronto habría Luna llena pero incluso esto le producía cierto resquemor ante la posibilidad de que el lobo actuara descuidadamente.  

     Esa noche, como cada mes, el Dr. Landsburg había abierto los ventanales de par en par y contemplaba pacientemente al sol ocultarse tras la cordillera mientras escuchaba los Conciertos brandenburgueses de Bach. Cuando el astro estaba a punto de abandonar completamente el firmamento y justo en el mismo instante en que se oía el increíble solo de clavelín del primer movimiento del quinto concierto, Landsburg comenzó a resoplar fuertemente por la nariz y a jadear como un cánido. Ya adoptando la pose cuadrúpeda, saltó por la ventana hacia el enorme patio de su residencia y dio la bienvenida al lobo.        El licántropo estaba impaciente y en vez de merodear por las periferias de la ciudad, lejos de su exclusivo barrio donde nadie se metía con nadie y nadie veía nada, irrumpió con violencia en la casa de sus vecinos modificando inesperadamente sus hábitos de cacería. Primero atacó a los dos perros de la familia (un dogo argentino que respondía al nombre de Polo y un pastor belga llamado Lucas) para luego seguir con la asesora del hogar cuya habitación se ubicaba en un pasillo junto a la cocina.     La Sra. Eduviges tenía 54 años y era oriunda de Panguipulli, llevaba diez años trabajando con la familia Arestizabal-Hoffman y se sentía muy agradecida de sus patrones que la trataban dignamente y le tenían el pago de sus imposiciones al día. A los pies de la escalera que conducía al segundo piso y los agradecida de sus patrones que la trataban dignamente y le tenían el pago de sus imposiciones al día. A los pies de la escalera que conducía al segundo piso y los dormitorios el licántropo se encontró con el jefe de hogar en pijama y empuñando una pistola, José Ignacio Arestizabal Lorenzini, de 47 años, era colega del Dr. Landsburg; había estudiado Medicina en
la Universidad de Chile y Psiquiatría en la misma casa de estudios; tenía un postgrado en el Nacional Addiction Centre, Institute os Psychiatry of Maudsley and Bethlehem Hospital, University of London y un postgrado en Abuso de sustancias de
la Universidad de Yale; le gustaba practicar el parapente, sus escritores favoritos eran Tom Clancy y Robert Ludlum y le gustaban las películas de James Bond. El licántropo recibió cinco disparos en el cuerpo y luego destrozó a José Ignacio. Arriba le esperaban abrazados en una esquina los restantes miembros del núcleo familiar. Francisca Hoffman Cruchaga tenía 32 años y era “Artista visual”, poseía una licenciatura en arte mención escultura y un postítulo en arquitectura y manejo del paisaje de
la Universidad Católica,
la Pancha había participado en un sinnúmero de exposiciones tanto en Chile como en el extranjero y para ella el arte podía definirse en la frase de Joseph Beuys: “Denken ist Form”. Luciano Arestizabal Hoffman tenía 9 meses, pesaba 11 kilos, medía 79 cms. y gustaba de llorar y beber leche del pecho de su madre; Candelaria Arestizabal Hoffman tenía 13 años, estudiaba en las Monjas Francesas y era fanática del animé y Placebo, sus amigas la llamaban “Candy”, tenía el cabello rubio y quería desesperadamente tinturárselo negro, pero sus padres se lo habían prohibido. El licántropo dio cuenta de ellos de una forma particularmente bestial dejando tras de sí un escenario de sangre y vísceras que los periodistas no dudarían de calificar como “dantesco”.
      El hombre lobo se disponía a retirarse del hogar de la extinta familia cuando una potente luz penetró de improviso por la ventana del dormitorio, la intensidad del foco cegó al licántropo y este huyó hacia los faldeos precordilleranos contiguos al Arrayán, corriendo velozmente con su perseguidor volando detrás de él por sobre las copas de los árboles más altos. Una y otra vez el licántropo cambió bruscamente de dirección en busca de un fragmento más tupido de bosque, sólo para ver de nuevo frente a si el rayo de luz del helicóptero, un A-H 64 Apache de esos que fueron utilizados exitosamente durante la guerra de Golfo de 1991 cuando destruyeron más de 800 blindados e inutilizaron radares estratégicos iraquíes.  

     El Apache que perseguía a Landsburg estaba diseñado para combatir tanto de día como de noche y con cualquier condición meteorológica, estaba armado de un cañón de 30 milímetros montado en el eje y sobre el fuselaje; de un lanzacohetes de 70 milímetros y de cuatro lanzadores de misiles de tipo Hellfire (antitanques), Sidewinder (antiaéreos) y Sidearm (antirradares). Este helicóptero por supuesto que no pertenecía a la Fuerza Aérea chilena, sino a cierto particular muy acaudalado e inescrupuloso.       Tras una hora de persecución el Apache acorraló al licántropo en un yermo al pie de un acantilado. El lobo intentó trepar por la rocosa muralla pero le fue imposible, el helicóptero había descendido cortándole la vía de escape. Dos hombres con atuendos paramilitares se bajaron del Apache y el licántropo se dispuso a atacarles, los sujetos le apuntaron con sus fusiles y antes que pudiera saltarles encima lo acribillaron a balazos. El Dr. jamás había recibido una bala en el cuerpo, ya fuese en estado lupino o como humano, pero sabía que estas no eran balas comunes, eran balas de plata.       Los poderosos músculos del licántropo se contrajeron al igual que garras, comillos y pelaje. En medio de un indescriptible y dulce dolor más cercano al éxtasis divino que otra cosa el hombre lobo recuperó su forma humana.  

     El asombroso factor regenerativo de Landsburg no estaba funcionando, parecía increíble, pero se estaba muriendo.       –¿Quiénes son ustedes? –logró balbucear el Dr. mientras escupía sangre e intentaba ponerse de pie.      –Esto es de parte del Sr. George Kettenmann –dijo uno de los sujetos desenvainando una katana de plata–. Usted es una muy mala propaganda para Chile como destino turístico, el Sr. Kettenmann ha tolerado suficiente su existencia y no puede permitir que un hombre lobo ajeno a la Hermandad le arruine su proyecto de instalar un resort para licántropos en el sur. 

      –¿De qué hermandad está hablando?        –La Hermandad del Plenilunio, la organización más grande de licántropos del mundo.

      –¿Y por qué nunca se me invitó a unirme?       –Usted fue mordido por un miembro expulsado de la hermandad, y al ser un lobo beta engendrado por un alfa desafiliado no posee el derecho a incorporarse a la organización.  

     –¿Que hay del lobo alfa que me infectó?      –Fue eliminado poco después que lo mordiera, esa misma noche de hecho. Le estábamos siguiendo la pista hacía meses a ese desgraciado. Si usted no hubiese abandonado su habitación del hotel todo esto podría haberse evitado Dr. 

     Todo quedaba muy claro ahora. Landsburg no había podido encontrar más hombres lobos porque estos le rehuían. Él era como un leproso para ellos, el hijo bastardo que se negaban a reconocer.      –Nuestro jefe me ha pedido que le lleve su cabeza –dijo el sujeto de la katana–, así que si me permite… 

     Mucho se ha especulado sobre lo que experimenta la mente de alguien que está a punto de morir y no son pocos quienes postulan que la vida entera del individuo pasa ante sus ojos en un breve instante. En el caso del Dr. Landsburg, su mente se fijó en un recuerdo en particular: el último capítulo de Magnum P.I., tanto el “aparente”, como el verdadero.       Anticipándose a la presunta cancelación de la serie en la primavera de 1987, los productores de Magnum filmaron un dramático y surrealista final en el que el personaje interpretado por Tom Selleck era asesinado de un balazo para luego irse directo al cielo. Sin embargo el programa favorito del Dr. gozaría inesperadamente de una nueva temporada, obligando a los guionistas a convertir la muerte y ascensión al Reino Celestial de Magnum en un “sueño”. El verdadero final de la serie saldría al aire en mayo de 1988 en un capítulo de dos horas en el cual Thomas Magnum abandonaría el negocio detectivesco, se reuniría con su hija perdida y se reincorporaría a la armada. ¿Era este, al igual que en el caso de Magnum, sólo un final aparente? ¿Se extendería la temporada de caza para el licántropo hasta su verdadero retiro?  

     La hoja de la katana cercenó de un sólo y certero golpe la cabeza del Dr. Landsburg que rodó por el suelo con una expresión beatífica en el rostro, expresión que posteriormente sorprendería a George Kettenmann. © 1997-2003, Sergio Alejandro Amira A.