El hombre lobo en la ciencia ficción

terror. No sé que diablos será y puede que sátira sea la forma más adecuada para definirlo. Sea como sea e independiente de la taxonomía debo mencionar que es el único cuento de mi producción (en su versión original al menos) que le ha agradado minimamente al riguroso y taciturno ex-pope de la ciencia ficción chilena, Luis Saavedra.      Licantropía contemporánea data del año 1997, y sufrió varias correcciones menores hasta su versión definitiva del 2004. Encuentro particular deleite en los cuentos que toman ideas cliché o tópicos gastados dándoles una vuelta de tuerca y eso fue lo que pretendí con Licantropía… La idea original surgió tras la lectura en un suplemento de viajes que detallaba las ofertas turísticas de Transilvania. De inmediato imaginé a un personaje chileno viajando a las tierras del Conde Drácula y siendo mordido por un hombre lobo. ¿Por qué no por un vampiro?, no sé, hubiera sido lo más lógico pero yo no tenía en mente escribir sobre vampiros sino sobre hombres lobo.  

     A la hora de diseñar al personaje pensé: ¿quién sería el tipo menos probable como para convertirse en un hombre lobo? La respuesta: un acaudalado cirujano plástico. El resto surgió sólo. Hasta ese momento la única obra de ficción que había leído sobre el tema de la licantropía era A la deriva entre los islotes de Lagerhans: Latitud 38º 54’N, longitud 77º 00’13 O, cuento de Harlan Ellison incluido en Los Premios Hugo 1973-1975 (según Asimov esta narración ganó el Hugo ya que cuando se imprimió el título no quedó espacio para el resto de los nominados). A la deriva… comienza con el siguiente párrafo: “Cierta mañana, al despertarse en su cama de algas después de tener sueños inquietos, Moby Dick se halló transformada en el capitán Ahab”. ¡Grande Ellison!, ¡que buena alegoría! Pero hasta ahí no más las alabanzas para el diminuto y temperamental escritor. Nada más de lo suyo que he leído me ha gustado, ni siquiera su mediocre antología Visiones Peligrosas, que salvo el cuento de Sturgeon no ofrece nada realmente “peligroso” e  incluye algunas narraciones bochornosamente malas.      Mi idea era escribir algo parecido a A la deriva… entonces, pero por suerte lo que salió fue muy distinto. Lo que más apreciaba del cuento de Ellison era la sutileza con que trata el tema del licántropo haciéndolo tan imperceptible que se transforma casi en un ruido de fondo, algo muy distinto a lo que ocurre en mi narración, donde el hombre lobo es una estridencia omnipresente que se hace sentir desde el título, que adopté del poeta surrealista Louis Aragón. Obsérvese sus versos: 

Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y unocerca de Paviacuando me apresaron en la campiña por donde [deambulaba víctima de los primeros efectos del [mallos campesinos no quisieron creerme cuando les [dije la verdad  

Rehusaron tomarme por lobo furioso a causa de mi piel humana y Santos Tomases eternos de la ciencia  

experimental. Cuando les confesé que mi piel lupina estaba 

[oculta entre pellejo y carne 

con sus puñales me hicieron tajos en los miembros   [y el cuerpo 

para verificar mis melancólicas afirmaciones      no me tocaron la cara 

     espantados por la atroz poesía de mis rasgos.       Luego de escribir Licantropía contemporánea, y mientras husmeaba entre los escasos títulos de ciencia ficción de la librería Catalonia, encontré El Hombre Lobo Insólito, y sin dudarlo dos veces desembolsé el oneroso precio que por él exigían. Este libro forma parte de una tríada sobre monstruos clásicos que completan Frankenstein Insólito y Drácula Insólito, de hecho posteriormente encontraría estos tres títulos en otra librería, ¡por el mismo precio que yo había comprado El Hombre Lobo Insólito!  

     Volví a encontrarme en esta recopilación con A la deriva…, el cuento de Harlan Ellison, quien además escribe el prólogo. Aunque no queda del todo claro me parece que Ellison no actuó como antologador en este caso, dicha función no está acreditada y sólo figuran como responsables los Editores Asociados: David Keller, Megan Miller y John Betancourt, que asumo habrán seleccionado los cuentos. De cualquier forma y como suele ocurrir en estos casos la calidad de las narraciones es muy dispar correspondiendo las más afortunadas no a los “grandes nombres” anunciados en la portada como Robert Silverberg o Philip José Farmer, sino a los menos conocidos (el cuento de Silverberg de hecho es malísimo).        El único relato de esta antología que trata el tema del hombre lobo en clave de ciencia ficción es Y la luna llena brillará de Brad Strickland. Están Ellison y Niven también, pero en el caso del primero la condición licantrópica del protagonista es un mero vehículo para justificar un viaje al interior del “alma” humana (literalmente), y en lo que al autor de Mundo Anillo respecta, su relato no involucra hombres lobos propiamente tales sino seres humanoides que evolucionaron del lobo en vez del mono.       El cuento de Strickland relata las desventuras del último hombre lobo sobre la faz de la Tierra, sometido a estudios psíquicos y biológicos por parte de un indolente científico. “Usted no posee derechos.”, señala el doctor a Kazak, el hombre lobo, “
La Constitución planetaria garantiza derechos a los humanos, y usted es un licántropo. Algo muy diferente. Tal vez un Homo sapiens ferox.” El doctor Iglace también nos revela que la licantropía no es una maldición sino una condición, genética por un lado, y contagiosa por el otro. La mordedura de un hombre lobo en su forma lupina, explica el doctor, conlleva una secreción de las glándulas salivares que altera el ADN de manera sutil pero crucial en las personas que poseen el gen licantrópico recesivo. Otras características de la licantropía explicadas de manera verosímil por Strickland son:

      La voracidad del hombre lobo. La transformación exige un gran gasto de energía y el licántropo debe comer por lo menos un tercio de su peso humano normal para hacer la transición de hombre a lobo y de lobo a hombre sin efectos secundarios nocivos. La biomasa perdida al cambiar de hombre a lobo va a para a la formación del pelaje y la reorganización del esqueleto y musculatura.        La plata como método para eliminar a un hombre lobo. La plata actúa como catalizador y debilita dos de las hormonas del licántropo. La plata en si misma no se ve afectada por la reacción pero la estimula, cortocircuitando la capacidad regenerativa del hombre lobo.  

     La Luna llena como agente catalizador de la metamorfosis. Esto se debe a una forma sutil de radiación provocada por la luz solar al incidir en la superficie lunar, activando un proceso que hace desprenderse determinadas partículas subatómicas del suelo de
la Luna. “Cuando
la Luna esta en cuarto creciente, incluso en tres cuartos, la radiación es demasiado débil para influirle. Sólo cuando la luna está enteramente plena la reacción llega a
la Tierra con la intensidad suficiente para generar la transformación.” La única solución para escapar al influjo de las radiaciones propuesta por el Dr. Iglace
45Zerosubatómicas del suelo de
la Luna. “Cuando
la Luna esta en cuarto creciente, incluso en tres cuartos, la radiación es demasiado débil para influirle. Sólo cuando la luna está enteramente plena la reacción llega a
la Tierra con la intensidad suficiente para generar la transformación.” La única solución para escapar al influjo de las radiaciones propuesta por el Dr. Iglace sería estar protegido por una capa de material de mil kilómetros de espesor o volar alrededor de la tierra una vez al mes en un avión rápido de modo que
la Tierra se interpusiera constantemente con la luna. Posible pero poco práctico.
      El otro relato de ciencia ficción referente a hombres lobo que he leído es Plenisol, de Brian Aldiss. Plenisol transcurre en un mundo dominado por gigantescas ciudades mecanizadas en las que el hombre se ha recluido amputándose finalmente del todo de la naturaleza. “…una ciudad estaba separada de otra ciudad por extensiones de vegetación que las aislaban mutuamente como un planeta está aislado de otro planeta. Muy pocos de los habitantes de las ciudades pensaban siquiera en el exterior; los que iban físicamente al exterior tenían algún elemento de anormalidad en ellos.” Estos sujetos eran los hombres lobos al que el protagonista, el oficial Balank junto a su robot, esperan dar caza adentrándose en el bosque.       Los hombres lobos del cuento eran y habían sido siempre enemigos del hombre, quienes lo llamaban El Hermano Oscuro. Las máquinas les daban caza de un modo implacable pero los hombres-lobo poseían poderes que no estaban al alcance de hombres o máquinas y que les permitían sobrevivir sin la ayuda de las ciudades. 

     En este cuento, además, las máquinas han conseguido avanzar ocho millones de años en su exploración del tiempo, interrumpido su avance por una desviación en los quanta del espectro electromagnético. Plataforma Uno; la máquina situada a muchos centenares de siglos adelante, que por primera vez había traspasado la barrera del tiempo y establecido contacto con todas las civilizaciones gobernadas por máquinas posteriores a su propia época, había decidido que las operaciones debían limitarse ahora al espacio de tiempo que había quedado abierto. Las imágenes transmitidas desde el lejano futuro mostraban desiertos de hielo sobre los que brillaba un pequeño sol azul, tan brillante como la luna llena. El sol había pasado por sus fases de blanca y enana avanzando hacia el período principal de su existencia en que se convertiría en una enana roja. “Entonces alcanzaría la madurez y arrojaría sobre su tercer planeta la luz de una perpetua luna llena.” Las ciudades aún existían, y las máquinas, objetos similares a los dinosaurios que vagaban por los yermo paisajes y ascendían al espacio, “construyendo allí monstruosos brazos unidos por membranas que se extendían lejos de la órbita de la Tierra para recoger energía y el envolver al pobre sol en una amplia red de fuerza magnética.” De los seres humanos de aquel distante futuro no había señal alguna.     En la escena final el robot confiesa a Balank, quien tenía sus sospechas sobre las motivaciones reales del androide, que los hombres lobo representan una amenaza para las máquinas mucho mayor que los humanos. Hombre y máquina se disponen a luchar mientras sin saberlo son observados por el hombre lobo al que pretendían dar caza. Para el hombre lobo el desenlace de aquella pequeña lucha carece de importancia ya que sabe que su raza ha ganado ya su guerra contra el género humano y que la verdadera batalla aún estaba por llegar, la batalla contra las máquinas. “Pero aquel momento llegaría. Y entonces derrotarían a las máquinas. En los largos días en que el sol brillaría siempre sobre la bendita Tierra como una luna llena… en aquellos días, su raza vería terminada su espera y entraría en su propio reino salvaje.”       Por supuesto que un artículo titulado “El hombre lobo en la CF” no puede obviar la novela Darker Than You Think (1940) de Jack Williamson, en la que los “shape-shifters” pueden adoptar no sólo formas lobunas sino también las de anacondas y tigres dientes de sable, además de poseer la facultad de hacerse invisibles. Williamson ofrece una explicación pseudocientífica del fenómeno licantrópico que es poco convincente pero imaginativa y sus hombres lobos no existen como meros depredadores de la humanidad sino como los destinados a regir el mundo. Williamson retoma el tema de los hombres lobo en su novela de 1994 Demon Moon, en la cual licántropos, unicornios y wyverns son todos alienígenas inteligentes. Otras obras que tratan el tema y que están en las antípodas la una de la otra son WerewolveSS (1990) de Jerry y Sharon Ahern y The Runton Werewolf (1994) de Ritchie Perry. WerewolveSS trata sobre hombres lobo creados mediante ingeniería genética por Hitler para ser utilizados como su más letal cuerpo de guerreros (de ahí la doble “S” de werewolf, ¡que originales estos Ahern!) mientras que The Runton Werewolf es un libro infantil en el cual los vampiros y hombres lobo son los inofensivos descendientes de una pareja de alienígenas atrapados en
la Tierra.
 

     No puedo terminar este artículo sin referirme a la injustamente olvidada serie de dibujos animados La Conspiración Roswell (1999). Yo solía verla a eso de la medianoche en el verano del 2000 y si mal no recuerdo la transmitían en el Cartoon Network antes de Men in Black. La calidad de la animación de Roswell no era tan buena como la de MIB, pero como ciencia ficción era muy superior a esta disparatada serie basada en la no menos disparatada película basada a su vez en un cómic del cual no tengo ningún conocimiento pero del cual cabe la posibilidad que sea también un disparate (esta clase de trasvasijes nunca me ha convencido del todo).         La Conspiración Roswell iba sobre un grupo de agentes que descubre la existencia en
la Tierra de distintas razas alienígenas que usan a los humanos con fines alimenticios, deportivos e incluso para fines aún más siniestros. Para combatir a los extraterrestres se forma una entidad multi-nacional oculta bajo tierra llamada
la Alianza Global, compuesta por científicos, militares, policías y agencias de inteligencia cuya base de operaciones es un bunker en la pequeña localidad de Roswell. La existencia de distintos monstruos y criaturas míticas como vampiros, zombies, yetis, minotauros y cíclopes en esta serie es justificada a través de la invasión alienígena (una de las más memorable relecturas fue la del último hijo de Kryptón, que es presentado como un solitario alienígena superpoderoso impulsado a obrar el bien que finalmente sufre el rechazo de sus protegidos al descubrirse su verdadera y repugnante forma).
 

     Los licántropos de La Conspiración Roswell son seres bípedos de dos metros de altura, copioso pelaje, garras, y protuberantes espinas dorsales. Viven diez años, son violentos, carnívoros y pueden adoptar forma humana (la avanzada tecnología de los licántropos les permitió esclavizar a los sasquatchs y yetis, con una descarga EMP que revirtió la polaridad magnética de su planeta).      Y llegamos al final del presente texto, espero que haya servido como ejemplo de la forma en que la ciencia ficción puede absorber y regurgitar hasta los temas más vetustos y desgastados.  © 2004, Sergio Alejandro Amira. 

Firefly: la marca del fénix

Hace unos meses leí un reportaje refiriéndose al último proyecto del creador de Buffy como una suerte de spin off no autorizado de La Guerra de las Galaxias, en otras palabras una visión distinta de lo que pudo ser una suerte de aventuras de Han Solo. Si bien el artículo en cuestión estaba repleto de errores (incluyendo el contrato nunca existente de una segunda temporada), la idea básica no dejaba de tener cierto grado de verdad con una sola gran diferencia que el encargado de dicha nota obviamente no consideró: que la pequeña nueva obra de Joss Whedon goza de una maravillosamente inusual consistencia científica.       Para quienes no lo conocen, Joss Whedon es el creador de la serie Buffy The Vampire Slayer, co creador de Ángel y actualmente guionista de Astonishing X-Men. Mas la primera sorpresa de todo esto es que Firefly es su primer proyecto personal que no tiene ninguna relación con la serie que lo ha llevado al éxito y motivo el cual renunció a dirigir la adaptación de la historieta de Marvel Comics: Iron-Man.        Al igual que lo hizo en su momento Straczynski con B5, Whedon dio vida a un universo carente de algunos elementos que hizo famosa a la clásica spaceopera (como los robots), pero a la vez poseedor de una lógica científica.  

     Dado que Firefly se sitúa en los límites de la colonización espacial (no digo decadencia por falta de información para respaldarlo), la serie es considerada como un western futurista, algo así como ese casi desconocido dibujo animado Bravestarr con algunos mínimos elementos de Galaxy Rangers.       En este caso la idea básica es: en un futuro no muy lejano, ante el agotamiento de los principales recursos energéticos, se impulsa el desarrollo de la colonización espacial para encontrar otras fuentes; este proceso al cabo de unos años le brinda tantos beneficios a los planetas más centralizados que estos se quedan con gran parte del desarrollo tecnológico dejando a los mundos fronterizos en algo parecido a los pueblos del viejo oeste. Una guerra civil para cambiar esto sacude a la galaxia y como era de esperarse, los mundos centrales (cuyo organismo principal es conocido como la Alianza) la ganan conservando el control de las colonias que obtienen los elementos que los enriquecen y a la vez empobreciendo a la frontera en donde surge una peligrosísima raza de infrahumanos denominados Reavers, quienes torturan y masacran todo lo que se les ponga en el camino.        Con la Alianza pisándole los talones y fastidiando cada posible error, el Capitán Malcolm Reynolds, unÊ ex-sargento que luchó por la independencia de los mundos fronterizos, al mando de
la Serenity, una nave clase Firefly, recorre algunas lejanas colonias en busca de trabajo que les permita sobrevivir junto a quienes lo acompañan, un grupo de gente conformados de la más diversa clase que van desde una muy respetable prostituta hasta un doctor cuya hermana fue sometida a experimentos por agentes especiales de
la Alianza.
      Son trece episodios entre los que incluye el piloto extraoficial de 90 minutos, los que conforman esta serie, pero cada uno brilla por las mismas razones por las que Whedon se consagró con Buffy: un sorprendente manejo de los recursos. Todo esta hecho con un nivel de perfeccionismo único desde los efectos especiales hasta los más mínimos detalles sociológicos de la historia, entre ellos el hecho que los mismos actores hablen como segundo idioma el chino, lengua que en la actualidad está tomando tanta relevancia como el inglés.  

     Encabezando el reparto esta Nathan Fillon, un actor no muy conocido que había ganado cierta fama con la serie cómica Two Guys and a Girl, quien encarna al ya mencionado Malcolm Reynols o Mal como le gusta que lo llamen en su doble significación con respecto al español, pese a esto se trata de un individuo de sólidos principios, de carácter duro bordeando lo agresivo, conoce mejor que nadie de la tripulación los lugares que recorren lo que hace presentir que guarda un oscuro secreto, especialmente sobre los Reavers.       Su principal apoyo es Zoe, con quien combatió en la guerra, la comandante y esposa del piloto de la Serenity, una mujer de armas de tomar con quien tiene una comunicación casi “telepática”. Contrariamente a él, Wash, el marido de Zoe no se conforma con ser un buen piloto sino también es el punto de equilibrio ante la agresividad y pesimismo de Mal.      A estos tres se suman la ingeniero, Kaylee, una joven con cierto grado de inocencia; Jayne un desquiciado mercenario sin moral y buen humor, Book un misterioso pastor; Inara, una prostituta que ayuda controlar el temperamento de Mal; y no menos importante Simon, un doctor proveniente de una prestigiosa familia de clase alta quien trabaja en la nave a cambio de protección para él y su hermana River, cuyo extraño comportamiento les ha de causar más de un serio problema.  

     Esta fauna de personajes interactúa en el universo mencionado donde Whedon no pierde la oportunidad de ir explorando profundamente a cada uno permitiendo al mismo tiempo una armónica evolución, sorprendiendo también la incorporación de algunos personajes y elementos secundarios.       A esto se suman los ya mencionados efectos especiales, quizás los mejores vistos desde el fin de Star Trek Voyager, en donde los sets de tamaño real se combinan con un muy bien logrado CGI, ofreciendo algunas de las más  impresionantes escenas jamás vistas en televisión en donde interactúan naves espaciales con el mundo real a escala verdadera. Ya en el primer episodio se ve como la Serenity se coloca tras Mal y Zoe en un acantilado manteniendo las proporciones exactas con el diseño de la nave.       Más lejos aún, Whedon no se aventura usar la clásica pistola de rayos láser, reemplazándola por la de balas, no sin que episodios posteriores haga presente la existencia de estas, tratando de mantener cierta consistencia científica, a lo que se debe sumar el respeto a la teoría de la inexistencia de sonido en el espacio y el desarrollo de nuevo armamento espacial más acorde con una tecnología limitada por las circunstancias mencionadas en párrafos anteriores.       Joss Whedon no sólo crea su propio universo del futuro sino lo hace brillar a través de una consistencia científica y un puñados de personajes que nada tienen que envidiar a clásicos como Star Trek, más aún, no cae en la tentación del uso forzado de la sensualidad y la acción, todo está dado en dosis justas y acorde con la lógica del guión.  

     Dado el gran éxito de ventas de la colección de DVDs que compilan los 13 episodios, Universal compró los derechos y autorizó la filmación de una película de presupuesto tentativo de 50 millones de dólares con fecha de estreno septiembre del 2005, bajo la dirección del mismísimo Whedon. Ya los primeros informes de este proyecto apuntan a un guión que no dejará insatisfechos a los seguidores de la serie ni mucho menos del trabajo de Whedon, cuya reputación incluso le permitió hace poco firmar contrato para adaptar la heroína de DC Comics, Wonder Woman.  © 2004, Juan Carlos Sánchez. Sobre el autor: Periodista nacido un día trece de 1977. Escribe desde los 7 años. Ha escrito un puñado de novelas, más de 100 poemas y algunos cuentos entre ellos Trilogía de los malditos cuya primera parte: De las Cenizas de Sigalión participó en el segundo concurso de narrativa de su universidad. Si bien se he mantenido en el género de anticipación centrándose en personajes de complejos problemas psicológicos, ocasionalmente he escrito algunos dramas, algo de horror y recientemente alguna que otra cosa romántica. Sus mayores influencias son Frank Herbert, J Michael Strazynsky y Bruce Springsteen. 

El traidor en el árbol

Mi familia es una familia católica chilena tradicional. Desde pequeño cumplí con los ritos obligatorios de comunión, visitas a la iglesia y películas sacras en semana santa como todo buen niño de esta patria. Pero debo confesar que siempre guardé, como un pecadillo secreto, un atado de dudas sobre las historias sagradas: Desde preguntas profundas y teológicas del orden ¿Cómo es que Cristo nos salva muriendo? Hasta anecdóticas del tipo ¿Cómo es que sabemos lo que conversó Cristo con su padre en Gethsemaní?, estaba solo y la detención fue inmediatamente posterior.

Pero como una herida sin sanar en el costado de mi culposa mente, la duda que más me inquietaba era por qué Judas se había suicidado. Continue reading «El traidor en el árbol»

Formas alternativas de hacer la guerra

Armas Biológicas Si tuviera que dar una opinión acerca del ántrax, diría que pertenece al selecto grupo de enfermedades que han saltado a la fama de la noche a la mañana. Y es que, a raíz de los atentados ocurridos el 11 de Septiembre del 2001, no existe persona a nuestro alrededor que ignore su existencia. Y a pesar de que en su momento íbamos contando como si fueran “estampitas” los casos de ántrax ocurridos en Estados Unidos, pocas personas tienen, si no un pleno conocimiento del tema, al menos una clara comprensión de la realidad de ésta y otras enfermedades que se barajan como candidatas para ser utilizadas como armas biológicas. Muchas veces miramos la TV y en algunas ocasiones observamos unos sujetos enfundados en trajes plásticos de colores vivos, como de astronautas, y nos quedamos con esa imagen, elaborando castillos fantasiosos de hipótesis. Sin embargo, es justo decir que, si bien los medios de comunicación han querido brindar información precisa sobre el tema, también han contribuyeron en parte a esa ola de terror que dominó al mundo. En su loca carrera por “informar” fueron haciendo exactamente lo contrario, mal informar a la población. De ahí surge este artículo, con el fin de otorgar un panorama más verídico sobre el tema, apegándonos a hechos científicos y no sensacionalistas, dentro de un lenguaje no técnico, pero comprensible. Hablaremos primeramente del ántrax, por ser el más conocido. Posteriormente se tratarán otras enfermedades como la viruela, la plaga o las fiebres hemorrágicas, quienes también se han presentado como opciones de armas biológicas. No dejaremos de lado un vistazo rápido a las armas químicas, solo para diferenciarlas de las anteriores. 

 Un tema de moda que no tiene nada de novedoso        Primeramente, una definición sencilla de los que es un arma biológica es que se trata de todo aquel microorganismo o biotoxina utilizada para mermar las fuerzas enemigas o sus poblaciones civiles. Apegándonos a esto, veremos que el tema de las armas biológicas no es enteramente nuevo. Para comenzar, uno de los primeros usos de estas armas se remonta al año de 1346, cuando los Tartaros catapultaban los cuerpos de sus hombres que habían muerto de plaga, sobre las ciudades de Kaffa (ahora Feodosia, Ukrania). Por otro lado, ropa contaminada con el virus de la viruela fue distribuida deliberadamente entre los nativos americanos por los conquistadores europeos, ocasionando epidemias devastadoras en el norte y sur de América.
La Segunda Guerra Mundial provocó que países como Japón, Alemania, Estados Unidos y otros comenzaran sus investigaciones en este campo. Así, EU logró almacenar unas 5,000 bombas con ántrax, arsenal que fue destruido en 1973 por orden de Richard Nixon. Para 1975,
la Convención de Armas Biológicas prohibió el uso de tal armamento por parte de los países que firmaron el acuerdo. Sin embargo, las investigaciones continuaron en diversas parte del mundo, como lo demostró la evidencia presentada por Boris Yeltsin en 1992 sobre una epidemia de ántrax en 1979 en Sverdlovsk (ahora Ekaterinbug), Rusia, como parte de una liberación intencionada de esporas por parte de un laboratorio microbiológico militar. Actualmente su programa ha sido detenido, pero los investigadores del ramo podrían estar brindando su experiencia en otras naciones. Por último, las inspecciones en Irak han arrojado el dato que también ellos han comenzado sus investigaciones en el campo de las armas biológicas y químicas. 

Conociendo al ántrax       La bacteria del ántrax (Bacillus anthracis) fue el primer microorganismo en la historia en ser identificado como agente causante de enfermedades. Para 18950 se había observado en la sangre de ovejas muertas de ántrax y en 1877 fue aislada por primera vez por Robert Koch. Posteriormente, en 1881, Louis Pasteur ideó una vacuna con la cual realizó el histórico experimento de inmunizar 24 ovejas, 1 cabra y 6 vacas, haciéndolas resistentes al ántrax. Esta bacteria tiene forma de bacilo (o bastoncillo) y ante condiciones desfavorables, tiene la capacidad de formar esporas muy resistentes. El ántrax se considera como una zoonosis, es decir, una enfermedad que ataca primariamente a los animales, siendo la infección humana mero accidente. De esta manera, en forma natural el hombre adquiere la infección al tener contacto con animales, siendo la infección humana mero accidente. De esta manera, en forma natural el hombre adquiere la infección al tener contacto con animales infectados o sus productos (pieles, pelos, heces, etc.).  

     Las manifestaciones clínicas del ántrax son diversas. Comenzaremos con el ántrax cutáneo, el más frecuente (95% de los casos). Esta forma se produce al inocularse las esporas en la piel a través de un rasguño o una lesión que altere la estructura de la piel. Dentro de ésta última, las esporas se desarrollan por 2 a 5 días para después producir vesículas. Luego, las vesículas se rompen y reemplazan por una escara negra. El crecimiento de los ganglios linfáticos durante la enfermedad produce dolor intenso. El peligro de esta forma de ántrax es que la infección puede pasar de la piel al tórax, impedir la respiración o invadir el cerebro causando meningitis por ántrax. Rara vez existe contagio de persona a persona en el ántrax cutáneo.       Otra forma de ántrax es el pulmonar (o ántrax por inhalación) que se presenta casi siempre en los trabajadores que manipulan piel o pelo de animales. El período de incubación (período de tiempo que tarda en aparecer la enfermedad desde que la bacteria entra al cuerpo) es de 2 a 60 días. En esta enfermedad hay un progreso a la invasión de los pulmones produciendo dolor en el tórax, dificultad para respirar, acumulo de líquido en pulmones, producción de secreciones mucosas amarillentas y viscosas, así como fiebre. No es raro que cause meningitis y hemorragia cerebral. La muerte se presenta en 3 de cada 4 personas enfermas con ántrax pulmonar. Por fortuna, no hay transmisión de persona a persona.  

     Por último está el ántrax digestivo, el cual se presenta al ingerir carne poco cocida de animal infectado. Su período de incubación es de 1 a 7 días. En esta infectado. Su período de incubación es de 1 a 7 días. En esta forma se presenta dolor abdominal, fiebre, vómitos, diarrea muy líquida con sangre. La pérdida de líquidos conduce al choque hipovolémico.  El ántrax, ¿es realmente como lo pintan? 

     Se ha señalado en varios documentos serios que el ántrax y el virus de la viruela son los mejores candidatos para ser armas biológicas. Ambos patógenos pueden permanecer estables en aerosol en forma de partículas de 5 micras o menos. Ese tamaño es suficientemente pequeño para alcanzar los alvéolos de los pulmones y garantizar una mayor probabilidad de daño. En el caso del ántrax, la dosis infecciosa es mínima, del orden de 50,000 esporas solamente. Sin embargo, hay varias cosas por aclarar en cuanto al ántrax. Primeramente, aunque se ha querido difundir la idea de que el ántrax es una enfermedad rara, lo cierto es que es todo lo contrario. De hecho, en Estados Unidos es endémica (es decir, existen casos en forma habitual todos los años) en el ganado de los estados de Louisiana, Texas, Dakota del Sur, Nebrazka y California. Ello no ofrece mayor problema, pues lo animales que sobreviven al ántrax adquirido de forma natural, resisten bien las infecciones subsecuentes.       Por otro lado, aunque se quiera dar un aire de terror alrededor del ántrax, realmente no puede ser considerada como un arma biológica ideal. Para empezar, la exposición al ántrax tiene un peligro muy bajo. Para ponerlo en forma práctica, podemos tener en nuestras manos una carta con esporas de dicha bacteria y el riesgo de adquirir la enfermedad es relativamente bajo. Lo anterior se debe a que las esporas no son volátiles, es decir, no pueden adquirir la forma de aerosol espontáneamente. Otro punto importante es que solo la forma cutánea ha demostrado una transmisión de persona a persona, como se ha mencionado, pero solo en raras ocasiones. Y aunque la forma cutánea es la más frecuente, ello solo es cierto a la enfermedad sucedida en forma natural, no como consecuencia de un ataque bioterrorista. Prácticamente uno podría tocar el polvo de esporas de ántrax, y si no existen lesiones en la piel, jamás nos infectaríamos con esta bacteria. En cuanto a la mortalidad elevada en el caso del ántrax pulmonar, ésta solo ocurre en la forma natural, ya que la evolución de la enfermedad es muy rápida e impiden un diagnóstico y un tratamiento oportuno. También se debe a que la enfermedad es relativamente rara, lo que puede hacer pensar a los médicos en muchas otras enfermedades pulmonares antes de sospechar en ántrax pulmonar. Sin embargo, si la comunidad médica sabe que se está utilizando ántrax con fines bioterroristas, inmediatamente el ántrax pulmonar pasa a ser una de las principales sospechas diagnósticas ante cualquier enfermedad pulmonar. Así se logra un tratamiento más rápido y se reduce la mortalidad. Esto ocurrió en Estados Unidos, donde al saber de los primeros casos de ántrax pulmonar, inmediatamente se dieron alarmas a todos los organismos médicos y hospitales del país para descartar ántrax pulmonar en los casos sospechosos. 

     Por su parte, el ántrax digestivo es muy difícil de producir en un ataque bioterrorista, pues requiere contaminar los alimentos con grandes cantidades de esporas, lo que no resulta muy costeable. Además esta el problema de evitar una cocción adecuada de los alimentos que hayan sido contaminados.  Agentes que podrían utilizarse en el terrorismo químico y biológico 

Agentes químicos Agentes nerviosos: Tabun, Sarín, Soman, GF, VX. 

Agentes sanguíneos: Cianuro de hidrógeno, cloruro de cianuro. Agentes cutáneos (causantes de ampollas): Lewisite, mostazas de nitrógeno y sulfuro, fosgeno. 

Agentes pulmonares: Fosgeno, cloro, cloruro de vinil. Agentes biológicos  

Viruela mayor (Smallpox) Ántrax (Bacillus anthracis) 

Plaga (Yersinia pestis) Botulismo (toxina de Clostridium botulinum) 

Tularemia (Francisella tularensis) Fiebres hemorrágicas de Ébola y de Marburg (Filovirus) 

Fiebres de Lassa y Fiebre hemorrágica argentina (Arenavirus)   Viruela, supuestamente erradicada del mundo…      Ya desde tiempos inmemorables han quedado registros de epidemias devastadoras que han corrido por cuenta de la viruela. La severidad de las mismas era tal que las personas no reconocían como parientes suyos a aquellos familiares enfermos, hasta que la enfermedad hubiera pasado o el pariente hubiera muerto. No obstante, la falta de un reservorio animal y lo eficaz que fue la vacunación produjo que la OMS declarara erradicada la viruela a nivel mundial, en el año de 1980. En la actualidad, la vacuna no se aplica a la población, por lo que esta es teóricamente susceptible al virus de la viruela si reapareciera. Pero ¿cómo podría reaparecer un virus considerado como erradicado del planeta? Una vía es que algún virus de la misma familia que el de la viruela, pero que infectara a animales sufriera una mutación y adquiriera la capacidad para infectar al hombre. La otra vía sería que escapara de alguno de los dos lugares donde aún hay virus de la viruela, aunque sólo conservados como muestras. Estos lugares son el Center for Diseases Control and Prevention, en Atlanta, Georgia, y en el Research Institute for Viral Preparations, en Moscú. Independientemente de los eventos sucedidos en los últimos años, se ha venido especulando que muy posiblemente algunos países de Medio Oriente hayan podido obtener muestras de la reserva rusa, para fines militares.       La principal forma clínica de la viruela es la llamada viruela major, la cual cursa con máculas (manchas en la piel), pápulas (elevaciones pequeñas de la piel) y vesículas, además de fiebre, malestar general y dolor de cabeza. Las lesiones invaden todo el cuerpo. Uno de cada 4 pacientes con esta enfermedad moría. Otras formas de viruela eran la viruela hemorrágica (en donde las lesiones en la piel se acompañaban de hemorragias), la viruela confluente (donde las lesiones en la piel se unían unas con otras para formar lesiones más grandes) y la viruela minor (parecida a la viruela major, pero más leve).      La única forma de prevenir la viruela es mediante la vacunación. Desafortunadamente no hay suficientes vacunas contra la viruela en la actualidad, como para proteger a toda la población.  


La Peste, la gran muerte negra de
la Edad Media
      La peste es probablemente la enfermedad más devastadora conocida por el mundo. La peste, plaga o muerte negra ha sido la causante de grandes epidemias en la antigüedad, principalmente durante la Edad Media, donde cobró millones de vidas. La peste es causada por la bacteria Y. pestis, la cual infecta las ratas, siendo la picadura de pulgas el mecanismo por el cual la bacteria se transmite de un roedor a otro. Ocasionalmente, la pulga puede picar al hombre, pasándole la infección. En el sitio de la picadura puede aparecer una pústula (una vesícula llena de pus) o más frecuentemente no aparecer nada. Poco después, al irse diseminando la bacteria, aparecen nódulos (masas redondeadas por debajo de la piel) inflamados y dolorosos en los ganglios de la ingle, los llamados bubones. Esta es la llamada peste bubónica, en la cual la bacteria invade el bazo, el hígado, los pulmones y las picadura puede aparecer una pústula (una vesícula llena de pus) o más frecuentemente no aparecer nada. Poco después, al irse diseminando la bacteria, aparecen nódulos (masas redondeadas por debajo de la piel) inflamados y dolorosos en los ganglios de la ingle, los llamados bubones. Esta es la llamada peste bubónica, en la cual la bacteria invade el bazo, el hígado, los pulmones y las meninges, provocando hemorragias en todos ellos, a la vez que en otras partes del cuerpo se coagula la sangre dentro de los mismos vasos sanguíneos. Si los microorganismos llegan a los pulmones se produce la peste neumónica, la cual es altamente contagiosa. Después de aparecer los bubones, la muerte ocurre en los próximos 5 días. Si hay peste neumónica, la muerte ocurre en los siguientes 3 días.

  Botulismo, el poder de una toxina        El botulismo aparece tras el consumo de la toxina botulínica producida por la bacteria Clostridium botulinum. Esta toxina puede contaminar varios tipos de alimentos, como son las salchichas, la carne poco cocida, las verduras y las frutas mal cocidas enlatadas (caseras), los condimentos y los productos derivados del pescado. La toxina botulínica es una de las más potentes hasta ahora conocidas y puede causar la enfermedad en 18 a 36 horas después de haber sido ingerida. El botulismo se caracteriza por debilidad, mareo, estreñimiento, sequedad de boca y ausencia de fiebre. También hay visión borrosa, dificultad para deglutir y hablar, pérdida de la fuerza muscular de la cabeza a los pies y paro respiratorio. La mortalidad es elevada. 

Fiebres Hemorrágicas de Ébola y Marburg       El brote por el virus Ébola ocurrió en Etiopia en los años 1961-62. Posteriormente, en 1967 ocurrieron los brotes por el virus Marburg en varios laboratorios de Marburg, Frankfurt y Belgrado. Desde entonces ha habido unos 7 brotes por el virus Ébola en varios países de África, además de algunos casos aislados por el virus Marburg.  

     El virus Ébola se transmite de persona a persona a través del contacto personal estrecho, o por contacto con la sangre de los enfermos o de los cadáveres. El período de incubación es de 2 a 21 días, tras lo cual se presenta fiebre, vómito, dolor abdominal, dolor de cabeza y diarrea. Posteriormente hay enrojecimiento de las conjuntivas, dolor de garganta al comer, hemorragias nasales, bucales, gastrointestinales y genitales (en mujeres). Puede acompañarse por maculas en la piel. Cinco a nueve de cada diez personas infectadas por Ébola mueren.  Agentes Químicos 

     De acuerdo con la inteligencia militar y varias agencias gubernamentales  de EUA, al menos 10 países tienen la capacidad de producir y diseminar armas químicas y biológicas. El primer agente nervioso fue desarrollado en los 30’s, en Alemania, y fue el gas Tabun. Continuó el gas Sarín seguido del gas Soman a finales de los 30’s y principios de los 40’s. El agente V se desarrollo en los 50’s. La versión VX es la más potente de todas pues es más estable, menos volátil y menos soluble en agua, lo que permite su persistencia en el ambiente varias semanas después de su liberación.       Los agentes nerviosos afectan la transmisión de los impulsos nerviosos, algo similar a como sucede con las sustancias organofosforadas (utilizados como insecticidas). Dependiendo del grado de exposición, los síntomas aparecen a los pocos minutos o hasta 18 horas después. Hay agitación, confusión, delirio, alucinaciones, epilepsia y coma. 

Los agentes cutáneos son conocidos por causar quemaduras y ampollas en los afectados. Sus efectos son devastadores a nivel de piel, mucosas y aparato respiratorio. Estas sustancias carecen de olor y color. El mecanismo de acción es uniéndose a moléculas como los ácidos nucleicos, afectando los procesos biológicos como la división celular y la síntesis del ADN. Los primeros de olor y color. El mecanismo de acción es uniéndose a moléculas como los ácidos nucleicos, afectando los procesos biológicos como la división celular y la síntesis del ADN. Los primeros síntomas aparecen entre 2 y 24 horas después del contacto con el agente. Hay irritación de ojos, lagrimación, tos y sensación de quemazón. Posteriormente hay inflamación en piel, aparición de ampollas y descamación. La muerte es producida por la lesión al aparato respiratorio.      Los agentes sanguíneos como el cianuro de hidrógeno son efectivos solo en espacios confinados, ya que es muy volátil. La forma de actuar de estos químicos son inhibiendo la utilización de oxígeno por la célula, por lo que se detiene toda actividad celular. La exposición a altas concentraciones produce la muerte instantánea. Bajas concentraciones producen aumento en la frecuencia cardiaca, dolor de cabeza, epilepsia y coma antes de la muerte.  

Producción de armas de Irak *      8,000 litros de solución de ántrax. 

     20,000 litros de toxina botulínica.      340 litros de Clostridium perfringens. 

     10 litros de ricina.      * = Estas cifras son la producción que alguna vez tuvo Irak en el pasado, aunque actualmente no se han encontrado tales reservas. 

Arma Biológica Ideal       Hemos analizado algunas enfermedades que podrían servir como armas biológicas. No obstante, podemos especular como podría ser un arma biológica ideal, en base a los 6 puntos siguientes: 

     1.- Debe ser capaz de transmitirse fácilmente de persona a persona. Un ejemplo de esta característica es la viruela o el Ébola, dos infecciones muy contagiosas. El ántrax aquí pierde toda posibilidad de éxito, pues su contagiosidad es baja.      2.- El período de incubación no debe ser muy corto. Ya dijimos que el período de incubación es el tiempo que pasa entre la adquisición del microorganismo y las primeras manifestaciones de la enfermedad. Aunque una enfermedad con un período extremadamente corto (de incluso horas) es buen argumento para las películas, en el mundo real no es muy eficaz. Un período tan corto limitaría la epidemia rápidamente, ya que los pacientes no tendrían oportunidad de viajar y diseminar la infección a otros sitios. Morirían prácticamente en el mismo lugar donde adquirieron la infección. De ahí el éxito con el síndrome respiratorio agudo grave o SARS, presentada a partir de febrero del 2003 en el sureste asiático. Con un período de incubación de 2 a 7 días permite a los infectados viajar a cualquier lugar del mundo sin saber que son portadores del agente infeccioso y que pueden iniciar nuevos brotes en lugares distantes.  

     3.- Morbilidad y mortalidad elevadas. Por morbilidad entendemos la capacidad para producir enfermedad. Tomemos el ejemplo de un virus llamado de Epstein-Barr para el cual se ha investigado que casi todo el mundo podría haber tenido una infección por el mismo. Solo que la mayoría de las veces (para fortuna nuestra), la infección es asintomática, es decir, jamás nos damos cuenta por que nunca sentimos nada raro. Entonces de nada sirve que tengamos un microorganismo que sea capaz de transmitirse fácilmente o que sea altamente contagioso, si solo producirá enfermedad en algunos cuantos sujetos. Técnicamente sería un desperdicio, ¿no? Algo similar ocurre con la mortalidad.      4.- Fácil de obtener y transportar. En películas y libros podemos ver que algunos microorganismos hipotéticos son creados en laboratorios de alta tecnología, transportados en recipientes llamativos y cosas así. En realidad, una buena arma biológica deberá ser obtenida en gran escala, pero a bajo costo. De ahí que sean una forma alternativa de hacer la guerra. Si queremos gastar mucho dinero, mejor hagamos armas químicas o nucleares. Además, para poder diseminar el arma biológica y hacer mella en el enemigo precisamente debe pasar inadvertida, no enlatada en envases lujosos y futuristas. Se ha planteado que grupos terroristas podrían infectar a algunos de sus miembros y enviarlos a los países blanco, para ahí iniciar las epidemias. 

     5.- Que produzcan enfermedades de difícil tratamiento para el enemigo, pero no para el atacante. El ántrax que se encuentra en el medio natural es destruido fácilmente con la bien conocida penicilina. Sin embrago, su manipulación genética por algunos laboratorios ha derivado en cepas resistentes a múltiples medicamentos. Por lo tanto, eliminar la enfermedad es sumamente difícil en estos casos. Ahora tomemos el ejemplo de la viruela. Si algún grupo contara con la vacuna contra la misma, podría liberar el virus tranquilamente sabiendo que sus miembros vacunados sobrevivirían fácilmente. El meollo es atacar al enemigo, pero resistir al microorganismo ya que no podemos tener completo control sobre a donde se disemine geográficamente.       6.- Que sea capaz de autoperpetuarse. La toxina botulínica es una de las toxinas más efectivas que existen, aunque usarla confiere un problema. Los sujetos a los que se le administre serán los únicos afectados. Como se trata de una toxina, no puede reproducirse y solo afecta a aquella persona a la que le fue administrada (y eso si la dosis fue lo suficientemente elevada como para poder hacerle algo). Cosa contraría ocurre si hablamos de un virus o una bacteria, los cuales se reproducen y en un momento dado pueden pasar a otros sujetos. 

     Ahora bien, aunque el ántrax no es un arma biológica muy eficiente de acuerdo a estos puntos señalados, si cumple su cometido en el bioterrorismo. No ha causado muchos decesos, ni los causará, aunque si ha infundido miedo en EUA y alrededor del mundo. Luego, ha sido exitosa como elemento bioterrorista, nada más. © 2004, José Fco. Camacho A. 

Lecturas recomendadas:        Noeller TP. Biological and chemical terrorism: Recognition and management. Cleve Clin J Med, 2001; 12: 1001-16.       Bush LM, Abrams BH, Beall A, Johnson CC. Index case of fatal inhalational anthrax due to bioterrorism in the
United States
.
N Engl J Med, 2001; 345: 1607-10.

      Gordon SM. The threat of bioterrorism: A reason to learn more about anthrax and smallpox. Cleve Clin J Med 1999; 66: 592-600.      LaForce FM. Anthrax. Clin Infect Dis, 1994; 19: 1009-14. 

     Martínez CPA, Colonias VA. La amenaza bioterrorista: Un enfoque global para los médicos asistenciales desde las perspectivas española y europea. Rev Invest Clin, 2002; 54: 7-11.  Sobre el autor: José Fco. Camacho A. nació en 1979 en la ciudad de Querétaro, México. Actualmente es médico general en vías de iniciar la especialidad de cirugía general. Como pasatiempo escribe ensayos de divulgación, cuentos de ciencia ficción y relatos cortos, así como un Manual de Microbiología y Parasitología Médica. 

¿Ciencia Apática?

De alguna manera, la verdad, la ciencia y  la compasión, deben ir ligadas en cada tópico  

que se devela al entendimiento del hombre.  “El conocimiento envanece, pero el amor  

edifica   (1 Co. 8:1b) 

A manera de presentación, no soy científica, sino una ávida lectora de género de la ciencia, y de igual modo, de la literatura de fantasía y ficción que se derivan de los tópicos tanto especulativos como ya evidenciales de la misma. Llegué por un mero accidente a conocer de este espacio de expresión, y me he interesado en cada uno de los números que han salido a la luz gracias a la colaboración de los que como yo, comparten el gusto por las disciplinas científicas, y los pasatiempos que surgen de ellas.       Sin embargo, como parte de una sociedad que se dice “en pleno avance del conocimiento tecnológico, científico, económico, social y político” ( ah, por cierto, soy mexicana), aún veo con tristeza que el grupo en el que me he autocatalogado partícipe, es una minoría con respecto al porcentaje de seres humanos pensantes que este maravilloso país tiene. Y es una lástima. Soy una de los convencidos de que no dos, sino un montón de cabezas piensan mejor que una. Es por eso que me embarga una especie de rabia-tristeza-impotencia al comprobar que la divulgación del conocimiento científico tal y como debe establecerse en los medios de enseñanza, de comunicación, e incluso entretenimiento, aún no ha llegado a superar su etapa de “pañales”. 

     A pesar de todo, y con ánimo –aunque ya pasé la etapa de la adolescencia-juventud en la que consideraba que podría llegar a cambiar el mundo, algún día– de afectar la cultura un tanto apática de las mayorías de este país, sigo aportando granitos de arena (algunos definitivamente enterrados entre los demás granitos de arena y piedritas que otros muchos de mayor entendimiento que yo en este universo de ciencia, letrados y filósofos tecnólogos, y otros que por ahí, poquiteramente hablando, han tenido cierta influencia en unos cuantos conocidos, y otros tantos extraños que se han topado con mis ideas y divulgaciones de pensamiento).      Bueno, el asunto de este breve ensayo (o mejor dicho, escrito) es una contraidea que la ha motivado un artículo recién salido en el número 7 del e-zine TauZero, Carl Sagan & Michio Kaku, nacido de la opinión de Rodrigo Mundaca Contreras. En él, deja manifestada su visión personal de lo que puede ser la imagen de un científico, o “científico estándar”; socialmente se ha tomado esta imagen en clichés no sólo de la cultura latina, sino a nivel mundial. Yo tenía hasta hace poco, esa misma visión, pero me ha sorprendido sobremanera el comprobar que no hay algo más alejado de la verdad en los que realmente son Científicos enamorados de la disciplina de la observación, creación de teorías, descubrimiento de leyes y aplicaciones prácticas a tales descubrimientos y creaciones personales, y al mismo tiempo, enamorados de la humanidad de una manera extraordinaria. Tomo el ejemplo de la sorprendente revelación que tuve hace unos tres meses, del trabajo pacifista y social que Albert Einstein realizaba dentro de las sociedades universitarias, buscando en todo momento que los estudiantes que devoraban ávidamente sus tratados, ensayos de leyes y teorías, e intentaban a toda costa ser alumnos de sus cátedras, entendieran el valor de la naturaleza humana aun sobre toda ley física, o enunciado científico que hubiese hasta el momento. Sus conferencias y manifestaciones (¡¡¡Sí, Albert Einstein se manifestó públicamente por el desarme!!!¡¡¡Era pacifista!!!) en las conferencias científicas, tanto en Europa como en América, y de una forma de expresión sublime y hermosa, en las cartas que dirigía a los jóvenes que conocía, hijos de amigos, familiares y allegados profesionistas con quienes compartía opiniones, deja muy en claro la preocupación que sostenía cada día de su vida por el género humano, por sus semejantes, y lo que él podía aportar para beneficio de esos semejantes. Es interesante ver a Albert momento. Sus conferencias y manifestaciones (¡¡¡Sí, Albert Einstein se manifestó públicamente por el desarme!!!¡¡¡Era pacifista!!!) en las conferencias científicas, tanto en Europa como en América, y de una forma de expresión sublime y hermosa, en las cartas que dirigía a los jóvenes que conocía, hijos de amigos, familiares y allegados profesionistas con quienes compartía opiniones, deja muy en claro la preocupación que sostenía cada día de su vida por el género humano, por sus semejantes, y lo que él podía aportar para beneficio de esos semejantes. Es interesante ver a Albert Einstein fungiendo en un papel que yo desconocía por completo, y es más interesante, cada vez que encuentro alguna pieza del rompecabezas que estoy tratando de armar con respecto a la vida, obra y pensamiento de uno de los hombres que ayudó a cambiar el rostro de la ciencia en los últimos 100 años, darme cuenta que no era solamente un genio, y que no se le tiene que reconocer sólo como el creador (erróneamente, diría yo) de la bomba atómica o de las teorías de la relatividad, sino que antes de eso, tener plena conciencia, tal y como él la tuvo de sí mismo al mostrar responsabilidad hacia la sociedad en la que se desenvolvía, que era un ser humano, un hombre que tenía temor hacia Dios, que poseía conciencia social, pensamiento y conocimiento de la fragilidad de la vida, y que hizo valiosos y bellísimos aportes para el bienestar de la humanidad.  

     No es el único ejemplo. Podríamos citar a Benjamín Franklin (enteramente desconocido de la comunidad latinoamericana, a lo que he descubierto con verdadera tristeza), o un Hipócrates, o Luis Pasteur, o incluso de autores de ciencia, tecnología, sociología, etc., que desempeñaban labores científicas de trascendencia e importancia extraordinarias, tales como un Isaac Asimov, o investigadores científicos como un Jaques Costeau, o el mismo Carl Sagan, como lo menciona Mundaca en su ártículo, o de muchos otros que ahora representan parte de la comunidad de científicos contemporáneos, y de los cuales, dicho con vergüenza (mea culpa, no he ordenado mis tiempos), no me he dado a la tarea de buscar sus motivaciones personales por los que la ciencia ahora forma parte de sus vidas.       No es un reproche por la visión generalizada que la mayoría tiene (y teníamos) de los científicos, sino un reto a mostrar un interés más abierto para conocer el trasfondo del pensamiento de cada científico, y un desafío para demostrar que todos y cada uno de nosotros podríamos alcanzar el nivel de científicos, investigadores, tecnólogos, pero con una meta determinada, sin importar lo estrafalario que sea la imagen que adoptemos, pero sí con la completa convicción de que ese interés no lo determina la cantidad que el Nobel entrega cada año o los aplausos recopilados en cada sesión de conferencias científicas, sino que se hace por amor a la humanidad, por amor e interés a los que comparten con nosotros este planeta, para representar con nuestras acciones la meta verdadera de la ciencia, la razón de la verdad puesta al servicio del hombre, por el hombre. 

© 2004, Laura Elizabeth Vázquez.  Sobre la autora: Laura Elizabeth Vázquez es mexicana, estudiante de 5º semestre de Informática, colaboradora de tiempos alternos en una sociedad cultural y madre de un adolescente en tiempos libres. Dentro de la sociedad cultural a la que pertenece, ha participado en actividades informativas, tales como colaboración en la página de Internet y publicaciones con traducción y revisión de artículos científicos y de enseñanza. Dentro de las actividades universitarias, colaboradora en los eventos del departamento de Idiomas y Lengua Extranjera I y II y actualmente se desempeña como Coordinadora del Primer Taller de Comunicación y Creación de Ensayos, Cuentos y Relatos. 

Editorial TauZero #11

Si han leído la biografía del Buen Doctor o, al menos, las introducciones que solía escribir para sus cuentos, habrán notado que lo único que sobrepasa su extensa obra es su ego…  

      En las ocasiones en las que tiendo a compararme con el Buen Doctor, no es precisamente en lo clever para escribir, sino en aquella tendencia egocentrista. Me gusta hablar de la vida, el universo y todo lo demás… pero me he dado cuenta que pareciera gustarme más hablar de mí mismo. Puedo hablar (o escribir je!) de mi persona durante horas sin aburrirme… y siendo optimista, pareciera que a mis interlocutores tampoco. 

      Me gusta soñar… supongo que por eso leo ciencia ficción… para experimentar realidades imposibles y turistear en extravagantes planetas que jamás podré viajar. ¿Qué lector de ciencia ficción no ha fantaseado con tripular alguna nave espacial, investigar lo que ocurre en remotos sistemas solares, bañarse en espumosas aguas bajo la luna de soles multicolores o encontrarse frente a frente con alguna inteligencia extra-terrestre? 

      Si el lector ha asentido levemente o esbozado una sonrisa, entonces entenderá perfectamente el experimento que hemos incluido en esta edición de TauZero… 

      Tiempo atrás Sergio, mi fiel editor, me comentó que su primo Remigio Aras estaba escribiendo un cuento en donde el protagonista vivía unas inusuales aventuras, con viaje temporal incluido. Me pareció una historia de lo más simpática y, medio en broma, medio en serio, le pedí a Sergio, para que a su vez le pidiera a Remigio, que ese personaje se llamase como yo…  

      A Remigio le agradó la idea, Y no se quedó allí. Sugirió que aquel personaje no sólo debía llamarse como yo, sino “ser yo”. Y debo confesar que la idea me sedujo. Y se puso manos a la obra. Al principio pensó en extraer información del blog que yo publicaba por aquel entonces en
la Internet para ayudarse. Luego pensó en idear un cuestionario que yo respondería para dar luz sobre mis gustos y criterios. Por último, decidió escribir su historia usando como personaje central su propia versión de mi “yo”. 

      Cuando terminó de escribir, me envió el texto para que yo rescribiera lo que estimase necesario. Sin embargo, me limité a rescribir aquellos fragmentos que no se aplicaban correctamente a mi persona, me describían en forma deficiente o no me dejaban en una situación “digna”. Sergio, muy en su estilo, llamó a esto censura y hasta tuvimos una mini-discusión un tanto seria al respecto, que se solucionó felizmente, of course. 

      El resultado nos dejó conforme a todos. Remigio escribió su relato, y yo obtuve el rol protagónico en mi propia aventura. De alguna forma me siento como un Max Headroom literario. El personaje que interactúa con
la Inteligencia Artificial llamada Lucy, que no se inmuta frente a un panel de controles de diseño hiperfuturista y que viaja en el tiempo y regresa justo para tomar desayuno, tiene mucho de mi forma de ser. Los diálogos, expresiones y “muletillas” corresponden a mi forma de expresarme. Algunos detalles familiares y sentimentales pueden haber sido exagerados, tergiversados o son sencillamente inexactos para el momento en que se publica la historia, siendo todo ello tendiente  a darle más sabor a la historia… después de todo, esto es ciencia ficción 😉 

      Bien, basta de egocentrismo. Mejor dejo esto hasta aquí y así ustedes pueden disfrutar íntegramente de esta edición de TauZero

Rodrigo Mundaca Contreras.

Enero 2005

I love Lucy

Rodrigo 

1 

Hace tiempo que un permanente estado de inquietud invadía a Rodrigo. Tanto la inspiración como el deseo inconsciente de poner punto final a su memoria de ingeniería electrónica le rehuían la mirada. También se la rehuía de cierta forma el mundo laboral, desde que las ventajosas condiciones de trabajador freelance habíanse acabado de la noche a la mañana. Para colmo, mientras no terminara los trámites académicos no obtendría el título profesional que le permitiría trabajar legalmente como ingeniero electrónico. Sentimentalmente tampoco estaba en paz, la mujer que le quitaba el sueño no hacía nada más que arrebatarle horas a sus noches –y también a sus días–, sin que se decidiera a darle el sí, confundida debido a su corta edad e infelizmente enredada con un tipo que claramente no la merecía. 

      De cualquier forma era sólo cuestión de tiempo para que la bella e inteligente muchacha admitiera que su relación amorosa con el pelafustán aquel era un terrible error y que no era otro sino Rodrigo el hombre de su vida, al menos eso pensaba él. ¿Cuándo alcanzaría su amada la iluminación? Rodrigo esperaba que pronto, y aunque era muy paciente y solía decir que sus objetivos eran a “largo plazo”, había momentos en que la situación se le hacía insoportable. 

      Tampoco encontraba Rodrigo sosiego en sus locuaces y silenciosos amigos: los libros, en los que históricamente habíase refugiado cuando las condiciones del mundo externo no le eran favorables. Le resultaba imposible leer más de dos páginas seguidas sin perder la concentración. En aquellos momentos su mente comenzaba a divagar por mundos extraños y, si bien aquel era el inmejorable estado para la creación literaria –otro de los pasatiempos de Rodrigo–, para cuando comenzaba a escribir en el procesador de textos, su imaginación, otrora fecunda, caía marchita a sus pies y terminaba produciendo historias bastante mediocres y aburridas, como aquella sobre el Fasat-Alfa que había enviado a Púlsares –el primer concurso de cuentos del fanzine Fobos– y que había motivado las burlas de los gurúes de la ciencia ficción chilena que oficiaban de jurado: Luis Saavedra y Pablo Castro.  

      Rodrigo, en definitiva, estaba en un estado que un jugador de ajedrez habría definido como “ahogado”. No podía realizar movimiento alguno. Pero, a diferencia del rey atacado, su estado de ahogamiento tenía solución: sólo necesitaba huir de todo y de todos durante algún tiempo. Relajar y ordenar su mente, y aquello sólo podría realizarlo en un lugar tranquilo. 

      Aquello fue precisamente lo que diagnosticó su hermano mayor, Christian. En una extensa, reveladora y catártica conversación, le recomendó retirarse a su parcela de veraneo recientemente adquirida, ubicada cerca del pueblito de Santa Juana, a unas pocas decenas de kilómetros de Concepción, en la región central de Chile. Rodrigo estuvo de acuerdo con aquella propuesta y emprendió el viaje desde Santiago en el Susuki Ignis four wheel drive de su hermano. Partió a las seis de la mañana, mapa en mano, y llegó a eso del mediodía a la finca. Detuvo el vehículo frente a una imponente reja de gruesas pilastras de cemento con fierro dibujando arabescos y tocó dos veces la bocina. Al fondo se divisaba una casona con un ligero estilo colonial. A los pocos minutos aparecieron los cuidadores de la propiedad, don Aquiles y doña Eduviges, un matrimonio de unos cincuenta años que había trabajado con el antiguo dueño del terreno y que Christian había decidido mantener después de haberla adquirido. 

      Don Aquiles descargó el equipaje de Rodrigo, que se limitaba a una sola maleta, un computador portátil, en caso que la inspiración remontara el vuelo, un pequeño bolso que contenía su telescopio y, finalmente, el trípode de este instrumento; luego lo condujo a la habitación que le habían preparado. Tras estas vicisitudes y mientras Eduviges terminaba de preparar el almuerzo, Rodrigo se dispuso a dar una vuelta por los alrededores, acompañado de Aquiles. Tras la casa se extendía un cuidado jardín que desembocaba en una amplia piscina junto a una hilera de cerezos en flor al lado norte que la protegían del viento; más atrás había un huerto con lechugas, alcachofas y otras verduras. Más al fondo, una arboleda de frutales, especialmente manzanas y duraznos. Contiguo a la huerta, llegaron a un sitio extenso, arado y sembrado, según informó Aquiles, de avena. Al lado estaban las caballerizas con tres hermosos equinos para montar. 

      Siguieron caminando por un amplio terreno sin cercos hasta el límite de la propiedad, demarcado por una ristra de eucaliptos con rojos copihues trepando por sus troncos. Al final de este terreno había un cerco de alambre de púas. 

      –¿Y este caminito adonde va? –preguntó Rodrigo. 

      –Son caminos vecinales –respondió Aquiles–, que van a otras propiedades para desembocar después en el camino a Santa Juana, tres kilómetros más allá. 

      –Es bastante grande la propiedad de mi hermano –señaló en voz alta, para luego susurrar para sí –vaya suerte en los negocios ha tenido. 

      –Sí, deben ser una veinticinco hectáreas –confirmó Aquiles–. Será mejor que regresemos, la Eduviges debe estar esperándonos hace rato ya con el almuerzo. 

2 

      La siguiente semana fue muy placentera para Rodrigo. Se levantaba muy temprano cada mañana, incluso antes del amanecer. Montaba en alguno de los tres caballos de su hermano y se dirigía al más cercano y empinado promontorio. Desde allí observaba, en silencio, la aparición del sol. Se quedaba allí hasta que el humo de la cocina le señalaba que doña Eduviges ya tenía listo el desayuno. Leía hasta medio día tendido en la hierba, bajo la sombra de un gran cerezo que parecía haber sido plantado únicamente para ofrecer sombra a los lectores. Durante la tarde volvía a cabalgar, en dirección a un estero de aguas profundas y cristalinas que bordeaba la finca, y allí se quedaba refrescándose hasta que el estómago le indicaba que nuevamente era hora de comer y regresar a la casona en donde Eduviges siempre tenía preparado alguna comida campesina que multiplicaba por mil el apetito. Luego de saciarse, Rodrigo se sentaba a reposar en una mecedora ubicada en el patio frontal de la propiedad, respirando profundamente para impregnarse con el olor a tierra mojada que provenía de una huerta cercana que, todas las tardes, era regada en forma automatizada. En aquellos instantes, cuando el día comenzaba a perder terrero frente al avance de la penumbra, a Rodrigo le gustaba mirar hacia el cielo y observar cómo éste gradualmente iba cambiado del hermoso azul pálido a una tonalidad más oscura, y luego a un color violeta salpicado de tímidas estrellas, para llegar finalmente al tan familiar negro estrellado.  

      El cielo en aquel lugar estaba increíblemente sembrado de estrellas, y aquella visión de cósmica belleza arrebataba a Rodrigo más de alguna lágrima de felicidad y placer. Cuando llegó a la finca de su hermano, días atrás, la luna estaba en su fase menguante y, para cuando hubo luna nueva, Rodrigo casi temía por su corazón debido al increíble espectáculo producido por aquella frondosa salpicadura de estrellas, que de verdad parecía como si hubiesen esparcido leche en el cielo; una visión bastante inusual para un citadino como él. Su último juguete, un ultra compacto telescopio de óptica Maksutov-Cassegrain equipado con servomotores y GPS, no contribuía precisamente a disminuir el estado de excitación emotiva e intelectual que le producía el cielo. Observaba silencioso y paciente los astros durante muchas horas.  

      Una noche tuvo la fortuna de ver el paso de tres bólidos, uno de los cuales le provocó un sobresalto pues pareció caer por ahí cerca. Rodrigo, con el corazón palpitando y en actitud expectante, esperó varios segundos alguna explosión en el bosque, pero aquello por supuesto nunca ocurrió. Si alguien le hubiera visto el rostro, habría detectado un dejo de frustración. El motivo se originaba en el hecho que, si bien era una persona que miraba mucho hacia el cielo, tanto a simple vista como con instrumentos, jamás había visto algo fuera de lo normal. Como contraste, le resultaba bastaste común ver en televisión reportajes de personas que afirmaban y juraban haber visto alienígenas y naves espaciales y cosas por el estilo. Siempre había querido vivir una experiencia como las que veía en televisión, para así determinar si dichos avistamientos eran reales o sólo alguna clase de afiebrada alucinación. 

      El quinto o sexto día amaneció nublado y muy frío y la rutina a la que Rodrigo había comenzado a acostumbrarse fue de esta manera alterada. En vez de salir a vagabundear, decidió ofrecer su ayuda en las labores domésticas. Doña Eduviges ese día preparó las siempre bienvenidas “humitas”, aquella típica comida chilena que básicamente corresponde a una pasta hecha de maíz y especias, envueltas en las hojas de su mazorca conformando así un pequeño bulto que luego, al ser atado por su centro para evitar que se desarme, adquiere el parecido con el objeto de donde obtiene su coloquial nombre (y que no tiene nada que ver con la célebre farsa de los ummitas ideada por el psicólogo José Luis Jordán). La humita se cuece sumergida en agua y se sirve a la mesa caliente o fría, acompañada por lo general de un buen plato de ensalada a la chilena que no es otra cosa que rodajas de tomate con cebolla cortada a la pluma y perejil.  

      El proceso de elaboración de las humitas era más bien monótono, pero pintoresco, y Rodrigo ayudó moliendo los granos de maíz para transformarlos en la necesaria pasta. El matrimonio se reía y bromeaba a propósito de la poca habilidad de su huésped para realizar aquella labor tan simple. La verdad es que Rodrigo siempre había sido un inútil en la cocina, incapaz hasta de freír correctamente un huevo. El trabajo lo dejó extenuado, de modo que después de terminar decidió ir a dormir la siesta. 

      El día, inusualmente frío y nublado, se despidió muy rápido. Para cuando Rodrigo despertó de la siesta la tarde estaba irremediablemente arruinada. No había estrellas para mirar y hacía demasiado frío como para acometer un paseo nocturno, Rodrigo continuaba sin deseos de escribir y no quería leer. Don Aquiles notó su desasosiego y, destapando una botella de vino que según señaló había tenido guardada durante mucho tiempo, lo invitó a beber y a conversar sobre sus curiosas actividades. Le preguntó que tipo de cosas escribía y que miraba con tanto interés en el cielo. Rodrigo, que ya de por sí es algo egocéntrico y dado a explayarse, con un par de copas se tornó tan locuaz que hubieran podido llenarse varios tomos con todo lo que dijo en aquella velada. Le habló a Aquiles de su naciente vocación de escritor, de su revista digital TauZero y de su club de difusión científica-astronómica denominado RASTRO. Don Aquiles le escuchaba un tanto asombrado, pues semejantes ideas y pasatiempos no los había escuchado en persona alguna. De no ser por el parecido en el hablar y ciertos rasgos de la cara, don Aquiles no hubiera creído que la persona que tenía sentada enfrente era hermano de su patrón, tan distintos eran.  

      Rodrigo acudió a sus aposentos pasadas las dos de la madrugada, tras haber explorado los territorios desconocidos que le ofrecieron dos vasos de whisky, algo inédito en él que era casi abstemio, pero considerando que estaba en plan de recuperar su perdido sosiego, no dudó en explorar el curioso estado mental que otorga el alcohol.  

      Luego de eso se retiró a su dormitorio, en donde se durmió en forma instantánea. Descansó profundamente hasta que un fuerte ruido, como de un disparo o el aullar de un perro lo despertó a eso de las seis de la madrugada. un extraño rugido que los hizo callar de pronto. Tomé mi escopeta y la linterna y salí al gallinero encontrándome cara a cara con el animal este… del puro susto le disparé y le di de lleno en el pecho, el animal aulló y se fue corriendo más rápido que una liebre. Pensé en volver a la casa pero luego decidí asegurarme que el animal estuviera muerto. Seguí por cerca de quince minutos el rastro de sangre con mi linterna y al final encontré a un hombre que agonizaba sobre un charco de su propia sangre, pero no cualquier hombre, don Rodrigo, ¡sino que un hombre del futuro! 

      –¿Del futuro?, ¿por qué dice eso? –preguntó Rodrigo sin percatarse que los vellos de sus brazos se erizaban ligeramente.

      –Deje que le cuente –replicó Aquiles–. El tipo este me pidió que lo ayudara, en español pero con acento extranjero, le pregunté que podía hacer por él y me dijo que fuera a buscar ayuda a su nave, indicándome la dirección. “Ahí no hay nada” le dije, me contestó que siguiera, que la nave era invisible desde afuera.  

      –¿Cómo así? 

      –La nave se encuentra dentro de un campo de… de no sé que cuestión, disculpe don Rodrigo pero yo no entiendo de esas cuestiones. Me acerqué a una puerta y grité pa’ dentro que había un hombre herido, de inmediato salió una cosa como una carretilla mecánica con brazos y todo a buscar al pobre diablo. 

      –¿Había más tripulantes en la nave? –los ojos de Rodrigo crecían y se ponían muy redondos, no podía creer que una persona como Aquiles estuviera expresándose en esa forma. 

      Aquiles movió negativamente la cabeza. 

      –¿Y que hay del animal al que usted le disparó? ¿Lo encontró? ¿Y quien hirió al hombre? ¿Está seguro que no le disparó a este hombre confundiéndolo con un animal? ¿Por qué dice que es un hombre que proviene del futuro? ¿Se aseguró que … 

–Don Rodrigo –interrumpió Aquiles–, usted me abruma con tantas preguntas… bajó la vista un momento, y luego pareció concebir una gran idea. Levantó la mirada y con una sonrisa dijo:  

      –¿Por qué no le hace usted mismo las preguntas a la nave?  

      –¿Preguntarle a la nave? Aquiles, sólo fueron un par de copas de whisky las que nos tomamos. ¿Está seguro de lo que dice?  

      –Sí, don Rodrigo. La cosa esa habla, y es algo que me asusta. Pero usted es muy inteligente y estoy seguro que podrá entender todo aquello. Venga, lo llevaré… 

      –¿Está seguro que no hay peligro, mijito? –preguntó la aprehensiva Eduviges. 

      –Usted no se preocupe –contestó su marido–, quédese aquí a preparar el desayuno y nosotros ya volvemos. 

      Eduviges hizo como le decían, disponiéndose a encender la estufa a leña ubicada en el otro extremo de la cocina. Realizando aquella labor tan normal en su vida, Eduviges pareció recobrar la calma. Aquiles la miró un momento y luego dijo: 

      –¿Vamos entonces? –Pero se dio cuenta que le hablaba al aire–. ¿Don Rodrigo? –llamó–. ¿Dónde está? 

      Se sintió un ruido de violento traqueteo, y antes que Don Aquiles decidiera ponerse de pie para investigar el origen del disturbio, Rodrigo apareció en el umbral de la puerta. 

      –Debe estar fresco allá fuera de modo que fui a buscar mi chaqueta. ¿Nos vamos, Aquiles? –Los ojos de Rodrigo irradiaban energía y curiosidad que nunca pensó encontraría en aquel lugar tan tranquilo. 

Lucy 

3 

      Ya había amanecido completamente para cuando Rodrigo y Aquiles salieron de la casa. Luego de cabalgar durante un cuarto de hora llegaron al sitio en el que, supuestamente, se ocultaba la nave.  

      –Es allí, junto a los eucaliptos –señaló Aquiles–. Estamos a unos tres pasos de una pared invisible. Entre usted, yo le esperaré aquí afuera, me asusta esa cosa pues hace unas cosquillas de lo más raras.  

      Rodrigo avanzó los tres pasos, sintiendo el raro e intenso cosquilleo por todo el cuerpo que Aquiles había mencionado y se encontró frente a un desconcertante conjunto de ovoides y poliedros de color plateado. Se acercó a lo que asemejaba una escotilla abierta para luego adentrarse por un pasillo que lo condujo a un foso con una escalera metálica. Apoyó un pie en el primer escalón y ascendió hasta lo que parecía ser el módulo de mando del aparato, un cubículo atiborrado de cables, filamentos de lo que parecía ser fibra óptica y un sinfín de instrumentos extraños. La presencia de un único y enorme diván sugería que la nave estaba diseñada para un sólo ocupante.  

      –Bienvenido a bordo –anunció una agradable voz femenina. 

      –¿Quién eres? –preguntó Rodrigo. 

      –Soy la nave –contestó la voz escuetamente.  

      –¡Wow!, –exclamó Rodrigo–, si eso es cierto entonces estoy hablando con una Inteligencia Artificial, un adelanto que hasta ahora ha resultado imposible de conseguir… 

      –En efecto, –interrumpió la máquina–, soy una I.A., un “adelanto”, como tú dices, que finalmente fue conseguido, claro que a muchos años a partir de ahora… pero antes de seguir con esta conversación ¿Qué te parece si nos presentamos? Mi nombre es Lucy, ¿y el tuyo? 

      –¿El mío? –replicó Rodrigo no sabiendo hacia dónde mirar, pues la voz parecía salir de todas partes.  

      –Sí, ¿cómo te llamas? Has de tener un nombre, ¿no? 

      –sí, rmunda… ejem… Rodrigo –respondió. 

      –Rodrigo, gusto en conocerte. 

      –No no no, creo que el gusto es todo mío. 

      –¿Sí? ¿Y por qué dices eso? 

      –Porque creo que esto es algo así como un encuentro cercano del tercer tipo, una experiencia que siempre quise vivir, pero que, para ser honesto, estaba convencido que era una fantasía popular. 

      –Obviando el hecho que esto no es exactamente un encuentro del tercer tipo, es interesante la forma en que operan tus procesos cognoscitivos. Al parecer tienes una mentalidad poco usual, y creo que no necesitaré utilizar el protocolo de comunicación ur-humanos, que mi programación recomienda utilizar en casos de emergencia, como este. 

      –¿Ur-humanos? 

      –Ur-humano es el término para referirse en el futuro al actual estado evolutivo en que se encuentran tú y tus congéneres, es un término científico, sin inflexión peyorativa.  

      –¿Yaa, y como se autodenominan los humanos del futuro? –preguntó Rodrigo, entrecerrando involuntariamente los ojos en un dejo irónico. 

      –Humanos. 

      –Debemos parecer muy primitivos para estos humanos. 

      –¡Oh, sí! Tan primitivos como son para ustedes los lémures. 

      –¿Que ocurrió con el sujeto herido que mencionó don Aquiles? –Preguntó Rodrigo que no pudo dejar de sentirse ofendido ante lo que consideró una paralelo poco afortunado.   

      –El señor Char está en fuga criogénica en el área de almacenamiento –respondió Lucy–. Su estado es muy grave, puede incluso que no resista el salto temporal. 

      –¿Salto temporal? ¿Eso significa que ustedes provienen del futuro? 

      –Efectivamente, de 4.400 años en el futuro. 

      –¿Y que están haciendo aquí, en esta época, y precisamente en este lugar? 

      –Nuestra presencia aquí es producto de un lamentable accidente. Somos parte de un proyecto dedicado a rescatar especimenes biológicos del pasado. La biodiversidad de cuando yo provengo es muy limitada, se ha logrado reconstruir algunas especies pero las muestras de ADN disponibles son insuficientes, el recién implementado cronodesplazamiento nos ha permitido recurrir al gran almacén del pasado.  

      –¿Quieres decir que después de 4.400 años el hombre aún habita en la Tierra, que nunca logramos colonizar otros planetas? –El tono de la pregunta era una mezcla de apremiante frustración y alarma. 

      –¡Por supuesto que colonizaron otros planetas! En los albores del siglo treinta catorce mil millones de personas habitaban tres planetas y diez satélites del sistema solar, la humanidad estaba lista para extenderse por la galaxia con el reciente descubrimiento del viaje hiperlumínico pero las Inteligencias Extrasolares no se lo permitieron. Debido a una combinación de complejos factores que no viene al caso señalar, una terrible guerra se desató entre humanos e IEs. La diferencia entre la tecnología bélica de cada bando era apabullante. En un lapso de 500 años las Inteligencias Extrasolares eliminaron a los humanos de la faz de Venus, Marte y los demás satélites restaurando estos mundos a sus estériles estados previos. Luego de la destrucción de las urbes más importantes de la Tierra en 3.524, la humanidad por fin admitió su derrota rindiéndose ante el apabullante poderío de las IEs.  

      –Entonces sí existía vida fuera de la humana en el universo, ¡finalmente se derribó la paradoja de Fermi! –exclamó Rodrigo con evidente entusiasmo. 

      –Aunque de una manera muy dolorosa debo agregar –comentó la nave. 

      –Disculpa –se excusó Rodrigo–, no es mi deseo parecer insensible, me he dejado llevar por la emoción de este encuentro, de este diálogo. 

      –Eres mucho más entusiasta e inquisitivo y no pareces en absoluto intimidado como el otro señor con el que conversé previamente… 

      –Bueno, no es por menospreciar a Aquiles, pero él es una persona de campo, cuyas preocupaciones no exceden lo que tenga que ver con el cuidado de los cultivos. Yo en cambio pertenezco a la ciudad, poseo una licenciatura en ingeniería, soy un ávido lector de ciencia ficción y me fascina todo lo que tenga que ver con el espacio. Soy lo que se dice un astrónomo aficionado… y no ufólogo, dicho sea de paso, como la mayoría de la gente cree. En definitiva, creo que de alguna forma estoy inmunizado al shock que provocan lo fenómenos poco usuales. 

      –¿Ufólogo? No estoy familiarizada con dicho término. 

      –Un estudioso del fenómeno OVNI, de los objetos voladores no identificados. 

      –¡Ahhh! Esa superstición fue superada para mediados del tercer milenio, mucho antes incluso de tener noticia de las IEs. 

      –¡Ja!, lo que mencionas sólo confirma la sospecha que siempre tuve. 

      –En efecto, los OVNIs y todo el conjunto de creencias esotéricas y religiosas terminaron por extinguirse tras el cese de hostilidades por parte de las IEs. En mi línea temporal se considera a la fe como un desorden cognoscitivo, un lastre para la evolución de la conciencia humana.  

      –¿Los OVNIs entonces eran sólo un constructo social, como afirmaba Jung, y no naves tripuladas por seres inteligentes? –preguntó Rodrigo. 

      –Básicamente estás en lo correcto –respondió Lucy–. Ninguna civilización no-humana se habría atrevido a violar la Cuarentena Interestelar impuesta por los Archaenides, unas criaturas viejísimas que algunos, aunque te parezca absurdo, suponen anteriores al Big-Bang. Se cree que estos seres han sido quienes modelaron el universo para que existieran las condiciones necesarias para la existencia de la vida. Los Archaenides han tutelado el desarrollo de innumerables razas y culturas y han intervenido directamente en la evolución evolución de muchas otras. Cuando los humanos descubrieron el reactor hiperlumínico, los Archaenides enviaron a sus representantes con el objeto de darles la bienvenida a la Vastedad Galáctica, pero los humanos reaccionaron violentamente, lo que no había ocurrido con ninguna otra raza contactada hasta ese momento. Al parecer los Archaenides decidieron darle una reprimenda a los humanos que no olvidaran nunca, una derrota tan definitiva que les arrancara para siempre ese espíritu veleidoso tan característico. 

      –Como un padre escarmentando a un niño pequeño, nos encerraron en el closet planetario para siempre.  

      –No para siempre, Rodrigo. Una vez que los humanos hayan cumplido con su parte del tratado de amnistía, el cual consiste en la restitución de la Tierra a un estado salvaje, les será permitida la colonización de otros planetas, bajo la atenta observación de los Archaenides por supuesto. La Tierra pasará a formar parte de un santuario para ese entonces y será trasladada junto a los demás Planetas Originarios al centro de la Galaxia. 

      –¿Que no hay un agujero negro gigante en el centro de
la Galaxia? 

      –En efecto, no sólo uno, sino cientos… sin embargo, ellos han sido controlados e incluso son utilizados como una exótica fuente de energía… 

      –¡Wow! Tal y como fue imaginado en los libros de ciencia ficción… 

      –Ya lo creo, Rodrigo, esas historias han inspirado a generaciones completas de ingenieros y científicos, y ayudaron a soportar el choque cultural cósmico, cuando se rompió, como señalaste hace un rato, la paradoja de Fermi. 

      –¿Cómo son las IEs, Lucy? –preguntó Rodrigo al cabo de un momento de silencio, preocupándose de mencionar el curioso nombre de la Nave. 

      –Hasta de cuando yo provengo nadie ha visto una, todo contacto con los Archaenides y las IEs ha sido realizado a través de sus emisarios sintéticos, inteligencias artificiales de forma humanoide que sirvieron de intermediarias en el acuerdo de amnistía y que además permanecen como observadores en el proceso de recuperación de la biodiversidad de
la Tierra, lo que incluye el proyecto del cual formo parte.  

      –Con respecto al viaje en el tiempo… 

      –El cronodesplazamiento es un proyecto desarrollado con tecnología proporcionada por las IEs y lo que debes tener claro, Rodrigo, es que el viaje temporal lo es a través del tiempo lo mismo que a través del espacio. Lo que llamamos espacio y lo que llamamos tiempo son sólo facetas perceptuales de un continuo. Cuando viajamos por el espacio, también viajamos a través del tiempo, lo inverso a esto también es verdadero; cuando viajamos a través del tiempo, viajamos por igual, por el espacio.  

      –Suena sensato aquello, después de todo tanto tiempo como espacio son manifestaciones similares de las llamadas dimensiones, de modo que no me extraña si están acopladas, de la misma forma como largo-ancho-alto se relacionan entre sí cuando uno realiza un paseo tridimensional. 

      –Mmmm, podría decirse aquello, sin embargo me tomaría mucho tiempo explicarte el mecanismo mediante el cual se realiza el cronodesplazamiento. No quisiera burlarme de tus conocimientos, que parecen vastos, pero me temo que están atrasados unos treinta siglos. –Rodrigo resopló un tanto contrariado ante tal comentario de lapidaria certeza-. Aún así puedo contarte algunas cosas. No se puede viajar en el tiempo a menos de 200 años de distancia del punto de partida, ya sea hacia el pasado o hacia el futuro, un viaje menor a esta cantidad de tiempo destruiría el crono-reactor, la máquina del tiempo y un área de unos 500 kilómetros a la redonda. El dispositivo prosaicamente denominado “Ancla” nos fija a la Tierra mientras nos “movemos” hacia delante inteligencias artificiales de forma humanoide que sirvieron de intermediarias en el acuerdo de amnistía y que además permanecen como observadores en el proceso de recuperación de la biodiversidad de la Tierra, lo que incluye el proyecto del cual formo parte.  

      –Con respecto al viaje en el tiempo… 

      –El cronodesplazamiento es un proyecto desarrollado con tecnología proporcionada por las IEs y lo que debes tener claro, Rodrigo, es que el viaje temporal lo es a través del tiempo lo mismo que a través del espacio. Lo que llamamos espacio y lo que llamamos tiempo son sólo facetas perceptuales de un continuo. Cuando viajamos por el espacio, también viajamos a través del tiempo, lo inverso a esto también es verdadero; cuando viajamos a través del tiempo, viajamos por igual, por el espacio.  

      –Suena sensato aquello, después de todo tanto tiempo como espacio son manifestaciones similares de las llamadas dimensiones, de modo que no me extraña si están acopladas, de la misma forma como largo-ancho-alto se relacionan entre sí cuando uno realiza un paseo tridimensional. 

      –¿Que tanto pueden retroceder en el tiempo? 

      –El Plioceno es nuestro límite, no nos interesa recuperar especies anteriores a dicho periodo ya que serían muy difíciles de insertar en los nuevos ecosistemas. 

      –¿Y pueden viajar a vuestro propio futuro? 

      –No, estoy configurada para autodestruirme en caso de rebasar el año 6.400. 

      –¿Habrá algo más adelante que esos Archaenides pretenden ocultar? 

      –Interesante… ¿Sabes una cosa, Rodrigo? Esa es una pregunta que nunca me había formulado. 

      –Tal vez la curiosidad es un prerrogativa sólo humana, Lucy –Rodrigo esbozó una pequeña mueca de triunfo–. Con respecto al viaje temporal aún tengo algunas dudas, ¿qué hay con la ley de la causalidad, con las paradojas temporales como esa donde se regresa en el tiempo para matar al abuelo?  

      –Hasta el momento nadie ha cometido un hecho tan horrible como viajar en el tiempo para matar a un pariente, a pesar de aquello todos los cambios que infringimos al pasado, y que no son pocos, no afectan en nada el “cuando” de donde provenimos. Lo real y lo irreal están separados sólo por un simple factor estadístico de probabilidades. 

      –Pero… 

      –Lo real y lo irreal están separados sólo por un simple factor estadístico de probabilidades –volvió a repetir Lucy en un tono firme y que sonó definitivo. 

      –Perfecto –replicó Rodrigo–, comprendo. Tal vez te falte curiosidad pero no carácter… Estadísticas, siempre las famosas estadísticas. Mejor no insistiré en este punto, después de todo estoy treinta siglos atrasado con conocimientos… Dime, Lucy, ¿Y cómo se produjo el accidente? 

      –Ocurrió luego de capturar al último ítem de la lista, un lobo que de acuerdo a los registros históricos aterrorizó una pequeña aldea de la India en 1895. La criatura fue localizada, sedada y almacenada. Sin embargo, resultó ser mucho más peligrosa e inteligente de lo esperado. Los dardos en realidad no habían surtido efecto, la bestia sólo pretendía estar inconsciente. Rompió la jaula de contención y atacó al señor Char. Me vi obligada a abrir la escotilla para dejarla escapar antes que destruyera todos mis componentes. El señor Char se arrastró a los controles e intentamos emprender el viaje de regreso pero la energía sólo alcanzó para saltar las suficientes veces como para llegar aquí. El diagnóstico de daños indicó que deberíamos permanecer cinco horas mientras me autorreparaba, el diagnóstico del señor Char por otra parte indicó que, a pesar de no mostrar señas externas, su ADN, su composición hormonal y sus sistemas corporales habían mutado en forma asombrosa. El señor Char se transformó apenas abandonamos el cronodesplazamiento en una réplica de la bestia que lo había mordido y atacó a los especimenes recolectados previamente eliminándolos a todos a excepción de una pareja de murciélagos gigantes y un mandril que escaparon cuando, asustada ante la posibilidad de recibir más daño, abrí la escotilla.  

      –A juzgar por lo que me señalas, lo que capturaron en la India no fue un lobo sino un licántropo, un hombre lobo –aseguró Rodrigo en tono erudito, mientras se acariciaba la barbilla, con una incipiente barba de cuatro días. 

      –Algo totalmente inesperado pero de un enorme valor científico –agregó Lucy–. El animal en efecto no era un lobo sino una variante genética del tronco básico humano. Al parecer su mordedura conlleva una secreción de las glándulas salivares de naturaleza viral que altera el ADN de la víctima. Irónicamente el señor Char se ha convertido en el espécimen más valioso jamás capturado. Él compensará la pérdida de los otros ejemplares.          

      –¿Que ocurrió luego que dejaste escapar al señor Char transformado en lobo? 

      –Envié una sonda espía a seguirlo en caso de que atentara contra la vida de algún ur-humano. Para cuando comenzó a amanecer el señor Char estaba ya más tranquilo y comenzando a regresar a su forma original, pero entonces se encontró con un ur-humano que le disparó con un arma algo primitiva pero muy eficiente.   

      –Lo que no entiendo es por qué llegaron aquí, a este lugar. 

      –Porque en este sitio del planeta estará dentro de 4.400 años el Cronopuerto desde donde se realizan los viajes en el tiempo. Mi autorreparación ha concluido y estoy lista para saltar al 6.400 pero necesito un tripulante que opere los controles manualmente, aún tengo daños menores que me impiden hacerlo por mí misma. Le solicité su ayuda al señor Aquiles pero la idea de abandonar su granja no le agradó, sin embargo me prometió traer un reemplazante más idóneo, ¿qué me dices, Rodrigo? ¿Aceptas ayudarme? 

      –No lo sé. –Rodrigo sufrió un sobresalto dado lo inesperado de la propuesta–. ¿Que sería de mí en el futuro?, ¿me tratarán acaso como a otro espécimen biológico como es ahora el señor Char? 

      –De ninguna manera, Rodrigo, a diferencia del señor Char sigues perteneciendo al phylum humano y la primera ley de la robótica me impide tomar decisiones que pongan en peligro la vida de un humano. Como ves no te haría esta oferta de no estar segura que no conlleva para ningún peligro para tu integridad. 

      –¿La Primera Ley…? –Rodrigo emitió una sonora carcajada. 

      –¿Dé que te ríes, Rodrigo? 

      –¿Significa algo para ti el nombre Asimov? 

      –Pues no, no tengo registros sobre ese nombre. 

      –Buuuuu. Ya me esperaba algo así… OK, Olvida el asunto, ¿sí? 

      –Lo que tú digas. Bueno, ¿qué me dices? ¿Te animas a dar un paseo al futuro?  

      Rodrigo lo meditó unos segundos, pues nada le garantizaba que lo dicho por Lucy fuese cierto. Pero considerando que una oportunidad como esta no se presentaba todos los días, decidió correr el riesgo. Después de todo –pensó– uno no tiene a menudo la oportunidad de ser invitado por una inteligencia artificial a viajar por el tiempo, descontando la forma tradicional de viajar al futuro a razón de un segundo cada segundo… 

      –¿El viaje es con boleto de regreso? –preguntó de todos modos. 

      –Por supuesto que sí. 

      –Bien, supongo que una aventura como ésta es la que inconscientemente he estado esperando y buscando con mis infinitas lecturas de aventuras espaciales y viajaré audazmente donde ningún ur-humano ha viajado antes, al infinito y más allá, jejeje… Bien. ¿Que es lo que debo hacer? – preguntó mientras miraba con nuevos ojos los luminosos paneles y gráficos con extraña simbología. 

      –Lo primero que debes hacer –dijo Lucy– es reducir la magnitud del campo antientrópico a un valor negativo para equilibrar el factor de salto temporal… 

      Las oscilaciones en el campo deflector permitieron a Aquiles, que sentado sobre una roca trazaba surcos con una rama en la tierra, ver a la máquina del tiempo unos segundos antes de realizar el cronodesplazamiento. 

Char 

4 

      Rodrigo recuperó la conciencia sintiéndose mareado y confundido, dirigió su mirada hacia el revoltijo de cables chamuscados que otrora fuera el panel de control y supo que algo había marchado muy mal.  

      –¿Lucy, me escuchas? –preguntó–. ¿Estás operativa? 

      No hubo respuesta. Intentó levantarse del sillón y cayó de bruces al suelo perdiendo nuevamente el conocimiento.      Cuando volvió en sí descubrió que ya no estaba al interior de la cabina de mando sino sobre un terreno pedregoso junto a lo que parecía un lago gigantesco. Tampoco estaba solo, a un par de pasos un humanoide sentado en la posición del loto lo observaba. 

      –Axmlö-ya’blehtnae –dijo el humanoide con una voz profunda y monótona mientras se ponía de pie. Rodrigo comprendió entonces por qué Aquiles hubo de ir en busca de ayuda a la nave, jamás habría podido siquiera arrastrar a semejante mole. También se explicaba el tamaño del sillón de mando. Char medía unos dos metros ochenta y era grueso como un roble, su piel era achocolatada, sus labios casi inexistentes, sus ojos muy separados del puente de la nariz y sus fosas nasales anchas como la de un equino. Parecía mentira lo que Nave había dicho con respecto a las diferencias físicas de los humanos y “ur-humanos”.  

      –No entiendo su lenguaje –advirtió Rodrigo al crononauta, quien por toda vestimenta lucía unos pantalones cortos con una especie de pistola enfundada en el lado derecho. 

      –Disculpe –solicitó Char–. ¿Usted habla español, no es así? 

      –Sí, el español es mi lengua materna, aunque también hablo inglés, japonés, esperanto y entiendo algo de alemán –respondió Rodrigo temblando ligeramente de emoción, hablar con un ser humano del futuro no era lo mismo que con una IA, una voz sin rostro cuyo origen nunca pudo determinar.  

      –¡Ah! Usted es un políglota al igual que yo –aseguró Char. 

      –¿Cuantos lenguajes domina usted? –preguntó intrigado Rodrigo. 

      –7.446 lenguajes humanos –replicó el hombre del futuro. 

      –7.446 –repitió lentamente Rodrigo. 

      –Efectivamente, pero antes de proseguir nuestra charla permítame que le pregunte, ¿quién es usted y como llegó a mi nave? 

      –Mi nombre es Rodrigo. Fui reclutado por Lucy para asistirla en el procedimiento del salto temporal y así poder devolverlos a su tiempo. Usted estaba en fuga criogénica, con graves heridas que…  

      Rodrigo observó el pecho desnudo de Char y comprobó que no presentaba el menor rasguño.  

      –Sí, un ur-humano me disparó durante mi metamorfosis, al parecer las heridas sanaron gracias a mi nueva fisiología, algo que Lucy pasó por alto –observó Char. 

      –Si las leyendas son ciertas su poder regenerativo será mayor y más eficiente en forma de lobo y sólo una bala de plata podrá matarle –señaló Rodrigo–. Si no hubiese estado convirtiéndose de nuevo en hombre cuando le dispararon probablemente no habría sufrido daño alguno. 

      –¿Cómo es que usted sabe tanto de mi nueva condición morfológica? 

      –Entre otras aficiones soy un estudioso del folklore y la mitología. Pero dígame, ¿que ocurrió durante nuestro viaje? A juzgar por nuestra situación, aventuro que algo funcionó mal… 

      –En efecto. Fue una avería no detectada la que provocó un fallo en algunos dispositivos de Lucy, estando la cámara de fuga criogénica entre ellos. Desperté totalmente desorientado. Lo último que recordaba eran los brazos mecánicos del dispositivo auxiliar recogiéndome del suelo ante la mirada atónita del ur-humano. Me dirigí a la sala de mando para averiguar que era lo que había ocurrido y para mi sorpresa lo encontré a usted sobre un charco de su propio vómito, imagino que a causa del desfase fisio-entrópico que produce el cronodesplazamiento 

      –¿Quiere decir entonces que logramos realizar el salto temporal? ¿Estamos en su época? 

      –No, la verdad es que no tengo la menor idea de donde ni cuando estamos. Pero suba por ese cerro y podrá tener una perspectiva más amplia del territorio. 

      Rodrigo se incorporó e hizo como Char sugería, el cerro no era muy alto pero bastante escarpado. Al llegar a la cima pudo observar lo que parecían ser unos interminables campos aparentemente destinados al heno, donde la hierba crecía imposiblemente alta. Rodrigo no pudo divisar nada más, ni una sola señal de vida, por lo que bajó por la pendiente y buscó una roca junto a Char para sentarse. 

      –La vegetación es inconcebiblemente alta –comentó. 

      –Así es, imagine los peligros que tal vez merodeen en esa selva. 

      –Aquello que pende del costado de su cintura es un arma de algún tipo, ¿no es así?      –Sí, un disruptor neural. Puede poner a dormir hasta a un… ¿cómo es que denominan a esos animales de largas trompas y prominentes incisivos? 

      –¿Se refiere a un elefante? 

      –¡Eso!, puede neutralizar sin problemas a un elefante, uno de esos temibles y gigantescos depredadores. 

      –Los elefantes son herbívoros. 

      –¿Está seguro? Los pocos que hemos capturado comen carne, nada más que carne fresca. Les alimentamos con una res al día para cada uno. 

      –Creo que no estamos hablando del mismo animal, pero no importa, entiendo la idea. Dígame, ¿es posible reparar a Lucy? 

      –En lo que a la IA se refiere, sí, es posible. En cuanto al crono-reactor, simplemente necesitamos otro. 

      –Supongo que no llevaría casualmente uno de repuesto. 

      –¿Está bromeando? Apenas hay espacio para uno en la nave. 

      –No sé, ¿acaso no pueden miniaturizar las cosas en el futuro, reducirlas de tamaño? eso es algo trivial en la tecnología electrónica, por ejemplo. 

      –Me temo que ya está miniaturizada todo lo que físicamente se puede. El primer crono-reactor que se construyó era del tamaño de un pequeño asteroide. 

      –¿Y la cámara de fuga criogénica? 

      –¿Qué hay con ella? 

      –¿Sufrió algún daño? 

      –Efectivamente, daños irreparables –Char intuyó que Rodrigo iba más allá con estas preguntas–. ¿Que es lo que le preocupa? 

      –Me preocupa ser devorado cuando anochezca. 

      –Creo que eso no ocurrirá. En forma lupina al parecer conservo suficiente dominio cómo para no atacar seres inteligentes, como usted parece serlo… de todas formas no podría asegurarlo con total certeza. 

      –¿Qué parezco serlo? Se me olvidaba que para usted no soy más que un primitivo ur-humano, un fósil viviente. Gracias por el cumplido de todas formas. 

     –No hay de qué –replicó el señor Char al parecer sin percatarse del sarcasmo. 

      Ambos guardaron silencio durante un par de minutos. 

      –¿Tiene aunque sea alguna vaga sospecha de donde nos encontramos? –preguntó Rodrigo. 

      –Lo ignoro, pero sospecho que no en la Tierra –respondió tranquilamente Char.

      –¿De verdad lo cree así?  

      –El ancla está dentro de los dispositivos que fallaron por lo que más que una conjetura, es una certeza.  

      –¿Pero que probabilidad había de que terminásemos en otro planeta en vez del enorme vacío espacial, otro planeta que además posee una atmósfera igual a la de
la Tierra? –Rodrigo se sorprendió al oírse hablar en jerga estadística, aquella asignatura que siempre le pesó en la universidad. 

      Char no emitió repuesta, de hecho no estaba prestando atención alguna a su interlocutor. 

      –¿Ocurre algo? –preguntó Rodrigo. 

      –Volteé lentamente, en dirección a Lucy –respondió Char. 

      Rodrigo acató la orden y vio, a unos doce metros, una silueta oscura recortada contra el fuselaje de Lucy. En cuestión de segundos la silueta apareció a unos tres metros de distancia de donde los viajeros del tiempo se encontraban para luego volver a su posición original en menos de un pestañeo. 

      –Parece un insecto bípedo –dijo Rodrigo antes que la criatura se materializara en la cumbre de la colina para desvanecerse una vez más. Los crononautas esperaron unos minutos observando en todas direcciones pero el ser no reapareció. 

      –¿Había visto una criatura como esta anteriormente? –preguntó Rodrigo. 

      –Nunca. Tal vez sea alienígena –respondió Char. 

      –¿Una de esas Inteligencias Extrasolares de las que me habló Lucy? 

      –Si Lucy le habló de esas Inteligencias sabrá también que nadie ha visto a una. 

      –Entonces puede que esta criatura sea… 

      Rodrigo no había terminado la frase cuando el ser se materializó frente a ellos. Instintivamente trató de huir pero la fuerte mano de Char en su hombro lo mantuvo en su sitio. 

      –Quédese quieto –le susurró el hombre del futuro. 

      Se quedaron los dos inmóviles frente a la criatura, ahora a sólo un par de pasos de distancia. Rodrigo la observó tan detenidamente como ella, a su vez, lo estaba haciendo. Era de un tono azul metálico oscuro y tan alta como Char, aunque sus antenas sobrepasaban al hombre del futuro cerca de un metro. Una cucaracha bípeda con dos pares de brazos terminados en pinzas, patas similares a las de un canguro y un rostro vagamente felino con dos grandes e inexpresivos ojos de insecto, eso es a lo que se asemejaba. Había algo robótico en su apariencia y era imposible determinar si se trataba de un ser biológico o uno artificial.  

      Pese a que Rodrigo estaba tan amedrentado como su compañero del siglo treinta, le pareció que intentar comunicarse con la extraña criatura era una mejor alternativa a jugar ad-infinitum a las estatuas vivientes. 

      –Hola –gritó Rodrigo–. Somos amigos, ¿hablas español? 

      La criatura siguió impávida, sin efectuar el más mínimo movimiento. 

      –¿Sprechen zie Deutsch, entonces?, ¿do you speak english? 

      Ninguna respuesta. 

      –¿Latinum intelligisne

      –¡Esto es ridículo! –exclamó Char– Es obvio que la criatura no domina ningún idioma humano. 

      –O tal vez no tenga oídos –comentó Rodrigo metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta. 

      –¿Que está haciendo? –preguntó Char. 

      –¿Posee usted poderes telepáticos? –preguntó Rodrigo mientras depositaba un puñado de monedas en el suelo. 

      –No existe tal cosa como la telepatía. 

      –¡Ja!, nada que no supiera… en tal caso déjeme hacer mi trabajo, si esta criatura es inteligente, al menos nuestro tipo de inteligencia, reaccionará al siguiente experimento.  

      Rodrigo colocó frente a la criatura la moneda más grande y alineadas a esta, tres medianas, posicionando una pequeña moneda plateada junto a la tercera. En ese instante Char comprendió lo que el ur-humano intentaba hacer, confeccionar una representación del Sistema Solar. Rodrigo colocó nueve monedas más bajo el atento escrutinio de la criatura y se dirigió a ella. 

      –Este es el Sol –dijo Rodrigo indicando la moneda más grande–. Este es Mercurio, Venus, la Tierra, la Luna, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. 

      Los inexpresivos ojos color rubí de la criatura siguieron atentamente las indicaciones de Rodrigo. 

      –Tierra –volvió a repetir Rodrigo, está vez indicando además de la moneda, a Char y a él mismo. La criatura observó atentamente y a continuación agitó sus antenas. Todas las monedas, a excepción de la que representaba al Sol, se elevaron unos dos metros sobre el suelo agrupándose en un solo punto donde comenzaron a disolverse hasta conformar una pequeña bola. Un diminuto orificio brotó en el centro de la esfera metálica, y se fue expandiendo hasta formar un delgado aro con la circunferencia de un sombrero. Una vez finalizado todo este curioso proceso, el insectoide de rostro felino dejó de sacudir los apéndices de su cráneo y el aro cayó sobre la moneda que representaba al Sol, situada justo en el centro. A continuación el extraño ser miró a los crononautas, uno a la vez, y se esfumó para reaparecer cinco segundos después en el mismo lugar, desvaneciéndose luego de forma definitiva.  

      –Al parecer nuestro inescrutable amigo posee una interesante y notable habilidad manipuladora de la materia –comentó Char. 

      –Eso parece a todas luces telequinesis, habilidad parasicológica en la que imagino tampoco cree, ¿no?  

      –Está en lo correcto, pero en este caso nada conocemos acerca de la naturaleza del cerebro de esta criatura, si es que tiene, de modo que nada podemos concluir acerca de sus habilidades… 

      –Tiene respuesta para todo ¿no?, en fin… ¿supongo que también sabe lo que significa el resultado de este pequeño experimento? –preguntó Rodrigo indicando la moneda al interior de la argolla. 

      –Sí, pero supongo que usted de todas formas querrá explicármelo –respondió Char pedantemente. 

      –Por supuesto, pues me ayuda a ordenar las ideas. Estamos al interior de una Esfera de Dyson, y una tipo II para ser precisos –dijo Rodrigo mientras tomaba el anillo que alguna vez fueran sus monedas–. Una obra de megaingeniería cuya construcción supuso desmantelar todos los planetas y satélites del sistema solar.  

      –Una extravagancia tan difícil de construir que su sola existencia, si me permite acotar, desafía toda lógica.   

      –¿Incuso para los evolucionados humanos del futuro? –preguntó Rodrigo–. ¿Incluso para los Archaenides? 

      –Hasta donde nuestro intercambio de información con los sintéticos respecta no sabemos de ninguna Esfera Dyson que haya sido construida en la historia de
la Vastedad Galáctica –respondió Char. 

      –Eso hasta el 6.400, ¿cómo sabe si no se ha realizado posteriormente? –argumentó Rodrigo–. ¿No sería esa una de las razones por las cuales no se les ha permitido viajar a vuestro futuro? 

–Nada garantiza que estemos al interior de una Esfera de Dyson, cómo usted le llama. 

      –Para mí esa es la explicación más lógica, y concuerda con la inmovilidad del Sol… ¿o acaso no ha notado que la posición del Sol no ha variado en todo este tiempo? –preguntó en tono ácido. 

      Char elevó su rostro hacia el luminoso astro. 

      –Tiene razón –concedió–. Es como si estuviéramos suspendidos en un eterno mediodía. 

      –Lo que al menos nos garantiza que usted no se transformará en hombre-lobo –comentó un aliviado Rodrigo–. De cualquier forma, ¿cómo es qué se le hace tan inconcebible la existencia de una esfera de Dyson a un sujeto que considera el viaje temporal como algo cotidiano? 

      –Aunque el cronodesplazamiento le parezca a usted increíble, la ingeniería involucrada en este proceso es insignificante en comparación a la requerida para construir una obra como la que usted sugiere. ¿Se ha preguntado como se logra la integridad estructural en una esfera Dyson considerando el delicado e inestable equilibrio de fuerzas gravitatorias que debe satisfacerse en tal estructura?  

      –Sí, lo he hecho, pero no he podido responderlo… pero imagino que ustedes, con miles de años de estudio, podrían. 

      –Al interior de una esfera de tales características la única gravedad existente sería la de su astro, por lo que todo caería hacia ella. 

      –Puede entonces que se haya hecho rotar la esfera para generar gravedad– sugirió Rodrigo en forma no muy convincente 

      –Imposible, la rotación necesaria para llevar a cabo dicho propósito ocasionaría tal tensión en la esfera que esta se deformaría, convirtiéndose en un esferoide oblongo. El material necesario como para construir una esfera de este tipo por lo demás tendría que ser en extremo fuerte, si uno traduce la presión ejercida en una esfera como la que usted propone a su equivalente en una torre cilíndrica en
la Tierra, esta debería tener de 8000 a 9000 vleps de altura y ningún material conocido podría mantener la integridad estructural de tal edificación, mucho menos la de una esfera Dyson, y aún suponiendo que su integridad estructural no corriera peligro, sólo las regiones ecuatoriales de la esfera serían habitables.  

      –Tal vez estemos en una de esas zonas –comentó Rodrigo–, hace bastante calor después de todo. 

      –También está el problema de la estabilidad ya que si el caparazón recibiera el golpe de un meteoro o de un cometa, se descentraría respecto del sol y derivaría hacia este –continúo Char ignorando a Rodrigo–. Lo que no logro comprender de cualquier forma es el propósito de construir una esfera como esta. 

      –Eso hasta yo, un primitivo ur-humano, lo sabe. Para aprovechar la totalidad de la energía solar y de paso solucionar el problema de la superpoblación. 

      –Ninguno de ambos objetivos justifican la construcción de una esfera cerrada… 

      –Lo sé, más conveniente sería implementar una densa nube de planetoides en órbitas keplerianas alrededor del sol, o un mundo anillo… recuerdo una novela al respecto.  

      –Lo cierto es que una civilización capaz de construir una esfera Dyson probablemente no la necesitaría. Y de estar usted en lo correcto, los Archaenides habrían faltado a su palabra de trasladar la Tierra al Santuario de los Planetas Originarios. 

      –Tal vez fueron ustedes los que faltaron a la suya y no restauraron debidamente la biosfera terrestre. 

      –Parece que no soy el único que tiene respuesta a todo, ¿no? 

      Tras está ultima declaración ambos viajeros callaron por unos minutos. 

      –¿Y que hacemos ahora? –preguntó Rodrigo rompiendo el silencio–. ¿Suicidarnos de aburrimiento? ¿Filosofar hasta la locura? ¿Explorar la esfera? 

      –Si en teoría el radio de la esfera es igual al radio promedio de la órbita de la Tierra, ésta sería de aproximadamente 150.000.000 de kilómetros. Tendríamos que recorrer un área 100.000.000 de veces mayor que la de nuestro planeta. Comprenderá la cantidad de tiempo que requeriría tal proeza 

      –El insecto parecía tener la habilidad de teleportarse. 

      –¿Perdón? 

      –Teleportarse, jauntear, ir de un sitio a otro de forma instantánea con la ayuda de la mente. 

      –No existe tal cosa. 

      –¡uuuuuf, que pedazo de humano-super-evolucionado-pero-retrógado tengo frente a mí! –exclamó Rodrigo–. ¿Cómo puede un sujeto que viaja por el tiempo y se transforma en lobo ser tan angosto de pensamiento? No sé usted, Señor Char, pero yo me propongo explorar los alrededores, tal vez me encuentre con alguien más simpático que usted. Hasta tal vez pueda reparar el cronoreactor y volver a mi tiempo. ¡No sé en que estaba pensando cuando acepté la proposición de Lucy! 

      Dicho esto trepó nuevamente por la colina. 

Marianela 

5 

      Rodrigo llevaba cerca de media hora caminando por lo que parecía ser una carretera sin asfaltar y hasta el momento no había visto gran cosa pues el trigo a ambos lados del ancho sendero se levantaba muy alto. Finalmente llegó a una empalizada de por lo menos unos quince metros de alto; los árboles eran tan gigantescos, que le era imposible siquiera calcular su altura.  

      Repentinamente un intenso déjà vu invadió a Rodrigo. Pese a lo inusual de la situación, todo esto se le antojaba muy conocido… 

      En la valla que separaba un campo del otro había una puerta con cuatro escalones de uno seis pies de alto semejantes a una gradería o hemiciclo de esos donde los griegos representaban sus obras teatrales. Rodrigo consideró trepar la escalinata, pero de inmediato hubo de admitir que tal proeza suponía un esfuerzo físico que él no sería capaz de llevar a cabo. De seguro Char podría trepar hasta arriba, si es que lograba convencerlo.  

      Rodrigo decidió regresar a la nave cuando descubrió en el campo contiguo, avanzando hacia la puerta, una figura tan alta como un edificio de diez pisos que avanzaba de cada zancada unas diez yardas. Rodrigo, que creía que a estas alturas ya nada podría asombrarlo, corrió atónito a esconderse entre las espigas, desde donde pudo ver como la gigantesca figura que vestía una falda sencilla no muy larga, se detenía en lo alto de los escalones. Era una mujer, no, su talle delgado y su busto mezquinamente constituido revelaba que era una niña. Sus ojos sin embargo no tenían el mirar propio de la infancia, y su rostro revelaba la madurez de un organismo que ha entrado o debido entrar en juicio. A pesar de esta disconformidad, la niña era admirablemente proporcionada.  

      –¡Glumdalclitch! –exclamó Rodrigo que no estaba maldiciendo en alemán, sino recordando el nombre con el cual Gulliver bautizara a la chiquilla que le había servido de niñera durante su estadía en Brobdingnag, la tierra de los gigantes. He ahí la razón del insistente déjà vu, Rodrigo efectivamente había experimentado esto antes, pero desde la pasiva comodidad que otorga la lectura.  

      –Esto cada vez tiene menos sentido –murmuró, cómo si el verbalizar sus pensamientos fuera a romper el conjuro que mantenía esta aparente ilusión en marcha–. Esto ya parece una de esas historias raras que suele escribir mi amigo Sergio. 

      Cautelosamente, Rodrigo desanduvo el camino hacia la inactiva Lucy y una vez que estuvo lo suficientemente alejado de la niña gigante, echó a correr lo más fuerte que pudo. Al llegar a la pendiente que conformaba la colina, un inoportuno tropiezo provocó que descendiera rodando en medio de una nube de polvo y guijarros. Adolorido por las magulladuras y con algunas heridas menores en aquellos sitios donde su vestimenta se había rasgado, Rodrigo se incorporó para nuevamente observar otro prodigio. Char estaba unos pasos más allá, contemplando atónito una especie de esfera, similar a una pompa de jabón, que envolvía por completo a Lucy.  

      –¿Qué está ocurriendo? –preguntó Rodrigo. 

      –No lo sé –respondió Char–. Me distraje viendo como usted rodaba colina abajo y cuando volví la vista ese extraño globo de energía circundaba a Lucy. 

      –Tal vez se trate de un campo de éxtas…

       Rodrigo no alcanzó a terminar la frase cuando, tras una leve fluctuación en la superficie de la burbuja, ésta desapareció dejando tras de sí un amplio cráter convexo. Lucy ya no estaba, ni siquiera la tierra sobra la cual se había posado. 

      –Se la han llevado –dijo Char inexpresivamente. 

      –Y tenemos más problemas. Allá arriba me encontré con otro de los lugareños, a diferencia del insectoide parece ser humano, aunque del tamaño de un edificio. 

      –¿Me está diciendo que se ha topado usted con un gigante? 

      –Sí, con una gigante para ser más precisos. Es sólo una niña, correctamente proporcionada pero de unos veinte metros de altura. 

      –¡Imposible! 

      –Ahí vamos de nuevo… 

      –Un ser diez veces más alto, pero con proporciones normales –dijo Char acariciándose el mentón–. Las áreas en corte transversal de hueso y músculos, y en consecuencia su fuerza, se verían incrementadas 10 al cuadrado, o sea 100 veces; el peso total aumentaría 10 veces al cubo, es decir, 1.000 veces. Sería imposible para una criatura con tales características sostenerse de pie: su espina dorsal colapsaría, sus tobillos cederían rápidamente… 

      –No me importan sus irrebatibles cálculos matemáticos, yo sé muy bien lo que vi. 

      –Le creo. 

      –¿Y cómo es que ha cambiado de opinión tan rápido? 

      –Porque la niña gigante está a sus espaldas y acercándose a gran velocidad. 

      Rodrigo se volteó comprobando que las palabras de Char eran ciertas, la muchachita estaba a punto de bajar por el desnivel que para ellos era una colina. El hombre del futuro ya había puesto pies en polvorosa, Rodrigo siguió su ejemplo pero aún así fueron capturados por Glumdalclitch quien, cogiéndolos por la mitad del cuerpo con el índice y el pulgar, los llevó a unos cuatro metros de sus ojos para apreciarlos mejor. Char disparó su arma varias veces para evitar ser apresado pero el disruptor neural no tenía ningún efecto en la niña. “A lo más le habrá provocado un cosquilleo”, pensó Rodrigo mientras veía como el arma desaparecía entre la hierba allá abajo.   

      Siguiendo el ejemplo de Gulliver, Rodrigo resolvió no resistirse en lo más mínimo aunque la muchacha les apretaba dolorosamente por temor a que se escurrieran de entre sus dedos. Char comenzó a proferir fuertes gritos y a sacudirse pese a que esto podría significar una caída considerable. La jovenzuela pareció comprender el daño que infringía a sus cautivos por lo que procedió a colocarlos suavemente en el bolsillo delantero de su falda y echó a correr de regreso a la valla donde Rodrigo la había visto en un principio. Tras un breve trayecto penetró en una casa, corrió escaleras arriba a su dormitorio, cerró la puerta tras de sí y vació el cajón más alto de su cómoda, una vez hecho esto, extrajo de su faltriquera a los viajeros del tiempo depositándolos con sumo cuidado dentro de la semiabierta cajonera. Char se quedó hecho un ovillo ahí donde fue depositado. “Ha de estar en estado de shock”, pensó Rodrigo recordando a ciertos animales que se hacían los muertos para no ser devorados.  “Después de todo la lectura del libro de Jonathan Swift me preparó de alguna forma para un encuentro de esta naturaleza”, reflexionó luego, “pero el pobre hombre del futuro simplemente no ha podido conciliar su concepto de lo real con el absurdo que se despliega ante nuestros ojos”.      

      La jovencita tocó suavemente a Char con un dedo, pero este no movió ni un sólo músculo en respuesta. 

      –¡Déjalo tranquilo! –gritó Rodrigo con todas sus fuerzas. 

      La niña lo miró asombrada y en una atronadora voz dijo:  

      –¿PUEDES HABLAR? 

      Rodrigo se llevó las manos a los oídos encogiéndose de la misma forma que lo hizo como cuando, para gastarle una broma, le llevaron al Cerro Santa Lucía sin prevenirle del sonoro cañón de las doce. Glumdalclitch pareció comprender que su voz era demasiado fuerte por lo que, susurrando esta vez, repitió: 

      –¿Puedes hablar? 

      –Claro que puedo hablar –contestó Rodrigo alzando la voz tanto como pudo sin que se le dañaran las cuerdas vocales–, y este sujeto que yace junto a mí también, pero creo que está demasiado asustado como para hacer otra cosa que permanecer en estado fetal. 

      –¿Qué eres? 

      –Un hombre, por supuesto, un ser humano, ¿y tú? 

      –¡Que extraño! Yo también soy un ser humano, pero de estatura normal. 

      –Pues de donde nosotros venimos nuestra estatura es considerada la normal, y los árboles, las casas y los animales están en proporción a nuestra altura. 

      –¿De donde vienen? 

      Rodrigo estuvo a punto de decirle que del pasado, pero se contuvo. Si estaban efectivamente al interior de una esfera de Dyson era probable que existieran reinos muy alejados o simplemente inexplorados por la especie a la que pertenecía su captora, por lo que simplemente le dijo que de muy lejos. 

      –Si eres extranjero, ¿cómo es que hablas mi idioma? 

      –La verdad es que no me explico cómo es que tú lo hablas. 

      –Es el idioma que nos enseñan desde pequeños, de lo contrario no podríamos entendernos entre nosotros. ¿Cómo lo aprendiste tú? 

      –De la misma forma. 

      –¿Cuál es tu nombre? –preguntó la niña a continuación. 

      –Rodrigo, ¿y el tuyo? 

      –Marianela.  

      –¿Qué edad tienes, Marianela? 

      –Doce años. 

      Rodrigo observó detenidamente aquel gigantesco rostro que, sin embargo, pertenecía a una niña. Era redondeado y muy pecoso, todo salpicado de manchitas parduscas. Tenía pequeña la frente y no falta de gracia la nariz. Sus ojos eran negros, como dos grandes pozos de alquitrán y brillaba en ellos una luz traviesa y juguetona. Su cabello dorado le caía en forma de bucles hasta los hombros. Sus labios estaban bien formados y siempre sonriendo, sus dientes eran blanquísimos. A Rodrigo le pareció que no había nada que temer de esta muchacha. 

      –¿Cómo llegaron aquí? –preguntó Marianela. 

      –Viajábamos en nuestro vehículo pero este sufrió un desperfecto. Antes que pudiésemos repararlo lo envolvió una esfera luminosa y desapareció. 

      –Se lo llevaron los Kobolds. 

      –¿Kobolds? –repitió Rodrigo recordando a los pequeños y bromistas seres del folklore germano que gustaban de ocultar objetos y que podían realizar varias labores hogareñas a cambio de migajas de comida, pero que se tornaban malvados si no se les alimentaba. 

      –¿Los conoces? –preguntó Marianela–. ¿Hay Kobolds en tu reino? 

      –No, en mi reino nunca se ha visto a un Kobold, pero creo que nos topamos con uno al llegar aquí. Como de mi estatura, cuatro brazos, antenas largas… 

      –Así son los Kobolds. Eso pensé que eran ustedes cuando los vi por primera vez. Los Kobolds están arrebatándonos cosas todo el tiempo. Esta mañana, cuando iba a cepillarme el cabello, intenté coger mi peine pero ya no estaba ahí, los Kobolds se lo habían llevado. 

      –¿Y a que sitio se llevan los Kobolds los objetos que hurtan? 

      –A su reino, un lugar desconocido para los humanos. Nadie entiende a los Kobolds, se mueven a través del tiempo, es por eso que nadie ha capturado ninguno jamás.  

      –Marianela, es preciso que me escuches. Los instrumentos de nuestro vehículo fallaron y no tenemos la menor idea de donde nos encontramos. ¿Cómo se llama este lugar? 

      –Aldeacorba, ese es el nombre del pueblo. 

      –¿Y este pueblo donde queda? 

      En ese instante un estridente rugido que provenía desde el piso de abajo alertó a Marianela. 

      –Me llaman a cenar, dijo, poniéndose de pie. 

      –¡Espera!, exclamó Rodrigo. ¿Puedes traernos algo de comer? 

      –¿Qué comen ustedes? 

      –Oh, cualquier cosa. Carne, pan, fruta, lo que sea. Y agua si es posible. 

      –Les traeré comida y algo para beber antes de sentarme a la mesa –dijo la muchacha saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de sí.  

      Rodrigo alzó la vista al imposiblemente alto techo, donde un tragaluz permitía ver el Sol estancado en aquel eterno mediodía. “¿Sería ese astro el mismo que iluminó mis días en la Tierra?” se preguntó Rodrigo para luego observar la alta pared que tenía en frente, si se paraba sobre los hombros de Char podría alcanzar el borde, y desde ahí la cubierta del mueble. ¿Y entonces qué?, ¿donde iría?, ¿a vivir una aventura similar a la del hombre menguante?, ¿a ser presa de un gato gigantesco? No, lo mejor era quedarse ahí, esperar que Marianela regresara y pedirle hablar con sus padres, intentar razonar con ellos. Al menos, a diferencia de Gulliver en Brobdingnag, él ya dominaba la lengua de los lugareños.  

      –¿Se ha marchado? –escuchó decir débilmente Rodrigo a sus espaldas. 

      –Sí, ¿está usted bien? 

      –No, no estoy bien. Esto se sale de todo mis parámetros de comprensión. Me entrenaron para lidiar con bestias salvajes de todo tipo, pero bestias reales al fin y al cabo, no cosas cuya sola existencia desafían todas las leyes que rigen el universo.  

      –Bueno, las leyes se hicieron para quebrarlas decía Bart Simpson. 

      –¿Bart quien? 

      –Bart Simpson, un importante filósofo norteamericano –respondió Rodrigo–. Le he pedido a Marianela que nos traiga algo de comer, ¿no tiene hambre? 

      –En realidad sí. 

      –Ya ve, el cerebro es el único órgano del cuerpo a quien preocupa comprender la situación en que estamos, a su estómago sólo le interesa comer, y al mío también. ¿Escucha como me suenan las tripas? 

      El rostro de Char sufrió una inusual metamorfosis, ¿qué le estaba ocurriendo? Esbozaba una sonrisa, una hazaña que Rodrigo llegó a pensar era imposible de ser ejecutada por los músculos faciales del crononauta.  

      –Gracias por defenderme de ese monstruo. 

      –No fue nada. No creo que fuera a hacerle daño de todas maneras, y no es un monstruo sino una niña. 

      –Es un monstruo, algo que no debería existir. 

      –Eso es una cuestión de óptica solamente, para mí usted debería ser un monstruo también.  

      –Sí, supongo que tiene razón. 

      –Escuche, parece que Marianela regresa. 

      Char corrió a esconderse en la esquina más alejada del cajón y nuevamente se hizo un ovillo. La muchacha introdujo dos recipientes que para los viajeros eran del tamaño de una de esas piscinas inflables en las que tanto les divierte chapotear a los niños. Uno contenía carne picada y pan desmenuzado y el otro agua.  

      –Ahora tengo que irme –susurró Marianela– me esperan abajo para cenar. 

      –¡Aguarda un momento! –gritó Rodrigo–. ¿Le has dicho a alguien sobre nosotros? 

      –Por supuesto que no. Ustedes ahora son míos y no permitiré que me los arrebaten. 

      Dicho esto la niña abandonó la habitación nuevamente.  

      –¿Que somos de ella? –dijo Char acercándose a los inmensos platos para así examinar sus contenidos–. ¿Qué le hará pensar que le pertenecemos? 

      –Tal vez sea el hecho que, hasta que no podamos inclinar la balanza a nuestro favor, efectivamente le pertenecemos. 

      –¿Cómo dice?, ¿inclinar la balanza? 

      –Hasta que no consigamos salir de este problema. 

      –Ah, ya le entiendo. Bueno, sin Lucy será difícil poner fin a esta situación. Aunque escapásemos de esta niña podríamos ser víctimas de peligros mayores.  

      –Sí, hasta el momento nos ha tratado bien, aunque no sabemos cuales son sus intenciones reales.  

      –Y están esas enigmáticas criaturas que ella mencionó por otro lado. 

       –Los Kobolds. 

      –Desde luego, a uno de cuyos representantes ya hemos conocido. Si efectivamente se llevaron a Lucy, intentar contactarnos con ellos debería ser nuestra prerrogativa. 

      –Aunque no creo que estén muy interesados en nosotros, de lo contrario nos habrían llevado junto a Lucy. Pero basta de charla, tengo hambre y pretendo saciarla. Aquí hay comida suficiente como para un mes. 

      –¿Cómo sabe que esos alimento podrá ser asimilado sin inconvenientes por su sistema digestivo? 

      –No lo sé, supongo que no me queda más que correr el riesgo, es preferible a morir de inanición. 

      Rodrigo propinó una buena mascada al trozo más pequeño que pudo sostener entre sus manos y lo saboreó ante la mirada expectante y algo asqueada de Char. 

      –Está bueno –dijo con la boca llena–, carne de vacuno. Vamos, coma. 

      –Prefiero esperar unos minutos, a ver si no cae muerto. 

      –Cómo usted prefiera. 

      Una vez que Rodrigo comió todo lo que pudo, y al ver que no se retorcía de dolor por envenenamiento, Char se dispuso también a alimentarse, previa solicitud de que no se le observara ni se le dirigiese la palabra mientras lo hacía. “Los humanos del futuro son como los yahoos de El Informe de Brodie”, pensó Rodrigo, y a continuación tomó un trozo de pan y reposó su cabeza sobre él utilizándolo como una almohada. 

      –El tamaño de esta gente podría explicar la construcción de una esfera de Dyson, ¿no lo cree? –comentó Rodrigo sin obtener respuesta–. ¡Se me olvidaba que no debo hablarle! Bueno, creo que haré una pequeña siesta. 

6 

      No se había percatado Rodrigo del sueño que tenía hasta que cerró los ojos y se durmió profundamente. Un fuerte remezón lo trajo de regreso al mundo de la vigilia. Char lo tenía tomado por los hombros y parecía alarmado. 

      –¡Debe intentar salir de aquí! –le dijo–, corre grave peligro.

      –¿Qué ocurre? –preguntó Rodrigo aún con un pie en la tierra de los sueños. 

      –Observe –contestó Char indicando el techo. 

      Rodrigo alzó la vista y pudo ver como el Sol gradualmente perdía luminiscencia. 

      –¿Se está apagando? –dijo presa del asombro. 

      –En efecto –confirmó Char– creo que en este sitio si hay noche después de todo.  

      –Pero no hay Luna, sin Luna usted no puede transformarse en lobo, ¿no? 

      –No estoy tan seguro de ello –dijo Char con un hilillo de voz al tiempo que caía al suelo presa de fuertes espasmos–. Siento como si una bestia desgarrara mis entrañas, huya, Rodrigo, ¡huya! 

      El Sol disminuyó su luminosidad con una rapidez prodigiosa y ahora se veía tal y como el satélite natural de la Tierra. 

      –No tengo donde huir –dijo Rodrigo alejándose instintivamente de su compañero–. Por favor intente controlarse… 

      –No, no puedo –gruñó Char–. ¡No quiero!

      Esa última vocal de la palabra “quiero” se prolongó permutándose en un horrendo aullido que le puso a Rodrigo la piel de gallina. La metamorfosis se había desencadenado.  

      –¡AYUDAAAAAAA! –comenzó a gritar Rodrigo llevando sus manos a uno y otro lado de la boca y saltando lo más posible–. ¡MARIANELA!, ¡AYÚDAMEEEEE! 

      Era inútil, la niña jamás oiría sus débiles gritos allá abajo. Rodrigo se volteó hacia Char que ya estaba cubierto completamente de un pelaje blanco-grisáceo, con las manos y las rodillas apoyadas en el suelo. Su cabeza se volvió más larga y estrecha y unos brillantes y agudos dientes se asomaron por su boca transformada en hocico. Sus nalgas desaparecieron y su espina dorsal se extendió hasta formar una frondosa cola.  

      El lobo, grande y corpulento como un tigre, observó a Rodrigo arrugando la nariz y gruñendo a la par que mostraba los colmillos. En ese momento en que contemplaba cara a cara el rostro de la muerte, Rodrigo recordó un documental que había visto en el Discovery Channel sobre los lobos. Cuando dos de estos animales desean conseguir el puesto de jefe de su manada se enfrentan en una lucha ritualizada y cada uno de ellos adopta una actitud característica con la que pretende impresionar al adversario. Poco a poco uno de los dos va perdiendo confianza hasta que se tumba a los pies de su rival en señal de sumisión. En todos los animales superiores (a excepción de los humanos) este gesto frenaba la violencia de una sola vez. Rodrigo hizo exactamente eso. Con mucho cuidado y lentamente se recostó sobre el suelo y se levantó la camisa dejando su abdomen al descubierto. El licántropo dejó de gruñir y desvió la vista hacia el plato con los alimentos. Se acercó hacia el recipiente y en un par de minutos consumió todo lo que Marianela les había servido. Una vez satisfecho, retrocedió hacia el fondo del cajón que los aprisionaba, tomó velocidad y de un formidable salto voló por sobre la pared que daba al exterior. La caída hasta el suelo era suficiente cómo para acabar con la vida de cualquiera, pero Char era un licántropo después de todo y cualquier herida o fractura sería rápidamente sanada. 

¿Qué ocurriría ahora? A menos que encontrara alguna forma de salir, Char merodearía por la habitación hasta que Marianela regresara y entonces seguramente se escabulliría sin ser descubierto, ni un feroz licántropo sería tan estúpido cómo para atacar a una presa tan grande. Además, era muy probable que en su forma lupina Char conservara ese horror atávico que sentía por la niña, por lo que de seguro procuraría evitarla. ¿Pero por qué tardaba tanto Marianela en volver a su dormitorio? Y a propósito, ¿cuánto tiempo había transcurrido? Eso era algo difícil de saber en una esfera de Dyson sin un reloj, pero la palabra cena acompañada a la disminución lumínica indicaba que era de noche, una noche sin estrellas y con el propio Sol convertido en una brillante Luna. Cómo era posible tal prodigio escapaba a todo intento de Rodrigo por comprenderlo. Lo más probable era que el Sol fuese artificial, si es posible concebir tal cosa, claro. Esta esfera de Dyson tenía noche, y por lo visto todas de plenilunio lo que significaba que contrario a lo que Rodrigo supuso en un principio, Char no sólo se convertiría en lobo, sino que a diferencia de
la Tierra, aquí lo haría todas las noches. 

      No había nada que Rodrigo pudiese hacer hasta el regreso de Marianela, por lo que se sentó a esperar.   

      Un par de minutos después escuchó abrirse la puerta de la habitación seguida de un estridente chillido. A partir de ese momento se desató el caos. Algo cayó pesadamente al suelo, gritos de dolor que se permutaban en gruñidos se sucedían una y otra vez mientras otros objetos se desplomaban. Rodrigo escuchó una voz que no era la de Marianela gritar de horror mientras otra la imitaba y una tercera decía: “¡huyan, rápido!” Más gruñidos se sucedieron acompañados de ruido de huesos rotos y carne desgarrada, más golpes y más sacudidas que hicieron que el cajón de la cómoda terminara por cerrarse dejando a Rodrigo en la más absoluta oscuridad.  

      Los rugidos de la bestia y los gritos de sus víctimas se escuchaban cada vez más lejos. La carnicería se había trasladado escaleras abajo, a una distancia que para Rodrigo era sin duda de kilómetros. Poco después se escuchó un aullido muy lejano y luego reinó el silencio. 

      ¿Qué había ocurrido? Rodrigo creía tenerlo todo muy claro. Al entrar en su dormitorio Marianela se encontró con Char a quien debió haber tomado por una rata, de ahí el chillido. Contrario a lo que Rodrigo supuso, el licántropo sí atacó a la muchacha, probablemente mordiéndola en el tobillo. La metamorfosis se desató inmediatamente, al oír el barullo los familiares de Marianela subieron a ver que pasaba y fueron atacados por la niña lobo, que ahora rondaba por la campiña. En cuanto a Char, de seguro había escapado en medio de la batahola perdiéndose entre la descomunal floresta. 

      Así estaban las cosas. Rodrigo encerrado en una cajonera gigante sin comida ni luz. Char y Marianela convertidos en feroces lobos de distintas tallas, esparciendo la infección licantrópica. Lucy descompuesta y capturada por los Kobolds. En ese momento no le cupo ninguna duda a Rodrigo de la existencia de Dios, sólo él podría haber elaborado una trama tan cruelmente absurda.  

       “¿Y ahora qué?”, se preguntó Rodrigo. “¿Esperar a que salga el Sol y el eventual regreso de Marianela o Char a la casa?”  

      Nuevamente no había nada que hacer, excepto esperar así que Rodrigo esperó, y esperó, hasta quedarse dormido.          

Lucy, de nuevo 

7 

      Un poco de luz se filtraba por los bordes del cajón convirtiendo las tinieblas que rodeaban a Rodrigo en penumbra. El Sol había salido, aunque ese no era el término más exacto al interior de la esfera.   

      Rodrigo se dirigió hacía el fondo del cajón y orinó en una esquina, luego bebió un poco de agua y se sentó en el borde del plato como si estuviese en la orilla de una laguna. No soportaba la idea de morir de inanición, antes prefería el suicidio. Pero no había ninguna forma de quitarse la vida allí dentro salvo darse de cabezazos contra las paredes hasta quedar inconsciente, pero no hasta morir.  

      Rodrigo se paseó de un extremo al otro de su prisión, hizo ejercicios de calistenia, recordó varios pasajes de su vida que creía olvidados, gritó pidiendo auxilio hasta el agotamiento, durmió una breve siesta, bebió más agua, lloró desconsoladamente, recuperó la fe, volvió a llorar, corrió de un extremo al otro, contó hasta 7.589… 

      La luz que se colaba por las rendijas comenzó a disminuir. Nuevamente el Sol se apagaba. Rodrigo estrelló su puño contra una pared maldiciendo. Jamás saldría de allí. 

      –Hola, Rodrigo –dijo una familiar voz a sus espaldas. Se volteó y he allí que se erguía una figura femenina. 

      –¿Lucy? 

      –Sí, soy yo Rodrigo. He venido a buscarte.  

      –Te ves tan… distinta. 

      –Perdí algo de peso, a decir verdad, varias toneladas. ¿Qué opinas de mi nueva apariencia? 

      Lucy se veía cómo la robot de Metropolis, o como una de esas atractivas androides de Hajime Sorayama, aunque había algo más orgánico en su apariencia, similar a las criaturas que pueblan la obra del pintor suizo Giger.  

      –Estás muy bien –dijo Rodrigo–. ¿Pero como… 

      –Fui sometida a un upgrade –lo interrumpió Lucy–, por las criaturas que en estas latitudes denominan Kobolds. 

      –Tal y como lo sospechaba, fueron ellos quienes te capturaron.  

      –Así es. Continuamente están explorando la esfera, recolectando datos y objetos. Suelen ignorar a los seres vivos. 

      –Incluso a nosotros, tus tripulantes. 

      –Lamento por todo lo que has tenido que pasar –dijo Lucy tomando entre sus mecánicas manos las de Rodrigo–. Habría venido antes por ti pero al ser tecnología creada por humanos les tomó bastante tiempo a los Kobolds reprogramarme para así emular sus imbricadas estructuras cognoscitivas y complejo lenguaje. Pero ya estoy aquí.   

      –¿Qué fue de Char y los habitantes de esta casa?, ¿qué fue de Marianela? 

      –Los ocupantes de esta vivienda murieron. El Sr. Char fue adormecido poco antes del alba y trasladado a la estación orbital Kobold donde fue sometido a una manipulación genética que eliminó todo rastro de licantropía. En cuanto a la muchacha, luego de huir de este sitio atacó a la gente de la granja vecina, nueve personas de las cuales tres sobrevivieron para transformarse en licántropos. De esta manera comenzó a propagarse la infección por toda la zona hasta llegar a la ciudad. Cuando por fin amaneció el número de licántropos ascendía a una treintena. De momento están confundidos, nadie sabe muy bien lo que ocurrió y ni siquiera sospechan que las personas a las que están socorriendo, y que suponen víctimas de las bestias, serán muy pronto sus verdugos.   

      –¿No pueden hacer algo los Kobolds para detener esta locura? 

      –Por supuesto, toda esta zona será fumigada. Sólo morirán aquellos infectados. Es la solución más práctica. 

      –¿No pueden someter a esta gente al mismo proceso que a Char? 

      –Sí, pero me temo que no les interesa. Si curaron al Sr. Char fue sólo porque yo se los solicité.  

      –¿Dónde está Char ahora? 

      –De regreso en su época. Y ahora es tu turno, Rodrigo. He venido para llevarte de vuelta a tu hogar. 

      –¿Puedes hacerlo? 

      –¡Claro que puedo! Pese a mi nueva apariencia sigo siendo una máquina del tiempo, aunque libre de las viejas limitaciones que antes poseía. ¿Nos marchamos ya? 

      –¡Pero hay tantas preguntas aún que tengo que hacerte!, ¿En que año estamos?, ¿quién construyó la esfera?, ¿fueron los Kobolds?, ¿de donde salieron estos humanos gigantes y cómo es que hablan mi idioma? 

      –Todas tus preguntas serán contestadas cuando volvamos a encontrarnos en un futuro próximo, Rodrigo. Ahora debemos emprender el viaje, tengo otras obligaciones que cumplir. 

      –Pero… 

      –Shhh –dijo la androide posando su dedo índice sobre los labios de Rodrigo–. Ven, acércate. 

      Lucy tomó las manos de Rodrigo y las posó sobre sus pronunciadas caderas. Su voz era tan dulce y sensual y su robótico cuerpo tan cálido que a Rodrigo le pareció, por un segundo, se trataba de una mujer real. Pero entonces observó su rostro de grandes ojos y boquita minúscula, tan inexpresivo como el de los seres que la reconstruyeron, y la ilusión fue anulada. De cualquier forma se aferró a la cintura de Lucy apoyando la cabeza sobre su pecho. Ella le subió sus manos por la espalda y ambos se fundieron en un entrañable abrazo.   

      –¿Nos volveremos a ver? –preguntó Rodrigo cerrando los ojos. 

      –Puedes estar seguro que sí. 

      De los omóplatos de Lucy emergieron unas estructuras elípticas de las que se desplegaron unas grandes membranas transparentes. La androide curvó hacia delante sus alas de mariposa que los envolvió a ambos transformándose en una especie de capullo.  

      –Ahí vamos –susurró Lucy al oído de Rodrigo.  

      Y ambos desaparecieron. 

8 

      Rodrigo abrió los ojos percatándose que sus manos abrazaban el aire. El Sol iluminaba tímidamente la campiña y los pajarillos gorjeaban. Se hallaba de vuelta en la parcela de su hermano, y le pareció pertinente rememorar los siguientes versos: 

         De su seno ascendió un capullo.

         el verano lo agostó.

          la canción ha terminado. 

      –¡Don Rodrigo! –escuchó que alguien exclamaba. Era Aquiles que venía corriendo hacia él. 

      –¿Hace cuanto se marchó la máquina del tiempo? –le preguntó. 

      –Reciencito no más. Pensé que usted iba dentro. 

      –Sí, ahí dentro voy, viajando a un futuro muy extraño. 

      –¿Cómo dice?, ¡pero si está aquí! 

      –Es una larga historia, Aquiles. Ya tendremos tiempo para que se la cuente, regresemos a la casa. Necesito un café y mi computador, tengo mucho que escribir. 

      Antes de marcharse, Rodrigo se volteó para dar una última mirada al sitio en que algún día muy lejano se erguiría el cronopuerto. 

       “Lucy dijo que volveríamos a vernos”, pensó, “ese encuentro animará de ahora en adelante mis días”. 

© 2004, Remigio Aras.   

La existencia al borde del fin

Hace un par de meses vagando por la red buscaba algunos cuentos de ciencia ficción y encontré un sitio sobre un e-zine llamado TauZero. En ese entonces no sabía con exactitud que era un e-zine, pero podía imaginarme que significaría algo así como “revista electrónica”. Y efectivamente, no estaba muy lejos de la verdad. Un e-zine dedicado enteramente a la divulgación de la ciencia ficción y de la ciencia. ¡Era fascinante! Ambas áreas me encantan, por lo que devoré el contenido de la revista electrónica. Y no sólo eso, baje los otros cinco números que habían publicado hasta ese entonces. Y me di cuenta de algo extraño: Las fechas de publicación. El número 1 apareció un febrero del 2003. El número 2 tres meses después, el número 3 seis meses después, y los números 4, 5 y 6 con un mes de separación entre ellos. Al parecer había aumentado la frecuencia de su publicación, aunque en realidad no sabía muy bien la periodicidad de la revista por lo que envié un e-mail al editor para confirmar mis sospechas. La respuesta fue que efectivamente, tenían suficiente material para publicar cada mes, cosa que me agrado en demasía. Incluso me atreví a hacer una pequeña contribución, una pequeña revisión introductoria a una serie de ensayos que versarían sobre el mundo microscópico, desde el átomo, hasta el ADN, la célula y las bacterias. En esa primera entrega solo hablaba de algunas formas de medición en el mundo científico. Mes con mes hablaría de otras cosas cada vez más complejas y fascinantes. Sólo que esperé 2 meses para ver mi contribución publicada, en abril del 2004, a la vez que se nos advertía a lectores y colaboradores que por motivos un tanto inciertos, la publicación sería cada 2 meses. De acuerdo, cada 2 meses es algo que se puede tolerar, ¿no? Y esperé hasta recibir el número 8… tres meses después. Algo fallaba. Un e-mail más y un montón de excusas. Pero pronto aparecerá el 9. Y esperé por ese número dos meses: ¡Habían cumplido con la fecha de entrega! ¡Genial! Alentado, envíe una segunda aportación, una introducción a la teoría atómica, desde Demócrito de Abdera hasta el principio de
la Teoría Cuántica. Y esperé por el número 10 dos… tres… cuatro… si, cuatro meses. Algo no volvía a cuadrar. Otro nuevo e-mail daba algunas excusas como la clásica del trabajo, la de la novia celosa de una revista electrónica y no sé que tanto más. Tal vez faltó la de la abducción extraterrestre y ¿por qué no?, la del complot de alguna agencia federal para evitar la publicación del e-zine. ¿Qué pasaba? 

       Como en todo, siempre hay otras opciones. Busqué y encontré otra revista llamada Fobos, cuyo editor se engrandecía de haber publicado “22 números en formato papel y 23 en formato electrónico”, entre 1998 y el 2004. Sólo que en el número 23 aparece el mensaje de su triste final. Fobos no era más que un hallazgo arqueológico, algo que fue y no será nunca más. Era buena para coleccionar, nada más. Había muerto… Siguió la revista Ochocientos, dedicada a la literatura en general, tal vez poco dedicada a los géneros de fantasía y ciencia ficción, con 31 números en su haber y… abandonada en octubre del 2004. Ignoró que paso, si está agonizante o lo peor, muerta. Saltemos a Alfa Eridani con 14 números, el número 14 correspondiente a Noviembre-Diciembre del 2004. Va bien. 

       Axxón va a la cabeza, con 144 números, publicación mensual y aporte de todo el mundo hispano parlante e incluso más. Solo que hay algo que no me acaba de gustar, algo muy sencillo que parecerá ridículo: El formato. Es presentada en formato html, con posibilidad de bajarlo zipeado… también en formato html. Prefiero mil veces el PDF porque se ve como lo que pretende ser, una Revista Electrónica, y no como una sencilla página cualquiera de
la Red. Por ello, TauZero y Alfa Eridani llenaban ciertas expectativas mías.  

       Ahora bien, hemos llegado al empate, un par de e-zines extintos y un par que se mantienen activamente. La pregunta es: ¿a cuál pertenece TauZero? ¿Está muriendo lentamente o qué ocurre? Puedo fácilmente culpar al editor en turno Eduardo Mundana, a su trabajo y hasta a su novia por olvidar este genial proyecto, por dejarnos de lado a lectores y colaboradores. Pero no es culpa de él, ni del trabajo, ni de la novia. Al menos no completamente. También estamos nosotros, los lectores por no pedir más y alentar con ello a la publicación. También estamos los colaboradores, por mandar las aportaciones cada vez que nos acordamos o nos obligan a hacerlo. Debería ser un compromiso, pero lo tomamos como si nada. Todos estamos fallando. 

       Es enero del 2005, año en que podría verse el florecimiento de nuevas publicaciones on-line y el decaimiento de otras. Deseo sinceramente
la Al menos no completamente. También estamos nosotros, los lectores por no pedir más y alentar con ello a la publicación. También estamos los colaboradores, por mandar las aportaciones cada vez que nos acordamos o nos obligan a hacerlo. Debería ser un compromiso, pero lo tomamos como si nada. Todos estamos fallando. 

       Es enero del 2005, año en que podría verse el florecimiento de nuevas publicaciones on-line y el decaimiento de otras. Deseo sinceramente la permanencia de TauZero para beneficio de sus lectores ansiosos de leer literatura de ciencia ficción y divulgación. Deseo que la mantengamos viva y no digamos en un futuro sencillamente: Otro e-zine extinto.  

 

© 2004, José Fco. Camacho A. 

 

 

Sobre el autor: José Fco. Camacho A. nació en 1979 en la ciudad de Querétaro, México. Actualmente es médico general en vías de iniciar la especialidad de cirugía general. Como pasatiempo escribe ensayos de divulgación, cuentos de ciencia ficción y relatos cortos, así como un Manual de Microbiología y Parasitología Médica. 

 

El libro de Enoch

Este libro escrito aparentemente entre el siglo I y II A.C por una serie de autores en una lengua semítica Etíope, corresponde a la historia sagrada, con u recorrido incierto producto de su exclusión posterior de las biblias por constituirse como elemento cuestionante de los dogmas centrales, se dificulta su hallazgo. Pero lo importante de su apocrafia radica en el giro que sufre la religión después de Cristo; de una ambivalente donde en Dios se centraba el bien y el mal, a una monista donde está separado. Por lo tanto los textos de Enoch, en los que se reconoce constantemente que la raíz de todo está bajo los ojos omnipotentes de Dios contradice a lo simbólico separado, Bien y Mal. Explicaré la palabra símbolo por medio de lo que dice Regis Debray, así symbolon que significa reunir, juntar, acercar, viene de los fragmentos de cerámica o tesseras que eran entregados a los huéspedes de una casa a modo de signos de hospitalidad; los que a su vez entregarán dichos trozos a sus hijos para que un día ellos puedan establecer las mismas relaciones de confianza juntando y afianzando fragmentos. Entonces lo simbólico se une a lo fraterno, somos todos hermanos, lo que correspondería a la unión de los extraños. De esta manera el antónimo de símbolo corresponde a diábolo, dia-bólico es todo lo que separa, sim-bólico todo lo que une. Pero mientras el judaísmo logró salvar estos conflictos, las Iglesias Cristianas permanecieron trabadas por la confusión de dos ideas incompatibles. Luego se irá extremando cada vez más en la medida en que la Religión cristiana basará todo en la Redención y no en una ofensa “personal” con el dios, de ahí que liga la caída personal a la original directamente, en cuanto pecado original. 

       Daré como ejemplo dos pasajes de Isaías, uno de los profetas de la Biblia, donde lo unitario aún reside y a pesar de ello han sido mantenidos: 

(45,7)Yo soy Yahveh, no hay ningún otro;yo modelo la luz y creo las tinieblasyo creo la dicha y creo la desgraciayo soy Yahveh, el que hago todo esto. 

(44,25)Yo hago que fallen las señales de losmagosy que deliren los adivinoshago retroceder a los sabiosy convierto su ciencia en necedad. 

       Los libros apócrifos, como este de Enoch, han sufrido una censura que lleva muchos siglos al interior de la religión cristiana, de hecho la palabra apokruphos la que deviene apócrifo ha sido interpretada y definida por la Iglesia Católica como falso, supuesto, ilegítimo y erróneo. Esta especificación parece la recomendación clara de la etiqueta de una sustancia venenosa. Pero estos vestigios de la significación corresponden a la arqueología de una estratificación paralela de la teogonía judeocristiana, la exclusión y ocultamiento de estos textos aparece como un mito que se sobrepone a otro. Volviendo al libro y a nuestra búsqueda en él de correspondencias que nos apoyen en el esclarecimiento de la aproximación del hombre a las artes y en este caso particular, a las malas artes; el texto tienen ciertos tramos claros. Los seis primeros capítulos dice de las revelaciones hechas a Enoch de las bendiciones para los justos y los castigos para los pecadores. Del siete al treinta y siete, desarrolla el relato de la unión de los ángeles con las hijas de los hombres, la ascensión de Enoch hasta su visión-ceguera de Dios, la visión de los ángeles caídos, y describe los infiernos, el cielo, el paraíso y su viaje a los extremos del mundo. Del treinta y ocho hasta el setenta y uno son las revelaciones por medio de sueños y parábolas acerca de la venida del mesías, el que pronunciará el juicio a los ángeles y a los hombres. Posteriormente, del setenta y dos al ochenta y dos consiste en la revelación de o que sucederá con los ángeles caídos a manos del castigo así como de todo mal. Del ochenta y tres al noventa, la visión revelada a Enoch del diluvio para destruir ese mundo y reinstalar el reino de Dios. Del noventa y uno al ciento cinco es el consuelo de los justos en el día del juicio y la condena de los impíos; en esta sección Enoch divide la historia del hombre en diez semanas, simbolizando diez épocas, cada una caracterizada por una persona o evento. Por ejemplo la cuarta semana corresponde a Moisés, y en la décima el reino de los cielos se rehace en la tierra por la eternidad. Finalmente, se refiere nuevamente al diluvio pero ahora desde los consejos entregados a su hijo y a u vez éste a su nieto Noé, y reitera los juicios a los pecadores así como la salvación de los justos. 

       De acuerdo a nuestro interés en la entrega por parte de ciertos ángeles de lo que anteriormente hemos denominado las malas artes, se refiere a ciertas técnicas, las técnicas de lo oculto, o sea de lo tenido oculto por Dios a los hombres, entonces aquí se trata de los realmente apócrifo. Estos secretos que abrieron los mundos no permitidos a los hombres y que significarán su maldición eterna ante el dios, resultan de un vuelco de vulnerabilidad de los vigilantes celestes que aseguraban la observación. Ellos que en hebreo son los bene ha elohim  que significa vigilante o hijo de dios, bajaron del monte Hemón hace dos mil años y ayudaron a los arcángeles a construir el Edén, vieron a las hijas de Caín y fueron atraídos; “entonces los seres de fuego al contacto con la tierra, el fuegos e convirtió en carne”, de ellos nacerán gigantes insaciables los que en lucha con los siete arcángeles serán obligados a residir en las tinieblas de los abismos y en los extremos oscuros del mundo, hasta el día del juicio en que serán nuevamente juzgados por Dios. 

       Entonces estos ángeles, que más que caídos bajaron por su propia voluntad a la tierra, enseñan las artes de a civilización, o sea, las técnicas; y así cada uno se identifica con cierto aspecto de lo secreto: 

       Samsaya, les advertirá que no serán capaces y que él deberá asumir la conclusión de los iniciado. 

       Azaziel, enseña la realización de las armas, espadas, cuchillos, escudos, corazas y espejos. También brazaletes y ornamentos, el uso de la tintura y el pintar los ojos, el empleo de las piedras preciosas y la pintura. Enoch dirá, “así el hombre fue corrompido.” 

       Amarazak, enseña los sortilegios. 

       Barkayal, el arte de observar las estrellas. 

       Akibeel, enseña los signos. 

       Tamiel, la astronomía. 

       Asacadel, enseña los movimientos de la luna. 

       Aunque la serie de ángeles llamados caídos es mucho mayor y en dos partes del libro se reconcentran sus nombres y se los designa como doscientos, estos serán los que tienen relación directa con las técnicas, pero después en otro capítulo Enoch describe a los que lideraron la rebelión con sus nombre: 

       Leviathan, demonio femenino (Lilith). 

       Behemoth, la serpiente masculina. 

       Yekum, seduce a los ángeles para descender 

       Kezabel, el que anima los malos pensamientos en los ángeles para que se unan a las mujeres. 

       Gradel, será el que revela los medios para dar muerte, es el que seduce a Eva y entrega las armas como armas para evitar la muerte dirigida a su tiempo por Dios. 

       Tenemue, revela la pesadumbre y la dulzura, descubre los secretos de la falsa sabiduría y muestra la escritura y el uso de la tinta y el papel. Porque el hombre no ha sido consignado para ello, para escribir las creencias, sino sólo para imitar la pureza y justicia de los ángeles, dice.  

       Kasyada, el que entrega las artes del aborto, la mordedura de serpiente y el control de la energía. 

       Beka, le pide al arcángel Miguel que le muestre el nombre secreto de Dios, con el cual fue sellada la creación, se trata del nombre que implica la inteligencia de crear, como juramento. Aquí expresa como el dominio sobre la creación del cielo y la tierra y lo que en ellos hay. 

       Si bien el hecho que la Iglesia haya ocultado este texto a sus fieles no radica básicamente en las revelaciones originales entregadas por los ángeles malditos a los hombres aparentemente se debe a la interacción de los arcángeles asociados hasta hoy con el bien en una relación directa de palabra con el Dios supremo. Estos ángeles que son, Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Raziel, Rasuil y Remiel, son los jefes de los vigilantes. Cuando se dan cuenta de lo que estaba sucediendo en la tierra con estos doscientos ángeles debido a que los lamentos de los hombres llegaron hasta ellos; su actitud no es la de culpar directamente a los que han bajado, sino se dirige Miguel, como la voz de ellos ante Dios y le pregunta directamente: si él todo lo sabía porqué lo permitió. Esta fisura entre la Gracia y la Divinidad que en síntesis son las dos presencias omnipotentes de Dios, es una de las piezas que entraría en contraste con la visión dualista del bien y el mal separados y no cohabitante en el dios único. Dios les responde a cada uno de estos ángeles con una misión para el castigo de los caídos, Rafael en una actitud que recuerda el mito de Prometeo y que luego se repetirá en el combate de Jesús con el demonio, debe encadenar a Azaziel en el fondo de las tinieblas, lapidarlo hasta que su rostro no vea más la luz. Luego a Gabriel perseguirá a los hijos de los gigantes y los pondrá por orden de Dios a unos contra otros, para que mueran en sus propias manos. Entonces Miguel, anunciará el castigo a Zamiasa y lo encadenará en el abismo. En este momento Enoch es subido en cuerpo y alma, hecho por lo que será mantenido y recordado en ciertos pasajes de la Biblia, en presencia de Dios. Entonces comienza su recorrido por el infierno, el cielo y los confines del mundo. Aquí ya se hace mención a la existencia de un libro donde va anotando lo que ve y lo que le pregunta a los ángeles que, respectivamente, lo acompañan según la región. Luego se ve que en el cielo existen otros libros en los que se anota Todo, figura emblemática que servirá como referencia hacia lo que éstos guardan y la noción de versión, traducción, lectura y escritura. En el momento en que Enoch habla sobre las parábolas dice que “produce parábolas”, así como una serie de detalles del decir en el libro van sorprendiendo habla de la visión de la visión, de la abertura de los libros por parte de Dios al momento del juicio, existe todo un juego con la ceguera de los fieles y el descarrío de las ovejas, al igual que situaciones de la generación o más bien la mutación de los animales una vez que Noé baja del arca; no con una pareja de cada especie sino sólo con dos toros del que devienen unas hembras y de ellas crías que son de otros animales y así se fundan las especies. Confusión problemática para la buena comprensión de la genética normativa y que más bien parece una explicación sensata de una suerte de clonación original arcaica. Pero a su vez las especies aquí son las razas y se describe como pelean, los hombres, constantemente hasta el día del juicio final, en el que se abrirán y leerán los libros. Luego Enoch, espera las generaciones de su hijo y de su nieto, así nace Noé, aquí se produce un efecto interesante que es el rechazo por parte del padre. De Noé dirá su padre, que “no es de nuestra especie”, porque apenas nació dijo la palabra de Dios, pero ese rechazo no vamos a encontrar en varias ocasiones en los relatos bíblicos, en donde el padre dudará de la paternidad, así José duda de María porque aquel no puede ser su hijo. Pero dentro de los rasgos que sobresalen del libro es la manera en como ha sido escrito, la posición que tiene el narrador, como se dice clásicamente. Se trata de una voz que cede la voz a otro, para así ganar objetividad en el relato, creando otras voces como otros personajes ciertos en su decir; como otro que avala lo descrito en primera persona y por lo tanto la hace menos subjetiva.  Así Enoch escribirá un libro que entrega las claves para el reconocimiento de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos libros, como el confuso camino de uno, supuestamente entregado por el arcángel Raziel, el que incluiría algo así como las buenas artes debido a la humildad de los justos, lo que en este caso corresponde a algo permitido por Dios quien desatendiendo por un momento su total conocimiento de lo que sucede o por descuido de la Gracia que es la que nos asiste cuando Dios no nos está viendo, o por acuerdo de ambo; llega hasta las manos de Adán y así hasta nosotros. De esta manera se juntan los dos fragmentos del bolos (griego, terrón), entre el hombre y dios, como Uno que permite la existencia del Otro, lo que a su vez asegura la existencia de ambos en una alternancia eterna, entre comillas.        

© 2004, P. C. 

Sobre el autor: De momento no estamos autorizados a revelar nada sobre P. C. 

Utopía Now

“Es una necesidad fundamental para los oprimidos pensar y salvaguardar, mantener, preservar esas imágenes dialécticas porque en ellas está el fundamento de la posibilidad de futuro, es decir, en ellas está el fundamento de la utopía.”  

–Walter Benjamín– 

Utopía, no existe tal lugar… dice Quevedo, pero tanto el término acuñado por Moro como su traducción lucen poéticos, ya que pueden derivar de Ou topía: En Ningún Lugar; y de Eu topía o Lugar en que Todo Está Bien. 

      La obra de Moro es considerada un texto fundacional de la cultura moderna, y se le asigna una doble potencia de realidad, descriptiva y propositiva. Ambos aspectos pueden verse, respectivamente, como instancia de planificación, esquematización y dibujo; o desde la insustanciabilidad, la invisibilidad geográfica, la falta de plausibilidad, de su concreción. 

      Las primeras versiones utópicas coinciden en ser gobernadas en un estado perfecto en que se actúa con justicia conforme a razón. Y siguiendo a Platón plantean sus visiones como lejanas en el tiempo o en el espacio, o ambas. Más tarde se retomará de Platón el reemplazar desilusionado este cambio en la estructura por perfeccionamiento de los reglamentos que la gobiernan, tal como a De República suceden Las Leyes.  

      Tanto en la isla de Moro (Utopía; 1516) como en el laboratorio universal de La Casa de Salomón de Bacon (New Atlantis; 1626), se acentúa el papel esencial que debía jugar la ciencia en toda sociedad ideal. Es la razón natural, para Moro, la que permite alcanzar la perfección política, legal y social, la monarquía absoluta, los bienes comunes, la inexistencia de dinero. 

      Pero es el intento de la comunidad de San Agustín, y su exposición de La Ciudad de Dios, el primer modelo moderno de utopía. Será convertida 1.200 años después por Campanella en Taprobana (La Ciudad del Sol), y prosperará por la expansión de sus riquezas, producto de ingeniosas máquinas; la jerarquía católica será reemplazada en la utopía de Harrington por una oligarquía republicana como la veneciana (Oceana; 1656). 

      Las utopías clásicas comparten ya la preocupación acerca del rol que la tecnología tiene en el panorama de la felicidad social. Así como otro rasgo importante: no esperan ser replicadas. Al ser planteamientos de mejoras de las propias sociedades a las que los autores pertenecían, compendiaban las cualidades que les permitirían guiar el rumbo hacia la perfección. Estos textos se percatan de su insustanciabilidad, siendo modelos para perfeccionar la sociedad propia, sobre la base de esta imagen/objetivo distante, ajena pero apropiable. 

      Las utopías son esquemas ideales que denuncian la realidad contemporánea, planteando como arreglarla. El que esta reparación queda bien hecha, lo demuestra el que las utopías son plausiblemente sustentables, no cambian, en equilibrio los contextos internos y externos. Quietas en su insularidad, escapan a la historia, al transcurrir del tiempo.  

      Pero el tiempo consume la época de las primeras utopías. Revoluciones de todo tipo aterran y propician, con reformas radicales, consecuencias violentas. 

       Se sucede una mirada escéptica (¿haciendo caso a Maquiavelo?) ante la posibilidad de elaborar formas alternativas al interior de las propias sociedades criticadas. Es Swift (Viajes de Gulliver; 1726), quien mejor expone que en cierta manera son elementos consustanciales a las propias sociedades los que tiñen todas sus estructuras.  

      Esta reluctancia a admitir mejoras sustanciales en lo propio, coincidiendo con una visión del mundo aún en expansión, producto de los grandes descubrimientos geográficos, producen gentes en naturaleza idealizada, y la posibilidad de llevar a cabo en otros lugares experimentos reales y ya no dibujar esquemas ideales para invocar cambios en las propias sociedades. 

      La razón y el iluminismo convocarán dos formas de enfrentar la concreción de la felicidad social, ambos caminos tomarán diversos diseños de utopías para implantarse, siendo estos diseños modelos susceptibles de realizarse. Aunque no en forma absoluta, puede decirse que un camino fue religioso y el otro científico. Las comunas religiosas sólo pudieron clonarse a sí mismas, no aspirando a más. En cambio, las comunidades científicamente concebidas para ser estables en el tiempo, resultaron laboratorios, modelos que también progresan, acentuando el poder de la ciencia y el creciente rol de la técnica. 

       La ampliación del conocimiento y del dominio del mundo producen el fenómeno colonial, y los tempranos efectos de la revolución Industrial en los transportes permite la primera oleada de aldeización, de concreción utópica. Los inicios de esta oleada se remontan a los experimentos utópicos con indígenas americanos que sentaron las bases del derecho internacional moderno. 

      En esta época la preocupación por reglamentaciones sofocantes, las marañas de formas legales e instituciones conflictivas llevaron a los primeros experimentos modernos de vida comunal: labadistas; ephrata; shakers; rapitas; zoaritas. Por varias razones el lugar ideal para poner en práctica la utopía es el nuevo mundo. Durante las reformas, las colonias americanas entrañan para los europeos la esperanza del paraíso terrenal, de trabajar por la regeneración del mundo. Se fundan centenares de colonias experimentales en USA: new haven; equity; utopía; new hope; sylvania; oneida; new life; aurora; amana; new harmony, etc., movilizándose decenas de miles de personas. 

      Las convulsiones europeas permiten la puesta en práctica de experimentos comunales a todas las escalas. Comte y Saint-Simon, los padres de la sociología, generan imágenes sobre lo que debería ser la sociedad.  

      Aunque los escritos propugnan nuevas y radicales doctrinas sociales y económicas, las utopías de los siglos XVIII y XIX son antídotos contra el cambio y el desorden. Las reformas de pequeña escala, graduales, son insignificantes junto a las consecuencias de la revolución industrial, pero las reformas radicales son temibles tras las experiencias revolucionarias. 

      La idea de que un defecto en la naturaleza humana provoca el mal se modifica, y el mal se relocaliza en las fuerzas sociales que conforman la conciencia individual. Hacia 1825 Owen funda estructuras comunitarias en Escocia, Irlanda y USA, con reformas que anticipan en medio siglo la legislación obrera. También para Fourier la falange debe gobernarse por medio de la pura razón, y en 1830 funda falansterios en Francia y más tarde discípulos suyos lo hacen en USA “…puede experimentarse en pequeña escala y sólo se difundirá cuando la práctica haya demostrado su superioridad sobre el sistema actual.” (Brisbane, discípulo de Fourier). 

      Los textos de Owen y Fourier son una mezcla de ensayo filosófico y manual técnico. Estos sistemas se enfatizan como producto de investigaciones científicas, y su pretensión experimental ya no se limitará a modelar, siendo ésta característica de las nuevas utopías, como la del texto de Cabet  (Voyage en Icarie; 1840), y la de Hertzka (Frailand; 1889). La fundación de varias sociedades Icarienses y más de mil sociedades locales Frailand en Europa, permitieron a sus autores fundar comunidades en USA y adquirir propiedades en África, para los mismos efectos. 

      El grueso de las comunidades emprendidas consisten en grandes grupos, con liderazgos fuertes y estructuralmente organizadas (desde el principio incluyen hasta modelos arquitectónicos). A pesar de algunas motivaciones aisladas, incluso individuales (Thoreau; Walden; 1854), se considera impracticable implementar la organización sin varios centenares de personas. La proliferación de experimentos comunitarios son una forma práctica de cambio social en un contexto en que no hay instituciones dominantes firmes, pero todas pretenden ser reformas no violentas que enfatizan la planificación social. 

      Hasta este momento de la planificación utópica social, la tecnología juega un rol determinante aunque ideológicamente neutral. Los sistemas económicos reales y utópicos se parecen y se enfatizan los valores morales y psicológicos como motor de cambio social. El problema no son las relaciones de producción, sino las personales.

       Pese a ello, en esta época se produce una fuerte ojeriza, que se traduce incluso en violencia desatada, contra las máquinas, sentimiento que fue preferentemente defendido por las comunidades religiosas, pero no exclusivamente por ellas. En la sociedad de Erewhon (Butler; Erewhon; 1872) se han desterrado las máquinas, habida cuenta de la creciente opresión y dominio ejercido por la conciencia mecánica sobre el hombre; aunque admite que deben subsistir las imprescindibles: “La verdadera alma del hombre es debida a las máquinas y la existencia de estas es en gran parte una condición sine qua non para aquel, en la misma medida en que lo es la del hombre para aquellas.” 

      Los textos de Morris (News from Nowhere; 1891) y Howers (Por el Ojo de una Aguja) critican tales comunidades religiosas, por esta negativa a adoptar innovaciones tecnológicas. 

      La relación existente entre la fobia tecnológica de muchas comunidades y sus probabilidades de sustentación, tiene consecuencias rápidas, al igual que durante la segunda oleada aldeizadora. Las comunidades religiosas, utilizando artesanías industriales consiguen prolongarse en el tiempo más de 25 años, superando algunas los cien. 

      Sentimientos ambiguos hacia el progreso y la industrialización, que en un primer momento coinciden confusamente en las motivaciones comunizadoras, y el ansia de escapar hacia la libertad de las tierras vírgenes, chocan luego con la preeminencia del organismo social, y se reprocha a las utopías planificadas en detalle y autoritarias el que sus creadores subordinen el individuo al bienestar del organismo social. 

      La preeminencia del organismo social privilegia la continuidad de la comunidad, prescindiendo incluso de sus protagonistas. Esto guarda relación con la faceta ahistórica de la utopía, ya que es la existencia inmodificada en el tiempo la que exorciza su pulsión de muerte. Será esta época: Bellamy (Loocking Backward; 1888), Forster (The Machine Stops; 1909), Zamyatin (Nosotros; 1920), Huxley (Brave New World; 1932), y Orwell (1984; 1949), la misma del individualismo desmesurado y el liberalismo a ultranza, la que verá en los textos utópicos vastas y agobiantes redes administrativas. 

      Tanto la utopía literaria europea como la utopía comunitaria práctica del nuevo mundo se agotan. Hacia fines del siglo XIX no eran populares las unas, ni se creía ya poder establecer las otras. Con Wells la utopía moderna acepta ser una etapa en la evolución entrópica, agotadas las posibilidades del intelecto humano. Los cambios posibles son mutaciones biológicas y espirituales, pero éste límite anuncia simbiosis futuras: con otras especies, con máquinas.

       En 1968 había más experimentos comunitarios que en todo el siglo XIX. En la segunda oleada de aldeización, una vez más, estos intentos ocuparán todo el espectro de la deliberación. Desde utopías en que la ingeniería cultural puede moldear, de forma científica, el comportamiento humano (Skinner; Walden Two; 1948) o moldeamientos que incluyan elementos más esotéricos (Huxley; The Island) hasta aquellas identificadas con el movimiento contracultural y que abogan por un estilo espontáneo y desestructurado, sin liderazgos (Goodman; Communitas; 1947/ Making Do; 1967).  

      La implantación de modelos científicamente concebidos (laboratorios) convive con la fundación de comunidades anarquistas con poblaciones de entre 30 y 50 personas. El liderazgo fuerte, inherente a los experimentos comunales del siglo XIX, llega a convertirse en un obstáculo en el siglo XX. Las nuevas comunidades son flexibles y adaptables. Pero mientras los textos de Marcuse abogan por la automatización total como óptimo de la potencialidad de la libertad, la literatura ya ha delineado el accidente general de la historia: el mal funcionamiento de la ciudad como máquina, la distopía. 

      Las utopías post industriales participan del mismo entusiasmo, decepción, escepticismo, e intentos de concreción que sus antecesoras. Las utopías tecnofílicas (Ballard; Crash; 1973), las ecologistas, de izquierdas y feministas: Le Guin (Los Desposeídos; 1974), Russ (El Hombre Hembra; 1975), Pierce (Woman of the Edge of the Time; 1976), y las distopías de Burroughs (Expresso Nova; 1964), y Dish (334; 1972), harán que la línea difusa que delimitaría el género utópico del resto de la ciencia ficción finalmente sea indistinguible. 

      Las colonias experimentales de Biosfera I y II, se adelantan a los prospectos terraformadores, haciendo que una línea similar existente entre la ciencia ficción y la realidad también vaya esfumándose. 

      Hay un aspecto importante aún no mencionado. Avendaño (Fobos 20/diciembre 2003) concede a Mercier el inaugurar la ucronía (El Año 2440), precisamente previendo agotarse las posibilidades de espacio del mundo, producto del empequeñecimiento progresivo al que lo someten las tecnologías de las comunicaciones y el transporte. Esto tendrá dos consecuencias importantes para el presente informe: por una parte el Tiempo será explorado hasta escalas temporales amplísimas; Stapledon (Star Maker; 1937) grafica una escala temporal, desde la creación del cosmos al completo reposo físico, que abarca 500.000.000.000 años. 

      Pero, dado el horizonte individual de vida, más práctico y cercano resulta el otro aspecto importante resaltado por la ucronía y el agotamiento del espacio: la Virtualización de la Ciudad. La ciudad de Utopía se convirtió en un género, en una designación. Será la ciudad de San Agustín y Campanella el primer modelo de las ciudades virtuales, cuya posibilidad de existencia, en las profecías del movimiento Futurista de entreguerra y ahora en Virilio, augura o no el accidente general, el accidente de los accidentes mencionado ya por Epicuro. 

      En 1971, en Chile, con primitivas computadoras se elabora un modelo matemático de
la Utopía de Moro, con el objetivo de estudiar su estabilidad social, a través del impacto en la sociedad de innovaciones en los campos técnico y religioso.  

      Una lectura específica se transformó así instantáneamente en muchas lecturas, las posibilidades para cada modelo de utopía se tornaron tendientes al infinito. La múltiple interpretación de nuestra Realidad (o respecto de cualquier otra realidad alternativa), nos retrotraen a nuestra ucronía, la actual. 

      Utopía es un sistema cerrado, económica, geográfica y culturalmente. Los detalles de su funcionamiento son controlados, como los de una máquina: el cambio es predecible, obediente, mecánico.  

      Esta insularidad, este aislamiento en el paisaje, se expande cuando se engloba el anterior contexto mismo, expandiéndose el modelo, ahora virtual. En este caso la ciudad de utopía copa el paisaje, conteniéndose a sí misma. Al replicarse la Urbe y actuar por fusión (conurbación), y habiendo un ambiente artificial en torno al planeta (McLuhan), muere la vieja idea de Naturaleza y sólo quedan Urbe y su Periferia. 

      Mientras se cree que utopía constituye una antípoda de urbe, el diseño se revela rápido adecuado para ejemplificar y experimentar comunalmente. Las escalas dictadas por los límites infraestructurales de los modelos, lo que sería el aspecto técnico, compite con factores devenidos de imágenes, a su vez basados en recias argumentaciones filosóficas y religiosas, diseñadas para reparar aspectos que funcionan mal. Un camino que abarca desde el diseño total (la domesticación y la geometrización de la naturaleza, edificios como mónadas, toda forma matrimonial, el número mágico de habitantes, etc.) a la modificación parcial –o extirpación– de componentes para semejarse al diseño que, en último término, también depende de la imaginación de los visionarios. 

      Utopía busca negar la coyuntura de su época, el avatar de las circunstancias; negadas las bases del error: la confusión, la ignorancia.  

      Oscilar entre parchar situaciones del sistema, y discernir transformaciones radicales que constituyen soluciones plausibles, a situaciones insostenibles. El intento colectivo de utopía mantiene un tinte de bien común. Pero entonces, las paradojas:  

      En la construcción de Utopía, los elementos que son desechados lo son por utópicos. 

      Al plantear conjuntos colectivos más o menos plausibles de esta imagen objetivo, la utopía  se dibuja, se modeliza: Al plantear inviables tales o cuales modificaciones, las siega, las agosta, adjetivando esta vez lo utópico con una connotación de irrealidad. 

      Las representaciones de utopía, en su misma justificación, extienden el aquí/ahora en toda dirección urbanizable. Y congela el diseño insustentable. Al mismo tiempo, se reniega del adjetivo utópico, yendo por antonomasia lo otro, las alternativas, a parar al trasto de Lo No Plausible

      El aspecto vital del modelo de utopía, más allá de la gama de características, es su relación con el tiempo: utopía quiere congelar el tiempo, detenerlo. Y son precisamente estos centros, según teorías influyentes sobre la cultura contemporánea (Jameson, Laclau, Mouffe), las zonas metropolitanas, los que han devenido lugares  de naturaleza irrepresentable, sublime, sin tiempo y sin espacio. Por lo tanto, ucronías y utopías. 

      Después de urbe y megápolis incorporar a su imagen/objetivo la de utopía siendo, continúan renegando de una primordial: las poblaciones estables utilizan como estrategia energética aquella que minimiza el tiempo, en tanto éstas opta por maximizar la energía, la estrategia opuesta, propia de sociedades en expansión. Al negarse tan categóricamente a lucir estable, la estructura que apelaba a la consecución utópica para legitimarse, arroja de sí lo no plausible: el detenerse, el minimizar el tiempo y la energía, el ser una sociedad estable, o sea, adaptada. 

      El fin de la historia es un congelamiento de las circunstancias. A partir de ellas los rasgos de utopía solo se extrapolan. Este orden autoperpetuado, empero, constituye al mismo tiempo una fase en una curva de desarrollo, una etapa en consecución progresiva de la imagen/objetivo siempre distante. 

La búsqueda de la concreción del óptimo de habitabilidad, así, se centra en la imagen del buen funcionamiento (situado en un futuro próximo pero siempre inalcanzable) de esta máquina urbana en crecimiento constante. La metáfora de la máquina nos plantea que no sólo la conducta humana puede ser moldeada conforme a ritmos y jornadas artificiales. También puede ser moldeado el conjunto de la sociedad, a semejanza de la reparación hecha al diseño, su estructura, o los reglamentos que la gobiernan, intentando lograr un dispositivo, un mecanismo de movimiento perpetuo. 

“El fin de la historia será el comienzo de la paz: el reino de la inocencia recobrada.” –Octavio Paz– 

© 2004, Marcelo Quinteros. 

Notas 

1.- Las ciudades invisibles de Calvino son utopías. 

2.- En la utopía de Rand (La Rebelión de Atlas), el símbolo que se eleva en el umbral de la villa de los sostenedores del mundo, rebeldes, es el dólar, y el dólar de oro la moneda en curso. 

3.- Imperio universal controlado eugenésicamente por el Papa. 

4.- “Los hombres cometen el error de ignorar el punto donde deben poner límites a sus esperanzas.” 

5.- “Los hombres son producto del medio social.”  

6.- Según Owen bastaban entre 800 a 1200 personas, para Fourier eran necesarias entre 1620 y 1800. 

7.- O que no se hallan legitimadas, como ocurrirá nuevamente durante el movimiento contracultural. 

8.-Jihad butleriano. 

9.- Textos indios calculan que la friolera de 154.586.880.000.000 años transcurren y conforman un mahakalpa, cuando el infinito 

10.- Domingo, Varsavsky y Sábato. 1971 

11.-en Anarres no hay propiedad, ni dinero, ni matrimonio, ni gobierno, ni leyes, ni prisiones. 

12.-algunas distopías plantean catastróficas consecuencias aún mejorando sustancialmente lo ya existente, es decir, si las cosas funcionaran relativamente bien.  

13.- …creciente o absoluta fetichización del producto, reificación de las relaciones entre personas, etc., lato de tratar acá. 

14.- El tiempo concebido con esta imagen de un mecanismo reparable se encuentra en los relatos de viajeros temporales, técnicos que corrigen desperfectos que modifican –modificarían– nuestro tiempo presente, eje axial de lo correcto en estas representaciones. 

Sobre el autor: Marcelo Quinteros