Luego de mucho dudar, Salvador Allende no encuentra otra alternativa que solicitar nuevamente la ayuda de la Unión Soviética. Envía a Volodia Teitelboim, que es recibido el 25 de diciembre, con algo de frialdad, por parte de los integrantes del KOMINTERN. El Kremlim sabe que no es conveniente que un gobierno socialista electo democráticamente tenga éxito. Su línea de acción es la toma del poder total a través de las armas, no las urnas. Públicamente le expresan todo su apoyo al gobierno de Salvador Allende, pero en una reunión fuera de protocolo, le exigen a Teitelboim una definición en su postura marxista: está o no a favor de la dictadura del proletariado. El mensaje al gobierno chileno es que la Unión Soviética sólo apoyará, inmediata e irrestrictamente, a la UP si Allende realiza un autogolpe, disuelve el parlamento y declara a Chile “República Marxista”. El bloqueo naval de las costas chilenas se realizaría con tres portaaviones soviéticos estacionados en el Pacífico, 4 destructores y dos submarinos nucleares enviados desde Angola. Se solicitaría formalmente el abandono de la Armada norteamericana de aguas territoriales chilenas y se tomaría posesión de puntos estratégicos fronterizos con la ayuda de helicópteros y contingente cubano.
Un capitán de los Marines es detenido por Investigaciones de Chile acusado de incitar a la sedición. Se presentaron pruebas de sus constantes reuniones con altos oficiales de la Armada para la preparación de un golpe de Estado apoyado por los navíos norteamericanos estacionados en aguas chilenas. Douglas C. MacKean, solicita fuero diplomático, pero es denegado a pesar de los airados reclamos de la Embajada de USA. La administración de Nixon utiliza este impasse para recrudecer sus críticas y amenazar directamente al gobierno chileno. “We must go anywhere, and do everything, to protect the integrity of any american citizen in danger around the world”, declaró el presidente norteamericano en una entrevista dada a la CBS.
1 de enero de 1974. El presidente de la República, Salvador Allende Gossens, aparece en cadena nacional de radio y televisión flanqueado por primera vez los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de orden, más dos integrantes del MIR.
20 de febrero de 1974. Tras tres meses de juicio y de interminables reuniones bilaterales con la embajada, Douglas C. McKean es condenado a muerte por incitar a la sedición durante un estado de excepción. La sentencia se basa en que el imputado habría ingresado al país como turista sin hacer uso de sus prerrogativas diplomáticas o militares. El embajador hace público un comunicado del gobierno de Richard Nixon donde le solicita a Salvador Allende un gesto de amistad hacia USA, la liberación del ciudadano noteamericano vía decreto exento, un indulto a todas luces ilegal. Allende está acorralado.
28 de Febrero, Douglas Mckean es asesinado en la penitenciaría de Santiago durante una ronda de visitas. Washington ordena a su embajador abandonar Santiago. Al parecer un agente de la CIA, Michael Townley, habría sido el responsable del crimen, con el objeto de precipitar la intervención norteamericana.
El Canciller Chileno, Orlando Letelier, ofrece disculpas públicas ante la comunidad internacional por el deceso de Douglas Mckean y presenta pruebas que inculparían a agentes externos, ganando tiempo al solicitar la ayuda del FBI para esclarecer el crimen.
15 de marzo, inteligencia militar chilena, altamente infiltrada, coercionada y corrompida por la CIA, convence a Salvador Allende que la invasión de Chile por fuerzas de la Armada norteamericana es inminente.
16 de marzo, una comisión secreta sale en vuelo de Aeroflot con rumbo Moscú.
20 de marzo de 1974. Salvador Allende Gossens, se presenta rodeado por los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas chilenas y un contingente encapuchado y armado del Movimiento de Izquierda Revolucionario en la sesión ordinaria del Congreso. Los senadores pro gobierno, puestos al tanto del movimiento, se ponen de pie y rompen al unísono sus credenciales que los acreditan como congresales en una muestra temprana de apoyo al autogolpe. Carabineros de Chile rodean a la bancada de oposición y Salvador Allende se dirige al país a través de Radio Magallanes:
“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida, si es necesario, la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrían avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
Acto seguido firma el decreto supremo que le otorga plenos poderes, disuelve el Congreso y le entrega el orden social a las Fuerzas Armadas y de orden, declarando Estado de sitio y suspendiendo las garantías individuales hasta nuevo aviso. Informa que hay naciones amigas que en esos precisos instantes acuden en auxilio del país para protegerlo de la invasión imperialista norteamericana.
21 de marzo. La Unión soviética declara ante la ONU que no tiene intenciones de inmiscuirse en los problemas internos de Chile y que los problemas diplomáticos entre ese país y los Estados Unidos se deben resolver por las vías usuales. Pero que entendería una reacción enérgica de parte de Washington. “El mundo debe estar tranquilo”, dice el representante ante el pleno, “La Unión Soviética no arrastrará al mundo a una nueva crisis planetaria como la de Cuba en 1962, los problemas entre naciones libres, se resuelven entre naciones libres. La Unión Soviética quiere decirle al mundo que no hay terceras vías posibles, que la liberación del trabajador del yugo capitalista es por la vía de la lucha de clases y no otra, que ha quedado demostrado el fracaso de los intentos de la burguesía por utilizar políticamente los deseos de libertad de los trabajadores, para sus propios triunfos en las urnas de la vergüenza”. Orlando Letelier, canciller chileno, se pone de pie y sale del salón plenario con el rostro desencajado.