Tras el Desastre del 18, Chile se encontró a las puertas de la guerra en un ambiente rayano en el pánico absoluto. El ministro Sotomayor, a la altura de las circunstancias, logró que el congreso le otorgara plenos poderes para la conducción de la guerra, y se puede afirmar, en contra de lo que afirma Benavides Santos, que el fue el creador directo de la División Salvaje.
La escasez de tropas chilenas obligó a Sotomayor a gastar enormes cantidades de dinero en la preparación del ejército. No sabemos a ciencia cierta de donde vino la idea de los ejércitos mercenarios, o legiones de extranjeros. Santa María los llamó Condottas, en un inútil intento de rodear el asunto con un aura romántica. Lo cierto es que la situación era desesperada, más aún cuando al cabo de algunos meses solo un puñado de extranjeros había respondido al llamado.
Fue cuando Sotomayor viajó al norte, aun en manos chilenas. Viajó directamente a Antofagasta, la ciudad con mayor presencia de chinos en el norte. No tenemos registro alguno de las reuniones que llevó a cabo (Encina niega la existencia de ese viaje), lo cierto es que un mes después se anunciaba la creación de la división de infantería extranjera nº1, compuesta íntegramente por inmigrantes chinos.
Tras un breve período de adiestramiento, que mostró al soldado chino apto para todo tipo de tareas, Feng Yu-hsiang, el comandante de la división, ordenó a sus tropas internarse en el desierto de Atacama, lo que Sotomayor prohibió de inmediato. Estaban bajo mando chileno, y debían acatar sus órdenes. Feng respondió marchándose con sus soldados, unos dos mil hombres, cinco oficiales de enlace chilenos y un número indeterminado de piezas de artillería.
En un mes, logró la captura de los fortines de Chiu-Chiu y de San pedro de Atacama. Luego capturó el tren blindado de Hilarión Daza.
La opinión pública se horrorizó con los relatos de los vejámenes sufridos por los bolivianos, y de la decapitación de Daza y de todos sus Colorados, junto a los enlaces chilenos. Feng quemó las banderas y estandartes encontrados, y arrojó al fuego la de Chile, junto al escudo nacional que Santa María en persona había entregado a “nuestro condottiero oriental, a nuestro hijo del dragón”.
Imagen: la única fotografía conocida del General Feng Yu-hsiang. (Archivo histórico del Ejército de Chile)