Una de las consecuencias más interesantes de esta metamorfosis semántica se presentó en la literatura. Esta lotería lingüística produjo un trueque accidental dentro del canon literario (que, por cierto, permanece solamente en la clandestinidad). Como es de esperar, cada texto y libro que se escribió pre-‘73 perdió su sentido original. El caso más notable lo hallamos en la obra cumbre del Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Después de la Reforma Semántica esta novela dejó de significar lo que una vez había sido; literalmente cada palabra de sus páginas pasó a representar otra cosa. Lo curioso es el producto de la casualidad; el texto cervantino, bajo el lente neo-lingüístico, se transformó en otro texto. Hoy, si recogieras una copia pre-reforma del Quijote y lo leyeras con la nueva semántica, lo que leerías no serían las aventuras del hidalgo, sino la obra maestra de Herman Melville, Moby Dick. En vez de descifrar y lamentar la muerte de Alonso de Quijano en las últimas escenas de la novela, serías conmovido por aquella escena poética desde la cima del mástil del Pequod… al hundirse el buque un halcón se acerca, Tashtego lo envuelve con la bandera antes de ser tragado por el océano.
-Bajo la nueva semántica, el texto que acabas de leer es, en realidad, un panfleto de Lan Chile.