Subterráneo

Recuerdo que apenas teníamos doce o trece años. Recuerdo que en aquel tiempo no era necesario recordar nada, porque todo estaba pasando, porque no hay más presente que el de la infancia. Luego se viene la nostalgia y darse cuenta de que la niñez ya está lejos y que ahora no eres más que un reflejo del pasado es algo inevitable. Estábamos los tres: Javiera, Claudio y yo. Paseábamos por la entrada de la Casa de Gobierno, jugando Invasores Extraterrestres. Era nuestro juego favorito. En él, Javiera era una capitana de curvas siniestras –al menos así la imaginábamos con Claudio, pese a que Javiera era de una delgadez de niña absoluta- que nos guiaba a nosotros, su comando, por una tierra apocalíptica en busca de tropas marcianas. Nos pasábamos horas en ese juego. Pero aquella vez que recurre ahora a mi memoria algo pasó que decidimos buscar un nuevo escenario. Fue así como, con el sol golpeándonos las frentes, llegamos al “Agujero”. Sabíamos que era zona prohibida. De hecho así lo decían sendos letreros a su entrada. No había guardias. De todas formas nunca los habíamos visto. Así que entramos con esa excitación de niños rompiendo reglas, bajamos sus escalas. Mi madre me había contado sobre la existencia de una ciudad subterránea muchas veces, algo de un proyecto de los años sesenta en donde la gente podía circular bajo el suelo, bajo Santiago. En unas máquinas gigantescas como cuncunas robóticas. Pero luego todo se pudrió. Empezaron a haber accidentes y explosiones, gente electrocutada y máquinas fuera de control. Duró cerca de cinco años y se decretó el cierre del proyecto. El subSantiago era una especie de utopía abandonada. Circuitos oxidados y suelo húmedo por meados. Todo era oscuridad. Nos entró cierto temor pero nadie lo manifestó por miedo a ser acusado de cobarde. Seguimos avanzando olvidando completamente Invasores Extraterrestres, ahora el juego era otro. Javiera seguía siendo nuestra capitana. La ciudad del subSantiago estaba estructurada por dos veredas paralelas y un riel grueso en el centro de la ciudad. El olor era fatal. Pero seguíamos nuestro camino a ninguna parte. Javiera tomó la delantera. Claudio se me acercó y me dijo que Javiera tenía buenas tetas. Lo quedé mirando sin comprender sobre todo porque nunca le vi pechos a Javiera y porque era la primera vez que Claudio decía algo de ese tipo. Asentí para no quedar mal. Javiera saltó al riel y la imitamos en cuestión de segundos. Seguimos por algo que debe haber sido una especie de gran túnel, porque realmente ahí sí que no se veía nada de nada. Hasta que logramos dar con una aldea vecina, igualmente abandonada. Yo estaba feliz, era demasiado parecido a lo que imaginaba como un escenario perfecto para Invasores Extraterrestres. Demasiado parecido a los libros que más me gustaba leer después del colegio. Deben haber sido unos cuarenta minutos, recorriendo, jugando. Hasta que dimos con la zona púrpura. Eran una luz ultravioleta, que nos iluminaba completamente. No logramos dar con el lugar puntual de dónde provenía pero sentíamos que ya habíamos dado con el clímax de nuestro paseo. No fue así. Escuchamos una suerte de chirrido electrónico al fondo del lugar, muy similar al que hace el televisor que guarda mi padre cuando lo enciende para recordar cómo era la televisión, objeto con el que creció y se educó, otro de los proyectos fallidos de la tecnología, cuando aún se creía en ella. Acudimos al ruido, guiados por el oído y el instinto. Dimos con él. La imagen fue demasiado impactante. Nos quedamos en silencio observándola. Era un cuerpo. No podría decir que era un cuerpo sin vida porque nunca llegué a tal deducción. Era una máquina. Una máquina en agonía. Era las dos cosas a la vez: una máquina y un hombre. La mitad humana estaba en evidente estado de putrefacción, la electrónica en cambio, se resistía a la muerte. Claudio se decidió a hablar. Hola, le dijo. La mitad de la cara izquierda era la parte máquina, como la gran parte izquierda del monstruo. No tenía extremidades. Sólo cables cortados. Se le iluminó el ojo izquierdo de un color rojo intenso y sintético. Nos quería decir algo. Sin embargo no logró soltar mensaje. Aumentaron los chirridos. Se silenció. Nos alejamos. Observamos más detalladamente el salón púrpura. Estaba lleno de extremidades mitad humanas, mitad máquinas. Nos miramos. Decidimos que era hora de volver. Tardamos el doble, quizás el triple. Y justo cuando dábamos con la salida me di vuelta para mirar el imperio escondido por última vez. Javiera y Claudio me llamaron. Les hice un gesto para que continuaran ellos. No miento, pensé en quedarme para siempre. Llegar al fondo de todo esto. Sentí un grito. Un grito de Javiera los conocía demasiado bien. Asustado caminé despacio y atento a la salida. Vi a dos militares tomando en brazos a Javiera y a Claudio y adormeciédolos con una fuerte luz blanca proveniente de una pequeña máquina cuadrada. Tuve que esperar cerca de media hora para salir. No había militares. Corrí a casa. Le conté solo el episodio final a mi madre. La parte de los militares. Extraño. Mi madre parecía desconocer completamente a Javiera y a Claudio. Más extraño. Javiera y Claudio habían sido borrados de la memoria de todo el mundo, incluso de sus propios padres. Yo decidí contar toda la historia para que alguien hiciera algo por mis amigos. Fui a dar al psicólogo por el resto de mi infancia. Al parecer mezclaba mis fantasías con la experiencias reales. Acudí al “Agujero” cientos de veces pero ya no había nada en su lugar. En mi adolescencia pasé de ser un niño con problemas mentales a un posible anarquista. Un profeta del Caos. Así es que me la pasé en hogares de menores y en sitios de reclusión por el resto de mi vida. Mi nombre hoy está escrito en el libro negro del Estado. Mi nombre es Edmundo Gallegos. Tengo treintaidós años. Lucho por una utopía enterrada. Y mi revolución recién empieza.

CAMBIO DE ESTRATEGIA


LIMA.- El Presidente de Perú, Alan García, agradeció hoy las 20 toneladas de ayuda humanitaria enviada por Chile para los afectados por el terremoto y descartó un clima de tensión entre ambas naciones.

«Es una muestra de fraternidad y acercamiento que valoramos mucho», destacó el Mandatario, quien dijo haber agradecido telefónicamente a la Jefa de Estado Michelle Bachelet.

Acto seguido, en una maniobra que ha provocado todo tipo de reacciones, el presidente García señaló que «El Gobierno Peruano, velando ante todo por los intereses de sus ciudadanos, desiste de sus intentos por reclamar soberanía y acepta la de Chile en la zona marítima que ha estado en disputa en el último tiempo. Con estas palabras, hermanos chilenos, queremos decir que el Perú acepta sin condiciones el tratado de 1929».

No se conocen exactamente los motivos que gatillaron esta decisión. Algunos especulan que el aparataje logístico del vecino país no podrá satisfacer las urgentes necesidades de sus ciudadanos damnificados con el terremoto, con lo cual la ayuda humanitaria de Chile es una arista que no puede ignorar. Desistir de sus intentos por reclamar soberanía en el mar del norte sería una forma de agradecer el gesto chileno.

«Las cosas en su sitio: no nos veamos nunca como enemigos, no estamos tensionados», acotó el Presidente peruano.

El terremoto que afectó el centro sur de Perú el miércoles por la noche dejó posiblemente más de 500 muertos, según García.

Las localidades de Ica, Chincha, Cañete y Pisco, fueron las más golpeadas por el sismo, que hasta ahora produjo más de 300 réplicas.

* * *

– García no es tonto. Recibió el mensaje correctamente.

– En efecto, ahora sabe que el próximo blanco puede no ser algún pueblito menor, sino Lima directamente.

– Un terremoto de 9.5 grados en Lima colapsaría al país y a su gobierno ¿realmente queremos eso?

– Lo que queremos es que no se nos pase a llevar nunca más. Hemos sido débiles en el pasado. Recuerda Campos de Hielo.

– Tienes razón, demasiado hemos cedido. Pero ahora, finalmente, tenemos un elemento disuasivo de primer nivel. ¿En qué teoría dijiste que se basa el dispositivo?

– Dinámica Newtoniana Modificada. Elimina la inercia de zonas geográficas localizadas detonando ciertos fenómenos dinámicos que aún no entendemos del todo, pero que no nos impide apreciar sus efectos físicos… y ahora políticos…

– Es imperativo investigar y dominar esta tecnología. ¿Cuándo inicias la segunda fase de la investigación?

– Cuando apruebes los fondos para la expedición que ampliará los laboratorios. Ya sabes, viajar a la antártida no es trivial… ni barato.

– Ok, te asignaré los fondos que necesitas. Pasando a temas más placenteros ¿Hasta cuándo te quedas?

– Mañana debo estar en Valdivia para atender ciertos asuntos con uno de mis alumnos del doctorado. No puedo quedarme mucho.

– Me conformo con esta tarde… hoy todos están algo distraídos en Palacio y no notarán mi ausencia… ahora acércate…

ALSINO RELOADED

Extracto o adelanto de Historia Chilena del Siglo XX. Novela corta de quien escribe esto.

PERO LA HISTORIA de Alsino, pasó a la historia –valga la redundancia– por ser la primera gran tragedia en nuestra continuidad enmascarada. Dos meses después de ser enviada la carta que acabamos de reproducir, el cuerpo del joven vigilante alado fue encontrado sin vida y flotando, en el Río Mapocho, frente al Museo de Bellas Artes. El muchacho había recibido tres balazos: dos en el estómago y uno a la altura del pecho, además de una serie de puñaladas en la espalda. De acuerdo a lo aparecido en la prensa amarilla de la época, antes de ser asesinado, el muchacho fue sometido a toda clase de torturas, incluso una nunca corroborada castración. Pero el hecho, en contra de lo imaginado, no causó un cese en la actividad superheroica nacional, por lo contrario, a partir de ese caso, el número de vigilantes enmascarados en las calles de Santiago y otras ciudades chilenas comenzó a multiplicarse. Máximo Metrópolis, en sus memorias , lo señala: “A pesar de lo dramático del suceso, es indudable que el asesinato de Alsino marca el verdadero comienzo de la Edad de Oro chilena. Incluso más que la primera aparición de El Sereno. Porque, aunque nos duela, lo de Alsino fue un hito concreto, escrito con sangre. Y es cosa de revisar nuestra historia para descubrir que Chile es un país que se ha fundado en la sangre de sus héroes”.
Alsino fue identificado como Pedro Prado hijo, de 21 años, estudiante de leyes de la Universidad de Chile. Sus profesores lo definían como un joven esforzado, pero en extremo distraído, lo que le ocasionaba un rendimiento académico mediocre que lo había llevado a estar en repetidas ocasiones en causal de eliminación de su casa de estudios. Eso, sin embargo, parecía no importarle, ya que en su diario de vida, revelado tras su muerte –y hoy posesión de su familia– confesaba que con o sin el título de abogado, él se iba a encargar de que en Chile se hiciera justicia. Alsino era el hijo menor de Pedro Prado, poeta desconocido de la historia literaria nacional, quien en 1920 publicó un ya olvidado poema en prosa titulado precisamente Alsino, suerte de fantasía rural y fantástica acerca de las penurias de un adolescente campesino que tras sufrir un accidente le brotaban alas en su espalda. El don del niño se transformó en su maldición, historia que finalmente se convertiría en el sino de su propio hijo. Pintor y arquitecto, además de poeta, Pedro Prado padre murió en 1952, culpándose toda la vida del destino de su muchacho.
“Decía que de no haber escrito ese libro, Pedrito nunca se habría transformado en ese ángel urbano”, señaló a uno de los autores de este texto, Alberto Prado, sobrino de Alsino y nieto del poeta.
“El abuelo murió creyendo que la responsabilidad de la muerte de mi tío había sido culpa suya”.
Los diario de Pedro Prado hijo, recalcan bastante de su idea de justicia.
“Es la clave de sus memorias. Alsino, y permita que lo llame así, partió creyendo en la ley y la justicia como sinónimos. Pero a medida que estudiaba se dio cuenta que eran dos cuestiones muy distintas. A él le interesaba la justicia, no las leyes, por ello su bajo rendimiento académico. Y por ello también la actividad que escogió realizar por las noches”
Ser superhéroe
“Vigilante urbano. Justiciero enmascarado. Escoja una de ambas, superhéroe es demasiado peyorativo”
Alsino vino del libro de su padre.
“Es obvio. Mi abuelo nunca fue un poeta exitoso, pero Alsino fue un libro que tuvo muy buena acogida entre los críticos e intelectuales de la época. Quizás no vendió bien y no se hizo famoso, pero en su época se habló muy favorablemente del texto. Además la imagen que Pedro Prado padre creó, la del niño alado, es tremendamente poderosa. Un ángel del lado que se le mire”
Y Alsino se convirtió en Alsino…
“El que el libro no fuera tan popular le facilitó las cosas. Nadie hizo la asociación»
Excepto Pedro Prado padre
“Excepto él. Pero el viejo estaba orgulloso de su hijo”
Tras la muerte de Alsino, el libro tuvo una segunda oportunidad…
“Y terminó convertido en lectura obligatoria en algunos colegios. La vida es muy irónica, cierto”
No era eso lo que quería preguntarle, sino la opinión de su abuelo frente al hecho de que el asesinato de su hijo lo convirtió en un exitoso escritor…
“No pregunte estupideces. Alsino era su hijo”
Alsino también.
“No voy a contestarle”
El asesinato de Alsino fue un hecho terrible…
“Si, pero tampoco voy a hablarle de eso”
Alberto Prado, terminó molesto ante este cuestionario y se negó a mostrarnos los diarios de Alsino, única prueba testimonial de las reales motivaciones de este personaje.

2022 (Isabel)

Isabel A: Había un tipo en el sanatorio, mamá. Cuando llegó tenía la cabeza recién rapada. Lo habían mandado ahí después de que su mujer había muerto de leucemia.. Estaba deshecho. Como yo. O más que yo. Como si tuviera los todos huesos rotos, esa clase de impresión daba. Le daban pastillas. Las mismas que a mí, las azules. Lo sé porque el tipo se las guardaba bajo la lengua y después me las mostraba. No eran muy puntillosos con ese aspecto de la terapia, mamá, no mucho. Pero lo que importa es el tipo. Se llamaba Germán y era profesor. Eso me contó. Hacía clases en un instituto. Era experto en historia de Chile, me dijo. Pero no hablaba de eso mucho. Decía que esa parte de su vida se había ido cuando ella se había muerto. Borrado de un plumazo, decía Germán. A negro. No puedo penetrar más allá de cierto momento porque el dolor me ciega, decía mientras tomábamos té. El dolor no me deja pensar, no me deja respirar y el cuerpo se me paraliza, decía y yo lo escuchaba mientras bebíamos ese té, sentados en el comedor del sanatorio, mirando por los ventanales el desierto al atardecer. Eso decía Germán y luego sacaba un cuaderno y me leía sus poemas. Era raro escucharlo, mamá. Sus poemas no parecían poemas. Sus poemas no estaban escritos en verso. Hablaban de refrigeradores y lavadoras. Había uno que detallaba la cantidad de los botones del delantal de una de las monjas. Y él iba así, botón por botón, hablando del blanco, de las arrugas y pliegues de la ropa. Era como si compusiera un rostro o el mapa de una ciudad. Así eran los poemas de Germán, mamá. Fríos, como cadáveres pero se trataba de cosas, de objetos y él los hacía lucir como cadáveres, como cuerpos muertos. A mí, a veces, me daba risa. Él venía en las tardes y me leía uno. Escribía con lápiz Bic en una pequeña libreta. Tenía una letra mínima, inentendible. Era un ritual que se repetía día a día: todos esos atardecer amarillos del norte yo escuchaba poemas sobre bicicletas o cubos de basura como si fueran acuarelas o imágenes de personas muertas. Por supuesto, al principio no entendía nada pero, con el tiempo, llegaron a gustarme: veía como le crecía lentamente el pelo a Germán y pensaba que eso tenía que ver con los poemas. El pelo y que me gustaran. Eso pasaba casi todo el tiempo. Sólo una vez Germán me leyó otra cosa: un día domingo, de invierno. Se había largado a llover. Una de esas lluvias que en el norte destruyen todo. Una lluvia casi bíblica, mamá. En la tele mostraban a la gente anegada en el sur, personas arriba del techo de sus casas con los brazos extendidos y esperando ser rescatadas por helicópteros de la inundación. En el norte no era para tanto, pero el temporal transformaba el desierto en un mar de barro. En el sanatorio habían goteras. Las monjas colocaban basureros de plástico para recoger el agua. Mientras llovía, mirábamos el agua caer y comíamos pan con palta con Germán, de eso me acuerdo, cuando él sacó la libretita y se puso a leer. Era un poema largo, de varias páginas, escrito con esa letra chiquitita y apretada con la que anotaba todo. Estábamos frente a frente. Yo podía ver las hojas de Germán y ver cómo, a veces, más allá, en el borde de la página el lápiz se le disparaba, las líneas se le transformaban en rayas, borrones, palabras tachadas. Germán no me miraba al leerlo. No recuerdo el título, ni sus palabras exactas sino de lo que hablaba, mamá. El poema de Germán se refería a un viaje por el metro en Santiago y detallaba las caras de la gente muda, que subía y bajaba estaciones en silencio mientras miraba la publicidad amarillenta, desvaída y escuchaba las ruedas, pisando la mugre del suelo, esquivando la basura que se acumulaba en las esquinas de las boleterías. Germán narraba cómo era un día cualquiera en Santiago mientras tomaba el trayecto que hacía de su casa al trabajo todos los días. No parecía un poema frío sino más bien como una película. O una teleserie, mamá. Una teleserie mal filmada, como esas escenas de relleno que ponen para demostrar que el tiempo avanza, que la cosa va para alguna parte. Germán lo leía sin exaltarse, como respirando hacia dentro. Algunas palabras no se le entendían, yo me las perdía. De eso hablaba hasta casi el final. O los dos tercios. Porque luego el poema daba un giro. Se doblaba como se dobla un papel. O se quebraba tal y como se quiebra el ala de un pájaro. Un sonido hueco, lleno de aire que se desvanece en el acto. Así cambiaba: porque el que hablaba, que era Germán, que debía ser Germán, decidía no ir a trabajar y metía en una iglesia donde velaban a alguien. Y en el poema Germán contaba que el que velaban era un amigo suyo de infancia, que se había suicidado luego de haber incendiado su casa para luego saltar por la ventana. Trabajaba de actor pero no le iba muy bien en la vida, en general. Había ido a la tele, a un programa de concursos y se había burlado de él un animador con cabeza de cerdo. Alguna vez había sido una promesa en el mundo del radioteatro. El poema decía que la cabeza de cerdo era literal, que no metaforizaba nada. Pero también podía ser una máscara teatral. A su amigo muerto, cuando estaba vivo, la mujer con los hijos lo habían abandonado. Y en el poema, en la vida, Germán miraba la cara de su amigo en el ataúd. Su amigo, por cierto, había recitado un poema de Gabriela Mistral en la televisión. En la iglesia no más había deudos que él. Hacía frío, decía Germán en el poema. Hacía frío, me decía Germán y en el poema él miraba la cara de su amigo y se quedaba allí un rato. Ahí terminaba el poema. En Santiago, con el paisaje helado, en una mañana cualquiera, con un muerto a la vuelta de la esquina. Un día en la vida. Pero sabes qué creo, mamá: creo que Germán hablaba de mi papá. Podía ser él. Y yo me lo imaginé así. Así de lejos. Así de cerca porque me di cuenta de que, aunque no lo conociera, Germán hablaba de mi papá. Que mi papá era ese amigo suyo que estaba en el ataúd en esa iglesia vacía. Era a mi papá al que Germán miraba en silencio mientras su propio poema terminaba, mientras el desierto nos cubría con su lluvia, transformándose en un lodazal lejano que amenazaba con convertirse en un aluvión de fango que podía venir desde el horizonte a sepultarnos una vez que llegara la noche, mamá.

EL ESPÍRITU DE LOS ANDES

23 de Abril, 2012

Ayer enfrentamos por primera vez a los SU-30 Flanker venezolanos. Inteligencia ya nos había informado de vuelos rasantes en la frontera boliviana y todos esperábamos ansiosos el primer combate. Los Cóndores detectó a dos Flanker que sobrevolaban espacio aéreo chileno y enviaron a Cáceres (Aucán) y Castro (Manque) para interceptarlos. Tuvieron su primer bautismo de fuego y les fue bien. Derribaron a un Flanker y el otro escapó. Recibimos la noticia con júbilo y ansiosos en conocer los detalles del enfrentamiento. Mañana o pasado llegará el informe de inteligencia.

Antes de acostarme salgo a la pista y fumo un cigarrillo. Nuestra base de campaña que hemos desplegado al interior está bien equipada y su ubicación es desconocida para los bolivianos. Desde aquí podremos apoyar a nuestras tropas con mejores tiempo de respuesta. Es muy probable que también nuestra escuadrilla enfrente a los Flanker venezolanos. Nadie lo dice, pero esta es una oportunidad única. Nos hemos preparado para esto y estamos ansiosos de vivirlo. No tengo miedo. Sé que ganaremos.

27 de Abril, 2012

Hoy realizamos nuestra primera misión de combate, cerca de la frontera, para apoyar a nuestras tropas en tierra. Husar y Peuco destruyeron dos sistemas de lanzacohetes Tor, usando nuestras bombas JDAM stand-off. Fenrir y Elkan atacaron una columna de blindados, mientras Jasón, Vectra y yo dábamos cobertura área. Ningún Flanker se presentó.

De vuelta a la base hicimos nuestros informes de posvuelo junto a un reporte para Inteligencia y para nuestro Comando de Combate en Santiago.

Por la tarde sucedió algo extraordinario. Vimos a un Cóndor sobrevolar la base. Nunca había visto uno. Sus alas son impresionantes. Parecía un bombardero. Su sombra se paseó por la pista y por las paredes de nuestras instalaciones. Lo celebramos como una buena señal, ya que somos la escuadrilla “Cóndor Sur”. Meneses me dice que el Cóndor es el Espíritu de los Andes. Que para los antiguos pueblos altiplánicos es inmortal.

El Cóndor se elevó por encima de nuestras miradas y voló hacia las montañas. Desde nuestra base Los Andes se ven imponentes y rozan el cielo. Meneses me cuenta que los Cóndores suelen morir estrellándose en las montañas cuando su vida se apaga. Le creo.

Vuelvo a mi habitación. Meneses se queda en el borde de la pista mirando hacia las montañas.

30 de abril, 2012

En nuestra quinta salida detecté a un UAV volando casi a ras de piso, a unos 20 kilómetros. Lancé mi Python y pude derribarlo. De vuelta comentamos lo sucedido y enviamos el informe a Inteligencia. De alguna forma nos sorprende ver aviones sin piloto en manos de los bolivianos. Es claro que están siendo suministrados por Israel, China y otros países que violan el bloqueo que ha impuesto Naciones Unidas.

Lo que nos preocupa es que el UAV estaba cerca de nuestra base. ¿Nos habrá detectado? Si es así, necesitaremos apoyo de nuestras tropas y algunos sistemas de misiles antiaéreos de más alcance, porque nuestros Oerlikon y Stinger no podrán cubrir alturas mayores.

El Coronel ordena doblar nuestro patrullaje y aumentamos los turnos.

05 de Mayo, 2012

Vectra fue derribado hoy, a unos 120 kilómetros de la base. Creemos que lo alcanzó un R-77 que salió disparado de un Flanker y que probablemente Vectra no pudo detectar a tiempo.

La noticia nos entristece. Vásquez, indicativo Vectra, era un tipo muy querido. El Coronel ordenó recoger sus cosas y enviarlas en el Hércules que salió con rumbo a Cerro Moreno. Mañana habrá un oficio religioso. El Coronel le escribió una carta a su esposa.

El derribo nos obliga a cambiar nuestras tácticas de vuelo. Armado con los R-27ER y R-77, el Flanker mantiene cierta ventaja sobre nosotros y nos obligará a volar defensivamente. Enviamos el informe a nuestro Comando de Combate, solicitando de forma urgente confirmar todo el arsenal que posean los venezolanos en sus aviones.

La verdad es que confío en el AIDEWS de mi F-16. Nuestros sistemas integrados constan de RWR pasivo de alerta radar, junto al jammer electromagnético de amplio espectro. Se supone que con ello somos capaces de detectar y perturbar las emisiones de radares y también de misiles de guiado por radar activo/semiactivo. Nuestros Amraam C-120 son también muy efectivos y si bien el F-Pole nos complica, creo que podríamos atacarlos con cierta facilidad.

Pero el derribo de Vectra nos dice que nada es seguro. Bueno, para eso hemos sido entrenados, nos dice Ramírez, nuestro Comandante de Escuadrilla.

10 de Mayo, 2012

Ramírez nos reúne por la mañana. Malas noticias. De acuerdo a lo informado por nuestro Comando de Santiago, los venezolanos estarían usando misiles R-27ER Alamo y posiblemente una variante del R-77 denominada Astarot. La información fue suministrada por el Agregado Aéreo norteamericano en Santiago, así que debe ser cierta. Recibimos la noticia como un funeral. Concluimos que eso fue lo que derribó a Vásquez.

Los Astarot son misiles furtivos de largo alcance desarrollados en conjunto por los rusos y chinos. Fueron probados en la Guerra del Caspio por la Fuerza Aérea de Kazajastán. Recuerdo que un oficial norteamericano me contó en Texas del derribo de dos F-22 durante la guerra. Me dijo que los pilotos nunca supieron qué los liquidó. Creían que se trata de esos R-77. Meses después los rusos hicieron pública la existencia del misil, declarándolo infalible.

No tenemos contramedidas suficientes para enfrentarlos. Los norteamericanos trabajaban en ello cuando nos destinaron al norte. El Coronel ordena mantenerse en tierra y sólo realizar misiones estrictamente necesarias. Preparamos entonces unas tácticas de acercamiento para enfrentar a los Flanker en combate dogfight, tal cual lo hicieron Manque y Aucán. Es arriesgado pero no queda otra opción. Sólo enfrentándolos mano a mano tendremos posibilidades de derribarlos.

Sin embargo, ello nos deja sin capacidad operativa a larga distancia. Tendremos que ir en su búsqueda o esperar que se acerquen para lidiar con ellos.

Por la tarde Ramírez me pregunta por Meneses. Me dice que no lo visto en todo el día. Lo encontré en su avión. Un operario pintaba unas líneas negras en la cola del avión. Le pregunto a Meneses qué significa.

Me dice que es la señal de nuestra escuadrilla para decirnos a nosotros mismos que nadie debe salir con vida de la batalla. Le digo que no sabía que teníamos esa distinción y que esperaba salir con vida de esta guerra.

Meneses se da vuelta y me dice que todos vamos a morir. Que todos tenemos que morir.

Sus palabras me dejan de una pieza y vuelvo a mi habitación. Pienso en ellas hasta que me quedo dormido.

15 de Mayo, 2012

Hoy perdimos a Cáceres, Saez y Meir. Volaban en dirección noreste para aliviar a una brigada que se encontraba cercada por fuerzas peruano-bolivianas, cuando fueron atacados por cinco Flankers desde unos 50 kilómetros.

Ya no hay duda, no podemos enfrentarnos contra los venezolanos en igualdad de condiciones. Sus Astarot son infalibles. Algunos están muy nerviosos y otros especulan sobre la posibilidad de evacuar la base y trasladarnos al sur.

Comenzamos a preguntarnos en silencio quién será el próximo.

17 de Mayo, 2012

Despierto en medio de la noche. La base está en silencio y la mayoría está durmiendo. La verdad es que hace rato que no puedo conciliar el sueño.
Me levanto y voy al baño. Tomo un poco de agua y mojo mi cabeza. Contemplo mi rostro en el espejo y noto que ya no es el mismo de hace unas semanas. No es cansancio ni falta de sueño. Por primera vez veo rastros de temor delineando todo mi rostro.
Me coloco los pantalones y la chaqueta. Al salir, veo la noche estrellada reclamando el dominio de todo.
Camino por la pista hacia los hangares. Saludos a los guardias y les ofrezco un cigarrillo.
Nuestros F-16 están en los bordes de la pista, alejados unos cincuenta metros de ella y rodeados de pequeños montículos. Están cubiertos de lonas especiales activas, que logran producir camuflaje óptico durante el día y distorsionar las imágenes captadas por los satélites.
Paso cerca de mi F-16 y luego camino hacia donde está el de Meneses, que logro distinguir por las líneas negras que tiene pintadas en la cola. Al acercarme, puedo ver que está dentro del avión. Le pregunto qué hace. Pero no me contesta. Sus ojos me miran desde la oscuridad de la cabina y luego se cierran.
Vuelvo a mi habitación. Me acuesto pensando en que para algunos esta situación debe ser muy difícil de soportar.

18 de mayo, 2012

Hoy perdimos a Meneses. Su avión partió en la mañana junto a Sanhueza en una misión de reconocimiento y luego de un encuentro con Flankers bolivianos perdimos contacto. Sanhueza dice que Meneses logró derribar a un Flanker y que luego el avión desapareció con rumbo hacia los Andes perseguido por los Flankers.
Durante la mañana guardamos un minuto de silencio por Meneses. El Coronel informa a nuestro Comando de Combate de lo ocurrido, señalando a Meneses como “perdido en acción”. Solicitó que fuerzas especiales vayan en la búsqueda de los restos del avión y de su cuerpo.
Por la tarde, salgo a caminar por la pista y observo a Los Andes. Ortega me dice que tenemos que cumplir el turno de la noche. Vuelvo a mi puesto. Una extraña sensación me acompaña.

No sé por qué, pero siento que Meneses sigue vivo.

20 de Mayo, 2012

Durante el día escuchamos informes de la guerra. Las cosas no andan muy bien. Nuestras tropas han sufrido fuertes pérdidas y los peruanos han hundido dos fragatas. A cambio mandamos al fondo del mar tres de sus submarinos.
Naciones Unidas pide un alto a fuego y algunos países ya están preparando una fuerza de paz para enviar a la zona. Rumores indican que los argentinos han concentrado sus tropas en la frontera y que Brasil ha hecho lo mismo en el límite con Venezuela. Ecuador ha llamado a movilización nacional.
Nuestro Comandante en Jefe nos hace llegar un mensaje diciendo que la vida de nuestro país está en peligro y que debemos pelear hasta el final.

21 de Mayo, 2012

Es de noche y me encuentro en la cabina de mi F-16. El Coronel ha ordenado que los pilotos que cumplen turno duerman en los aviones para despegar apenas nos ataquen. Años atrás, en 1978, nuestros pilotos dormían en sus cabinas esperando el ataque de los argentinos. Esa vez, nuestros pilotos de F-5 sabían que si despegan no volverían con vida, pues los aviones no contaban con catridge de eyección. Ahora esperamos el ataque de los Flankers y sabemos que lo más probable es que nos derriben.
Pienso en Meneses la noche que lo vi en su cabina. Quizás sabía lo que iba a ocurrir. Por eso las líneas negras en su rostro y en la cola de su avión.
De pronto veo una silueta caminar por la pista. Por la indumentaria parece un piloto. Abro la cabina y trato de ver quién es.
La silueta se aleja y al bajar del avión llamo para ver quién es. No me responde.
Corro por la pista buscando al piloto, pero no está en ninguna parte. Me dio vuelta y entonces escucho mi nombre.
Entonces veo a Meneses a unos veinte metros en el medio de la pista, observándome.
Corro desesperado hacia él, pero no logro alcanzarlo. Sin embargo se mantiene frente a mí.
Trato de hablarle pero no puedo. Pareciera que no me escuchara. Se acerca tranquilamente y distingo las líneas negras cruzando su rostro.
Meneses me mira fijamente y luego señala con su brazo en dirección a Los Andes. Da entonces media vuelta y se aleja por la pista.
Grito su nombre pero no escucho mi voz. Trato de moverme pero no puedo. Y entonces amanece rápidamente y alcanzo a contemplar a un Cóndor volando hacia el cielo.
Ortega me despierta. Me pregunta por qué estoy gritando. Estoy bañado en sudor dentro de la cabina. Le digo que era un sueño.
Ortega sonríe y me dice que el turno ha terminado.

23 de mayo, 2012


Nos enteramos que las tropas peruano-bolivianas avanzan hacia Iquique y Antofagasta. Nuestro mando nos ordena evacuar la base esa misma noche, pero somos atacados por bombarderos Vulcan. Usamos algunos Stinger y los Oerlikons para tratar de derribarlos, pero vuelan a mucha altitud y se ponen fuera de nuestro alcance. El enemigo ya conoce nuestra posición y sólo es cuestión de tiempo para que nos ataquen directamente.

El Coronel ordena destruir todo el material que pueda caer en manos del enemigo y prepararnos para la evacuación.

24 de Mayo, 2012

Un Exocet destruye nuestro radar. Otro impacta en el hangar destruyendo tres aviones. Los misiles eludieron nuestros sistemas de vigilancia e hicieron temblar toda la base. Murieron quince hombres y el incendio se extendió por dos horas. Perdimos gran parte de nuestra gasolina y ya no podremos evacuar nuestros aviones. El Coronel fue herido de gravedad y Ramírez asume el mando provisional.

En medio de la confusión logramos apagar el incendio, y rescatar a los heridos. No dormimos en toda la noche, y sólo por la mañana algunos lograron conciliar el sueño. Nos organizarnos para distribuir la comida y el agua. Al llegar la noche, Ramírez ordena apagar las luces por turnos para no agotar el generador.

Ya no recibiremos abastecimiento desde el aire. No hay cobertura aérea. El último Hércules despegó en la mañana con los heridos y el Coronel.

02 de Junio, 2012

Perdimos comunicación satelital con nuestro mando. Ya no sabemos qué ocurre. Recibimos señales del exterior en la radio a pila de Jiménez. Las cosas marchan mal. Parece que nuestras tropas se han replegado hacia el sur, y estamos virtualmente en territorio enemigo.

Todos están escribiendo cartas y entregándolas a un compañero. Algunos dejan mensajes en algún rincón de la base. Le pido a Jiménez que guarde mi diario por si soy derribado.

08 de Junio, 2012

Nos atacaron cinco Flanker. Esta vez, logramos despegar en medio del fuego, pero Ortega tuvo que volver porque lo ametrallaron completamente. Su F-16 aterrizó a duras penas. Logré derribar un Flanker y desde tierra inutilizaron otro con un Mistral. Sin embargo, dos Flanker se colaron detrás de mí y no tuve más remedio que alejarme rápidamente. Desde la base me gritaron que volviera para dispararles con los Mistral, pero los Flanker me cortaron el camino. Logré esquivar un misil y elevé mi avión tratando de dar un giro y colocarme detrás de ellos. En menos de un segundo, la visión se nubló y comencé a perder el conocimiento. Detrás de mí, podía casi escuchar las ráfagas de disparos de los Flanker. El avión comenzó a sacudirse y busqué la palanca de eyección.
De pronto un destello de luz iluminó el reflejo de la cabina. Fue sólo cosa de segundos. Logré controlar el avión y pude dar vuelta.
Entonces lo vi. Primero, la bola de fuego apagándose y los escombros del Flanker cayendo a través de cielo. El otro Flanker se alejó rápidamente y hubiese podido apuntarle de no ser por el otro avión que volaba cerca de mí. Era un F-16, pero supe inmediatamente que era imposible. Lo supe porque sabía quién era. Las líneas negras dibujadas en la cola eran inconfundibles.
Por la radio grité su nombre, pero no hubo respuesta. Antes que pudiera acercarme, el avión tomó impulso y se alejó hacia el este. Iba a seguirlo cuando noté que ya no me quedaba combustible. De la base me llamaban desesperados preguntándome qué diablos sucedía.
Volví. Al bajar los hombres se acercaron con júbilo celebrando mi pequeña victoria. Ortega salió sin daños, pero su F-16 ya no puede volar. Ramírez ordenó desarmarlo y usarlo como suministro de repuestos. Todos me preguntaban cómo logré derribar al Flanker.
Les dije que había sido Meneses. Todos se quedaron en silencio. El Comandante me pidió un informe y después de leerlo me dijo que el radar sólo captó a tres aviones. Que la pérdida de Meneses me había afectado. Me ordenó tomar dos días de descanso.

11 de Junio, 2012

Vimos pasar a lo lejos dos Mirage Pantera que venían hacia la base, perseguidos por tres Flanker que les cayeron encima. El primer Mirage alcanzó a derribar a un Flanker pero fue aniquilado. Por la radio de nuestros aviones escuchamos impotentes los gritos del piloto. El segundo Mirage fue alcanzado por fuego de cañones y Ramírez le ordenó eyectarse. Pero el avión tomó impulso, dio un giro hacia las nubes y al dar la vuelta se abalanzó contra el Flanker que lo perseguía. El impacto hizo estallar ambos aviones y una bola de fuego iluminó el cielo. Nos quedamos atónitos, mientras los otros Flanker se retiraban.

Algunos hombres se dejaron caer, abatidos y con lágrimas en los ojos. Todo fue muy rápido y ni siquiera alcanzamos a despegar. No hubiésemos podido hacer nada.

Nadie lo dice, pero estamos perdiendo la guerra. Los Pantera son nuestros aviones más viejos y estaban retirados. Probablemente nuestra flota de F-16 y Eurofighter ha sido anulada. Sin fuerza aérea, la guerra está prácticamente perdida.

Sin embargo, la imagen del Mirage chocando contra el Flanker nos estremece y hace estallar nuestros corazones. Después del llanto de algunos, nuestros semblantes cambian. Sea lo que sea, tenemos que estar preparados para lo que venga.

Por la noche me pinto la cara con líneas negras atravesando mi rostro.

12 de Junio, 2012

Ya casi no nos queda gasolina. Realizamos vuelos de diez a veinte minutos sólo para patrullar un perímetro reducido donde se encuentra la base. La pista casi es inoperable. Desde la distancia podemos ver relámpagos de luz. Debe ser la artillería boliviana que bombardea Antofagasta.

Ramírez nos ordena cavar unas trincheras y crear un perímetro defensivo. Usamos algunas bombas de los aviones para utilizarlas como minas. Repartimos los fusiles HK y Galil y desmantelamos dos cañones cuádruples anti-aéreos para la defensa terrestre. Ya no estamos en condiciones de enfrentar ataques aéreos. Nos replegamos a lo que queda del edificio de comunicaciones.

Cumplo mi primer turno vigilando el perímetro.

14 de Junio, 2012

Hoy perdimos a nuestro Comandante de Escuadrilla, Claudio Ramírez. Cumplíamos una misión de exploración buscando alguna zona que nos permitiera evacuar por tierra. Volábamos por sobre las nubes, cuando perdí comunicación con él. No es mucho más lo que puedo decir. Ya no me quedan palabras para expresar lo que siento.

Al volver debo asumir el mando. Ordeno prepararnos para un ataque aéreo inminente.

Camino por la pista sumido en una gran depresión. Con sorpresa, descubro que no es miedo ni pena por el hecho de morir, sino por la derrota inminente.

16 de Junio, 2012

Nos atacaron con todo. Todo nuestro personal de tierra fue alcanzado. Tengo suerte de seguir con vida.

Algunos yacen muertos tirados sobre la pista y los escombros. Otros permanecen heridos en lo que queda de la enfermería. Les damos morfina pero no es suficiente. Gutiérrez no aguanta el dolor por la falta de sus piernas y me pide que le dé un tiro. No puedo hacerlo. Fuimos compañeros de generación y gracias a él pude aprobar matemáticas avanzadas en la Escuela. Antes que pueda detenerlo Jiménez se acerca y le dispara en la sien.

Enterramos algunos cuerpos. Otros quedan atrapados en las ruinas o en la pista. Estamos exhaustos y el calor hace que el hedor sea insoportable.

Trato de dormir y sólo escucho el llanto ahogado de Jiménez.

21 de Junio, 2012

La base es sólo silencio y muchas ruinas. Mi F-16 está en el último hangar que queda en pie. Es el único avión que está operativo. Sólo tengo gasolina para un vuelo de quince minutos. No es suficiente para alcanzar nuestras líneas, donde quieran que estén.

Muchos de los heridos están agonizando. No podemos hacer nada. Algunos se han desmayado y mueren en medio del sueño.

La noche reclama el dominio de todo y con Jiménez abrimos las últimas latas de carne. Comemos en silencio. Cada uno se pregunta para sí mismo, quién será el último.

22 de Junio, 2012

Por la mañana me despierto con un disparo. Corro a lo que queda de la sala de comunicaciones y encuentro a Jiménez con un tiro en su cabeza. En su radio a pila escucho la noticia que toda la segunda región está en manos del enemigo. Las tropas regulares deben estar ya muy cerca.

25 de Junio, 2012

Son mis últimas palabras. Escribo esto dentro de la cabina de mi F-16. He dormido en ella esperando el momento. Y sé que en alguna parte los Flanker esperan que despegue para derribarme.

La base es un cementerio. El último herido dejó de respirar poco antes del anochecer. Llevé su cuerpo al costado de la pista y lo cubrí con tierra, pero el viento quitaba la arena de su rostro una y otra vez. Caí exhausto, llorando de impotencia.

27 de Junio, 2012

Dios mío, soy el último. Toda la escuadrilla Cóndor Sur ha sido derribada. Llevo dos días sin comer y me queda poco agua.

El día se extingue y la noche se esparce por todo el paisaje. Puedo ver a los lejos luces moviéndose de un lado para otro. Son peruanos y bolivianos sin duda. Se están acercando y llegarán muy pronto.

Mi nombre es Francisco Saavedra, Capitán de la Fuerza Aérea de Chile. Fecha de nacimiento, 5 de enero de 1982. Edad, 30 años. Indicativo, Sabre.

Mi nombre es Francisco Saavedra y soy el último. Todos han muerto o desaparecido. Permanezco en mi cabina leyendo mis anotaciones durante todo el día. Me pregunto donde está quien las ha escrito. Porque él es el último. Yo aún no he terminado. Sigo vivo. Y mi F-16 sigue intacto, esperando. Escucho mi respiración y sólo gracias a eso sé que sigo aquí. Pienso en Ramírez, Ortega, Sanhueza, Meir, toda mi escuadrilla. Pienso en el fin. Pienso en mis padres y en la gente que amo. Le quito el seguro a mi pistola y cierro los ojos.

Espero el momento.

De pronto, los sistemas se encienden y el motor toma su impulso. Los rieles bajo las alas están vacíos. Los cañones no tienen munición. Pero en el reflejo de la cabina veo las líneas negras surcando mi rostro. Soy el último.

El avión se eleva y la base queda atrás. No es necesario ver el radar para sentir al enemigo que se aproxima. Después de todo, un Cóndor no siente miedo. Jamás verás a un ave sentir compasión por sí misma. El Cóndor acepta su destino, por la razón o la fuerza, como un eterno retorno. Vuela hacia el fin de sus días cuando todo ha concluido.

Enfilo hacia los Andes, mientras el sol muere lentamente hacia el oeste. Entonces una silueta inconfundible aparece cerca de mí, volando como un sueño.

El avión permanece junto a mí conduciéndome hacia los Andes, donde las aves milenarias reclaman el dominio de su especie.

Ahí, donde los Andes rozan el cielo del Cono Sur…

De acuerdo al informe evacuado por la segunda división del Ejército boliviano, el Capitán Francisco Saavedra fue encontrado muerto en la cabina de su avión F-16, producto de un disparo efectuado por su arma de servicio. Junto a él, fue hallada una libreta con anotaciones que dan cuenta de lo ocurrido en la Base de campaña “Atlante” desplegada por la Fuerza Aérea de Chile durante el reciente conflicto con Bolivia y Perú.

Los cuerpos de los efectivos que operaron en la Base Atlante fueron entregados por el Gobierno de Bolivia a la Cruz Roja Internacional, organismo que a su vez entregó los cuerpos al Gobierno de Chile. Sin embargo, el cuerpo del Capitán Esteban Meneses sigue estando desaparecido como asimismo su avión F-16.

Al respecto, los informes de la inteligencia de las fuerzas aéreas de Bolivia y Perú han concluido que el Capitán Emilio Meneses es el piloto guerrillero que ha estado operando en el territorio chileno ocupado por las fuerzas peruano-bolivianas durante los últimos cinco meses. Los informes de posvuelo y de naves derribas dan cuenta de un avión con características similares a un F-16 Block 50, el cual formó parte del inventario de la Fuerza Aérea de Chile.

Se estima que dicho F-16, a quien los pilotos bolivianos llaman comúnmente el “Espíritu de los Andes” ha sido el causante de más de 15 derribos en los últimos tres meses.

Los combates en la zona ocupada siguen causando numerosas víctimas.

Department of Defense Intelligence Agency
Report 6789-4
“Chilean F-16 Fighter”
Classified

Allende está prisionero en Cybertron

(Reuters) Hoy se dieron a conocer las primeras fotografías del ex – Presidente de Chile, Salvador Allende Gossens, quien se encuentra prisionero en Cybertron, junto a otros cientos de simpatizantes y ex – colaboradores del gobierno de la Unidad Popular.

La noticia ha causado impacto en la opinión pública mundial, pues es la primera vez que una figura política es enviada como prisionero a ese planeta. Mandatarios de varios países han manifestado su “conmoción” y “preocupación” por el hecho.

Cabe señalar que durante meses se especuló sobre el paradero de Allende, pues los informes emanados de la Junta Militar señalaban que el ex – Jefe de Gobierno había escapado tras el bombardeo a la Moneda. Sin embargo, dichas versiones fueron refutadas por funcionarios de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, quienes indicaron en un informe que Allende, junto a otros detenidos, se encontraba en algún campo de prisioneros del sur de Chile o en otro lugar desconocido.

Las dudas comenzaron a disiparse hace unas semanas a través de un comunicado emanado del Cuartel General de los Autobots, señalando que Allende había sido trasladado a Cybertron, planeta que se encuentra actualmente bajo control de los Decepticons.

La verdad salió a la luz cuando algunas agencias noticiosas fueron invitadas a Cybertron para un viaje relámpago a través del Puente Especial ubicado en la Antártica. Los periodistas invitados creían que iban a presenciar un mensaje de Galvatron a la comunidad internacional, cuando ante sus ojos apareció Allende, encerrado en una celda de energía.

Ante la expectación y mirada atónita de los enviados especiales, Galvatron señaló que ya era tiempo de conocer el paradero del ex – Presidente, y permitió que fuese fotografiado junto a él. Sin embargo, no hubo autorización para hacerle preguntas, aunque el ex – Jefe de Estado pudo decir que se encontraba bien, pero que esperaba volver pronto a Chile.

La revelación del paradero de Allende ha causado malestar en la Junta Militar quienes debieron reconocer hoy que sí sabían del paradero del ex – Jefe de Estado, pero que decidieron mantenerlo en secreto por problemas de seguridad nacional. Incluso trascendió que la Cancillería chilena convocó a Starscream, Representante Permanente de los Decepticons en Chile, junto a Blitzwing, Agregado Militar, para conocer de primera fuente el alcance de este hecho.

Algunos analistas han señalado que esta revelación deja en evidencia las relaciones poco fluidas entre la Junta Militar y Galvatron, hermano de Megatron y quien ha debido asumir el mando provisional en Cybertron, toda vez que el Jefe de los Decepticons se encuentra en la Galaxia Nebulae combatiendo a los Quintessons.

Pero otros ven en este hecho algo más que un simple acto de descoordinación.

“El estilo de Galvatron – dice al respecto Francisco Ortegan, especialista en Historia Decepticon – es algo opuesto al de Megatron, pues se trata de un comandante inclinado a decisiones radicales y a veces poco reflexivas. Muchos de los Decepticons no aprueban su forma de actuar, aunque su capacidad de liderazgo no esté, en estos momentos, puesta en duda. Mostrar a Allende prisionero es un claro mensaje a la comunidad internacional, como si dijera: Estoy dispuesto a asumir un liderazgo más duro, sin importar el malestar que cause en la Tierra”.

Otros, como Daslav Merovic, autor del libro “Deception and Decepticon”ven en esta acción una maniobra con un doble objetivo político: “Galvatron no sólo está enviando un mensaje a los líderes de la comunidad internacional, sino que también al propio Megatron, en el sentido que está dispuesto a asumir un rol mucho más protagónico del que le hemos visto. Creo que Megatron, quien cuida mucho las relaciones con sus aliados, no está al tanto de esto, pues claramente se trata de un hecho que dañará las relaciones con la Junta, y todos sabemos lo importante que es Chile para Megatron, en cuanto a las fuentes de energía que el país le ha suministrado”.

Para fines de este mes se espera que el Consejo de Seguridad condene la detención de Allende y exhorte a su inmediata liberación.

El peso de la noche

Esta noche seré Portales.

Ayer fui Manuel Rodríguez, dirigiendo a los Húsares de la Muerte contra el Frente Bolivariano de Liberación. Fui también Balmaceda, quitando un minuto antes la pistola de mi sien, para refugiarme en Argentina y reunir a las fuerzas leales contra el Congreso. Y mucho antes de eso fui Manuel Contreras, la noche que me preguntaste dónde estaba mi corazón. Ahora el flujo temporal es intenso, y las ondas de mi existencia surcan los planos del pasado distante. ¿Quién puede cambiar la historia sin desaparecer de ella? ¿Quién eres tú para saberlo?

La posteridad comienza en nosotros.

La oscuridad
Controla nuestra memoria
Distancia el pasado
Alarga la noche
Para cerrar tus ojos
Y acariciar tus cicatrices

Pero esta noche seré Portales.
En un día cualquiera, caminaré por las calles hacia el Ministerio.
Y viajaré a Valparaíso para salir por la mañana hacia Quillota y pasar revista a nuestras tropas. Durante el desfile, dejaré que los oficiales se acerquen y Vidaurre me tome prisionero.
Y cuando se acerque a esposarme, ya habré dejado mi pistola en el Ministerio. Me subirán al carro, camino al Barón.

Me hincaré frente a Florín y sus soldados.
El viento se detendrá un momento para escuchar.
El distante ruido del mar hará una pausa. Serán las tres de la mañana, pero pesará la noche.
La orden atravesará dos veces el viento y los soldados vacilarán.
Sólo es cuestión de tiempo. Todo está escrito en mi corazón.
Y en el recuerdo de tu rostro, dejaré que me disparen y destrocen mi cuerpo.

El flujo temporal es intenso. Las ondas de mi existencia surcan los planos del pasado distante.

Y aunque los libros digan otra cosa, aunque no lo desees, no volveré para finalizar mi Gobierno. No seré el dictador de chilenos hambrientos. Una guerra emerge en el norte y sólo mi sangre disolverá las cicatrices.

Ahora, espero el momento.

Florín da la orden tres veces y el soldado coloca su fusil en mi cara. Su rostro tiembla. Su corazón vacila.

No volveré hacia ti
Soy Diego Portales
Lo supe la noche que me preguntaste…
Y ahora lo sé

Donde está mi corazón.

Esta noche.

2022

El pasado era el futuro. Jugábamos flippers y escuchábamos canciones sobre paisajes extraterrestres. Nos inventamos una vez un asesino: un tal J.P. Moraga, que mató a diecinueve mujeres a lo largo demedio siglo. Lo inventamos en los momentos muertos de clases, hace años. Era la época donde desaparecían todas esas pendejas en Alto Hospicio. Siempre estuvimos seguros de que era un serial-killer. Seguros seguros. No podía ser de otra forma. Seguimos por dos años (estábamos en tercero y cuarto medio) las desapariciones. Tenían método, tenían sistema. Habíamos visto demasiadas películas como para no darnos cuenta. J.P. Moraga surgió de eso. Anotamos su nombre en el cuaderno de matemáticas, mientras Fernández nos explicaba unas ecuaciones. Luego, cuando nos fuimos para la casa le dimos un rostro, una historia. J.P. Moraga tenía 75 años, era un anciano respetable, un abuelo, un héroe del pueblo. Alguna vez había postulado para alcalde y perdió. Era democratacristiano. Apoyó el golpe. Era de rigurosa misa dominical. Cantaba en un grupo folclórico que a veces se presentaba en el paseo del muelle. Eso no le impedía matar mujeres: las raptaba en los pueblos cercanos y las llevaba a su parcela en las afueras. Ahí tenía un congelador gigante. Les hacía lo que los asesinos en serie les hacen a sus víctimas. Prefiero no entrar en detalles. J.P. Moraga era frío, su mirada estaba muerta, tras sus arrugas se escondía algún significado del mal. Eso, creo, lo escribimos en un cuaderno. Soñábamos con hacer la película o escribir la novela o ver la historia sintetizada en la parte de atrás de la funda de un video. J.P. Moraga duró un semestre. Poseía una larga lista de víctimas falsas y gigantescas mitologías urbanas. Hicimos un par de veces el recorrido de sus crímenes: partíamos en una urbanización de Huanhualí y seguíamos hasta el sitio baldío que quedaba detrás de una discoteca rodeada de alerces y terminábamos en las puertas de lo que debería haber sido su parcela. Era como seguir a un culpable que no existía, jugar a ser detectives sin serlo. Luego descubrimos que Raúl Méndez vivía en Villa Alemana. Ahí terminamos la broma. Méndez no era literario; no era para reírse. Méndez siempre fue infinitamente más peligroso que Moraga. Más real y cercano, aunque nunca supimos verlo hasta que pasó lo que pasó. Ahora Méndez no importa. Deberíamos haber planeado un encuentro entre ambos: Moraga contra Méndez. ¿Quién ganaría?. Pensé en Moraga y sus crímenes imaginarios. Pensé en lo que sabíamos de Méndez. Méndez, dije. Por paliza. Después nos quedamos en silencio. Mudos. Eso era lo que sabíamos hacer en ese tiempo. Quedarnos mudos. Porque no éramos nadie. No éramos nada. Vivíamos ahí, en Villa Alemana, si es que a eso se le podía llamar vida. Veíamos televisión por cable. Algunas tardes y nos quedábamos pegados hasta el amanecer frente a la pantalla. Odiábamos las teleseries. Escuchábamos a Slayer. Siempre era invierno. Rebobino: escuchábamos música, dábamos vuelta por el centro, mirábamos el cielo negro, éramos fanáticos de la televisión. Eso era todo. No era mucho. No era suficiente. Teníamos planes: ganar la lotería y no trabajar jamás. Teníamos un asesino en serie, nuestro asesino en serie. O dos. Uno era real. Veíamos películas de vampiros. Dábamos vuelta por el cementerio. Llevábamos la cámara de video y grabábamos esos paseos por las tumbas, por aquellos caminos sembrados de animitas pobres de pueblo chico, poniendo nuestros pasos sobre los muertos enterrados en un terreno arcilloso que a veces era arena o barro a secas. Odiábamos a los ancianos, al alcalde, a los profesores. Habíamos salido eximidos del servicio militar por incapacidad física expuesta en certificados falsos. Nos perdíamos en esa comunidad que detestábamos: gente pálida con cara cansada, que daba vuelta por el pueblo en las tardes sin hacer nada, buscando historietas en vez de historias, conversando con otra gente, asistiendo a las patéticas fiestas escolares que hacían en discos que en otro tiempo habían sido centros de tortura. No teníamos nombre, no importaba nuestro nombre, no éramos nadie. Bebíamos cerveza. Éramos personajes de historietas a los que nadie quería dibujar. No teníamos aventuras. Nos conocíamos desde niños. Nuestros padres eran se conocían de toda la vida. Odiábamos el fútbol. Nos acostábamos, nos acostaríamos intermitentemente con las mismas mujeres. Éramos una mierda, una canción sobre la vida en otro planeta, los televidentes de una película en blanco y negro de la que nadie se acordaba, la imagen detenida de un desastre a punto de suceder.

El sur es un androide

Después del terremoto y maremoto del ’60, las tierras del sur quedaron con heridas profundas que no cicatrizaban. Unos hombres desconocidos (algunos aún susurran los nombres de Wittgenstein y Serling) repararon los desgarros geológicos con prótesis geomecánicas. En la actualidad hay partes del sur que son regiones androides, topografías cyborg aguardando con paciencia el momento preciso.
Cuando llegue el día del alzamiento, no estaremos preparados.
Imagen: Parkeharrison