LA EDAD OSCURA

Justo Díaz Mellafe, estudiante de 3° año de Periodismo en la Universidad Católica, activo miembro del Gremialismo, simpatizante no devoto del Opus Dei y uno de los más brillantes cercanos a Jaime Guzmán fue quien tuvo la idea. A fines de 1979, el equipo de Guzmán –fundamentalmente abogados, periodistas, ingenieros y humanistas de la Universidad Católica- estaban dedicados a la redacción y creación de la nueva Constitución de la República, pedida por el gobierno del General Augusto Pinochet, la cual debería ser ratificada en las urnas el año entrante. Pero junto con la creación de esta nueva carta de gobierno y los planes de una revolución económica, también a cargo de jóvenes cerebros, se buscaba la creación de símbolos populares con los que el pueblo se identificara y viera en ellos la realidad del proyecto de libertad que era el motor con el cual el régimen de Pinochet se publicitó prácticamente desde el mismo 11 de Septiembre de 1973.
Díaz Mellafe conocía bien la historia de los superhéroes chilenos y el modo como la pública figuración de Ordenipatria y La Selección Tricolor lograron ser sinónimo de seguridad y justicia en el inconsciente colectivo de todos los chilenos. Sabía también que sus apariciones, junto a los gobierno de turno resultó fundamental en el apoyo popular a mandatarios como Alessandri Rodríguez o Eduardo Frei Montalva. Fue así como ideó la creación de la Junta Libertad y Justicia, llamada así con el abierto propósito de conectarla a la Junta Nacional del Gobierno. En su plan, este nuevo equipo de héroes debía de estar integrado por cuatro personajes, cada uno de ellos representante de las ramas de las Fuerzas Armadas, más una mujer joven y hermosa que actuaría como contraparte de los rudos vigilantes. Aunque nunca se confirmó de manera oficial, se sabe que Jaime Guzmán y un número importante de personeros civiles del gobierno militar vieron con muy buenos ojos la idea de Díaz Mellafe, tanto que le otorgaron presupuesto especial para acelerar el proyecto y así debutar con los Superhéroes del gobierno el mismo día en que fuera aprobada la nueva Constitución.
Al igual que con los primeros enmascarados oficialistas, fue Mario Uso el encargado de diseñar la Junta Libertad y Justicia. Este sería su último trabajo, ya que víctima de un cáncer al páncreas, fallecería el 5 de Mayo de 1981 a la edad de 72 años. Es una lástima que hasta el día de hoy, nadie reconozca la obra del principal creador de Superhéroes nacionales. De hecho, Uso es recordado como un gran artista sólo por sus colegas ilustradores, desconociéndose su labor como impulsor y responsable de la más peculiar mitología épica nacional del siglo pasado.
La JLJ, sigla con la que se hizo popular el team estuvo supervisada directamente por Pinochet y el resto de los integrantes de la Junta. Si cada uno de los personajes iba a ser la extensión “extraordinaria” de cada uno de ellos –y por ende la imagen de su rama armada- estos debían ser dignas figuras patrióticas. El General Patria fue el representante del Ejército y líder del equipo, un súper soldado en la tradición de Ordenipatria y el Capitán América, símbolo encapotado que llevada el logo del cóndor en su pecho y el escudo patrio sujeto del antebrazo izquierdo. El segundo en ser aprobado fue el Capitán Océano, azulado defensor de las Costas Chilenas, promocionado como el campeón submarino que en secreto había averiado a la Escuadra Argentina a fines del 79, responsable directo del cese de las hostilidades entre ambas naciones.
Fuerza Aérea partió llamándose Cóndor, pero por petición directa del General del Aire, Fernando Matthei se optó por nombrarlo con el mismo nombre de la rama de defensa del aire chileno. Eso si, su disfraz mantuvo las reminiscencias al ave símbolo de nuestro escudo. El representante de los Carabineros fue el más complicado de todos, ya que desde 1947, esta rama de Orden y Seguridad tenía a su propio campeón: Ordenipatria, quien había fallecido heroicamente a fines de agosto de 1969. Se propusieron nombres y diseños como Patrullero o Sargento Servicio, pero ninguno tuvo el porte y la dignidad del resto de los integrantes de la JLJ. Uso sería el responsable de convencer a los cercanos del General Mendoza, director de la policía uniformada, que los más apropiado era presentar a Ordeinipatria II, un rediseño del personaje original a modo de nueva versión. No muy convencidos, Carabineros de Chile aprobó al personaje. Completaba el equipo, Miss Chile, imagen de la hermosura, sensualidad y valentía de la mujer chilena, que con acierto usaba el nombre de nuestro principal concurso de belleza. La noche en que fue aprobada la Constitución de 1980, el Presidente Pinochet se presentó al país acompañado de la Junta Libertad y Justicia.
Y como antes había sucedido, el pueblo amó de inmediato a sus nuevos campeones.
Siete años duró en activo la JLJ. En este periodo protagonizaron un programa semanal emitido por el Canal 7, tuvieron una serie de historietas encargadas a una nueva generación de artistas, líneas de juguetes y apariciones estelares en cuanto evento organizara el régimen. Su imagen fue símbolo de estabilidad política y de apoyo de la gente al gobierno establecido tras el derrocamiento de la Unidad Popular. La construcción del Marxismo, como enemigo sobrenatural contra el cual luchaba el Capitán Patria fue fundamental a la hora de ver el modo en que la generación nacida y criada en los años ochenta ve hoy en día corrientes políticas como el Socialismo y el Comunismo. La importancia de la JLJ traspasó la esfera de la historia súper heroica nacional y se instaló como uno de los fenómenos socio políticos claves a la hora de hacer un recorrido por los dieciséis años de régimen militar.
En 1984, un joven relacionador público de 18 años, Alfredo Pinzón-Escobar se hizo cargo de un nuevo proyecto relacionado con la JLJ, la creación de un equipo auxiliar formado por cadetes de trece años que peleaban contra el mal junto a sus súper mentores. La idea era diseñar cuatro nuevos personajes en los que las nuevas generaciones se identificaran. Que los niños chilenos entendieran que ellos también podían ser héroes, que la educación, la formación y el amor a la patria los hacía grandes no importando la edad que tuvieran. Así, junto al General Patria aparecieron Cadete Patria; Patrullero Juvenil acompañó a Ordenipatria II; Fuerza Aérea empezó a ser secundado por Pequeño Halcón y Grumete Maravilla hizo lo propio con el Capitán Oceánico. Pinzón-Escobar bautizó a su equipo adolescente como Libertad Juvenil, nombre que se dice fue aclamado con aplausos por el propio Pinochet.
Aunque el atentado a Pinochet en 1987, donde ninguno de la JLJ hizo nada y el fin del gobierno militar en 1988 marcan oficialmente el termino de este escuadrón de poderosos enmascarados, lo cierto es que los primeros indicios de su crepúsculo empiezan a darse en 1986, cuando desde la oposición al gobierno militar se levanta la figura de un equipo contrario a los métodos y actitudes de la JLJ, conocidos como AMEN, siglas de Acción Mutante Encubierta Nacional, este sexteto de anónimos vigilantes vestidos de negro surgieron a partir de diseños y creaciones de artistas vinculados a los Partidos Socialista, Comunista e incluso a la Democracia Cristiana.
Con muchos menos medios que la JLJ, AMEN basó su actuar en programas cortos emitidos a través de Radia Cooperativa y revistas en blanco y negro distribuidas de modo clandestino en determinados kioscos y librerías de la Capital. Los AMEN decían ser los verdaderos héroes del pueblo, los postergados y relegados que se levantaban en la noche para pelear contra las injusticias de la dictadura militar. Para ellos, la JLJ no era más que la imagen de lo establecido, un disfraz del gobierno hecho para manipular y ocultar bajo sus disfraces de colores, políticas de terrorismo de estado. Para el General Patria por su lado, los AMEN eran la fuerza de ataque de una revolución maligna y marxista que se preparaba desde las sombras contra los valores patrióticos y libertarios del gobierno. Nunca se enfrentaron, a lo más la JLJ aparecía de vez en cuando arruinando los planes de sus némesis, mientras AMEN se burlaba abiertamente de lo conservadores y pechoños de sus contrarios. Las burlas eran abiertas y en las historietas incluían desde bromas al supuesto alcoholismo del Capitán Océano a fotos desnudas de Miss Chile, definida por ellos como la gran ramera oficial del gobierno. Pero AMEN tuvo corta vida, los superhéroes nunca –en ningún lado del mundo- representan ideales de izquierda. Todo lo contrario, son un modo bastante masivo de promover al fascismo.
Para fines de 1987, las mascaras urbanas habían desaparecido de acción. Para el Plebiscito de 1988, el público sencillamente había olvidado a la Junta Libertad y Justicia. De nada sirvieron sus spot junto a Pinochet para evitar que el NO ganara por amplia ventaja el 5 de Octubre, fecha en que muchas cosas cambiaron en nuestra historia, para siempre. AMEN corrió similar suerte.
En 1990 volvió la democracia, pero nunca más volvimos a ver superhéroes volando sobre nuestras cabezas. Puede que haya regresado la justicia, pero lo hizo sin la moda y el estilo de un ridículo traje multicolor. Al cumplirse veinte años del fin de esta era, lo cierto es que por raro que suene, cada día extrañamos más nuestras capas y máscaras.
¡Disfrázate Santiago!

Merino Mondaca

Bajo el influjo del último Neruda (discurridor y exhumador de elegantes misterios) y del consejero áulico González Vera (que inventó la armonía preestablecida), he imaginado este argumento, que escribiré tal vez y que ya de algún modo me justifica, en las tardes inútiles. Faltan pormenores, rectificaciones, ajustes; hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún; hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbro así.

La acción transcurre en una región oprimida y tenaz: La Araucanía. Ha transcurrido, mejor dicho, pues aunque el narrador es contemporáneo, la historia referida por él ocurrió al promediar o al empezar el siglo XIX. El narrador se llama Bascuñán; es bisnieto del joven, del heroico, del bello, del asesinado José Catrileo, cuyo sepulcro fue misteriosamente violado, cuyo nombre ilustra los versos de Blest Gana y de Darío, cuya estatua preside un cerro gris entre ciénagas rojas.

Catrileo fue un conspirador, un secreto y glorioso capitán de conspiradores; a semejanza de Moises que, desde la tierra de Moab, divisó y no pudo pisar la tierra prometida, Catrileo pereció en la víspera de la rebelión victoriosa que había premeditado y soñado. Se aproxima la fecha del primer centenario de su muerte; las circunstancias del crimen son enigmáticas; Bascuñán, dedicado a la redacción de una biografía del héroe, descubre que el enigma rebasa lo puramente policial. Catrileo fue asesinado en un teatro; la policía de la república no dio jamás con el matador; los historiadores declaran que ese fracaso no empaña su buen crédito, ya que tal vez lo hizo matar la misma policía. Otras facetas del enigma inquietan a Bascuñán. Son de carácter cíclico: parecen repetir o combinar hechos de remotas regiones, de remotas edades. Así, nadie ignora que los esbirros que examinaron el cadáver del héroe, hallaron una carta cerrada que le advertían el riesgo de concurrir al teatro, esa noche; también Julio César, al encaminarse al lugar donde lo aguardaban los puñales de sus amigos, recibió un memorial que no llegó a leer, en que iba declarada la traición, con los nombres de los traidores. La mujer de César, Calpurnia, vio en sueños abatir una torre que le había decretado el Senado; falsos y anónimos rumores, la víspera de la muerte de Catrileo, publicaron en todo el país el incendio de la torre circular de Munchén, hecho que pudo parecer un presagio, pues aquél había nacido en Munchén. Esos paralelismos (y otros) de la historia de César y de la historia de un conspirador mapuche inducen a Bascuñán a suponer una secreta forma del tiempo, un dibujo de líneas que se repiten. Piensa en la historia decimal que ideó Jodorowsky; en las morfologías que propusieron el conde de Kieserling, Letelier y Torreti; en los hombres de Ercilla, que degeneran desde el oro hasta el hierro. Piensa en la transmigración de las almas, doctrina que da horror a las letras célticas y que el propio César atribuyó a los druidas británicos; piensa que antes de ser José Catrileo, José Catrileo fue Julio César. De esos laberintos circulares lo salva una curiosa comprobación, una comprobación que luego lo abisma en otros laberintos más inextricables y heterogéneos: ciertas palabras de un mendigo que conversó con José Catrileo en día de su muerte, fueron prefiguradas por Shakespeare, en la tragedia de Macbeth. Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible… Bascuñán indaga que en 1814,Galvarino Merino Mondaca, el más antiguo de los compañeros del héroe, había traducido al gaélico los principales dramas de Shakespeare; entre ellos, Julio César. También descubre en los archivos un artículo manuscrito de Merino Mondaca sobre los tlotixipoc de la región antártica: vastas y errantes representaciones teatrales, que requieren miles de actores y que reiteran hechos históricos en las mismas ciudades y montañas donde ocurrieron. Otro documento inédito le revela que, pocos días antes del fin, Catrileo, presidiendo el último cónclave, había firmado con su sangre la sentencia de muerte de un traidor, cuyo nombre ha sido borrado. Esta sentencia no coincide con los piadosos hábitos de Catrileo. Bascuñán investiga el asunto (esa investigación es uno de los hiatos del argumento) y logra descifrar el enigma.

Catrileo fue ultimado en un teatro, pero de teatro hizo también la entera ciudad, y los actores fueron legión, y el drama coronado por su muerte abarcó muchos días y muchas noches. He aquí lo acontecido: El 2 de agosto de 1824 se reunieron los conspiradores. El país estaba maduro para la rebelión; algo, sin embargo, fallaba siempre: algún traidor había en el cónclave. José Catrileo había encomendado a James Nolan el descubrimiento del traidor. Merino Mondaca ejecutó su tarea: anunció en pleno cónclave que el traidor era el mismo Catrileo. Demostró con pruebas irrefutables la verdad de la acusación; los conjurados condenaron a muerte a su presidente. Éste firmó su propia sentencia, pero imploró que su castigo no perjudicara a la patria.

Entonces Merino Mondaca concibió un extraño proyecto. La Araucanía idolatraba a Catrileo; la más tenue sospecha de su vileza hubiera comprometido la rebelión; Merino Mondaca propuso un plan que hizo de la ejecución del traidor un instrumento para la emancipación de la patria. Sugirió que el condenado muriera a manos de un asesino desconocido, en circunstancias deliberadamente dramáticas, que se grabaran en la imaginación popular y que apresuraran la rebelión. Catrileo juró colaborar en ese proyecto, que le daba ocasión de redimirse y que rubricaría su muerte.

Merino Mondaca, urgido por el tiempo, no supo íntegramente inventar las circunstancias de la múltiple ejecución; tuvo que plagiar a otro dramaturgo, al enemigo inglés William Shakespeare. Repitió escenas de Macbeth , de Julio César. La pública y secreta representación comprendió varios días. El condenado entró en Concepción, discutió, obró, rezó, reprobó, pronunció palabras patéticas, y cada uno de esos actos que reflejaría la gloria, había sido prefigurado por Merino Mondaca. Centenares de actores colaboraron con el protagonista; el rol de algunos fue complejo; el de otros, momentáneo. Las cosas que dijeron e hicieron perduran en los libros históricos, en la memoria apasionada de La Araucanía. Catrileo, arrebatado por ese minucioso destino que lo redimía y que lo perdía, más de una vez enriqueció con actos y con palabras improvisadas el texto de su juez. Así fue desplegándose en el tiempo el populoso drama, hasta que el 6 de agosto de 1824, en un palco de funerarias cortinas que prefiguraba el de Allende, un balazo anhelado entró en el pecho del traidor y del héroe, que apenas pudo articular, entre dos efusiones de brusca sangre, algunas palabras previstas.

En la obra de Merino Mondaca, los pasajes imitados de Shakespeare son los menos dramáticos; Bascuñán sospecha que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprende que él también forma parte de la trama de Merino Mondaca. Al cabo de tenaces cavilaciones, resuelve silenciar el descubrimiento. Publica un libro dedicado a la gloria de Catrileo; también eso, tal vez, estaba previsto.

1974

«No recuerdo cuando desapareció el primero, pero estoy seguro que no ha pasado más de un mes. Al principio fue sólo uno cada noche, luego dos, después cuatro y así hasta que sólo quedamos nosotros. Empezó con los prisioneros, luego con los compañeros de armas y el cura de Concepción. Le dije a mi capitán que era un castigo de Dios, que por muchas órdenes que debiéramos obedecer, se trataba de compatriotas nuestros, hombres y mujeres que no tenían con que defenderse de nosotros. Me respondió con un golpe en el estómago con la culata de su arma y la amenaza de encerrarme con ellos. Lo irónico es que al final terminamos todos encerrados, amigos y enemigos, soldados y marxistas, apoyándose contra un enemigo invisible tratando de sobrevivir en una guerra desigual que desataba cada noche. Miristas culiados dijo mi capitán cuando desapareció uno de los nuestros, los voy a freír hasta que me digan quien fue. Y lo hizo. Lo ví torturar a diez hombres, un niño y a un par de mujeres. Una de ellas estaba embarazada. Sangró hasta perder a su guagua, sangró hasta morir… Esa noche, fue el viejo quien desapareció. Y empezamos a tener miedo de dormir, los unos y los otros. La noche que al inicio empezó a matar en silencio, acabó haciéndolo a gritos… «

El 11 de Julio de 1974, el Penal de San Ramón, emplazado en la isla del mismo nombre en la bahía de Arauco, cortó sus comunicaciones con el continente. La instalación, un campo de detenidos a cargo de la Armada, donde fueron enviados hombres y mujeres simpatizantes con el régimen de Allende, dejó de comunicarse con la base central del puerto de Talcahuano y cada intento por restablecer contacto recibió por respuesta estática. El 14 de Julio, la Intendencia de Concepción, por orden de la Secretaría General del Gobierno Provisorio de la Junta Militar resolvió enviar un destacamento a investigar lo sucedido. No encontraron nada ni a nadie… De los ocho hombres del destacamento, sólo regresó uno. Hace dos años que lo estamos buscando…

El regreso!!!


Hoy lo pudimos ver!!
Era cierto!!
El había regresado!!
La gente se agolpó en las calles para recibirlo. La ciudad estaba más hermosa que nunca, engalanada con flores y sonrisas, lágrimas y rostros incrédulos, llenos de emoción. Algunos se apoyaban en las paredes y nichos de las construcciones para sollozar, hincados, apenas sosteniéndose contra las bancas de plazas y calles, entre el ruido ensordecedor de los más jóvenes.
Mi madre me miraba con amor, los ojos llenos de lágrimas, reprochándome mi escepticismo con dulzura. Pegué mi rostro contra los cristales y rompí en llanto, a gritos, desgarrándome las penas y las desesperanzas que afloraban por mi garganta como fantasmas enfermos, expulsados desde mi tristeza, tan honda, tan insignificante ahora que él había regresado.
Lo tomamos entre todos y lo llevamos a la cima del Cerro San Cristóbal entre cantos y oraciones de agradecimientos dichas a gritos. Lo amarramos con alambres de púas a la base de la virgen y fuimos uno por uno, contándole al oído nuestros pecados, golpeándolo con profunda ternura, uno por uno cada habitante de esta ciudad oscurecida y áspera; durante días y días, noches y días. Uno por uno.
Casi fui de los últimos en descargar mis pecados en su oído hermoso, erosionado y apenas reducido a un muñón sanguinolento.
Entre los que quedaban en la cima lo desamarramos, lo cargamos con cuidado y amor y lo arrojamos por la ladera.

Comandos chilenos rescatan a rehenes secuestrados

18 de Marzo de 1989
Comandos chilenos rescatan a rehenes secuestrados

(Reuters) En una acción sin precedentes en la historia de la aviación civil, comandos chilenos rescataron hoy a los cincuenta y dos pasajeros del Boeing 707 de LanChile que se encontraba secuestrado en Medellín por terroristas del Frente de Liberación Mapu-Lautaro.

La acción tuvo en horas de la madrugada de hoy, cuando dos aviones Hércules de la Fuerza Aérea de Chile aterrizaron en el aeropuerto de Medellín, haciéndose pasar por aeronaves nicaragüenses enviadas por el gobierno de ese país para trasladar los rehenes a Managua, de acuerdo a lo negociado por los miembros del FLML con las autoridades sandinistas.

Inmediatamente luego del aterrizaje, efectivos de las Boinas Negras del Ejército chileno y de las Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea abordaron el Boeing 707, iniciándose un intenso intercambio de fuego entre los terroristas y las fuerzas chilenas.

De acuerdo a lo informado por un comunicado del Ministerio del Interior de Chile, los comandos ultimaron a todos los miembros del Frente que se encontraban en el avión, y repelieron el ataque de las fuerzas restantes que se encontraban en las inmediaciones del aeropuerto. Según lo señalado por autoridades chilenas, unidades colombianas del Estado de Medellín dispararon contra los comandos y rehenes, causando cinco víctimas fatales, entre ellos dos efectivos de las Fuerzas Especiales.

Medios colombianos informaron de la destrucción del avión de LanChile a manos de las propias fuerzas chilenas, poco después del traslado de los rehenes a uno de los aviones Hércules que esperaba en un lugar alejado de la pista de aterrizaje. Minutos después, los dos aviones despegaron con rumbo a Ecuador, donde se encuentran en estos momentos.

La operación, calificada por expertos como “audaz” y “sin precedentes”, se inició a pocos minutos de cumplirse el plazo para acatar las demandas del FLML, cuyos líderes exigían la liberación de más de 120 presos políticos que se encuentran cumpliendo condena en cárceles chilenas.

El portavoz de la Casa Blanca, Carl Weisemberg, felicitó al Gobierno chileno, condenando la acción terrorista y el apoyo dado por Medellín y por el gobierno de Nicaragua. “Manifestamos nuestra admiración al Gobierno de Chile y felicitamos su apoyo a la política regional de no negociar con terroristas”.

La semana pasada el Gobierno Militar había anunciado que no negociaría con el Frente, insistiendo además que el asilo ofrecido por Nicaragua a los terroristas para trasladar a los rehenes a ese país, sería considerado como un acto de guerra si éste se concretaba.

Ucronia


Los ucronistas comenzaron su trabajo de forma silenciosa. Documentaron las historias imposibles que el tiempo -hasta entonces- consumía y ahogaba. Era un grupo extraño de mentes resilentes producto -en su mayoría- de un exceso de mala televisión. Los pobres se creían héroes. De su existencia solo queda este articulo.

Malvinas

Siempre nos dijeron que Malvinas era un centro de investigaciones científicas, que era un pedrusco habitado por un puñado de Kelpers-los últimos, a los que se les había permitido quedarse-y algunas ovejas. Eso si, che, el frío era cosa seria, era un viento como mano de muerto que te agarraba y te congelaba por dentro, que ni un mate cosido bien caliente te reponía.

Bueno, la cosa es que en Malvinas no había nada. Ni Kelpers, ni ovejas, nada. Solo un edificio de cemento, como un cubo de unos 200 metros de lado y unos 70 de altura. Imagínese, yo vengo de Salta, y me dio miedo la cosa esa. Mas miedo daba el que nunca nos permitieran entrar, vivíamos en unos búnkers llenos de bichos y humedad, en las instalaciones usadas por los ingleses cuando la invasión argentina del 30. Yo pienso que ahí me enfermé, con la humedad, y no como todos dicen por la máquina esa, la que tenían dentro del edificio.

El servicio en Malvinas era de un año, con licenciamiento automático al regreso. Por eso todos se anotaban para ir, pero pocos eran elegidos. Nadie decía nada al volver. Solo hablaban del clima, o de las visiones que se veían en la isla desolada. Ahora recién me vengo enterando, sabe, que la mayoría ya han muerto, y algunos están en las últimas. Como yo, supongo, pero yo me resigno, no dejo que me gane la pena, y trato de no pensar en los sueños que tenía en el bunker de Malvinas.

Al final de mi año, una noche nos sacaron a todos del refugio y nos formaron. Nos leyeron una proclama de La Señora que no escuché muy bien por el viento huracanado que nos pegaba. Entendí que estábamos en guerra con Chile, y que debíamos redoblar nuestros esfuerzos.

Tres días después, los comandos Chilenos atacaron. Nunca supimos de donde salieron. Yo desperté y ahí estaban, apuntándonos con sus armas. Se escuchaban detonaciones y disparos aislados. En la bahía, uno de nuestros buques le disparaba a algo en la niebla. Todo era muy raro, sabe, como si uno estuviera viéndose en una película. Entonces nos llevaron al edificio, y nos pidieron que abriéramos la puerta. Y ahí estábamos embromados, che, porque nadie sabía nada del edificio. Mataron a Polsky y luego a Favalli. Recién ahí se calmaron y decidieron volar la entrada.

El edificio era de una sola planta, y había una máquina como un dinamo gigante, como un generador inmenso, como los del metro de Buenos Aires, pero muchísimo mas grande. Lo más raro era que uno notaba que era una máquina de una sola pieza, no se si me entiende.

Los chilenos no parecían querer sabotear la máquina, sino más bien hacerla funcionar. Después de varias horas discutiendo y gritando, escuchamos un zumbido, como pito apagado que duró un par de minutos. Después de eso, los comandos se fueron y nos dejaron solos en ese tremendo edificio, sin saber que hacer.

Cuando volví de Malvinas quería irme a Neuquén, donde tenía parentela, pero no me dejaron. Me miraron raro y me internaron aquí, donde por lo menos me traen El Gráfico. Por algunas visitas me fui enterando del cataclismo, de cómo se hundió en el mar toda la parte sur de chile y argentina, desde Temuco hasta Neuquén. Millones de personas murieron. También supe que la guerra acabó y terminamos invadiendo y ocupando chile, o lo que quedaba de ella. A veces pienso en la máquina, y en ese zumbido. Ya no recuerdo las fechas, y trato de relacionar algunos hechos pero todo se me termina complicando mucho, ¿sabe?

Diario 3

25 de Octubre de 1977

Hace ya dos meses que no hay clases. La Caro nos está ayudado en el almacén a pasar las cosas y decir cuando hay alguien en la vitrina. No creo que pueda ir a la U el otro año. Tengo que estar en el negocio y mi viejo esta enfermo. Ahora si la guerra va y me llaman va a tener que mi vieja y los niños ver esto.
Todo empeora, afuera está la cagá. Todos quieren pelea. Yo no,la Lili tampoco. Si voy, capaz que me maten, a fin de mes se sabe lo del Papa.
Ayer me llamó el Franco, se metió sólo al ejercito. Está loco ese huevón, nos van a matar a todos. Hoy en la TV se agarraron a charchazos Don Francisco con el embajador argentino, Menem, en un foro sobre el conflicto. Como dijo mi viejo, esto es puro teatro para que los gringos nos terminen invadiendo.

20 de Noviembre de 1977

Mierda, me llamaron. Esta todo mal, me tengo que presentar el próximo jueves en la cede comunal. Ni Papa ni Laudo, ni ni una huevá ayudo. Mas rato viene la Lili y le voy a contar. No se cuando pueda escribir de nuevo.

05 de Diciembre de 1977

Se acabó. Guerra declarada. Mañana parto a Los Angeles. Enviaré cartas, le dije a mi vieja que las guarde con el diario. Mi viejo murio el 28, era cáncer. No puedo creer que todo esto esté pasando.

Nueva Braunau

A finales los cuarenta se filtro desde la Europa desgarrada un movimiento silencioso de héroes malditos que escapaban, vendados, hambrientos, maltrechos pero siempre dignos, de los tribunales y las ejecuciones sumarias, espacios dramáticos y humillantes que venían tras sus largas botas negras a cobrar la cuenta de la conclusión final y sangrienta de la segunda guerra que perdían en lo que iba del siglo.

Un puñado de altos oficiales lograron confundir y comprar los controles aliados también hambrientos con molares e incisivos de oro rescatado de hornos y calderas para entonces extintas. Perón, flotando en su poder de masas, los recibió con bombos y platillos por un rato. Ibáñez del Campo, mas chileno y menos empoderado, abrió un par de pasos fronterizos. Goebbels, que cambio de lugares con su secretario que era a su vez su doble, arribo a Santiago y armo rápidamente redes políticas con el nacionalsocialismo chileno, que aunque dividido luego de la Matanza del Seguro Obrero, se reunía a su alrededor en los salones del Partido Liberal o el Café Torres para oír las secretas aventuras de ese que conoció al Führer.

En una de esas tardes, lo alcanzo -dicen fuentes confiables- el diputado von Marées. El nazi chileno traía un mensaje desde Cerro Castillo, donde rodeado de concubinas descansaba el presidente Ibáñez del Campo. La carta solo decía «Hiroshima» y se acompañaba de un recorte de El Mercurio del día anterior. «La URSS tiene la bomba atómica».

En Cerro Castillo Goebbels comenzó hablando sobre su trabajo en el Propagandaministerium del Reich. Ibáñez -según escribió en sus memorias no publicadas- se sintió «iluminado». La charla continuo sinuosa y concéntricamente alrededor de los nuevos eventos internacionales.

– «Los rusos la tiene. Los americanos la tienen. ¿Ustedes la tienen?»
– «Casi. Lo que es decir si, pero no aun, excelencia.»
– «¿Quien mas la tiene?»
– «Quien podría no tenerla, excelencia. Como yo, hay cientos de camaradas vagando por el mundo. El conocimiento clasificado es un bien a la venta.».
– «¿Perón podría tenerla?»
– «Argentina es buena con nuestros científicos en el exilio»
– «Dime que necesitas»
– «Solo un poco de tiempo y toda su comprensión, excelencia».

La Anglo Nitrate Company acababa de abandonar una oficina salitrera. El campamento y sus calles sembradas como un jardín perfecto de tamarugos, se asemejaba a un murmullo mas que a un pueblo. El pino oregon de sus casas de linea inglesa crujía comprimido por el frío de la pampa enorme y vacía, algo que a los nuevos colonos les pareció -al principio- una delicatessen. Las casas fueron re-acondicionadas lentamente para mantener en sigilo la reconstrucción de Nueva Braunau, ex- Chacabuco.

La comunidad -como Goebbels insistía en llamarla- sostuvo durante meses el esfuerzo de científicos alemanes de segunda y tercera clase por retomar donde Von Braun y Borh habían quedado. Nadie sospechaba de su existencia y las pruebas -especialmente las subterráneas- se empalmaban con los movimientos telúricos naturales y frecuentes de Nazca.

Ibáñez visito solo una vez el complejo. Llego sorpresivamente y contraviniendo los comunicados de Goebbels. Nueva Braunau parecía una tragedia. Cuerpos apilados en grandes fosas, niños encerrados en jaulas inmundas y música de Wagner por los alto parlantes. «No sabe la cantidad de espías sionistas que debimos purgar, excelencia» fue la respuesta. No hubo contrapreguntas. Gobels, consumido y enfermo, fue retirado del puesto. Ese mismo día un sol ennegrecido, mínimo, abusaba terco de sus últimos minutos y observaba el desmantelamiento de maquinarias, grúas y reactores que parecían marcharse como extrañas criaturas metálicas, como fantasmas de configuración esquelética.

No se sabe si finalmente se consiguió desarrollar la bomba. Con excepción de algunos rumores campesinos en Villa Alemana, todo parece indicar que no.

LA EDAD DE ORO


El sociólogo Esteban Leo lo sostiene en su excelente ensayo, Mascaras Urbana: la fecha más importante en la historia del siglo pasado fue el 1 de Junio de 1938, cuando en el Nº 1 de la revista Action Comics se presentó al público un personaje llamado Superman. El día en que el mundo conoció la palabra y el concepto de superhéroe. Y desde entonces las cosas nunca fueron iguales. Un año después, tontos -un poco locos, un poco enfermos- comenzaron a vestir disfraces de colores y a defender con sus propias manos los valores de la verdad y la justicia en las grandes capitales del mundo. La mayoría no duró mucho. Cayeron por sus propios errores y balas perdidas (también directas) de los villanos que intentaron atrapar. Así, mientras DC Comics y otras editoriales le hacían creer al mundo que los vigilantes disfrazados, con poderes extraordinarios, eran cosa de tintas, imaginación e historias de escritores y dibujantes, las actas policiales de Nueva York, Londres, París, Ciudad de México y Buenos Aires escribieron una historia secreta muy distinta, la de los verdaderos superhéroes. Anónimos multicolores que desde las sombras de sus ciudades redactaron una peculiar y particular lucha entre el bien y el mal.
Santiago de Chile no fue la excepción.
El primer superhéroe chileno del que se tiene reporte, pues lo más probable es que haya habido uno o varios antes, apareció en junio de 1941. El Sereno se inspiraba en una imagen típica de la colonia chilena, especie de policía nocturno del siglo XVIII. Pero claro, la versión del 41 resultó muy distinta de aquella, estando mucho más cerca de Green Lantern, un personaje aparecido en las páginas de All Star Comics en 1940, campeón que combatía el crimen con la ayuda de un anillo dotado de poderes maravillosos. Pero el Sereno no llevaba un anillo, sino una linterna de gas usada en el ferrocarril. Y aunque ésta no tenía ninguna facultad increíble, sirvió para darle al campeón su identidad y personalidad. Como el mismo Sereno lo declaraba en sus recados a la policía, ser el portador de la luz santiaguina. Del resto, se encargaban sus puños y Lucero, un fiel y bravo pastor alemán que lo acompañó en sus primeras andanzas. Y que fue el primero de estos peculiares personajes en caer bajo las balas del mal.
El Sereno no fue un personaje muy activo. Jamás peleó cuerpo a cuerpo contra delincuentes realmente poderosos. A lo más se dedicó a atrapar ladrones y pillos de mala muerte. Era solo un tipo con un disfraz ridículo que intentó hacer la diferencia a su manera. Los diarios de la época dieron cabida a sus hazañas, pero siempre desde la mirada de la nota curiosa. Era sólo un sujeto extraño, que llevaba una mascara, una capa ridícula y que se dedicaba a atrapar uno que otro pillo con regular frecuencia. Se sabe que Carabineros le llevó un expediente, pero tampoco se trató de algo muy serio. Simplemente lo dejaron ser. No molestaba. Era un loco, igual que tantos otros que merodeaban por la capital.
Distinto fue el caso del vigilante que apareció poco después de El Sereno y que por casi diez años, entre 1942 a 1951, operó en Valparaíso. El Llorón vestía de negro, operaba tres noches a la semana y sus métodos rozaban los de los delincuentes que decía combatir. El Llorón era peligroso, de eso no había duda, por lo mismo fueron abundantes las escaramuzas de la policía del puerto por atraparlo. Al contrario que su colega Santiaguino, El Llorón no huía de las armas, operaba con un par de revólveres y una especie de báculo de metal. Quienes se enfrentaban a él salían muy mal heridos. Lo peor es que parecía no distinguir entre malhechores y policías. Se sabía que combatía el crimen, pero también que enfrentaba con la misma pasión a quien se cruzara en su camino. El Llorón tomó su nombre de un personaje de la mitología popular de la zona central de Chile, el de la Llorona, mujer fantasmal que gritaba sus penas a la noche. Vestido de negro, de pies a cabeza, con una capa en forma de capucha, El Llorón decía ofrecer su cruzada nocturna como una forma de pagar sus culpas. Más que un héroe propiamente tal, el encapotado de Valparaíso se convirtió en sinónimo del más puro de los horrores nocturnos que pudiese proyectar nuestro puerto principal. Es verdad, El Llorón fue nuestro Batman y la exótica geografía urbana de Valparaíso, nuestra versión de la Gotham City de los cómics.
Para 1943, mientras el norte del mundo intentaba sobrevivir a la gran guerra, las calles de Santiago, Valparaíso y Concepción vivía su propia y peculiar aventura. Aunque los medios los ignoraban, el boca a boca, el rumor que hace leyenda, hizo de nuestros héroes locales parte importante del folklore urbano de fines de la primera mitad del siglo XX. En Santiago, al Sereno no tardó en unírsele Ángel Rojo, al porteño Llorón comenzó a acompañarlo una siniestra mujer que se hacía llamar La Viuda, mientras las radios y los barrios de Concepción y Talcahuano decían ser protegidos por un musculoso gigante bautizado como Caupolicán. Fue este último quien marcó la pauta la atrapar a una banda completa de maleantes en el puerto de San Vicente, los que aparecieron una mañana golpeados y amarrados junto al botín robado y a una carta en la que la firma de Caupolicán, El Gran Toqui, declaraba ser el nuevo y fiel protector de la metrópolis penquista. El Diario El Sur de Concepción fue el primer medio importante en dedicarla el titular de primera página a un vigilante urbano local.
La historia oficial

El primer superhéroe oficial de Chile fue Ordenipatria. Y uno de los pocos ampliamente conocido por la masa. Aunque claro, jamás arriesgó su vida luchando contra malhechores y no fue más que la pantalla publicitaria con la que Carabineros de Chile festejó sus primeros veinte años de vida institucional. El 27 de Abril de 1947, ante la presencia del Presidente Gabriel González Videla, la policía uniformada se unió a la moda de las capas y antifaces. Ordenipatria fue el supercarabinero, la capa oficialista de las fuerzas de orden y seguridad. Un aviso publicitario andante, de carne y hueso. El absoluto guardián de la ley y la justicia en Chile, la primera obra maestra de la publicidad nacional. Por todo 1947, la imagen de Ordenipatria apareció en portadas de revistas, avisos en diarios y radioteatros a lo largo y ancho de la extensa geografía chilena. Se publicaron tiras cómicas en diarios e incluso se vendieron figuras articuladas del personaje, que fue encarnado por cinco suboficiales de Carabineros distintos. No era un superhéroe de verdad, pero simbolizaba todo el poder del mito que sucedía en las calles de las grandes ciudades chilenas. No era un real vigilante, pero si el único que se convirtió en estrella y símbolo sociocultural del Chile de mediados del siglo pasado. Su imagen hizo que la Escuela de Carabineros prácticamente duplicara el número de postulaciones. De paso se convirtió en símbolo absoluto de la llamada raza chilena, cuando en 1948, acompañó al Presidente González Videla en la fundación de la Base Bernardo O´Higgins, primer bastión de presencia nacional en el territorio Antártico.
Ordenipatria, el primero de los disfrazados que llevó este nombre, fue lo más parecido a Superman o al Capitán América que hemos tenido, pero también la primera piedra en el entierro de esta primera generación de vengadores callejeros nacionales, el final de nuestra privada Edad de Oro.
El 28 de noviembre de 1948 fue hallado bajo el Puente Pio Nono, a un costado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el cadáver de Salvador Guillen Valdivieso, ingeniero de 40 años, soltero y figura bastante conocida de la socialité Santiaguina. Su cuerpo estaba mutilado, con más de 30 puñaladas, cortes profundos y estoques. Guillen Valdivieso vestía el disfraz de El Sereno. Aunque claro, de eso jamás se dijo nada hasta muchos años después. Por las mismas fechas el llamado Ángel Rojo también desapareció de escena. Al igual que Caupolicán, en Concepción, cuya última acción documentada apunta al 3 de marzo de 1947. La Viuda y el Llorón fueron los que más estiraron su cruzada, existiendo referencias de apariciones de los siniestros vigilantes porteños hasta bien entrada la década de los cincuenta.