Punctum y la CF audiovisual

por Daniel Guajardo

Raúl Pinto, director de cine
PUNCTUM y la Ciencia Ficción audiovisual en Chile

El sábado 19 de noviembre de 2005 se reunió el “núcleo” de TauZero, todos colaboradores del proyecto y amigos desde hace bastante tiempo. El motivo: la presentación del cortometraje PUNCTUM de Raúl Pinto, presente en la velada y quien nos conversó acerca de su proyecto y su idea de un medio donde al parecer se hace muy poca Ciencia Ficción audiovisial, y la que se hace rara vez se llega a conocer.

Raúl nació en las tierras altas de Coyhaique, estudió comunicación audiovisual en el Duoc de Viña del Mar y su proyecto de título fue éste, un cortometraje de CF que nos dejó con la boca abierta. Supimos de él por Jorge Baradit, quien vio el trabajo durante el seminario “Ciencia Ficción y Fantástico: El futuro de Chile ¿Dónde está?”, realizado a principios de noviembre en Valparaíso. Y así surgió esta pregunta: ¿Se hace ciencia ficción audiovisual en Chile?

Tu cortometraje PUNCTUM, ¿Es Ciencia Ficción?
Por supuesto. De partida fundamenta la fantasía en un hecho científico como es la mutación del gen OSX2 que es el encargado de la formación del globo ocular. Sin ciencia no hay ciencia ficción.

¿Cuál es el mensaje detrás de las imágenes?
La base del guión parte por la construcción metafórica de nuestra historia (chilena) reciente. PUNCTUM nació en la época del informe Valech, fue un momento en que la mayoría de los chilenos dijo “como pude haber estado ciego tanto tiempo”. A eso agrégale el informe de tortura y la idea de dictadura funcional, es decir, en pro de una estabilidad económica y productiva, que es la principal defensa de los seguidores del régimen de Pinochet. Es ahí cuando te das cuenta de que la historia de Chile responde al de una distopía y, sumándole el factor ciencia que mencione anteriormente, obtienes una historia de CF.

¿Por qué elegiste la CF? ¿Podría haber sido otro género?
Originalmente era otro género (melodrama), pero no me gustaba en absoluto, sabía lo que quería decir con las imágenes, pero la forma era la incorrecta. Por lo tanto rescaté el significado y cambié la manera de contarlo. Entonces me percaté que, si contaba la metáfora (que todos estamos ciegos) literalmente, esto se convertía en CF.

A partir de ese punto rescaté de mi memoria todas las series de TV, películas, cómics y libros que vi cuando niño (y aún lo hago) y así pagaba la deuda del por qué hacer películas.

Te explico: toda formación lleva consigo una deformación, es decir, te pones a estudiar, lees libros y ves películas más complejas y sobreintelectualizas todo, olvidando el motivo original de por qué quisiste hacer películas, por lo tanto había que saldar esa deuda.

¿Tienes alguna veta creativa distinta del cine?
Mmmm, leo mucho, pero mi pasión se inclina por el cine. No sé si podría escribir una novela o un cuento. Me gusta mucho leer, pero todo se transforma, de una u otra forma en imágenes. No creo que sea una confrontación, son lenguajes evidentemente distintos.

Generalmente las personas que ven películas basadas en un libro o salen felices porque “se parecía mucho al original” o la detestan “porque destruyeron el libro”. Eso es un craso error, porque lo que vas a ver es la interpretación del libro por una persona, una percepción autoral al respecto.

Me molestan las películas muy fieles al original porque para eso leo el libro, no me presentan ningún punto de vista al respecto.

En el proceso de la creación del guión, ¿qué fue lo más difícil?
Encontrar la unión entre las metáforas sueltas que tenía para poder contar una historia medianamente coherente para el espectador, y que no cayera en lo demasiado experimental.

En tu trabajo hay maquillaje y efectos especiales. ¿Significaron una dificultad durante el rodaje y la posterior producción?
Sí, una gran dificultad, es mi primera experiencia en lo que a CF se refiere. Nadie sabía usar látex, por lo que ensayamos (técnica prueba y error, uf!) durante dos meses.

Al margen del tema y el género empleados, ¿Cómo es hacer cine en Chile?
Es como hacer guerrilla. Cero recursos pero con las ganas y pasión de ir a la pelea. Es difícil, pero no imposible. Lo que sí, hay que ajustarse a unos presupuestos ridículos, lo que gatilla el «Plan B» llamado creatividad. Si no me crees, mira a Matías Bizé que hace un largo en una sola locación o a Sebastián Campos que hace una película en 3 días.

¿Qué otras experiencias de cortometrajes o cine made in Chile conoces?
Varias. Aparte de ver todo el cine chileno (todo significa TODO) he tenido la oportunidad de conocer en festivales a directores de cortos y largometrajes. Todos, por supuesto, en la misma actitud guerrillera, hay que hacerlo, como sea y contra quien sea”.

¿Crees que hay un movimiento en torno a la Ciencia Ficción audiovisual en Chile?
Creo que son casos aislados y no sólo con la CF, sino con la fantasía en general. No hay un movimiento sino que combustiones espontáneas y localizadas (Olguín en el terror, Coke Hidalgo con el terror CF). Eso me parece muy raro, pues todos tenemos una base mitológica producto de nuestras raíces. Espero que esto se revierta algún día.

¿Cómo ha sido tu experiencia en festivales de cine dentro y fuera de Chile, principalmente en lo que respecta al género de CF? (¿hay ambiente?)
En los festivales siguen prefiriendo el producto «tradicional», costumbrismo, urbanismo, retratos de nuestra «identidad», aún no existe la búsqueda del camino dorado de la fantasía. Lamentablemente y obtusamente la CF es catalogada como un género “menor” atribuido a los pastiche Hollywoodenses.

Para cerrar: ¿tienes algún proyecto a plazo incierto, de hacer un nuevo cortometraje o largometraje basado en un tema de CF?
Hay algo por ahí que no puedo contar (soy un poco supersticioso), pero apenas salga humo blanco serán los primeros en saberlo. Lo que les puedo adelantar es que “lo bueno se nos viene”.

por Daniel Guajardo

Jorge Baradit: “La crueldad en Ygdrasil es abrir los demonios y ver cómo se comportan”

por Gabriel Mérida

Jorge Baradit vive cerca de la Plaza Ñuñoa. Está casado. Declara ser feliz. En su living hay dos espadas. Aunque alguien le regaló uno de esos grandes juegos de comedor con seis sillas, él y su esposa Ángela González siguen tomando once en una mesa de madera, de treinta centímetros de altura, sentados en el suelo o en pequeños banquitos. Bato, el gato gris que hasta hace pocas semanas era gata y se llamaba Bathory, se enreda a veces en mis piernas. Prendemos la grabadora.

Vamos a partir con algo simple: ¿Quién es Jorge Baradit?

¿Simple?
Nací el año 1969, en junio. Dato relevante es haber nacido miércoles, ser Géminis, y de signo Gallo. El signo géminis es un signo súper mental, al que le falta cuerpo. El gallo es una dominancia, un ego. Lo mismo que Géminis. El Géminis en realidad es uno, lo que pasa es que se está mirando a sí mismo. Lo que les importa es lo que está entre ellos. Y haber nacido en invierno es súper bueno porque nací en el nadir del mundo, y es linda la promesa de llegar a la luz, en vez de haber nacido en la luz y tener que caer a la oscuridad.

Naciste en Valparaíso, ¿cierto?

Sí, al lado océano más grande del mundo. Eso se me hizo súper relevante porque uno es como un gigante con las patitas en el agua. Valparaíso es como un anfiteatro; uno tiene la altura de un cerro en Valparaíso. Y ve el mar desde una perspectiva desde la que normalmente no se ve. El mar para la gente es la espuma de la ola, blanca, y algo que se ve más allá en el horizonte. Para mí es una alfombra enorme, y siempre me cautivó la idea de que más allá estaba Japón. Es como vivir en el borde de un abismo, sólo que este abismo está lleno de agua. En el abismo tú ves los demonios que andan volando por entre el barro. Acá no sabes qué cosa hay detrás de los arrecifes.

¿Eras lana o punk, alguna tribu urbana?

No, y ése era el principal problema. Desde chico, siempre fui el hueón medio raro. Por algún misterio, en todos los colegios terminaba con el mismo apodo: el marciano. El cuatro ojos era normal: usaba lentes. Pero el marciano era raro, se repetía. Parece que uno viene con cosas, y una de las cosas con las que yo venía era amor por lo extraño, amor por la fantasía, en el fondo amor por el mundo que no es éste, o por las posibilidades que tiene este mundo de doblarse en algo insólito. Entonces… me regalaron un libro sobre platillos voladores, y yo rayé. Mi viejo, sin querer, me trajo un libro sobre mitología griega… y aparece un tipo que se come a sus hijos, aparece un hombre que tiene relaciones con una mujer en la forma de una lluvia de oro, y fue maravilloso. Y esa cuestión, que al principio fue mala, después me dio cierta fuerza para pararme como raro, y no podarme. Estaba acostumbrado a que los chicos me dijeran raro.

¿Eras muy bueno para leer en ese tiempo?

Más que la cresta. Súper bueno para leer, porque además yo era el flaquito de lentes, introvertido. No hacía deportes, me podían pegar, era medio temeroso, desarrollaba mundo interior, tenía harto tiempo, no tenía muchos amigos: leía. Y comía libros como desaforado, de todo. Como no tuve una guía al respecto…

¿Había biblioteca en tu casa?

No. Cuando yo tuve mi primer libro, en mi casa había un almanaque, dos tomos de la enciclopedia Monitor, y un libro de mi abuela, que era de historias religiosas. Eso era todo. No había biblioteca. Leía en el colegio, y al final siempre pensé que era un lector omnívoro. Me costó caleta darme cuenta que había un denominador común, y era súper obvio: me gustaba leer historias religiosas, también me gustaba leer Julio Verne, me gustaba leer historias sobre las cruzadas, sobre el Rey Arturo, me gustaba leer sobre los platillos voladores, me gustaba leer sobre asuntos de Von Daniken. Me interesaba también la magia, me interesaba el mundo de los espíritus, las historias de fantasmas, todo eso. Al final el factor denominador común era la fantasía. La Biblia me interesaba como un libro de literatura fantástica, lo mismo los libros de ciencia ficción. No creo en la reencarnación, pero me encantan los libros al respecto. No creo en el karma, en la vida, en el cielo, en ninguna hueá, pero me fascinan esos temas.

A pesar de leer mucho, entraste a estudiar Arquitectura, en la Católica de Valparaíso. ¿Qué pasó ahí?

La decisión fue producto de la irresponsabilidad adolescente. Sentía que tenía una especie de brazo de tenista con el tema de la literatura. Es decir, extrema introversión, full mundo interior, poco contacto con el mundo sensorial, de la piel para afuera. Entonces, como en esa época mi adolescencia irresponsable decía que lo que uno tenía que perseguir era ser completo consigo mismo, y tenía en la pared esa frase de Demian, que decía que uno tenía que buscarse a sí mismo, sin importar el fin al que te pueda llevar. Estaba súper hipertrofiado del cráneo para adentro, y me quise desarrollar del cráneo para afuera, y entré a estudiar una carrera para la que no tenía, suponía yo, aptitudes: arquitectura. De ahí me terminé convirtiendo en un buen diseñador gráfico.

¿Eras un tipo blando en ese tiempo?

Súper blando, sensible, llorón, débil, muy poco fuerte, consentido, mañoso. Sólo sabía cosas, manejaba datos, y hacía malabarismos mentales delante de mis tíos que me aplaudían, y yo pensaba que de eso se trataba la hueá. No, yo quería un poquito más. Quería cambiar, y lo hacía a punta de voluntad. Y hacía ejercicios súper hueones…

¿Como forzarte a hacer algo?

Pliegos de 110 x 77 cms. Me obligaba a llenarlos con pelotitas de dos milímetros con un lápiz de mina. Y los llenaba. O a pasar frío. Me iba con muy poca ropa, me subía a una micro, se demoraba cuarenta minutos en llegar a mi casa. Me iba en el asiento de atrás, donde se abría la puerta, y yo pasaba frío. Y la idea era no mover un músculo… tonteras así. Muchos ejercicios para criar voluntad.

¿Pero eso al final funcionó?

O sea, por lo menos me hicieron fuerte, me hicieron más fuerte. La última locura que hice, que fue como la definitiva, fue viajar al Cuzco cuando hubo Corriente del Niño, cuando los caminos estaban cortados, y había muerto un chileno incluso. El año anterior habían muerto un montón en este accidente de avión. Irme solo al Cuzco a hacer el Camino del Inca. No sabía lo que me iba a pasar. Digo que fue la última vez, porque de ahí para atrás, cada vez que emprendía algo era con temor, pero lo hacía igual. De esa vez en adelante sentí que ya había matado al dragón.

¿A qué cosas tienes miedo?

No me lo pregunto. Creo que ni siquiera le tengo miedo a perder lo más valioso que tengo, que es la Ángela. Igual, que no se confunda: es lo último que quisiera. Pero no tengo miedo.

Cuéntame de esa experiencia posterior que tuviste en México.

Eso fue el año 99. Viajé a México, y terminé metido en una ceremonia. Fue insólito. Terminé metido en una ceremonia en la celebración del aniversario de la muerte de nuestro señor Cuauhtémoc, el último tlatoani azteca. En febrero se hace la ceremonia del aniversario de su fallecimiento. Me vi metido de repente en una iglesia, donde estaban bailando cheyenne, mayas, indios pueblo, gente de la América roja, y yo metido ahí entre medio. De repente veo que el séquito avanza, que hay tambores, saltos, mucho humo de incienso, de copal, y cuando llego adelante y se abre la primera línea frente a mí, descubro que le estoy danzando a un esqueleto que está acostado, en muy mal estado. Lleno de honguitos, lleno de musgo, muy deteriorado. Se supone que la tradición dice que es el esqueleto de Cuauhtémoc.

¿Qué pasó, cómo quedaste?

Me puse a llorar, y en ese momento perdí algo… pero que es bueno que lo haya perdido, porque era una fantasía. Era esta idea de que yo podía pertenecer a América, de verdad. Esta búsqueda en las imágenes americanas, esta búsqueda en las historias, en los mitos, estas ganas de sumergirme en lo americano. En ese momento todas esas ganas se esfumaron, porque descubrí que en realidad soy americano, y que eso significa que no tengo pueblo. Los mexica, los cheyenne, los Mapuches, los aymara que están metidos por ahí, ellos tienen pueblo. Ellos se llaman de una manera, se ven de una manera, tienen ceremonia, tienen toda una estructura ritual y social que los constituye como pueblo. Pertenecen. Y yo no, yo nunca voy a pertenecer, siempre voy a ser un invitado a esas cosas. Porque soy americano.

“La soledad debe ser la peor experiencia de todas”

¿Cuándo terminaste tu novela?

La novela la terminé el año 2002.

¿Y cuándo la comenzaste?

El 2001. La novela se escribió en nueve meses.

En tus cuentos y novela aparecen estas mujeres jóvenes, aparentemente frágiles. ¿Por qué son así tus personajes?

Siempre me fascinó esta idea de los poderosos manejando las sociedades. Hemos llegado a un punto donde poca gente es capaz de decidir, de manera bien escabrosa, lo que le pasa a millones de personas. Y me cautiva el que muchos, casi todos, no se dan cuenta de la manera en que los están manejando. A qué voy: a cosas tan simples como la manera cómo se decide, en un momento, cómo se va a contar la Historia de Chile. En un momento se decidió cómo te vamos a contar a ti la Guerra del Pacífico. Con objetivos súper claros: generarte nacionalismo, producirte rechazo hacia los vecinos, esconder tus falencias, mostrar heroísmo.

O sea, controlar el pasado para controlar el futuro.

Claro, y cómo los bolivianos, los peruanos escogieron mostrárselo a sus propios hijos. Desde eso hasta cómo se deciden las políticas públicas, cómo alguien decide de pronto que es bueno que alguien muera, para que otra cosa ocurra. En el fondo mis personajes son frágiles porque todos somos frágiles frente al poder. Yo lo veo desde un punto de vista súper fatalista: es que no tienes nada que hacer con el poder, porque finalmente si te organizas en contra de él, de todas maneras esa organización se convierte en una estructura de poder. Y el tipo que la encabeza es un tipo que quiere el poder. Y los que quieren el poder en el fondo tienen dinámicas similares. Mis figuras son frágiles porque se mueven en estas mareas de poder, no tienen capacidad de decisión; hagan lo que hagan, están de alguna manera manejadas.

Esos son otros personajes que aparecen en Ygdrasil: personajes con mucho poder pero que al final son parte de la fragilidad.

Claro, finalmente es el espejismo, porque el que tiene poder acá está envuelto en otra red más grande que lo maneja a él, y así sucesivamente.

Hay una frase que leí en tu blog, que es tu cuaderno de apuntes. Dice: “Alguien lo suficientemente solo como para ser capaz de traicionar a toda la humanidad por un poco de calor”. ¿Qué pasa con ese personaje, y qué pasa con esa traición?

(Piensa mucho.) Yo, en algún momento de mi vida, llegué a experimentar una soledad muy profunda, una soledad tan grande que la primera vez después de un rato en que alguien me abrazó, yo me puse a llorar. La soledad debe ser lo peor, debe ser la peor experiencia de todas. Cuando escribí eso estaba pensando que no me extrañaría que alguien fuera capaz de traicionar al mundo entero. De hecho, uno de los personajes también traiciona a Mariana, porque no podía quitarse la idea de que lo podía abandonar, se podía alejar de él, entonces la traiciona. Entonces es tan fuerte la soledad que no me extrañaría que alguien fuera capaz de traicionar al mundo completo por un segundito de calor. Nada más que eso. ¿Razones para la traición? De todas, me parece la menos grave. No es plata, no es poder.

Mariana, esta asesina junkie chilena que vive en México, tiene su propio cuento y también es la protagonista de Ygdrasil. ¿Qué nos puedes decir de ella?

Mariana es una Cristo mujer. Mariana es una Virgen, Mariana es una figura doliente… Mariana es la Magdalena también. A veces pienso que Magdalena y Jesús eran la misma persona, el andrógino. Mariana es la mujer pasada a llevar, es la fragilidad encarnada capaz de reaccionar violentamente, dejar la escoba, dañarse a sí misma… es un animalito. Es el espíritu del hombre de nuestro tiempo, un tipo presionado hasta tal punto que cuando estalla deja la escoba, contra sus hijos, o contra su mujer, o choca o mata a alguien en la calle… estalla de distintas maneras, y con distintos grados de espectacularidad.

¿Y los malos de la película, esos villanos sobrehumanos?

Si tú te fijas, los malos de mi historia son tipos que no sienten compasión. El malo es el tipo que no es capaz de sentir el dolor del otro. En mi novela son todos más o menos caricaturas. Algunos son personajes bien cardboard box, maqueteados. Porque me interesa tenerlos así, me interesa por otras razones. Por ejemplo, cuando el milico es estereotípicamente malo, de esa manera el lector, a las dos líneas de leer de este milico, ya cacha perfectamente quien es, porque lo ha visto muchas otras veces en otras historias. Mientras que para Mariana, que es un poquito más compleja, me doy todo el tiempo del mundo. Cuento su historia, cuento su infancia, y se perfila de una manera diferente.

¿Por qué está esa estructura de cajas chinas y vueltas de tuerca en tu novela?

Es por la dinámica del descubrimiento, nomás. Yo tengo una necesidad por conocer, no sé por qué. No es un mérito: vine con eso. Tengo ganas de saber, soy sapo. Entonces siempre me pasa que cuando me acerco a algo descubro una primera red de relaciones que hacen que esa cosa sea. Generalmente descubro que tiene una red que lo estructura, que le permite ser, que es tremenda.

Mucha gente opina que Auschwitz es la cúspide de la modernidad, de la razón que fue el mismo movimiento que conquistó América, que desarrolló los trenes y todas esas cosas. Y el mundo Ygdrasil parece sumarse a echar por tierra todo ese positivismo. ¿Es a propósito?

No. Ygdrasil es un hijo de los tiempos nomás. Las cosas son así hoy día. Es el mundo donde un presidente decide hacerle la guerra y arrasar otro país, exclusivamente porque cree que pueden llegar a ser un riesgo. Y nadie puede hacer nada en contra de eso. Es un país donde un tipo decide que otros tienen que morir… y ocurre. Y frente a todos, y con la oposición de todos. Y es reelecto. La realidad de hoy es distinta a la de antes, donde se guardaban las formas. Hoy día no, hoy día las cosas se hacen a la luz del día, se ven, hay un cinismo galopante. La realidad de hoy es el desparpajo.

“Los milagros no existen, pero funcionan”

Ygdrasil tiene la capacidad de reunir fuentes casi irreconciliables. Por ejemplo, dar el nombre de la tribu del sur de Chile a unos seres de una dimensión diferente. ¿Qué otras fuentes están presentes en Ygdrasil?
Al final hay tres. Tienes la magia de los indígenas, tienes la magia de la tecnología, y tienes el mundo astral. Yo creo que esas son las tres vertientes más importantes. No sé, podrías hablar de las raíces, podrías hablar de lo indígena, de la cosa mágica, de la maravilla. Podrías hablar de la tecnología, que también es magia, hay un velo sobre ella.

¿Es ritual la tecnología?

Claro que sí. Todo el mundo piensa: el avión vuela. Son doscientas toneladas, y están sosteniéndose en el aire. Tú lo ves lentito levantarse. ¿No es eso magia? No, porque hay unas leyes. ¿Las entiendes? ¿Entiendes realmente por qué la luna no se cae sobre la tierra? ¿Entiendes realmente por qué cuando sueltas una manzana, cae? Uno no entiende nada, uno se refugió detrás de las explicaciones, pero en realidad es magia.

¿Y el mundo astral? ¿Tú crees en él?

No sé. Yo creo y no creo… Sé que existen, pero sé que no existen. Es como los milagros, uno dice: claro, los milagros no existen. Pero tú dices: funciona. No existen, pero funcionan. Al final llego a una especie de: ya, OK, sí existen, pero en realidad no creo. Y otras veces digo: creo, pero no existen. Soy como re flexible conmigo mismo, no me presiono.

Tú citas siempre a Matta, que no es surrealista, es realista del sur. Eso de mezclar lo de los pueblos originarios con la tecnología de cierta manera es el enfrentamiento entre Latinoamérica y la vieja Europa que llegó a colonizar. ¿Por qué aparece este encuentro en tu obra?

Yo creo que la gente sigue en sus trincheras. Siempre están mirando hacia los orígenes. Entonces si tú miras hacia la tecnología, miras hacia Europa, la industrialización, la Ilustración. Y el americanista o el indigenista se va al chancho, y quiere que volvamos a la tierra, y no quiere celulares. Sienten que son irreconciliables. Sin embargo un médico le da en su casa el remedio a su hijo y se persigna. O como mi mamá, que me daba el remedio y me decía: por Dios y la Virgen. Dos mundos que están conviviendo todo el rato. Siento que los tipos no se dan cuenta que en realidad dentro de sus corazones están más mezclados que la cresta… y hace rato. No lo han asumido nomás.

Oye, si está ahí, todo el rato. En México, en el Zócalo, había dos mundos. Había un curandero huichol, vestido como huichol, con su bolsito, con su cosita con copal encendido, sentadito ahí con un zarape puesto al frente, lleno de ofrendas. Y por otro lado de la calle venía caminando un tipo, hablando por celular, con un maletín, seguramente con un laptop, vestido impecable, dirigiéndose seguramente a su oficina, en el piso veinte de no sé qué edificio. De repente se cruzan, el oficinista llega ante el huichol, deja el maletín en la mano, guarda el celular, y abre los brazos, mira hacia el cielo en posición de rezo. El huichol se levanta, toma el copal y comienza a sahumar a este tipo, mientras el tipo está rezando no supe qué. Y el huichol le pasaba la mano por el traje, lo sahumó entero, le tocó la frente, rezó unas cosas, dejó el sahumador en el suelo. El tipo oficinista juntó las manos, bajó la mirada, y le pasó un billete y se fue.

Pareciera que ahora todo es ciencia ficción, o que la ciencia ficción ya no tiene la exclusividad de ciertos temas.

Lo que pasa es que creo que ya hace rato (creo, no sé porque tampoco conozco mucho) pasamos el límite de que cuando tú escribías ciencia ficción escribías temas de ciencia ficción. Por lo menos desde William Gibson (creo) se empezaron a escribir novelas con fondo de ciencia ficción. No soy un erudito en el tema.
Hay mucha hibridación, mucho estilo que incorpora la ciencia ficción como quien incorporó el género policial.
Yo prefiero que, guardando las monstruosas distancias, vean que Ygdrasil es una novela de ciencia ficción tanto como “El jardín de los senderos que se bifurcan” es una historia policial.

Y a propósito de esa cita a Borges, ¿cuánto de él hay en tu novela? En una parte está la participación explícita de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.

Lo que hizo Borges fue… Siempre uso la misma imagen: imagínate que alguien hubiera vivido toda una vida dentro de una casa, y a los trece años, cuando él hubiera estado desesperado por alcanzar el techo, alguien lo saca al patio, le muestra el cielo estrellado y le dice: allá está realmente el techo. Esa fue más o menos la crisis que me produjo Borges. El darme cuenta que lo maravilloso es infinito, que lo maravilloso es inconmensurable, es cósmico, tiene el tamaño de todo, que es un laberinto infinito, para usar su misma imagen. En el fondo me partió la cabeza en mil pedazos y los disparó a los cuatro puntos del cielo: eso es lo que hizo Borges.

En la literatura pareciera el tema de la referencia no está tan incorporado como en otras vertientes del arte.

Mi educación no va por el lado de la literatura. Quizás por eso me ha sido tan fácil experimentar y romper… y no tenerle miedo a no ser escritor. Mi educación va por el lado del arte, donde lo importante es la introspección, lo que produce la persona. Si son pesadillas, si tienen esta forma o tienen esta otra, no importa. Lo importante es la búsqueda. Nunca he tenido formación académica, por eso es que también me cuesta usar esa palabra tan grande para mí. Yo no soy escritor: yo escribí.

“La creación no puede existir sin fisura”

¿Qué tipos te han inspirado, ya sea en la literatura o el arte?

Antonin Artaud. Por su capacidad pictórica, por su capacidad de usar las palabras de un modo sinestésico. Que utiliza una palabra para producir una imagen, un color o un dolor… Por la violencia que le imprime a sus textos. Por su capacidad de enhebrar en prosa discursos descabellados pero con un bajo continuo súper coherente. Él en particular. Borges, el vacío cósmico, más por él que por otra cosa.

Me mostraste cosas de Joel-Peter Witkin. Has ilustrado cuentos con sus fotografías.

Joel-Peter Witkin, sí. Lo que pasa es que él tiene mucho que ver con los demonios. A mí en general lo que más me influye no es la literatura, son los textos religiosos: los Upanishads, el Ramayana, la Biblia, los textos de Swedenborg, Sor Teresa de Ávila, los iluminados. Todos estos tipos rayados que en el fondo son esquizofrénicos. Tipos que ven más allá, y los que son capaces de volver los puedes llamar poetas. Capaces de reorganizar la realidad como no se ha organizado antes. Vicente Huidobro también, por su capacidad de convertir la poesía en cosa literal. Por ejemplo cuando dice que busca las líneas de la frontera entre el pasto. Esa imagen siempre me ha perturbado, porque el tipo convierte un sentido figurado en algo literal. O como en el Cid Campeador, cuando dice que Ximena se marea, cae y rueda por la página hasta el final del párrafo. Esa soltura para mezclar la literalidad con el sentido figurado abre mundos, desgarra algo en la mente. Algo producen. Ese instante lo percibo así. Y es una constante también.

Sobre los poetas… Tienes un cuadro de Rimbaud aquí en tu casa. ¿Qué significa él para ti?

La rabia, la líbido. Cuando un instrumento viene bien afinado de fábrica, la tremenda potencia de los diecisiete años produce una música como no la va a producir a los treinta. Pero esos instrumentos bien afinados de fábrica son contados con los dedos de la mano. Me gusta también que haya podido escapar de eso. Me encanta que haya botado esa vida, me gusta. Porque Artaud no lo hizo… se murió loco, hueón, en medio de electro shocks, tratamientos médicos, y la verdad es que a mí me encanta que Rimbaud se haya ido a África, y se haya culiado a unas negras, que lo haya pasado bien.

Pero dicen que no lo pasó tan bien, que seguía buscando, aunque ya no a través de las palabras.

El que está cagado está cagado. El que está roto… Lo que pasa es que la creación no puede existir sin fisura, o sea, la única razón por la que existe el mundo es porque… No sé, voy a decir una cabeza de pescado, pero la única razón por la que existe el mundo es porque existe Pi, un número que es infinito. Si no existiera Pi, si la matemática fuera realmente perfecta, nunca habríamos salido del círculo cerrado.

Del huevo cósmico…
Claro, y es necesaria la fisura para que la cosa se abra, es necesario que el círculo no sea perfecto cuando se dibuja, cosa de poder generar una espiral, y que crezca. Entonces la fisura y la grieta y todas estas cosas son las que iluminan. Si no, no hay cómo.

“Me gusta que haya un grado de ofensa”

Sigamos un rato con las preguntas por tu obra. Ahora va a salir publicada Ygdrasil, pero hay otros cuentos que son parte del mismo universo. Lo primero que leí tuyo fue “La Conquista Mágica de América”. ¿Por qué no nos resumes de qué se trata?

“La Conquista Mágica de América” se trata de suponer que la conquista de América tuvo otro objetivo. No habían venido a buscar oro. Esto a partir de una frase alquímica que es “aurum nostrum non est aurum vulgo”: nuestro oro no es el oro vulgar. Plantea que en realidad los conquistadores trajeron tras de sí una secta o un grupo de magos, cabalistas europeos que venían en la búsqueda de otra cosa, un tipo de poder que se había desarrollado en América. En vez de una lucha de fuerzas, una lucha de guerreros, me llamaba mucho la atención plantear cómo habría sido una lucha mágica, entre los magos europeos y los chamanes americanos. Esa era la perspectiva.

Ahí aparece ya una re-interpretación de la historia, que juega mucho con lo que está detrás. Esa lucha está detrás de la historia, de modo que aunque parece fantasía, podría ser una explicación alternativa.

De hecho yo creo que es una metáfora de lo que hizo la Iglesia Católica. Hubo una lucha mágica que todavía se libra, entre “créele a la meica o me creís a mí”.

Lo mismo que hicieron en Europa, con los celtas…

Claro, con los Germanos también. Y que siempre tiene malos resultados. Porque en el fondo es neurosis, lo que estas haciendo es reemplazar un significado por otro. El significado originario igual subyace, y quiere salir. Ese tipo de sentimientos, ese tipo de divinidades, si no se les presta atención, se convierten en un demonio. O dicho de una manera más psicológica, esas figuras o esos entes, si no les das salida, empiezan a buscarla solos, y se abren paso a dentelladas. Eso es lo que le pasó a los alemanes, en el fondo el movimiento nazi es un movimiento pagano.

Te quiero preguntar de donde salieron ciertas escenas, que son como un botón de muestra del mundo Ygdrasil. En un ritual alguien penetra a cierto personaje, la viola, pero a través de una herida en el costado, como la de Cristo por la lanza de Longinos?

Como mi cultura proviene con mucha fuerza del arte moderno, hay una cosa que son las instalaciones… En realidad estoy nada más que mezclando palabras. Están las palabras Cristo mujer, penetración, imágenes y palabras que son caras para mí. Y lo que hago yo es combinarlas en una composición, nada más. Cuando tengo que pensar en que a esta mujer le ofrecen un último sacramento antes de matarla, pienso en cuál es el sacramento más grande que le pueden ofrendar, mezclado con tortura, con violencia, y pienso que es una mujer, que es una violación, que es la cultura mística, que es la crucifixión, pienso que es la tortura física y pienso en una herida, y en la cabeza se me arma como una composición, nada más. De la misma manera como seguramente David Lachapelle compone sus fotos: pone un piso acá, un zapato aquí, los pone en una fuente de soda gringa, y qué sé yo. Es la misma dinámica: una composición, con elementos son relevantes para mí, ordenada la frase de una manera que diga lo que estoy queriendo decir en ese minuto. El nivel de violencia o el nivel de ofensa que pueda haber no me interesa. Es más, me gusta. O sea, me gusta que haya un grado de ofensa.

¿Y la crueldad?

Por supuesto que hay un factor de provocación ahí. Pero no es lo más relevante. Es placer. Es el placer que siento mientras lo estoy escribiendo. Que es el placer que uno siente… es tanto como el placer que siente cualquier hombre cuando se habla de una violación, que tú sabes que es negativo sentir placer, pero lo sientes igual. En la violencia con la mujer, que la reprimes, es lo natural.

¿Por eso aparece tanta crueldad explícita en Ygdrasil?

Es desatar algo. Es abrir los demonios y ver cómo se comportan. Es abrir la puerta del sótano y ver como arman estas orgías, mirarlos, como espectador. Total, sé que no van a salir de la página.

“No conozco la literatura chilena”

¿Cómo fue que tu novela llega a publicarse?

Siempre todo esto tiene que ver con retos, como te contaba recién. Primero el reto fue escribirla. Cuando se terminó de escribir, me dijeron: ¿por qué no la publicas? La verdad, yo pensé que nadie la iba a querer publicar, primero porque es un género que no se publica en Chile, segundo porque había tópicos en la novela que consideraba medio incompatibles con los criterios de edición en general. Y porque la verdad no me sentía un escritor, no tenía la necesidad de ver editado mi trabajo. Después vi un concurso de cuentos que estaba realizando Luis [Saavedra, director del fanzine Fobos, único espacio para la ciencia ficción literaria en Chile a finales de los noventa y principios del siglo XXI], y dije: a ver, veamos si puedo escribir un cuento. Lo mandé y obtuve una mención honrosa, y me sirvió para contactarme con este grupo de gente de Fobos.

Ahí nos conocimos tú y yo.

Claro. De ahí conocí a Sergio Amira [que acaba de ser publicado en la Antología Visiones 2005, en España], a Pablo Castro [el único autor chileno de ciencia ficción de los últimos años publicado en inglés, con traducciones de su cuento en Cosmos Latinos, antología del género en Latinoamérica]. Y como en el calor de ese grupo me hice a la idea que quizás sí era un autor de ciencia ficción. Al rato caché que en realidad no. Y empezó a surgir esta posibilidad. ¿Por qué no publicar? Incluso pensé en publicarla online, pero desistí. Quedó guardada hasta que ocurrió el milagro. Conocí a un tipo que había publicado en Ediciones B, en Ficcionario, Carlos Labbé, autor del Libro de Plumas. Él me dijo: ¿y por qué no se la pasas a la editora? Finalmente parece que las razones por las que yo pensaba que no se iba a publicar son justamente las que hicieron que se publicara.

¿Sientes que tienes algo en común con otros escritores de Chile actual?

No, nada. Con ninguno.

No sueles leer literatura chilena.

No. Primero no conozco la literatura chilena, y la que conozco me parece súper lejana a lo que a mí me interesa. Ese afán, ese amor por el realismo del arte chileno… lo único que hace es alejarme. A mí me interesa lo maravilloso, a mí me interesa la fantasía. Y esta como herencia izquierdosa que carga el arte chileno todavía, lo hace apegarse a la cosa social, andar con la palabra escapismo muy a flor de labios.

Son pocos los que han logrado escaparse de eso, en Chile se menciona ahora el nombre de Bolaño.

Bueno, no he leído a Bolaño. Pero eso me llama la atención: estamos en un país rodeado del mar más grande del planeta, la cadena montañosa más larga del mundo, el desierto más seco, los hielos más antiguos, con unos pueblos que vivían casi en la edad de piedra en el sur, con unas cosmologías y mitologías alucinantes. Y como en toda América, con nuestros pueblos originales vivos, ahí. A diferencia de Europa, donde los tienes que ir a ver a los museos, nosotros nos cruzamos con ellos. Y a pesar de todo eso, a pesar de toda esa carga mágica, nuestra literatura fantástica es pobrísima, nuestra producción fantástica es…

¿Y Jodorowski?

Jodorowski, pero él no es chileno… Jodorowski, demás que sí. El es un tipo que ya hizo mezclas entre tecnología y culturas mágicas hace harto rato. A lo mejor es una veta que se va a ir explotando cada vez más…

¿No lo consideras un precursor de lo tuyo?

No, no, porque… esto va a sonar como disculpa, pero es cierto que yo nunca leí nada de Jodorowski que tuviera relación con esto, antes de publicar Ygdrasil. De hecho, todavía no leo ni el Incal, ni la Casta de los Metabarones. Pero supongo que yo debo haber bebido las mismas aguas donde bebió él, y nací en Chile, donde nació él, y a lo mejor hay un… De nuevo, sin atreverme siquiera a hacer un paralelo, algo en común habrá. Me siento cercano a dos tipos, pero no los puedo considerar escritores chilenos. Me siento cercano a Jodorowski y Miguel Serrano.

¿Cuál es tu relación con Serrano? ¿Cuál es tu valoración de su obra?

La misma que hay con la Biblia. Me interesa su lado… me interesan esos libros como literatura fantástica, mucho. Su obra, su imaginería, como alguien dijo, su maravillosa fantasmagoría, es alucinante. Ajena a su proselitismo, a sus inclinaciones políticas particulares, el tipo es alucinante.

¿No te sientes en la línea de gente como Hugo Correa u otros que han hecho literatura fantástica?

Primero no tengo idea, porque no los conozco. Nunca he leído a Hugo Correa. Con suerte he leído a autores de ciencia ficción extranjeros. Autores chilenos he leído; porque fui a su taller, leí algo de lo que escribió Pablo Castro… Pero en general, lo que me pasa con los escritores de ciencia ficción chilenos que he conocido es que, en general, tratan de escribir ciencia ficción, y es como propio de estas comunidades que son medias endogámicas. Leen lo que lee el otro, entonces cuando escriben, escriben más o menos lo mismo, porque se alimentan de pocas hueás. Terminan dándose vuelta en un universo súper diminuto. Y la producción termina siendo re similar. Entonces para qué voy a leer a alguien que escribe muy parecido a Philip K. Dick. Mejor leo a Philip K. Dick. No me interesa, no tengo tiempo para eso.

Tu libro se venderá como ciencia ficción, pero parece que a ti no te gusta leer del género.

La verdad es que no me interesa si un libro es de ciencia ficción o no. Si es raro, lo leo. Leí Neuromante, me gustó. Leí Solaris, me encantó. Pero no voy a leer ciencia ficción sólo porque es ciencia ficción. Eso tiene este género: genera unas adhesiones medio fanáticas.

¿Qué estás leyendo ahora?

He podido leer poco los últimos meses, porque he tenido más pega que la chucha. Pero estoy leyendo ahora lo que te he comentado: un libro sobre las raíces históricas, políticas, sociales del nazismo. Estoy leyendo “Tú eres eso”, que es un libro de Joseph Campbell, el autor de “El héroe de las mil caras”, donde el tipo analiza desde un punto de vista psicoanalítico los mitos judeocristianos. Y estaba leyendo, pero hace como dos semanas que no lo pesco, “El Cielo y el Infierno” de Emanuel Swedenborg. Lo tengo en el baño. También tengo ahí, pero todavía no los leo, “La era neobarroca”, de Omar Calabrese. Un diccionario… en realidad no es un diccionario, es como un compendio de herejías occitanas. Me interesa mucho el período entre el siglo XI y el XII, en Europa. Un período de una explosión mística terrible, algo pasó ahí, un continente completo se movilizó con el sueño de ir a recuperar el sepulcro de Cristo, se generaron una cantidad de herejías y religiones alternativas y sectas en torno al cristianismo, tremendas, algunas extrañísimas. Se persiguió, se quemó, se torturó en nombre de Dios… una época increíble. Extrañísima.

Desde aquí veo un libro de la Anaïs Nin. ¿Te gusta la literatura erótica?

Ah, un libro de cuentos de ella que se llamaba “Pajaritos”. También un comic, un manga dibujado por una japonesa, y el guión de un chico francés, “Mariko Parade”. Me gusta la literatura erótica, pero no soy asiduo lector. Prefiero la pornografía en video, dura. No me atrae mucho la poesía en torno al tema.
Por alguna razón, nunca me he sentido movido a leer ningún escritor chileno. Creo que esto le pasa a muchas personas. No son súper ventas ni mucho menos, no creo que porque no tengan buena promoción o qué sé yo. Los que me interesan son los poetas chilenos. Adoro a Gonzalo Rojas, me encanta Huidobro, me encanta Mahfud Massís, Enrique Lihn. Y el mejor libro de ciencia ficción que se ha escrito en Chile: “Los Sea Harrier” de Diego Maquieira. Increíble, increíble. Le tengo por ahí un homenaje también en Ygdrasil, medio escondido. Ese libro me encantó.

¿La redacción de Ygdrasil es toda tuya?

No, no es toda mía. Ningún problema con decirlo. Como yo no tengo formación académica, la novela no estaba bien escrita. Aunque no estaba tan mal tampoco. Se la entregué el Caco Labbé, para que la corrigiera. Su intervención se remitió a cambiar comas por puntos seguidos, y puntos apartes, y muchas comas y puntos y comas. Pero no hubo un párrafo que se moviera, ni una oración que se moviera. Salvo una de esas… ¿hipérbaton? Cuando una parte de la oración no está en el lugar que corresponde. Ediciones B tampoco tuvo ningún grado de intervención.
¿Qué cosas te han criticado de la novela, cuáles son sus puntos débiles?
El mayor punto débil que tiene la novela no es la novela en sí, sino el mundo. Es un mundo particular que puede aburrir. Es recurrente, tiene una manera súper reconocible, al que le guste le va a gustar mucho, y al que no, se va a aburrir mucho. Y eso me parece muy bien, porque como comunicador, trabajo en publicidad, sé que lo que le gusta a muchas personas no es bueno.

Hay gente que ha dicho que se nota que no eres un escritor. ¿Lo tuyo son las palabras o las imágenes? ¿Te sientes cómodo haciendo algo sólo con palabras?

Lo que pasa es que para mí son inseparables. Es como, por deformación gráfica. Yo pongo la imagen y el texto, y en este libro, en los cuentos, se me juntan las dos. No concibo no ser “cinematográfico” en mis cuentos, cuando hay una voz en off y una imagen que se está mostrando. ¿Qué es lo mío, la palabra o la imagen? La palabra sola la encuentro muy latera. Esto típico de los escritores chilenos, esta voz introspectiva, que habla, de lo que le ocurre, me latea. Y tampoco es pura imagen, tampoco es un video clip. Pero creo que está por ahí entre medio.

¿Por qué razones crees que una editorial decidió publicarte?

Creo que justamente porque es una manera distinta de enfrentar el tema de la ciencia ficción. Una de las críticas que le hizo uno de los lectores encargados de evaluar la novela, fue que esta novela respondía a la pregunta acerca de cómo escribir ciencia ficción desde estas latitudes. Eso le parecía a él. Creo que como en todo el resto del mundo del arte, esto se trata de encontrar la propia voz, y no de parecerse a otra voz. Se trata de, solito, con su propia imaginería, con su propia producción, aislado, aunque nadie te pesque, producir algo tan propio que no se parezca a nada más. Que es un poco uno de los paradigmas del arte moderno: que el tipo se sumerja tan hondo en sí mismo que sea imposible que se parezca a lo de al lado. Yo creo que ésa materia, de esa materia hay hambre. Mi identidad, mi propio ser situado en un punto geográfico, contexto cultural específico, con influencias específicas, eso es lo que puedo ofrecer para competir. Lo particular es lo que me va a hacer poder competir. Competir en términos de poder ser elegido para ser publicado.

¿Qué advertencia le harías al lector de Ygdrasil?

Que se entretenga… Hasta hace unos años atrás, siempre que un chileno filmaba una película, escribía una novela, estaba haciendo la gran obra de su vida, y estaba enviándole un mensaje a la humanidad… no sé, un texto definitivo. Y ha habido muy poca soltura en ese sentido, y a los que asumen esa soltura se les tacha de superficiales. Parece que yo soy un superficial. Y yo lo único que quiero es que la gente que lea la novela la pase bien, que se sorprenda. Hay mucho de qué sorprenderse, creo yo. Y que se sienta estimulada a pensar distinto, a pensar diferente, a divergir. Sin divergencia no hay universo. La divergencia produce plantas, dinosaurios y cuásares. Entonces, más que una advertencia es una invitación a que la disfruten, la pasen bien, se entretengan, y entren a un mundo súper distinto. Pero reconocible por lo menos para la gente del territorio, creo.

Para terminar, ¿te considerabas un escritor?

No, no me considero un escritor. Es muy grande esa palabra.

por Gabriel Mérida

Access Code/Ygdrasil

Texto de presentación de Ygdrasil. 25 Feria del Libro de Santiago, 2005
por Francisco Ortega

Access Code/Ygdrasil: La novela que presentamos hoy en día. Una muy buena novela por lo demás. La primera novela de ci-fi chilena. Falso. Recordemos a Hugo Correa, ¿dónde estás Hugo? Repasemos websites y fanzines, ficcionautas y tantos otros clanes…. La primera novela de la nueva era de la ci-fi chilena esperemos, una donde los grandes sellos se interesen en un género en constante desprecio.

Access Code/Jorge Baradit: No lo conozco. El autor del libro. La foto de la solapa lo muestra con cara de buen tipo. Me cayó bien al leerlo. Lo envidie. Muchas partes de Ygdrasil quise haberlas escrito yo. Escucha buena música. Corazón de pop. De pop control no de pop de plástico. Lee basura y lo confiesa. Eso habla bien de él. Un honor presentar a un desconocido.

Access Code/Mariana: La primera bad girl de la literatura chilena del siglo XXI. Una chica mala, que tiene que ver con cine oriental, con Tarantino, con cómics deshojados, con música de NiN, con mitología chilote, con hipervelocidad. Mariana es sucia, es mala y es buena. Mariana tiene buen corazón pero también lo tiene podrido. Mariana es una inyección. The Sweetest Perfection.

Access Code/Chile: Alvaro Bisama, crítico literario, dijo a propósito de Mitos de Chile de Sonia Montecinos, que ese texto era el Santo Grial para la futura ficción narrativa chilena. No sé si Baradit lo haya leído, pero vaya que le da razón a las palabras de Bisama.

Access Code/Ciencia Ficción: Bienvenido al sistema. Según el escritor argentino Rodrigo Fresan, un país sin ci-fi es un país
sin futuro. Gracias a Baradit, algo de esperanza tenemos.

Access Code/Ficcionautas: Con perdón, no quiero exagerar. Bueno sí. En 1983, William Gibson con Neuromante inauguró la era del ciberpunk, Baradit con Ygdrasil ha hecho lo propio con el ciberchamanismo.

Access Code/Género: Dicen: Ygdrasil las verá dura porque en Chile no hay tradición de literatura de género. iquest;Qué? ¿Dónde? No habrá críticos de género que es distinto. Y Pacha Pulai. Y Alsino, señores, el chico alado de Pedro Prado es casi un X-Men. El Obseno Pajaro de la Noche de Donoso es una novela gótica, más cercana a un cómics de Neil Gaiman que al realismo mágico latinoamericano. Mampato, las historias dibujadas del gran Máximo Carvajal, Papelucho y el Marciano, acaso la mejor idea de Philip K, Dick, no firmada por Philip K. Dick. La narrativa oral chilena es puro género. Monstruos, dioses, ballenas blancas, ciudades perdidas y barcos fantasmas. Que los ciegos no vean ese es otro problema.

Access Code/Literatura menor: ¿Perdon? Y acaso Shakespeare no escribía teleseries, Dickens folletines menores. Moby Dick es una historia machista de aventuras, no la piedra angular de la novelística contemporánea. Ese caracter se lo dio el tiempo. Poe inventó el cuento moderno escribiendo terror y Don Quijote… Perdonen pero cualquier capítulo de Cervantes está más cerca de una aventura de Batman que cualquier novela “artística” publicada en el último tiempo. Nuestro difunto y sacrosanto Bolaño lo entendió. Baradit al parecer también. Da lo mismo escribir best seller, literatura de género o novelas. Lo importante, lo primero y lo último es escribir buenas novelas.

Access Code/Basura: A todos nos gustan las hamburguesas e Ygdrasiles una muy bien preparada. Felicitaciones al cocinero. Baradit da para chef con peso.

Access Code/Pop Control: John Hogdman, editor adjunto de la revista de Libros del New York Times lo dijo en una editorial publicada el 24 de Abril del 2004. Las mejores cinco novelas que he leído en los últimos quince años son cómics. Me atrevo a decir que los mejores cinco libros que he leído en los últimos dos años incluyen historietas, novelas de terror y un par de best sellers. Meto en el saco a 2666, mezcla de novela gráfica sin dibujos, tratado conspirativo y manual de asesinatos en serio. En el saco también meto a Ygdrasil, el primer salto a lo grande a una piscina que llevaba demasiado tiempo seca.

por Francisco Ortega

De Trato Bestial a Danny Chilean

Conversación con Jorge Baradit por Sergio Alejandro Amira

Sergio Alejandro Amira: En Latinoamericana existe una notable tradición de literatura fantástica con autores como Carpentier, Rulfo, García Márquez, Macedonio Fernández, Felisberto Hernández, Borges, Cortazar y Bioy Casares. Sin embargo y pese a esta notable tradición la narrativa chilena insiste en la maldita ficción testimonial, dejando de lado prácticamente la literatura de género. María Luisa Bombal, Braulio Arenas, Teófilo Cid, Hugo Correa, no alcanzan a ser suficientes como para marcar una tendencia. José Donoso decía que en Chile no se le perdona a ningún escritor que no sea realista. ¿Qué comentarios te merece todo esto?, ¿somos un país de poca imaginación, un país que le teme a la imaginación acaso?

Jorge Baradit: Creo que lo hemos comentado muchas veces. Tengo la impresión que la estrecha relación de los artistas chilenos con los movimientos de izquierda marcó a fuego la idea de arte como una actividad con fuerte compromiso social. El arraigo del arte a la cuestión social significó un fuerte arraigo del arte hacia la realidad. El arte es denuncia o es escapismo.

Además, somos un pueblo ordenadito y disciplinado con temor de la excepción. Nos asustamos con el que se sale de la fila, y la imaginación es salirse de la fila cada vez que se pueda.

Sergio Alejandro Amira: Sergei Esenin se cortó las venas y se ahorcó. Con su sangre escribió su último poema. ¿Si fueras a suicidarte, cómo lo harías? ¿Que rituales, si es que, implementarías? ¿Dejarías una nota, un texto críptico con tu sangre en una pared?

Jorge Baradit: El suicidio es algo personal, es la última conversación con uno mismo. Definitivamente no es una “puesta en escena”, al menos para mí. Recuerdo haber leído de una actriz mexicana que preparó una suite llena de flores para escenificar su muerte soñada entre almohadones, joyas y terciopelo. Pero las enchiladas le jugaron una mala pasada al combinarse con los barbitúricos y la encontraron muerta con la cabeza metida en el water.

Los grandes suicidios no responden a puestas en escena artificiales, el telón de fondo es el contexto histórico en el que deciden hacer su gran gesto final, como Salvador Allende, que convirtió su suicidio en la apoteosis y final de toda una época, al menos para nuestro país. Los chilenos tenemos ilustres suicidas: Balmaceda, Pablo de Rokha, La Violeta, Allende, y Arturo Prat, que se suicidó usando un barco completo en vez de pistola. Lástima que el suicida con el que todos soñamos haya decidido apagarse entre babeos y pañales para adulto en su hacienda de Bucalemu.

Los únicos que ganan muriendo son los héroes. Los poetas y “bleeding hearts” que se quitan la vida porque ya no soportan el mundo son una manga de mamones sin ningún honor.

Para responder tu pregunta. Si me suicido sería en el fragor de algo imprevisto que me quemara de urgencia y en pro de algo relevante, te aseguro que no tendría tiempo de escribir ningún mensaje en ningún lado.

Sergio Alejandro Amira: hay famosos artistas adictos a las drogas, al cigarrillo o al alcohol. Escritores como Poe o Dylan Thomas eran alcohólicos y murieron de esa forma. Dylan Thomas prácticamente se suicidó bebiendo y sin embargo no podríamos afirmar que su corta vida haya sido peor que la larga vida de cualquier vegetariano new age. ¿Prefieres, como Aquiles, elegir una vida breve y gloriosa a otra larga pero oscura?

Jorge Baradit: ¿Se puede elegir una vida larga y gloriosa?

Sergio Alejandro Amira: No, supongo que elegir una vida no es como elegir un tomate maduro en la vega, pero sin duda que Aquiles pudo elegir entre quedarse en casita y no ir a Troya. Permíteme reformular la pregunta: ¿Qué te parece el maldito estereotipo del artista suicida, del artista muerto joven?

Jorge Baradit: Nuestros más grandes artistas se murieron de viejos, después de una larga y hermosa vida llena de batallas y glorias donde murieron y renacieron varias veces. A veces me patea esa canonización automática que sufre el artista muerto joven independiente muchas veces de la calidad de su obra. En términos populares ni hablar del sobrevalorado Jim Morrison, alabado sólo por ser un alcohólico, limítrofe y suicida estrafalario. Hay que recordar que el más salvaje de todos los jóvenes, Rimbaud, huyó de la poesía y se fue a vivir lejos. El más terrible de todos huyó.

Sergio Alejandro Amira: El bosque de indicios donde el poeta surrealista permanece al acecho no es el bosque de símbolos donde Baudelaire permanece a la escucha… ¿A que bosque penetró Baradit para encontrar su árbol?

Jorge Baradit: Al único posible, al que queda adentro mío. Al bosque de Logres que cada uno tiene detrás de los ojos. Hoy escuché en el cine una frase que se quedó a vivir en mi interior: “Nunca, nunca abras la puerta que hay en el suelo…”. Ygdrasil es el nombre grabado en mi puerta del suelo.
Al decir “Bosque de Logres” recordé los libros de Joseph Campbell. Cuando decidí escribir Ygdrasil escogí la estructura de “quest” para la historia. La estructura más básica de todas y la más humana, quizá por lo mismo. La diferencia con el “Viaje del Héroe” de Campbell es que en Ygdrasil el arquetipo está torcido y las cosas ocurren entre engaños que no reivindican a nadie.

Ygdrasil es mi columna vertebral, ese árbol que distribuye con sus ramas los impulsos eléctricos de microintensidades que se transforman en imágenes desenfocadas de lo que ocurre en las profundidades de mi pandemonio.

Sergio Alejandro Amira: El Yggdrasil de la mitología nórdica es el mundo-árbol que alberga a los nueve reinos de Asgard, Ljossalfheim, Midgard, Svartalfheim, Hel Jötunheim, Muspelheim, Vanaheim y Nifelheim. Según tengo entendido su nombre significa “El Caballo del Terrible”, siendo este terrible no otro que Odín o Wotan. ¿Qué es Ygdrasil para ti?

Jorge Baradit: Ygdrasil es el árbol donde se colgó Wotan, pero también es el árbol del paraíso, donde primero colgó una serpiente que le otorgó visión al hijo de Jehová. El árbol desde el que se sacó la madera para que dios volviera a colgarse a sí mismo. El árbol que cada hombre tiene en su columna vertebral, por donde sube la misma serpiente kundalini a repetir la historia, a despertar al hijo del hombre de su sueño, para que se ilumine e intente una y otra vez traicionar a su creador recombinando las runas, inventando máquinas, intentando darle vida a torpes esbirros electrónicos en su afán de revancha.

Sergio Alejandro Amira: Hace algunas semanas atrás leí el libro de Víctor Frankl El hombre en busca de sentido. El libro entero me impactó mucho, pero sobre todo el siguiente párrafo: Algunos detalles, de una muy especial e íntima grandeza humana, acuden a mi mente; como la muerte de aquella joven de la que yo fui testigo en un campo de concentración. Es una historia sencilla; tiene poco que contar, y tal vez pueda parecer invención, pero a mí me suena como un poema.
Esta joven sabía que iba a morir a los pocos días; a pesar de ello, cuando yo hablé con ella estaba muy animada. “Estoy muy satisfecha de que el destino se haya cebado en mí con tanta fuerza”, me dijo. “En mi vida anterior yo era una niña malcriada y no cumplía en serio con mis deberes espirituales.” Señalando a la ventana del barracón me dijo: “Aquel árbol es el único amigo que tengo en esta soledad.” A través de la ventana podía ver justamente la rama de un castaño y en aquella rama había dos brotes de capullos. “Muchas veces hablo con el árbol”“, me dijo. Yo estaba atónito y no sabía cómo tomar sus palabras. ¿Deliraba? ¿Sufría alucinaciones? Ansiosamente le pregunté si el árbol le contestaba. “Sí” ¿Y qué le decía? Respondió: “Me dice: Estoy aquí, estoy aquí, yo soy la vida, la vida eterna.”
Esta muchacha me hizo pensar en Mariana, y el árbol con el que hablaba obviamente Ygdrasil.

Jorge Baradit: Mariana es una metáfora de la coniunctio. Hizo todo lo posible para huir de su destino pero le resultó imposible. El destino la clavó a ella misma. Su vida es un samsara reducido a una sola vida con muchas muertes. Un trabajo histérico del cosmos para hacerla entrar al nirvana en una sola vida, pero a un nirvana de eterno dolor. Los chips sufren dolor cuando son atravesados por las descargas eléctricas de microintensidades.

Sergio Alejandro Amira: Una de las películas que más me impacto de niño (y que tuve la suerte de ver en el cine) fue Pinocho pero no fue sino hasta el presente año que leí el libro de Carlo Collodi. Me sorprendió ver lo mucho que difería la historia real de Pinocho con su adaptación fílmica. Está llena de crueldad, de actos violentos y muerte, como Ygdrasil. Y es más, Pinocho es tallado por Geppetto a partir de un trozo de madera “que lloraba y reía como niño”. Esto me hace visualizar a Mariana como una suerte de Pinocho. Mariana y el árbol Ygdrasil parecieran no ser dos entidades separadas sino una.

Jorge Baradit: Mariana nació de un tronco, su madre mutilada. De un remedo de cuerpo. De un cuerpo purificado de sus excesos, preparado sólo para sostener la columna vertebral y el útero (pista de aterrizaje para su espíritu ingresando a nuestro plano). Luego, Mariana renació del tronco de un árbol cuando el selknam la reconstruye (la historia no lo dice pero era un fresno de 500 años, plantado por cabalistas con el único objetivo de servir como eventual nuevo útero para la hija de la rebelión). Finalmente, Mariana cuelga del árbol definitivo. Como una magdalena crucificada contra el sephirot algorítmico, diciendo: Yo soy un árbol. Mis pies se hunden en el inconsciente colectivo de la humanidad y mis brazos se extienden como dendritas infinitas hasta cubrir la curva del universo. Soy el eje en torno al que giran los pensamientos de dios, el procesador que administra su buenaventura”.

Sergio Alejandro Amira: Lo primero tuyo que leí fue Angélica, cuento que presentaste para el taller que Pablo Castro y yo dirigíamos. De seguro recordarás lo que te dije en aquella ocasión. Pues bien, Angélica era el segundo cuento de una trilogía con un interesante pie forzado que dictaminaba que cada relato debía terminar con tres personas en una habitación cerrada y un disparo que lo resolvía todo. En el tercer cuento, reaparecía supuestamente Angélica (no como protagonista) y se atarían los cabos sueltos. ¿Qué ocurrió con ese tercer cuento que iba a llamarse Soledad y luego cambiaste a Magdalena?

Jorge Baradit: ese tercer cuento comenzó a crecer desaforadamente y terminó convirtiéndose en ATACAMA, la segunda novela de la que ya tengo completa la estructura y sus contenidos y que sólo me resta tomar el lápiz y comenzar a escribir. Me gusta escribir con lápiz, en lo posible esos lápices gordos de pasta azul que te regalan con logotipos de empresas o detergentes. Lo ideal es escribir sobre un block de roneo marca COLÓN. Su superficie blanda y rosácea me hace sentir que estoy labrando con fuerza con un punzón sobre la piel de alguna mujer. Mis páginas tienen relieve, como los cuadros de Van Gogh: furia medida.

Sergio Alejandro Amira: Una anécdota de Angélica es que el malvado militar originalmente se llamaba Gabriel Mérida, pero tuviste que cambiarle el nombre a Gabriel Calatrava a petición de su homónimo en el mundo real. Posteriormente se levantó cierta polémica porque Gabriel utilizó el nombre de Pablo en uno de sus cuentos. Esto me hace pensar en la clásica advertencia de la ficción televisiva que dice “todo nombre con personas vivas o muertas es pura coincidencia, etc.” Esto no es una pregunta, sólo una nota al margen, sigamos.

Jorge Baradit: OK.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez te dije que ser promiscuo en la lectura es fundamental y estuviste de acuerdo, es más, aseguraste que la promiscuidad literaria te cruzaba a todo nivel y que el único factor aglutinante entre los géneros que consumías era la fantasía.

Jorge Baradit: Sí, me interesan todos los mundos nuevos que el arte puede crear. Surrealismo, fantasía, religión, ciencia ficción, psicología profunda, mitología, etc. Ese gran libro de literatura fantástica que es la Biblia, la maravillosa fantasmagoría de Miguel Serrano. Hallo placer en Camelot o Bespin. El Walhalla o Agharta.

Sergio Alejandro Amira: Has dicho que no has leído mucha ciencia ficción, también me dijiste que no conocías a los escritores chilenos publicados el último tiempo. ¿Has leído algo de los autores que reseñan Ygdrasil en su contratapa al menos?

Jorge Baradit: ni idea. Espero tener el placer de conocerlos algún día.

Sergio Alejandro Amira: Mencionaste a Miguel Serrano. Varios de nuestros amigos y compañeros de “generación” lo han leído y admiran su prosa cuando no está divulgando sus ideas nacional-socialista-hitleristas-esotérito-herméticas (y si lo hacen nunca lo admitirían en público). Justamente la época en que te conocí a ti y a Pablo Castro comenzó a gestarse una suerte de reconocimiento a Serrano, algo escribió Lafourcade en el Mercurio, Warnken lo entrevistó a propósito de ese bellísimo libro que es Las visitas de la Reina de Saba, la revista Paula le dedicó un reportaje… ¿Crees que algún día será reconocido Miguel Serrano como el gran escritor que es? ¿Crees que llegará el día en que aquellos influenciados por su obra no teman gritarlo a los cuatro vientos?

Jorge Baradit: Ya está comenzando a ocurrir, como tu bien dices. Y está sucediendo de la misma manera que con todas nuestras otras grandes plumas: Se toma su obra, se limpia muy bien de cualquier “impureza” poco académica o por lo menos poco “aconsejable” y se rescata un aspecto menor, el menos subversivo, el menos incendiario. A los grandes se les desactiva igual que a una bomba. ¿En qué se convirtió la gran desgarrada, la crítica y luchadora social de nombre Gabriela Mistral? Se convirtió en una autora de poemas para niños. ¿Parra? En un payaso de la contingencia. ¿Neruda? En un buey que arrastra poemitas de amor. ¿En qué están convirtiendo a Serrano? En el viejito excéntrico que escribió Las visitas de la Reina de Saba, prologado por un famoso. El resto de su obra será considerada “un mero desatino de este gran genio de la poesía críptica”. No me cabe duda.

Sobre lo que dice Serrano acerca de cada punto de la Historia no me merece ningún comentario. Soy sólo un espectador de sus mistificaciones y maravillas como alguien que mira un atardecer que estalla en naranjas y morados incendiarios. ¿Qué se puede opinar del Tigre? ¿Se puede opinar de su conveniencia o inconveniencia? ¿Sobre su derecho a existir o no? Al tigre solo se puede asistir con sorpresa y abismo. Que otros busquen significados y explicaciones.

Sergio Alejandro Amira: Eduardo Anguita observa que el chileno presenta una curiosa conducta que se muestra en dos formas opuestas y contradictorias que darían para un ensayo antropológico. Una. Todo lo chileno es extraordinario; hay que rechazar lo extranjero. Un ejemplo: un crítico santiaguino (que ya no vive) reprochó reiteradamente un ciclo de conferencias –y todas muy inteligentes– que se efectuó, durante dos o tres semanas , en conmemoración del Dante. “Mejor hay que preocuparse y estudiar a nuestros autores”, comentó. La otra actitud: Un poeta chileno ha terminado una obra de poesía: le confía a un amigo bastante inteligente: “Esto podría firmarlo Rilke”. Respuesta: una sonrisilla compasiva. ¡Cómo va a ser posible que éste, que yo veo casi todos los días, que estudió conmigo en la Universidad…!, etc. No. Imposible. Yo lo veo casi a diario. Curioso constatar como aquí siempre está lanzando “La primera convención de ciencia ficción y Fantasía”, “La primera novela chilena de ciencia ficción”, etc.

Sergio Alejandro Amira: El año 2002 tuvo lugar una curiosa tertulia que contó entre sus asistentes a la catedrática norteamericana Andrea Bell, Luis Saavedra, Rene Weber, Pablo Castro y este servidor. Durante el almuerzo celebrado en un restaurante italiano caro y malo (sugerido por Weber) se trató no sólo el tema de una ciencia ficción chilena, sino latinoamericana.

Quedó claro que para los amigos del país del norte la CF latina era más bien una “curiosidad” como los Innuits que ciertos científicos inescrupulosos llevaron com “muestra viva” al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en 1897, curiosidad como lo fueron los tallados africanos para Picasso que hasta último momento negó haberlos visto previo a las Demoiselles de Avignon.

Durante dicho almuerzo pude ver por vez primera la portada del libro editado en EE.UU. que incluye el cuento de Pablo y debo decir que en una primera instancia me sentí ofendido por la representación de un maya sentado frente a un computador a la usanza de la iconografía precolombina. No tengo nada en contra de dicha iconografía, muy por el contrario, yo mismo me he servido de ella ampliamente en mi pintura y pasé por una fase de varios años que ahora denomino: “período influenciado por la imaginería precolombina”. Pero me ocurre lo mismo que a los afroamericanos que pueden decirse “niggers” entre ellos pero cuando un blanco ocupa la palabra ésta es ofensiva. Para mí la portada del libro fue ofensiva y me retrotrajo a mi estancia en Inglaterra donde todos mis profesores esperaban que yo pintara como Diego Rivera, Guayasamín o Frida Khalo por el simple hecho de ser un “indio”. Esto me significó varias peleas y hasta ser discriminado académicamente por no seguir el plan que me tenían delineado. Curiosamente no fue sino hasta que regresé a Chile y volví a entrar a la universidad que se despertó en mí el interés por los pueblos originarios y su arte.

Mi visión es que la gente de los estratos socioeconómicos medios y altos de Chile no se diferencia culturalmente de una forma tan radical a la de Estados Unidos. Por lo tanto, ¿por qué tendría que ser nuestra ciencia ficción tan distinta a la de ellos? Luis, o Pablo le señalaron a Andrea que si se cambiaban los nombres de los personajes de un cuento de Hugo Correa por ejemplo, sería imposible de identificar como chileno. Claro que hay temas que van a identificarnos y un investigador voluntarioso podrá identificar de seguro estos elementos y decir: la CF chilena es así o asá, pero esto no será más que un ejercicio taxonómico.

Lo que de verdad me molestó de la visión de Andrea Bell es esa búsqueda de “exotismo” propio de los conquistadores, esa imagen que la CF latinoamericana es un “indio con computador”, esa actitud de “miren, los indios también escriben CF, ¿que curioso, no?”

Puedo estar totalmente equivocado en mis apreciaciones, pero esa fue la impresión que obtuve de nuestros amigos norteamericanos durante dicha reunión. Una frase de la Sra. Bell aún me da vueltas: “ahora en Estados Unidos están interesados en la CF hecha por latinos, en el futuro podrá ser la CF escrita por los payasos”.

Jorge Baradit: Mmm… me habría encantado estar en esa reunión. América (nosotros) somos un pueblo en estado de formación. Todavía nuestros parientes del resto del mundo nos tratan como cuando miras a un bebé y dices -Uy, se parece a éste, o a éste otro- todavía no hay nada muy propio que decir. Entiendo perfecto tu molestia. Uno de los temas que más me ha interesado a lo largo de mi vida es el de la identidad americana. Nosotros, los americanos, que no somos ni indios ni europeos, estamos flotando sobre el territorio, ni siquiera sabemos los nombres reales de las montañas que vemos, los ríos que atravesamos o los valles que cultivamos, estamos en un entresueño. Vivimos mirando a nuestro padre que está lejos y que nos ve como hijo bastardo (Europa), y vivimos negando a nuestra madre que está debajo de nosotros y que no vemos por estar demasiado ocupados mirando hacia arriba, hacia el cielo, hacia la mente, hacia Europa (“no, si mi familia viene de Italia”). La otredad americana es una cazuela que recién tiene los ingredientes puestos en la olla, van a pasar 500 años más antes de ver qué sale de todo esto. Mientras tanto sólo nos resta patalear.

Yo también vi el monito de marras (paráfrasis de la losa mortuoria de Pacal Votan, sacerdote maya, y adoración de Erich Von Daniken porque sería un extraterrestre en su nave voladora). La encontré chistosa y cliché. Desgraciadamente, Sergio, SOMOS exóticos (Gracias a dios, Sergio, SOMOS exóticos). Contra lo que hay que luchar es contra la caricatura.

Cuando hablo de Ciencia Ficción a la chilena no pretendo poner a mapuches en x-wings. pero si insistir en que cultura tiene que ver con RESCATE de la cultura. La cultura es un ouroboros que se alimenta de ella misma. Los occidentales comos los únicos artistas parricidas que tenemos que matar lo anterior para construir lo nuevo entre las ruinas. Eso es lo que ha llevado al arte moderno al nivel de dispersión y muerte del que adolece hoy, donde la fealdad (y esto no es una crítica a las expresiones en sí. Siempre me ha parecido que el arte es, entre otras cosas, un “síntoma” libre de juicios morales) y el hedor son parte del paisaje de muerte que plantea el arte. Los japoneses, en cambio, no se rebelan contra sus padres y llevan miles de años levantando una estructura segura y sólida. Los manga, el animé, la arquitectura, la poesía, la ciencia ficción japonesa, abreva de sus mitos y las mismas visiones que los han atacado y seducido desde siempre. Ellos no buscan LO NUEVO, como lo novedoso, buscan la reinterpretación de sus mitos a través de AGREGAR, a la luz de lo contemporáneo. Hablo de “rescatar”. Y no de un “rescate museístico”. No somos mapuches. García Márquez no intentó rescribir el Popol Vuh cuando escribió Cien años de soledad. El rescató. Lo único que digo es: ¿por qué en vez de escuchar y aceptar tan fácilmente a los elfos, no escuchamos y trabajamos con los invunches? En vez de magos artúricos, conocer a los brujos chilotes. los chamanes, las meicas. Eso no es exotismo, eso es mirar lo que tenemos en frente y que despreciamos por tener “olor a chileno”, esa cosa pequeña de “lo de afuera es mejor”. No porque lo “de acá” sea mejor sino que porque, querámoslo o no, está dentro nuestro y eso, lo que está dentro, es la materia de trabajo de cualquier artista. No hablo de “folklore”, sino de aceptar lo que tenemos y elevarlo. Tampoco hablo sólo de rescatar “temas”. Sino de rescatar la poesía americana (la poesía es el lenguaje por excelencia de las eras épicas, como la que vive América desde su Independencia). De rescatar la escritura americana. Se que puede sonar sospechosa la palabra, pero hay toda una carga “mágica” en nuestra tierra que puede impregnar nuestra obra si nos dejamos seducir. NUNCA vamos a poder escribir como norteamericanos. Escribamos como americanos, entonces. Yo no soy mapuche, pero tampoco soy europeo, eso es lo único que sé. Soy un fantasma flotando sobre el territorio. Un alma que aún no se encarna. Detesto el “indigenismo”. Pero me acerco a ellos porque ellos tienen pueblo, nosotros no. Anduve por la sierra peruana y hay quechuas que con cueva se han enterado que todo esto ahora se llama América. Ellos siguen en lo suyo. Ellos saben dónde están, no tienen que andarse buscando como nosotros. En fin, tanta cháchara me habría gustado expulsarla en una mesa con ustedes, pero así están las cosas. Fue significativo, en todo caso, que para hablar de CF americana, los haya convocado una gringa.

Sergio Alejandro Amira: Varias veces para apoyar ciertos puntos de vista has citado a Philip K. Dick, desde tus declaraciones en el antiguo foro del Taller Fobos hasta la entrevista apócrifa de Vak y la autorizada de Gabo. Recuerdo la primera vez que nos reunimos tú, yo y Ángela fuera del contexto del taller, me confesaste haber leído muy poca cf y de Dick sólo un cuento de unos robots que me apresuré a indicarte era un capítulo de Galaxias como Granos de Arena de Aldiss. Pero de seguro si has visto varias de las adaptaciones de Dick al cine, que parece ser el escritor de CF más llevado a la pantalla grande (con resultados menos desastrosos al menos que el rey del terror Stephen King). ¿Hay alguna de estas películas que rescates? ¿Cuál es la mejor, cual la peor?

Jorge Baradit: Sería muy tonto si no te dijera que Blade Runner. Aunque te aseguro que no pude leer más de 20 páginas del libro y, si no me equivoco, Ridley Scott hizo un enorme y maravilloso trabajo de reinterpretación del texto original. Me encanta porque es la madurez de un género, la cf aparece como un contexto, no como el tema, pero lo maravilloso es que el tema surge desde el mundo de la cf: los androides y la pregunta de siempre: la permanencia, la existencia en el interior de estas réplicas. La capacidad de una máquina de ser más humana que el humano.

¿Cuál es la peor? No tengo idea porque no he leído a Dick. Te puedo decir cuál es la peor película basada en un cuento de Dick, definitivamente Paycheck, de John Woo. No se qué era peor: la trama, la química entre Ben Affleck y Uma Thurman o la decadencia de la rubia más linda del Universo, convertida en una escoba vieja sin ningún sex appeal.

Sergio Alejandro Amira: Nuestro amigo Gabriel Mérida escribió lo siguiente el 2003: el 90% de los escritores de ciencia ficción escribe y escriben sus voladas sin orden ni concierto, como si nunca hubieran leído literatura de verdad y les sale bien. Incluso los publican. Incluso los publican en la Fobos. Aunque es verdad que de ese des-orden y des-concierto salen joyas de la imaginación como Ygdrasil. En su momento esto te desconcertó y solicitaste un “extended play” del asunto. ¿Qué te parece la declaración de Gabo ahora que ha transcurrido el tiempo?

Jorge Baradit: Creo que Gabo es tan bocón como yo. A él también le gusta escucharse decir frases que suenen a aforismos.

Sergio Alejandro Amira: A propósito de aforismos, hay uno de Cioran que no me canso nunca de repetir: Nada seca tanto la inteligencia como la repugnancia a concebir ideas oscuras. Creo que compartes esta visión, como puede uno constatar al leer cualquiera de tus cuentos, como Karma Police, por ejemplo.

Jorge Baradit: Las frases son acumulaciones de letritas y no tienen ninguna importancia. Todos sabemos que hay maravillosas frases para apoyar las ideas más opuestas entre si. Además que cuando la palabra inteligencia sale en las conversaciones, me dan ganas de sacar mi revólver. No hay nada mas sobredimensionado en estos tiempos que la “inteligencia” en las personas, esa capacidad humana que te permite “imaginar” cómo matar a otra persona sin ser sorprendido, engañar y sacar provecho de los más débiles, idear la mejor manera de distribuir droga entre escolares y otras linduras por el estilo. La inteligencia produce bestias que pueden arar campos o arrasar poblados completos. Lo que me preocupa es la casi inexistencia de buenos administradores para las bestias que producen los “inteligentes”.
Las ideas oscuras no son producto de la inteligencia, sino de todo lo contrario. Sólo vaciando la cabeza de inteligencia les haces lugar a estos animales que suben lentamente desde el sótano a tomar su lugar entre las cosas de tu vida cotidiana.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez citando a mi gurú Steven Shaviro te dije que en el mundo posmoderno, los fragmentos y ruinas no son más recuerdos melancólicos de un orden perdido y se han transformado en las grotescas piezas de un juego de construcción colosal de un niño hiperactivo.

Jorge Baradit: Bueno, en ese entonces yo no sabía de la existencia de una “literatura postmoderna”. Siempre había considerado a la postmodernidad como una condición de la cultura toda, donde quizás algunas expresiones la transparentaban más o menos. Pero, cómo NO SER postmodernos hoy? Desde Madonna vistiéndose de diva de los años 1950s pero cantando pop de los 1990s hasta Aldiss con su Frankenstein Unbounded… Discrepo con esa visión apocalíptica de la postmodernidad. Concuerdo en que se trata de “fragmentos”, pero discrepo con que sólo sean “ruinas”. Adhiero más bien a esa visión que dice que la PM es el momento en que la cultura se volvió consciente de sí misma, dejó de avanzar creyendo ciegamente en el ideal de progreso (todo tiempo pasado fue peor), se detuvo y giró la vista hacia atrás para revalorarlo todo. Adhiero a esa visión de la PM que dice que la cultura giró y se encontró con toda la Historia a su disposición, al alcance de su mano para ser usada, reutilizada, reciclada y reordenada con plena libertad. Ahora, por qué giró? Ahí es donde el debate todavía no termina. De repente tenemos permiso para re entender las cosas y manipularlas a nuestro antojo, alegre e irresponsablemente. Por qué? No se, no voy a ser yo quien responda. Porque a veces se confunde el “por qué” con el “cómo”, sobre todo en nuestra cultura. Creo que los “por qué” son misteriosos e inexplicables, son metafísicos y resbaladizos. Los “cómo” son más fáciles y la humanidad se haya feliz respondiendo con “cómos” en vez de “por qués” desde hace harto rato, para qué molestarlos con angustias trascendentales, mejor me voy a jugar a armar castillos con mi “Lego” postmoderno.

A veces me pregunto si este resucitar de todos los muertos que es la posmodernidad (toda la historia está disponible), no será el equivalente al momento previo a la muerte donde toda la vida te pasa por delante.

Sergio Alejandro Amira: Volvamos a Mariana. Alguna vez me dijiste que era demasiado común que las mujeres de las historias sean o muy minas o muy masculinas y que casi siempre terminan siendo Rambos con grandes tetas a lo Simon Bisley. Entonces te pareció bien la idea de una mina muy carreteada, doliente y toda cagada, nada de Laras Crofts, ni Ripleys. Una junkie, que actúa por adrenalina y odio, descontrolada, en picada por la vida. También me dijiste que cada vez que pensabas en Mariana te daba pena…

Jorge Baradit: Quería una mujer real, nada más.

Sergio Alejandro Amira: Angélica en cambio es muy distinta a Mariana, se parece a Alita que es una ginoide que al comienzo se ve frágil pero resulta que es una temible arma de combate. Nihil novum sub sole. Aunque Angélica es una niña siempre asustada que no controla su poder, finalmente igual usa conscientemente su fuerza y es una Terminator de todas maneras. Pese a esto y al igual que Mariana, Angélica parece ser tu0 comentario sobre “la fragilidad femenina expuesta al poder masculino”.

Jorge Baradit: Sí, Todos mis cuentos tienen que ver con la penetración sexual en su sentido violento, la violación del cuerpo de un ser más frágil. Todos sabemos que no hay nada más despreciable ni más atractivo que eso.

Sergio Alejandro Amira: Por último, el personaje que cerraba la trilogía, que se iba a llamar Soledad y cambiaste por Magdalena, fue esbozada como la mujer pecadora que llora a los pies de NSJ. Me explicaste que Mariana era una espada, Angélica una katana (delgada, frágil, liviana pero mortífera) y Magdalena sería una daga… pero la daga que atraviesa el corazón de María en el icono cristiano. Una daga ritual. No dejo de pensar ene se dicho que indica que la mujer es una espada… más peligrosa cuando está desnuda, y tampoco puedo excluir el hecho que en tu casa tienes una espada y una katana a la vista, pero no una daga. Una vez no voy para ningún lado. Callejón sin salida.

Jorge Baradit: La daga todavía no me ha sido dada. La espada la soñé, la katana la encontré y la daga me tiene que ser dada. La daga es una condecoración, no la puedo comprar. Hay algo que debo hacer para que me sea entregada pero aún no me he topado con ese momento.

Sergio Alejandro Amira: ¿Recuerdas aquel ejercicio que comenzamos a fines del 2003 y que terminaste en el avión mientras viajabas a la vieja Europa? Se titulaba La Colmena y si bien no resultó el híbrido de aquella experiencia surgió uno de los cuentos tuyos que más me gusta: Los Vampiros, y mi cuento Caro data archangeli. Sin duda fue una experiencia provechosa y lamento que más de estos ejercicios no puedan realizarse. Recuerdo haber escuchado alguna vez de lo poco que interactuaban los músicos locales, Buddy Richards cantando con Los Tres es una rara excepción si comparamos la cantidad de duetos y colaboraciones en países como USA e Inglaterra. ¿Responderá esto a otra de nuestras características idiosincrásicas o como país pobre cada cual debe rascarse sus propias pulgas y luchar por su pedazo de carne?

Jorge Baradit: Creo que se hacen muchas colaboraciones. Pero también es evidente que somos un país de envidiosos. No nos gusta que otro suba más que nosotros. Quizá por eso nos cuesta cooperar para que otro crezca con “nuestras” ideas, como si las ideas tuvieran dueño.

Sergio Alejandro Amira: Armando Uribe cuenta que le pidió a Neruda que le dedicara un libro del gran editor italiano Tallone. ¿Cuál? le preguntó, ¿el mío? Le dijo no; este otro que tengo aquí, el purgatorio del Dante. “¡Pero como te lo voy a dedicar, si es de Dante! Ponle no más tu nombre en la primera página le dijo Uribe. Mientras lo escribía Neruda musitó: <>

Jorge Baradit: Je, je…las dos únicas veces que le he pedido a un autor que me firme un libro han sido de otros autores. Miguel Serrano me firmó de muy mala gana el artículo Wotan de C.G. Jung “En recuerdo del profesor Jung, Miguel Serrano”. A Jodorowsky le pedí que me firmara “La leyenda del Grial”, de Marie Louise Von Franz. Le expliqué que su biografía estaba muy cara y no la encontraba muy buena. El “payaso gurú” sonrió forzadamente y estampó su apellido en la primera página con una gran mueca de pregunta.

Ygdrasil es la expresión visible de un suelo mental común, la flor del inconsciente colectivo. No es que todos seamos el mismo, la humanidad está incompleta porque no somos el mismo, pero tendemos hacia allá. El día que estemos todos conectados como las hormigas, que no son una especie sino un solo gran animal hecho de muchas unidades, habrá llegado el reino de dios a la tierra. Quizá Internet sea un remedo de ese sueño o la semilla remota de una estructura mental futura donde todos seamos todos, en un éxtasis glorioso como un nirvana digital.

Sergio Alejandro Amira: Alguna vez aseguraste, de alguna forma escindiéndote de aquella entelequia que sería supuestamente nuestra generación. Que tú eras más contemporáneo que nosotros (entendiendo por nosotros a los que dirigíamos el taller) y acuñaste el término “dickeados” para referirnos. Dijiste estar influenciado, a diferencia de “nosotros”, no sólo por la literatura sino también por el cine, las multimedia, la Internet, la fragmentación informática, la animación, la junk-data y la música electrónica, el trance y la hiperactividad neuronal de las mentes de HOY. Todo esto por un comentario donde aventuré la hipótesis que tu literatura estaba más influenciada por el cine que por los libros, continuaste diciendo: Declarar que estamos más influenciado por lo que hemos visto que por lo que hemos leído tiene hasta un tinte peyorativo. Me he dado cuenta la manera ridícula como miras en menos el cine (onda, “no si yo voy muy poco al cine”, como si fuera pecado). Esa estupidez de considerar la literatura como una cosa mayor, más alta. Yo voy al cine y también leo, veo animación y me encanta el cine porno, sobre todo donde salen muchos negros tirándose a una jovencita, recojo todo lo que la cultura tira para ese lado. ASPIRO A SER UNA MENTE DE MI TIEMPO. Anda a ver Kill Bill, o mejor, lee Cock&Bull, una novela que está haciendo furor en Europa, y te vas a enterar de lo que estoy hablando. Ahí hay cine, literatura, cómic y animación mezclados. Uno entrando en el otro en una orgía sin limitaciones, una rave extática, intensa y predatoria, nada de dickeadas mamonas y melancólicas, “narrativas” y “literarias”. Lo curioso de tus acusaciones es que yo creo exactamente en lo mismo que tú, menos en lo de los negros tirándose a la jovencita ya que soy un católico muy conservador, y leyendo mis cuentos notarás como se suceden todo tipo de influencias. Gabo en casa de Armando dijo como para justificar mi “conducta”: él puede citar a Felipe Avello o Heidegger indistintamente, y estaba en lo correcto. Leo Las Ultimas Noticias por la mañana y la Summa Teológica por la tarde. Pero bueno, supongo que aquellas palabras fueron motivadas por una falta de conocimiento de mi producción literaria, ¿o no? Otra curiosidad, me invitabas a ver Kill Bill, la película que destrozaste en tu artículo para El Calabozo del Androide…

Jorge Baradit: Después de un año descubrí que Kill Bill me había hipnotizado con malas artes y que después de los 365 días el débil embrujo se había disipado sin dejar huellas, sólo un detestable olor a podrido. Dejo fuera la maravillosa secuencia de animación de Production IG.

Sergio Alejandro Amira: El domingo pasado mi hijo Bastian de 2 años y 8 meses fue impactado por un Jeep en lo que ha sido el momento más doloroso e impactante de mi vida. A Dios gracias tuvo nada más que unos rasguñotes y las mayores heridas quedaran para los adultos, quienes finalmente somos los responsables. Después de pasado el incidente recordé que en febrero 2004 un automóvil impactó tu moto y te salvaste sin que ni los médicos de la posta entendieran cómo dadas las características del accidente. Lo mismo que ocurrió con mi hijo, como si ambos fueran “unbreakables” como en la película de Shyamalan. Tú consideraste un milagro el haber salido caminando de la posta sin nada roto y sólo un par de heridas abrasivas considerando que un auto cruzó con luz roja y te impactó de lleno lanzándote con moto y todo directamente a la cresta. Yo tuve la misma sensación mientras abandonaba el siniestro hospital público de Viña deseando no tener que regresar nunca más en mi vida. Pero la de la moto no fue tu primera experiencia cercana a la muerte, la primera fué en el Qosqo (aka Cuzco).

Jorge Baradit: Sí, viajé solo durante el fenómeno del niño del ’99 (que paralizó perú con inundaciones y tormentas). Me intoxiqué con verduras a medio cocer. Comencé a sentirme mal como a las 9 de la noche, en la plaza de Cuzco, lo confundí con puna y me fui al hostal para darme una ducha de agua MUY FRIA. Salí de nuevo porque estaba mareado y el ambiente estaba gélido. Cuento corto, me vino un enfriamiento y terminé acostado en el segundo piso de un hostal que estaba vacío excepto por mí, con tercianas, sudor frío y mucha fiebre. A las doce de la noche comenzaron los vómitos y la diarrea acusando intoxicación. A las dos de la mañana descubrí que no podía moverme ni pedir ayuda. Los temblores eran violentos. Sentía un frío de muerte pero caché que estaba ardiendo en fiebre porque tenía taquicardia. Intenté calcular mi fiebre con el reloj (se supone que por cada grado de temperatura tu pulso sube 10 unidades). Como a las cuatro empecé con alucinaciones. Me levanté de la cama, movido por la adrenalina supongo, para buscar aterrorizado unos papeles que la policía de cuzco (que según yo estaba allanando todas las casa en esos instantes) me iba a exigir o sería expulsado a las llanuras de nieve que rodeaban la ciudad. Como a las 6 de la mañana recuperé la noción de realidad (supongo que eso ocurre cuando cachai que estabai pelando el cable, aunque suene a juego de palabras), pero era incapaz de moverme, estuve así, despierto e inmóvil, sintiendo que me desvanecía en cualquier instante (la imagen se me volvía un círculo lejano rodeado de negro), hasta las doce del día, absolutamente deshidratado y afiebrado, hasta que un niñito-guía (niños pobres de cuzco que hacen de guías turísticos informales a cambio de algún dinero) golpeó la puerta para acompañarme a conocer la famosa piedra de los = doce ángulos (el día anterior nos habíamos puesto “providencialmente” de acuerdo para ello). No podía contestarle a través de la puerta, menos abrirle así que emití un gruñido (no es hueveo) y él se asustó y fué a buscar a la dueña que abrió la puerta y me encontró en pelotas arriba de la cama. Desde ahí no recuerdo mucho hasta que estaba sentado sorbeteando un tecito envuelto en una frazada. Estuve con cero fuerza toda esa tarde. Al otro día fui caminando a un médico usando al niño como lazarillo. Me debo haber demorado horas porque me movía como un anciano de 90 años. El médico me dio antibióticos, una dieta mínima y el consejo de regresar a chile. Pero a los tres días estaba levantadito a las 6 de la mañana (con un cargamento de galletas de vainilla y mucha hoja de coca) esperando el bus que me llevaría a Ollantaitambo para comenzar el camino de cuatro días por la sierra peruana hacia la ciudadela de Macchu Pichu. Pero esa fue otra historia. El punto es que desde ese momento en que llegué a Macchu Pichu, después de cuatro días de mierda, me siento capaz de todo, de llegar a la luna si quiero.

Sergio Alejandro Amira: La otra experiencia fue en México…

Jorge Baradit: En México “algo” me atacó un punto de mi abdomen donde no tenemos nada en especial, después de visitar el complejo de Tula, en Hidalgo (la casa de los Toltecas), un recinto sumamente importante pero poco “turístico”, lugar de magos y chamanes hasta el día de hoy. El punto es que también pasé una noche asquerosa con alucinaciones extrañas (sentía que me “iba” por las esquinas de la habitación) y terminé en “urgencias” de un hospital mexicano donde me dejaron abandonado en un rincón, sin zapatos, sin lentes de contacto, sin dinero ni identificación. Los enfermeros estaban más preocupados del montón de tipos baleados y acuchillados que llegaban a cada rato que de un chileno desvanecido que hablaba huevadas. Fué otra noche de terror. Al otro día llegó Wash, hermano mexica, indio maravilloso, con todas mis cosas y me sacó de manos de los “carniceros” como les dijo. Este par de historias (muuuuy resumidas) hacen parecer bicoca lo de la moto. Aunque confieso que tuve temor de morir, pero más por morir a manos de un viejito asustado de 85 años que por el accidente mismo. Habría sido muy poco digno.

Sergio Alejandro Amira: A los quince años formé en Punta Arenas junto a un amigo apodado “Porno Rockett” la banda de punk-experimental Necroaxila, que se transformó en una verdadera institución en mi pequeño círculo de amistades. Tú también tuviste una banda, cuéntame de esa experiencia.

Jorge Baradit: Año 1986, plena dictadura. Adolescente entrando de cabeza a la guerra que le deparaba su generación. Bad idea: o eras de derecha o eras de izquierda ¿Punk de izquierda? olvídalo. Cero posibilidad de permanecer en la JJCC sin chaleco de lana y morral diaguita. ¿The Clash?… ummmm… ¿alienado pro-yanqui? En fin, tocábamos hardcore punk en lugares muy precarios, los pacos acechando, mucha violencia en el ambiente. Dead Kennedys, DRI. Yo tocaba bajo y cantaba, mis amigos el anfeta, el pelao y el bototo eran los que sabían tocar música de verdad.

Mi dudoso aporte a la resistencia por lo menos me crió la vena anti-dependencia tribal, porque los punkis también me consideraban “poco punki” y éramos discriminados por los más discriminados (¿habrá algo más patético?).

Sergio Alejandro Amira: ¿Cual era el nombre de tu banda?

Jorge Baradit: Trato Bestial. El peor nombre de la historia musical chilena, sólo superado por “Danny Chilean”.

Sergio Alejandro Amira: Como bien mencionas en la entrevista de Gabo, la literatura chilena tiende al “realismo”, la cosa social, y eso permea todos los ámbitos creativos sobretodo en el cine que tímidamente se ha ido abierto a otros géneros recientemente pero sin mayor éxito. Hasta la excelente serie en animación 3D Pulentos, la cual sigo y considero de muy buena factura, opta por una aproximación de “realismo social” como podríamos denominarlo. Recuerdo cuando vimos el primer capítulo con mi hermano y él exclamó: “¡Viven en nuestra pobla!”, porque yo en Concón vivo en una población de “blocks” de ladrillos rojos, almacenes con señoras ancianas y perros vagos por doquier. Como seremos de rascas que una vez hasta se robaron los cables del tendido telefónico. Bueno, el caso es que si por plantear un escenario identificable por la clase media-baja se trata, la serie lo hace magistralmente, pero está claro que tendrá que pasar un tiempo antes que veamos una serie de dibujos animados tipo Chicas Superpoderosas, Megas XLR o Bob Esponja. Recuerdo que tú tenías un proyecto de dibujo animado que compartiste conmigo y que encontré muy bueno. Sin descuidar lo “social” incorporaba los temas que te interesan, la magia de los pueblos originarios, la aventura… Cuando más me gustaba Mampato era cuando viajaba a esos futuros imaginados por Themo Lobos con Tortugas gigantes y Hombres-ñandúes, no cuando visitaba la época de la colonia, pero cuando hicieron la película que historia decidieron contar?, la de Rapa Nui. Aún en los cómics o en el dibujo animado, donde con menos recursos puedes crear escenarios, situaciones y personajes increíbles se sigue con el mismo enfoque social. Después e toda esta perorata, ¿qué opinas?

Jorge Baradit: Lo mismo que tú. En las producciones audiovisuales la lucha es por la identidad, como el único elemento diferenciador que nos puede agregar valor frente a los megaproductos gringos. Como cuando digo: ¿Para qué publicar a un chileno que escribe como P. K. Dick? Mejor publiquemos al original.

Sergio Alejandro Amira: Magritte, antes de alcanzar la fama, hacía “picassos”, no copiaba originales, sino que adoptaba el estilo picasiano de aquella particular época y colocaba la firma. ¿Crees que estas obras de arte son menos arte o menos meritorias acaso? Yo particularmente las considero lo más interesante de la obra de Magritte.

Jorge Baradit: Como dijo una amiga que ya no me quiere ni ver: Hoy día el arte puede ser cualquier huevada. Casi que arte es toda aquella actividad que se proclama como arte.

Sergio Alejandro Amiraa: Pasando a otro tema, la mayoría de las encuestas en Israel predicen que el primer ministro, Ariel Sharon, ganará el 28 de noviembre las elecciones primarias del Likud que elegirán el candidato del partido para las nuevas elecciones de primer ministro… ¿sabes?, Me parece curioso que en la mitología griega Charon (Caronte) sea el barquero de los muertos. Todo esto para preguntarte que opinas del conflicto entre Israel y Palestina.

Jorge Baradit: Lo mismo que todos y que nadie se atreve a decir: que es una patudez del mismo pueblo que sufrió persecución repetir la experiencia de esta manera tan brutal y a la vista de todo el planeta. Antes de la invención del Estado de Israel esos territorios se llamaban PALESTINA y vivían judíos, cristianos y musulmanes en relativa armonía, como colonia inglesa pero sin agarrarse a peñascazos entre ellos. Cuando llegaron los judíos europeos expulsaron a todos los palestinos que habían vivido en esas tierras desde siempre y expandieron sus fronteras violentamente a costa de los países vecinos. ¿Cómo crestas pretenden que los quieran y respeten?

Sergio Alejandro Amira: Adorno dijo que no se puede escribir poesía después de Auswichtz (aunque el mismo se refuta en su Mínima morallia). ¿Qué opinas de esta afirmación?

Jorge Baradit: Pura demagogia. Auschwitz es una cosa y la poesía es otra. La discusión Arte-Política es, además, una discusión que le tiene sin cuidado al mundo desde los años 70, es una cuestión añeja que ya no tiene cabida.

Sergio Alejandro Amira: Lo que yo creo que Adorno quiso decir es que no se puede tomar lo que pasó en Auswichtz como un hecho banal, no se puede analizar como un fenómeno más de la violencia en la historia. Yo creo interpretar eso en su pensamiento profundo. Tal vez responda a la relación entre literatura y política: hay cosas de la política que realmente tienen poco interés, como quién va a ganar una elección, pero hay momentos en que la política es el hombre en sociedad, y ese es un componente esencial. Hobbes no llamaba Leviatán al Estado sino a la sociedad. Lo político y lo metafísico están muy ligados, no se pueden separar. Personalmente yo no descreo de la política sino de los políticos.

Otros sujetos que me sacan de quicio tanto como los políticos son los denominados “ufólogos” ¿Has oído alguna vez a alguno de estos sujetos mencionar siquiera la Paradoja de Fermi? No son más que un montón de lunáticos, igual de locos que el que vocifera la llegada del anticristo en la plaza. Por supuesto que creo en el “fenómeno OVNI” pero no creo que se trate de naves tripuladas por extraterrestres…

Jorge Baradit: Puchas… ahí discrepamos. Yo no puedo no creer, esa una condición natural. Creo que los OVNI son extraterrestres, creo también que son los vimana nazi de Serrano, creo también que son humanos del futuro, creo que son los dioses que regresaron… creo que son ángeles… creo, creo…
Creo… porque… es más entretenido. Como no va a ser entretenido pensar que realmente existen alienígenas visitándonos, sean “grises” o “plutonianos”.
Creo que para mí todo es literatura fantástica, desde la Biblia y sus maravillosas matanzas con mares y rayos desbocados aplastando masas de seres humanos por la furia divina, hasta los “horizontes de eventos” en los agujeros negros. Creo en la Atlántida, en el jet bajo la pirámide de Keops y en que Elvis vive… pero en Marte. Creo en la conspiración para matar a Kennedy, en que Walt Disney está criogenizado y en que la Coca Cola contiene nanotecnología de la CIA para espionaje y esclavitud. Pero al final del día no creo en niuna huevá tampoco…es raro. Todo es literatura fantástica…incluso La Tercera (de El Mercurio ni hablar).
Por supuesto que los ufólogos son psicotipos (no se si existe esa palabra) primos hermanos de los Jimmy Swaggart, de los comunistas duros, de las tías pechoñas y los fascistas extáticos. Son fundamentalistas incapaces de ver lo que no coincide con lo que quieren ver. Son huevones capaces de reordenar la realidad de todo el planeta si eso les hace calzar sus teorías, por eso producen teorías tan hermosas, si no se tomaran en serio y escribieran mejor producirían las mejores novelas de cf del planeta.
Mi visión renuncia a ser científica (ops, que suena anacrónica esa palabrita). La ciencia se me hace una tabla de la que uno se agarra para sentirse seguro mientras flota en un mar infinito bajo un cielo infinito. He encontrado campos que permiten un jugueteo más liberador. He optado por tener una opinión filosófica, una científica, una religiosa, una poética, una lúdica, una política, …hasta una ética y una aética. Todas se contraponen y viven felices en mi cabecita en un eterno carrete, una orgía de proteos mentales porque todas saben que “para qué tanta huevá si no hay como cachar nada. para qué tanta huevá si somos todos hermanos. Transhumanismo extrópico?…Pase compadre, póngase al lado de la Ataraxia Epicúrea que le está agarrando el poto a la Panspermia exobiológica”. Pero ese soy yo y mi desorden y mi desconcierto. Mi incapacidad por tomar en serio alguna posición. Mi volubilidad geminiana. Pura tontera no más. Total, como escribí una vez por ahí acerca de mi manera de ver la vida: venimos de cabeza y nos vamos de espaldas. En ese salto apenas nos alcanza para un suspiro, dos o tres balbuceos y algún polvito. El resto, pura paja.
Mi personalidad toma esto y lo aquello…pero no se queda con ninguno. Mi interés por las certezas es igual de intenso que el de cualquier buscador de respuestas, lo único que ocurre es que igual tengo a un arúspice tras mi oreja (cual pepe grillo) diciéndome siempre que no hay UNA respuesta, que no hay una cosa SERIA, que no hay una forma de conocer al elefante completo en este mundo de ciegos que sólo ven una ínfima parte del espectro de ondas disponible. Entonces, en vez de angustiarme, hago una fiesta…pero nada más.

Sergio Alejandro Amira: Así como tú acuñaste el término “Dickeados”, nuestro amigo y Director de TauZero hizo lo propio con las “Baraditadas”, esto es lo que dice al respecto: Una Baraditada es algo que es bello de leer pero que carece de sentido cuando uno se la piensa dos veces. Una frase escrita en un lenguaje retorcidamente barroco, recargado. Tanto que a veces satura, pero que siempre desconcierta. Por otro lado, una Baraditada normalmente posee elementos ElectroEspirituOrgánicos, a veces condimentados con conceptos orientales. Una Baraditada es, por definición, muy original, pero en ocasiones muy recargada. Rmundaca finaliza su tesis recomendándote cautela en el uso de las Baraditadas, so pena de agotar la gallina de los huevos de oro y aburrir al lector con “más de lo mismo”. ¿Qué opinas de la hipótesis de Tino?

Jorge Baradit: Que tiene razón.

Sergio Alejandro Amira: Y ya que hablamos de rmundaca, la primera vez que supe de ti fue por Rodrigo, quien estaba muy impactado tras leer los 2 primeros capítulos de Ygdrasil que le enviaste para ser publicados en TauZero. ¿Crees que Tino aportó algo al brote público de Ygdrasil?

Jorge Baradit: Creo que Ygdrasil todavía no brota para ningún lado. Pero Tino es fundamental en la difusión de nuestros textos. Sin tipos como Tino los tipos como nosotros no tendríamos donde exhibir nuestras partes pudendas en público.

Sergio Alejandro Amira: Brindemos por Tino entonces, ¡salud!

Septiembre 2005

Aquí yace el bug

por Daniel Vak Contreras

Escribo esta columna por encargo. Es casi como escribir un guión de teleserie o una tarjeta de navidad. Debo aclarar que la paga por este encargo es igual a cero. También es bueno aclarar desde un principio, que algunas que escribiré no serán del agrado de muchas personas, en especial de los grupies, que rondan como moscas en buenas y ricas tortas de cumpleaños.

Y en principio Ygdrasil es eso, una buena y exquisita torta. Claro que a mi, me gustan más las tortas que las cazuelas, y hago este ejemplo, esperando que las cazuelas no se pongan de moda. Otro punto que me gustaría dejar en claro es que Baradit escribe bastante bien y que en esta columna no hablaré de su técnica literaria ni la construcción de personajes, ni de los diálogos. Simplemente quiero hacer una reflexión respecto a lo que ha sucedido en el último mes en torno a Ygdrasil y su publicación.

Las preguntas y las respuestas pueden tener múltiples lecturas, y tal como en el oráculo de Delfos, hay que tener la mente muy abierta para saber preguntar y para saber que se nos esta preguntando.

¿La ciencia ficción es una mierda o simplemente una güeá?

En lo personal creo que la CF es una güeá. Es decir un constructo, un consenso, una marca registrada, que algún día fue impuesta a cierto tipo de literatura que usando alegorías científicas, relataba aventuras, criticas sociales, religiosas y que de una forma u otra intentaba mostrar un punto de vista diferente a los sucesos de una época determinada.

Dado este punto anterior, yo siempre me he considerado a mi mismo como un escritor de ciencia ficción, y como tal respeto el “género”, digamos estilo. Es por esta razón que la primera palabras que hizo que en mi mente se prendieran las alertas, fue la palabra “raro” que usó Andrea Palet para presentar la novela de Jorge Baradit.

Yo creo que las sociedades, cualquiera que sean, tienen cierto cupo de tolerancia para las “rarezas”, ya sea en la televisión (la mamá de Massu, o el pelo de Fernando Villegas) o el mismo Zombi en la radio, supongo que ustedes conocerán a los cientos de tipos raros que han tenido su minuto de gloria en la sociedad chilena. Asi espero que Ygdrasil no sea una de ellas, que no esté llenando el cupo de las cosas raras del mes y pase al olvido.

Antes de continuar, quiero reconocer dos cosas. La primera es que envidio a Baradit, y la segunda es que respeto el hecho de que él, a diferencia de muchos otros se dio el trabajo de terminar una novela de 200 o 400 páginas.

Puede ser que para los supuestos expertos chilenos, la novela sea algo rara, pero nuestro país tiene una larga historia de autores, y por cierto un público fiel, que se han acercado a la Ciencia ficción, la fantasía y el horror, de forma constante. Y desde este punto de vista comparto tal vez la idea de Luis Saavedra de que la publicación de Ygdrasil, más que un nuevo comienzo, o un punto de partida, es un hecho aislado.

¿Por que pienso que es un hecho aislado? Simplemente porque a lo largo de la historia de la CF chilena, los autores buenos y trabajadores siempre han sido publicados. Ya pasó en 1976 cuando Elena Aldunate, publica “La bella durmiente”. Es decir ejemplos como Jorge Baradit, hay bastantes. Pero la historia demuestras que estos autores son ejemplos aislados.

Y así como alguna vez fue Aldunate y Correa, esperemos que Ygdrasil no sea la excusa para las editoriales, para crear una manada de chicos ñoños ansiosos de comprar una literatura diferente, una historia que es, en palabras del propio Rodrigo Mundaca es “Una explosiva mezcla de animé, mitología americana, cyberpunk y violencia bizarra”.

Y para finalizar, yo admito que hay momentos en los cuales es bueno tomar distancia de ciertos fenómenos, no me considero ni amigo ni enemigo de Baradit, y tal vez por eso fueron elegidos Zombi y Ortega para presentar la obra. Pero honestamente esta movida comercial y de marketing, dejó a dos tipos que han apoyado 100% el nacimiento de Ygdrasil, y ellos son Rodrigo Mundaca y Luis Saavedra. Un aplauso para ellos, que debieron ser los presentadores de esta novela ciberpunk.

por Daniel Vak Contreas

Battlestar Galactica: Sacudiendo la cripta de Lorne Green

La primera parte de la historia ya fue contada, sus orígenes, conflictos y el resultado tras la producción de un piloto de 4 horas. Pero como es común entre el primer episodio y una temporada hay una serie de grandes diferencias que en algunos casos son una buena señal de evolución y en otros de involución.

Fue poco menos de un año de producción para solo trece episodios, y una infaltable polémica causada por el estreno en Inglaterra antes de Estados Unidos y la posterior difusión en la red de dichos capítulos pero finalmente llego a la pantalla chica nuevamente con un alto rating.

Pero mas allá de todo existe un problema surgido de la vara alta que dejó el piloto así como la desmedida ambición y escasa autocrítica del equipo de producción. Lo que debió haber sido la sucesora de Andrómeda en lo que se refiere a series de naves espaciales terminó siendo mucho menos de lo que estaba luchando por llegar a ser Enterprise. Continue reading «Battlestar Galactica: Sacudiendo la cripta de Lorne Green»

Que salga el mal, que entre el bien. Larga vida al escepticismo

Con el paso de los años, mi infancia ha ido ganando un aura de realismo mágico que no era evidente cuando la vivía. A los recuerdos comunes, compartidos por much@s de mis amig@s de hoy, como el de jugar a los autitos, hacer tareas o ver televisión, sumo otros más insólitos, como el de saltar sobre un brasero en que quemábamos sahumerios (los cuales se vendían como un producto medicinal más en la farmacia, envueltos en paquetitos que traían de regalo una carta de tarot); el de hacer fumar a un eternamente sonriente ekeko cargado de saquitos cuyo contenido fue obsesión de muchas de mis tardes de ocio; o, quizás liderando el ranking de lo bizarro, el de alimentar con limaduras de hierro un imán que en casa considerábamos que estaba de alguna manera vivo (escalofriante, ¿no?). Continue reading «Que salga el mal, que entre el bien. Larga vida al escepticismo»

Viviendo en Arkham

Durante muchos años de mi vida, Batman el personaje de los cómics, fue mi héroe favorito. Si hubiese podido elegir, claramente me hubiese puesto el traje del murciélago. Extrañamente la época cuando Batman me inspiraba, era en aquellos años de mi juventud, en los cuales dormía en las bancas de las plazas públicas de Santiago de Chile. Y usaba botas militares, al compás de la música metal y punk.
En medio de la noche y con la policía corriendo detrás de mí, las esquinas oscuras y las cornisas de los edificios se convertían en los mejores refugios. En esos momentos el «Señor de la Noche» me parecía, el personaje más cercano a la realidad.
¿Pero que es lo que verdaderamente hace a Batman un tipo tan cercano a la realidad? Su fanatismo, su disciplina, su odio por la sociedad actual, o es el hecho que él, como héroe no tenga ningún súper poder que lo haga superior al humano promedio.
Cuando leí la novela grafica Arkham Asylum de Grant Morrison, me di cuenta que Batman no es más que la representación del humano medio, luchando en la sociedad en la que vivimos. Es fácil pensar que nuestra sociedad esta corrompida por el mal, y -aunque parezca alarmante- los tipos que están en los puestos de poder están realmente desquiciados.
Bush, Chávez, Putin, el Barbudo de Alquaeda y el compañero Fidel. Son sólo ejemplos de tipos que están dispuestos a todo con tal de seguir sus ideas y sueños -convencidos que ellos tienen la verdad absoluta-. En el ámbito más cercano tenemos a los «narcos» que azotan las ciudades de mundo haciéndose ricos a costa de los vicios de miles de seres humanos que necesitan algo para escapar de la realidad que les toco vivir. Y peor aún en nuestro país -Chile- tenemos a los chóferes de micro que están, literalmente, dispuestos a matar para ganar más dinero en sus trabajos.
En el ámbito más cercano tenemos a los «narcos» que azotan las ciudades de mundo haciéndose ricos a costa de los vicios de miles de seres humanos que necesitan algo para escapar de la realidad que les toco vivir. Y peor aún en nuestro país -Chile- tenemos a los chóferes de micro que están, literalmente, dispuestos a matar para ganar más dinero en sus trabajos.
Si el párrafo anterior no quedo claro, lo que quiero decir señores, es que nuestra sociedad es Arkham y los villanos están al mando. Y donde mierda entra Batman en todo este cuento.
En la elección, a diferencia de los grandes héroes de la Marvel y la DC, Batman eligió. Él decidió seguir un patrón de conducta, pararse en sus convicciones morales y no moverse un ápice frente a las adversidades de la vida. Él decidió ser un héroe, olvidó el miedo, y siempre que las circunstancias lo exigieron, Batman el Señor de la Noche, entró en Arkham, tomó su capa y se sumergió en la locura.
Nosotros como ciudadanos podemos elegir no tener miedo. Tal como lo hace Batman en la película. Nosotros vivimos en la locura, y junto con ella, el miedo nos acecha. Pero para consuelo de algunos, en medio de la noche en la esquina más oscura y en la pesadilla más tenebrosa, se encuentra Bruce.

© 2005, Daniel Vak Contreras.

Por qué Spider-Man y no Batman

Desde siempre he sido un seguidor de los héroes solitarios, de los héroes atribulados por problemas domésticos (que bien podrían afectarnos a cualquiera) pero que a su vez tenían que hacer frente a poderosas amenazas con forma de lagartos, buitres, duendes o pulpos; quizás por esa razón siempre he sentido una gran simpatía por un héroe como Spider-Man. Los personajes de DC quizás hayan sido la vertiente más desconocida en España (y léase que estamos hablando de cómics, ya que las películas y series han estado presente de una manera u otra), probablemente por ello no llegué a conocer a un individuo como Batman hasta bien pasada la adolescencia.
Aunque ambos son personajes solitarios, Batman es la antítesis de Spider-Man. Uno representa la oscuridad, otro la luz. Quizás esto os suene a tontería, pero si observamos las aventuras de ambos personajes, veremos que las hazañas de la araña transcurren mayormente durante el día, mientras que el murciélago se mueve como pez en el agua por callejones oscuros y paisajes sombríos.
Batman begins ha sabido captar la atmósfera y la esencia que envuelven al personaje. La psicología de Bruce Wayne está perfectamente representada. Es el eterno neurótico atrapado por la locura de ver morir a sus padres y querer ejercer una justicia divina que escapa a sus posibilidades. Vemos a Bruce sufrir en la génesis del personaje, lo vemos formarse en el santuario de Ra’s al Ghul, y finalmente asistimos al momento apoteósico en el que se enfunda la capa y comienza a tomarse la justicia por su mano, siempre bordeando los límites de la moralidad y debatiéndose entre ser un juez o un verdugo. No me cabe duda de que Christopher Nolan ha dado en la diana y ha acertado con más tino que Tim Burton y su Batman gótico y extremadamente surrealista.
Quizás éste sea el momento más adecuado para el desembarco de los comics de DC en España. La clave se encuentra en las manos de una gran editorial como Planeta.

No quiero dejar pasar esta oportunidad para recomendaros una web y un libro:

Batman Guía Visual (Web):
http://217.126.98.187/~batmanweb/

Y el libro Batman: el resto es silencio, de ediciones Pretexto/Dolmen:
http://www1.dreamers.com/productos/42325.html
http://www.tebeosfera.com/Obra/Libro/Monog rafia/Batman/elrestoessilencio.htm

Ambos productos de David Hernando, todo un estudioso de los cómics y un gran conocedor de la cultura batmanesca.

© 2005, David Mateo Escudero.

El nuevo precursor de cuentos

por David Mateo

Leer a Andrzej Sapkowski es dar un paso más allá de la mitología creada por Tolkien. En estos tiempos modernos, en los que tan fácilmente se otorga el título de sucesor del trono del Maestro, ostentándolo cualquiera que se mueva en unos parámetros creativos semejantes a los que en su día se basó Tolkien para dar forma a su obra, es muy difícil hallar a alguien que verdaderamente muestre un lirismo tan bello como el que desarrolló el autor de Birmingham en sus libros. Que vaya por delante que Tolkien es Tolkien, y Sapkowski no es ni mucho menos el maestro, sin embargo debe decirse que su obra retoma los registros de la Tierra Media.

Sapkowski sabe construir un mundo diferente al que creó Tolkien, y recrea una sociedad hundida en unos clichés autodestructivos y desgarradores que inevitablemente nos abocan a una sociedad decadente e impregnada por una mordaz crítica. Los personajes de Sapkowski son humanos, capaces de dejarse arrastrar por tentaciones mundanas. Los reyes no son poderosos señores destinados a ostentar la inmortalidad de su linaje, sino más bien son interesados patriarcas que tan solo desean acaparar poder y riquezas. Las órdenes de magos y hechiceros representan la corrupción y la ostentación de las pasiones más lascivas. Los elfos y los enanos son seres oprimidos y marginados; algunos de ellos sujetos al yugo de las naciones humanas, otros rebeldes inconformistas que tan solo desean retomar la grandeza que en otro tiempo ostentaron. El mundo de Geralt de Rivia –protagonista de la obra– es una tierra abocada a la modernidad, pero que se resiste a dejar atrás una edad dominada por las tradiciones más ancestrales; un mundo habitado por lamias, grifos, vampiros, quimeras, estriges, hombres lobo, y todo tipo de criaturas descendientes de la mitología de la Vieja Europa, en el que Geralt, el brujo protagonista, tendrá que prevalecer aventura tras aventura.

La obra de Sapkowski es extensa, sin embargo cabe destacar la Saga de Geralt de Rivia (Wiedzmin), cuyo primer cuento: El brujo se publicó en 1986 en el periódico polaco Fantastyka. En España podemos disfrutar de sus dos primeros libros de relatos: El último deseo y La espada del destino, en ellos Sapkowski deforma hasta lo absurdo leyendas populares como Blancanieves o la Bella Durmiente. La temática de dichos cuentos siguen, la mayoría de las veces, una trama lineal y repetitiva: Geralt, el brujo mutante, se gana la vida viajando de pueblo en pueblo, poniendo en alquiler sus espadas, y matando cualquier tipo de monstruo. Historia tras historia, Sapkowski nos irá presentando una serie de personajes que sentarán las bases para una saga épica futura que hará tambalearse los cimientos del mundo que habita el propio protagonista. Sin embargo, en estos dos primeros libros, nos encontramos con una serie de cuentos maravillosos que nos atrapan inmediatamente por su cinismo, mordacidad e ironía.

A todo ello hay que sumar la prosa de Sapkowski, que haciendo gala de una serie de registros atípicos hoy en día, nos sorprende en cada relato con diálogos desternillantes y situaciones que rayan lo absurdo. Pero tal como he señalado anteriormente, todas estas historias autoconclusivas sientan la base para lo que será la épica leyenda de Wiedzmin, desarrollada en los siguientes libros de la saga: La sangre de los elfos, Tiempo de odio (ambos publicados ya en España por Bibliópolis fantástica) Bautismo de fuego, La torre de la golondrina y La dama del lago (todos ellos de próxima aparición, según la editorial). En estos cinco libros los personajes que hasta ahora han llevado el pulso de la historia pasan a un segundo plano, incluido el propio Geralt, y las miras de todos los seres que habitan el mundo creado por Sapkowski se centran en una pequeña e inocente niña (Ciri) en cuyas manos parece radicar el futuro de una sociedad, que sacudida por terribles guerras, se halla abocada a la propia autodestrucción.

Sapkowski, libro tras libro, sabe mantener la tensión en la trama. No es que nos presente una situación diferente a la que nos puedan ofrecer otros libros de fantasía, sin embargo los acontecimientos se suceden de forma trepidante. El amor deja paso a la acción, las conspiraciones a las bajas pasiones, los secretos son más intrincados y retorcidos en cada volumen, y el destino de Ciri se vuelve más funesto y preocupante en cada capítulo. Geralt y Yennefer, la pareja protagonista, buscarán metas opuestas para la propia Ciri, encontrándose una y otra vez a lo largo de la saga, y manteniendo momentos de tensión y de fino erotismo. Los rebeldes Scoia’teals (elfos y enanos herederos de la vieja sangre) pugnarán por recobrar un mundo arrebatado por los humanos, y la todopoderosa nación de Nilfgaard lanzará sus garras sobre un país desvalido y desvencijado. Únicamente el destino de Ciri podrá contener el avance destructivo de todos estos factores.

La saga de Geralt se ha vuelto tan famosa en su país de origen que dio lugar a una película de imagen real, una serie de televisión e incluso una colección de cómics. Así mismo la obra de Sapkowski ha sido traducida al ruso, alemán, checo y español. Del autor podría decirse que nació el 21 de junio de 1948 en la ciudad polaca de Lodz. Es economista, y al igual que Tolkien hizo en su día, su obra contiene gran variedad de alusiones a problemas reales del mundo contemporáneo, como pueda ser la reclusión de las clases más desfavorecidas por las grandes naciones, la restricción de los derechos humanos, la intolerancia, etc.

Aparte de la Saga de Geralt, podrían citarse otras libros de Sapkowski como Maladie, una nueva versión de la tragedia de Tristán e Isolda, el ensayo El mundo del rey Arturo (Swiat krola Artura), o su más reciente obra: Narrenturm, una trilogía histórica con elementos fantásticos que nos traslada a las guerras husitas. Bibliópolis también ha editado el maravilloso cuento ilustrado La tarde dorada, un sueño embelesador sobre gatos que hace referencia al mágico mundo de Lewis Carroll y su exquisita obra Alicia en el País de las Maravillas.

por David Mateo