Gojira

11 de octubre de 1979
(Reuters) Por enésima vez, el monstruo anfibio Gojira ha destruido la ciudad de Santiakyo. Esta fotografía (AP) retrata el alcance de la devastación (la estructura más cercana es lo que queda de la casi irreconocible Torre Entel). A través de una serie de fotografías satelitales se calcula que la bestia cruzó la Cordillera de la Costa entre las 11:00 y 12:00 hrs. del lunes. Esta imagen fue tomada el martes, cerca del mediodía.
Por años se ha especulado que Godjira (también conocido como Godzilla o Godzila) es el producto de una mutación acuática precipitada por una serie de pruebas nucleares realizadas en agosto del ‘62*.
*Refiérase a la nota de The Times escrita por P. Castro —“Chile realiza su primer test nuclear”.

LLEGA PORTAAVIONES CHILENO


ESPECTACULAR RECIBIMIENTO PARA EL «ALMIRANTE LATORRE»

La nave, construida en astilleros ucranianos, asumirá el rol de buque insignia de la Armada. La Presidenta Marín y el Canciller Allende recibieron en el puerto a la gigantesca unidad con la que Chile ingresa al selecto grupo de propietarios de portaaviones nucleares.

VALPARAISO. Enero 1992. Bocinas de buques de la Armada y vítores desde los cerros acompañaron el arribo del portaaviones Almirante Latorre al Puerto de Valparaíso. El colosal buque arribó pasadas las diez de la mañana, escoltado por el buque escuela Esmeralda y los Cruceros Prat y O`Higgins, unidades que se vieron empequeñecidas ante el coloso de 300 metros de largo y casi diez pisos de altura.

El Almirante Latorre fue construido por los astilleros estatales ucranianos, dentro de las políticas de intercambio científico y tecnológico firmado entre La Moneda y el Kremlin. Propulsado por tres reactores nucleares gemelos, el buque es hermano del Ulyanovsk, actualmente en servicio en la marina rusa. Superado en tamaño sólo por las naves de la clase Nimitz norteamericana, el nuevo buque insignia de la Armada pone a Chile en el selecto grupo de propietarios y poseedores de las unidades de guerra más grandes y poderosas del planeta. Una tremenda responsabilidad, como fue acentuado por más de una autoridad presente en el evento.

La Presidenta Marín, que encabezó la recepción del portaaviones, junto al canciller Allende, gestor de la compra, se manifestó orgullosa del nivel de las relaciones entre Chile y la Unión Soviética. Aprovechó la ocasión para recalcar que la reciente adquisición no contribuirá al desequilibrio estratégico en la región, «por lo contrario, aseguró, «el buque está al servicio de todos nuestros pueblos hermanos, en la mutua lucha contra los embistes del capitalismo norteamericano». Su discurso aprovechó, además, de destacar el reciente pacto con la Paz que entrega al gobierno Boliviano el dominio conjunto de toda la costa comprendida entre el límite con Perú y Iquique.

Trascendió que dado el tamaño de la nave, deberán hacerse trabajos de ampliación en los puertos de Valparaiso y Talcahuano. Mientras esto no suceda, la nave continuará anclada en la bahía de Valparaiso, esperando el arribo de su contigente aáreo con el cual iniciarán las pruebas en alta mar, fechadas para marzo próximo.

El mando del buque fue entregado al Almirante Salvador Irribarra, figura clave en la victoria chilena en la guerra de los 3 días de 1979.

Nostalgia

Llegaron el jueves 16 de octubre del 2004 a las 19.54 hrs. Nadie se olvidará nunca de ese detalle, hasta todos se acuerdan del tiempo de ese día, corría una brisa fresca, había unas nubes extrañas y oscuras atravesando el cielo, quedaban vestigios de luz solar en las copas de los árboles. Los primeros fueron avistados cerca del Parque Forestal y, a los pocos minutos, llegaron rumores de que salían de los túneles del metro, otros decían que habían descendido del cielo. El ejército no supo reaccionar a tiempo, en realidad no sabían qué hacer, digo ¿qué haría uno en esa situación? Las cosas nunca serán como antes… bueno, no falta decirlo. Lo más preocupante es que la generación que viene jamás sabrá cómo eran las cosas antes del jueves 16 de octubre del 2004 a las 19:54 hrs.

el obituario del Capitán Gloria

José Stalisnao González (1950-2004) : tercer Vigilante en la sucesión del Capitán Gloria. Se suicidó colgándose de un árbol en un sector rural de la comuna de La Calera. Tenía 54 años y sufría de Parkinson. Fue sidekick del segundo Capitán Gloria y previnieron un ataque interdimensional de los Hombres Pánico, en mayo de 1978. Asumió el manto del Capitán en 1990 y abandonó dicho rol en 1998. No tenía poderes metahumanos y su Parkinson obedecía a lesiones cerebrales adjudicadas a las innumerables peleas que sostuvo en su trabajo en los bajos fondos durante el período 1973- 1998. Escribió memorias y un libro de poesía de corte hermético llamado “El sonido de la metralla”

*Foto: Paz Errázuriz.

EL PROCESO


1º de mayo, 1979

Mientras se desarrolla el desfile oficial del Día del Trabajador Combativo, cuyas columnas marchan desde las 10 de la mañana por la Alameda Mártires de Abril, el Presidente Allende se encuentra simultáneamente en dos lugares.

Desde los balcones de La Moneda, protegidos con gruesos cristales antibalas desde el atentado contra el Presidente perpetrado en septiembre del ’73, y que costó la vida al Comandante en Jefe del Ejército, general Augusto Pinochet, una réplica exacta de Allende recibe el fervoroso saludo de la clase obrera y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, pilares del Proceso de Emancipación Nacional iniciado con el alzamiento de abril del ’76. Algunas cuadras hacia el oriente, en las oficinas centrales del Proyecto Synco, el Presidente junto a su mano derecha, el ministro de Información Fernando Flores, monitorea la puesta en marcha de una nueva fase del Programa de Control, orientado a la neutralización de elementos contrarrevolucionarios detectados por el Ministerio de Información al interior de la CUT, el Partido Radical Revolucionario y el MAPU-Insulza.

Decenas de pantallas transmiten, desde distintos ángulos, las imágenes del desfile central captadas por las cámaras de vigilancia, a la vez que no dejan de llegar las informaciones telefónicas desde los centenares de oficinas que las Juntas de Vigilancia Revolucionaria tienen a lo largo del país. Allende, cansado, fija su mirada en una de las pantallas, que muestra el edificio institucional de la Central Única de Trabajadores, desde donde los máximos dirigentes de la UP –los que no han sido advertidos por La Moneda- observan la monumental marcha obrera y militar. Pide a uno de los operadores que realice un zoom in sobre la ventana que da al balcón de la sede sindical, con lo que distingue nítidamente el rostro del presidente de la Central, el mapucista Enrique Correa, acompañado por el abogado y dirigente de la ANEF Ricardo Lagos. Fernando, terminemos luego con esto –la voz del Presidente denota el agotamiento de los últimos meses, marcados por las purgas internas de la Unidad Popular. De inmediato, Salvador.

La monumental explosión, adjudicada a grupos paramilitares fascistas, y que costó la vida de cerca de 200 personas, entre ellos destacados miembros y dirigentes del régimen, sólo fue antecedida por una sutil y casi imperceptible seña de Fernando Flores al aún joven técnico Raúl Zurita, encargado de Control y Operaciones del Proyecto Synco.

Brodsky, Camilo. Historia de los sindicatos en Chile. LOM Ediciones, Santiago, 2004

CHILE v/s PERU: ¿Guerra sin fin?

20 de Junio de 1986
CHILE v/s PERU: ¿Guerra sin fin?

Por Hans Dietzel

“¿Es usted periodista?”, me pregunta el Capitán Marcos Saez del Ejército de Chile. “Sí”, le respondo. “¿De qué país?” pregunta nuevamente. “Soy corresponsal del diario alemán Der Spiegel”, le digo mostrándole mi credencial. Saez me observa atentamente, y luego me dice: “Bueno, si es alemán, mejor entonces quítese el casco y esa ropa. Si los peruanos lo ven creerán que viene del sur y le dispararán”.

La advertencia parece no tener mucho sentido, y puede resultar demasiado obvia, pero debe tomarse en serio si uno conoce la historia de Chile. Mientras me quito la ropa, el Capitán Saez me explica que mi apariencia europea (tengo el pelo rubio y los ojos azules) puede confundirme con un chileno de origen alemán, proveniente de la inmensa colonia teutona presente en las principales ciudades del sur chileno. “Los cholos tienen preferencia en matar a gente del sur” me advierte. “¿Y eso por qué?”. “Por una cuestión de complejo racial”, responde.

“Cholos”. Así llaman los chilenos en forma despectiva a los soldados peruanos. Hay también epítetos y actitudes peores que reflejan un odio de más de cien años y que ha transformado la reciente guerra entre ambos países en uno de los conflictos más sangrientos de América Latina. “Los peruanos siempre nos han odiado, por eso esta guerra es algo normal para nosotros. Sabemos que tarde o temprano ocurriría. Pero no lograrán derrotarnos. Es cosa que vea la historia. Chile nunca ha perdido una guerra” me explica Saez.

Una guerra que desde su inicio en 1979 ha cobrado más de treinta mil víctimas, sin señales de victoria para ninguno de los bandos. En realidad, cada país maneja sus propias versiones y han desarrollado una amplia campaña diplomática para acusarse mutuamente de iniciar las hostilidades. Lo que hace cinco años comenzó con un despliegue de tropas en las respectivas fronteras a poco de cumplirse cien años de la llamada Guerra del Pacífico (conflicto en el cual Chile derrotó y humilló a Perú y Bolivia a fines del siglo XIX) es hoy en día una de las guerras más duraderas de los últimos años, y que parece no tener fin.

Si bien los peruanos lograron sorprender a las fuerzas chilenas en las primeras semanas de iniciado el conflicto, capturando gran parte del territorio que el Perú perdió durante la última guerra, los chilenos lograron repeler la avanzada y montar un violento contraataque que diezmó a gran parte de las fuerzas peruanas que seguían hacia el sur.

“Fue una estupidez”, dice Fabricio Couto, analista de defensa del Centro de Estudios Estratégicos del Brasil. “El Alto Mando peruano buscaba emular la ofensiva egipcia contra los israelíes durante la Guerra del Yom Kipur, es decir, reconquistar territorio perdido y forzar una negociación. Pero las divisiones internas en el Ejército Peruano, junto con el clamor popular, hicieron que algunos generales con ambiciones políticas, al ver el éxito de la ofensiva, siguieran avanzando. Eso produjo el alargamiento de sus líneas de abastecimiento, quedando expuestos a los bombardeos de la Fuerza Aérea de Chile y a la posterior contraofensiva. El plan original era mantenerse en el territorio ocupado y asegurarlo con poderosas líneas de defensa. Las fuerzas de tierra destinadas a proveer esas líneas continuaron avanzando cuando vino el ataque de los chilenos.”.

Ahora, desplegadas en gran parte del desierto nortino, chilenos y peruanos se observan desde sus largas trincheras esperando un nuevo ataque de infantería o un bombardeo. Los duelos de artillería se han transformado en una pesada rutina, tal como sucede entre indios y pakistaníes en Cachemira. “Ellos nos bombardean y nos cubrimos. Luego los atacamos nosotros. Cada uno de los bandos recoge sus muertos y heridos, preparándose para otro día. Así de simple” me explica Saez. “Con el tiempo se vuelve algo aburrido, pero ya estamos acostumbrados”.

Saez y sus hombres se lo toman como un trabajo más. Pasan gran parte del día recolectando agua y chequeando sus armas. A veces sus ojos se vuelven hacie el cielo, persiguiendo el ruido de algunos jets de combate que rompen el distante silencio del desierto. Por momentos incluso, no parece haber guerra para ellos, aunque saben muy bien que en cualquier momento las cosas pueden volverse muy feas. “Hace tres semanas una columna de tanques apareció más allá de esos camiones que ve humeando. Eran tanques T-80 de fabricación rusa. Se nos había acabado la munición para los antitanques, así que ordené a mis hombres preparar unas molotovs y lanzarlas cuando los tanques estuvieran a menos de quince metros. Poco antes que atacáramos, la puerta de una torreta se abrió y pudimos ver a un soldado chileno que nos gritaba para que no disparáramos. Eran boinas negras que operaban tras las líneas peruanas. Robaron los tanques aprovechando que los peruanos estaban viendo un partido de fútbol de su selección”.

El dato no es menor. Según informes del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, durante el reciente Mundial de México los peruanos sufrieron graves pérdidas debido a que los chilenos aprovecharon el descuido de varias unidades peruanas, cuyo personal estaba más preocupado de la suerte de su selección en las semifinales, algo que los chilenos lograron evitar gracias a que su selección no clasificó para la cita mundialista.

Saez se ríe contando ésta y otras anécdotas y sus hombres celebran. Creen que la guerra terminará pronto y que la victoria será para Chile. Confían en el peso de su historia y en el enorme prestigio de sus fuerzas armadas. “Nosotros tenemos vocación militar, disciplina, ellos no. Con el tiempo eso hará la diferencia”, me explica Saez. “¿Qué harás cuando la guerra termine?”, le pregunto. “No lo sé. Quizás retome mis estudios de técnico-agrícola o bien me quede en el Ejército trabajando como instructor. Nunca se sabe cuando puede venir otra guerra”.

Der Spiegel

LA EDAD DE PLATA

Nuestra Edad de Plata comenzó oficialmente el 30 de Mayo de 1962, cuando en la ceremonia de inauguración del Séptimo Campeonato Mundial de Fútbol en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el Presidente de la Federación de Fútbol, Juan Goñi presentó ante la enardecida multitud a La Selección Tricolor, los vigilantes oficiales de Mundial y la nueva generación de Superhéroes Chilenos. La idea de crear este equipo fue del propio Carlos Dittborn, gestor del evento deportivo, fallecido meses antes. Dittborn encargó a un equipo especial del departamento de prensa y relaciones públicas de la organización del campeonato que crearan un símbolo. Pero uno diferente, concreto, más allá de las tradicionales e infantiles mascotas mundialeras. Pedro Fornazari, jefe de Prensa, contrató a Mario Uso, destacado y veterano ilustrador chileno de ascendencia italiana para que ideara este solicitado símbolo. Y Uso era sin lugar a dudas la persona idónea. En su currículo destacaba la creación y el diseño de Ordeniapatria, el más popular de los campeones patrios de la edad de oro.
El estudio de Uso y asociados propuso a la Federación la creación de un equipo de superhéroes inspirados en la Selección Nacional, el cual apropiadamente fue llamado Selección Tricolor ya que sus uniformes y capas ostentarían los simbólicos colores patrios. Juan Francisco Iturra, secretario de Prensa del Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez vio con buenos ojos esta iniciativa y dio todo el apoyo del Estado a ella. La Selección Tricolor no sólo debía ser un símbolo futbolístico, sino también un icono de esperanza nacional tras el devastador terremoto de 1962. Y así fue. Tanto que jamás nadie se preguntó porque no habían aparecido un par de meses antes para ayudar a los damnificados en el pavoroso cataclismo que prácticamente sepultó a la sureña ciudad de Valdivia.
El propio Ordeinpatria, en su regreso a la acción, presentó en la inauguración del Mundial del 62 a la flamante Selección Tricolor, comandada por el delantero, Capitán Tricolor e integrado por Portero Tricolor, el rudo del equipo; Defensor Tricolor, el joven impetuoso; Juez Tricolor, el cerebro y arbitro y Señorita Tricolor, la bella de bellas, figura que no tenía mucho que ver con el fútbol pero que dio el toque sensual y femenino al equipo, además de aportar la siempre necesaria tensión sexual entre sus integrantes.

Por casi ocho años, entre 1962 y 1969, la Selección Tricolor, acompañada Ordenipatria protagonizaron giras, radioteatros y revistas de historietas. Inspiraron muñecos de acción y fueron el sueño de cada niño. Todos querían ser miembro de la Selección Tricolor. De hecho su popularidad sólo fue equiparada por la de los nuevos cantantes chilenos de la llamada Nueva Ola. Sin embargo, ni el arrastre de figuras como los Red Junior (cuyo nombre se pensó a partir de una estrategia para crear un equipo de héroes cantantes) o la de José Alfredo Fuentes tuvo el poder popular de un Capitán o un Portero Tricolor.

Pero el ritmo de las cosas cambió el 20 de Julio de 1969. Ese día el astronauta norteamericano Neil Armstrong pisó la superficie lunar. El acto no sólo marco un gran salto para la humanidad, sino el fin de los superhéroes como campeones favoritos de la imaginación. Los niños y adolescentes ya no querían ser vigilantes enmascarados, sino ir a la luna en un cohete. La carrera espacial dejó claro que no se necesitaban ni identidades secretas ni poderes extraordinarios para convertirse en el mayor de los héroes. Mario Uso y su equipo de dibujantes intentaron darle un nuevo impulso a la Selección Tricolor, matando al veterano Ordenipatria en una de las aventuras más tristes de la historia superheroica nacional y reemplazándolo luego por Astro Chileno, el primer cosmonauta de este lado del mundo. Pero no dio resultado. Como tampoco sucedió con la magnífica boda de Señorita Tricolor con Capitán Tricolor. Evento esperado por años pero que, paradójicamente, cuando sucedió, no fue aclamado por las masas. El 20 de Febrero de 1970 se disolvía la Selección Tricolor y con ella acabó nuestra edad de Plata.
Pasarían diez años antes de que volviéramos a tener nuevos superhéroes. claro, en un marco social y político muy distinto.

Alvaro Bisama y «Caja Negra»: El esfuerzo por lograr una literatura realista en Chile

La obra «Caja negra» del crítico (y ahora novelista) chileno Alvaro Bisama ha venido a romper el escenario narrativo nacional con su desusada descripción intimista de paisajes interiores, un acabado estudio psicológico de diversos personajes encerrados en sus temores y contradicciones, y la cuidadosa recreación costumbrista de las costumbres de las elites capitalinas. Realista a ultranza, y discípulo confeso del incomprendido y jamás reconocido José Donoso, Bisama hace un esfuerzo mayúsculo para sacar a la novela chilena de sus disquisiciones fantásticas y su ya repetida reutilización del pastiche pop y los best-sellers fantásticos de exportación.

«Sólo quise hacer la novela que siempre quise leer» dice Bisama, quien se declara harto de la industria comiquera nacional, de los repetidores de la fantasía heroica de la medievalista Gabriela Mistral y del rol de vaca sagrada del escritor de space opera Pablo Neruda, que ha influido a diferentes generaciones de chilenos con su imaginación desbordante y su gusto por los excesos. «En cuanto se comienza a mirar por debajo de la permanente invención en la literatura nacional» explica el autor, «surge de inmediato una oculta nostalgia por los cuadros que rescaten la médula de la experiencia humana, la relación del hombre con sus pares, la pincelada sencilla pero certera que habla de cosas simples pero reales que nadie quiere enfrentar, como la vida de los jóvenes drogadictos en la década de los ochenta, los desencuentros amorosos en una ciudad donde todos pierden la memoria y la identidad. La orfandad, el crimen, las deudas no saldadas de la dictadura, el malestar de la transición.»

Aunque ha recibido buenas críticas, su novela aún es vista como un experimento fuera de lugar. En cuanto a las ventas, es difícil que se acerque a los niveles de superventas como «El revés del alma», el thriller sobre la manipulación cibernética del hilo de plata, de la artista plástica Carla Guelfenbain, o el tomo cuatro de ucronías de la historia de chile, donde contribuyen autores que comparten su trabajo en literatura con la música electrónica (Rafael Gumucio), el cine (Enrique Lafourcade), el video clip (Hernán Rivera Letelier) o la música de cámara (Alberto Fuguet). «He sido fiel a la literatura» reconoce Bisama, que ha centrado su carrera en los estudios críticos del poeta post-creacionista Jorge Teillier y de la poesía religiosa de Gonzalo Rojas.

Aunque una estrella solitaria en el panorama nacional, «Caja Negra» se liga a otros esfuerzos del realismo, como la novela-testimonio sobre la dictadura, «Ygdrasil», del arquitecto y sindicalista Jorge Baradit, o las irregulares columnas costumbristas del mundo rural chileno, del agudo observador Francisco Ortega. Rodrigo Mundaca, director del fanzine TauCero, reconoce que la literatura realista puede tener un espacio dentro de la literatura nacional, y que el panorama es mucho más alentador en otros países hispano hablantes.

El tiempo dirá si los esfuerzos de estos autores persisten y abren una brecha en la tradicional literatura y cine fantásticos tan propios de Chile que se han vuelto parte de nuestra imagen-país: «Chile, donde pervive la Ciudad de los Césares». «Nuestro país hubiera tenido una literatura distinta si la ciencia ficción de Neruda no hubiera opacado los sencillos versos láricos de autores hoy olvidados como Nicanor Parra» explica Mundaca. Sin embargo, reconoce que el momento fundador de nuestra literatura está en las largas horas que los escolares de Chile le dedican, por el currículo de las clases de Lenguaje y Comunicación, a las aventuras del superhéroe intergaláctico «Martín Rivas», piedra angular de nuestra literatura.

El Rey y el General (1)

Obreros que trabajaban en la ampliación de los muelles de carga del puerto de Concepción, encontraron los restos que presuntamente serían los del mítico Arauco.

Como se sabe, en 1870 el Rey de la Araucanía, Oreille Antoine Tounnens, le declaró la guerra a Alemania, como “Gesto de nobleza hacia mis orígenes”, gesto que fue acompañado de una teatral entrega de los documentos correspondientes en la legación Alemana de Santiago. Pese a que su séquito de conas y machis, abogados y políticos estuvo acompañado de miles de personas, las puertas de la legación permanecieron cerradas, lo que el populacho interpretó como otra muestra de la apatía y poco sentido del humor germano, lo que fue premiado con el alegre apedreo y posterior incendio del edificio.

Oreille, que siempre había gozado de amplia popularidad en Chile por su extravagancia, regresó al exiguo reino que mantenía en Arauco, concesión del gobierno de Manuel Monnt que provocara en su época un escandalo político, debido que gran parte del congreso opinaba que el Rey de la Araucanía era un aventurero peligroso, que debía estar encerrado, o ser expulsado del territorio. Una colecta organizada por sus partidarios permitió la compra de un predio al sur de Coelemu, que Oreille llamó “Nueva Francia”, con límites desmesurados que el mismo decretó desde el BioBio hasta el estrecho de Magallanes, y de cordillera a mar.

En Coelemu, a su regreso de Santiago, lo esperaba el general Nathaniel Merrill, uno de muchos militares Estadounidenses llegados al país tras la derrota Unionista en la Guerra Civil Americana. Merril, cuyos servicios fueron rechazados por el ejército Chileno debido a su carácter e historial, se unió a la causa de Oreille, conviertiéndose en su factótum y embajador personal ante los gobiernos y cortes del mundo, amén de asesor en asuntos militares.

Plebiscito

AP, Argentina.
Santiago de Chile, 11 de junio de 1931.

Esta mañana, el presidente Marmaduque Grove, presidente de la República Socialista de Chile, anunció que la fecha para el plebiscito que definirá el ingreso de este pequeño país a la Federación Argentina está decidida. El próximo día 18 de septiembre de 1931, la ciudadanía se pronunciará acerca del ofrecimiento de la Federación Argentina para incorporarse a sus fronteras. El presidente Grove hizo hincapié en que las condiciones son favorables y que el Secretario de la Federación ha prometido que la futura provincia de Chile elegirá a sus propios representantes, alcaldes e intendentes y que el desarme de sus Fuerzas Armadas se hará en un lapso de 5 años, tiempo en que la integración será definitiva.
Recordemos el largo desplome sufrido por nuestro vecino país, luego de la catastrófica derrota frente a Peruanos y Bolivianos en la «Guerra del Pacífico», donde perdió gran parte de su territorio nacional, hoy día colindante con Bolivia en la conflictiva frontera del río Aconcagua. Luego del desastre bélico, el frente de Arauco (la guerra contra los mapuche)se reactivó con inesperada violencia haciendo retroceder a las tropas chilenas hasta Constitución. Los mapuche, apoyados por nuestras tropas de apoyo a la causa indígena a cambio de integración política, firmaron un acuerdo con la Federación para integrarse en un lapso de 10 años, previa observancia a una serie de puntos.
Chile quedó reducido a un país sin acceso a materias primas fundamentales, sin riquezas naturales y sin el poder militar para resistir a sus vecinos del norte, deseosos de borrarlos del mapa, reivindicando supuestos derechos ancestrales Incas sobre la zona.
De aprobarse la anexión por la ciudadanía, Chile se convertiría en provincia argentina para todos los efectos políticos y legales internacionales.
Las autoridades políticas no descartaron, extraoficialmente, cambiar eventualmente el nombre de la provincia para evitar futuros conflictos o frondas separatistas. El ministerio de Educación propuso el nombre de «Provincia de San Martín», junto con entregar un plan educacional que reoriente la enseñanza de la historia en la nueva provincia hacia valores y eventos propios de la Federación Argentina. El objetivo es hacer desaparecer del recuerdo de la región, en el más corto plazo, a la antigua República trasandina.