El teniente Bello

En abril de 1939 despegaba de la base de El Tepual, sede de la III brigada aérea , el Heinkel He 274 pilotado por el teniente Alejandro Bello. El cuatrimotor, de origen alemán, pertenecía al secreto Grupo Aéreo Estratégico, o GAE, que operaba desde esta base de la región de los lagos. En su bahía de carga, portaba el último logro de los científicos del proyecto Austral, la bomba de plutonio que sería lanzada en la fortaleza que el grupo terrorista Triángulo Negro mantenía en la antártica.

El avión desapareció de los radares cuando cruzaba el estrecho de Magallanes, y nunca volvió a aparecer. La búsqueda del avión siniestrado duró años, en un inútil intento de recuperar la bomba.

Treinta años después, la amenaza del Triángulo Negro era un borroso recuerdo, reducido a algunas notas fantasiosas en la revista Vea. La Fach negó a partir de 1940 la existencia del GAE, demoliendo El Tepual y construyendo edificios encima. Del proyecto Austral solo quedaron algunos memorándums y un par de fotografías, una de ellas del avión de Bello, todas falsas según el comunicado oficial de la Fach de 1952.

La historia del Teniente Bello ganó popularidad y se convirtió en un mito. A principios de los 70, la editorial Quimantú publicó las aventuras de GAE, comandado por un arrojado Teniente Bello, en una eterna lucha contra los ahora olvidados terroristas del Triángulo Negro. La ahora escuadrilla de modernos Hawker Hunters nunca contó con la venia de la Fach, convirtiéndose en una de las revistas más vendidas de la editorial. Su creador, el dibujante Máximo Carvajal, no asistió a la entrega del premio nacional de literatura, en el apartado historieta, que ganó con la publicación del especial “GAE contra los trifidos australes”. Nunca se le volvió a ver, y su extraña desaparición lo convirtió en un ícono del imaginario nacional. Los rumores de que Carvajal era en realidad Bello dieron paso a la leyenda urbana, con un teniente bello ciego y paralítico relatandole sus recuerdos al dibujante de Quimantú.

El Pánico del ’88


El jueves pasado llegó a mis manos un dossier desclasificado sobre el Pánico del ’88 —para aquel que, por alguna razón insólita, no sabe del Pánico de ’88, fue una falsa alarma involucrando la presencia de un agente bacteriológico mortífero que provocó la evacuación total de Santiago (11-18/10/1988). El origen de la supuesta amenaza era un joven de 17 años, el dossier lo identifica con el nombre Strain (su nombre real ha sido censurado). Efectivos del ejército lo aislaron en un supermercado de Providencia, sellaron el edificio y abandonaron la ciudad con los demás habitantes.
Uno de los archivos del dossier contiene varias hojas manuscritas por Strain. De lo poco que no ha sido censurado pude rescatar lo siguiente:

(Día 1) La soledad no es lo que me molesta, además acá tengo todo lo que necesito… lo desconcertante es el silencio de la ciudad, creo que nadie nunca ha oído la ausencia humana en este lugar.
(Día 2) Anoche oí algo extraño… dormí mal.
(Día 3) Yo de nuevo… volví a oír el sonido, es indescriptible… desgarrante. No pude dormir.
(Día 4) Ahora es incesante… no se detiene, me tapo los oídos con bolitas de algodón del pasillo 8, no resulta… no lo soporto.
(Día 5) Es la ciudad… estoy seguro de ello… creo que el sonido siempre ha estado entre nosotros, es que nunca hemos podido oírlo… sólo ahora… sus calles desiertas… sin zumbidos, pasos, vehículos, conversaciones, aspiradoras, secadoras, consoladores eléctricos, nada… ahora la urbe se hace oír… ella grita… sus gemidos angustiados, nauseabundos… desea la muerte…

Jamás se reveló la verdadera identidad de Strain.