Insomnolencia: una ucronía microhistórica


El pasado 19 de octubre cada objeto, estructura, persona, animal, ente vegetal y elemento molecular fue retirado de las coordenadas que hoy conocemos como la Región Metropolitana, para ser reemplazado de forma instantánea por una réplica exacta de cada objeto, estructura, persona, animal, ente vegetal y elemento molecular desaparecido. Una sustitución perfecta.
La próxima vez que se lleve a cabo (el 8 de diciembre 2022) las cosas no saldrán tan bien, los otros yo-es que nos sustituirán vendrán con una pequeña deficiencia… un detalle que se extraviará durante el proceso de suplantación —nuestros reemplazos nos encarnarán sin sueño. Al no poder dormir, en pocos días sucumbirán, dando paso a la locura e, inevitablemente, fallecerán sin entender por qué. Entonces… y sólo entonces, sus ojos lograrán producir la esquiva y codiciada descarga mucopurulenta.

Imagine that the universe sprang into being five minutes ago, exactly as it then was, with a population that “remembered,” and physical structures that “recorded,” a wholly unreal past.
-Bertrand Russell

STEAM PRAT

Su existencia era por tanto evidente,
el hecho en si no podía negarse,
y la emoción producida en el mundo entero
por tan sobrenatural descubrimiento
resultaba más que comprensible…
Julio Verne

LA BRUMA DE LA MAÑANA formaba una pálida cortina sobre la bahía de Iquique. Delante y arriba, en la cofa del palo trinquete, el vigía del Huascar trataba de distinguir alguna forma en medio de la neblina.
21 de Mayo, 1879.
-¿Qué hay?-, preguntó un oficial, parado de pie junto a la torre principal de artillería.
El centinela negó con la cabeza.
El oficial miró al capitán Miguel Grau, quien asomó su gruesa figura por la escotilla del puente de mando. Le dijo que no había novedades.
-A media marcha-, ordenó el comandante, regresando de inmediato a su lugar tras el timón Se quitó la gorra y miró hacia la popa, cerca se distinguía la silueta maciza de la fragata Independencia. Los dos buques de guerra más poderosos de la escuadra peruana iniciaban su cacería de chilenos. La misión era clara: despejar el puerto de Iquique y hundir las unidades enemigas que lo bloqueaban.
-Aumente dos cuartos-, indicó Grau. Sabía que aquello revelaría su presencia, pero era un riesgo válido. Los buques a su mando eran rápidos y sigilosos, mas el humo de dos chimeneas altas, con las calderas devorando toneladas de carbón no pasarían desapercibas. Humos al norte, no tardarían en identificar en las cofas chilenas. Confiaba que la ventaja de la fuerza inclinara la balanza a su favor.
Las frías aguas eran cortadas por el espolón del Huascar. Grau llamó a su primer oficial y le ordenó cargar la artillería frontal. Luego tomó asiento y dedicó los siguientes minutos a revisar el informe del espía. La Esmeralda y la Covadonga, una vieja corbeta de madera y una cañonera con aún más años de servicio, no parecían ser rivales. Ni siquiera eran naves útiles para cerrar un puerto. El capitán peruano frunció el ceño, no era tonto, llevaba años dirigiendo naves de batalla y la movida de los chilenos era una trampa por donde se le mirara. Lo advirtió a sus superiores, pero nadie le hizo caso, las órdenes eran órdenes. Nadie podía ser tan ingenuo, tampoco tan idiota. Arturo Prat, leyó la identidad del comandante de la Esmeralda. El nombre le era familiar, pero no podía recordar por qué, ni dónde.
-¡Palos delante!-, gritó el joven marino, encaramado en la cofa del monitor.
Grau se asomó por los ventanales de la torre. El sol otoñal comenzó a despejar las nubes y la costa se apreciaba llana. Entonces los vio, los mástiles del enemigo, pequeños a la distancia, solitarios como tumbas.
-Velocidad de ataque-, ordenó.
Las calderas del Huascar rugieron al aumentar las revoluciones de la propela. Metros atrás, la mole de la Independencia repitió la maniobra de su nave hermana. La batería de proa también apuntó hacia los chilenos. El Huascar iniciaría el ataque, la Independencia limpiaría lo que quedara.
Los buques chilenos ni siquiera se inmutaron.
-Algo acá no está bien-, murmuró Grau. –Fuego a discreción-, ordenó.
Uno de los cañones de la batería doble, montada en una torreta giratoria, apuntó al frente de la Esmeralda. Tres minutos después, un proyectil con cuatrocientos kilos de explosivos tronó sobre la superficie, trazando un arco limpio contra la corbeta adversaria.
Una columna de agua se levanto frente a la Esmeralda. Grau aguardó antes del siguiente movimiento. Nada sucedió. Pidió un catalejo y miró al enemigo. Ni una sola alma sobre cubierta, la Covadonga también aparecía abandonada. Ya no cabía duda, era una trampa. Nervioso se asomó a la borda y miró hacia los cuatro puntos del horizonte. Estaba seguro que el Blanco o el Cochrane, alguno de los blindados chilenos, no demorarían en echárseles encima.
El oficial de armas miró al comandante.
-Apunte al castillo de proa-, ordenó Grau.
La torre del Huascar chirreo sobre su base articulada, ubicando los cañones gemelos en posición de tiro. Grau bajó la mirada. El estruendo llenó de vapor y humo la cubierta del monitor. Dos proyectiles silbaron a pocos metros de la superficie del mar hasta impactar en la proa de la Esmeralda. La corbeta adversaria voló por los aires, inflamando sus maderas descubiertas. El palo frontal se vino abajo, arrastrando en sus cuerdas a gran parte del empenaje.
Y nadie hizo nada.
A esas alturas, Grau ya tenía claro que las cosas no estaban bien. Tomó el altavoz y ordenó máquinas en retroceso. Pero la trampa ya estaba cerrada y los cazadores cazados.
Por un monstruo que cayó del cielo.
Fue el debut público del Valparaíso, la primera aeronave blindada de la historia. La respuesta a la eterna pregunta de si éramos capaces de hacer volar un buque de guerra. Un prodigio de la ingeniería, conseguido gracias al poder de la metahulla, el milagroso mineral verde oscuro que hacía sólo un par de años fuera descubierto en las minas de la provincia de Arauco, en el sur de Chile. Piedra milagrosa, cuyo descontrol energético terminaría cambiando para siempre el estatus de Chile en el concierto internacional. Y el Valparaíso fue sólo uno de sus primeros usos. Un acorazado de sesenta metros de eslora, artillado con torres más grandes que la del Huascar y propulsado por mástiles rotatorios. Un pesado y mortífero mastodonte volador, adelantado en décadas a los globos dirigibles que por aquellas mismas fechas hacían furor en Europa.
Ruidoso y rodeado de vapores blancos, el Valparaíso giró hasta situarse en vuelo estático a treinta metros por sobre las cabezas de los marinos peruanos, muy por encima del alcance de las baterías más pesadas del Huascar y la Independencia, a distancia de tiro sólo de armas livianas, como fusiles y ametralladoras, todas inservibles ante las placas de metal que rodeaban el leviatán de velas batientes.
Carlos Condell, comandante del monitor aéreo Valparaíso, exigió la inmediata rendición de los buques peruanos. Grau, tratando de calmar el pavor de sus hombres, prefirió no responder. Los motores de su nave estaban en reversa. Condell volvió a repetir la advertencia. Esta vez la acompañó con un disparo que detonó metros tras la popa del Huascar.
-El próximo irá directo a su timón, capitán Grau-, dijo la voz del chileno.
Ellos también tenían buenos espías, pensó el comandante peruano.
Y entonces el primer error. Presos del pánico, los hombres de Guillermo Moore, capitán de la Independencia, decidieron enfrentar al desigual adversario. Se ubicaron en la proa de la nave y usando ametralladoras y cañones livianos abrieron fuego contra el coloso que les aleteaba encima. Balas de calibre liviano rebotaron contra el blindaje del Valparaíso, rozando apenas la unidad chilena.
-Carguen la batería principal-, ordenó Condell.
Un portalón se abrió al estribor del Valparaíso. Entre chirridos de cadenas y placas metálicas asomó un cañón largo y grueso, de un calibre mayor a cualquier arma pesada usada a la fecha sobre un buque de guerra.
Desesperado, Grau intentó comunicarse con su colega de la Independencia, rezando para que sacara rápido la fragata de allí. Pero Moore sólo atinaba a seguir disparando.
A la orden de Condell, marinos chilenos cargaron el cañón con una bala explosiva de metahulla. Entre el ruido de los fusiles peruanos, apuntaron al centro de la Independencia, justo a un costado de la chimenea. Entonces vino el disparo. Seco y hueco, un rayo verde impactó directo contra el mayor buque peruano. Segundos después, el aire que rodeaba al buque fue consumido y convertido en gas explosivo. El estallido sacudió millas a la redonda, levantando una bola de agua y fuego, que convirtió a un poderoso buque de guerra de dos mil toneladas y tres mástiles en una estela de cenizas. Nada mayor a cinco centímetros quedó de la antes magnífica fragata Independencia.
Y antes de que Grau y sus subalternos atinaran a reaccionar, la batería secundaria del Valparaíso dañó el timón y la hélice impulsora del monitor con un tiro certero. A los hombres del Huascar les quedaron sólo dos caminos: rendirse ante la bandera chilena o dispararse antes de que un pié enemigo tomara posesión del ayer orgullo de la escuadra peruana. Algunos eligieron la segunda alternativa.

El Cerro San Cristóbal


Hay dos teorías:

– El Cerro San Cristóbal es el cráneo cubierto de estratos geológicos de una Tren-Tren, serpiente gigantesca que habita las venas subterráneas de América. La virgen del San Cristóbal es el pomo de una espada descomunal que le araviesa la cabeza y la mantiene inmovilizada.

– El Cerro San Cristóbal es un gran tumor de Uranio que crece cada año un par de milímetros. Es el resultado de una enfermedad del territorio producida por la Conquista.

Caudillismo latinoamericano: Evo Mauricio

En la forja de América se han dado muchos casos de caudillismo psico- trópico, ninguno tal como la historia de Evo Mauricio. Venido desde la identidad babilónica Testar en su vimana ofreció una solución definitiva al sufrimiento panindígena: huir hacia el futuro.
Era un momento (1920) en que Baricia, un pequeño pueblo del interior de América, se declaraba en bancarrota. La Confederación de Máquinas de Neumann (CoMaN), el verdadero dueño del país, decidió activar la Repartición de Pobreza. Enviando el contrato de propiedad, que había sido firmado el año 1320 d.c. por el emperador Groucho I, al organismo rector del comercio geológico-semántico, el Magisterio de Ladrones (Nantes, Francia), la CoMaN se aseguraba ejecutar las cláusulas 51 y 52, que eliminaba la magnetósfera que impedía el ingreso de tecnología de la Confederación. Mediante poderosos pulsos electromagnéticos ingresó y ordenó la expulsión inmediata de los nigromantes sepias, verdes y blancos. Con ello, también se entregaba el territorio para emplazamiento de un gigantesco astropuerto.

Evo Mauricio fue uno de los nigromantes sepias, alertado de su expulsión por el Vórtice de la Estrella, en Testar. Apenado consultó el Árbol de Sangre y concibió el futuro de su pueblo bebiendo de su savia roja. En su visión, Baricia no era más Baricia, no existía, y su gente dormía en su buche, frente a un precipicio, a salvo. Esperanzado volvió al país en su artefacto no-euclidiano, atravesando los cuatro mares temporales de la Antrosfera. Al llegar se encontró con una tierra asediada por zancudos y voladores eléctricos, que devoraban las montañas y bebían las lagunas, destrozándolo todo. Enfurecido, los eliminó con un mantra de secuencia infinita. Luego de convencer a otros nigromantes sepias, Jor-Gél, de Al’paz, Ardevass, de Suez, Cassotr, de Hletri, y Ramira, de Tierra-2, pudieron expulsar la invasión invocando entidades intraterrestres e irradiando con Beta-R a los invasores hasta la muerte. No obstante era inútil tal esfuerzo. La entidad de la Gran Mano bajó sobre el corazón de América y anuló la nigromancia, ensombreciendo vastos territorios psíquicos e inutilizando los colores sepias, verdes, blancos. Incluso el negro, el color más poderoso, tuvo su retirada hacia las esferas concéntricas del Alma.

Sabiéndose asediado, pero tranquilo, Evo Mauricio soñó un sueño gestáltico. Arropándose en la energía chamánica, que cada bariciano ostenta en forma potencial, les habló a todos para que vistieran la prenda que les regalaba a cada uno. Al despertar todos los habitantes se aplicaron el parche psico-temporal que los desmaterializó hacia un universo de bolsillo creado por Mauricio, despoblando Baricia y burlando La Gran Mano. La Confederación, materialista y poco dada a la reflexión inútil, se apoderó de Baricia en un festín de terraformación que duró sesenta años.

Evo Mauricio se transmutó en un gran sapo cornudo con la ayuda de sus amigos sepias, en otras latitudes. En el estanque de su universo de bolsillo, engulló a cada larva bariciana. Setenta millones de almas en gestación. Con un poderoso salto se proyectó al futuro, hacia el fin del mundo. Allí regurgitó la Ciudad del Borde, hecha de fibra de metal de araña, mirando hacia el cenit, despeñándose en la fractura del mundo que lleva hacia el corazón de diamante de la Tierra. Detenido el tiempo, la caída es irrelevante. Evo Mauricio y su pueblo duermen en la Ciudad del Borde del Fin del Mundo, respirando una vez cada cinco millones de años.

Evita vive en el mall


Chile 1946: Juan Domingo Perón, un inventor santiaguino que reside en Providencia es elegido Presidente de la Republica. Una mañana de octubre recibe una visita inesperada de su ministro de defensa, conocido simplemente como el Astrólogo (existen rumores de que es el artífice de un complot de dominación mundial involucrando el KKK), éste interrumpe el desayuno del mandatario para informarle que el Proyecto Huemul en Aysén ha sido un éxito. Según el informe, un físico importado a Chile, Ronald Richter, ha logrado algo que solamente existe en teoría —la fusión nuclear. Seis meses después Perón manda a su esposa al proyecto en Aysén; su visita confirma que todo ha sido un engaño. La instalación secreta no contiene instrumentos delicados ni registros de semejante logro, en su lugar hay treinta toneladas de periódicos chinos, del tipo que utilizan para fabricar fuegos artificiales. Está humillación es el comienzo de la caída del gobernante populista. Finalmente resulta en la elección de Jorge Alessandri (1958).
Lo curioso: Eva Perón fallece de cáncer en el Hospital Militar de Concepción (1952). En 2003, un programa televisivo de tipo sensacionalista investiga los rumores que atormentan la tumba de Evita. Confirman que toda la vegetación rodeando la sepultura se ha marchitado. El Ministerio de Salud Pública exhuma los restos embalsamados. Analizan el cadáver y detectan niveles apocalípticos de radiación ionizante. Actualmente Evita yace debajo de un Starbucks en el Parque Arauco (a unos ochenta metros de profundidad). El café no sabe bien.

América

América es un invento creado por los españoles para lavar el dinero de la venta de astillas de la Santa Cruz. Negocio muy lucrativo que significó pelar Australia y Nueva Guínea de árboles con el consiguiente desastre ecológico conocido como la noche de los cuchillos largos, Alemania, junio de 1969 (cerca de Woodstock, donde cayó el primer UFO que traía a Marilyn Manson cuando todavía era una zanahoria a la espera de transplante de órganos).

Cristóbal Colón, hijo de los hermanos Marx (de los que hasta el día de hoy se desconocen sus auténticos sexos), inventó el nombre del continente a partir de una famosa canción del subcomandante Nino Bravo, jefe de la guerrilla rebelde y ex sith. Actualmente hay un gran agujero lleno de cartas con remitentes dirigidos a «América» y toda la gente que cree vivir en uno de sus países está en realidad durmiendo en galpones que orbitan la Tierra geoestacionariamente sobre el TV de mi tía Liliana (que vive en Arica y goza de muy buena salud, aunque a veces se le va la voz y cree que en cualquier momento puede perder la razón. Sobre todo después de ciertos acontecimientos con su nieto, eduardito bastián).

En 1945, Vito Corleone (hijo del publicitado affaire entre el Che Guevara y el príncipe Carlos de Inglaterra) dobló América y se la metió al bolsillo de una vaca que usaba como billetera. Desde ese momento todas las personas que pensaban que vivían en alguno de los países imaginarios de América desarrollaron un tumor con la forma de Mickey Mouse en el centro de su cerebro. El tumor canta día y noche «La Cucaracha», ese gran éxito compuesto por Ricardo Corazón de León e interpretado por su hija Fidel Castro (del que es bien sabido se transforma en Madonna las noches de Luna nueva y sale a casarse con todos los Sean Penn que encuentra en el camino).

El continente se ve desde el espacio porque construyeron un mapa muy realista, escala 1:1, de todo el territorio.

Flotando en una balsa, en el centro del agujero donde debería estar América, hay un empleado público escribiendo respuestas a las cartas, amenazas de guerra y consultas sobre tratados económicos de libre comercio que llegan todos los días. Además, en sus ratos libres, se entretiene escribiendo la historia de América, descubriendo nuevos pueblos y ruinas en recónditos parajes de la inexistente geografía.

Hubo 45 Américas distintas antes de que la actual fuera aprobada. La inicial (fabricada en porcelana, fibra de vidrio y cabello humano) fué desechada con furia porque la fibra de vidrio aún no había sido inventada. Hay crónicas que relatan la ira del rey Iván Zamorano, nacido en 2012, tres segundos antes de la destrucción total del planeta Tierra, cuando le presentaron el proyecto para la fabricación de América basado en la peculiar distribución de su vello púbico, «Yo no tengo vello púbico, tengo buenas intenciones!!», habría declamado con alegría, subido en un manzano que usaba como vehículo de transporte. Fué Simón Bolívar quien finalmente, indignado ante la forma espantosa de la América Nº45 (consideró obsceno el enorme estómago terminado en una punta de islas fragmentándose al infinito) ordenó amarrar elefantes llenos de granadas de mano en todo el territorio y lo dinamitó. Desde ese instante la Tierra comenzó a girar y a tener ciclos de 24 horas con días y noches.