BATTLESTAR LATORRE

Fecha estelar. Noviembre 22, 1997

Hoy es el día del retiro, del regreso a casa definitivo del Latorre. El fin de mis mejores 5 años. Desde la ventana de mi privado veo como el horizonte de Marte se curva bajo Fobos y Deimos. La Tierra se aparece apenas como un punto de luz azul allá adelante, siempre adelante, bajo un círculo solar que parece imagen del egipcio Amon.

En estos cinco años llevé a la nave hasta el mismo corazón de las colonias del Régimen Khrayt, usando la batería central del acorazado para cañonear las lunas refineras del enemigo. Fueron amargas victoria, perdí un tercio de mi tripulación, pero logramos derrotar al adversario. Y lo que es más grande aún, sobrevivir. De más está repetir que en los anales de la gran guerra, las hazañas de nuestro magnífico acorazado serán escritas a la par de lo logrado por la flota de portaaviones norteamericanos en 1982, en el sistema capital Khrayt. No puedo ocultar que siento pena. Cuando me entregaron el mando del Latorre sabía que serían sus últimos años, es increíble lo rápido que pueden pasar cinco años en el espacio.

Fue en 1933 cuando ellos aparecieron. Los grandes Vagones de Batalla Khrayt cubrieron los cielos y en cosa de días arrasaron con las grandes ciudades. Y la Tierra se defendió, como pudo, pero se defendió. No poseíamos ni la tecnología ni los medios para combatir en el espacio, pero desde la superficie eramos un pueblo fiero que no iba a dejar que sus civilizaciones cayeran bajo el peso de un imperio colonizador y asesino. Y llamamos la atención. En 1935 aparecieron los Reticuli a auxiliarnos. Su ataque sorpresa provocó un momentáneo retiro de las fuerzas Khrayt, pero no debíamos equivocarnos, no fue una victoria, todo lo contrario. Los Reticuli nos advirtieron que debíamos estar preparados para el contraataque y nos advirtieron que teníamos seis meses para preparar un flota de combate con armas atómicas y facultad de plegar el espacio a través de saltos por agujeros de gusano. Ellos nos facilitaron la tecnología, nosotros la adaptamos a los buques más poderosos de las escuadras de cada nación soberana de la unión terrestres.

Y el Almirante Latorre fue el astro-acorazado insignia de la fuerza espacial chilena. Gloriosa máquina, nacida como buque de superficie, reformateada en nave de combate interplanetaria, que bajo el mando del Capitán Arturo Osorio consiguiera una de las primeras victorias terrestres en la batalla de Ganímedes de 1950. El Latorre fue sumando estrellas tras estrellas, ganándose con toda justicia el apodo de nave insignia de las fuerzas del hemisferio sur, estando a la par de los grandes portaaviones estelares gringos de las clases Essex y Nimitz.

Pero hoy termina su carrera. El Latorre es un leviatan viejo y cansado, que surca las estrellas con la lentitud de un mastodonte de la primera generación de astronaves. Hoy la guerra parece al fin estar finalizando y mi misión es llevar al viejo»»L junto a su tripulación a un merecido descanso. Seas despedido con honores, gran Latorre.

Capitán Alberto Adama
B.S. Almirante Latorre
Marina Aliada

BRUNO DÍAZ, EL CABALLERO DEL DRAGÓN

El Caballero del Dragón por Bigwater

Bruno Díaz de Vambéry (Talavera de la Reina; 1508 – Ciudad Gótica, 1561), Caballero de La Orden del Dragón creada por el rey Segismundo, de destacada participación en la conquista de Chile. Fue hijo de Tomás Díaz y de Marta de la Vega, se incorporó joven a las tropas imperiales de Carlos V, participando en la Batalla de Pavía y el asalto a Roma (1527).

Se trasladó y vivió en el Perú donde conoció a Pedro de Valdivia, a quien acompañó en su expedición de conquista de Chile (1540). Hombre de confianza de Valdivia, pronto alcanzó un lugar importante en la incipiente colonia. Valdivia le encargó la reconstrucción de Ciudad Gótica destruida por los indios en el norte, ya que había demostrado mano dura en la guerra contra los indígenas y en el castigo de ellos.

El 26 de agosto de 1549, Díaz refundó la ciudad, construyendo un fuerte para defenderse de los ataques, para después ponerse al frente de su tropa y marchar en su implacable persecución de los indígenas entre los cuales infundía terror ataviado con su armadura de la Orden del Dragón. El norte de Chile quedó libre de peligros desde ese entonces, pero también mucho más despoblado y con menos mano de obra.

Teniente general de Ciudad Gótica, el gobernador le encargó en octubre de 1551 la toma de posesión de Tucumán al otro lado de la cordillera, tras disputar esta zona a Ricardo Tapia, que desconocía la autoridad de Valdivia. Cuando murió Valdivia en la Batalla de Tucapel, se abrió su testamento, que designaba a Bruno Díaz gobernador de Chile en ausencia de Jerónimo de Alderete. Cuando Díaz recibió la noticia se encontraba en Tucumán, y ya había sido designado gobernador Alfredo Pennyworth, debido a la muerte del primero de la lista y la ausencia del segundo.

Al enterarse de esos hechos por sus amigos de Ciudad Gótica, Díaz se dirigió inmediatamente a esa ciudad, que le recibió como Capitán General y Justicia Mayor. Comunicó esta elección a Santiago, haciendo decir que los hombres a su mando, los Dragones de Díaz, estaban dispuestos a sostenerlo en este cargo, que por lo demás le correspondía de derecho en virtud del testamento de Valdivia.

El cabildo de Santiago, sin embargo, no capituló y tras la cruenta batalla contra las Dragones de Díaz se rindieron. Al enterarse de esto, el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza designó a Domingo Azrael como nuevo gobernador con la órden de destituir a Díaz, quién por supuesto se negó a abandonar su cargo y tras derrotar a las tropas de Azrael colocó su decapitada cabeza sobre una pica.

A partir de se momento las cosas empeoraron para Díaz. Carlos V envió a sus mejores tropas a derrotar a cualquier precio al usurpador Caballero del Dragón cuya fama y rebeldía ante la corona trascendiera hasta el mismo suelo europeo.

Bruno Díaz y sus Dragones libraron una última batalla atrincherados en el cerro Santa Lucía, llamado por los pueblos originarios «Huelén» que significa «dolor». Dolor que ciertamente sintió en lo más profundo de su corazón Carlos V al decir que la insurreccción de Bruno Díaz le había costado «la flor de sus guzmanes.»

Del Caballero del Dragón, sólo pudo recuperarse su demoníaco casco que hasta el día de hoy es adorado en una gruta secreta en los faldeos precordilleranos.

YA ESTÁN ENTRE NOSOTROS

Juan Pablo Ulloa posa junto al US Army M578 que adquirió a la Armada en una subasta en Concón. Sergio Alejandro Amira, corresponsal de Ucronía Chile en la zona tiene serias sospechas que el vehículo (cuya función era sacar a otros tanques atascados en el campo de batalla), sería en realidad un robot alienígena hostil disfrazado.

Foto cortesía de Cristián Larraín

EL DENTISTA

Extracto de Historia Chilena del Siglo XX (Varios autores. Ed. Dobleverso)

En 1967, las perspectivas para una segunda presidencia de la DC no parecían muy buenas. La oposición contra el partido no había disminuido. Las elecciones municipales (abril de 1967) dieron al gobierno y a la oposición la oportunidad de medir sus fuerzas. El apoyo a la DC se había erosionado. La derecha mostró un modesto repunte, al igual que los radicales. Los partidos de del Frente Popular lograron éxitos más estimulantes. Tanto la derecha como la izquierda sufrieron algunos cambios interesantes. Los Partidos conservador y liberal, cediendo a la lógica de la época, finalmente, se habían fundido (mayo de 1966) bajo el nombre de Partido Nacional. La “nueva” derecha adoptó una postura de combate precapitalista: a finales de la década de 1960, los “momios”, como los bautizaron sus opositores, recuperaron idudablemente su antiguo temple.
Mientras tanto, la izquierda, al tiempo que ganaba terreno electoral, se había debilitado a causa de luchas internas. En agosto de 1965, el nuevo Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) había sido fundado en la Universidad de Concepción. Sus pocos miembros activos, en su mayoría con estudios universitarios, adoptaron el enfoque guevarista (del Che Guevara) respecto de la necesidad de una “lucha armada” para derrotar al capitalismo e instaurar un sistema revolucionario al estilo cubano. Un enfoque igualmente intransigente encontró aliados, en algunos sectores del Partido Socialista. En la asamblea de Chillan en noviembre de 1967, el Partido se redefinió como marxista-leninista y declaro su objetivo de crear un “Estado revolucionario”. Muchos socialistas, sin embargo, incluido Salvador Allende, continuaron defendiendo la estrategia electoral, al igual que los comunistas. Estos debates de la izquierda muchas veces llegaron a ser bastante duros. En medio de ese contexto aparece el único personaje que en la historia de Chile podría llamarse supervillano, alguien para el que ninguno de nuestros enmascarados estaba preparado.
En julio de 1967 apareció su primer víctima. La mujer se llamaba Virginia Vincent y era una ciudadana norteamericana que llevaba quince años avecindada en Chile, tras contraer matrimonio con un reconocido abogado de la capital. La señora Vincent había desaparecido unos días antes y la policía tenía muchos de sus recursos enfocados en la búsqueda. Su esposo había declarado que la última vez que fue vista había sido en un local comercial de Providencia, pero de un momento a otro se la había tragado la tierra. Finalmente Virginia Vincent apareció en una vía secundario a un costado de la Estación Central. Estaba muerta y su cuerpo mostraba las señas de extrema violencia sexual, pero eso no era lo más peculiar del caso. La dama había sido horriblemente desfigurada en el sector de la boca. Cada una de sus piezas dentales le habían sido arrancadas de cuajo. Además le cortaron los labios y estiraron la comisura de estos hasta la altura de las orejas para simular una terrible mueca. Los peritos que examinaron el cuerpo concluyeron que esta horrorosa tortura había sido realizada mientras ella aún estaba viva, presumiblemente tras ser ultrajada. La prensa especuló con un crimen pasional y se habló de un amante despechado, también de un asaltante que se había visto maravillado con la belleza de la mujer y tras abusar de ella había entrado en una especie de locura momentánea. Lo cierto es que nunca nadie aventuró la pesadilla que se nos venía por delante. Hasta que sucedió de nuevo.
Bastián Bahamondes era un muchacho de 17 años, alumno del colegio San Ignacio y deportista ejemplar. Sus profesores y compañeros auguraban para él un promisorio futuro como estudiante de leyes, hasta que un día desapareció para no regresar con vida. En esta ocasión, sin embargo, las cosas se dieron de forma muy distinta a lo ocurrido con la señora Vincent. Tres días después del rapto del estudiante, la redacción del vespertino Las Últimas Noticias recibió un paquete remitido al editor de crónica policial. Dentro de la caja, los reporteros del periódico se enfrentaron con una espeluznante sorpresa. Todos los dientes y muelas de Bastián Bahamondes aparecían repartidos alrededor de un charco de sangre seca, obsceno detalle coronando con una carta escrita también con la sangre de la victima: “Es mi segunda obra de arte, señor editor. Y sólo estoy comenzando”. Firmaba el mensaje: El Dentista.
Por 13 meses, entre julio de 1967 y agosto de 1968, El Dentista tiñó de sangre y terror las noches santiaguinas. Dos víctimas por mes, en total 36 santiaguinos de distinto sexo y edad fueron asesinados por este sicópata. En todos los casos las piezas dentales de las victimas fueron arrancadas y las bocas deformadas a cuchilladas, presumiblemente con ellos aún con vida. Las mujeres además eran violadas, con instrumentos que desgarraban sus canales vaginales en una especie de macabro ritual que nunca logró ser entendido, porque así como apareció, el Dentista se esfumó en la noche.
Pero más allá de la violencia de su actuar, Este aterrador personaje acabó convertido en una terrible e inusual arma contra la estabilidad social por la que atravesaba el país. Tanto la derecha como la izquierda lo usaron como justificación de sus críticas hacia sus adversarios políticos y sobre todo contra el gobierno Demócrata Cristiano de Frei, a quien acusaban de blando y permisivo. El Partido Nacional se atrevió incluso a insinuar que El Dentista era producto directo de la ambigüedad moral de los democratacristianos, nada más ajeno de la realidad.


Soldados chilenos defienden los últimos bastiones del Tercer Reich

Soldados chilenos defienden los últimos bastiones del Tercer Reich
Breslau, abril de 1945 (El Mercurio)

El estallido de las bombas estremece las ruinas de Breslau. En las calles cubiertas por nubes de polvo se pueden ver a cientos de civiles que buscan comida o sólo tratan de recoger algún arma de los soldados muertos por el fuego enemigo. Entre el paisaje a la vez irreal y lejano, un grupo de soldados emerge hablando en español. Algunos cantan. Y entre medio se escucha alguna risa justo en el momento en que uno, dos, diez rostros toman forma definida. Llevan uniformes alemanes. Llevan combatiendo semanas a un enemigo que no cesa en atacarlos.
Son soldados de la Waffen SS. Y son chilenos.
Al cabo de un rato se acercan y entre ellos me saluda el Capitán Miguel Serrano, el hombre al mando de las únicas fuerzas chilenas que combaten en el corazón de Alemania.
– Podemos conversar aquí – me dice Serrano – Volveremos al frente en un par de horas.
¿Se trata del mismo Serrano, aquél joven escritor sobrino de Vicente Huidobro y que hace unos años causó controversia en el país al editar la llamada “Antología del Verdadero Cuento Chileno”? Así es. Ahora viste chaqueta militar y en sus manos porta un moderno fusil de asalto. ¿Cambió las letras por las armas?
– Sí. – responde sonriendo. – Pero los poetas son también guerreros. Eso lo que somos nosotros. No simples soldados. Somos guerreros. Como los griegos de las Termópilas.
Y si en las Termópilas los griegos eran trescientos, los chilenos en Breslau son algo más de quinientos, todos voluntarios reclutados por la Waffen SS hace casi dos años. ¿Seguirán el mismo destino de los griegos en la famosa batalla? Si es así, escribirán una de las páginas más inusuales pero no extraña de la historia de Chile, si pensamos en los 77 hombres que murieron en La Concepción hace más de cien años.
Los poetas son guerreros. Si es así, la historia de estos hombres da para una novela. En estos dos últimos años han combatido en Normandía, Países Bajos, Hungría y ahora se encuentran defendiendo Breslau de las fuerzas soviéticas que mantienen cercada la ciudad. Y a pesar que la situación es crítica en toda Alemania y que la guerra está prácticamente perdida, Serrano y sus hombres tienen otros planes.
“No hemos pensado en la rendición”, dice. “Además, no tiene mucho sentido rendirse. Sabemos que la política de los comisarios rusos es ejecutar a los soldados SS, sobre todo si son voluntarios extranjeros”.
De los casi 2.000 voluntarios chilenos que llegaron a Alemania en 1944 hoy sólo quedan poco más de 800, la mayoría combatiendo en Breslau y el resto repartido en los distintos frentes de Alemania. Hace poco más de un año el periodista Joaquín Edwards Bello escribió una crónica para este diario donde describía así a estos hombres: “Vienen de todas partes del país, aunque la mayoría es de provincia, y como era de esperarse, del sur de Chile. Hay desempleados, oficinistas, obreros, miembros del partido de Von Marrés, y ex – uniformados. Hombres que han vivido en la desesperación silenciosa de la vida citadina. Todos comparten un ideal y un sentido del deber que trasciende nuestras fronteras y eleva el fuego sagrado de la patria a regiones donde la Tierra se estremece al calor del combate. Se sienten parte de un mismo destino y de una misma causa. No piden nada. A cambio sólo desean combatir hasta la última bala, hasta el último aliento. Su único deseo es morir junto a sus camaradas”.
Todo comenzó a fines de 1943 cuando Von Marrés llamó a sus partidarios a apoyar la lucha de Alemania. Cientos de voluntarios acudieron al llamado, si bien para ese entonces el Gobierno de Juan Antonio Ríos ordenó a la Policía de Investigaciones evitar cualquier acción que pusiera en riesgo el fin de la neutralidad chilena. El Departamento Cincuenta de Investigaciones logró apresar a algunos voluntarios pero la gran mayoría logró cruzar la frontera y llegar a Argentina, donde fueron recibidos por el gobierno de Perón, quien les dio todas las facilidades para embarcarse a Alemania, labor donde la Embajada de ese país tuvo un papel preponderante.
Las acciones de este puñado de hombres sorprendieron al alto mando de las Waffen SS. “Junto a los noruegos, belgas y daneses, los chilenos han demostrado ser los mejores voluntarios de nuestras fuerzas. Tienen una disciplina innata y gran espíritu de lucha. Instintivamente comparten absolutamente nuestros principios. No ha sido necesario instruirlos políticamente”, declaró en 1944 a este diario el Oberstgruppenfuhrer Paul Hausser, Jefe de las Waffen SS, a quien las tropas llaman con afecto “Papa”.
La buena impresión causada por los voluntarios chilenos en el alto mando alemán puede verse en el equipamiento con el cuentan. “Se nos han entregado equipo que ni siquiera la Wermacht tiene” dice Serrano. Entre ese equipo pueden verse los fusiles de asalto MP-44, los cañones anti-tanque Panzefaust, y lo más reciente en tecnología alemana, el temido y sorprendente sistema Vampir de visión nocturna, con el cual se ha equipado a las unidades de francotiradores urbanos y que han causado estragos en las patrullas rusas.
Las Waffen SS se cuentan entre las tropas más fieras y fanáticas de los alemanes, al punto que en las batallas en las que participan suelen perder más del 50% de su personal. Están equipas con las mejores armas y muy bien suministradas a nivel logístico. Su distintivo es la clásica calavera denominada Totenkopf y su lema “Nuestro honor se llama lealtad”. Recibieron su bautismo de fuego en Polonia, y luego de eso han tomado parte en muchas de las principales batallas de esta guerra, con excepción de Stalingrado y el norte de Africa.
En un principio la Waffen SS no contaron con el apoyo del Wermacht, cuyos mandos criticaban su excesiva temeridad en combate. Sin embargo, ello ha constituido para muchos en el verdadero sello y capacidad de las Wafen SS, cuyas unidades suelen pelear hasta el último hombre, transformando inminentes derrotas en pequeñas pero inusuales victorias tácticas, como la reconquista de Karkov en 1943.
Aunque originalmente la Waffen SS estuvo compuesta sólo por ciudadanos alemanes, con la invasión a la Unión Soviética, Hitler decidió aceptar a voluntarios de muchos países ocupados en la lucha contra el comunismo. Una extensiva y eficiente propaganda del gobierno alemán se extendió por los países ocupados llamando a luchar contra los bolcheviques. El alto mando de la Wermacht consideró que era una locura y que tal política no tendría éxito. Sin embargo, miles de voluntarios se unieron a las Waffen y su número obligó a organizarlas en divisiones.
Otro de los registros que tienen las Waffen SS son el número de condecoraciones que han recibido sus oficiales y soldados, demostrando que no se trata de simples oportunistas, sino de soldados excepcionales capaces de hacer frente a las mejores tropas aliadas. De sus filas han surgido nombres que de seguro quedaran en la historia, como el fallecido Michael Wittman, el hombre que más tanques ha destruido en esta guerra, según la propaganda alemana, y que es recordado por su actuación en Villers-Bocage, durante la campaña de Normandía.
Serrano asiente. El estuvo ahí.
“En Normandía vi a niños de la división Hitlerjugend cubrirse con explosivos para luego lanzarse contra los tanques aliados. Causaron estragos en los regimientos mecanizados de los canadienses. En ningún momento vi en ellos miedo, dudas o angustia. Diría que sus rostros estaban llenos de euforia y entusiasmo”, comenta.
“No tengo ningún problema en decir, que en medio de la lucha, nadie ha superado a las Waffen SS”.
Pero Serrano sabe que las posibilidades de sobrevivir en Breslau son pocas. Sin embargo, la idea de él y sus hombres es trasladarse a Berlín apenas puedan. “No hemos recibido autorización, pero sabemos que algunas unidades dejarán Breslau para ir a la capital. Lo hemos conversado con mis hombres y hemos decidido irnos de todos modos, aunque no tengamos la autorización necesaria. Pienso que nuestro deber como chilenos y oficiales de la Waffen SS es estar y combatir en el corazón del Tercer Reich. Siento que no tendría mucho sentido morir aquí, aunque si ocurre, será obra del destino”.
Sus hombres asienten con sus rostros. Algunos aprovechan de mandar mensajes a sus familias o seres queridos. Otros preguntan por la vida diaria en el país. Mirándolos, no pareciera que estuvieran viviendo una derrota inminente. Sus rostros no denotan amargura ni miedo. Por el contrario, parecieran estar impacientes por volver a la lucha, mientras escuchan a su Capitán.
“Hace un año, un oficial de la División SS “Das Reich” me dijo que todos éramos parte de una Schicksalgemeinschaft, que en español quiere decir “Comunidad del destino”. En ese momento no comprendí bien qué significaba, pero ahora lo sé. El destino nos ha unido en la lucha y por lo tanto nos debemos el uno al otro. La vida y la muerte dejan de tener sentido. Sólo combatir importa y ser leales a nuestros principios y a nuestros camaradas”.
Serrano asiente amablemente con su rostro y se despide. Luego reúne a sus hombres y da unas instrucciones. Revisan su equipo y armas, y más tarde emprenden una caminata hacia el este de Breslau, hacia un destino que no tiene marcha atrás.

Fernando García (enviado especial a Alemania)

Comandante PROXY

La prensa no contó todo, la verdad es que el anciano no solo la destrozó, sino que lo hizo con estilo. Le abrió la barriga a la embarazada, la limpió de todos sus interiores (de todo) y la rellenó con tierra vegetal y una semilla de fresno. Luego la cosió con cuero de tendones de caballo y la enterró en un predio de la zona, en un punto calculado con mapas y herramientas de geomensura.
Declaró que evitaba así la pérdida de la Patagonia chilena, a manos de una coalición boliviano argentina, en una futura guerra en 2054.

Es cierto, el asesinato está claramente inspirado en el manga (el periódico habla erróneamente de comic) COMANDANTE PRXY, de muy reciente aparición.

Las últimas declaraciones del anciano sirvieron para inculparlo de dos delitos anteriores que pasaron relativamente desapercibidos para la comunidad: el asesinato del Teniente General Augusto Pinochet U. en abril de 1964 en Valparaíso, y el curioso asesinato, en 1975 en Berlín, de la hija del ex comandante en jefe de la FFAA Alberto Bachelet, la estudiante de medicina señorita Michele Bachelet Jeria.

Alborada


Soñé que Chile quedaba entre Bulgaria y Turquía, soñé que nuestras ciudades eran grises y peligrosas, soñé que éramos un país liberado de la órbita socialista por un militar heroico que encabezó una toma del poder sangrienta. Soñé que nuestra independencia la consiguió un magiar abandonado por su padre, miembro de la aristocracia rusa. Soñé que teníamos poetas ganadores del premio Nobel y que nuestra principal figura mundial era un futbolista de origen turco. Soñé que una enorme mano de hierro tomaba nuestro país y lo lanzaba a través del océano hasta chocar contra el cordón montañoso de otro continente. Soñé que no nos llamábamos Chile, sino Calvsktyenska, y que habíamos tenido una guerra contra nuestros vecinos por depósitos minerales en un desierto inútil y extenso. Soñé que nunca habíamos tenido generadores nucleares y que éramos pobres, que no teníamos programa espacial y que nuestra gente era explotada por la oligarquía y sus capataces. Soñé que Calvsktyenska nunca había sido dominada por los hunos, cuando arrasaron europa, y menos por los romanos, porque la sangre de sus pueblos nativos nunca había sido doblegada. Soñe que despertaba llorando y llamando a gente cuyos nombres ni siquiera puedo pronunciar, soñé con una ventana en donde se veían enormes volcanes y lomas verdes sin fin. Soñé con chamanes sobre cóndores volando entre las torres de Praga, soñé que hablaban mi idioma y me gritaban que despertara desde las alturas, y despertaba, pero en mi cama en Calvsktyenska, con la lengua entumecida y la mente confusa llamando a mi madre porque no reconocía los rostros oscuros de las personas que tenía en junto. Gentes que hablaban de conjuros y cosas que no debe escuchar un cristiano. Todos me pedían que despertara o algo horrible ocurriría. Ahora es febrero de 1914, pero nadie cree lo que tengo para decirles.

La Pelá

(La Muerte)

Se me muere la gente

muriéndose en la muerte

se muere

muere y remuere

Afuera la casa de los muertos y por cada muerte me muero un poco

en todas partes se mueren más

en la muerte

en la requetemuerte

(Esto pasa hasta en las ucronías. ¿Y que será cuando lo que aqui nace no sea más que un átomo perdido en un pez?)

Acción de arte y anarquía.

Michelle no me vio llegar, nadie lo hizo.

Mi calibre .38 estaba justo en su garganta mientras que con mi mano izquierda tocaba sus pezones. Suavemente me acerqué a su oído, justo por encima de la mordaza que rápidamente puse en su boca. -Siempre quise joderme al poder y esta es la primera vez que puedo poner mi miembro entre sus piernas-. La sentí temblar de temor. Le arranqué su ropa con violencia. Ella gemía como un gato hasta que derramé mi semen por todo el salón presidencial.

Michelle lloraba, no la culpo, no tengo nada personal en contra de ella.

Desnudo abrí la ventana del balcón, nunca solté el revolver.-Váyanse todos a la mierda!!!- grité sonriendo, mientras saludaba de la misma forma en que lo hizo Pinochet hace ya varios años.

24 balazos destrozaron mi pecho y rostro, menos mi sonrisa, que quedó suspendida en el aire durante varios segundos después que mi cuerpo cayera destrozado contra el pavimento.