Academia Ucrónica

–¿Y, cómo te fue en el examen? –pregunta Lucía a Sergio a la salida del aula en la Academia Ucrónica.


–No sé, como de costumbre con este viejo de mierda no sé –responde él mientras busca su cajetilla de cigarros y le ofrece uno a su amiga–. Las preguntas escritas las contesté bien, creo, pero las de selección múltiple no tengo idea.


–Es maricón este viejo –replica Lucía aspirando el cigarro­–. Pone unas alternativas tramposas, y lo que más odio son sus «sólo a, sólo a y b, sólo a, b, y c»

–Sí, y sus «todas la anteriores» o «ninguna de las anteriores».

–Ya me habían dicho que el 70% de los alumnos de Verdugo se echan el ramo. Oh no, ahí viene ese saco de weas de Navarro….

Lucía y Sergio intentaron hacerse los weones, pero era demasiado tarde. Navarro corría tras ellos.

–¿Y cómo les fue? –preguntó cuando finalmente consignó darles caza. Ambos se encogieron de hombros.

–Así de mal, eh. Lo que es yo si me saco menos de un 4.0 esta vez iré a quejarme con el rector.

Lucía y Sergio temblaron ante la mención de Jonás Baradit, bisnieto del venerado fundador de la Academia. Muy pocos se habían entrevistado con el decano en la torre de ladrillos a la vista ubicada en una oscura esquina de la Academia. Se decía que esa torre antiguamente había albergado al reloj más grande del mundo (según The New General Encyclopedia, 1939) ubicado en la estación en donde se erigiera el primer riel del ferrocarril que conectó Santiago con Valparaíso. Lucía había ascendido una vez por la escalerilla interior de madera que daba acceso a la oficina del decano, pero tras escuchar unos horrendos gritos e invocaciones huyó despavorida. Desde el interior podía escucharse como el decano gritaba enloquecido: ÏÄ! ÏÄ! ORTEGA FHTAGN! PH’NGLUI MGLW’NAF BISAMA R’LYEH WGAH–NAGL FHTAGN! ÏÄ–R’LYEH! WILSON FHTAGN! ÏÄ!

–¿Y de que te vai a quejar? –preguntó Sergio.

De la metodología de evaluación de Verdugo, estuve revisando los reglamentos. Se supone que cada ítem debe ir acompañado de cinco opciones de respuesta, que incluyen cuatro distractores y una respuesta correcta. Verdugo nos pone tres distractores más de lo recomendado y una sola respuesta correcta. Además que los distractores deben ser coherentes con el problema planteado, es decir, no ser demasiado alejados de la solución, pero tampoco demasiados próximos como para no poder resolver el problema. ¿Qué pregunta les pareció más difícil?

–La de José Miguel Carrera –dijeron ambos al unísono.

–Sí –replicó Navarro acariciando su barbilla–. La pregunta decía algo así como «José Miguel Carrera fue fusilado ocho veces pero sólo en una ocasión estuvo a punto de morir la verdadera muerte, esta ocasión fue…», luego enumeraba 8 lugares y fechas. Según lo que yo estudié a Carrera lo fusilaron en todas esas ocasiones, por lo que los distractores son obscenamente próximos. Esta pregunta deberían descontarla del puntaje total, aunque sea una de las pocas que estoy seguro contesté bien.

–¿Y cómo estás tan seguro de haberla respondido bien si era tan difícil? –preguntó incrédula Lucía.

–Pues porque yo a diferencia de ustedes he recurrido a otros materiales de estudios fuera de la bibliografía que entrega Verdugo y en un viejo libro leí sobre la ocasión en que, tras fusilar a Carrera con balas de plata en Mendoza, le cortaron la cabeza para posteriormente entregar su cuerpo a la Caridad, pero la cabeza se perdió ya que se la había robado un tal Álvarez. Cuando se tuvo noticias que Carrera de nuevo estaba haciendo de las suyas se llevó a efecto la exhumación del cadáver comprobando que el ataúd estaba vacío. Álvarez había reunido la cabeza con el cuerpo y Carrera volvió a la no–vida. Esta vez fue por lo tanto cuando estuvo más cerca de la verdadera muerte.

–Todo lo que tiene que ver con las antiguas familias aristocráticas de Santiago es pura incertidumbre –afirmó Sergio­–. Todos ellos eran vampiros, o lycanes, o dampires o alguna clase de híbrido. Menos mal que los patriotas los exterminaron a todos durante la Gran Purga.

–A todos menos a Carrera –observó Navarro­–, que se marchó a Inglaterra dónde se le perdió la pista.

–¿Crees que aún viva? –preguntó Lucía.

–Es posible –dijo Navarro–. Podría haber regresado a Chile, podría ser cualquiera…

–Incluso el decano Baradit –interrumpió Sergio.

–O el profesor Juan Verdugo –dijo Lucía.

Los tres estudiantes de la Academia Ucrónica rieron ante esta última sugerencia y decidieron dirigir sus pasos a la cafetería.

Verdugo los observaba atentamente entre las sombras.

Fin del viaje

–¿Marlow? Marlow no era un marinero típico, lo definiría más como vagabundo que como marino. Entre nosotros era el único que «seguía el mar». Era alguien admirable. Desde que me asomé al abismo, entendí mejor el significado de su mirada, incapaz de ver la llama de la vela pero amplia como para abarcar el universo y penetrante como para meterse en los corazones que laten en las sombras. Después de su travesía por el río Congo en busca del señor Kurtz se marchó al fin del mundo, literalmente. A una maestranza junto al Estrecho de Magallanes. El inmenso complejo mecánico de una cuadra se llamaba Minerva y su personal de ingenieros, técnicos y profesionales tanto ingleses como chilenos, era de reconocida competencia. Debo decirle que este taller nada tenía que envidiarle a los mejores de Europa porque en sus pabellones se modelaban, reparaban y construían piezas difíciles y complicadas de los mecanismos de las naves regionales, nacionales y extranjeras. Allí se fundía hierro y bronce; se reparaban buques, máquinas y calderas; se aplicaba soldadura eléctrica y autógena. Se fabricaba las prensas para lana «Ferrier-Minerva», estanques de todos los tamaños, molinetes a vapor, bombas de alimentación, chimeneas y ventiladores de buques, volantes, poleas, émbolos…

–¿Y que hay de Marlow?
preguntó el agente de la Compañía, Silvester Fugellie.

–Descansos, machones, engranajes, ejes de transmisión, hélices –continúo el anciano ignorando a su interlocutor–. Ofrecía catalinas para molinetes, roldanas patente de guarnes, repuestos de prensas, aceites para máquinas marinas, cilindros, motores semi-diesel y de gas pobre, motores eléctricos, de automóviles Ford y de tractores y una cantidad surtida de implementos y accesorios de ingeniería naval. Aquel viejo taller era el orgullo de la industria magallánica, si señor. Y allí trabajaba Marlow y seguíamos sabiendo de él ya que de ese complejo se hablaba en los lugares más remotos del mundo, dónde jamás faltaba alguna embarcación que había recurrido a sus servicios, durante su tránsito por el Estrecho de Magallanes.

–¿Qué función cumplía Marlow allí?

–Era el administrador o algo por el estilo, Minerva como sabe era de la Compañía, prácticamente todo era de Leopoldo II por aquel entonces. Marlow no era más que otro Kurtz pero en una situación más cómoda por decirlo de alguna manera. Fue un hombre notable sin duda, en su voz había candor, convicción y rebeldía, la horrosa imagen de una verdad que apenas intuímos…, la más curiosa mezcla de odio y deseo. Cómo Kurtz él había dado el útlimo paso, traspasado el umbral…

El anciano hizo una pausa para recargar su pipa de tabaco negro, y continuó su relato:

–El mar es más fuerte, por supuesto, y no pasó mucho antes que Marlow se embarcara nuevamente en una fragata británica que para mala fortuna terminó encallando en el archipiélago Guayaneco, en las costas de la Patagonia Occidental. Alrededor, por un lado y por el otro los fuegos de la muerte bailaban a la noche; el agua, como óleos de una bruja ardía blanco, verde y azul… Meses más tarde, cuando fui a rescatar los restos de Marlow supe cómo había encontrado la muerte mi viejo amigo. Tras el naufragio él y unos pocos sobrevivientes, entre los cuales se encontraba el capitán Cheap y unos marineros de apellido Hamilton y Campbell, se vieron forzados a convivir con los salvajes de la zona, unos indígenas llamados aónikenk que como la mayoría de los patagones poseían un modo de vida cazador-recolector, durante los inviernos se encontraban en las zonas bajas y durante el verano ascendían a las mesetas centrales de la Patagonia o a la cordillera de los Andes. Las mujeres confeccionaban unas mantas llamadas quillangos de hermosas formas y coloridos de hasta doce pieles. Tras el contacto con el hombre blanco habían incorporado la costumbre de fumar tabaco y era frecuente verlos fumando con el uso de pipas de tubo corto, en un recipiente de madera. El caso es que el cacique de la tribu que albergaba a Marlow había ido con su mujer en la canoa a corta distancia de la costa, donde ella buscaba erizos, pero no habiéndoles ido con provecho, regresaban de bastante mal humor. Uno de los hijos de del cacique, de unos tres años de edad y a quien parecían querer mucho, al verlos se echó al agua para ir a encontrarlos: el padre puso una canasta de mariscos en manos del chico, pero, hallándolo éste muy pesada, la dejó caer: a esto, el padre saltó de la canoa y, cogiendo al niño por los brazos, lo estrelló con la mayor violencia contra las rocas. La pobre criaturita quedo sin movimiento y desangrándose, hasta que su madre fue a recogerlo; pero luego murió. La mujer parecía inconsolable, pero el bruto del padre no manifestó ningún pesar. Y es aquí dónde Marlow pareció perder lo poco de cordura que le quedaba y con un remo golpeó al cacique y siguió apaleándolo hasta matarlo mientras los salvajes lo miraban pasmado. El hijo mayor del cacique oyó los gritos y trató de detener a Marlow con una lanza que le atravesó los omóplatos. La gente huyó hacia el bosque temiendo represalias y los señores Hamilton y Campbell tomaron una canoa y huyeron de allí. Hasta mi llegada al parecer a nadie le importó mucho recuperar los restos de Marlow. Cuando di con sus huesos, la hierba crecía por entre sus costillas y era tan alta que tapaba los restos intactos. Ese ser sobrenatural no había sido tocado luego de morir. La aldea estaba abandonada, y las chozas se caían con los techos podridos. Evidentemente, había ocurrido una catástrofe. La gente aterrorizada, se internó en la selva y no regresó…

El anciano exhaló el humo de su tabaco y apagó la pipa. Fugellie se puso de pie muy calmado, desenfundó su pistola y dijo:

–No le creo una sola palabra. Marlow no murió, usted es Charlie Marlow.

El viejo marinero alzó la cabeza y observó una densa franja de nubes oscuras cubriendo el mar, la tranquila corriente que llevaba a los confines de la Tierra fluía bajo el cielo cubierto, parecía conducir directamente hacia el corazón de las inmensas tinieblas.

CHANNELING

Quiero ser de chocolate

Y que las chicas me abran como un haba de cacao

y liberen mi cuerpo de su metálica cáscara

mi cuerpo de cacao y manteca

de azúcar, almidón y fibra


Quiero ser de chocolate

y que las chicas no se sientan culpables

por lamer mi piel crujiente de azúcar fundida

y succionar mi erecto pene relleno de trufa con sabor a coñac

y chupar mis bombones blancos con sabor a coco

y dar pequeños mordiscos a mis pezones de frutos secos

y engullir mis ojos de almendras


Quiero ser de chocolate

y que las chicas

no escatimen mordiscos

y no contengan sus lenguas

y no piensen en esos «kilos de más»


Quiero ser engullido y canibalizado

quiero deslizarme por los esófagos de las chicas

y atravesar sus pechos

y quedarme un breve tiempo en sus estómagos

para luego seguir mi ruta intestinal convirtiéndome en detrito


Quiero que las chicas me expulsen de sus preciosos asteriscos marrones

que me defequen como materia marrón

como marrón es el chocolate


Quiero ser de caca

y que las chicas me beban de una copa



Nota: Poema de Rodrigo Lira canalizado por el vidente Danilo Presley tras observar en televisión un comercial de un desodorante para hombres

La vieja persona de Chile

There was an Old Person of Chili,
Whose conduct was painful and silly;
He sate on the stairs, Eating apples and pears,
That imprudent Old Person of Chili.

El anterior fragmento de The Book of Nonsense (Londres, 1862) de Edward Lear ha fascinado a académicos y estudiosos chilenos por más de dos siglos. El primero que intentó descubrir la identidad de la vieja e imprudente persona chilena de conducta penosa y estúpida que comía manzanas y peras en una escalera fue el notable poeta Juan Luis Martínez. De acuerdo a Sergio Meier, estudioso de la Kabbalah y amigo personal de Martínez, el poeta tras veinte años de estudios descubrió la identidad de la vieja e imprudente persona de conducta penosa, pero la habría escondido entre las páginas de su principal obra: La nueva novela (1985).

Según Meier, Martínez habría hecho esto para que la identidad de la vieja e imprudente persona pudiera ser entendida sólo por las almas sabias, santas e iluminadas por el saber, para que al igual que la Alquimia no fuese descifrada por los necios, para que permaneciera sólo accesible a las almas pacientes y a los espíritus refinados que se hayan apartado de la ciénaga del mundo y estén limpios del lodo de la codicia. Al ser consultado sobre si él había conseguido descifrar el nombre de la vieja persona chilena que comía manzanas y peras, Meier declaró «aún estar trabajando en ello».

HORROR EN PROVIDENCIA parte 2

-Son las 00.48 y el monstruo aparapetado en la Torre Telefónica no está solo. De acuerdo a información entregada por el Sargento segundo José Ferrada al coloso verde, que hasta hoy por la tarde respondiera al nombre de Bruno Banderas, se le ha unido un sujeto de capucha roja. Pese a que no se ha confirmado se sospecha que el individuo sería el notorio criminal conocido como el Caperuzo, dada la supuesta propiedad de su capuchón para volverlo invisible se explicaría como llegó hasta la loza del helipuerto sin ser detectado. Arístides Progulakis nos informa desde el lugar de los hechos, buenas noches, Arístides.

-Buenas noches, Amaro. En estos momentos estamos sobrevolando en un helicóptero de carabineros la Torre Telefónica, como captan nuestras cámaras el sujeto que se presume sea el Caperuzo sigue de pie frente al gigante verde que no se ha movido del sitio en el que está sentado desde las 19.00 horas. ¡Un momento, el Caperuzo está sacando algo de entre su capucha, no sé si puedes enfocarlo, Carlanga, sí, es una pistola… ¡Una Pistola gigantesca y nos está apuntando… ¡oh Dios!…

-¿Arístides? Hemos perdido el contacto con… sí. Me confirman que el helicóptero de carabineros ha sido derribado, ¡me cago en la leche, ahora el monstruo está armado, jolines!

El gemir de los dulces alámos

Dicen que el malhechor siempre vuelve al lugar del crimen. Algo de verdad debe contener dicha afirmación ya que algo me impele a dirigir mis cansinos pasos una y otra vez a la Biblioteca Nacional. Con cierta melancolía observo que ya no van los escritores a nuestra Biblioteca. A veces me encuentro con Jaime Valdivieso y con las hijas de Alfonso Calderón que trabajan allí, según entiendo. Y eso sería todo. ¿Dónde están Jorge Teillier que como Pedro por su casa se paseaba de salón en salón?, ¿dónde está Martín Cerda que se aparecía sin previo aviso?, ¿dónde están Juan Uribe, Oreste Plath, la Mandrágora o ese trío de anarquistas que conformaban José Santos González Vera, Enrique Espinoza y Manuel Rojas? ¿Y dónde están los críticos encabezados por Ricardo Latcham, Manuel Vega, Hernán del Solar? ¡Y ni hablar del Chico Molina!, el mismo que figura en uno de los más bellos poemas de Eduardo Anguita y al que Huidobro le dijo despectivamente en cierta ocasión: «…usted, Molina, que tiene un yate en el Mapocho».
Los fantasmas me persiguen como al viejo Scrooge. Ya no es lo mismo. En la Biblioteca hay profesores extranjeros investigando y poetas inéditos copiando, pero se perdió un tiempo irremplazable, cuando la Biblioteca era un auténtico club social que congregaba ya no a personas sino a grupos literarios, era además un prólogo a los bares, al «Isla de Pascua», al «Bosco», al «Unión Chica».

Vivimos soñando. Tal esta tarde de Diciembre en que escarbo libros en la Biblioteca mientras siento los cosquilleos de mi memoria. Nos reímos, nos peleamos, viajamos por el mundo, nos avecindamos en otras naciones, nos afrancesamos, nos españolizamos, padecimos las tentaciones anglosajonas y las incitaciones germanas… «Pero siempre sentimos el llamado irrenunciable, como en esos versos de Pierre Reverdy» No doy crédito a mis ojos, cansados de tanto leer. «Eres tú, le pregunto». «Soy yo, viejo amargado» me responde el fantasma. «Ven conmigo a la Sala Ercilla, los dulces álamos están gimiendo en su lengua maternal y tú te lo estás perdiendo».

El fantasma
Del brazo de Teillier subo las escaleras y penetro en una sala llena a más no poder. Un joven de aspecto andrógino me sede el asiento y tomo palco. El fantasma de Teillier se ha ido. ¿En medio de qué me ha abandonado? «Es el lanzamiento de un libro de ciencia ficción», me informa un caballero de rostro jovial que siendo mucho mayor que gran parte de los concurrentes aún así podría ser mi hijo. «Ciencia ficción», replico refunfuñando mientras un muchacho con apariencia de futurista italiano redivivo expone a la audiencia sobre algo llamado slipstream.

No comulgo en demasía con la denominada ciencia ficción que suele carecer de méritos literarios suficientes. Claro que hay excepciones, como en todo. Bien lo sabía Borges que no la escribió pero si la leyó, la admiró, la prologó, la comentó y la tradujo. Borges eludía la denominación más popular refiriéndose a ella en forma elíptica: «fantasía de carácter científico», «ficciones de cosas probables», «pesadillas que rehuyen un estilo fantástico», «imaginación razonada». Como yo, Borges admiraba a H.G. Wells, Stapledon, Bradbury y Lovecraft a quien juzgaba injustamente como un parodista involuntario de Poe. El joven calvo, que luego me entero es Doctor en Literatura Hispánica, termina su ponencia y es el turno de un personaje de aspecto achinado que al parecer es editor. Durante un rato nos muestra fotografías en un telón blanco de las actividades realizadas por su editorial y sus autores de los que jamás he oído hablar. Estaba equivocado, los nuevos escritores sí estaban aquí pero yo no los conozco, al menos no a los presentes. ¿Que hacen Alejandra Costamagna y Alvaro Bisama entre estos escritores de ficción razonada? me pregunto tras posar mis manos en un ejemplar de la antología que es el motivo de esta insospechada reunión, tanto o más que la imaginada por Isidore Ducasse en sus célebres cantos. Dejo el libro sobre la mesa y un muchachón calvo (¿es que sufren todos los jóvenes de alopecia actualmente?) me pregunta «¿no lo va a comprar?». «No», le contesto escuetamente mientras busco a mi fantasma entre la muchedumbre. Pero no está para guiarme de regreso al jardín del edén así que me retiro solo mientras estos escritores a quienes no conozco cacarean su triunfo y gritan vítores por la literatura fantástica chilena, como si la antología de Serrano nunca hubiese existido.

El valquirio
Antes que pueda descender las escaleras, siento una poderosa garra en mi brazo que me frena en seco. Es uno de los jóvenes que hablaban al público. Su nombre es Jorge, como el de mi querido amigo. Me dice que logró divisarme allá en la última fila y que me creía muerto por lo que se sorprendió mucho. «Tal vez estoy muerto, tal vez sea un fantasma», le digo desatando su risa. Me pregunta si he leído su novela y respondo que no antes que una bella mozuela se lo lleve de vuelta al rebaño al que pertenece. Me marcho entonces cual solitario lobo rumbo a mi madriguera en la Plaza Mulato Gil. Falta media hora para cerrar la librería, le digo a mi fiel empleado que no se preocupe, que se vaya temprano a casa por un día y busco en los anaqueles el volumen de aquel muchacho. Sorpresivamente tengo un ejemplar de su novela llamada «Ygdrasil». Aquí falta una «d» me digo ya que el nombre del mítico árbol de la mitología nórdica es Ygddrasil. «Empezamos mal», me digo, pero aún así me siento y abro el libro. «Guiamos el desarrollo de la red como se cría al verdadero hijo de Dios. Planeamos su desarrollo como una copia de la estructura neuronal de un santo. Cada nodo diariamente incorporado es una letra del conjuro definitivo. Cuando la última palabra se agregada. el Altísimo tocará esa obra de sacra artesanía con su dedo hirviente…»

Sin tener mucha idea de ciencia ficción contemporánea, intuyo una poética, quedo atrapado por la prosa ecléctica y rococó hasta que llego a la página 72 y me encuentro con él.

El Imbunche
«Ahí estaba ese remedo hediondo de ser humano, ese andamio de huesos y pellejo (…) tenía la lengua mutilada, sangre seca adherida a los vellos del pecho y el pubis, y costras de suciedad y hongos por toda la piel.» La descripción es la del Imbunche y me digo que si bien puedo pasar por alto que Ygddrasil no esté escrito de manera correcta ya que después de todo es una palabra foránea, con esto del Imbunche he llegado al límite de mi tolerancia por muy embriagante que sea la prosa del joven valquirio. Decir imbunche en vez de invunche es como decir imbierno en vez de decir invierno. Se trata de un vicio de pronunciación que por desgracia pasó inadvertidamente ante los señores encargados de filtrar, de dar lustre y esplendor a la lengua y se coló muy orondo en la majestad de la Real Academia. Otro error académico consistió en agregar que la palabra imbunche proviene de la lengua araucana siendo que el nombre de araucanos fue un invento de Ercilla para designar a los mapuches. La voz imbunche, corrupción derivada de invunche, o ivunche, no es de origen mapuche ni araucano, sino de los indios veliches, o chilotes. La palabra invunche proviene de las voces veliches ivún, pequeño ser, y che, hombre, esto es, hombrecillo. «Acaso no ves que el hombrecillo eres tú» me dice una voz. Es Teillier nuevamente que me interpela furibundo. «Viejo de mierda, no quieres seguir leyendo porque el libro te ha devuelto tu imagen, tu imagen de ser contrahecho y decrépito. El Imbunche eres tú. Deja de llorar por nosotros, abrazar a los muertos ahoga. Abraza a los jóvenes, a ellos tú no les importas, hazlo por ti.» Dicho esto desaparece.

La montaña
Vuelvo a pensar en los futuristas italianos y su primer manifiesto de 1909, ¡casi cien años atrás! «Los elementos esenciales de nuestra poesía serán el coraje, la audacia y la revuelta. Asimismo queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio enfebrecido, las carreras, el salto peligroso, la bofetada, el golpe», escribía Filippo Tommaso Marinetti. Mucho de estos futuristas veo en estos jóvenes autores chilenos. «Los de más edad entre nosotros tienen treinta años (…). Cuando tengamos cuarenta, dejemos que los demás -hombres más jóvenes y más osados- nos arrojen al canasto de la basura como manuscritos inútiles. ¡Ellos correrán para matarnos, su odio será más intenso cuanto más sientan sus corazones abrumados de amor y admiración por nosotros! Y poderosa y saludable, la Injusticia estallará entonces brillantemente en sus ojos. Porque el arte sólo puede ser violencia, crueldad e injusticia».

Soy un cadáver, el autor de Ygdrasil me creía muerto. ¿Por eso se acercó y me aferró el brazo?, ¿para comprobar que no era un fantasma, para rematarme por cometer el pecado de seguir vivo? Tal vez estemos todos muertos como en Pedro Páramo. Tal vez nuestro mundo sea en efecto una pieza de nanotecnología, un microprocesador de Brahma, tal vez sea cierto que no queda nadie… Silencio y humo, el Tangata Manu orbita la Tierra y yo sigo aquí alentando y empobreciendo pasos, solitario como una montaña, diciendo la palabra entonces.

Enrique Lafourcade
Santiago, 13 de Diciembre de 2007

CONCONINO CREA COHETE ESPACIAL QUE UTILIZA INFORMACION COMO COMBUSTIBLE

Luego de postular dieciocho veces al FONDART, el escritor y artista visual Sergio Alejandro Amira, con residencia en Concón, V Región, por fin consiguió financiamiento para uno de sus descabellados proyectos artísticos, la creación de un cohete espacial en el sitio eriazo frente a su block. Amira señala que si finalmente pudo ganar el FONDART fue gracias al apoyo de la Ilustre Municipalidad de Concón y el alcade Pedro Sumonte.

«Lo presenté como FONDART regional», dice Amira, «por eso esta vez me pescaron.» La idea de armar su propia nave espacial rondeaba la mente de este artista de 33 años desde su más tierna infancia tras ver un capítulo de Los Pitufos en televisión.

«En ese episodio había un pitufo obesionado con viajar al espacio, construía su cohete pero no despegaba. Los demás Pitufos entonces lo dormían, trasladaban el cohete a un sector rocoso lejano, se disfrazaban de alienígenas, y le hacían creer que había viajado realmente a otro mundo.» De ahí el nombre del cohete: U.S.S. Smurf, «es que en español no sonaba bien» agrega Amira.

«Estamos acostumbrados a que aquí en frente se instalen circos y parques de diversiones, una vez hasta se puso el Daniel Vilches con su revista» confiesa la Sra. Magali refiriéndose a la gran y yerma loma que deslinda con la Villa Comercio, La Villa Primavera y un supermercado. «Meten mucho más boche que lo que metió el vecino en tres meses con su nave espacial.»

El terreno efectivamente es arrendado por el municipio para circos y otros espectáculos. «La mitad de la plata se me fue en pagar el arriendo del sitio», confieza Amira, «y pese a que podría haberlo hecho en el patio de la casa de mi mamá, no habría sido lo mismo. Sólo me bastaba cruzar la calle para estar en mi trabajo. Todas las noches miraba el cohete por la ventana y me despedía de él. Por las mañanas al descorrer las cortinas ahí estaba. Fue algo mágico ver como iba creciendo día a día como una plantita, cuidada con amor y esmero.»

¿Por qué U.S.S. Smurf si estamos en Chile?

Por el U.S.S. Enterprise, por supuesto.

¿Ahora que está completado que hará con él?

Ponerme mi traje, mi casco, y empreder viaje hacia el espacio.

¿Pero esta cosa funciona realmente?

Por supuesto. La verdad es que les metí gato por liebre tanto a la municipalidad como al FONDART. Esto no es una instalación como les argumenté, es un verdadero cohete espacial. Me vi forzado a sacarlo del terreno del municipio ya que me tardé un poco más de lo que tenía presupuestado, así que me lo llevaré a casa d emi madre. Despegaré desde su patio. Está toda la prensa invitada y hasta el Sr. Alcalde.

¿Pero no será peligroso despegar un cohete en el patio de una casa?

En absoluto. Mi nave no utiliza combustibles fósiles o energía nuclear.

¿Qué usa entonces?

Información. ¿Cuáles son los elementos básicos que componen la “realidad”?, pues la información. El mundo matemático existe independientemente de la manera en que lo comprendemos, es decir, no está localizado en el espacio ni el tiempo pese a que la manera en que lo percibimos está sujeta a reglas muy similares a la biología.

¿Está sugiriendo acaso que los principios de las matemáticas existen independientemente de la humanidad?

Eso es justamente lo que estoy diciendo. A diferencia del lenguaje humano ya sea en forma escrita o hablada, las relaciones fundamentales a las que las personas se refieren como matemáticas son una parte natural del universo. Sin humanos aún existirían las matemáticas. Son un compendio de reglas universales que ordenan el Universo.

La información comprende un aspecto dual, similar al de la luz como onda o partícula. La información es fundamental y posee dos aspectos básicos: física y fenoménica. El constructo resultante implica que vivimos en un mundo donde no sólo las matemáticas sino toda la información es independiente y fundamental. Si aplicamos los aspectos probabilísticos de la física quántica a la teoría de la información descubrimos una función entre ésta y la existencia que no sólo explica la naturaleza de la realidad como la percibimos, sino que también provee las llaves para alterarla a través de las probabilidades de elementos de información determinados.

Materia y energía se mueven a través del volumen pero la capacidad informática del universo reside sólo en la superficie de área lo que significa que el cosmos es bi-dimensional, la materia, el tiempo, la energía, todos nosotros no somos más que hologramas. Todo lo que tiene volumen es una expresión de un plano bi-dimensional de información. Lo que el U.S.S SMURF hace es reescribir las condiciones informáticas del plano para producir desplazamiento.

Podríamos decir entonces que su cohete es una nave informática.

Sí, podríamos decir eso.

¿Y dónde pretende viajar?

A Próxima Centauri, por supuesto. Tengo unos amigos allá.

El edificio de los pescados (vía Guayec)

El bombero en televisión no parece humano. Tal vez no haya nada detrás de la máscara antigases y los guantes de goma negra. Sale de la zona cero envuelto en una nube de cenizas, sosteniendo a Carlos entre sus manos. Lo encontró en uno de los refrigeradores de la sala oscura del instituto de zoología, en el subterráneo. Algunos pelos se aferran a un cráneo negro como petróleo. Dos años a veinte grados bajo cero no impidieron que el incendio derritiera su piel y evaporara sus ojos. Pero sus dientes lo delatan. Lo más raro de todo es que el resto de los huesos no parecen ser humanos. Los rumores eran ciertos. No estaba alucinando aquella vez que vi el gato con cabeza de tiuque en la ribera del Cau-Cau. No era amarillismo aquella culebra con patas que salió en la portada del austral. Ahora sé de dónde salieron todos esos monstruos que hay en veterinaria. No de un útero dañado o un óvulo mutante. Todo salió de las sombras del subterráneo del edificio de los pescados. Y ahí está la cabeza de Millán, o lo que queda de ella, pegada al esqueleto de un lobo marino. No puedo ni empezar a imaginar qué más sacarán de ahí abajo.

ROBOPACO

19.00

Dos piquetes de 25 carabineros cada uno de la Subcomisaría Pudahuel Sur, vestidos todos con chaleco antibalas, caso de acrílico y portando escudos se desplazan hasta Av. La Estrella con Laguna Sur, intersección que en la comuna es conocida como «la Plaza Italia de Pudahuel Sur», pues además de concentrar el comercio ahí suelen realizarse las protestas y movilizaciones. La zona está rodeada de villas, en las que existen muchas casas controladas por el Caperuzo donde se da el microtráfico.

20.45 Pje. Mar de Behring, Villa Laguna Sur.
Roberto Araya, 18 años, va a ver a su polola –MJW, 15 años– quien habita en un pasaje paralelo al suyo en la villa de casas de dos pisos y escasos metros cuadrados. La pareja había pasado la noche anterior en el dormitorio de Araya al cual se accede a través de una estrecha escalera. En su habitación, Araya tiene un colchón de dos plazas en el suelo y en las paredes cuelgan pósters de Slipknot y Marilyn Manson. Araya hasta hace unos meses sólo escuchaba reggeaton, pero tras conocer al Caperuzo había cambiado radicalmente de gustos musicales, entre otros. Por la mañana la joven se levantó a las 7.05 para llevar a su hermano menor a la escuela, mientras Araya se quedó durmiendo hasta las 14.30. Por la tarde jugó God of War en su playstation, escuchó Rammstein y pasó el resto del día junto a MJH. Esta era su rutina habitual desde que abandonó el colegio. A las 22.00, Araya hace abandono de la vivienda de MJW para reunirse con sus primos e «ir a desquitarse con los pacos».

22.30
Con una pistola semiautomática S&W 9mm Parabellum Mod 6904 que según su confesión le fue obsequiada por el Caperuzo, Araya sale de su casa junto a dos de sus primos. El trío caminó seis cuadras hasta llegar al pasaje Laguna Carén con Avenida La Estrella.

Avenida La Estrella con Avenida Laguna Sur
Un grupo de treinta sujetos levanta barricadas con neumáticos y madera en el centro de la intersección. El piquete comandado por el capitán González llega por Av. La Estrella y se instala donde está la parroquia Santa Laura para controlar los desmanes. A los pocos minutos varios sujetos aparecen por tres esquinas lanzando piedras y molotov a carabineros. A los pocos minutos y desde las tres esquinas, comienzan a disparar a los uniformados.

22.55
El camarógrafo de TVN Felipe Vargas es herido en el glúteo derecho con perdigones. Parte de los carabineros del piquete organiza su traslado a un centro asistencial. Su cámara queda encendida.

23.00
«¡Le dispararon en la cabeza!», grita el sargento segundo José Ferrada. «¿A quién? pregunta la cabo primero Ángela González. «Le dispararon al guatón», responde Ferrada. Una bala había traspasado el casco acrílico de Rojas–Murphy y atravesado su cráneo. Rojas–Murphy quedó tendido a los pies de una gruta de la Virgen María. Desde la esquina del pasaje Laguna Carén, EEG confesó al día siguiente al OS–9 haber disparado tres tiros de su 9 mm hacia el piquete de uniformados.

23.15
«Estamos siendo sobrepasados, estamos siendo sobrepasados… haremos uso de las UZI. Replegarse, replegarse», se escucho por las radios de carabineros. La frase provenía de personal de la Subcomisaría Pudahuel Sur. Al día siguiente el general director de Carabineros, Pablo Hermosilla, insistió en que los uniformados no fueron sobrepasados la noche del ’11’.

«¡Desalojen, desalojen! (…) Sólo un herido, los otros solamente recibimos un par de perdigones, pero no estamos lesionados. Preocúpense del cabo Rojas, él es el que va más grave», se escucha en otro de los diálogos radiales con los carabineros del sector. Rojas–Murphy fue subido a un vehículo blindado que lo traslada hasta una cancha de fútbol cercana en el que esperaba un helicóptero para llevarlo al Hospital de Carabineros.

«¡Evacue la zona Pudahuel Sur! repito, evacue inmediatamente la zona. Replegarse el personal que se encuentra en laguna Sur con la Estrella, reagruparse con el fin de intervenir el área con personal beta», seguí el oficial ordenando por radio a sus subalternos.

00.00
El cabo Rojas–Murphy ingresa muerto al Hospital de Carabineros. Esa noche se reportaron 56 uniformados heridos de diversa gravedad en los cinco focos de desórdenes que se produjeron en la Región Metropolitana. Más de la mitad de ellos en la Plaza Italia de Pudahuel Sur. El Enforcement Droid Series 209 (ED–209) a cargo del GOPE es transportado hasta Av. La Estrella con Laguna Sur. El ED–209 adquirido recientemente a la mega corporación norteamericana OCP, cuenta con cuatro ametralladoras de 20mm machine, dos en cada brazo. Además está equipado con lanza–cohetes y bombas de gas. El ED–209 dispersa a la multitud pero un desperfecto le lleva a disparar indiscriminadamente contra los manifestantes. Doce personas resultan heridas de gravedad. Cuatro de ellas fallecerán dentro de las siguientes 24 horas y el ED–209 es destruido por un misil tierra–tierra.

12 de septiembre 2007

07.05 Laboratorios OCP, Chile
Ante el desperfecto del ED–209 y la conmoción pública provocada por el asesinato de un carabinero y la muerte de los civiles, el gobierno en conjunto con la filial chilena de la OCP da luz verde al proyecto Ifünche; un híbrido humano–máquina que ya ha sido implementado con éxito en ciudades sobrepasadas por el crimen como Detroit en los EE.UU. Todo que hace falta es un desafortunado voluntario. El cabo primero Rojas–Murphy estaba en la lista de «voluntarios» potenciales para el proyecto por lo que su cadáver es elegido como la base para el nuevo cyborg. Su cerebro, su rostro, y otras piezas orgánicas son unidas a un sistema de soporte vital en un cuerpo humanoide de titanio recubierto con kevlar.

12.30 Pje. Mar Báltico, Villa Laguna Sur.
Efectivos de carabineros allanan la casa de Araya. En el lugar encuentran una Sub–Ametralladora Heckler & Koch UMP, calibre .45 ACP con capacidad de 25 disparos, además de un antiguo lanzacohetes alemán sin retroceso de 88 mm. Horas más tarde, el mismo Araya hará entrega de la S&W 9mm que utilizó la noche anterior al ser capturado mientras se encontraba en casa de MJW. Pese a que Araya confiesa haber disparado su arma contra el piquete de carabineros, dice no tener certeza de que sus disparos hayan causado la muerte del cabo. En la reconstitución de escena del viernes 14 se establece que entre Araya y el cabo Rojas–Murphy hay 82 metros. Las pericias de criminalística por otro lado, determinan que la bala que dio muerte al cabo Rojas–Murphy no fue disparada por la pistola de Araya.

15 de septiembre 2007

01.15
En su natal Portezuelos, es enterrado el ataúd vacío del suboficial Rojas–Murphy (ascendido post mortem). Un video del Caperuzo atribuyéndose la muerte de Rojas–Murphy y la destrucción del ED–209 es subido a youtube y reproducido 21587 veces en menos de una hora sobrepasando al famoso video dónde insultan a Carola Julio. En el laboratorio de la OCP, se ajustan los últimos detalles del Cyborg Policial antes de su exhibición ante el director general de carabineros, el ministro de defensa y la presidenta. Se le han incorporado varias características útiles tales como visión termal, reconocimiento de voz y una grabadora de vídeo incorporada.
–¿Cómo se llama esta cosa? –pregunta la Presidenta Alvear señalando al cyborg.
–La OCP le llama Robocop –responde el Ministro de Defensa–. Supongo que deberíamos llamarle «Robocarabinero», pero la gente va a terminar diciéndole Robopaco de cualquier forma.
–Mientras elimine al Caperuzo no me importa cómo le digan.
–Sí, Sra. Presidenta, lo que usted diga Sra. Presidenta.
–¿Le cargaron el video del Caperuzo a Robopaco?
–Sí, ya ha reconocido a su asesino y está listo para cobrar venganza.
–La venganza es un plato que se sirve mejor con papas a la huancaina. Lleveme a almorzar al Barandiarán, ministro. Todo este asunto me ha despertado el apetito y tengo ganas de comer comida chifa.
–Sí, Sra. Presidenta, lo que usted diga Sra. Presidenta.

Poliedro: caras, aristas y vértices

“Me ha sido dado un poliedro frente al mar”…“una compacta reunión de lejanías”
Eduardo Anguita

Poliedro, relatos chilenos de fantasía y ciencia ficción fue gestado por el ‘Grupo Poliedro’ compuesto por aquel entonces por Patricio Alfonso, Sergio Fritz, Armando Rosselot, Luis Saavedra y Soledad Véliz. Según se sabe este proyecto nació de una iniciativa de Sergio Fritz que es un abogado que de tanto leer a Lovecraft creyó que tenía talento como para imitarlo. Aparentemente Fritz convocó a Saavedra y éste al resto aunque sé que Armando Rosselot llegó ‘dateado’ por Teobaldo Mercado quien finalmente se salió del grupo para recorrer ese camino de lobo estepario que tan bien le sienta. ¿Cuál fue el criterio entonces que reunió al Grupo Poliedro? A juzgar por los cuentos no fue el love por Lovecraft que comparten Pato Alfonso y Fritz, ni tampoco el hecho de pertenecer a una misma generación. Y ya que estamos con las preguntas, ¿qué es el Grupo Poliedro? Según el mismo libro, “…es una organización sin fines de lucro con el objetivo de difundir la disciplina del género fantástico, en general, y de su literatura, en particular. Dentro del panorama del género en Chile se perfila como uno de los pocos grupos dedicados y con un proyecto en pleno desarrollo. Sus integrantes son personas activas y creativas que ven en el fantástico un vehículo de expresión pleno y potente para sus ideas y sensibilidad.” Esto fue justamente lo primero que llamó mi atención de Poliedro, el que se haya tenido que constituir una organización para editarlo, y que la declaración de principios de este grupo fuese un copy and paste de aquel viejo disclaimer del fanzine Fobos. ‘Organización sin fines de lucro’ allí, ‘publicación sin fines de lucro’ acá. El objetivo es el mismo (general y particular) y dentro del panorama en Chile ambos se perfilan (y perfilaban) como ‘únicos’. Lo que sonaba bien y hacía total justicia al fanzine Fobos, pero que copypasteado y adaptado en Poliedro parecía algo forzado.
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