Poliedro: caras, aristas y vértices

“Me ha sido dado un poliedro frente al mar”…“una compacta reunión de lejanías”
Eduardo Anguita

Poliedro, relatos chilenos de fantasía y ciencia ficción fue gestado por el ‘Grupo Poliedro’ compuesto por aquel entonces por Patricio Alfonso, Sergio Fritz, Armando Rosselot, Luis Saavedra y Soledad Véliz. Según se sabe este proyecto nació de una iniciativa de Sergio Fritz que es un abogado que de tanto leer a Lovecraft creyó que tenía talento como para imitarlo. Aparentemente Fritz convocó a Saavedra y éste al resto aunque sé que Armando Rosselot llegó ‘dateado’ por Teobaldo Mercado quien finalmente se salió del grupo para recorrer ese camino de lobo estepario que tan bien le sienta. ¿Cuál fue el criterio entonces que reunió al Grupo Poliedro? A juzgar por los cuentos no fue el love por Lovecraft que comparten Pato Alfonso y Fritz, ni tampoco el hecho de pertenecer a una misma generación. Y ya que estamos con las preguntas, ¿qué es el Grupo Poliedro? Según el mismo libro, “…es una organización sin fines de lucro con el objetivo de difundir la disciplina del género fantástico, en general, y de su literatura, en particular. Dentro del panorama del género en Chile se perfila como uno de los pocos grupos dedicados y con un proyecto en pleno desarrollo. Sus integrantes son personas activas y creativas que ven en el fantástico un vehículo de expresión pleno y potente para sus ideas y sensibilidad.” Esto fue justamente lo primero que llamó mi atención de Poliedro, el que se haya tenido que constituir una organización para editarlo, y que la declaración de principios de este grupo fuese un copy and paste de aquel viejo disclaimer del fanzine Fobos. ‘Organización sin fines de lucro’ allí, ‘publicación sin fines de lucro’ acá. El objetivo es el mismo (general y particular) y dentro del panorama en Chile ambos se perfilan (y perfilaban) como ‘únicos’. Lo que sonaba bien y hacía total justicia al fanzine Fobos, pero que copypasteado y adaptado en Poliedro parecía algo forzado.

Luis Saavedra publicó tres colecciones de cuentos llamadas Púlsares y a propósito del concurso homónimo de Fobos. En Púlsares encontrarán los primeros cuentos publicados de Jorge Baradit, Pablo Castro y Gabriel Mérida, tres de los mejores representantes de lo que se bautizó como ‘NeX Generation’ en las páginas del mapa estelar de la cf chilena. En el caso de Púlsares, los cuentos publicados eran los ganadores y finalistas de un concurso sometido al criterio de tres jueces, en el caso de los Poliedro, el criterio de qué publicar corrió por cuenta de cada miembro del grupo logrando así un resultado bastante disparejo. En Poliedro Dos empleamos el mismo modelo, pero el resultado fue más armónico. Esto de no contar con un editor (o dictador) puede ser bueno y malo, un arma de doble filo, ya saben, quis custodiet ipsos custodes? y todo eso.

Sí, ya sé que el decir que Poliedro Dos es mucho mejor que el uno sonará tendencioso y hasta puede que levante sospechas proviniendo de quien escribe, pero debo ser sincero. El primer Poliedro, por la constitución misma de los autores que componían al grupo, era una mesa con patas de distinta altura que terminaba apoyándose en la más sólida (Pato Alfonso). Ese era el principal problema de Poliedro como colección de cuentos y creo que como grupo también. Ahora la mesa está mejor equilibrada. Soledad decidió no incluir ningún cuento dando muestra de gran madurez como autora. No había nada con lo que estuviese conforme y pese a que su espacio estaba asegurado, prefirió contribuir con sus preciosas ilustraciones lo que ya es bastante. Luis Saavedra por su parte nos brindó un melancólico cuento nuevo y no sus archirrepetidos ‘clásicos’; Alfonso sigue sólido con sus relatos breves e intensos; Armando Rosselot aporta dos cuentos, uno de los cuales fue incluido en el Especial Asimov de Libro Andrómeda 2006; y finalmente yo decido incluir dos relatos escritos especialmente para Poliedro Dos (uno de ellos inspirado en la ilustración que Soledad realizó de un cuento antiguo que deseché) y una versión director’s cut, de un relato publicado en NGC 3660, pero sin el final feliz. Sumemos a esto la acertada elección de la imagen de portada y el diseño de ésta por parte de Jorge Baradit y tendremos un libro que supera con creces a su predecesor. Y supongo que ese es justamente el futuro del grupo Poliedro, él ir superándose cada vez más, ofreciendo nuevas facetas y mutando de acuerdo a las necesidades internas de cada uno de sus miembros, porque como dijo Kandinsky y jamás me canso de repetir: «todo método que responda a una necesidad interna es sagrado».

Sergio Alejandro Amira

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