1974

«No recuerdo cuando desapareció el primero, pero estoy seguro que no ha pasado más de un mes. Al principio fue sólo uno cada noche, luego dos, después cuatro y así hasta que sólo quedamos nosotros. Empezó con los prisioneros, luego con los compañeros de armas y el cura de Concepción. Le dije a mi capitán que era un castigo de Dios, que por muchas órdenes que debiéramos obedecer, se trataba de compatriotas nuestros, hombres y mujeres que no tenían con que defenderse de nosotros. Me respondió con un golpe en el estómago con la culata de su arma y la amenaza de encerrarme con ellos. Lo irónico es que al final terminamos todos encerrados, amigos y enemigos, soldados y marxistas, apoyándose contra un enemigo invisible tratando de sobrevivir en una guerra desigual que desataba cada noche. Miristas culiados dijo mi capitán cuando desapareció uno de los nuestros, los voy a freír hasta que me digan quien fue. Y lo hizo. Lo ví torturar a diez hombres, un niño y a un par de mujeres. Una de ellas estaba embarazada. Sangró hasta perder a su guagua, sangró hasta morir… Esa noche, fue el viejo quien desapareció. Y empezamos a tener miedo de dormir, los unos y los otros. La noche que al inicio empezó a matar en silencio, acabó haciéndolo a gritos… «

El 11 de Julio de 1974, el Penal de San Ramón, emplazado en la isla del mismo nombre en la bahía de Arauco, cortó sus comunicaciones con el continente. La instalación, un campo de detenidos a cargo de la Armada, donde fueron enviados hombres y mujeres simpatizantes con el régimen de Allende, dejó de comunicarse con la base central del puerto de Talcahuano y cada intento por restablecer contacto recibió por respuesta estática. El 14 de Julio, la Intendencia de Concepción, por orden de la Secretaría General del Gobierno Provisorio de la Junta Militar resolvió enviar un destacamento a investigar lo sucedido. No encontraron nada ni a nadie… De los ocho hombres del destacamento, sólo regresó uno. Hace dos años que lo estamos buscando…

LA EDAD DE ORO


El sociólogo Esteban Leo lo sostiene en su excelente ensayo, Mascaras Urbana: la fecha más importante en la historia del siglo pasado fue el 1 de Junio de 1938, cuando en el Nº 1 de la revista Action Comics se presentó al público un personaje llamado Superman. El día en que el mundo conoció la palabra y el concepto de superhéroe. Y desde entonces las cosas nunca fueron iguales. Un año después, tontos -un poco locos, un poco enfermos- comenzaron a vestir disfraces de colores y a defender con sus propias manos los valores de la verdad y la justicia en las grandes capitales del mundo. La mayoría no duró mucho. Cayeron por sus propios errores y balas perdidas (también directas) de los villanos que intentaron atrapar. Así, mientras DC Comics y otras editoriales le hacían creer al mundo que los vigilantes disfrazados, con poderes extraordinarios, eran cosa de tintas, imaginación e historias de escritores y dibujantes, las actas policiales de Nueva York, Londres, París, Ciudad de México y Buenos Aires escribieron una historia secreta muy distinta, la de los verdaderos superhéroes. Anónimos multicolores que desde las sombras de sus ciudades redactaron una peculiar y particular lucha entre el bien y el mal.
Santiago de Chile no fue la excepción.
El primer superhéroe chileno del que se tiene reporte, pues lo más probable es que haya habido uno o varios antes, apareció en junio de 1941. El Sereno se inspiraba en una imagen típica de la colonia chilena, especie de policía nocturno del siglo XVIII. Pero claro, la versión del 41 resultó muy distinta de aquella, estando mucho más cerca de Green Lantern, un personaje aparecido en las páginas de All Star Comics en 1940, campeón que combatía el crimen con la ayuda de un anillo dotado de poderes maravillosos. Pero el Sereno no llevaba un anillo, sino una linterna de gas usada en el ferrocarril. Y aunque ésta no tenía ninguna facultad increíble, sirvió para darle al campeón su identidad y personalidad. Como el mismo Sereno lo declaraba en sus recados a la policía, ser el portador de la luz santiaguina. Del resto, se encargaban sus puños y Lucero, un fiel y bravo pastor alemán que lo acompañó en sus primeras andanzas. Y que fue el primero de estos peculiares personajes en caer bajo las balas del mal.
El Sereno no fue un personaje muy activo. Jamás peleó cuerpo a cuerpo contra delincuentes realmente poderosos. A lo más se dedicó a atrapar ladrones y pillos de mala muerte. Era solo un tipo con un disfraz ridículo que intentó hacer la diferencia a su manera. Los diarios de la época dieron cabida a sus hazañas, pero siempre desde la mirada de la nota curiosa. Era sólo un sujeto extraño, que llevaba una mascara, una capa ridícula y que se dedicaba a atrapar uno que otro pillo con regular frecuencia. Se sabe que Carabineros le llevó un expediente, pero tampoco se trató de algo muy serio. Simplemente lo dejaron ser. No molestaba. Era un loco, igual que tantos otros que merodeaban por la capital.
Distinto fue el caso del vigilante que apareció poco después de El Sereno y que por casi diez años, entre 1942 a 1951, operó en Valparaíso. El Llorón vestía de negro, operaba tres noches a la semana y sus métodos rozaban los de los delincuentes que decía combatir. El Llorón era peligroso, de eso no había duda, por lo mismo fueron abundantes las escaramuzas de la policía del puerto por atraparlo. Al contrario que su colega Santiaguino, El Llorón no huía de las armas, operaba con un par de revólveres y una especie de báculo de metal. Quienes se enfrentaban a él salían muy mal heridos. Lo peor es que parecía no distinguir entre malhechores y policías. Se sabía que combatía el crimen, pero también que enfrentaba con la misma pasión a quien se cruzara en su camino. El Llorón tomó su nombre de un personaje de la mitología popular de la zona central de Chile, el de la Llorona, mujer fantasmal que gritaba sus penas a la noche. Vestido de negro, de pies a cabeza, con una capa en forma de capucha, El Llorón decía ofrecer su cruzada nocturna como una forma de pagar sus culpas. Más que un héroe propiamente tal, el encapotado de Valparaíso se convirtió en sinónimo del más puro de los horrores nocturnos que pudiese proyectar nuestro puerto principal. Es verdad, El Llorón fue nuestro Batman y la exótica geografía urbana de Valparaíso, nuestra versión de la Gotham City de los cómics.
Para 1943, mientras el norte del mundo intentaba sobrevivir a la gran guerra, las calles de Santiago, Valparaíso y Concepción vivía su propia y peculiar aventura. Aunque los medios los ignoraban, el boca a boca, el rumor que hace leyenda, hizo de nuestros héroes locales parte importante del folklore urbano de fines de la primera mitad del siglo XX. En Santiago, al Sereno no tardó en unírsele Ángel Rojo, al porteño Llorón comenzó a acompañarlo una siniestra mujer que se hacía llamar La Viuda, mientras las radios y los barrios de Concepción y Talcahuano decían ser protegidos por un musculoso gigante bautizado como Caupolicán. Fue este último quien marcó la pauta la atrapar a una banda completa de maleantes en el puerto de San Vicente, los que aparecieron una mañana golpeados y amarrados junto al botín robado y a una carta en la que la firma de Caupolicán, El Gran Toqui, declaraba ser el nuevo y fiel protector de la metrópolis penquista. El Diario El Sur de Concepción fue el primer medio importante en dedicarla el titular de primera página a un vigilante urbano local.
La historia oficial

El primer superhéroe oficial de Chile fue Ordenipatria. Y uno de los pocos ampliamente conocido por la masa. Aunque claro, jamás arriesgó su vida luchando contra malhechores y no fue más que la pantalla publicitaria con la que Carabineros de Chile festejó sus primeros veinte años de vida institucional. El 27 de Abril de 1947, ante la presencia del Presidente Gabriel González Videla, la policía uniformada se unió a la moda de las capas y antifaces. Ordenipatria fue el supercarabinero, la capa oficialista de las fuerzas de orden y seguridad. Un aviso publicitario andante, de carne y hueso. El absoluto guardián de la ley y la justicia en Chile, la primera obra maestra de la publicidad nacional. Por todo 1947, la imagen de Ordenipatria apareció en portadas de revistas, avisos en diarios y radioteatros a lo largo y ancho de la extensa geografía chilena. Se publicaron tiras cómicas en diarios e incluso se vendieron figuras articuladas del personaje, que fue encarnado por cinco suboficiales de Carabineros distintos. No era un superhéroe de verdad, pero simbolizaba todo el poder del mito que sucedía en las calles de las grandes ciudades chilenas. No era un real vigilante, pero si el único que se convirtió en estrella y símbolo sociocultural del Chile de mediados del siglo pasado. Su imagen hizo que la Escuela de Carabineros prácticamente duplicara el número de postulaciones. De paso se convirtió en símbolo absoluto de la llamada raza chilena, cuando en 1948, acompañó al Presidente González Videla en la fundación de la Base Bernardo O´Higgins, primer bastión de presencia nacional en el territorio Antártico.
Ordenipatria, el primero de los disfrazados que llevó este nombre, fue lo más parecido a Superman o al Capitán América que hemos tenido, pero también la primera piedra en el entierro de esta primera generación de vengadores callejeros nacionales, el final de nuestra privada Edad de Oro.
El 28 de noviembre de 1948 fue hallado bajo el Puente Pio Nono, a un costado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el cadáver de Salvador Guillen Valdivieso, ingeniero de 40 años, soltero y figura bastante conocida de la socialité Santiaguina. Su cuerpo estaba mutilado, con más de 30 puñaladas, cortes profundos y estoques. Guillen Valdivieso vestía el disfraz de El Sereno. Aunque claro, de eso jamás se dijo nada hasta muchos años después. Por las mismas fechas el llamado Ángel Rojo también desapareció de escena. Al igual que Caupolicán, en Concepción, cuya última acción documentada apunta al 3 de marzo de 1947. La Viuda y el Llorón fueron los que más estiraron su cruzada, existiendo referencias de apariciones de los siniestros vigilantes porteños hasta bien entrada la década de los cincuenta.

LLEGA PORTAAVIONES CHILENO


ESPECTACULAR RECIBIMIENTO PARA EL «ALMIRANTE LATORRE»

La nave, construida en astilleros ucranianos, asumirá el rol de buque insignia de la Armada. La Presidenta Marín y el Canciller Allende recibieron en el puerto a la gigantesca unidad con la que Chile ingresa al selecto grupo de propietarios de portaaviones nucleares.

VALPARAISO. Enero 1992. Bocinas de buques de la Armada y vítores desde los cerros acompañaron el arribo del portaaviones Almirante Latorre al Puerto de Valparaíso. El colosal buque arribó pasadas las diez de la mañana, escoltado por el buque escuela Esmeralda y los Cruceros Prat y O`Higgins, unidades que se vieron empequeñecidas ante el coloso de 300 metros de largo y casi diez pisos de altura.

El Almirante Latorre fue construido por los astilleros estatales ucranianos, dentro de las políticas de intercambio científico y tecnológico firmado entre La Moneda y el Kremlin. Propulsado por tres reactores nucleares gemelos, el buque es hermano del Ulyanovsk, actualmente en servicio en la marina rusa. Superado en tamaño sólo por las naves de la clase Nimitz norteamericana, el nuevo buque insignia de la Armada pone a Chile en el selecto grupo de propietarios y poseedores de las unidades de guerra más grandes y poderosas del planeta. Una tremenda responsabilidad, como fue acentuado por más de una autoridad presente en el evento.

La Presidenta Marín, que encabezó la recepción del portaaviones, junto al canciller Allende, gestor de la compra, se manifestó orgullosa del nivel de las relaciones entre Chile y la Unión Soviética. Aprovechó la ocasión para recalcar que la reciente adquisición no contribuirá al desequilibrio estratégico en la región, «por lo contrario, aseguró, «el buque está al servicio de todos nuestros pueblos hermanos, en la mutua lucha contra los embistes del capitalismo norteamericano». Su discurso aprovechó, además, de destacar el reciente pacto con la Paz que entrega al gobierno Boliviano el dominio conjunto de toda la costa comprendida entre el límite con Perú y Iquique.

Trascendió que dado el tamaño de la nave, deberán hacerse trabajos de ampliación en los puertos de Valparaiso y Talcahuano. Mientras esto no suceda, la nave continuará anclada en la bahía de Valparaiso, esperando el arribo de su contigente aáreo con el cual iniciarán las pruebas en alta mar, fechadas para marzo próximo.

El mando del buque fue entregado al Almirante Salvador Irribarra, figura clave en la victoria chilena en la guerra de los 3 días de 1979.

LA EDAD DE PLATA

Nuestra Edad de Plata comenzó oficialmente el 30 de Mayo de 1962, cuando en la ceremonia de inauguración del Séptimo Campeonato Mundial de Fútbol en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el Presidente de la Federación de Fútbol, Juan Goñi presentó ante la enardecida multitud a La Selección Tricolor, los vigilantes oficiales de Mundial y la nueva generación de Superhéroes Chilenos. La idea de crear este equipo fue del propio Carlos Dittborn, gestor del evento deportivo, fallecido meses antes. Dittborn encargó a un equipo especial del departamento de prensa y relaciones públicas de la organización del campeonato que crearan un símbolo. Pero uno diferente, concreto, más allá de las tradicionales e infantiles mascotas mundialeras. Pedro Fornazari, jefe de Prensa, contrató a Mario Uso, destacado y veterano ilustrador chileno de ascendencia italiana para que ideara este solicitado símbolo. Y Uso era sin lugar a dudas la persona idónea. En su currículo destacaba la creación y el diseño de Ordeniapatria, el más popular de los campeones patrios de la edad de oro.
El estudio de Uso y asociados propuso a la Federación la creación de un equipo de superhéroes inspirados en la Selección Nacional, el cual apropiadamente fue llamado Selección Tricolor ya que sus uniformes y capas ostentarían los simbólicos colores patrios. Juan Francisco Iturra, secretario de Prensa del Gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez vio con buenos ojos esta iniciativa y dio todo el apoyo del Estado a ella. La Selección Tricolor no sólo debía ser un símbolo futbolístico, sino también un icono de esperanza nacional tras el devastador terremoto de 1962. Y así fue. Tanto que jamás nadie se preguntó porque no habían aparecido un par de meses antes para ayudar a los damnificados en el pavoroso cataclismo que prácticamente sepultó a la sureña ciudad de Valdivia.
El propio Ordeinpatria, en su regreso a la acción, presentó en la inauguración del Mundial del 62 a la flamante Selección Tricolor, comandada por el delantero, Capitán Tricolor e integrado por Portero Tricolor, el rudo del equipo; Defensor Tricolor, el joven impetuoso; Juez Tricolor, el cerebro y arbitro y Señorita Tricolor, la bella de bellas, figura que no tenía mucho que ver con el fútbol pero que dio el toque sensual y femenino al equipo, además de aportar la siempre necesaria tensión sexual entre sus integrantes.

Por casi ocho años, entre 1962 y 1969, la Selección Tricolor, acompañada Ordenipatria protagonizaron giras, radioteatros y revistas de historietas. Inspiraron muñecos de acción y fueron el sueño de cada niño. Todos querían ser miembro de la Selección Tricolor. De hecho su popularidad sólo fue equiparada por la de los nuevos cantantes chilenos de la llamada Nueva Ola. Sin embargo, ni el arrastre de figuras como los Red Junior (cuyo nombre se pensó a partir de una estrategia para crear un equipo de héroes cantantes) o la de José Alfredo Fuentes tuvo el poder popular de un Capitán o un Portero Tricolor.

Pero el ritmo de las cosas cambió el 20 de Julio de 1969. Ese día el astronauta norteamericano Neil Armstrong pisó la superficie lunar. El acto no sólo marco un gran salto para la humanidad, sino el fin de los superhéroes como campeones favoritos de la imaginación. Los niños y adolescentes ya no querían ser vigilantes enmascarados, sino ir a la luna en un cohete. La carrera espacial dejó claro que no se necesitaban ni identidades secretas ni poderes extraordinarios para convertirse en el mayor de los héroes. Mario Uso y su equipo de dibujantes intentaron darle un nuevo impulso a la Selección Tricolor, matando al veterano Ordenipatria en una de las aventuras más tristes de la historia superheroica nacional y reemplazándolo luego por Astro Chileno, el primer cosmonauta de este lado del mundo. Pero no dio resultado. Como tampoco sucedió con la magnífica boda de Señorita Tricolor con Capitán Tricolor. Evento esperado por años pero que, paradójicamente, cuando sucedió, no fue aclamado por las masas. El 20 de Febrero de 1970 se disolvía la Selección Tricolor y con ella acabó nuestra edad de Plata.
Pasarían diez años antes de que volviéramos a tener nuevos superhéroes. claro, en un marco social y político muy distinto.

HITO ESPACIAL DEL SOCIALISMO CHILENO

Esta mañana en el Cosmódromo Lonquimay
EXITOSO DESPEGUE DEL “RODRIGUEZ”

A las seis de la mañana en punto, se elevó desde el centro espacial temuquense el primer Transbordador Espacial Nacional. En su viaje inaugural se acoplará a su nave hermana, el Buran soviético para luego maniobrar alrededor de la estación Mir II. La Presidenta Marín catálogo el hecho como clave en el avance científico del gobierno del pueblo.

TEMUCO. 5 DE MAYO 1990. Absolutamente perfecto, fueron las palabras pronunciadas tanto por Hernan Osorio, director de la OEN (Oficina Espacial Nacional) como por el general del aire, Gustavo Leigh, para definir el despegue del transbordador Rodriguez, la primera nave espacial reutilizable chilena. Un hito tecnológico y también social fue acentuado en el discurso de la Presidenta Marín, tambien presente en el lugar y quien celebró el evento como una muestra concreta de la colaboración entre el gobierno del pueblo y el Kremlin. Bautizado con el apellido del libertador de la patria, el Rodríguez fue diseñado en conjunto por ENAER y la industria aeroespacial soviética, respetando el diseño que tan bien ha funcionado en las naves de la clase Buran. La tripulación del Rodríguez está conformada por el coronel Ignacio Cienfuegos y el capitán Leopoldo Jacques, ambos de la FACH, más el connotado cosmonauta soviético, coronel Dimitri Topol, como oficial de enlace y apoyo.
Propulsado por un poderoso lanzador Energya, el Rodriguez no tardó en alcanzar una velocidad de empuje de 28.000 kilómetros por hora, que lo ayudó a entrar en órbita, cuarenta minutos tras el despegue. En su misión de cuatro días, El Rodríguez efectuará experimentos en gravedad cero, para luego realizar maniobras junto a una de sus naves hermanas, el homólogo soviético Buran III. Ambas acoplarán en la plataforma espacial Mir II, donde ha trascendido que la tripulación rusa espera con ansiedad a sus nuevos colegas chilenos. Para el próximo viernes 8, esta programado el retorno del Rodriguez a tierra. Según ha informado la OEN, el aterrizaje del transbordador debiera suceder a las 18:00 horario insular en la pista del Aeropuerto Mata Hari en Isla de Pascua, recientemente alargada para recibir a la flota de naves soviéticas, así como la chilena. El sábado, tras una primera ronda de reparaciones, la nave será montada en el lomo de un Antonov An-124 que la traerá de regreso al Cosmódromo Lonquimay.
Junto con celebrar la hazaña, la Presidenta Marin aprovechó la ocasión para confirmar la compra del portaviones nuclear Almirante Latorre, unidad de la clase Ul’yanovsk, que se unirá a la escuadra nacional como buque insignia. El negocio, donde fue clave la influencia del canciller Allende, incluye además quince cazas Su-27K en su versión naval, diez helicópteros KA-32 Helix y una docena de aviones de ataque de despegue y aterrizaje vertical Yak-38M.

STEAM PRAT

Su existencia era por tanto evidente,
el hecho en si no podía negarse,
y la emoción producida en el mundo entero
por tan sobrenatural descubrimiento
resultaba más que comprensible…
Julio Verne

LA BRUMA DE LA MAÑANA formaba una pálida cortina sobre la bahía de Iquique. Delante y arriba, en la cofa del palo trinquete, el vigía del Huascar trataba de distinguir alguna forma en medio de la neblina.
21 de Mayo, 1879.
-¿Qué hay?-, preguntó un oficial, parado de pie junto a la torre principal de artillería.
El centinela negó con la cabeza.
El oficial miró al capitán Miguel Grau, quien asomó su gruesa figura por la escotilla del puente de mando. Le dijo que no había novedades.
-A media marcha-, ordenó el comandante, regresando de inmediato a su lugar tras el timón Se quitó la gorra y miró hacia la popa, cerca se distinguía la silueta maciza de la fragata Independencia. Los dos buques de guerra más poderosos de la escuadra peruana iniciaban su cacería de chilenos. La misión era clara: despejar el puerto de Iquique y hundir las unidades enemigas que lo bloqueaban.
-Aumente dos cuartos-, indicó Grau. Sabía que aquello revelaría su presencia, pero era un riesgo válido. Los buques a su mando eran rápidos y sigilosos, mas el humo de dos chimeneas altas, con las calderas devorando toneladas de carbón no pasarían desapercibas. Humos al norte, no tardarían en identificar en las cofas chilenas. Confiaba que la ventaja de la fuerza inclinara la balanza a su favor.
Las frías aguas eran cortadas por el espolón del Huascar. Grau llamó a su primer oficial y le ordenó cargar la artillería frontal. Luego tomó asiento y dedicó los siguientes minutos a revisar el informe del espía. La Esmeralda y la Covadonga, una vieja corbeta de madera y una cañonera con aún más años de servicio, no parecían ser rivales. Ni siquiera eran naves útiles para cerrar un puerto. El capitán peruano frunció el ceño, no era tonto, llevaba años dirigiendo naves de batalla y la movida de los chilenos era una trampa por donde se le mirara. Lo advirtió a sus superiores, pero nadie le hizo caso, las órdenes eran órdenes. Nadie podía ser tan ingenuo, tampoco tan idiota. Arturo Prat, leyó la identidad del comandante de la Esmeralda. El nombre le era familiar, pero no podía recordar por qué, ni dónde.
-¡Palos delante!-, gritó el joven marino, encaramado en la cofa del monitor.
Grau se asomó por los ventanales de la torre. El sol otoñal comenzó a despejar las nubes y la costa se apreciaba llana. Entonces los vio, los mástiles del enemigo, pequeños a la distancia, solitarios como tumbas.
-Velocidad de ataque-, ordenó.
Las calderas del Huascar rugieron al aumentar las revoluciones de la propela. Metros atrás, la mole de la Independencia repitió la maniobra de su nave hermana. La batería de proa también apuntó hacia los chilenos. El Huascar iniciaría el ataque, la Independencia limpiaría lo que quedara.
Los buques chilenos ni siquiera se inmutaron.
-Algo acá no está bien-, murmuró Grau. –Fuego a discreción-, ordenó.
Uno de los cañones de la batería doble, montada en una torreta giratoria, apuntó al frente de la Esmeralda. Tres minutos después, un proyectil con cuatrocientos kilos de explosivos tronó sobre la superficie, trazando un arco limpio contra la corbeta adversaria.
Una columna de agua se levanto frente a la Esmeralda. Grau aguardó antes del siguiente movimiento. Nada sucedió. Pidió un catalejo y miró al enemigo. Ni una sola alma sobre cubierta, la Covadonga también aparecía abandonada. Ya no cabía duda, era una trampa. Nervioso se asomó a la borda y miró hacia los cuatro puntos del horizonte. Estaba seguro que el Blanco o el Cochrane, alguno de los blindados chilenos, no demorarían en echárseles encima.
El oficial de armas miró al comandante.
-Apunte al castillo de proa-, ordenó Grau.
La torre del Huascar chirreo sobre su base articulada, ubicando los cañones gemelos en posición de tiro. Grau bajó la mirada. El estruendo llenó de vapor y humo la cubierta del monitor. Dos proyectiles silbaron a pocos metros de la superficie del mar hasta impactar en la proa de la Esmeralda. La corbeta adversaria voló por los aires, inflamando sus maderas descubiertas. El palo frontal se vino abajo, arrastrando en sus cuerdas a gran parte del empenaje.
Y nadie hizo nada.
A esas alturas, Grau ya tenía claro que las cosas no estaban bien. Tomó el altavoz y ordenó máquinas en retroceso. Pero la trampa ya estaba cerrada y los cazadores cazados.
Por un monstruo que cayó del cielo.
Fue el debut público del Valparaíso, la primera aeronave blindada de la historia. La respuesta a la eterna pregunta de si éramos capaces de hacer volar un buque de guerra. Un prodigio de la ingeniería, conseguido gracias al poder de la metahulla, el milagroso mineral verde oscuro que hacía sólo un par de años fuera descubierto en las minas de la provincia de Arauco, en el sur de Chile. Piedra milagrosa, cuyo descontrol energético terminaría cambiando para siempre el estatus de Chile en el concierto internacional. Y el Valparaíso fue sólo uno de sus primeros usos. Un acorazado de sesenta metros de eslora, artillado con torres más grandes que la del Huascar y propulsado por mástiles rotatorios. Un pesado y mortífero mastodonte volador, adelantado en décadas a los globos dirigibles que por aquellas mismas fechas hacían furor en Europa.
Ruidoso y rodeado de vapores blancos, el Valparaíso giró hasta situarse en vuelo estático a treinta metros por sobre las cabezas de los marinos peruanos, muy por encima del alcance de las baterías más pesadas del Huascar y la Independencia, a distancia de tiro sólo de armas livianas, como fusiles y ametralladoras, todas inservibles ante las placas de metal que rodeaban el leviatán de velas batientes.
Carlos Condell, comandante del monitor aéreo Valparaíso, exigió la inmediata rendición de los buques peruanos. Grau, tratando de calmar el pavor de sus hombres, prefirió no responder. Los motores de su nave estaban en reversa. Condell volvió a repetir la advertencia. Esta vez la acompañó con un disparo que detonó metros tras la popa del Huascar.
-El próximo irá directo a su timón, capitán Grau-, dijo la voz del chileno.
Ellos también tenían buenos espías, pensó el comandante peruano.
Y entonces el primer error. Presos del pánico, los hombres de Guillermo Moore, capitán de la Independencia, decidieron enfrentar al desigual adversario. Se ubicaron en la proa de la nave y usando ametralladoras y cañones livianos abrieron fuego contra el coloso que les aleteaba encima. Balas de calibre liviano rebotaron contra el blindaje del Valparaíso, rozando apenas la unidad chilena.
-Carguen la batería principal-, ordenó Condell.
Un portalón se abrió al estribor del Valparaíso. Entre chirridos de cadenas y placas metálicas asomó un cañón largo y grueso, de un calibre mayor a cualquier arma pesada usada a la fecha sobre un buque de guerra.
Desesperado, Grau intentó comunicarse con su colega de la Independencia, rezando para que sacara rápido la fragata de allí. Pero Moore sólo atinaba a seguir disparando.
A la orden de Condell, marinos chilenos cargaron el cañón con una bala explosiva de metahulla. Entre el ruido de los fusiles peruanos, apuntaron al centro de la Independencia, justo a un costado de la chimenea. Entonces vino el disparo. Seco y hueco, un rayo verde impactó directo contra el mayor buque peruano. Segundos después, el aire que rodeaba al buque fue consumido y convertido en gas explosivo. El estallido sacudió millas a la redonda, levantando una bola de agua y fuego, que convirtió a un poderoso buque de guerra de dos mil toneladas y tres mástiles en una estela de cenizas. Nada mayor a cinco centímetros quedó de la antes magnífica fragata Independencia.
Y antes de que Grau y sus subalternos atinaran a reaccionar, la batería secundaria del Valparaíso dañó el timón y la hélice impulsora del monitor con un tiro certero. A los hombres del Huascar les quedaron sólo dos caminos: rendirse ante la bandera chilena o dispararse antes de que un pié enemigo tomara posesión del ayer orgullo de la escuadra peruana. Algunos eligieron la segunda alternativa.

Access Code/Ygdrasil

Texto de presentación de Ygdrasil. 25 Feria del Libro de Santiago, 2005
por Francisco Ortega

Access Code/Ygdrasil: La novela que presentamos hoy en día. Una muy buena novela por lo demás. La primera novela de ci-fi chilena. Falso. Recordemos a Hugo Correa, ¿dónde estás Hugo? Repasemos websites y fanzines, ficcionautas y tantos otros clanes…. La primera novela de la nueva era de la ci-fi chilena esperemos, una donde los grandes sellos se interesen en un género en constante desprecio.

Access Code/Jorge Baradit: No lo conozco. El autor del libro. La foto de la solapa lo muestra con cara de buen tipo. Me cayó bien al leerlo. Lo envidie. Muchas partes de Ygdrasil quise haberlas escrito yo. Escucha buena música. Corazón de pop. De pop control no de pop de plástico. Lee basura y lo confiesa. Eso habla bien de él. Un honor presentar a un desconocido.

Access Code/Mariana: La primera bad girl de la literatura chilena del siglo XXI. Una chica mala, que tiene que ver con cine oriental, con Tarantino, con cómics deshojados, con música de NiN, con mitología chilote, con hipervelocidad. Mariana es sucia, es mala y es buena. Mariana tiene buen corazón pero también lo tiene podrido. Mariana es una inyección. The Sweetest Perfection.

Access Code/Chile: Alvaro Bisama, crítico literario, dijo a propósito de Mitos de Chile de Sonia Montecinos, que ese texto era el Santo Grial para la futura ficción narrativa chilena. No sé si Baradit lo haya leído, pero vaya que le da razón a las palabras de Bisama.

Access Code/Ciencia Ficción: Bienvenido al sistema. Según el escritor argentino Rodrigo Fresan, un país sin ci-fi es un país
sin futuro. Gracias a Baradit, algo de esperanza tenemos.

Access Code/Ficcionautas: Con perdón, no quiero exagerar. Bueno sí. En 1983, William Gibson con Neuromante inauguró la era del ciberpunk, Baradit con Ygdrasil ha hecho lo propio con el ciberchamanismo.

Access Code/Género: Dicen: Ygdrasil las verá dura porque en Chile no hay tradición de literatura de género. iquest;Qué? ¿Dónde? No habrá críticos de género que es distinto. Y Pacha Pulai. Y Alsino, señores, el chico alado de Pedro Prado es casi un X-Men. El Obseno Pajaro de la Noche de Donoso es una novela gótica, más cercana a un cómics de Neil Gaiman que al realismo mágico latinoamericano. Mampato, las historias dibujadas del gran Máximo Carvajal, Papelucho y el Marciano, acaso la mejor idea de Philip K, Dick, no firmada por Philip K. Dick. La narrativa oral chilena es puro género. Monstruos, dioses, ballenas blancas, ciudades perdidas y barcos fantasmas. Que los ciegos no vean ese es otro problema.

Access Code/Literatura menor: ¿Perdon? Y acaso Shakespeare no escribía teleseries, Dickens folletines menores. Moby Dick es una historia machista de aventuras, no la piedra angular de la novelística contemporánea. Ese caracter se lo dio el tiempo. Poe inventó el cuento moderno escribiendo terror y Don Quijote… Perdonen pero cualquier capítulo de Cervantes está más cerca de una aventura de Batman que cualquier novela “artística” publicada en el último tiempo. Nuestro difunto y sacrosanto Bolaño lo entendió. Baradit al parecer también. Da lo mismo escribir best seller, literatura de género o novelas. Lo importante, lo primero y lo último es escribir buenas novelas.

Access Code/Basura: A todos nos gustan las hamburguesas e Ygdrasiles una muy bien preparada. Felicitaciones al cocinero. Baradit da para chef con peso.

Access Code/Pop Control: John Hogdman, editor adjunto de la revista de Libros del New York Times lo dijo en una editorial publicada el 24 de Abril del 2004. Las mejores cinco novelas que he leído en los últimos quince años son cómics. Me atrevo a decir que los mejores cinco libros que he leído en los últimos dos años incluyen historietas, novelas de terror y un par de best sellers. Meto en el saco a 2666, mezcla de novela gráfica sin dibujos, tratado conspirativo y manual de asesinatos en serio. En el saco también meto a Ygdrasil, el primer salto a lo grande a una piscina que llevaba demasiado tiempo seca.

por Francisco Ortega