Marcelo Novoa, Facilitador Cultural

¿Por qué elegiste el camino de las letras?

Creo que me eligió, en serio, no caminaba y sabía hablar, apenas me paraba y juntaba letras, siempre me gustó leer, además que cuando me puse a escribir no paré más… Descubrir que las palabras esconden mundos que se abren a palabras que ni conocías, ese fue mi pasaporte a regiones inexploradas y aún sigo en pleno viaje.

¿Cómo es la pega del facilitador cultural?
Se parece a la de Bob Esponja, pero sin suspensores… Preparamos Cultur-burguer todo el tiempo, pero siempre hay Calamardos de poca monta que se las quieren afanar, llámense periodistas de a cuarta o malgestores inculturales… La idea es seguir cosechando la “imaginación” en los jardines humanos, sin perder el humor.

¿Hay poesía de CF?

En Chile no mucha, pero se puede seguir una línea a partir del vuelo fugaz de Huidobro, pasando por Oscar Hahn, nos quedamos un buen rato con Maquieira y Juan Luis Martínez, hasta que llegamos a Javier Campos y de ahí a Tomás Harris, donde aterrizamos, pues no han aparecido muchos más… En verdad, me interesa más la “poesía” (riesgo, audacia, rebeldía, acrobacia tanto formal como de contenidos) que encuentro en Bradbury, Smith, Delany, Zelazny, Ballard y algunos párrafos perfectos de Gibson. Continue reading «Marcelo Novoa, Facilitador Cultural»

Pablo Castro, escritor de Ciencia Ficción

Pablo Castro tiene 31 años, es cientista político y actualmente trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Soltero, cree que su vida es “poco interesante” y está feliz por ello: “Un escritor malo es aquél cuya vida es más interesante de lo que escribe”, afirma.

Ha sido ganador de suficientes premios y publicado en varias antologías, lo que ha puesto su nombre entre uno de los pocos escritores chilenos que publican Ciencia Ficción.
Aquí nos habla de su pasado, cómo ingresó al mundo de la CF, su esperanza de que el género alguna vez logre en Chile el sitial que se merece, y nos cuenta parte de lo que podemos esperar en el futuro próximo.

LA CIENCIA FICCIÓN, HOY.

¿Qué pasa con la Ciencia Ficción en Chile?

Seamos honestos, en Chile la Ciencia Ficción es un género mal conocido, mal estudiado y lo que es peor, poco leído. Por cierto que no hablo de los seguidores del género, ni de sus lectores. Pero en Chile hablar de CF es hablar de diferentes visiones del cyberpunk y una que otra mención a Dick.

Ahora, puedes decirme que en el fondo ése no es un problema, que todo puede verse distinto si diversas editoriales se dan cuenta de las posibilidades del género, tanto en contenido como en éxito de ventas. La pregunta es si sucederá eso. ¿Están los editores interesados en publicar obras de CF que signifiquen un desarrollo literario del género nuestro país o sólo están interesados en publicar éxitos de ventas aislados?

Ya sé que muchos me dirán que a estas alturas no vale la pena defender la identidad de un concepto llamado “Ciencia Ficción”, pero afuera me tocó ver exactamente el fenómeno contrario. En Francia la CF junto a la Fantasía son parte de un gran género y la claridad de su identidad como tal ha permitido la creación de un movimiento muy lúcido y exitoso, que ha galvanizado el desarrollo de editoriales especializadas, revistas, eventos de gran nivel y mucha gente interesada. Es decir, la identidad crea una referencia, y esa referencia crea una afluencia.

¿Entonces no es posible un movimiento editorial enfocado a la Ciencia Ficción En Chile?

¿Para qué existirían editoriales especializadas si la Ciencia Ficción fuese nada más que un tipo de literatura convencional o postmoderna? ¿Para qué los festivales y eventos? Eso es lo que ha sucedido en Chile. Como casi nunca se habla verdaderamente de CF, las obras que lo son fácilmente han caído en el olvido porque se les concibe como meros experimentos o rarezas.

Si comenzáramos a hablar de CF literaria como tal, si exigiéramos a los críticos verdadero conocimiento y no simples y antojadizas referencias para el bronce, si pudiésemos configurar una visión con identidad respecto del género –y la CF es muy abierta a diversas tendencias– tendríamos quizás un movimiento, un conjunto de personas interesadas en las posibilidades literarias del género. De ahí a la publicación de escritores no sería algo muy difícil, diría que el paso lógico.

¿Y qué se puede hacer al respecto?

Hay que demoler de una vez por todas esa idea de que la Ciencia Ficción es un género apartado, valorado por un conjunto de fanáticos adictos a la ciencia y que compran figuritas de Star Wars.

Sí, la CF puede ser eso, pero mucho más. La CF no se puede estigmatizar con imágenes facilistas de ese tipo. Hay espacio para todas las tendencias. Es un género mucho más vanguardista de lo que se cree, mucho más visionario y arriesgado, pero si se va a considerar la CF literaria sólo como sinónimo de Asimov, Bradbury, para saltar a Dick, y de ahí al cyberespacio, entonces se caerá siempre en una estigmatización mediocre y equivocada.

Asimov es CF, y también Sturgeon, Heinlein, Blish, Varley, Delany, Sterling, Egan y un sin número de otros autores. Y ahí también se encuentran mujeres como Alice Sheldon o Ursula K. Le Guin, tan profundas y sorprendentes como otras escritoras destacadas de la literatura general.

Terminemos con los complejos. Dejemos de aislar a escritores como Ballard para decir que no son CF, porque Ballard es lo que es hoy en día gracias a las oportunidades estéticas, formales y conceptuales que le brindó el género. Además, existen momentos históricos respecto del género que son sorprendentes: la primera explosión nuclear fue descrita en detalle y con antelación por un escritor de CF en un cuento publicado en una revista, lo que significó que fuera vigilado por la inteligencia norteamericana y se abriera un expediente. ¿Acaso los Fresán o los Bolaño se han acercado a la realidad de esa forma? Sólo referencias clichés, vacías y casi siempre sin contenido.

Si se insiste en considerar a la CF como un referente simpático, y si los propios seguidores dejan que desconocedores y vende pomadas hablen del género configurándolo para satisfacer sus propias necesidades publicitarias y exhibicionistas, entonces es poco lo que se puede esperar.

UN VIAJE AL PASADO

¿Qué pasó con Fobos luego del Fobos Negro?

Es una buena pregunta para Luis Saavedra, creador, fundador, director, compilador, productor y distribuidor de Fobos.

Personalmente creo que se terminó en su mejor momento. Como fanzine será difícil superarlo, fundamentalmente porque era un medio impreso, algo esencial para la consagración de cualquier revista.
Fobos se inició como un proyecto personal de alcance colectivo. Durante un buen tiempo fue el único espacio visible para publicar CF chilena y la única referencia que podía citarse como tal. Eran malos tiempos, escaseaban los escritores y existía la sensación que el género estaba muerto en el país. Creo que fue importante su difusión internacional porque permitió a activistas y directores de revistas extranjeros saber algo de la CF chilena. Al mismo tiempo tuvo buena acogida ahí y creo que eso convenció a Luis para darle un nuevo aire, lo que significó editar el fanzine en su modalidad conceptual, es decir, número dedicados a un tema o concepto específico (Fobos Negro).

¿No has vuelto a colaborar en TauZero?

Participé en TauZero durante el año 2004 y fue una buena experiencia, pero me pilló en un momento complicado económica y personalmente. Creo que cuando colaboras o eres parte de una revista o proyecto debes estar tranquilo, con tu vida en orden. De lo contrario un día colaboras con mil cosas y al otro te da lo mismo si el proyecto se va a la cresta.

No volví a colaborar con TauZero porque en principio no sabía si el proyecto estaba en stand-by o seguía en pie. De hecho hace poco supe que el asunto seguía, incluso con página propia.

Este ha sido para mí un año de transición y espero volver a colaborar a medida que finiquite un par de cosas.

Cuentan las malas lenguas que Jorge Baradit (autor de Ygdrasil) estuvo en un taller literario liderado por ti. ¿Es un mito?

El año 2003 Luis Saavedra me pidió dirigir un taller que podríamos llamar literario. Me entregó una serie de nombres de personas y sus escritos, entre los cuales estaba Jorge. El cuento era “Angélica” que se desarrolla en el mundo de Ygdrasil. Bueno, después de leer y revisar los cuentos, les escribí a las personas que Luis me había señalado: Jorge, Gabriel Mérida, Marcelo Garrido, Marcelo López y Soledad Véliz contestaron, expresando interés en el la idea. Luego se sumó Sergio Amira como ayudante de campo y asesor literario.
El taller no duró mucho y creo que la razón fue que no estábamos en condiciones de desarrollarlo. Era mediados de año, una época siempre difícil y la verdad es que yo en algún momento dudé en hacerlo porque no disponía de mucho tiempo. Pero estos talleres, que son en general una oportunidad para juntarse y provocar sinergia, siempre dejan algo, o por lo menos te dan una buena razón para escribir.
En ese momento Jorge ya tenía Ygdrasil (de hecho se había publicado un capítulo en TauZero) y creo que los comentarios que hice respecto a “Angélica” no debieron ser para él una sorpresa porque estaba, y está, muy consciente del alcance y esencia de su obra.

¿Que fue de esa novela en donde se involucraba a las fuerzas armadas, en particular a la FACH?

En muchas de mis historias involucro a las Fuerzas Armadas, especialmente a la FACH. Algo tienen las Fuerzas Aéreas que las hacen muy cercana a la Ciencia Ficción. No lo sé, es una sensación personal.

La novela que mencionas llevaba por título Esperando la Noche y trataba en principio de los pilotos chilenos que esperaban la guerra en el 78’. Lo escribí en versión cuento, que luego perdí cuando murió mi antiguo computador.

Sé que tienes gran afición por la música. ¿Influye ella en tu proceso de escritura?

Tengo una gran afición por los grupos de música de los cuales soy muy fanático. Hablo de bandas como Skinny Puppy, Front 242 y Front Line Assembly. Su influencia en mi escritura es fundamental, sobre todo con Front 242 y Front Line Assembly, que son bandas cuya música, letras, gráfica y sonidos ambientes insinúan escenarios futuristas, o donde la tecnología parece ser una constante. Muchas de las imágenes que han dado origen a mis historias provienen de la música de esas bandas. Sin embargo, no es una relación causa y efecto, porque las imágenes que aparecen en mi cabeza a veces tienen poca relación con el sentido o letra de una canción.

En perspectiva, creo que esa música fue muy importante a la hora de escribir o diseñar mis primeras historias, muchas de las cuales surgieron a partir de imágenes que flotaban en mi cabeza después de escuchar horas y horas un disco o una canción en particular. Creo que hay un momento en que una canción es tan sugerente, que la única forma de estar a la altura de ella es equilibrándola con una imagen en particular. Luego esas imágenes se quedan en tu cabeza, y en ese momento no te queda otra que darle forma con una historia.

Sigo siendo muy entusiasta de la música de esas bandas, las cuales todavía continúan activas, como Front Line Assembly o Skinny Puppy. En el caso de los Front Line, se trata de un grupo que cada año saca un disco mejor que el anterior. Civilization, lanzado el 2004, es impresionante, no sólo por su textura y fondo, si no porque después de casi veinte años de trayectoria, estos tipos son capaces de escribir un disco tan potente como sus obras más clásicas. Algo similar sucede con Skinny Puppy. De las tres bandas mencionadas es la única que me falta ver en vivo.

Hay quienes piensan que Pablo Castro tiene un estilo que recuerda a la prosa de Philip Dick…

Creo que te refieres a un comentario que hizo Bruno de la Chiesa en su introducción a la antología Utopiae Si mal no recuerdo decía que Dick había hablado alguna vez de la muerte, pero nunca de la manera cómo lo hacía Reflejos, en el sentido de la muerte como producto de un mercado. No sé si Bruno seguirá viendo esa relación con Dick en otros cuentos.

¿Si mi prosa recuerda a la de Dick? No lo creo. Los americanos son de prosa muy limpia y certera. Diría que mi narrativa es más redundante.

NUESTRO PRESENTE

¿Qué te parece el fenómeno surgido tras la publicación de la novela de Baradit?

Si te refieres al gran éxito de la obra en todas sus dimensiones, me parece muy bien, porque siento que para Jorge era muy importante que se diera de esa forma.

No creo que los creadores de Matrix esperaran una taquilla aceptable con su película, sino un éxito y un fenómeno superlativo. Lo anterior es normal cuando sientes que escribes algo que en su primera mirada está más allá de la típica convencionalidad, por ende creo que el éxito de Ygdrasil es el éxito que la novela debía tener.

¿Podríamos estar ante un «boom» de la ciencia ficción chilena?

En general no lo sé. Habría que tener claro qué podemos entender por “boom”. Todavía no existe un conjunto de obras publicadas, por el momento vemos escritores como Luis Saavedra o Sergio Alejandro Amira con una presencia internacional interesante; y escritores como Marcelo López, Gabriel Mérida y tú mismo entre otros, que han destacado en publicaciones y concursos.

Ahora, si la pregunta está relacionada con lo sucedido justamente con Ygdrasil, debo decir que tengo mis dudas con un posible “boom”, pero esas dudas no tienen que ver con el merecimiento y éxito de la novela de Jorge, sino en la manera cómo es manejado y dimensionado ese éxito e impacto. Aquí hay dos posibles escenarios: o la novela se transforma en una cuña editorial que abre el interés por publicar a diversos autores de CF, o se transforma en un referente en sí mismo.

No quiero arriesgar pronósticos, y puede que esté equivocado, pero veo que el asunto se maneje tal vez por lo último señalado. Cuando veo a tipos como Fuguet que empiezan a comprar libros cyberpunk como si se hubiesen escrito ayer para ponerse a tono, cuando se han pasado la vida obviando la CF, o a críticos completamente perdidos en lo que respecta al género, no siento mucha confianza. Me molestó por ejemplo ver una reseña de Ygdrasil de Rodrigo Pinto en la que no se menciona a Fobos. ¿Eso es ignorancia o simple “ninguneo”? Cualquier posibilidad no es bienvenida.

HACIA EL FUTURO

¿Tienes algún proyecto en carpeta? ¿Hay material tuyo que podamos leer en un futuro próximo?

Estoy terminando una colección de cuentos, que espero que esté terminada a fin de año. Probablemente en el verano comenzaré una novela, pero tengo que definir algunos detalles.

Respecto a tu segunda pregunta debo decir que lo ignoro, sobre todo en el corto plazo. Tomé la decisión de enviar mis cosas afuera, fundamentalmente a Francia donde se me abrieron las puertas para publicar. Esa es mi situación actual. Bueno, imagino que debes ir dónde exista la posibilidad de publicar. A mí me gustaría publicar en Chile, me gustaría ver a otros escritores publicando obras de Ciencia Ficción.

Creo, volviendo a tu pregunta sobre el “boom”, que posiblemente existe una oportunidad histórica para que se pueda dar lo anterior. Además, hay un hecho interesantísimo al respecto: los escritores que mencioné anteriormente mantienen estilos muy característicos, pero también distintos y eso que hablamos todavía de pocos escritores comparados con otros mercados. Existe una variedad de estilos y temáticas que serían notables a la hora de existir publicaciones de esos escritores.

Pero vuelvo al concepto anterior: ¿Tendrán esto en consideración las casas editoriales? ¿Se darán cuenta los editores que pueden arriesgarse con publicar CF si ven que la gran mayoría de los autores convencionales que son publicados tienen escaso impacto y poca venta? ¿No valdría la pena apostar por algo nuevo?

LOGROS

Fixion2000

Un concurso muy importante, porque significó escribir mi primera obra de Ciencia Ficción de verdad. Ganarlo fue muy decidor en esto de meterme de lleno en escribir CF. Además “Exerion”, el cuento ganador del concurso, me ha dado muchas satisfacciones. Agradecido por siempre de René Weber quien se la jugó por organizar el concurso y el evento.

Zona de Contacto

Entré a la Zona cuando había decidido dejar de escribir. De ella estoy agradecido porque me dieron la oportunidad de publicar sin exigirme currículums ni premios ni antecedentes. Fue además la primera vez que tuve críticas y comentarios de terceras personas fuera de los amigos. Me llegaron hasta cartas, algunas muy reveladoras. Creo que tomé conciencia de que una historia escrita por ti puede significar mucho para alguien que no conoces. Además pude publicar tres historias de Ciencia Ficción, cosa muy difícil considerando el poco espacio destinado a cuentos que había en la Zona.

Terra Ignota

Fue un premio que me sorprendió, porque en su momento había olvidado mi participación en él. Me alegré sobre todo porque el cuento se había publicado en Fobos. Lamento que el concurso ya no siga.

Exilio en el pasado distante

Escribí el cuento a petición de Sergio Amira para un especial de los Transformers en el Calabozo del Androide. Siempre soñé con ser guionista de la serie y aunque había escrito algo en 1995, ahora era la oportunidad de concretarlo. Fue un cuento muy importante porque llevaba meses sin escribir, sin ideas, y “Exilio…” me devolvió las ganas y la motivación. Creo que fue la primera vez que me convertí en escritor y lector entusiasta de algo que estaba escribiendo. En la literatura eso se da poco, imagino que en la pintura o escultura es una sensación más familiar. No sé, tuve la impresión la noche que lo escribí, que estaba filmando un capítulo de los Transformers. Espero seguir haciéndolo.

Antología Cosmos Latinos

Fue un proceso que duró tres años, desde que Andrea Bell, co-editora del libro, decidiera publicarlo. Fue gracias a Luis Saavedra, quien me hizo el contacto con ella. Qué puedo decir, fue mi primera publicación importante y la primera vez que me trataron como profesional, no siéndolo exactamente. Además Andrea se portó de manera excepcional, siempre atenta a cualquier consulta e inquietud.

Punctum y la CF audiovisual

por Daniel Guajardo

Raúl Pinto, director de cine
PUNCTUM y la Ciencia Ficción audiovisual en Chile

El sábado 19 de noviembre de 2005 se reunió el “núcleo” de TauZero, todos colaboradores del proyecto y amigos desde hace bastante tiempo. El motivo: la presentación del cortometraje PUNCTUM de Raúl Pinto, presente en la velada y quien nos conversó acerca de su proyecto y su idea de un medio donde al parecer se hace muy poca Ciencia Ficción audiovisial, y la que se hace rara vez se llega a conocer.

Raúl nació en las tierras altas de Coyhaique, estudió comunicación audiovisual en el Duoc de Viña del Mar y su proyecto de título fue éste, un cortometraje de CF que nos dejó con la boca abierta. Supimos de él por Jorge Baradit, quien vio el trabajo durante el seminario “Ciencia Ficción y Fantástico: El futuro de Chile ¿Dónde está?”, realizado a principios de noviembre en Valparaíso. Y así surgió esta pregunta: ¿Se hace ciencia ficción audiovisual en Chile?

Tu cortometraje PUNCTUM, ¿Es Ciencia Ficción?
Por supuesto. De partida fundamenta la fantasía en un hecho científico como es la mutación del gen OSX2 que es el encargado de la formación del globo ocular. Sin ciencia no hay ciencia ficción.

¿Cuál es el mensaje detrás de las imágenes?
La base del guión parte por la construcción metafórica de nuestra historia (chilena) reciente. PUNCTUM nació en la época del informe Valech, fue un momento en que la mayoría de los chilenos dijo “como pude haber estado ciego tanto tiempo”. A eso agrégale el informe de tortura y la idea de dictadura funcional, es decir, en pro de una estabilidad económica y productiva, que es la principal defensa de los seguidores del régimen de Pinochet. Es ahí cuando te das cuenta de que la historia de Chile responde al de una distopía y, sumándole el factor ciencia que mencione anteriormente, obtienes una historia de CF.

¿Por qué elegiste la CF? ¿Podría haber sido otro género?
Originalmente era otro género (melodrama), pero no me gustaba en absoluto, sabía lo que quería decir con las imágenes, pero la forma era la incorrecta. Por lo tanto rescaté el significado y cambié la manera de contarlo. Entonces me percaté que, si contaba la metáfora (que todos estamos ciegos) literalmente, esto se convertía en CF.

A partir de ese punto rescaté de mi memoria todas las series de TV, películas, cómics y libros que vi cuando niño (y aún lo hago) y así pagaba la deuda del por qué hacer películas.

Te explico: toda formación lleva consigo una deformación, es decir, te pones a estudiar, lees libros y ves películas más complejas y sobreintelectualizas todo, olvidando el motivo original de por qué quisiste hacer películas, por lo tanto había que saldar esa deuda.

¿Tienes alguna veta creativa distinta del cine?
Mmmm, leo mucho, pero mi pasión se inclina por el cine. No sé si podría escribir una novela o un cuento. Me gusta mucho leer, pero todo se transforma, de una u otra forma en imágenes. No creo que sea una confrontación, son lenguajes evidentemente distintos.

Generalmente las personas que ven películas basadas en un libro o salen felices porque “se parecía mucho al original” o la detestan “porque destruyeron el libro”. Eso es un craso error, porque lo que vas a ver es la interpretación del libro por una persona, una percepción autoral al respecto.

Me molestan las películas muy fieles al original porque para eso leo el libro, no me presentan ningún punto de vista al respecto.

En el proceso de la creación del guión, ¿qué fue lo más difícil?
Encontrar la unión entre las metáforas sueltas que tenía para poder contar una historia medianamente coherente para el espectador, y que no cayera en lo demasiado experimental.

En tu trabajo hay maquillaje y efectos especiales. ¿Significaron una dificultad durante el rodaje y la posterior producción?
Sí, una gran dificultad, es mi primera experiencia en lo que a CF se refiere. Nadie sabía usar látex, por lo que ensayamos (técnica prueba y error, uf!) durante dos meses.

Al margen del tema y el género empleados, ¿Cómo es hacer cine en Chile?
Es como hacer guerrilla. Cero recursos pero con las ganas y pasión de ir a la pelea. Es difícil, pero no imposible. Lo que sí, hay que ajustarse a unos presupuestos ridículos, lo que gatilla el «Plan B» llamado creatividad. Si no me crees, mira a Matías Bizé que hace un largo en una sola locación o a Sebastián Campos que hace una película en 3 días.

¿Qué otras experiencias de cortometrajes o cine made in Chile conoces?
Varias. Aparte de ver todo el cine chileno (todo significa TODO) he tenido la oportunidad de conocer en festivales a directores de cortos y largometrajes. Todos, por supuesto, en la misma actitud guerrillera, hay que hacerlo, como sea y contra quien sea”.

¿Crees que hay un movimiento en torno a la Ciencia Ficción audiovisual en Chile?
Creo que son casos aislados y no sólo con la CF, sino con la fantasía en general. No hay un movimiento sino que combustiones espontáneas y localizadas (Olguín en el terror, Coke Hidalgo con el terror CF). Eso me parece muy raro, pues todos tenemos una base mitológica producto de nuestras raíces. Espero que esto se revierta algún día.

¿Cómo ha sido tu experiencia en festivales de cine dentro y fuera de Chile, principalmente en lo que respecta al género de CF? (¿hay ambiente?)
En los festivales siguen prefiriendo el producto «tradicional», costumbrismo, urbanismo, retratos de nuestra «identidad», aún no existe la búsqueda del camino dorado de la fantasía. Lamentablemente y obtusamente la CF es catalogada como un género “menor” atribuido a los pastiche Hollywoodenses.

Para cerrar: ¿tienes algún proyecto a plazo incierto, de hacer un nuevo cortometraje o largometraje basado en un tema de CF?
Hay algo por ahí que no puedo contar (soy un poco supersticioso), pero apenas salga humo blanco serán los primeros en saberlo. Lo que les puedo adelantar es que “lo bueno se nos viene”.

por Daniel Guajardo

Corcho Loco Mata una Vaca

por Daniel E. Guajardo Sánchez

Se alistaba para escribir. El computador encendido, una caña con tinto de caja, la tabla con tres tipos de queso y un puñado de tabaco para cuando terminara.
¿Y sobre qué escribiré esta vez?, se preguntó. Le picaba el rostro allí donde crecía la barba, quería rascarse pero si lo hacía se podía caer un avión en el Caribe y no podía permitir más muertes por un simple prurito.
¡Tengo que escribir!…
Saltó de la silla y trepó como mono las lianas que pendían de un árbol en medio de su habitación. Entonces recordó que no hay ningún árbol allí y se rindió de espaldas sobre su cama. Pero aún se sentía como mono y ahora le picaba todo el cuerpo.
Cerró los ojos, debía relajarse, las alucinaciones se irían cuando llegara la calma. Caminó por praderas, entre la nieve de la cordillera, bajo las olas y sobre las nubes. Atravesó muros de roca y despertó en medio de su otro cuarto, con interminables estantes de libros en vez de paredes.
Aún sentía algo de simio, pero la comezón había cesado.
Trepó al estante sur y sacó el libro de cuentos ajenos. Había buen material allí, buenas lágrimas para derramar de pena y de rabia.
No tengo tema. Tengo mil imágenes para explotar y ninguna huele a cuento. Quizá algo simple resulte, antes de los mundos tenía un duende que escribía en los recreos y sus cuentos sabían bien, pero ahora no. ¡Tantas brutalidades! Tres carillas para describir el protón de huevo y cómo éste podía destruir a la humanidad… y un párrafo al final explicando que bastaba con una buena fritura para terminar con la amenaza.
¿Protón de huevo? La idea no venía de sus recuerdos, era algo nuevo en su cabeza y al fin tenía algo sobre qué trabajar.
Entró al libro y encontró a Matilda. Siempre la encontraba, estaba en todos los libros, era la señora de los índices, cómplice del lápiz y la pluma salvaje.
–Buen día Pablov –dijo ella y tenía una coqueta sonrisa que iluminaba las letras danzantes en su aura–. Te noto algo peludo hoy. ¿Has estado masticando tabaco otra vez?
–No Matilda, la culpa es del protón de huevo.
–¿Y qué hace este como se llame?
–Flota en la atmósfera amenazando la vida en la Tierra.
–¡Oh! Eso es grave. ¿Qué lo hace tan apocalíptico?
–Causa dolorosas mutaciones al escroto…
Matilda escupió una carcajada y el libro se cerró riendo hasta que fue colocado una vez más en el estante.
¿Mutaciones al escroto? Abrió los ojos y estaba de regreso en su habitación, sobre su cama, a un lado del computador y la caña de tinto. Pero aún no podía escribir, faltaba la historia.
Salió a la galería y su madre lo regañó por decir groserías. Se me salen sin querer, respondió y escapó a la calle. No recordaba haber dicho nada indigno, pero probablemente lo había hecho. No lo regañaban por lavar su plato después de comer.
La vecina del frente regaba el pasto y miraba de reojo al hijo de su vieja amiga. Señora, soy una bendición, dijo él con una sonrisa de mucho tabaco y la vecina dejó de regar para esconderse en su casa.
Esa mañana había dos soles en el cielo, y la estación espacial giraba a medio camino entre las nubes y la luna. Allá estaban los científicos, los mejores del planeta, intentando descubrir una cura para el escroto mutante. ¡En cosa de dos generaciones ya no habrán más generaciones si no hacen algo! Los dolores impiden la procreación y con suerte sobrevivirán algunos tipos de caracoles abisales que no requieren contacto sexual para engendrar.
Pero el protón de huevo no es un simple químico en la atmósfera. Tiene inteligencia y la mentalidad de un niño de cuatro años que sólo quiere jugar. Eso explicaría los extraños episodios de huevos quebrados en las avícolas del mundo. El chicoco es un tanto bruto.
Cavilaba sobre estas cuestiones y la densidad de la yema cuando una mano suave se posó en su hombro derecho. Ante la idea de ser otra alucinación decidió ignorar el gesto.
No te vas a librar de mí tan fácilmente, dijo una voz junto a su oído. Sonaba como Matilda. Olía como ella y la mano se sentía como suya. ¿Será Matilda? Se dio media vuelta y sí, era ella, pero en carne y hueso. Aún así habían algunas letras flotando en su aura, lo que hacía su sonrisa aún más cautivadora.
–¿No deberías estar viendo el Pipiripao? preguntó él y encendió un cigarro.
–Pablo, no había nacido cuando daban esa cosa en la tele. Y no hay ningún cigarro en tu mano. ¡Vuelve! ¡Manifiéstate! ¡Estoy llamando al Pablo que vive encerrado en esta cabeza rapada!
Matilda siempre se burlaba de su padecimiento, y él lo disfrutaba. Las personas solían ignorarlo o fingir que nada pasaba cuando él estaba cerca. ¿Y qué otra cosa podían hacer? Estaban lejos de entender lo que ocurría. Pero pronto lo entenderían, cuando el protón de huevo se apoderase de sus escrotos…
–¿Por qué dices esas barbaridades? –rió Matilda y se sentó en la cuneta a fumar un cigarro de verdad–. Siéntate a mi lado y cuéntame qué que cuece.
ex¿Acaso puede leer mi mente esta mujer? Era un pensamiento alarmante, quizá fuera una manifestación física del maléfico protón de huevo, que ya había evolucionado a una etapa más adulta. Había que admitir que se trataba de una muy buena manifestación física…
–¡Pablo! No puedo leer la mente, estás pensando en voz alta.
–¡Demonios! Entonces no necesito hablar, ya que con mi pensamiento basta.
–Como quieras. Ahora háblame de ese protón de huevo.
Y habló de él tres horas, de corrido.
–Ya poh, dime algo.
–¡Un bucle en es espacio-tiempo! Este protón de huevo es realmente travieso, voy a tener que contarlo todo de nuevo…
–Pablo, no me has contado nada. ¿Estás tomando las pastillas que te recetó el loquero? Nadie quiere que andes por allí llamando a la gente «pulpa de bola» otra vez. Y ahora con esto del protón de huevo y del escroto mutante, creo que es hora que tomes conciencia de tu problema y hagas algo al respecto.
–¿Cuándo te hablé de las horribles mutaciones que produce el protón de huevo en los escrotos del mundo? ¿Eres real o te estoy imaginando? Cresta…
–Hablabas de eso y de una base espacial cuando te encontré. No seas paranoico. Una razón más para ir a tomar las pastillas.
Está bien, pensó él, y recibió una tremenda cachetada a cambio.
–Eres muy cerdo, Pablo. Por muy loco que estés, no te aguanto que me digas eso.
Y así se fue Matilda, la de verdad.
Que la gente le dijera loco no era problema, estaba realmente loco. Pero que Matilda lo golpeara por eso era causa de infinito sufrimiento. Entró de vuelta a su casa y fue directo al cajón donde guardaba las pastillas. En el baño tragó dos y en el patio se sentó a esperar. Su madre lo miraba por una ventana con esa expresión orgullosa de madre que mira a su hijo. Y él ya comenzaba a sentir el sopor y las tinieblas cotidianas que venían encerradas en las tabletas.
Cerró los ojos y fue a su otra habitación, donde los libros comenzaban a desvanecerse. No habría Matilda por un buen rato.
Y al abrir los ojos otra vez estaba frente al computador. Había escrito cinco carillas de un cuento llamado El protón de huevo, en cuyo último párrafo decía FIN. La caña de tinto estaba por la mitad y el tabaco picaba en su boca.
Esta weá no es pa’ masticar, pensó y escupió todo al piso. No recordaba el final del cuento, ni siquiera recordaba haberlo escrito, pero si estaba archivado quizá lo leyera más tarde.
Ahora sólo tenía pensamientos para Matilda.

[FIN]

por Daniel E. Guajardo Sánchez