Cybersocialismo mágico


Ricardo Lagos Y Martina bajaron por un ascensor custodiado por dos milicianos GAP y su característica calvicie, que ostentaban en su brazo izquierdo la franja roja con la flecha bidireccional, símbolo de una fuerza que había evolucionado hasta convertirse en un ejército paralelo bajo la tutela de las fuerzas armadas, pero dependiente directamente del presidente de la república. Eran, para todo el país, la quintaesencia del “hombre nuevo” socialista: ideólogos, estrategas, ciudadanos, obreros, artistas, magos y guerrilleros. El compañero presidente les había otorgado la custodia de las instalaciones de SYNCO.

Los operarios de SYNCO (que son miles) viven en diferentes comunas aisladas del resto de la ciudad, en complejos habitacionales con vigilancia perimetral militar, para impedir el acceso o la salida de nadie. Los operarios de SYNCO son considerados de importancia estratégica para la Nación y como tales son protegidos. Durante la mañana ingresan buses blindados y sin ventanas a recogerlos a las comunas ubicadas en los altos de peñalolén y luego del turno son devueltos en los mismos buses,con custodia policial, helicópteros y jaurías de perros artillados corriendo en junto. No se pueden permitir que un operario sea asesinado, se fugue o peor aún, sea raptado por potencias extranjeras en la búsqueda por obtener información relevante acerca de SYNCO y su funcionamiento.

(año 1978)

Comandante PROXY

La prensa no contó todo, la verdad es que el anciano no solo la destrozó, sino que lo hizo con estilo. Le abrió la barriga a la embarazada, la limpió de todos sus interiores (de todo) y la rellenó con tierra vegetal y una semilla de fresno. Luego la cosió con cuero de tendones de caballo y la enterró en un predio de la zona, en un punto calculado con mapas y herramientas de geomensura.
Declaró que evitaba así la pérdida de la Patagonia chilena, a manos de una coalición boliviano argentina, en una futura guerra en 2054.

Es cierto, el asesinato está claramente inspirado en el manga (el periódico habla erróneamente de comic) COMANDANTE PRXY, de muy reciente aparición.

Las últimas declaraciones del anciano sirvieron para inculparlo de dos delitos anteriores que pasaron relativamente desapercibidos para la comunidad: el asesinato del Teniente General Augusto Pinochet U. en abril de 1964 en Valparaíso, y el curioso asesinato, en 1975 en Berlín, de la hija del ex comandante en jefe de la FFAA Alberto Bachelet, la estudiante de medicina señorita Michele Bachelet Jeria.

Alborada


Soñé que Chile quedaba entre Bulgaria y Turquía, soñé que nuestras ciudades eran grises y peligrosas, soñé que éramos un país liberado de la órbita socialista por un militar heroico que encabezó una toma del poder sangrienta. Soñé que nuestra independencia la consiguió un magiar abandonado por su padre, miembro de la aristocracia rusa. Soñé que teníamos poetas ganadores del premio Nobel y que nuestra principal figura mundial era un futbolista de origen turco. Soñé que una enorme mano de hierro tomaba nuestro país y lo lanzaba a través del océano hasta chocar contra el cordón montañoso de otro continente. Soñé que no nos llamábamos Chile, sino Calvsktyenska, y que habíamos tenido una guerra contra nuestros vecinos por depósitos minerales en un desierto inútil y extenso. Soñé que nunca habíamos tenido generadores nucleares y que éramos pobres, que no teníamos programa espacial y que nuestra gente era explotada por la oligarquía y sus capataces. Soñé que Calvsktyenska nunca había sido dominada por los hunos, cuando arrasaron europa, y menos por los romanos, porque la sangre de sus pueblos nativos nunca había sido doblegada. Soñe que despertaba llorando y llamando a gente cuyos nombres ni siquiera puedo pronunciar, soñé con una ventana en donde se veían enormes volcanes y lomas verdes sin fin. Soñé con chamanes sobre cóndores volando entre las torres de Praga, soñé que hablaban mi idioma y me gritaban que despertara desde las alturas, y despertaba, pero en mi cama en Calvsktyenska, con la lengua entumecida y la mente confusa llamando a mi madre porque no reconocía los rostros oscuros de las personas que tenía en junto. Gentes que hablaban de conjuros y cosas que no debe escuchar un cristiano. Todos me pedían que despertara o algo horrible ocurriría. Ahora es febrero de 1914, pero nadie cree lo que tengo para decirles.

Inserto

A raíz de los múltiples correos recibidos, los insultos, las amenazas y el veneno vertido en párrafos llenos de patriotismo chauvinista, decidí cerrar esta ventana. El próximo viernes 20 de abril postearé la última entrada con todo lo que se acerca de los últimos acontecimientos.
No creo conveniente seguir exponiéndome. Llevo un tiempo meditando ésto y hace dos días finalmente me decidí. Un correo tratándome de antipatriota, gusano corrosivo, mentiroso izquierdista y malagradecido cerdo comunista me hizo recapacitar. Tocar la historia es tocar el patrimonio de algunos, es tocar la estructura que sostiene sus granjerías y sus privilegios. No debemos dejarnos avasallar, pero tampoco debemos sacrificarnos. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Quiero darle las gracias a todos los que colaboraron, a los que trabajaron más, a quienes dieron su tiempo y sus sueños para que este otro sueño creciera. Quien maneja el pasado, maneja el futuro y parece que le tocamos los intereses a alguien con helicóptero en el estacionamiento. La revolución tiene su precio. Ahora tengo personas a quienes debo cuidar. Nunca pensé que este juego podría llegar a incomodar a personas de esa envergadura. También escribo ésto a modo de protección. Soy alguien con algún pequeño grado de notoriedad pública y quizá un aviso de este tipo haga que dejen de molestarnos. Disculpen por haberlos involucrado, ojalá nada pase a mayores. De verdad lo siento. Estoy hablando más en serio que nunca. De verdad disculpen.

Jorge Baradit

Patmos


Todo parece indicar que el fenómeno comenzó la semana pasada. Nadie lo notó, parecía un nuevo caso de persona perdida, declarada muerta por equivocación.

Tres días atrás la situación tomó un giro definitivo. Ya no eran sólo rumores, ya no era una nueva leyenda urbana copando un pequeño espacio en los diarios sensacionalistas. Frente a las cámaras de televisión la familia Frei, con lágrimas en los ojos, presentaban algo que según sus propias palabras era «sorpresivo, incomprensible y en cierto sentido aterrador…pero que le ha devuelto la alegría a una familia atormentada por la duda». Ese mismo día en la mañana carabineros les había informado que habían encontrado vagando por los jardines de la Moneda a Eduardo Frei Montalva. Estaba sano, un poco aturdido pero absolutamente lúcido.

Los hechos se sucedieron vertiginosamente. Los canales de televisión daban paso a numerosos extras en distitos puntos de la capital para dar cobertura a la repentina aparición de personas declaradas muertas años e incluso décadas atrás.
Al mediodía los casos eran tan numerosos que los medios de prensa comenzaron a enfocarse en las celebridades del arte, la política y la farándula que aparecían en puntos disímiles de la capital, aturdidos, preguntando por el año en curso, perplejos y sedientos. Un mozo de una fuente de soda del centro aseguraba haberle dado de beber a una silenciosa Violeta Parra, que, con lágrimas en los ojos le agradeció con un apretado beso en la mejilla.

A pesar de que en la mañana de hoy la prensa fue nuevamente golpeada por la irrupción de Salvador Allende frente a los televisores, en compañía de su nonagenaria esposa y sus hijos, declarando a viva voz su alegría por regresar a una patria libre y moderna (convirtiéndose en el primer «retornado» en hacer declaraciones públicas), nadie estaba preparado para lo que ocurriría al caer la tarde. Por la Alameda Bernardo O’Higgins apareció una columna de hombres, mujeres y ancianos silenciosos que caminaban ante la mirada atónita de los transeúntes. Luego de comenzadas las transmisiones del fenómeno, las llamadas telefónicas de familiares confirmaron las sospechas, la columna estaba formada por los detenidos desaparecidos durante el gobierno de Pinochet. Avanzaban silenciosamente, con lágrimas en los ojos, estrechándose las manos algunos, apretándose las manos contra el pecho, otros. A la altura del Palacio de La Moneda comenzaron a entonar calladamente nuestro Himno Nacional, las personas que observaban se unieron a ellos e incluso los camarógrafos no podían evitar llorar y cantar susurrando a media voz. De los buses y salidas del Metro salían familiares que corrían buscando a sus seres entre la columna de «retornados». La autoridad cerró las calles y se formó de inmediato un comité de chequeo y búsqueda de las personas aparecidas.

Hoy en la noche Chile parece un mejor lugar. A pesar de las últimas informaciones que hablan de la irrupción de columnas de soldados vestidos con uniformes de la Guerra del Pacífico enfrentándose a grupos irregulares de indígenas en los faldeos del cerro Santa Lucía.

Excavación


Fotografía encontrada entre archivos desechados por el diario El Mercurio. Muestra un platillo volador siendo desenterrado en pleno Santiago de Chile, junto a los cimientos mismos de La Moneda. La explicación de la época indicó que el aparato era utilería para una película de Ciencia Ficción de los Hermanos Mori, pero sobrevivientes de septiembre del 38 reclaman que este ingenio era el arma secreta con la que pretendían hacerse del gobierno, no utilizada a tiempo.
Su ubicación actual es un misterio.

Inflexión


Hoy pasé frente a La Moneda…pero no estaba. Pregunté a la gente pero todos dijeron que nunca había habido un edificio llamado «La Moneda» en el lugar. Se alejaban asustados. La señalética decía que la calle se llama Alameda de las Delicias. Algo cambió en algún momento…no quiero llamar a mi casa…¿y si no existe?…saco mi carnet…hay otro nombre ahí…

Creo que se trata de un nuevo tipo de guerra…¿cargas de profundidad enviadas a momentos de la historia de un país?…¿inventé algo así alguna vez?…
Llevo dos días deambulando…hay palabras que han cambiado…

Claramente fuimos derrotados…por alguien.

El Affaire Bello


El affaire Bello es, ya no cabe duda alguna, una muestra más del genio adelantado a su época de ese gran político y experto avant garde en marketing: Ramón Barros Luco. Su slogan «Hay dos tipos de problemas: los que se solucionan solos y los que no tienen solución», con lo cual defendió la -aparente- parálisis gubernativa, es el antepado directo de «Imposible is nothing». Se trata de dos maneras de entregar una visión elegante y calma de una actividad en realidad frenética y altamente riesgosa, de manera de impedir que nuevos competidores entren al mercado -ya que como un mercado con barreras de entrada nulas es un mercado que no ofrece ninguna ganancia- manteniendo el control del mismo. Barros Luco fue, lo sabemos ahora, quien sugirió que el desastre de Bello (con la destrucción de una nave impagable entonces para cualquier privado y que podía volver a la opinión pública en contra del gasto en una tecnología insegura y peligrosa, pidiendo en cambio que se usaran esos fondos, por ejemplo, en desarrollo industrial o mejoras en la salud) fuera apostrofado como una desaparición, una pérdida casi lúdica, creando un misterio «simpático». Lo que ahora parece una acción cortoplacista y rastrera no lo es en absoluto. Por el contrario, podemos decir, casi cien años más tarde, que el esfumarse del Teniente Bello fue el punto bisagra que determinó que todo el siglo XX chileno se convirtiese -contra la esperanza de aquellos años- en una era de apabullador éxito conservador. Sólo la poesía logró escapar de ese cepo de hierro, no irónicamente gracias a la acción audaz de Vicente Huidobro que lanzó poemas sobre Santiago precisamente desde un avión (acción que imitaría luego Raúl Zurita, escribiendo poemas con humo sobre Manhattan). Como muy bien lo anticipó Barros Luco, la sumatoria de ambas acciones (se sabe que él mismo instó al joven Huidobro a tal acción) sellaron el destino del país, al asociar permanentemente los conceptos de innovación, tecnología, cambio acelerado y riesgo creativo con los del volar, unión que se selló con la impronta despectiva que en el lenguaje común chileno tiene la palabra «volado», dado que «volado» es, desde ya (cosa incomprensible en otras versiones del castellano), «perdido». En cambio alguien «aterrizado» conlleva los mayores elogios. Aparente ironía, gran éxito encubierto: desde entonces el país cree poder «despegar» una y otra vez, bajo el liderazgo de una elite «aterrizada». Y todo sigue igual.

Stephan Ralsuy (en «Chileneia», Vico Ediciones, Esplugas de Llobregat, 2006)

Colaboración de Rodrigo Lara, corresponsal de UcroníaChile en Buenos Aires.

el huacho


«…es demasiado vergonzoso para nuestro orgullo nacional. No puede ser que nuestro principal enemigo regional sea a la vez quien nos liberó del yugo colonial. Esto se está volviendo un asunto de relevancia nacional. Me preocupa la sensación de tutelaje psicológico que nuestro pueblo acarrea por esta situación.
El conflicto será inevitable, en diez, veinte o cincuenta años. Estamos ad portas del siglo XX y ésto se ha vuelto casi un tema estratégico. Pero, ¿qué podemos hacer?

-Reinventar la historia, señor presidente.

-¿Cómo dice?

-Estudiando nuestros documentos, descubrimos que antes de la llegada del ejército argentino a cargo de San Martín, hubo un levantamiento, bastante patético, liderado por el huacho O’Higgins. Este hizo todo lo posible por esconderlo cuando asumió el mando de la Nación después que San Martín se retiró a Buenos Aires, era demasiado vergonzoso hablar de una campaña tan desastrosa, corta y frustrante. El huacho no ganó, dicho sea de paso, ninguna batalla comandada por él en toda su carrera. Luego de ese fracasado levantamiento debió huir a Argentina y refugiarse tras las faldas de la masonería. Regresó a Chile junto al ejército argentino, pero no aportó ni con el más miserable triunfo para la guerra de independencia diseñada por San Martín. Incluso cayó estúpidamente herido antes de la batalla decisiva y sólo se atrevió a aparecer cuando todo estaba definido.

-Estamos de acuerdo en que era un inepto, pero no entiendo a dónde va con todo ésto.

-Es bastante sencillo. Sólo basta con validar ese levantamiento inicial fracasado con la campaña posterior y decir que fueron dos etapas de lo mismo. Hacemos aparecer al huacho como triunfador en Maipú y con su posterior cargo comandando el país completamos el cuadro. Aparece en las tres etapas, el resto se trata de ajustar ciertos hechos y obviar otros para que parezca protagonista de la historia.

-¿Cuál es su nombre, joven?

-Manuel de Sagredo y Montilla, señor.

-Don Manuel, lo que me plantea es una estupidez, ¿Quién podría creer semejante imbecilidad? Todos sabemos quién fue el huacho O’Higgins, por favor!…ahora déjenme solo, he escuchado demasiadas tonteras esta mañana…El huacho ese, dictadorcillo patético. La República consiguió deshacerse de él con enorme esfuerzo y ahora usted, ¿pretende convertirlo en nuestro libertador?…
Dios!…lo que tengo que oir…¡como si la gente le fuera a creer!

-Señor presidente, la historia es nuestra…no la hacen los pueblos…

-¡Lárguese, antes que convierta a Prat en un santo iluminado…o a Caupolicán en artista de vaudeville…!…Por Dios…estos jóvenes de hoy tienen las ideas más estúpidas…!!! El progreso y los automóviles los han convertido en unos cretinos…

Memo


Sr. Director de investigación
Facultad de Ciencias de la Tierra
Departamento de Estudios Antárticos.
Punta Arenas, 25 de diciembre de 2006.

Envío esta carta para dar una explicación al uso injustificado de recursos que he permitido como subdirector del departamento, y para relatar los acontecimientos que nos han impulsado a organizar esta segunda expedición, de la que en unos pocos días tendrá conocimiento.
Lo que nos aconteció aquel día despejado de enero, y que motiva ahora el entusiasmo en los preparativos del regreso, fue más allá del funesto retroceso de los hielos y las grietas. Como sabe recorríamos la costa del mar de Bellingshausen, en una zona llamada coloquialmente “el iglú del diablo” por los militares que comenzaron a colonizar la región en el siglo XX. Arribamos a nuestro objetivo sin contratiempos, pero apenas terminábamos de hacer la última perforación para obtener las, sentimos un fuerte “crack”, y el vehículo oruga que nos transportaba desapareció junto al conductor y uno de los dos militares que nos acompañaban. Luego, un tercer compañero, ingeniero en minas, desapareció junto con el barreno, y pronto yo me vi tragado y cayendo varios metros en un abismo blanco.
Cuando nos detuvimos, solo se me ocurrió mirar hacia arriba, y el panorama no era auspicioso: la abertura estaba casi 20 metros sobre nuestras cabezas, y si habíamos sobrevivido era por la gran cantidad de nieve, reblandecida por el implacable sol, que cayó con nosotros y que amortiguó nuestra caída,.
Reconocimos perdidas. Dos camaradas habían muerto, el ingeniero en minas (que terminó con el barreno atravesándole el estomago) y uno de los militares. Solo sobrevivíamos yo, un suboficial de ejército y mi estudiante de geología, los tres con serias heridas. De hecho, uno de mis pies se hizo puré en la caída. Como pudimos dimos aviso a la patrulla de rescate, que no vendría a buscarnos en menos de 6 horas. Por lo tanto, 6 horas resistimos el frío y nuestras heridas, tendidos de espaldas en el fondo de la grieta, hasta que finalmente un helicóptero trajo el equipo de salvataje que nos rescató.
Arrastrándose sin un brazo uno y sin algo más otro, pudimos juntar nuestras cabezas tendidos en el suelo para observar aquel extraño lugar y compartir opiniones. Discutimos varios minutos y quedamos de acuerdo que las paredes de aquélla grieta no eran de hielo, más aún, eran de una roca de un color azulino que, quizá lapislázuli. La muralla no era una sola masa, sino que estaba constituida por varios bloques cuadrados de aquella piedra azul y de piedras de otros colores, a simple vista más propias de los Andes continentales, cuyas junturas apenas podía percibirse y que eran demasiado simétricas para ser naturales.
La curiosidad era mayúscula hasta ese punto, pero nuestras expresiones de asombro se exacerbaron cuando gracias al paso del día y al desplazamiento del sol, sus rayos incidieron de forma oblicua en los bordes de la muralla ciclópea y distinguimos una variedad de extrañas características: desde largas corridas de almenas en el borde lejano de la grieta hasta pequeñas ventanillas plateadas que relucieron con el inconfundible brillo de la plata, que como geólogo reconocí bien. Nunca imaginé que, con la tecnología desarrollada en esos días, no diésemos con una muralla de estas dimensiones bajo el hielo eterno. Pasamos horas discutiendo el origen de aquella visión, hasta que finalmente nos sacaron casi a la fuerza de la grieta.
Puede usted crea que aquella ilusión fue producto de las hormonas que fluían torrentosamente por mi, pero pese a que quedé lisiado y un implante reemplaza los dedos de mis pies, mi regreso a la zona es irrevocable.

Esperando su comprensión, se despide.

Patricio Humboldt Cariman
Geólogo.
Ex subdirector de depto. de Estudios Antárticos


(ucronía de Pedro Díaz Cartes «Artefacto»)