Lo invisible

por José Fco. Camacho

Explorando lo Macro

Era una fría noche de diciembre. Lo recuerdo bien, pues el viento congelado calaba hasta los huesos. Y como todos los diciembres de cada año, la Feria Ganadera en todo su esplendor. El adjetivo “Ganadera” solo era por decirle de alguna forma, pues aparte de ganado había exposiciones comerciales, culturales y estrepitosos juego mecánicos. Y como cada año, casi siempre lo mismo. O así lo veía con mis ojos de niño.

Más hubo un año diferente. En esa ocasión en plena explanada, en un lugar que no sé si por estrategia estaba sumido en la penumbra, apenas visible. Y ahí, un portentoso telescopio, como los que alguna vez había visto en la tele. No me refiero a esas obras de ingeniería moderna, con cúpula y computadoras incluidas. No, sólo era un telescopio digámosle “casero”, de los que se apoyan en un tripie y en los cuales puede uno observar lo que se le antoje, sea del amplio firmamento o sencillamente el quehacer de alguna atractiva vecina. Obviamente, nunca había visto un telescopio de verdad, así que el tenerlo a pocos centímetros me fascinó enormemente. Tal vez irradié la emoción tan notoriamente que mis padres preguntaron si me gustaría echar un vistazo a través de dicho artefacto. No lo dudé, ¡por supuesto que deseaba verlo!. Esa noche había luna nueva, por lo que al mirar en dirección a donde apuntaba el telescopio únicamente descubrí una estrella con un brillo ligeramente más intenso que el resto. “No importa, algo ha de mostrar”, me dije. Y ahí estaba, con un ojo pegado en el pequeño ocular, mirando una diminuta forma esférica, en la cual se distinguían franjas anaranjadas, rojas y marrones sobre su superficie. Se trataba del gigante de gas Júpiter. Era mi primer vistazo al Universo “real”, ya no una foto o una descripción.

Ahí estaba y yo lo había presenciado.

Sin embargo, posiblemente el primer astro en ser visto a través del también primer telescopio haya sido la luna, sencillamente porque ésta es el segundo cuerpo celeste más luminoso, es visible a simple vista y con múltiples preguntas acerca de su existencia como cráteres había en su superficie. De esta forman, aunque en la exploración del Universo se han utilizado tantos instrumentos que hacer una lista de ellos y de sus funciones abarcaría libros enteros, con seguridad el aparato clave fue, es y será el telescopio. Gracias a éste, la astronomía avanzó en forma acelerada en los siglos XVII y XVIII. En la historia del telescopio es común mencionar a Galileo Galilei, no como inventor, pero si como el hombre que lo perfeccionó e introdujo el uso del primer tipo de estos aparatos denominados “refractores”. A esta clase de telescopios pertenecen aquellos que usan juegos de lentes para incrementar las imágenes, siendo una lente del tipo biconvexa (objetivo convergente) y otra del tipo bicóncava (divergente) en el ocular. En estos telescopios la imagen es derecha y aumentada, como los prismáticos. Posteriormente vendría Newton, quien inició el uso de los “telescopios reflectores”, los cuales en lugar de lentes usan un espejo curvo para concentrar la luz en un espejo pequeño plano situado dentro que lleva la luz hacia el ocular. Algunos telescopios más modernos, como los de Ramsden, utilizaron 2 lentes convergentes, aunque con ello se lograba formar una imagen invertida.

Ya en el siglo pasado tomó relevancia otro instrumento, un primo cercano de los clásicos telescopios, el Radiotelescopio. Estos enormes aparatos constan de un plato parabólico de radar que capta las ondas electromagnéticas y, dada su condición curva, enfoca estas ondas en un punto llamado receptor. El acoplamiento de ordenadores a los radiotelescopios posibilita el análisis de las ondas de radio percibidas en forma de gráficas continuas, como mapas de contornos que muestran la intensidad de las emisiones, como figuras tridimensionales, etc. Otra gran ventaja de los radiotelescopios sobre los telescopios es que son relativamente más sencillos de construir, además de que un plato parabólico puede ser más grande y más barato de elaborar que un enorme espejo o una lente de telescopio reflector o refractor, respectivamente. No obstante, a mayor tamaño, la operabilidad del plato parabólico se va haciendo menor. Como gran ejemplo, el Radiotelescopio en Arecivo, Puerto Rico, con un diámetro de 305 m, pero cuyo movimiento está dado únicamente por la rotación terrestre, por lo que sólo puede explorar una angosta banda de toda la bóveda sideral.

Explorando lo Micro

Aunque resulta agradable recordar a Galileo como un elemento medular en la historia de la astronomía, gracias a la introducción del tipo de telescopio que lleva su nombre, pocos saben que no empleó la óptica con ese único fin. De hecho, en 1610 diseñó también un microscopio compuesto. No obstante, la invención del microscopio le había sido ganada. Aunque se ha descubierto una lente asiria del año 700 a.C. tallada en cristal natural, el principio del microscopio compuesto fue concebido por Zacharias Jensen hacia 1600, en Middelburg, Holanda. El gran potencial del microscopio compuesto es que a diferencia de una lupa (objetos que usan una sola lente), el primero utiliza al menos 2 lentes alineadas de manera que se multiplica la capacidad de ampliación de cada una por separado. Sin embargo, los problemas de distorsión y aberraciones eran tan importantes que los primeros avances en la microscopia se suscitaron con el uso de lupas cuidadosamente esmeriladas. De hecho, el biólogo holandés Antón van Leewenhoek (1632-1723), el gran pionero de la microscopia moderna, desarrolló un microscopio simple con una sola lente biconvexa montada entre dos placas de bronce frente a una aguja en la que se disponía el espécimen. Con este instrumento logró una ampliación superior a los 300 aumentos, siendo capaz de ver por primera vez bacterias y espermatozoides. Por su parte, el físico inglés Robert Hooke (1635-1703) desarrolló su propio microscopio compuesto, aunque fue en el siglo XIX cuando avanzó la microscopia compuesta al mejorar la fabricación de lentes, con lo cual se suprimían las aberraciones esféricas y cromáticas. Posterior a esa fecha se inventarían sucesivamente una gran variedad de microscopios, como el de inmersión en aceite, el microscopio binocular con objetivo único, el microscopio de campo oscuro, el microscopio ultravioleta, el microscopio electrónico, el microscopio de contraste de fase, el microscopio electrónico de exploración, el microscopio electrónico holográfico, el microscopio de exploración de efecto túnel y un largo etc.

Pero analicemos el funcionamiento del microscopio. Comencemos definiendo el poder de resolución, el cual es la capacidad del ojo para percibir detalles. El límite de resolución es la separación más pequeña entre 2 puntos que puede detectar. Así, el límite de resolución del ojo humano es de 25 segundos de arco, es decir, que 2 puntos pueden ser percibidos como separados si al llegar a la retina forman un ángulo de al menos 25 segundos de arco. Si el ángulo que forman entre los dos puntos es menor a 25 segundos de arco, ambos puntos serán detectados como uno solo. Lo anterior equivale a poder distinguir dos puntos separados por 1 mm a 10 metros de distancia. De igual forma, si en un microscopio (o en su defecto, un telescopio) dos puntos no forman este ángulo mínimo, serán detectados como un solo punto. El poder de resolución también puede afectarse por las aberraciones en el ocular, lo cual distorsiona la imagen, y por la naturaleza ondulatoria de la luz (dos puntos separados por una distancia menor a la longitud de onda de la luz serán vistos como un mismo punto).

En el microscopio compuesto, la ampliación se logra en 2 etapas. El objetivo (lente cercana a la muestra a ser observada) produce una imagen real, invertida y ampliada del objeto (muestra). La imagen se forma a la distancia focal del ocular (lentes cercanas a los ojos del observador), que actúa como una lupa ordinaria ampliando la imagen. No es mi intención el analizar los principios de la óptica que rigen el funcionamiento de un microscopio compuesto (aunque tal vez retomemos después el tema), sino el hacer notar que el simple microscopio cambió radicalmente nuestra concepción del mundo. Pero con todo, aún tardó mucho ese cambio y muchos personajes intervinieron en ello. Sin embargo, antes de entender las mil y un caras de lo diminuto, de todo lo que no se ve a simple vista, retomemos las bases.

Nuevas medidas

Ya habíamos comentado la notación científica como una forma de expresar cantidades enormes de números. Sin embargo, ese mismo principio puede ser aplicado a número demasiado pequeños. De esta forma, un ojo de una polilla tiene un diámetro de 0.000,025 metros o 2.5 x 10–5 metros. Nótese que seguimos usando la potencia de 10, aunque ahora el exponente es “–5”, es decir, con un valor negativo. Al ser negativo el exponente, nos indica cuantos dígitos a la izquierda del punto (en los valores positivos indican lugares a la derecha del punto) hay en una cifra dada, incluyendo el número entero de la cifra de notación científica. De esta forma, el “–5” indica cinco dígitos a la derecha del punto (0.000,00) en los cuales debe estar incluido el número entero de la cifra dada (0.000,02) y el resto se rellena con ceros. La cifra de nuestro ejemplo señala 2.5, por lo que al final el número queda como 0.000,025. El 5 de 2.5 es fracción y no se toma en cuenta para rellenar los dígitos señalados por el exponente (sólo se toma en cuenta el número entero, siendo en nuestro ejemplo el número 2). Otro ejemplo sería 2.35 x 10–7, el cual se expresaría numéricamente como 0.000,000,235. Obsérvese que el número 2 sólo se toma en cuenta para rellenar los 7 dígitos a la derecha del punto señalados por el exponente –7. El 3 y el 5 (ambos mostrados como fracción, es decir 0.35) se colocan para completar la cifra, pero nunca se toman en cuenta para completar los dígitos señalados por el exponente.

Un tercer ejemplo sería el de 12.5 x 10–6, cuya cifra numérica sería 0.000,012,5. Sólo el 12 se toma en cuenta para rellenar los 6 dígitos del exponente. Es este ejemplo, podríamos recorrer el punto un espacio y disminuir el exponente, quedándonos 1.25 x 10–5, cuya cifra numérica es 0.000,012,5, la misma cifra mencionada arriba. O por el contrario, 125 x 10–7 o 0.000,012,5. Sencillo, ¿verdad?

La notación científica es muy utilizada en las ciencias, aunque su uso se ha simplificado aún más con el uso de prefijos. Así, aunque podríamos afirmar que la distancia al cine más cercano es de 2 x 10+3 metros, suena menos complicado el decir sencillamente que esta a 2 kilómetros.

[…]

Volviendo a los ejemplos, un centímetro es la décima parte de un metro, un micrometro es la millonésima parte del metro y un atometro es ser bastante presuntuoso. Más adelante habrá suficiente oportunidad para practicar estos prefijos, sus símbolos y su significado.

Es posible que el primer astro en ser visto a través del también primer telescopio haya sido la luna. Es el segundo cuerpo celeste más luminoso, visible a simple vista y con múltiples preguntas acerca de su existencia como cráteres hay en su superficie. Yo fui un poco más afortunado, pues mi primera vista al Universo fue a Júpiter, el gigante joviano. Más aún hay muchas cosas por ver no allá fuera en el frío espacio, sino en nuestro propio mundo, aunque poco nos demos cuenta de ello.

(1) Aunque hasta aquí había usado “comas” para separar los grupos de dígitos (p. ej. 1,000,000), en algunos países el punto se expresa con una “coma”. Por lo tanto, de aquí en adelante no usaré las comas, sino espacios para separar los grupos de números (p. ej. 1 000 000).

(Continúa en TauZero # 10)

Carl Sagan y Michio Kaku: Escepticismo a Prueba de Balas y Optimismo Desbordante

por Rodrigo Mundaca Contreras

Uno de mis pasatiempos es recorrer las librerías. Es una actividad que conforme pasa el tiempo me gusta cada vez más. En las librerías de usados, ubicadas fuera de la vista de la mayoría, busco joyitas de ciencia ficción, preferentemente de la mítica colección Nebulae. En las librerías pomposas, ubicadas en los malls y grandes centros comerciales, busco libros de divulgación científica. Stephen Hawking, Roger Penrose, Paul Davis, Stephen Jay Gould y Carl Sagan, entre otros pocos, son los nombres a los que principalmente estoy atento.
En esta oportunidad comentaré dos libros que he encontrado en excursiones de esta naturaleza. Ambos son debidos a la pluma de científicos. Uno de ellos fue astrónomo y eminente divulgador científico. El otro, un físico teórico de renombre y también un divulgador. El uno es Carl Sagan. El otro, Michio Kaku. Sus libros: El Cerebro de Broca y Visiones, respectivamente.

Sagan, el paradigma de Escéptico

El Cerebro de Broca es un libro muy del estilo de Carl Sagan. Exuda escepticismo por donde se lo lea. Personalmente, creo que dicha actitud lejos de ser intrínsecamente diabólica (como mucha gente dogmática intenta hacer parecer), es una actitud no sólo sintomática de amplitud mental, sino de sanidad. Una persona que duda es una persona que piensa, que no acepta las cosas tal y como le son planteadas. Una persona que duda es una persona que procesa la información que le llega y que sólo después de analizar la internaliza, o la desecha. Una persona que duda es “una persona”, de otro modo es simplemente un títere.
Sagan es uno de mis divulgadores favoritos. Lamentablemente, no he tenido la oportunidad de acceder a su bibliografía completa, por una cuestión de nula disponibilidad en el comercio. Por eso, cada vez que encuentro algún libro de él, lo compro a ojos cerrados.

El Cerebro de Broca

El cerebro de Broca fue una de esas compras a ojos cerrados. Y no me he arrepentido por ello. El libro está dividido en cinco partes.
La primera de ellas es una suerte de oda a la ciencia. Hay un fragmento que personalmente me fascina mucho y que ejemplifica muy bien el trabajo de la ciencia en buscar relaciones y leyes en la naturaleza. El fragmento, extraído de las páginas 31, 32 y 33, es el siguiente:

Planteemos de momento una pregunta mucho más modesta. No nos preguntemos si podemos conocer la naturaleza del universo, la Vía Láctea, una estrella o un mundo sino si nos es dado conocer, en última instancia y de forma pormenorizada, la naturaleza de un grano de sal. Consideremos un microgramo de sal de mesa, una partícula apenas lo suficientemente grande como para que alguien con una vista muy aguda pueda detectarlo sin la ayuda de un microscopio. En este grano de sal hay alrededor de 1E+16 millones de átomos de cloro y sodio, es decir, 10.000 billones de átomos. Si deseamos conocer la estructura de este grano de sal, necesitamos determinar como mínimo las coordenadas tridimensionales de cada uno de sus átomos. (De hecho precisamos conocer muchas mas cosas, como por ejemplo la naturaleza de las fuerzas con que se interaccionan los átomos, pero para el caso nos contentaremos con cálculos de gran modestia). Pues bien, ¿la cifra indicada es mayor o menor que el número de cosas que puede llegar a conocer el cerebro humano?

¿Cual es el límite de informaciones que puede albergar el cerebro? En nuestro cerebro quizá haya un total de 1E+11 neuronas, los circuitos elementales y conexiones responsables de las actividades química y eléctrica que hacen funcionar nuestras mentes. Una neurona típica tiene como mucho un millar de pequeñas terminaciones, las dendritas, que establecen su conexión con las contiguas. Si, como parece ser, a cada una de tales conexiones le corresponde el almacenamiento de un bit de información, el numero total de cosas cognoscibles por el cerebro humano no excede de 1E+14 es decir, la cifra de los 100 billones. En otros términos, algo así como el 1% del numero de átomos que contiene una pequeña partícula de sal.

Desde tal punto de vista el universo se nos convierte en inabordable, asombrosamente inmune a todo intento humano de alcanzar su completo conocimiento. Si a este nivel no nos es dado comprender la exacta naturaleza de un grano de sal, mucho menos lo será determinar la del universo.
Pero observemos con mayor atención nuestro microgramo de sal. La sal es un cristal que, a excepción de eventuales defectos que puedan presentarse en su estructura reticular, mantiene posiciones bien predeterminadas para cada uno de los átomos de sodio y de cloro que lo integran. Si pudiésemos contraernos hasta posibilitar nuestra incursión en tal mundo cristalino, podríamos ver, fila tras fila, una ordenada formación de átomos, una estructura regularmente alternante de átomos de sodio y cloro, con lo que tendríamos especificada por completo la capa de átomos sobre la que estuviésemos colocados y todas las demás situadas por encima y por debajo de ella. Un cristal de sal absolutamente puro tendría completamente especificada la posición de cada uno de sus átomos con unos 10 bits de información.

Evidentemente, tal estado de cosas no abrumaría en lo más mínimo la capacidad de almacenar información propia del cerebro humano.
Si el universo tiene un comportamiento regulado por leyes naturales con un orden de regularidad similar al que determina la estructura de un cristal de sal común, es obvia nuestra capacidad para abordar su conocimiento. Incluso en el supuesto de que existan muchas de tales leyes, de considerable complejidad cada una de ellas, los seres humanos gozan de la necesaria capacidad para comprenderlas todas. Y en el supuesto de que los conocimientos precisos sobrepasaran la capacidad de almacenamiento de información de nuestros cerebros, quedaría la posibilidad de almacenar información adicional fuera de nuestros propios cuerpos –por ejemplo, en libros o en memorias magnéticas de computadora–, de modo que, en cierto sentido, seguiría siendo posible el conocimiento del universo.

El fragmento anterior lo considero genial. Por un momento Sagan logra que uno se abrume ante la vastedad del universo, al darnos cuenta que un simple e insignificante grano de sal puede resultar de alguna forma inaccesible para el entendimiento humano. Pero entonces hacen su aparición las leyes de la ciencia, que reúnen en poco mucho conocimiento. De esta forma, encontrando relaciones en la naturaleza, podemos emprender la tarea de tratar de comprenderlo, soslayando nuestra limitada capacidad.

En la segunda parte Sagan se refiere a la seudociencia. Señala que los timadores han existido en la humanidad desde siempre, y que su éxito se debe tanto a sus habilidades como a la credulidad de la gente. Expone varios ejemplos que lo demuestran.

La segunda parte finaliza con un muy interesante capítulo dedicado a la ciencia ficción (1). En él confiesa que de niño leía con avidez las novelas del género. Pero conforme iba adquiriendo conocimientos y un pensamiento crítico, comenzó a encontrarle errores que no estuvo dispuesto a perdonarle. Señala que a través de la ciencia ficción llegó a la ciencia, y que considera ésta …más sutil, más complicada y más aterradora que gran parte de la ciencia ficción. OK, ok, si uno se pone a pensar profundamente en esto, terminará por darle la razón a Sagan. Si lo que uno busca es maravillarse, en vez de leer ciencia ficción es mejor asomarse a la ventana y observar la naturaleza… personalmente, el observar una noche estrellada, ya sea a simple vista o a través de un telescopio, siempre-siempre-siempre logra conmoverme… Pero si lo que uno busca es literatura en donde se exploren alternativas poco comunes, entonces lo que uno necesita es ciencia ficción (o fantasía). La literatura clásica no ofrece historias en donde la trama gire en torno de problemas político-religiosos de la sociedad humana dispersa por el cosmos, por ejemplo. La ciencia ficción sí. (Ahí están la serie de Duna, la saga de Hyperion, la saga del Centro Galáctico y el ciclo de la Cultura, por mencionar a vuelo de pájaro algunos relatos con este perfil).

La tercera parte habla sobre el sistema solar. Nos relata la historia del origen de las curiosas denominaciones de los mares y cráteres lunares. Lo mismo con los volcanes y cráteres marcianos. Y finalmente, con la forma de denominar las lunas de los distintos planetas del sistema solar. Dedica un capítulo a hablar de Titán, la luna de Saturno que posee una interesante composición atmosférica, como el lugar más prometedor para albergar vida extraterrestre; también sobre el cómo se manifestaría la vida en otros planetas.

En la cuarta parte Sagan especula un poco sobre el futuro de la humanidad en el espacio. Hace un recorrido por los medios de transporte que hemos tenido como especie. Desde la rueda hasta las naves espaciales. Dedica un capítulo a Robert Goddard, el científico que desarrolló la ciencia de la cohetería norteamericana y que de alguna forma indujo, en décadas posteriores, el desarrollo y la exploración de la Luna y Marte y el resto del universo.

También se refiere a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Para quienes no sepan, mencionar que Sagan fue uno de los impulsores del proyecto S.E.T.I. para la búsqueda de marcianitos en el espacio. Relata la naturaleza de tal búsqueda, a través de la radioastronomía (y no a través del análisis de supuestas abducciones de adolescentes en edad de merecer o de fotografías de dudosa honorabilidad). Trata de responder, mediante argumentos estadísticos, el número de civilizaciones que teóricamente deberían estar allá afuera. Finalmente, aborda la natural inquietud que muchos nos hacemos: Si el espacio es tan vasto y con tantas posibilidades de vida, ¿por qué dicha vida no se ha presentado ante nosotros?

En la última parte, mi favorita dicho sea de paso, se permite apuntar sus dardos hacia la religión. Históricamente la religión y la ciencia han sido enemigos. Esta enemistad se basa en los paradigmas que las hacen funcionar. En un caso el paradigma es la fe; en el otro, el cuestionamiento de todo. Una promueve verdades eternas; la otra continuamente se corrige a sí misma. Las religiones siempre han visto con malos ojos a la ciencia y por eso históricamente se ha vetado a aquellos que revelaban verdades científicas.

Sagan alude a las religiones. Las considera de hecho …descaradamente deshonestas… y despreciativas de la inteligencia de sus adeptos… Señala varios comportamientos de las religiones que dejan en evidencia esto. Como ejemplo señala el caso de la religión que en 1914 anunció el fin del mundo…
Finalmente, dedica un capítulo a explicar, desde el punto de vista escéptico, la clásica ECM (experiencia cercana a la muerte) que consiste en que el moribundo ve un túnel de luz a la vez que siente una gran paz con el mundo (2).
Me agrada el estilo narrativo de Sagan. Uno no se da cuenta que está recibiendo información a una tasa elevada. Sus escritos, aparte de destilar escepticismo, están impregnados de ironía. No pocas veces sus opiniones llevan implícitas un profundo sarcasmo, que más de alguna sonrisa cómplice me ha inducido.

Recomiendo la lectura de los escritos de Carl Sagan, sobretodo a aquellas personas que no estén familiarizadas con la actitud escéptica. Como dije al principio, creo que dicha actitud es síntoma de sanidad mental, y creo que todos deberíamos manifestar escepticismo en las distintas esferas de nuestras vidas. Sagan no pretende vendernos un producto, ni nos ofrece tranquilidad espiritual. Tampoco quiere nuestro dinero o que renunciemos a nuestra fe. Lo único que pretende es que la gente utilice su cerebro. Después de todo, si aquel nos fue regalado por Dios, sería de mal agradecido el no utilizarlo y estirarlo, aunque sea sólo un poco.

Con Sagan uno estira el cerebro.

Kaku, “vendedor de ungüentos milagrosos”

A Michio Kaku lo conocí por un artículo que leí hace años en Internet. En aquel texto trataba de explicar el concepto de “dimensión” haciendo diversas analogías con el mundo cotidiano. El texto me encantó y, por supuesto, me di la tarea de buscar libros de este autor. Para dejar en evidencia lo deficiente del mercado chileno, he de señalar que demoré cinco años en encontrar un libro de Michio Kaku. Durante aquellos cinco años, sin embargo, lo vi muchas veces en Discovery Channel, en diversos programas de divulgación científica. Siempre tomaba la actitud de oráculo de la ciencia, hablando de los adelantos que vendrían, de la evolución de la sociedad de acuerdo a los nuevos descubrimientos e inventos. Tantas veces lo vi en aquel rol, que llegué a caricaturizar su imagen como la de un charlatán que intenta vender a toda costa su ungüento de la eterna juventud. En todo caso, Kaku dista mucho de ser un charlatán. Es el científico co-fundador de la teoría de las supercuerdas, aquella teoría que intenta ser la teoría de la Gran Unificación de las Fuerzas Fundamentales que Einstein no pudo encontrar. Siendo ese el caso, uno necesariamente debe tomar en serio las palabras de Kaku, o al menos con un escéptico respeto.

La Visiones de Kaku

Visiones lo hallé en la más improbable de las casualidades, en una relativamente anónima librería del centro de Santiago de Chile. Leía los lomos de los libros en los estantes cuando me encontré, inesperadamente, con este libro. Recordé cuanto tiempo había estado esperando por un libro de Kaku. Pensé que oportunidades como esta no se dan todos los días. Afortunadamente mis finanzas siempre están dispuestas a estirarse un poco más cuando se trata de libros, de modo que lo adquirí sin remordimientos.

Visiones trata …del futuro sin límites de la ciencia y la tecnología, centrándose en los próximos cien años y más allá de ese período… Es un libro que se lee en forma vertiginosa. El estilo de escritura sugiere la sensación que uno está en una montaña rusa con pendientes pronunciadas, curvas cerradas y alta velocidad. Al igual que los documentales del Discovery Channel en los que aparece, el libro está impregnado con Optimismo. En una época en la que parece estar de moda el chaquetear (3) los logros de la ciencia y los avances tecnológicos, erigiéndolos como culpables de las desdichas de la sociedad moderna, el leer el texto de Kaku definitivamente sube el ánimo a las personas que, como yo, comparten su visión optimista del futuro y que creen en el rol positivo de la ciencia y la tecnología.

El libro se divide en cuatro partes. En la primera de ellas, a modo de introducción, Kaku justifica el tema que trata el libro, un intento de predicción de lo que vendrá en base a lo que actualmente se puede apreciar en la sociedad. Kaku expresa que los cambios más significativos provendrán de tres revoluciones: la informática, la biomolecular y la cuántica. De paso, señala que las personas más adecuadas para realizar predicciones sobre el futuro de la sociedad son los científicos, puesto que éstos son los “gestores” de los descubrimientos que, en definitiva, redundan en la sociedad completa. Expresa, además, su extrañeza ante el hecho que normalmente sea otro tipo de profesionales (periodistas, escritores, artistas, entre otros) las personas consultadas para realizar una extrapolación de la sociedad.
La segunda parte se centra en la revolución informática. Kaku señala que, entre la ley de Moore (aquella que señala que la capacidades de procesamiento de los procesadores que salen al mercado se duplican cada 18 meses) y la “moda” de la interconexión, puede desencadenar en que todos, absolutamente todos los artefactos de nuestro hogares tengan algún grado de inteligencia, y que se comuniquen unos con otros, con el objeto de hacer más cómoda la vida del consumidor. Y puedo esto no sólo se limite a los artefactos hogareños: se señala como ejemplo extremo la posibilidad de utilizar el calzado como lugar en donde almacenar fuentes de poder y unidades de almacenamiento para el hipotéticos nanocomputadores que llevaremos incrustados en la ropa…

Se dedica a extrapolar la evolución de Internet. Kaku vaticina que se convertirá en algo omnipresente, como un espejo mágico al que uno le podría hacer cualquier pregunta y obtener respuesta inmediata. Leyendo la descripción que Kaku hace de la Internet del futuro, se me viene a la mente la “Esfera de Datos” y la “Megaesfera”, conceptos ambos utilizados habilidosamente en la saga de Hyperion (de Dan Simmons).

La evolución de las máquinas y las comunicaciones entre las personas van a modificar las relaciones entre ellas, ello redundará en profundos cambios en la economía global, en los empleos, en la forma del ocio… Kaku vaticina cuales serán los empleos que tendrán un gran auge, y cuales están destinados a desaparecer.

El Detalle freak

Quisiera detenerme un momento para hacer un comentario paralelo relativo a un detalle que hallé. En el capítulo seis, llamado Reflexiones ¿Quedará obsoleto el ser humano?, Kaku habla, entre otras cosas, del peligro potencial de robots autoconcientes. Señala a HAL 9000, la I.A. de 2001, una odisea espacial, como ejemplo del peligro potencial para los humanos. Luego se refiere a las tres leyes de la robótica de Asimov, y aquí Kaku comete un error… un detalle freak, pero un error al fin y al cabo.

Veamos…

Las leyes de la robótica de Asimov son:

1.- Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por su inacción, permitir que un humano sea dañado.

2.- Un robot debe obedecer las órdenes impartidas por los seres humanos excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la primera ley.

3.- Un robot debe proteger su propia existencia en tanto en cuanto esa protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.

En base al análisis de estas leyes, Kaku lanza una verborrea sobre el alcance de éstas. Señala que puede darse el caso que un robot al cumplir con las tres leyes, ponga en peligro a la humanidad. Nos regala como ejemplo un elocuente paralelo con la burocracia soviética para dejar en claro su argumento (la burocacria soviética fue muy eficiente en competir con los norteamericanos en la carrera espacial, pero puso en peligro la estabilidad económica del país). Y la verdad es que Kaku tiene razón, sin embargo olvida un detalle: la Ley Zero de la Robótica, introducida posteriormente por Asimov precisamente para evitar el problema que indica Kaku.

La Ley Zero, que precede en jerarquía a las tres leyes originales, señala:

0.- Un robot no debe herir a la humanidad, o pasivamente, permitir que la humanidad sufra daño.

El error de Kaku es el haber pasado por alto la ley Zero que, dicho sea de paso, hace su aparición en la Saga de la Fundación, más precisamente en la novela Fundación e Imperio, publicada en 1983. Tirón de orejas para nuestro oriental divulgador, que habla de robots sin haberse leído los libros de Asimov, el autor-paradigma de relatos de esta naturaleza.

Siguen las Visiones

La tercera parte está dedicada a la revolución biomolecular. Con el proyecto Genoma del Humano, la obtención del mapa de genes del ser humano y su posterior desciframiento, la humanidad obtendrá un conocimiento sobre sí misma de una magnitud nunca antes vista. Dicho conocimiento podrá utilizarse para realizar nuevos tipos de diagnóstico de enfermedades. Se podrán curar enfermedades que históricamente han presentado tenaz resistencia; se alargará la vida: ¿seremos inmortales?… En definitiva, Kaku analiza todas las alternativas que la revolución biomolecular, de mano del conocimiento del genoma humano, serán dadas a la humanidad.

La última parte se trata la revolución cuántica. Kaku se explaya sobre las nano-máquinas y motores de alto rendimiento; aumento del consumo energético, nuevos medios de transporte; expansión hacia las estrellas y evolución de la humanidad hacia el estado de civilización planetaria.

Sobre la validez de sus visiones

Al principio señalé que Michio Kaku es co-fundador de la teoría de las supercuerdas, teoría que pretende ser la Teoría del Campo Unificado, una suerte de Santo Grial de la Física Moderna.

Decir que el desarrollo de la física cuántica ha sido la responsable directa de los vertiginosos cambios de la sociedad del siglo XX. La revolución de la electrónica, que actualmente se traduce en sorprendentes gadgets estilo Star Trek, sería sólo ciencia ficción de no ser por la Teoría Cuántica. Ídem para el desarrollo médico (el procesamiento de datos médicos está ligado a los computadores, y éstos, ligados a la teoría cuántica).

Dado lo anterior, podría explicarse las palabras de Kaku cuando señala que son los científicos los autorizados a aventurar predicciones sobre el futuro, dado que ellos, de alguna forma son los responsables.

Personalmente, no estoy del todo de acuerdo con Kaku, considerando que creo conocer al “científico estándar”: una persona un tanto extraña, preocupada de realizar cálculos, viviendo en un mundo abstracto. Atento a sus proyectos de investigación, a escribir papers. Yo no he visto mucha reflexión social en los científicos. Finalmente, los científicos sólo producen las leyes de la ciencia, pero su trabajo no trasciende de allí, según mi óptica.

Por otro lado, los ingenieros son los artesanos que, tomando las leyes de la ciencia, las tuercen para determinar hasta donde es posible sacarle jugo a la naturaleza, y a partir de ahí producen los artefactos que nos maravillan. Los ingenieros laboran inmersos en la sociedad (al igual que los periodistas, los filósofos y los artistas), a diferencia del científico que de alguna forma se automargina al vivir en un estado abstracto. Siendo así las cosas, yo no hablaría de quien está autorizado o no para hacer predicciones sobre el futuro.

Yo diría que cada profesional puede realizar predicciones de acuerdo al área que domina. Un científico puede decirnos mucho sobre las teorías hipotéticas que deben llenar los vacíos teóricos actuales, pero nada puede señalarnos sobre la evolución del mercado, o de las nuevas relaciones sociales que se crean en la medida que aparecen nuevos medios de comunicación. Esto último es pasto para los economistas y los antropólogos, respectivamente.

A pesar de sus palabras, Kaku hace eco de lo que acabo de mencionar. Cuando advierte sobre lo complejo de predecir el futuro, dado lo vertiginoso de los cambios de la sociedad, señala que ha realizado un intento por soslayar aquel problema consultando la opinión de personas que están a la vanguardia en sus respectivos campos de acción. Así, la lista de entrevistados por Kaku incluye a varios premios Nobel y a eminentes profesores e investigadores de universidades e institutos de mucho prestigio (dejando fuera a artistas y filósofos). De esta forma, Kaku intenta minimizar el error en sus predicciones.

El último juez de las predicciones es el tiempo. Por mi parte pretendo que Visiones se quede en mi biblioteca durante el tiempo necesario hasta que sus visiones se transformen o en una realidad cotidiana o en una añeja e infantil predicción.

Notas:
(1) Capítulo 9. Ciencia Ficción: un punto de vista personal. Reproducido (sin permiso de la editorial y sin ánimos de lucro) en TauZero #1
(2) Capítulo 25. El universo Amniótico. Reproducido (sin permiso de la editorial y sin ánimos de lucro) en TauZero #6
(3) Chaquetear: Literalmente: tirar de la chaqueta de alguien, hacia abajo. Festinar, desmerecer.

Fichas Bibliográficas

Título: El Cerebro de Broca
Título Original: Broca’s Brain
Autor: Carl Sagan
Traducción: Doménec Bergada (cap. 1 al 7) y José Chabás (cap. 8 al 25) de la 1ª. Edición de Random House, Inc., New York, 1979.
ISBN: 968-419-420-X
© 1974, 1975, 1976, 1977, 1978, 1979 Carl Sagan
© 1981 Ediciones Grijalbo, S.A.
© 1984 Editorial Grijalbo, S.A. de C.V.

Titulo: Visiones. Cómo la Ciencia revolucionará la materia, la vida y la mente en el siglo XXI
Título Original: Visions. How Science will revolutionize
Autor: Michio Kaku
Traducción: Fabián Chueca
ISBN: 84-8306-123-6
©1997 Michio Kaku
©1998 Editorial Debate, S.A.

No es Oro

por José Carlos Canalda

Durante mucho tiempo se había especulado, largo y tendido, sobre las circunstancias en las que tendría lugar el primer contacto entre la humanidad y una hipotética civilización extragaláctica, así como sobre las posibles consecuencias que acarrearía éste, las cuales se presumían trascendentales. Sin embargo, la realidad fue mucho más prosaica de lo esperado. Nada hubo que se pareciera, ni aún remotamente, a una invasión extraterrestre trufada con la parafernalia de platillos volantes y rayos desintegradores tan del gusto de Hollywood. Nada hubo tampoco que tuviera que ver con gloriosas expediciones al estilo de la épica consagrada por las películas del Oeste ya que, para empezar, ni los terrestres habían conseguido poner el pie siquiera en Marte, ni en ese planeta alentaba el menor atisbo de vida. También habrían de sentirse defraudados los seguidores de la teoría de los encuentros en la tercera fase, incluyendo claro está en la nómina de frustrados a toda esa caterva de iluminados que habían hecho una religión, o casi, de su pintoresco culto a los ovnis.

En la práctica, las cosas fueron infinitamente más sencillas. Era evidente que los extraterrestres –los pkarr, por usar el término con el que ellos mismos se autodenominaban– nos habían estudiado previamente con objeto de establecer las condiciones idóneas para el siempre delicado primer contacto; pero ni se habían paseado por nuestros cielos en unos inexistentes platillos volantes, ni habían abducido a ser viviente alguno para destinarlo a ignotos experimentos científicos o sociales. Simplemente, se habían limitado a estudiar las emisiones de radio y televisión, a rastrear por Internet y a realizar observaciones orbitales para recabar la información deseada sin necesidad alguna de mancharse las manos. Por supuesto tampoco este estudio se había extendido desde la más remota antigüedad; de hecho, ni tan siquiera se había iniciado a raíz del final de la II Guerra Mundial fecha oficial del inicio de las visitas alienígenas según la ufología más ortodoxa… En realidad, su llegada al Sistema Solar había tenido lugar tan sólo veinte años antes del primer contacto aunque, eso sí, conocían la existencia de vida inteligente en nuestro planeta desde mucho tiempo atrás sin que nunca hasta entonces hubiéramos suscitado aparentemente su interés.

Pero cuando decidieron que las cosas estaban maduras, se presentaron un buen día en las sedes de gobierno de los principales estados del planeta o, al menos, en las de los que ellos consideraron como principales, para decepción de más de un aspirante a estadista… Lo hicieron simultáneamente y con toda sencillez, tres de ellos para cada embajada, retransmitiendo su llegada –sólo Dios sabría cómo habían conseguido hacerlo– por todas las cadenas de televisión del mundo.

Nada aficionados a los complejos rituales diplomáticos que tan caros resultaban a sus perplejos anfitriones, los pkarr fueron directamente al grano expresándose con toda claridad –al menos en eso sí habían acertado los escritores populares de ciencia ficción– en las correspondientes lenguas vernáculas de los países visitados. En resumen, vinieron a afirmar que sus intenciones eran amistosas, y que no tenían la menor intención de inmiscuirse en los asuntos internos de la Tierra… y eso que motivos no les habrían faltado, con tres o cuatro guerras de regular tamaño desatadas en esos momentos junto con un buen puñado de conflictos locales de baja intensidad y nula trascendencia en los delicados engranajes económicos del planeta, amén claro está, de la habitualmente abultada nómina de tiranos y tiranuelos de toda laya desperdigados a lo ancho y largo del orbe.

Tampoco pretendían, advirtieron de forma explícita, practicar nada que pudiera ser considerado como colonialismo, neocolonialismo o neoneocolonialismo de ningún tipo; de hecho, ni tan siquiera estaban interesados en la explotación de los yacimientos minerales existentes en las distintas regiones del Sistema Solar, unas riquezas por otro lado de las que habrían podido apropiarse tranquilamente, de haberlo querido, sin el menor inconveniente y, por supuesto, sin necesidad de pedirnos el menor permiso.

Entonces, ¿qué era lo que buscaban realmente los visitantes en nuestro planeta? Para sorpresa de los gobiernos terrestres, que no entendían una iniciativa de ese tipo ajena a cualquier pretensión de anexión o conquista, éstos manifestaron con la mayor ingenuidad o, según los más desconfiados, con la mayor hipocresía, que tras asentarse en los sistemas solares cercanos, deshabitados hasta entonces, habían estimado oportuno cursar una visita de buena vecindad. Dado que el grado de desarrollo de nuestra civilización distaba aún mucho de alcanzar el mínimo requerido para entrar a formar parte de la Comunidad Galáctica –una especie de ONU interplanetaria–, las leyes vigentes en este sector de la Vía Láctea prohibían taxativamente cualquier tipo de intervención, por parte de los estados miembros, que pudiera suponer una perturbación en nuestro proceso natural de evolución, que debería ser dejado exclusivamente a merced de nuestras propias fuerzas.

Lo que no impedían las citadas leyes era el conocimiento mutuo, así como los contactos, eso sí, estrictamente controlados, que no supusieran perjuicio alguno para nuestra cultura. Dicho con otras palabras: Si bien los terrestres podíamos contar con la seguridad de que los pkarr ni nos iban a invadir ni nos iban a someter a ningún tipo de dominio, colonización o esclavitud, la otra cara de la moneda era, para decepción de muchos, su negativa tajante, amparada en la aludida prohibición, a permitir que nos beneficiáramos de su increíblemente avanzada tecnología debido a la consabida excusa de que todavía no estábamos preparados para ello. En definitiva, tanto para lo bueno como para lo malo, tendríamos que seguir ventilándonoslas nosotros solos.

Huelga decir que estos hechos provocaron una auténtica tormenta dialéctica entre quienes aprobaban la para ellos prudente actitud de los pkarr y quienes, por el contrario, denunciaban su injustificable egoísmo, sin que prácticamente nadie, en ninguno de los dos bandos, atendiera a los sensatos argumentos de algunos –no todos– antropólogos que resaltaban el hecho cierto de que, siempre que se había producido un contacto entre dos sociedades de diferente nivel cultural hasta entonces ajenas, era a la más débil a quien le había tocado bailar con la más fea, no siendo infrecuente, incluso, su extinción…

Ni tan siquiera los propios eruditos conseguían ponerse de acuerdo acerca de las consecuencias que habría de acarrear el simple conocimiento de que no estábamos solos en el universo, agravándose además la cuestión por la circunstancia, no por evidente menos desagradable, de que nosotros éramos ahora los primitivos. Así, para unos el contacto sería una humillación cultural de consecuencias incalculables, siendo necesario advertir, eso sí, que la preocupación de éstos tan sólo se extendía a lo que pudiera ocurrirle a la orgullosa cultura occidental; aunque en realidad no se trataba de algo que quitara el sueño a colectivos sociales tales como los esquimales, los papúes, los aborígenes amazónicos, los nativos australianos, los pieles rojas o los bosquimanos, nada sospechosos de compartir el etnocentrismo de europeos y norteamericanos.

Otros, por el contrario, creían que esta certeza habría de servir de acicate a la humanidad en su conjunto para que, abandonando de una vez todos sus instintos autodestructivos, volcara sus energías en un desarrollo armónico que le permitiera salvar, en el menor tiempo posible, la brecha que nos separaba del apenas entrevisto paraíso galáctico.

En cualquier caso las consecuencias prácticas del contacto con los pkarr, no por limitadas menos tangibles, no tardaron en hacerse notar. Los visitantes querían de nosotros, básicamente, información de todo tipo, sin que ninguna rama del conocimiento humano quedara al margen de su interés. Y, aunque ya habían recogido, sin necesidad de permiso alguno, cuanto circulaba libremente por el éter –radio, televisión– o por las redes informáticas e Internet, deseaban asimismo acceder a toda aquella documentación disponible únicamente mediante una visita directa, tanto bibliotecas y archivos no informatizados, como monumentos y yacimientos arqueológicos. Esto último se debía, tal como reconocieron, a que sus sistemas de registro gráfico estaban infinitamente más desarrollados que los nuestros, por lo cual no se conformaban con una fotografía del Taj Mahal prefiriendo fotografiarlo –o como se denominara su técnica equivalente– personalmente. Por supuesto se comprometieron a realizar sus actividades de la manera más discreta y menos perturbadora posible, respetando los tabúes locales o adaptándose a ellos con un exquisito tacto, lo que les permitió culminar satisfactoriamente sus visitas a lugares tan comprometidos como la Meca o Salt Lake City.

En agradecimiento a la hospitalidad de sus anfitriones terrestres, y ante la imposibilidad legal de compensarnos con ningún tipo de regalo de índole tecnológica, los pkarr propusieron reclutar un selecto grupo de nativos excepcionalmente inteligentes, a los cuales llevarían consigo a sus planetas de origen con objeto de familiarizarlos con su cultura. Estos pioneros serían entrenados con objeto de convertirlos en una élite que, a su vuelta, tendría como misión facilitar nuestro ingreso en la Comunidad Galáctica. Este tipo de influencia, benéfica y controlada, era la única permitida por las estricta legislación interplanetaria, estando enfocada fundamentalmente a la difusión entre nosotros de una filosofía humanista, no muy diferente de la moral propugnada por las principales confesiones religiosas, pero carentes de los componentes dogmáticos y autoritarios que solían arrastrar éstas. La evolución de la Tierra teniendo como meta su integración en la galaxia, advertían nuestros mentores, no tendría que ser tecnológica, sino ideológica y cultural, debiendo volcar nuestros esfuerzos en la erradicación de la violencia y las injusticias económicas, culturales y sociales. Y eso lo tendríamos que hacer nosotros solos, sin más ayuda que la inestimable de nuestros catecúmenos tras ser adiestrados éstos por los benévolos pkarr.

El número de candidatos presentados a la convocatoria fue, como cabía esperar, inmenso. Millones y millones de hombres y mujeres, en todos los países del globo, se ofrecieron como voluntarios de forma masiva para viajar a los mundos pkarr. Puesto que éstos habían limitado el número de invitados a tan sólo cinco mil personas, los procesos de selección fueron extraordinariamente duros y exigentes, primero realizados por los propios gobiernos locales y, finalmente, por los propios pkarr, deseosos de que sólo los mejores entre los mejores lograran superar la rigurosa criba. Los finalmente elegidos cumplían una serie de requisitos que hacían de ellos unos dignos representantes de la raza humana: no eran aventureros ni, mucho menos, fanáticos, sino unas personas sensatas y equilibradas con gran estabilidad emocional, alto cociente intelectual y un nivel cultural muy por encima de la media. En resumen, se trataba de la mejor embajada con que la Tierra hubiera podido soñar, para orgullo de todos sus habitantes y satisfacción de los exigentes y puntillosos pkarr. Embarcados todos ellos, alienígenas y terrestres, en la enorme nave interplanetaria que habría de conducirlos hasta su remoto destino, la humanidad volvió a encontrarse frente a sus quehaceres habituales, aguardando con expectación las noticias de sus afortunados hijos.

El vínculo con ellos no había quedado roto del todo. Antes de partir, los pkarr habían instalado en Nueva York una estación trasmisora mediante la cual, en tiempo real a pesar del abismo de varios años luz que separaba a la Tierra de sus planetas, los pioneros podrían comunicarse con nosotros. Una semana después de su partida éstos llegaban al planeta capital de sus anfitriones, y a partir de entonces fueron narrando periódicamente las maravillas que descubrían de forma continua.

Han pasado más de diez años, y muchas son las cosas que han cambiado en nuestro planeta desde entonces. Los cinco mil voluntarios siguen allí, aunque sus contactos con la Tierra son cada vez más infrecuentes a causa, sin lugar a dudas, de su creciente grado de integración en la fascinante cultura pkarr. Se trata de un indicio sumamente positivo por mucho que puedan augurar los sectores más agoreros de la opinión pública, ya que prueba la capacidad de los terrestres para adaptarnos sin traumas de ningún tipo a la sociedad interplanetaria a la que tarde o temprano estamos predestinados a pertenecer. Podemos, y debemos; tan sólo tendremos que conseguir que el conjunto de nuestra población comparta las virtudes que enaltecían a nuestros héroes, aguardando con paciencia, pero con perseverancia, la llegada del feliz momento en el que una nueva y esplendorosa era abra de par en par sus puertas a la gozosa humanidad.

G.W. Bushman. La llamada del Universo. Prólogo. Editorial Prometeo. Buenos Aires, 2027.
II

Ciudad de Pkarr, 7 de agosto de 2018

Hoy he vuelto a conectarme a esa maravilla que, traducido al español, podría describirse como transductor cerebral, una especie de interfaz que permite la conexión directa del cerebro con la red informática global que se extiende, teóricamente, por todo el orbe galáctico habitado… Aunque en nuestro caso las restricciones son rigurosas, a la par que necesarias, dado que, según nos han explicado los instructores pkarr, nuestras mentes serían incapaces de asimilar el ingente volumen de información con el que nos encontraríamos. Pero con el acceso restringido del que disponemos nos basta, es tal el cúmulo de maravillas desplegado ante nosotros, que uno desearía poder estar conectado las veinticuatro horas del día (en realidad unas veintiséis y media en este planeta) olvidándose hasta de las necesidades fisiológicas más perentorias, como comer o dormir.

Claro está que no nos lo permiten; incluso en las razas más evolucionadas de la galaxia, aquéllas frente a las cuales los propios pkarr son unos recién llegados, existe el peligro de la adicción; cuanto más entre nosotros, que no estamos habituados a esta técnica por lo demás tan común para ellos como lo es hablar por teléfono, o navegar por Internet, en la Tierra. Nuestros anfitriones, siempre velando por nuestra comodidad y nuestra salud, desean que aprendamos todo cuanto pueda sernos útil para catalizar en un futuro el desarrollo de nuestro planeta, evitando al mismo tiempo que un exceso de celo por nuestra parte pudiera acabar redundando en una situación perniciosa. Por esta razón el acceso a los terminales cerebrales nos está rigurosamente limitado, pareciéndonos eterna la espera hasta la llegada de un nuevo turno.

Esto no quiere decir, en modo alguno, que nos aburramos mientras tanto; los estímulos son numerosos, y tan variados, que nos falta tiempo para abarcarlos todos. Las visitas turísticas, físicas y virtuales, no sólo por el territorio pkarr sino también, vía holograma, por todos los rincones conocidos de la galaxia, son una de las actividades más ansiadas, excepción hecha, claro está, de las visitas al transductor. El arte pkarr en todas sus vertientes (pintura, arquitectura, música y varias disciplinas más difícilmente describibles, como la meteorología artística, la gimnasia argumental o los pensamientos lánguidos) es asimismo fascinante aunque, en ocasiones, de difícil percepción.

Y estudiamos. Estudiamos constantemente, descubriendo nuevas ramas de la ciencia insospechadas hasta ahora, como la metatermodinámica o la sociometría estadística, o profundizando en algunas tan clásicas como las matemáticas, la física, la química o la tecnología. Claro está que la comprensión de muchas de las teorías científicas desarrolladas por los pkarr resulta en ocasiones extremadamente compleja incluso para los más aptos de nosotros, por lo que nuestros profesores nos recomiendan que no nos impacientemos, ya que todo llegará a su tiempo. ¡Que tengamos paciencia! Tener delante de los ojos la Teoría Multipolar del Espacio Tiempo, por poner un ejemplo, que es la que justifica y permite los viajes espaciales a mayor velocidad que la luz, y no poder entenderla, es tan desesperante para un físico, como lo es para un biólogo no ser capaz de desentrañar los sutiles mecanismos bioquímicos involucrados en la vacuna universal que nos fue aplicada nada más llegar aquí, la cual nos pone a salvo de cualquier tipo de infección, reacción alérgica o proceso canceroso de por vida.

Pese a todo aprendemos, aprendemos mucho, y no vemos llegada la hora de nuestro retorno… Ni lo deseamos, puesto que ante tal despliegue de maravillas resultaría extremadamente duro tener que asumir la vuelta a la atrasada sociedad terrestre a la que pertenecemos. Desconocemos cuanto tiempo permaneceremos todavía aquí, ni tan siquiera los pkarr lo saben; pero esperamos, y deseamos fervientemente que cuanto más tarde llegue la hora del retorno, mejor.

J.A. García. Crónicas de un viajero a los planetas pkarr. Editorial Universo. Madrid, 2030. Vigésimocuarta edición.
III

A LA OPINIÓN PÚBLICA

La Asociación Ecologista Universo Libre, en su lucha por la preservación de la vida salvaje en el orbe galáctico, denuncia públicamente las prácticas ilegales que, de forma continua, viene realizando impunemente el gobierno de la República Pkarr con el consentimiento tácito de la Comunidad Galáctica, conculcando los Derechos Universales de la Fauna y Floras Silvestres sancionados interplanetariamente por el Protocolo de Aashum, firmado por el gobierno pkarr.

Este Protocolo, en su artículo tercero, párrafo cuarto, prohíbe explícitamente todo tipo de explotación de índole comercial, así como cualquier otra actividad que pueda resultar perjudicial, de especimenes salvajes y, en especial, de animales procedentes de reservas naturales sometidas a un régimen de protección especial. Violando la prescripción, el gobierno pkarr ha procedido a importar en secreto, de una reserva natural ubicada en su ámbito territorial, varios miles de individuos pertenecientes a la especie dominante en el planeta.

Estos especimenes han sido utilizados aparentemente en investigaciones científicas tendentes al desarrollo de redes informáticas de naturaleza orgánica basadas en sustratos de tejidos neuronales vivos, lo cual incumple asimismo los convenios interplanetarios Xaar I y Xaar II, así como las recomendaciones de la Organización Galáctica de la Salud sobre prevención del maltrato animal y minimización de daños en razas de laboratorio.

Por todo ello, exigimos a la comunidad interplanetaria que obligue al gobierno pkarr a respetar el Protocolo en todos sus términos, interrumpiendo los experimentos y devolviendo a estos especimenes a su hábitat natural, debiendo comprometerse asimismo a no realizar en un futuro ninguna actividad que conculque la normativa legal o resulte perjudicial para cualquier tipo de especie viva, independientemente de su grado de desarrollo mental.

Asimismo, convocamos a los ciudadanos preocupados por la preservación del medio ambiente galáctico a asistir a las manifestaciones de protesta que tendrán lugar, en fecha y hora de las que se avisará oportunamente, frente a las embajadas y consulados pkarr, así como a la marcha pacífica al sistema planetario expoliado de la Caravana por la Vida, que será encabezada por nuestro buque insignia Guerrero del Universo.

En Nueva T’iilith, a 7.358-65-47A (Era Galáctica).
IV

COMUNICADO DEL MINISTERIO DE INFORMACIÓN
DE LA REPÚBLICA PKARR

A LA OPINIÓN PÚBLICA

Ante la calumniosa campaña de desprestigio lanzada contra el Gobierno de esta nación por parte de la autodenominada Asociación Ecologista Universo Libre, este Ministerio desea hacer público el siguiente comunicado:

1.- Son completamente falsas las acusaciones vertidas por la citada Asociación Ecologista Universo Libre respecto a una presunta violación, por parte del gobierno de la República Pkarr, de tratados interplanetarios tales como el Protocolo de Aashum o los Convenios Xaar I y Xaar II, y tampoco se han incumplido en ningún momento las recomendaciones de la Organización Galáctica de la Salud sobre prevención del maltrato animal. Este Gobierno entiende que todo se debe a una conjura orquestada por los enemigos del orden y el progreso, que buscan la debilitación deliberada del estado de derecho como única manera de alcanzar aquello que jamás conseguirían recurriendo a las vías legales establecidas. Sabido es quien se esconde en realidad tras el camuflaje de ese falso ecologismo, y sabido es también que, de lograr sus propósitos, tan sólo provocarían el caos de la sociedad que carcomen.

2.- Aunque este Ministerio estima que no sería necesaria ninguna justificación al no haberse violado precepto alguno, por deferencia a los honrados ciudadanos pkarr quiere dejar bien claro que el condominio establecido sobre la Reserva Natural QW-258, conocido también por el nombre aborigen de La Tierra, está plenamente reconocido por la Comunidad Galáctica, hallándose sometida su administración a la Ley Qulan-Ñge/2 que estipula, tanto su preservación integral en las condiciones originales, como la prohibición de explotación de sus materias primas, tanto vivas como inanimadas. El Gobierno de la República Pkarr asume plenamente estas restricciones, habiéndolas cumplido en todo momento.

3.- La Enmienda Xxrrstp/4 a la citada Ley Qulan-Ñge/2 determina, no obstante, la posibilidad de que “la potencia administradora de una Reserva Natural ejerza su derecho a seleccionar porciones limitadas de la fauna autóctona, siempre y cuando éstas no excedan de la millonésima parte de la población total y se destinen a investigaciones científicas que tengan por objeto un mejor conocimiento de las condiciones de vida, y las aptitudes, de los citados especímenes. Queda explícitamente excluida de la autorización toda aquella intervención que pudiera provocar interferencias irreversibles en el desarrollo ecológico de la Reserva Natural. Si del estudio de los especímes derivara la sospecha de que éstos pudieran ser catalogados como Especie Afecta de Raciocinio, o bien tendente a alcanzarla, la Ley Qulan-Ñge/2 será sustituida en su aplicación por la Ley Zweip/1 de Protección de Especies en Vías de Desarrollo”. Además de la citada enmienda existe numerosa jurisprudencia al respecto, tal como Ziryab versus Badoom, Finan versus Nahum o Noidim versus Fymo, por citar tan sólo los ejemplos más conocidos.

4.- Acogiéndose a la citada enmienda, el Gobierno de la República de Pkarr procedió a la selección de cinco mil especímenes (muy por debajo del límite máximo permitido) de la especie dominante en el planeta, con objeto de someterlos a un proceso de investigación que pudiera determinar la existencia o no de raciocinio en la misma. Este proceso de investigación se está llevando actualmente a cabo conforme a los protocolos establecidos por la Organización Galáctica de la Salud, estando prevista la devolución de los especímenes a su hábitat natural una vez haya terminado la investigación en curso.

5.- Este Ministerio, fiel a su política de transparencia informativa, invita a todos los interesados a consultar, si lo desean, la documentación completa de que dispone, sin más restricciones que las impuestas por la Ley de Protección de Secretos Oficiales y las determinadas por motivos de seguridad nacional.

6.- Este Ministerio, por último, anuncia la firme decisión del Gobierno de la República Pkarr de defender sus derechos intergalácticamente reconocidos sobre el control y la administración de la Reserva Natural QW-258, lo que incluye la potestad de implantar una Zona de Exclusión en un radio de tres megapunts alrededor del sol central del sistema. Cualquier navío no autorizado que fuera descubierto en el interior de la Zona de Exclusión será abordado, y a sus tripulantes y ocupantes se les aplicará el Código Penal Intergaláctico en su sección relativa a los supuestos de estados de sitio y de excepción. En el caso de que los arrestados por este concepto fueran ciudadanos de la República Pkarr, serán sometidos a proceso penal bajo la Jurisdicción Militar. El Gobierno de la República Pkarr, en pleno ejercicio de sus atribuciones, se reserva asimismo el derecho a la incautación de las naves y los bienes intervenidos en el interior de la aludida Zona de Exclusión. Esta normativa entrará en vigor, de forma automática, con la publicación del presente comunicado.

En Ciudad de Pkarr, a 7.358-66-03K (Era Galáctica).

V

EL GUERRERO DEL UNIVERSO ABORDADO

(De nuestro corresponsal en Ciudad de Pkarr)

Según fuentes oficiales, la Armada Pkarr abordó al Guerrero del Universo, el conocido buque insignia de la Asociación Ecologista Universo Libre cuando, desafiando la prohibición, acababa de internarse en la Zona de Exclusión fijada en torno a la Reserva Natural QW-258 junto con la media docena de navíos que lo acompañaban formando la autodenominada Caravana por la Vida. Aunque al resto de los buques se les ha impuesto una fuerta sanción expulsándoselos del territorio pkarr, el Guerrero del Universo ha sido incautado y sus tripulantes detenidos y procesados bajo la acusación de violación de las leyes militares de la República Pkarr.

La Asociación Ecologista Universo Libre ha elevado una protesta formal ante la embajada pkarr en el vecino estado de Conti, amenazando con llevar el caso a la Corte Suprema Galáctica si el buque y sus tripulantes no son liberados de inmediato. Sin embargo, según fuentes diplomáticas dignas de crédito la posibilidad de que esto suceda es muy remota, tanto por la firmeza del gobierno pkarr como por su alianza con los poderosos tokais, árbitros como es sabido de las decisiones de la Comunidad Galáctica. Según un comentario que corre por aquí, más les valdrá a los de Universo Libre ir recaudando fondos para comprar otro nuevo buque con el que sustituir al perdido.
VI

Del : COMITÉ CIENTÍFICO DEL PROYECTO BIORDENADOR
Al: MINISTRO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
ALTO SECRETO

Excelentísimo señor:

Conforme a lo estipulado, procedemos a remitirle las conclusiones finales del estudio biotecnológico realizado sobre los especímenes originarios del sistema QW-258.

Tal como se sospechaba por los estudios previos, los miembros de esta especie animal presentan unas peculiaridades cerebrales únicas en todo el universo conocido. Aunque su nivel de inteligencia promedio apenas alcanza el nivel 4 de la escala de Zeiss y su capacidad de raciocinio queda por debajo del umbral doble cero, lo que descarta su catalogación como Especie en Vías de Desarrollo, los estudios no destructivos realizados mediante sondas cerebrales indican una idoneidad óptima para su uso como unidades de procesamiento de datos una vez implementados con los oportunos soportes inorgánicos. Estimamos que, en una primera etapa, bastaría con apenas diez o quince millones de ejemplares, junto con la cantidad necesaria de excedentes para reposiciones dada su corta esperanza de vida, para incrementar la capacidad de almacenamiento de datos de la Red Informática Global lo suficiente para satisfacer el aumento de la demanda al menos durante diez secs.

Lamentablemente, lo reducido de la población objeto del estudio –tan sólo cinco mil individuos– y la necesidad de respetar su integridad física nos han impedido alcanzar conclusiones más definitivas. Estimamos que, de poder disponer libremente de individuos a los que se pudiera extirpar el cerebro conectándolo a tiempo completo a la red, los rendimientos obtenidos habrían sido mucho mayores. Por esta razón, solicitamos la aprobación de una segunda fase de investigación en la que se puedan llevar adelante estos proyectos.

Si por alguna razón los responsables políticos estimaran improcedente la captura de especimenes salvajes del sistema QW-258, proponemos la crianza en laboratorio de los mismos a partir del material genético a disposición del equipo. No obstante, este último recurso retrasaría la obtención de suficiente material biológico durante un tiempo superior al límite de saturación de la infraestructura de la red, razón por la que consideramos conveniente la utilización, al menos en una primera fase, de individuos salvajes. Teniendo en cuenta la superpoblación del planeta y la existencia de la Zona de Exclusión, estimamos que no resultaría demasiado complicada la captura de estos especimenes sin poner en peligro el proyecto por pérdida del secreto del mismo. Esto nos permitiría dar un importante paso adelante acortando de forma considerablemente los plazos previstos para la potenciación de la Red Informática Global.

En Ciudad de Pkarr, a 7.359-00-82F (Era Galáctica).
Tlön Spaar, científico-jefe.

La Caja

por Santiago Eximeno

–Ábrelo –dijo ella, con voz dulce.
Un bosque de gélidas sonrisas nació a su alrededor; ocultaban tantas sensaciones –cariño, respeto, curiosidad, envidia– que se sintió desnudo, abandonado en un baile de máscaras. Sus ojos serpentearon por la enorme mesa, recorriendo los rostros de todas aquellas personas: sus padres, sus hermanos, sus tíos, sus abuelos, sus primos…
–Vamos, ábrelo.
Notó un ligero tono de reproche en la voz de su madre. Inquieto, acarició con sus manos el regalo. El papel que lo envolvía era suave, salpicado aquí y allá de pequeñas flores de colores. Un enorme lazo rosa lo mantenía cerrado. Lo abrió en silencio, la mirada baja. En su interior encontró una cámara de fotos.
–¿Qué se dice?
–Gracias, tía Lidia –susurró.
La cámara de fotos abandonó sus manos y se reunió con las tarjetas de felicitación, los cubiertos de plata, el anillo, el libro de firmas y diversos obsequios más que, según palabras de su madre, el niño podría apreciar años más tarde en su justa medida. En la actualidad, pensó Alex, carecían de valor.
Tras la entrega de regalos, su fugaz momento de gloria, las conversaciones banales inundaron la mesa y no tardó en descubrir que ninguna le incluía. Ya no era el centro de atención. Cinco minutos después su presencia en la mesa no era relevante.
–Voy al servicio –murmuró.
Abandonó la mesa sin que nadie lo advirtiera. Estaban demasiado ocupados con la fiesta para acordarse del pequeño niño que un día de octubre como aquel había venido al mundo. Las copas chocaron en el aire, derramando lágrimas sobre el mantel inmaculado, mientras Alex descendía las escaleras que conducían a los aseos.
La puerta del servicio surgió como una aparición fantasmal al final de un pasillo de paredes blancas, desconchadas en distintos lugares y mancilladas con breves mensajes de diversa índole, la mayoría de ellos de carácter obsceno o racista. Exhibía un pequeño cartel con un joven sonriente sobre un fondo multicolor. Alex tomó el pomo entre sus manos y entornó la puerta.
Un hombre alto, delgado, sostenía entre sus largos dedos, a la altura de los ojos, una diminuta caja de madera con extraños símbolos grabados en su superficie. Su rostro surcado de arrugas se reflejaba en el espejo del lavabo.
–Perdón –dijo el niño, cerrando la puerta.
–Al contrario, pasa, pasa… –gimió el desconocido, evitando con el pie que la puerta se cerrara por completo.
Su sonrisa descubrió dos filas de dientes perfectos de un blanco inmaculado.
–Vamos, vamos, esto es para ti.
En las manos del hombre descansaba la caja. Alex la miraba ensimismado. Bajo la débil luz del servicio pareció moverse, agitarse.
–¿Qué hay dentro?
–Oh, es una sorpresa –gimió el extraño–. Una sorpresa que debes compartir con tu familia, pequeño.
No le gustaba que le llamaran así, y menos que le acariciaran el pelo como aquel hombre había hecho. Pero la caja era tan hermosa que cuando la depositó en sus manos susurró un sincero agradecimiento y corrió por el pasillo hacia las escaleras.
–Ábrela con los ojos cerrados –le oyó decir mientras volaba sobre los escalones–. Así no estropearás la sorpresa.
Cuando llegó a la mesa todos le obsequiaron con una cálida sonrisa.
–¡Mirad lo que tengo! –gritó Alex, emocionado.
Y pronunciadas estas palabras, cerró los ojos y levantó la tapa de la caja. Una oleada de podredumbre y muerte inundó sus fosas nasales. Una horrible cacofonía de gritos y risas atravesó sus oídos. Oyó la voz suplicante de su madre, los gemidos ahogados de sus familiares.
–En el nombre de Dios…
Sillas arrastradas, cristales rotos. Gritos y súplicas a su alrededor. Confusión. Bajo aquel olor a pescado podrido Alex advirtió otro más sutil, dulzón. No pudo identificarlo. Alguien lo derribó. Oyó pasos alocados en todas direcciones. Gemidos. Algo saltó sobre él, gruñó. Algo húmedo y enorme. Tumbado en el suelo, con los ojos cerrados, sintió el sabor salado del mar en la boca.
A pesar de ello, no abrió los ojos.
No quería estropear la sorpresa.

He visto un ángel

He visto un ángel, mas él fue ciego a mi mirada. Su figura, divina y majestuosa, anegaba con soberbia prestancia mi visión. Grande como una galaxia, ante su mole de épocas pretéritas sentí pánico y admiración.

He visto un ángel, pero sé que no debí contemplarlo. Tal magnificencia no debería estarles permitida a los mortales. Pero la visión se me había brindado, y en aquel momento indescriptible unas alas surgieron desde lo más profundo de mi corazón, impulsándome con su bombear allá donde nunca hubiera debido ir. Temeroso me acerqué, con la curiosidad mariposeando alocada dentro de mi alma. Poder, gloria. Sobriedad. He visto… belleza, elegancia, misterio… un ángel.
He visto un ángel, y en mi osadía busqué su rostro inhumano. Con mi alma incendiada por la emoción, estudié sus formas de fuego. Hebras de sol ardían en su cabeza, cegador tejido de luz, y desde ahí caían para cubrir su cuerpo con un manto de pura energía. Su flequillo –un millón de estrellas, hiladas como delicados tendones de arpa– caía sobre sus rasgos, ocultándolos. El suyo es un velo de luz con el que se ilumina nuestro universo. Aquellos cabellos flamígeros caían sin cesar, radiantes, sobre sus hombros bordando su túnica, moldeando su cuerpo, rasgando las tinieblas que le contemplaban con miradas rapaces. Su melena me deslumbró, y yo no podía apartar mis ojos de aquellas refulgentes llamas, de aquel sin número de constelaciones que formaban sus brazos, su torso, sus piernas. En mi arrobado atrevimiento, colocando mis manos a manera de parasol, lancé una mirada a lo que su flequillo de luz ocultaba, mas sus manos en actitud meditabunda ocultaban su faz.

He visto un ángel, pero él no se ha percatado de ello. Abstraído en su meditar trascendente, sumergido en sus pensamientos insondables, no fui para él más que una insignificante mota de polvo. Cubría su ciclópeo rostro con sus manos en actitud concentrada. Reflexionaba acerca del futuro y de lo inexplicable, y yo era testigo indigno de ello. Avergonzado, bajé la mirada hacia el abismo sobre el que pendíamos. Mas el vigoroso aletear de mi curiosidad venció mi pudor y me hizo alzar de nuevo la mirada. Estaba contemplando un ángel, y su figura marcada a fuego en mis retinas poseía mi alma. Su imagen, una droga a la que no podía resistirme. Le contemplé extasiado: su delgado cuerpo radiante se sentaba en un trono. Las lenguas de fuego que formaban su cuerpo, que le vestían –pura energía– se derramaban con languidez sobre el solio. La factura de éste parecía ébano intenso, más poseía un resplandor cegador, casi furioso. Nunca sabré cuanto tiempo transcurrió, conmigo paralizado contemplando aquello que ningún alma mortal debería ver. Le observaba desde una distancia incalculable, dichoso a la vez que avergonzado. Sin embargo, latido tras latido mis ojos se posaban obsesivos en el trono: algo extraño había en él. Aunque temeroso del gigante de fuego, me acerqué flotando hacia sus pies. Allí el calor se intensificaba, insoportable. Pero yo debía saber.

He visto un ángel, y preferiría no haberlo contemplado. Allí, entre las tórridas fraguas de sus pies, vislumbré la ruina del trono, la grieta en el reinado del Anterior. Sólo entonces tuve el valor de mirar a aquellos ojos enmarcados en el rostro colosal.

He visto un ángel. He afrontado su mirada, pero él me devolvió dos pozos de ceguera. Creo que a eso debo mi salvación. Porque lo que aquellos ojos me contaron, agrietados y resecos como un desierto, quemados por llamas más intensas que las del mismísimo infierno, resquebrajó mi alma. Desesperado, huí. Pero el estigma ya estaba sangrando en mi interior: una historia, narrada en un infinitesimal instante, fluía como lava incandescente por mi alma, devorándola, transformando lo que era esperanza en sarmientos de perdición y tristeza, al rojo vivo en un principio, moribundos después, como mi alma. Me fue relatada una epopeya colosal, de gloria, orgullo, traición, odio, lucha, muerte y victoria, culminada por aquello que ninguno de los contendientes hubo nunca imaginado: la Soledad.

He visto un ángel, y su absoluta Soledad final –cargada de triunfo, amargada en el Olvido– ya no tiene sentido.

He visto un ángel, y su nombre era Lucifer. Pero, tras su victoria final, su mirada ciega contempla el triunfo de Otro. Sus ojos están agrietados por el Vacío que una vez engendró el Universo. Ahora son eternos testigos del mecerse de hojas de abisal negrura, acunados por una brisa fantasmal surgida de ningún sitio. Hojas que visten las ramas de un ominoso árbol, vigía impasible en la cima de una colina perdida en un eterno mar de reseca hierba.

He visto un ángel. He atisbado el futuro del universo. Lo he contemplado a través del velo de la presciencia: el fin de una –nuestra– eternidad. Y ruego por todo lo sagrado no contemplar jamás el rostro del dueño de aquel horrendo árbol de cenizas, aquel en cuyo seno todo acabará devorado.

2001, por Francisco Ruiz Fernández.

Ciencia y Religión: ¿Un matrimonio imposible? y una visión renovada del Génesis

por Ronald Mennickent Cid

Se me ha pedido que escriba acerca de Ciencia y Religión, algo como agua y aceite según se me dijo, sin embargo, yo no lo veo así, y mi visión es lo que intentaré mostrar en este ensayo, para lo cual es necesario comenzar hablando acerca de los dominios de cada una de estas áreas del quehacer humano.

El Dominio de la Ciencia

La ciencia pretende descubrir cómo funciona el universo, y hasta el momento ha sido exitosa, en el sentido de que ha podido establecer la existencia de leyes que rigen el cosmos, al menos la parte visible de él (hasta el momento no parece haber leyes que gobiernen el pensamiento humano, ni determinen la capacidad de decisión de un individuo). Estas leyes le han dado a la ciencia una reputación y un poder de predicción enorme, que se ha materializado en un desarrollo tecnológico sin precedente en la historia de la humanidad. Hoy nuestra sociedad se caracteriza, a diferencia de sociedades del pasado, por el uso masivo de tecnología basada en el desarrollo de la ciencia básica, como las leyes del electromagnetismo y las de la mecánica cuántica, por ejemplo. Mira a tu alrededor y te darás cuenta de cómo la tecnología es parte de tu vida diaria y cómo ha invadido el mundo, literalmente.

El Dominio de la Religión

La religión, por otra parte, no pretende describir el universo en sus partes fundamentales ni tampoco su funcionamiento, sino que pretende dar respuesta al porqué existe el universo, y en particular porqué existimos nosotros, los seres humanos. La religión está íntimamente ligada al concepto de Dios, un ser superior de naturaleza no física (digamos espiritual) que sería el creador de todo cuanto existe y el cual puede darse a conocer a los humanos y establecer relaciones espirituales con ellos. Millares de personas han dicho creer en Dios, entre ellas eminentes científicos, como Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei, René Descartes, Isaac Newton, Robert Boyle, Michael Faraday, Gregor Mendel, Lord Kelvin, y con sus propios matices acerca de la naturaleza de Dios: Max Planck y Albert Einstein. Por lo tanto, no se puede decir que la Religión sea sólo para gente ignorante o sin formación académica. Millones de personas han llevado y siguen llevando una vida satisfactoria y plena con el convencimiento íntimo de la existencia de Dios.

Existen científicos que dicen que Dios es una hipótesis innecesaria. Dentro de estos se encontraba Carl Sagan, astrofísico y famoso divulgador científico. Si bien es cierto la existencia de Dios no se puede probar experimentalmente, también es cierto que su no-existencia tampoco se puede probar. Desde el punto de vista científico, y despojándonos de toda arrogancia intelectual, creo que lo más honesto es decir que Dios no es tema de la ciencia ya que su existencia o no existencia sobrepasa las fronteras del ámbito en el cual la ciencia se mueve, es decir, nuestro universo sensorial. Su existencia es materia de fe.
La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, es decir, es un conocimiento de naturaleza distinta al científico, este último basado en la experimentación. La fe, no la ciencia, permite creer en Dios. Millones de personas tienen fe en Dios, creen en Dios, y otras no cuentan o no desarrollan esta cualidad del espíritu humano.

Por lo anterior creo que es posible creer en Dios y al mismo tiempo ser científico, complementando de esta manera una visión acerca de la naturaleza del hombre con una visión de cómo funciona el universo. Para un cristiano, por ejemplo, Dios se ha manifestado al hombre en el cosmos, la palabra revelada (el mensaje contenido en la Biblia) y Jesucristo. Para un cristiano, el estudio del cosmos permite admirar a Dios como creador, así como una persona puede admirar al pintor durante una exposición de sus pinturas.

¿Pero es posible saber, desde el punto de vista científico, si alguna religión es la verdadera? ¿Existen afirmaciones de tales religiones concernientes al mundo físico que las comprometan a la luz del moderno conocimiento científico? A mi modo de ver, esto es posible, aunque existen ciertas limitaciones. Los libros sagrados se han escrito con el propósito de revelar la naturaleza moral de Dios y del hombre. Ellos no se escribieron como tratados científicos aunque su alegada inspiración divina los compromete en el sentido de decir la verdad en relación al mundo y a su creación, por ejemplo.

El Génesis a la luz de la ciencia

Hoy en día existen pruebas fehacientes de que el Universo tuvo un comienzo, recientes descubrimientos astronómicos, como los llevados a cabo por los satélites COBE y WMAP avalan poderosamente esta afirmación y fechan la edad del universo en 13.7 billones de años. Esto nos llevaría a rechazar cualquier teología que presentase un universo eterno. Más aún, los estudios paleontológicos y geológicos han llevado a un cuadro de lo que pudiese haber sido el desarrollo del planeta tierra y la aparición de vida sobre él. En este sentido me gustaría mostrar que la descripción de la creación del mundo que aparece en el primer libro de la Biblia, el Génesis, contrario a lo que se cree, es compatible con los descubrimientos científicos modernos si el sistema de referencia del observador que describe los acontecimientos viene a ser la mismísima tierra. Las ideas siguientes acerca del Génesis provienen de The Genesis Question (Ross, 1998).

Génesis 1:1 En el principio Dios creó los cielos y la Tierra

De acuerdo a la cosmología moderna, el universo tuvo un comienzo en una gran explosión inicial. La ciencia no se pronuncia acerca de qué es lo que había antes de esa explosión ni qué fue lo que la desencadenó. La Biblia parte diciendo que el universo obedece a un propósito de un ser denominado Dios. Génesis 1:1 anuncia la creación de las dimensiones espacio-temporales, la materia y energía, de todo lo que compone nuestro universo, incluyendo estrellas y planetas, el Sol (todo lo anterior contenido en el concepto “los cielos”) y la tierra. Esta idea de un comienzo del Universo, que nos parece tan natural ahora, sólo fue establecida científicamente a principios del siglo XX, pero vemos que ya estaba declarada en la Biblia.

Génesis 1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

De acuerdo a las teorías modernas, la tierra primigenia era un lugar caótico y carente de vida, con una atmósfera densa y opaca a la radiación del Sol. La vida se habría originado en los mares hace más de 3.86 billones de años. La mención del Espíritu de Dios moviéndose sobre las aguas podría sugerir la generación de las primeras formas de vida, las cuales pudieron haber sido no basadas en la fotosíntesis, así como aquellas descubiertas recientemente cerca de volcanes submarinos. Más importante aún, este versículo sitúa nuestro sistema de referencia en la superficie de las aguas que rodeaban la tierra.

Génesis 1:3-5 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Estos versículos pueden ser interpretados como la transformación de la atmósfera terrestre de opaca a translúcida, dejando pasar por primera vez la radiación solar y dando origen, desde el punto de vista de un observador situado en la superficie de las aguas que rodeaban la tierra, al ciclo de días y noches. ¿Está este proceso relacionado con la formación de la luna? Modernas teorías sugieren que la luna se formó cerca de 4.25 billones de años por el choque de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra. Este acontecimiento fue vital para dar a la tierra la masa y densidad necesarias para retener los gases aptos para la vida. Si no hubiese sido por este cataclismo cósmico, la Tierra probablemente hubiese tenido una atmósfera densa como Venus y no apta para la vida. En los procesos de transformación de la opacidad atmosférica habría también que considerar la remoción gradual de los residuos de la nebulosa que dio origen al Sol, principalmente debido a su difusión hacia el Sol por gravedad y viscosidad.

Desde ahora en adelante Génesis registra todo el proceso de creación en siete “días”. La palabra hebrea para “día” es “yôm”, que puede significar un periodo de 24 horas como también un largo periodo de tiempo de duración definida (el hebreo antiguo tenía muy pocas palabras, por lo que muchas de ellas tienen varios significados). Es falsa entonces la idea de que Génesis 1 presenta la creación en un lapso de 7 días de 24 horas.

Génesis 1:6-8 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

Estos versículos son compatibles con la formación de una troposfera, donde la reside la humedad y ocurren los cambios climáticos. Son compatibles con el comienzo del ciclo del agua, movido por los cambios de temperatura productos de la rotación terrestre y la iluminación solar. Como nota adicional es bueno mencionar que en el lenguaje de la Biblia el primer cielo corresponde a la atmósfera terrestre, el segundo cielo al lugar donde moran las estrellas y el tercer cielo al universo espiritual. Los pasajes anteriores se referirían entonces al primer cielo.

Génesis 1:9-10 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra y a la reunión de las aguas Mares. Y vio Dios que era bueno.

Es posible que estos pasajes se refieran a los procesos tectónicos de placas y volcanismo que formaron (y siguen formando) la superficie de nuestro planeta. En algún momento pudo el fondo marino emerger sobre la superficie de los mares dando origen a un continente. La geología nos enseña que durante los 4 primeros billones de años de la historia de la tierra, las masas terrestres crecieron de un 0 a un 29 por ciento de la superficie planetaria. Además, durante el último cuarto de billón de años, los pedazos de un supercontinente original llamado Pangea han estado separándose unos de otros hasta formar los continentes actuales.

Génesis 1:11-13 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo pues la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya seminal está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

Aquí las palabras “semilla”, “árbol” y “fruto” tienen significados mucho más generales en hebreo que en español. Ellas podrían referirse a todo el mundo vegetal. El versículo no afirma que toda la vegetación apareció exclusivamente en este tiempo. Nótese también que la frase “Produzca la tierra” abre la posibilidad de que la aparición de vida vegetal haya sido por procesos naturales ocurridos en el suelo terrestre.

Génesis 1:14-19 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; he hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

Este versículo podría indicar el paso de una atmósfera translúcida a una transparente. La primera vez que aparecieron el Sol y la luna en el firmamento. Si Dios reveló a Moisés (el probable escritor de Génesis) estos acontecimientos mediante una visión, ubicándolo en el sistema de referencia antes señalado, es posible que él haya contemplado extasiado esta ventana histórica. La frase “E hizo Dios” no especifica cuándo hizo Dios las lumbreras (sugerimos que en el periodo correspondiente a Génesis 1:1), pero sí las frases siguientes indican que el sentido de esta afirmación es indicar alguno de los propósitos para los cuales fueron creadas.

Los siguientes versículos, de Génesis 1:20 a Génesis 1:27 muestran la aparición secuencial de seres vivos en las aguas, los cielos y la tierra para finalmente culminar con la aparición del hombre en Génesis 1:27. Esta secuencia temporal es básicamente consistente con lo encontrado en el registro geológico. En Génesis la creación del hombre es de tal importancia, que el capítulo 2 relata este acontecimiento con mayor detalle, pero no en orden cronológico. Al respecto podemos decir que los humanos somos las únicas criaturas del planeta que exhiben las siguientes características que podrían estar vinculadas al espíritu:

* Presencia de un código moral impreso en la conciencia.
* Preocupación acerca de la muerte y de la vida después de la muerte.
* Disposición a la oración y deseo de comunicarse con un ser superior.
* Conciencia de sí mismo.
* Impulso a descubrir y capacidad de reconocer la verdad y los absolutos.

Mucha gente rechaza de plano el Génesis al escuchar que presenta un Universo creado alrededor del año 4004 A.C. Desafortunadamente esta fecha fue determinada a mediado del siglo 17, cuando fueron disponibles las primeras traducciones de la Biblia en inglés, por el arzobispo anglicano de Irlanda James Ussher y el vicecanciller de la Universidad de Cambridge John Lightfood, a partir de una lectura directa de las genealogías que aparecen en Génesis. Sin embargo, es evidente al estudiar genealogías bíblicas paralelas en distintos libros de la Biblia, que éstas no se dan completas. Un ejemplo se puede encontrar en 1ª Crónicas 3:10-12 y Mateo 1:8. En hebreo bíblico la palabra “ab” (padre) puede significar abuelo, bisabuelo, tatarabuelo y así en adelante. Lo mismo ocurre con “ben”, la cual puede ser usada como hijo, nieto, bisnieto y así sucesivamente. Basándose en el estudio comparativo de genealogías bíblicas paralelas se puede estimar que el porcentaje de completitud de aquellas es entre 10% y 90%. De esta manera, usando sólo datos genealógicos, se puede estimar la edad de aparición del primer hombre entre 7000 y 60000 años atrás. Este rango coincide con el fechado antropológico de las evidencias culturales religiosas más antiguas, unos 24000 años. Es evidente que grandes primates bípedos con capacidades de usar herramientas existieron hace cientos de miles incluso un millón de años, cómo los australopitecos, pero ellos no manifiestan las características “espirituales” del hombre moderno. ¿Es posible que la “chispa de la conciencia” que caracterizó a los Homo Sapiens y que los hizo poner bajo sus pies a los elementos y a las demás criaturas (incluyendo a los Neandertales) hace unas decenas de miles de años, ganando así la batalla de la supervivencia, haya sido el “soplo de vida” mencionado en Génesis 2:7?

No es posible saber si Génesis 1 sugiere una directa creación de parte de Dios de los animales y el hombre, es decir, una creación “in situ” a partir de la nada, una creación completamente sobrenatural, o bien una intervención inteligente de Dios usando la fuerzas naturales ya existentes en procesos microscópicos y cuánticos. De la teoría cuántica sabemos que el universo no es determinista, en el sentido de que conociendo su estado actual podríamos determinar su estado futuro. Siempre existe cierta indeterminación y varios estados posibles a un sistema caracterizados por una mayor o menor probabilidad de existencia. Es posible que Dios actúe aprovechando estas “ventanas” en las leyes físicas, sin violarlas, pero dando un sentido al orden de acontecimientos del universo, específicamente a aquellos procesos que llevaron a la formación de la vida, específicamente el hombre. Al respecto, hay mucha discusión hoy en día si los procesos evolutivos solos pueden llevar, después de varios millones de años, al enorme nivel de complejidad exhibido por las estructuras biológicas existentes y los niveles de especialización de sus partes. Personalmente, me resulta difícil creer que el nivel de orden y especialización exhibido por los seres vivos es producto de fuerzas ciegas y de la selección del más apto, para mí, es más bien el resultado de un diseño inteligente. Esta idea es apoyada por el hecho de que el universo parece haber sido diseñado para la vida. La probabilidad de formar un universo con sus constantes físicas ajustadas tan finamente como para permitir la vida ha sido calculada en una parte en 101230 (Penrose 1989). De este número podemos pensar que hemos sido muy afortunados, pero… ¿es fortuna o diseño?

Al respecto, es interesante mencionar que el concepto de diseño inteligente a sido recientemente desarrollado como una teoría de la información por Demski (1998). La cantidad de información en un evento de probabilidad p ha sido definido como –log2p (Shannon & Warren 1949). De esta manera, mientras menos probable sea un evento, mayor información contiene. Además, ha sido demostrado por Demski (1998) que causas naturales como casualidad o leyes físicas no pueden generar información compleja y especificada (ICE) como la exhibida en muchos sistemas biológicos. Si tiro una moneda al aire 5 veces puedo obtener una secuencia de 5 caras, lo cual podría atribuir a chance, en este caso la información obtenida no es compleja pero sí especificada. Podría tirarla 100 veces y obtener una secuencia aleatoria de caras y sellos, en cuyo caso la información es compleja pero no especificada. Si tiro la moneda 100 veces y las 100 veces me aparecen 100 caras o bien, alternadamente, 50 caras y 50 sellos, dicha información es compleja y especificada. Ejemplo de este tipo de información son los sistemas irreduciblemente complejos, es decir, aquellos que pierden su funcionalidad faltando una sola de sus muchas partes, como el flagelo bacteriano o el mecanismo de la coagulación de la sangre descritos por Behe (1996). Demski (1998), quien ostenta un PhD en matemática en la Universidad de Chicago y un PhD en filosofía en la Universidad de Illinois en Chicago, además de grados en teología y psicología, muestra que el nivel de complejidad exhibido por muchos seres vivos necesariamente requiere del ingreso, en alguna etapa de su formación, de información inteligente (no necesariamente sobrenatural). Por supuesto esta aseveración es revolucionaria ya que confronta directamente el paradigma evolutivo imperante, haciéndolo temblar en sus cimientos. Por lo mismo ha sido resistido fervorosamente aunque hasta ahora sin argumentos contundentes y decisivos (por ejemplo ver el artículo del editor en jefe de Scientific American, Jonh Rennie, el año 2002 y los debates publicados por Pennock 2001).
Para mayor información sobre estos temas, puede visitar: www.discovery.org/crsc, www.reasonstobelieve.org, www.skeptic.com.

Referencias:
* La Biblia, versión Reina-Valera, Revisión 1960.
* Behe, M., 1999, La caja negra de Darwin: el reto de la bioquímica a la evolución. Editorial Andrés Bello, Santiago, Chile.
* Demski, W.A., 1998, Intelligent Design: The Bridge between Science & Theology, InterVarsity Press.
* Demski, W., and Colson, Ch., 2004, The Design Revolution: Answering the Toughest Questions About Intelligent Design, InterVarsity Press.
* Pennock, R.T. (editor), 2001, Intelligent Design Creationism and Its Critics, Bradfort Books/MIT press.
* Penrose, R., 1998, The Emperor’s new mind, New York: Oxford, p. 344.
* Rennie, J., 2002, Scientific American #287, p. 62.
* Ross, H., 1998, The Genesis Question, Navpress Publishing Group.
* Shannon C. and Weaver W., 1949, The Mathematical Theory of Communication, Urbana: University of Illinois Press, p. 32.

Philip Dick y La Guerra

Por Pablo Castro Hermosilla

Introducción

Aunque la guerra es un tema muy presente dentro de la ciencia ficción, curiosamente no se la ha estudiado ni analizado en forma debida. Resulta extraño, pues gran parte de las obras que consideramos clásicas dentro del género fueron escritas en medio de una escena mundial repleta de situaciones de conflicto bélico. La misma ciencia ficción más contemporánea comienza a fines de la Segunda Guerra Mundial y le toca convivir de sobremanera con la llamada Guerra Fría. Por otra parte, la gran cantidad de autores que popularizaron la ciencia ficción representan al país que más ha luchado por desarrollar una hegemonía militar en todos los frentes. Sin embargo hoy en día no sólo es EE.UU. el país que más invierte en tecnología militar. Lo es también Inglaterra y en general todas las potencias desarrolladas. El estudio de la guerra en las obras de ciencia ficción ha sido más bien de tipo referencial, pero nunca se ha tratado de descubrir si existe una relación inmanente entre la guerra y la ficción especulativa. Las obras de ciencia ficción de los últimos cincuenta años reflejan bien el mundo belicista de ayer y hoy, aunque sólo reflejan la existencia y el peligro de la guerra en contra del hombre y la sociedad. Salvo quizás Robert Heinlein, no existen otros autores que hayan intentado hablar de la guerra en sus obras que no sea sólo para rechazarla o criticarla.
La guerra no es tema fácil y casi siempre genera muchos anticuerpos. Pero esto no quiere decir que al hablar de la guerra en una obra se esté abogando por ella, aunque debo decir que no es tampoco una actitud equivocada o perniciosa. Sabemos todavía muy poco de la guerra y me parece interesante que existan autores que intenten explicarla o incluso justificarla, salvo que exponga argumentos sólidos y no simples discursos. Lo peor que se puede hacer es cerrar los ojos frente a la guerra y negarla sólo porque sí. Para entenderla y dominarla es necesario enfrentar todos sus aspectos, desde todos los ángulos posibles de análisis. Este artículo intenta explicar el significado de la guerra en uno de los autores más emblemáticos de la ciencia ficción de los últimos años. La elección de Philip K. Dick no es al azar: en él la guerra está presente de sobremanera, pero también entre sus estudiosos se ha desarrollado una imagen antibelicista del autor. ¿Es esta imagen coherente con lo descrito en sus obras? ¿Qué papel juega la guerra en Dick y porqué el autor desarrolló muchas de sus tramas en escenarios bélicos?

Dick y la guerra

En su introducción al primer tomo de los cuentos completos de Philip K. Dick, Steven Godersky habla sobre la fascinación y terror que despertaba la guerra en Dick, como uno de los puntales no reconocidos de su obra. Esta visión de Godersky es tremendamente certera y tal vez una de las más lúcidas respecto a la obra del escritor norteamericano. Curiosamente pocos han recogido el guante. En los últimos años la tendencia ha sido destacar a Dick sólo por su cuestionamiento permanente de la realidad, como si fuese lo único destacable en él. Se trata de otro cliché: Los cientos de artículos que hablan de esta característica de Dick sólo reflejan la obsesión del autor, pero no explican su motivación última de tal cuestionamiento. En ese sentido Godersky tampoco logra en su introducción develarnos el por qué de la fascinación por la guerra que sentía Dick. Explica sí en parte su temor. Dice: Tal vez Dick, que inició su carrera de escritor en Berkeley, California, absorbió la sensibilidad de una ciudad que había contraído un firme compromiso liberal. Tal vez Joe McCarthy y la guerra de Corea sensibilizaron la imaginación de un autor principiante. Conocemos muy poco sobre sus años juveniles durante la segunda guerra mundial, pero no es posible identificar un temprano y consistente recelo hacia la mentalidad militar, el temor causado por lo que había visto de la maquinaria bélica de ambos bandos… Esta apreciación es correcta, pero es necesario explicarla. En principio, digamos que el liberalismo de Dick no fue consecuencia de su estadía en Berkeley, si no de su propia personalidad. En varias oportunidades tuvo discusiones con compañeros de universidad que no le perdonaban ciertas actitudes de Dick consideradas como reaccionarias. Aquí vemos un primer signo de lo que sería más tarde la personalidad del escritor norteamericano: una constante confusión de tipo existencial, basada en el principio instintivo de que todo lo que existe alrededor es una farsa o mejor dicho una trampa ilusoria. De ahí que Dick sintiera una motivación casi instintiva en su búsqueda por cuestionar la realidad adyacente. Fue el producto de su propio carácter no conciliador con posiciones dogmáticas y preestablecidas, sean liberales o conservadoras. Por eso es que es inútil seguir calificando a Dick de liberal o anti-reaccionario. Su espíritu no calzaba con ninguna de esas apreciaciones. De ahí su crisis metafísica en sus años posteriores. Ciertamente, como dice Godersky, las guerras sensibilizaron a Dick. Pero como bien dice, el recelo del escritor fue más que nada contra la mentalidad militar y la maquinaria bélica. La guerra es otra cosa, por más que aquellos elementos estén demasiado relacionados. Hacemos aquí una división fundamental para entender la fascinación de la guerra para Dick. Guerra no es sólo servicio militar, armas, sistemas de combate, o uniformes. Esos pueden ser condimentos, pero no la guerra en sí misma.

El porqué de la guerra

No existe en el área de las ciencias sociales un fenómeno más controvertido y difícil que la guerra. Desde las obras de Tucídides hasta Toffler, la guerra ha despertado una fascinación sólo comparable a las religiones. La razón es muy simple: la guerra acompaña al hombre desde sus inicios y sigue siendo un elemento fundamental de su sociedad. Lo que llama la atención es que por más que las guerras sean sinónimo de muerte y destrucción (material y simbólico) el hombre sigue empeñado en librarlas. ¿Cuál es entonces la motivación última que generan las guerras? Se han esgrimido causas de todo tipo (desde la economía al psicoanálisis), y cada una puede resultar certera en su momento, pero aún así, no se ha logrado un consenso teórico para explicar este fenómeno. En un relato de Dick llamado La Calavera (1952), se muestra a una civilización cuyos dirigentes aprueban la guerra como una forma de selección social, donde sobreviven los mejores y más aptos.

Ahora bien, guerra (vista en forma tan despectiva) no es sinónimo de reclutas o militares, a pesar de que estos son preparados durante toda su vida para enfrentar con éxito una guerra. Esto sucede una vez en sus vidas o a veces nunca, por ende el militar no puede emularse con las guerras. Su existencia no siempre las ha desencadenado. En realidad los militares existen justamente para que las guerras sean desarrolladas de una forma profesional y ordenada, lo que por supuesto no ha sido siempre así. Las guerras se han hecho más destructivas, pero también más cortas si las comparamos con las campañas de la antigüedad o de siglos recientes.

Cuando Godersky nos habla del recelo de Dick a la mentalidad militar, ¿a qué se refiere exactamente? Si apelamos a lo obvio, se refiere a la visión convencional de que los militares son seres distintos a los civiles, inmersos en una cultura, formación y valores distintos a los nuestros y cuya vertiente más despreciable es su visión estrecha y chata de cómo deben hacerse las cosas, sobre todo cuando hay una guerra de por medio. Hablamos de la caricatura del militar, del ser disciplinado, solapado y aferrado a pensamientos incomprensibles e inaceptables para la sociedad civil. Sin embargo, esta caricatura es a veces bastante errónea. Flota sí en las mentes de muchos. En países como el nuestro se une a tristes episodios de tortura y desapariciones. Sin embargo, esa mala imagen viene incluso desde antes y responde a la necesidad de ciertos círculos culturales y sociales de desprecio del militar como el enemigo a vencer, sinónimo de reaccionario y conservador.

Esta situación no debe de haber sido muy distinta en los Estados Unidos que se involucraron en la SGM, en Corea o en Vietnam. Dick fue testigo de esos conflictos y pudo percibir la mentalidad militar inserta en ellos. ¿Pero hablamos de la mentalidad militar del soldado común o del general que dirige la guerra a distancia y que calienta el asiento en el Pentágono y que va al Congreso a lidiar con los senadores para obtener mayores fondos militares? Vietnam, por ejemplo, fue una guerra librada en su mayoría por conscriptos, es decir, por hombres con una muy básica preparación militar. La gran mayoría de la tropa no estaba constituida por soldados profesionales, esto es, por hombres de armas que eligen la carrera militar, que aceptan y hacen suyos tradiciones, códigos y en especial, un modo de vida. Pero también los hace compartir con los suyos una cultura muy especial, en la cual son parte de un cuerpo o institución que tiene memoria viva como así también valores especiales. En realidad, cualquiera que pertenezca a una organización en particular absorberá características especiales, que los diferencian del resto de los mortales. Sin embargo hay una diferencia abismante entre, por ejemplo, los boy-scouts y los militares. Y ésta es dada porque los últimos son entrenados toda su vida para enfrentar la guerra. Siendo la guerra un fenómeno tan complejo, es obvio que los militares tendrán diferencias con los civiles, pero ¿qué pasa cuando los civiles se convierten en soldados de un día para otro, cuando son lanzados a una guerra sin estar preparados?

La SGM fue el conflicto en el cual millones de civiles tuvieron que ponerse el uniforme y salir a combatir. Se hicieron soldados en el campo de batalla, no en entrenamientos. La división SS Hitlerjugend, por ejemplo, estuvo compuesta por muchachos de no más de 19 años. Estos jóvenes fueron capaces de detener a las fuerzas anglo-canadienses en Caen por casi un mes. Su valor y entrega fueron extraordinarios. Y así en ambos bandos hasta el fin de la guerra. Los civiles demostraron en el campo de batalla que su espíritu de lucha era comparable al de un militar de carrera. Sin embargo, las batallas fueron dirigidas por hombres adiestrados para el combate, por profesionales. Entenderemos entonces que si bien la guerra es un fenómeno que afecta a todos los seres humanos, el militar está algo más familiarizado con sus características. Pero la diferencia fundamental entre el militar y el civil se construye precisamente cuando no hay guerra, o bien cuando parece no haberla.

La guerra que no fue

El advenimiento de la llamada Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS manejaría los hilos del mundo por casi 50 años. Las armas nucleares evitaban un enfrentamiento directo. Las guerras serían ahora limitadas en ciertas regiones del mundo, donde ambas potencias velaban por sus intereses, apoyando a uno u otro bando.
Dick fue un observador de este momento especial y extraño de la historia en la cual existía una guerra indirecta que desangraba a terceros y en la cual se luchaba por ideales que terminaban siendo tan contradictorios como ajenos. Sin duda que la Guerra Fría, como momento social y político influyó a Dick para tratar el tema de la guerra en sus primeras narraciones. El tema nuclear, por ejemplo, tan presente en la ciencia ficción de esos años, tuvo en Foster estás muerto (1955) una desgarrante llamada de atención sobre la inutilidad del esfuerzo militar para enfrentar una amenaza apocalíptica. En este cuento ya Dick cuestionaba la guerra convertida en negocio, donde los búnkers se venden como electrodomésticos y versiones mejoradas inundan el mercado, mientras un niño abrumado por el advenimiento de un apocalipsis nuclear deambula por las calles sucumbiendo emocionalmente.

La crítica de este notable relato se entiende a la luz de lo acontecido en EE.UU. durante la década del cincuenta, donde la propaganda política minimizaba los efectos de una guerra nuclear. Pero Dick va más allá: nos previene del peligro de vivir en una sociedad en la cual la guerra es sólo una parte de un sistema económico, tan brutal como injusto. Esto se puede desprender del Hombre Variable (1953), un relato largo donde la humanidad ha pasado por varias guerras nucleares pero se ha organizado para estar constantemente preparándose para una nueva guerra (esta vez de tipo interestelar.) Es el esfuerzo social y económico por la guerra que viene, la que define la estructura de la sociedad. Dick apostaba ya por un mundo sin paz o lo que es peor, por un mundo donde la paz no existe como ideal o propósito. La crítica entonces no es la guerra en particular como fenómeno ineludible, sino a la sociedad que se organiza para una guerra que no tiene por qué necesariamente venir. ¿Es la guerra entonces una consecuencia directa de una preparación para realizarla? En el Hombre Variable, los dirigentes de esa sociedad no libran una guerra hasta el momento en que las computadoras le entregan resultados estadísticos que aseguran el triunfo, en una relación de variables que está constantemente cambiando. Vemos en ese relato una gran lucha política por decidir el momento para una guerra. Pero esta decisión es compleja. La razón es la permanente confusión a decidir si las estadísticas son objetivas o dependen de las acciones de los hombres que preparan la guerra: un verdadero círculo cerrado. Pero si lo analizamos no es muy distinto a lo que sucede hoy.

Este asunto del esfuerzo de la guerra, que podríamos analogar como “carrera armamentista” es decidor al ver que gran parte de la obra de Dick se escribió bajo ese particular estado de cosas. La Guerra Fría comenzó como una carrera entre dos bloques para ver quién podía obtener un poder militar capaz de intimidar y presionar al otro. En una importante novela llamada Tiempo desarticulado (1959), Dick alude al problema del complejo militar-industrial en Estados unidos. El término “complejo militar-industrial” fue acuñado por un discurso de Eisenhawer, y creció como una especie de teoría para explicar la necesidad de las guerra en nuestra época más actual. Esta teoría es atractiva e interesante y diría que en gran medida, certera. Sin embargo no explica aún muchas facetas de la guerra, pero alude a un problema más inquietante: la posibilidad de que las guerras sean el resultado no de causas sociales ni causas inciertas, sino de un plan hecho con anterioridad, es decir, la teoría de la conspiración, de la cual Dick también alude en varios libros. Esto explica el interés de Dick por la guerra moderna y futura: por un lado, la denuncia de un sistema que planea guerras para fines oscuros; y por otro lado, como metáfora de un mundo controlado desde el principio de los tiempos.
Hay ahí una crítica ya no a la guerra en sí misma, sino a la guerra como un instrumento. Para Dick una guerra de ese tipo sólo trae beneficios para unos pocos, en medio del sufrimiento de muchos. Y por otra parte, una guerra como instrumento avanzado de control trae consecuencias para los sobrevivientes de tal guerra. Si esta guerra es instrumento de control o si bien es efectuada por sofisticados robots que han sido programados para librar tal guerra, ¿quién garantiza que esos sistemas no continúen funcionando después?

La Post-guerra

Los relatos de Dick que se sitúan en escenarios de post-guerra tiene un común denominador: muestran cómo sistemas automáticos de defensa han despersonalizado la guerra, librándola bajo consideraciones que nada tiene que ver con, por ejemplo. Un auténtico y legítimo derecho a defensa. En El Gran C (1953). Dick nos muestra a una supercomputadora que ha sobrevivido a una guerra nuclear, guerra que por lo demás no tiene sentido al colocar como fin último la aniquilación total. En medio de ese escenario, la supercomputadora sólo lucha por su existencia, alimentándose de los sobrevivientes, quienes se mueven por la Tierra como los antiguos pueblos aborígenes. El mensaje es claro: en un mundo que crea máquinas para librar guerras sin sentido, la sociedad es finalmente aniquilada. En principio no es sólo la guerra el problema en sí: son las motivaciones y los objetivos que convierten la guerra en un ejercicio autodestructivo y sin sentido. En otro relato titulado El Cañón (1952), un grupo de humanos vuelven a la Tierra y se encuentran con toda la civilización acabada. Un cañón automático abre fuego contra lo que ve y la única forma de destruirlo es acercarse por tierra y anularlo. Los humanos lo hacen, pero al emprender vuelo unos sistemas reconstructores arman otro cañón. La moraleja parece obvia: las máquinas terminan por rebelarse contra quienes las construyeron. Pero en realidad Dick nos está diciendo que estas máquinas de guerra no se detendrán cuando termine la guerra. Vemos aquí un ejemplo de la deshumanización de los conflictos, entendiendo la deshumanización no como actos de crueldad o destrucción, sino corno el reemplazo del hombre en la conducción y control de la guerra por sistemas que luchan de forma automática, sin consideraciones morales o sociales. En otras palabras, una guerra sin objetivo y en la cual no existen motivos moralmente justificados para la lucha.

Aún así, Dick se da el tiempo de ofrecer otras variaciones: la posibilidad de que las máquinas se liberen de la programación humana y reconstruyan el mundo, tal como sucede en Los Defensores (1953). Aquí las máquinas mantienen una guerra ilusoria, mientras se dedican a limpiar y diseñar un mundo mejor. Es una visión insólita por la confianza que pone Dick en los sistemas autónomos. Pero estos sistemas están en el fondo luchando contra la propia sociedad humana que sigue estructurándose en función de una guerra que creen que aún continúa. Sean máquinas o humanos. Dick critica la conformación de una sociedad basada en dichos preceptos. Como dice Godersky: La victoria a cualquier precio en pro de la Democracia, la Libertad y la Bandera devienen aforismos carentes de sustancia cuando el precio de la victoria es la sumisión totalitaria a una burocracia militar despiadada: Phil temía que ése fuera el futuro que nos aguardara.

Podríamos decirlo de otra forma: la lucha por la Democracia y la Libertad es sospechosa cuando, nuevamente, se transforman en instrumentos de control. Pero creo que Dick iba más allá de lo que señala Godersky en cuanto a sus temores. No era sólo la posibilidad de una burocracia militar despiadada, sino la posibilidad de un sistema social y económico que libra guerras sin sentido, porque responden al interés de unos pocos, que en Dick me parecen son los intereses de los grandes conglomerados capitalistas o en otras palabras, a los intereses generados por la fuerza del dinero y la usura. Dick no fue un defensor de los sistemas de tipo marxista, sino que defendió un sistema donde la libertad económica garantizara la existencia de pequeños artesanos y empresarios en pos de la creación de productos para garantizar el bien común. Y en ese plano la existencia de una poderosa industria de defensa sólo crearía problemas y escenarios para alentar la existencia de conflictos y guerras.

La guerra del mañana

Si el esfuerzo de la guerra y la guerra misma carecían de sentido en los años en que Dick escribía sus obras, era imposible vislumbrar para el futuro un cambio sustancial a este estado de cosas. Los grandes poderes manejarían los hilos para destruir el esfuerzo del hombre en una guerra permanente sin victoria y sin derrota, sin gloria, sólo olvido. Veterano de guerra (1955) muestra el desprecio de los civiles por el soldado valiente que vive en un mundo que ya no valora a quienes dan su vida en el combate, a la posibilidad de los héroes. La guerra del mañana sería sólo una actividad de tipo empresarial, una especie de emulación falsa y vacía de las guerras pasadas, manejadas por burócratas o entes autoritarios. Esta es una visión común en otros escritores de ciencia ficción. La diferencia en Dick, es que en sus relatos, como el recién nombrado, podemos encontrar pequeños ejemplos en los cuales el autor admira, respeta y valora a los verdaderos combatientes, el verdadero sentido del combate, que no son otros que aquellos que por valentía o decisión dan su vida o parte de ella. Una anécdota fundamental de sus años en Berkeley, contada en el libro de Capanna, muestra a varios amigo de Dick denostándolo por tener un póster donde se mostraba a civiles alemanes luchando contra un tanque soviético. En otra ocasión se le ve abandonando un cine donde muestran a un japonés devorado por las llamas, mientras el público aplaude. Dick no detestaba precisamente la guerra. Lo que detestaba era la estupidez, el odio, la entropía, la maldad que emergía de los hombres cuando libraban la guerra de una forma carente de sentido y de necesidad. No podemos dejar de lado la relación entre hombres y máquinas, tan presente en toda la obra de Dick. Si relatos como El Cañón o Los Defensores muestran el papel de las máquinas en escenarios futuristas, otros cuentos exponen bajo esa ambientación la clásica pregunta dickiana sobre qué significa ser humano. La Segunda Variedad (1953), cuento que dio pie a la película Screamers, muestra cómo sofisticados sistemas de armas pueden copiar la identidad humana con el fin de derrotar la capacidad combativa de los hombres (en ese sentido, Terminator es también por esencia un fume típicamente dickiano). En La Segunda Variedad las máquinas son capaces de evolucionar y de decidir por sí mismas a sus enemigos, en este caso los humanos. Pero en este caso, y a diferencia de cualquier película, Dick comprende que si la guerra tiene su propia lógica no puede ser distinta también para las máquinas. Estas se vuelven humanas precisamente cuando al final del relato el protagonista advierte que están ya luchando entre sí. Dick reconoce en este cuento la permanencia de la guerra en este mundo, pero fundamentalmente la existencia de la guerra como una actividad humana, en la cual hombres y máquinas son sólo instrumentos. ¿Pero qué fascinaba entonces a Dick?

A mi juicio, la influencia de la guerra en el hombre y su relación indivisible con el pasado y con el futuro. Por ejemplo, desde el punto de vista estético las armas tienen un perfil futurista y su diseño está amarrado a tecnologías del mañana. Pero también subyace siempre en el inconsciente de la gente la posibilidad del estallido futuro de una guerra, como pasa con los terremotos o huracanes, pues siempre nos han acompañado. La guerra también, y no es raro que Dick eligiera escenarios o situaciones de guerra para retratar de forma más certera e ilustrativa cómo sería el futuro de nuestra sociedad. Dime qué guerra y te diré qué sociedad eres. A diferencia de otros escritores, Dick no muestra la guerra como un hecho meramente simbólico, sino que por el contrario se preocupa de mostrar con inusitado interés el diseño y funcionamiento de naves, soldados, armas, adelantándose a muchos escritores en la actualidad, cuando hablan de M-16 o Kalashnikovs. En La Calavera, Dick llama SLEM a un fusil especial, y no por simple creatividad, sino para caracterizar de forma más certera el futuro. Pero por cierto que hay también una fascinación cultural por éstos detalles, por darle a los elementos de la guerra una sustancia más reveladora y por ende más cercana. A primera vista parece contradictorio, pero a mi juicio no es más que una genuina preocupación por Dick para darle a la guerra en su totalidad un lugar de primera importancia, para observaría y entenderla a cabalidad en todo su funcionamiento y no despreciarla porque sí. Pero también una certera visión de cómo la guerra en sus detalles estéticos y de funcionamiento seria abordada por una cultura popular cada vez más amplia y adherida a todo.

El complejo militar-industrial, que hoy identificamos como la industria de defensa se ha diversificado de tal forma que no existe ciencia o tecnología que no pueda ser usada o aplicada en ese campo. Su fin es diseñar y construir sistemas de defensa para los servicios armados dependiendo de las nuevas tácticas de combate que ellos desarrollan. Si lo analizamos, es tema muy relacionado con la ciencia ficción. Hoy en día esta relación surge casi de forma natural. Los videos juegos y su relación con los sistemas de armas es el ejemplo más patente de esto último.

Sin embargo, la idea de la guerra que vendrá no es tratada por Dick como un ejercicio de especulación social o científica. También hay un interés en la idea de que una guerra siempre está por venir, de que es un fenómeno social ineludible e inquietante, que está presente en el inconsciente colectivo de las personas. En un excelente relato llamado Desayuno en el crepúsculo (1954) Dick sintetiza mucho de esto y de lo que ya hemos expuesto con anterioridad. El relato trata de una familia típica norteamericana que se prepara para enfrentar un nuevo día. Súbitamente su casa es transportada siete años en el futuro. Una patrulla militar entra violentamente en el hogar y el resultado es un diálogo tenso y dramático entre dos mundos completamente diferentes: los soldados están en plena guerra y su mundo se haya organizado de forma fría y proletariada para aguantar ataques de los soviéticos. La familia descubre que está en el futuro y el lector puede observar de forma impactante los contrates de ambas realidades. Mientras los soldados muestran los efectos terribles de la guerra, tanto en indumentaria como en su lenguaje, la familia parece una flor a punto de marchitarse. Al final la familia logra retornar al pasado, pero en sus espaldas cargan con el estigma de saber que la guerra estallará pronto.

Hasta ahí, Dick juega brillantemente con los detalles y con el desmoronamiento de la realidad. Pero no se queda ahí: cuando la familia vuelve se encuentra con los vecinos que de forma instintiva sienten que estas personas han visto algo terrible que llegará muy pronto. Es un efecto psicológico extraordinario, donde Dick nos muestra a una sociedad norteamericana temerosa aún en su poderío. Pareciera que Dick hubiese adivinado el advenimiento de la guerra de Vietnam, que destruiría toda esa paz e inocencia que se muestra en los integrantes de la familia cuando comienza el cuento.

Si la ciencia ficción de esos años era en gran parte sobre el futuro, hay que decir que Dick veía tal futuro como un escenario permanente de guerras, en todos los niveles.

La verdadera guerra

En palabras de Godersky, para Dick la única contienda aceptable era contra el mal, que reconocía como “las fuerzas de la disolución”. Este es un punto interesarle si tomamos en cuenta la visión metafísica de Dick presente de forma explícita en obras como Valis (1981) o la Invasión Divina (1981) Esta lucha no se libraría con el poder de las armas en un ambiente externo, sino en un plano interno del ser humano, en una búsqueda incesante por encontrar una verdad o un mundo que no estuviera dominado por fuerzas oscuras. Aunque no creo que Dick haya logrado desarrollar una cosmogonía coherente en función de estos preceptos, sí creo que de forma instintiva pudo llegar a un punto en el cual tuvo claro que el mundo real funciona más bien como una trampa que intenta disolver o destruir al ser humano. Vemos acá una reedición de la lucha entre el bien y el mal, que siempre estuvo en su obra. Basta recordar su cuento El Ahorcado (1953) o Estabilidad (1947). Donde el mal espera su oportunidad para penetrar en este mundo. Me parece sin embargo que en sus relatos posteriores ya Dick tenía claro que estas fuerzas de) mal se habían infiltrado en este mundo hacía muchos años.
La idea de un combate entre el bien y el mal es importante en Dick porque rescata la idea de que la lucha es necesaria e importante, por la sencilla razón de que es eterna. En ese sentido las palabras de Godersky me parecen certeras y explican en gran medida la fisonomía de la obra y de la vida de Dick en sus últimos años. Sin embargo no creo que Dick haya sido un antimilitarista, tal cual como este concepto se popularizó en la década de los sesenta. Un antimilitarista no sólo está en contra de la guerra, sino también en contra de los mismos militares, que por lo demás son seres humanos. Curiosamente, la palabra militar tiene más relación con creencias y mitos de la antigüedad: Militar viene de milicia, que a su vez viene de mile, el soldado, y corresponde a un grado de la religión esotérica de Mithra.

Pero Dick, insistimos, no cayó en posiciones rígidas como el antimilitarismo, sino que escribió y analizó el fenómeno de la guerra desde una perspectiva más profunda, como los efectos de la guerra en la alteración de las relaciones humanas y en la exigencia que hace de las personas para ir hasta las últimas consecuencias. En otros relatos podemos ver el interés de Dick en los efectos psicológicos profundos que acarrea la guerra, como en ese hermoso relato llamado El Constructor (1954), en la cual un veterano de guerra se siente incapaz de seguir relacionándose con la sociedad humana y decide construir un barco en su casa.

Una pregunta queda sin respuesta en Dick: la razón última de por qué el hombre sigue librando guerras, si éstas dejan una amarga estela de horrores y tragedias. ¿Son las guerras el producto de una sociedad cruel e imperfecta? ¿Es imposible vivir sin ellas? ¿Son los horrores que vemos por televisión la consecuencia directa de una sociedad que se ha edificado sin sentido? ¿O bien esos horrores son parte de un plan misterioso y diabólico programado desde el comienzo de los tiempos para destruir al hombre? “Puede que la guerra no te interese, pero tú le interesas a la guerra”, decía Trotsky. ¿Qué habrá querido decir? ¿Que la guerra tiene conciencia de sí misma y establece los designios del hombre? Es un tema no resuelto. Pero aún así Dick fue un escritor visionario sobre la influencia de la guerra en nuestro mundo y sorprende la cantidad de relatos y obras que se sitúan o se relacionan con este particular fenómeno. Creo que a medida que pasen los años encontraremos más aspectos de la guerra en nuestra sociedad que ya estaban descritos en el mundo dickiano. Otra razón para seguir disfrutando de sus notables obras.

por Pablo Castro Hermosilla

El último hijo de Kryptón

por Sergio Alejandro Amira

¿Quién no conoce a Superman? Bueno, deben existir una o dos personas pero podríamos asegurar que Sups es, no sólo el superhéroe más popular, sino uno de los tres personajes de ficción más conocidos en el mundo entero (los otros dos son Mickey Mouse y Sherlock Holmes, según me informan).

La primera película que vi, a la edad de 5 o 6 años, fue justamente la de Superman y fue a través de este medio y no el de los cómics que mi generación supo de la existencia de este personaje. Recuerdo que sólo tras el estreno de la segunda película de Superman comencé a leer sus cómics, ¿antes de eso no llegaban a Chile? Es muy probable.

Superman II fue mejor aún que la primera ya que incluía al General Zod y sus secuaces. Ningún superhéroe está realmente completo sin un supervillano y Lex Luthor por más brillante que fuese no calificaba en esta categoría. El superhéroe es un personaje de acción y lo suyo siempre serán las peleas cuerpo a cuerpo como fue magistralmente escenificado cuando Superman y sus enemigos destrozaban Metropolis arrojándose contra los edificios y lanzándose buses por la cabeza.

Como ya he apuntado en el texto Andrade contra los superhéroes (Calabozo del Androide #4), el superhéroe cómo lo conocemos es un invento de los norteamericanos. Pero en un nivel más profundo, no es otra cosa sino una reactualización de los mitos y los grandes héroes que han existido desde siempre. Dentro de los mitos estructurados en torno a Superman, por ejemplo tenemos el del paraíso perdido, el destierro del héroe y la supervivencia tras el cataclismo. La cámara matriz o cápsula en la que Superman viaja por el espacio hasta estrellarse en la Tierra no es otra cosa sino la frágil canasta de Moisés, siendo el abandono de un niño por otro lado, un cliché mítico que anticipa la relevancia que este ha de adquirir y que es tema reincidente en varios de los relatos sobre personajes célebres como Ciro, Dioniso, Edipo, Perseo, Rómulo y Remo, el mismo Moisés, y hasta Gokú de Dragonball Z.
Estas coincidencias no son para nada sorprendentes. En su libro The Hero With a Thousand Faces (1949), Joseph Campbell propone la existencia de un círculo compuesto por una serie de eventos que reunidos forman la base de todas las estructuras mitológicas: el patrón monomítico. Superman (y todos los superhéroes que le siguieron) se inserta dentro de este patrón y en ese sentido su existencia es mucho más profunda que la de un simple divertimento para adolescentes inmaduros.

No soy un fan de Superman y fuera de las dos primeras películas no me volvió a interesar si no hasta su “muerte” a manos de Doomsday. La saga El reino de los supermanes (distribuida por editorial Vid en Chile en 1995) me atrapó por completo pero tras el regreso del Superman real perdí todo interés y volví a invertir mi dinero en cómics de los X-Men. Pese a no ser uno de sus fans más acérrimos, respeto a Superman (“el que fue primero” como le llaman en ese notable cómic de Spawn a cargo de Dave Sim) y creo que merece que se le dediquen unas líneas en TauZero. Si ustedes comparten esta idea, les invito a que sigan leyendo.

El origen de Superman

Jerome “Jerry” Siegel, nació en Cleveland, Ohio, el 17 de octubre de 1914 y era un ávido lector de ciencia ficción, a los 17 años conoció al dibujante canadiense Joe Shuster, nacido en Toronto, el 10 de julio 10 de 1914. A principios de 1932, la recien formada dupla creativa publica una revista mimeografiada de ciencia ficciónbajo el titulo de “Science Fiction”, que contó con seis números. En la tercera entrega de su revista Siegel y Shuster plasman la historia seminal que dará origen a Superman y al género de superhéroes, esta historia se tituló Reign of the Superman y narraba las fechorías de un villano superpoderoso proveniente del espacio exterior.

Durante los años siguientes Siegel y Shuster continúan colaborando y su objetivo es lograr vender un cómic strip similar a Buck Rogers a los periódicos. Durante este tiempo el concepto original de Superman evolucionó de un genio malvado a un héroe con superpoderes. Tanto Siegel como Shuster eran ávidos lectores de los pulps de su época por lo que no es de extrañarse que mantuvieran la identidad de Superman en secreto mediante la utilización de un alter ego a la usanza de personajes pulps como the Shadow, the Spider y the Whisperer. De hecho, pese a que Siegel afirmara que el nombre de Clark Kent fue inspirado por Clark Gable, este parece haber sido tomado de dos de los más populares héroes pulp de los 1930s: Calrk Savage Jr. (Doc Savage, “el hombre de bronce”) y Kent Allard (The Shadow).

Siegel y Shuster intentaron si éxito vender su cómic a todos los periódicos hasta que Donnefeld y Liebowitz decidieron en 1938 crear un nuevo cómic book llamado Action Comics, y publicar la historia de Superman. Siegel y Shuster adaptaron las tiras al formato del cómic book y ampliaron una de las viñetas para la ya clásica portada. Supuestamente a Donnefled no le pareció buena idea poner a un tipo levantando un automóvil sobre su cabeza en una portada, pero Liebowitz lo convenció de que esto atraería la atención de los lectores. Action Comics #1 fue un enorme éxito, vendió todo su tiraje de 200,000 copias e inyectó nuevos bríos a la incipiente industria del cómic. El resto ya es historia. En 1939 Donnenfeld y Liebowitz decidieron darle a Superman su propio cómic y así se publicó en el verano de 1939 Superman #1, que se vendió aún mejor que Action Comics. El éxito de Superman provocó una avalancha de competidores intentando repetir o recrear la formula y en un par de años docenas de cómics protagonizados por “superhéroes” repletaban el mercado. La Edad de Oro de los cómics había nacido.

Cabe señalar que si bien Siegel y Shuster se basaron para el personaje de Superman primeramente en Hércules y Sansón, parecen luego haberse apropiado de elementos de la novela Gladiador (1930), de Phillip Wylie. De hecho las semejanzas entre Superman y Hugo Danner, el protagonista de la novela de Wylie, hasta hacen pensar que la joven dupla simplemente plagió el concepto.

Gladiador: el primer superhombre

Gladiator, la primera novela publicada por Phillip Wylie, es un comentario social sobre como un superhombre podrías desarrollarse y encajar (o no encajar) en un mundo de humanos normales. Hugo Danner, el superhombre en cuestión, es el resultado de los experimentos de su padre, un genio en química que, sin revelar sus verdaderas intenciones, inyecta a su fanaticamente religiosa esposa con un suero que producirá un super-niño, un hombre invulnerable.

La descripción del bebé en esta novela es muy similar al del pequeño Kal-El: Un bebé atractivo y viri, nacido con cierta cantidad de cabello negro –cabello tan oscuro que aparenta ser casi azul. Los poderes del infante quedan inmediatamente en manifiesto y a la semana de nacido ya es más fuerte que un humano adulto, por lo que sus padres deben encerrarlo en un corral con barrotes de acero. Al igual que Superman, Hugo es instruido a ocultar su enorme fuerza de los demás. A la edad de diez años, Hugo redescrubre sus reprimidos poderes y encuentra particular goce saltar por sobre un edifico y correr como una locomotora. Al consultar con su padre el origen de estas extraordinarias habilidades obtiene como respuesta lo siguiente: El suero alteó la estructura de tus huesos, músculos, sistema nervioso y sangre. Hizo que tu cuerpo fuera muy distinto a la débil fibra de la gente ordinaria… ¿Alguna vez viste una hormiga acarrear un objeto mucho más pesado que ella? ¿O un grillo saltar hasta cincuenta veces su tamaño? Los insectos tienen mejores músculos y nervios que nosotros. Yo mejoré tu cuerpo hasta hacerlo relativamente así de fuerte. ¿Puedes entender esto?

El joven Hugo contesta afirmativamente, y agrega: Soy como un hombre hecho de hierro en vez de carne. Exactamente, replica el padre de Hugo para luego explayarse en como la gente le temerá si descubren sus poderes, que tiene que ser bueno y que tiene que poner su fuerza al servicio de una causa noble, etc., etc.

A diferencia de Clark Kent, sin embargo, Hugo Danner no hace de su vida una constante lucha por “la verdad, la justicia y libertad”. En la universidad usa sus habilidades para convertirse en una estrella del football, luego trabaja como hombre fuerte en un espectáculo circense en Coney Island. Hugo luego se alista en la Legión Extranjera Francesa durante la Primera Guerra Mundial dejando un reguero de sangre a su paso. Después de la guerra Hugo se dedica al trabajo minero y no es sino hasta muchos años después, en el lecho de muerte de su padre, que promete convertirse en un “agente invisible del bien”, un “super-reportero”. Pero después de semanas luchando contra la corrupción en Washington DC, donde el lugar dejado por un político sucio es ocupado inmediatamente por dos más, Hugo se decepciona y sus planes idealísticos se ven frustrados. En un arranque de ira, Hugo le exige a Dios le envíe una señal y del cielo cae un rayo y lo mata.

El superhombre de Nietszche

La pregunta esencial con respecto a Superman parece obvia pero es de vital importancia para establecer la verdadera dimensión del personaje: ¿es Superman un superhombre en el sentido nietszcheniano? De buenas a primeras podríamos toparnos con un infranqueable “pero”. Superman es kryptoniano por lo tanto, analizarlo a la luz de un concepto ligado netamente al ser humano sería tan ridículo como preguntarse si puede darse el superhombre en otras especies animales. Lo cierto es que Superman “nació” en el planeta Tierra y fue criado por una familia humana. Superman fuera de su capacidad de cargarse de energía solar y las super habilidades derivadas de este proceso, es idéntico en apariencia física al Homo Sapiens, cosa que Larry Niven en su hilarante artículo Hombre de acero, mujer de kleenex, atribuye a una evolución paralela de la misma manera en que los marsupiales de Australia se parecen a sus contrapartes mamíferas, pero no nos engañemos, Superman definitivamente no es humano por lo que no podría postular a la categoría de superhombre en el sentido que da Nietzche. ¿Pero cual es este sentido? Hagamos un poco de historia.
Walter A. Kauffmann, en su libro Nietzsche: Philosopher, Phychologist, Antichrist, propone que el bigotudo filósofo no habría acuñado el término Übermensch (superhombre). Puede encontrarse hyperanthropos en los escritos de Luciano, en el siglo II después de J. C. (en Kataplous, 16) –y Nietzsche, en su calidad de filósofo clásico, había estudiado a Luciano e hizo frecuentes referencias a él en sus philologica–. En alemán, la palabra había sido usada por Heinrich Müller (Geistliche Er Quickunsgsstuden, 1664), por Herder, por Jean Paul y por Goethe, en un poema (Zueignung) y en Fausto (Parte I, verso 490), donde un espíritu manifiesta su desprecio por el atemorizado Fausto que lo ha conjurado y que lo llama Übermensch. Por tanto es característico que el joven Nietzche aplicara el término al Manfredo de Byron y que lo llamara un Übermensch que controla a los espíritus.

Puede que efectivamente Nietzsche no acuñara el término en cuestión pero es sin duda el responsable de hacerlo famoso ¿Pero que es lo que entiende Nietzsche por ‘superhombre’? Esta es una pregunta un tanto difícil de circunscribir y para serles franco es mucho más simple precisar lo que el superhombre no es en Nietzsche. Pues bien, primero que nada el superhombre no es el “gran hombre” en cuanto celebridad histórica (como Napoleón o Julio César), tampoco es un hombre biológica y evolutivamente superior a nosotros, no es héroe ni santo ni cualquiera de los tipos “idealistas” ya que estos tipos representan los valores que el superhombre ha derribado y superado. El superhombre no se caracteriza por ninguna creencia, ningún acto; se caracteriza únicamente por ser.
La definición de “que” es lo que es el superhombre se hace una tarea ardua porque el superhombre propiamente tal no existe (o para ser más precisos no existe aún). José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía de Bolsillo señala: El superhombre es anunciado por Zaratrusta como “el sentido de la tierra”. Ni los grandes ni los pequeños hombres que Zaratrusta ha visto son superhombres; ambos son “demasiado humanos”. Parece, pues, que el superhombre sea para Nietzsche un “ideal”. Y en alguna medida lo es, en cuanto que es “cosa del futuro”. Pero se trata de un ideal distinto de todos los ideales, porque consiste en ser “el ser más real de todos”. El superhombre es respecto al hombre lo que éste es respecto al mono; el superhombre es el otro cabo de la cuerda sobre la cual anda, como un funámbulo, el hombre. El superhombre es, pues, algo que, por decirlo así, “tira del hombre”. El superhombre es todo lo contrario de la mediocridad, de la conformidad a lo establecido, porque aspira a erigir una nueva tabla de valores.

De acuerdo a Kaufmann (op. cit) el superhombre nietzcheano es el “hombre dionisiaco” en el sentido de hombre que se ha disciplinado a sí mismo en tanto que esta disciplina es una consecuencia de la suprema libertad. La idea niestzcheana de superhombre es la idea de algo que “culmina” pero no como un final, sino como el gozne del eterno retorno.

Recientemente, en un artículo publicado en el periódico Página 12 bajo el titulo Superman y Übermensch, José Pablo Feinmann aborda la relación entre el superhombre de Nietzsche y el de Siegel y Shuster, en sus palabras …uno de los enfrentamientos político-culturales más complejos, más fascinantes del siglo XX. Feinmann hace notar como en publicaciones recientes se está optando por traducir übermensch no como “superhombre” sino como “transhombre”. Según Feinmann esto se debería a que el superhombre que se ha impuesto en la historia y hasta en la cultura de masas de la humanidad no es el de Nietzsche sino el de Siegel y Shuster, quienes adosaron a su creación todo el peso de la cultura pop, de los cómics, de los pulps del ‘30, de esa cultura “baja” que los traductores de Nietzsche escasamente toleran o, al menos, no desean mezclar con las desmesuras filosóficas del creador de Más allá del bien y del mal.

Según Feinmann “transhombre” suena mejor que “superhombre” para la “alta” cultura. Si uno, además, dice “transhombre”, tal vez su interlocutor piense en Nietzsche o –¡por lo menos!– no pensará (como necesariamente lo hace desde décadas) en la criatura de Siegel y Shuster. En lo que a mi respecta sigo prefiriendo el término superhombre ya que por lo menos no me hace pensar en un transexual cada vez que lo escucho.

En un comienzo dijimos que Superman no puede ser un superhombre en el sentido nietszcheniano debido a que no es un hombre propiamente tal aunque lo parezca, no es humano. Pero aún más importante, no puede serlo porque Superman llega a la Tierra para “hacer el bien” y cómo señala Feinmann el “bien” para el Übermensch, es “basura cristiana” (sic).

La pseudociencia de Superman

A diferencia de personajes como el Capitán Marvel (mejor conocido como Shazam) o El Espectro, Superman desde un principio estuvo fuertemente atado a la ciencia ficción de los pulps y se empleó a la ciencia, por más pueril e inexacta que fuera, para justificar sus sorprendentes poderes que originalmente no eran tan espectaculares (ni siquiera podía volar). Con el paso del tiempo, sin embargo, y a medida que los desafíos a los que se enfrentaba fueron creciendo, asimismo fueron aumentando sus superhabilidades hasta que para 1960 ya nada parecía poder derrotarlo. Esto provocó que su historia fuera reescrita a mediado de los 1980s incluyendo grandes cambios como no matar a sus padres adoptivos, eliminar su estúpida etapa de Superboy y disminuir ostensiblemente sus poderes e invulnerabilidad.

En Action Comics #1 se nos dice que Superman puede saltar un octavo de milla; brincar por sobre un edificio de veinte pisos… levantar tremendos pesos… correr más rápido que un tren expreso… ¡y ni siquiera una bala puede penetrar su piel!. ¿La explicación de sus creadores para estos asombrosos poderes? Superman proviene de una cultura biológicamente más avanzada que la nuestra, lo que por extrapolación implicaría que nosotros seriamos más fuertes que nuestros ancestros homínidos cuando hasta un orangután adulto es más fuerte que un hombre promedio. Pero es que no tenemos en cuenta que mientras a nosotros nos separan solo unos pocos miles de años del Neandertal o el Cro-Magnon, la raza de Superman nos superan en ¡millones de años!

Para la publicación de Superman #1 Siegel y Shuster se encargaron de aclarar más el asunto del origen de los superpoderes de Sups: Superman llegó a la Tierra proveniente del planeta Kryptón, cuyos habitantes han evolucionado, luego de millones de años, hasta alcanzar la perfección física. El tamaño más reducido de nuestro planeta, con una menor gravedad, permite a los tremendos músculos de Superman ¡realizar milagrosas demostraciones de fuerza!

Ambos conceptos entregados para justificar los poderes de Superman eran ciencia ficción pulpesca en estado puro y los lectores de aquella época no deben haber cuestionado estas aseveraciones. ¿Una raza millones de veces más evolucionada que la nuestra que terminó viéndose igual a nosotros? ¿Perfección física en una anatomía idéntica externamente a la nuestra? ¿Un planeta más grande y con mayor gravedad? ¡Andaaaá!

Por supuesto que cuando aplicamos un pensamiento científico a un personaje de cómic como Superman prácticamente todo lo que este hace parece imposible por no decir ridículo. Levantar un automóvil por sobre su cabeza puede parecer plausible para el lector poco informado que no se preguntará, como menciona Carlos Andrade Gubbins, como es que el suelo bajo los pies de Sups no se resquebraja, o como es que el vehículo no se despedaza cuando Superman lo sacude para arrojar fuera a los criminales. De cualquier forma y aunque parezca un ejercicio inútil, no deja de ser entretenido buscar justificaciones científicas para lo injustificable. Tomemos el caso de la gravedad superior. ¿De que tamaño era exactamente Kryptón? Esto revelado en Action Comics #14: Superman proviene de un planeta extinto, el planeta Kryptón. El tamaño similar a Júpiter de Kryptón y su sol rojo mantenían a la raza kriptoniana débil, mientras que en la Tierra el último hijo de Kryptón ¡es el más poderoso de todos!

El hecho que Superman pueda sobrevivir en la Tierra demuestra que Kryptón era muy parecido a nuestro planeta, con un clima y atmósfera similares y probablemente compuesto en su mayoría de roca y agua, con un núcleo de metal fundido. De esto podemos deducir entonces que Kryptón debía ser un planeta muy pesado si tomamos en cuenta su jovianas proporciones. Como todos sabemos Júpiter está compuesto casi totalmente de gas, con sólo un pequeño núcleo de roca en su centro. Por lo tanto, pese a que Júpiter es 1321 veces más grande que la Tierra, sólo pesa 318 veces más. Kryptón en cambio, que en vez de gas estaría compuesto de agua y rocas, pesaría 1321 veces más que la Tierra. La gravedad de nuestro planeta es de 9.8 metros/seg2, pues bien, de acuerdo a los cálculos proporcionados por nuestro estimado amigo Julio Oliva (ver anexo), la gravedad en Kriptón sería 111 veces más fuerte que en la Tierra y como indica Guy Consolmagno, un planeta con incluso 50 veces la gravedad de la Tierra es esencialmente imposible de construir, dadas las condiciones físicas de la materia sólida como la entendemos.

No sólo las leyes de la física impiden la existencia de Kryptón, sino a eventuales organismos vivos que lo habiten. Superman debería poseer huesos y músculos mil veces más fuertes que los nuestros para sobrevivir en su planeta natal y no existe material alguno capaz de crear estructuras óseas o musculares o incluso órganos internos necesarios para soportar la vida en esas condiciones tal y como la conocemos. Lo que es más, en un planeta como Kryptón para que un cohete como el de Superman pudiera despegar, tendría que hacerlo a tal velocidad que ninguna reacción química (que es con lo que funcionan los cohetes) podría producir semejante energía.

¿Dónde exactamente estaba Kryptón? Pues no precisamente a la vuelta de la esquina como pareciera sino a ¡tres millones de años luz de la Tierra! (según Superman #12). Esta distancia es realmente gigantesca tomando en consideración que nuestra galaxia tiene tan sólo 100.000 años luz de diámetro, Sups por lo tanto no es sólo extraterrestre, ¡sino extragaláctico! Cómo fue que su padre se las arregló para localizar nuestro planeta es todo un misterio, ¡bah! Verdad que fue a través de un telecopio, pero si Kryptón está a tres millones de años luz Jor-El tendría que haber contemplado la Tierra de hace tres millones de años atrás y no ver una instantánea de fines de los años 1930s (sobre este punto recomiendo leer Las Cosmicómicas de Italo Calvino).

En 1960 la explicación de los poderes de Superman se modificó para incluir además su habilidad de cargarse de energía solar proveniente de un sol amarillo en vez de uno rojo como era el astro en torno al cual giraba su planeta. Pero la luz es luz y la proveniente de un sol rojo sólo poseería una menor incidencia de frecuencias altas y algo más de luz infrarroja y eso sería todo, no existen características tan grandes como para diferenciar la una de la otra, menos aún para justificar la existencia de superpoderes.

Actualizando el mito

Para mediados de los 1980s el “Hombre de acero” ya estaba algo oxidado tras casi 50 años de aventuras. Las ventas de sus títulos habían bajado drásticamente y los mandamases de DC consideraron urgente el revitalizar a su personaje insigne sometiéndolo a una “cirugía cosmética” que lo librara de todo lo que se había vuelto intolerablemente absurdo para los nuevos lectores de cómics (bueno, prácticamente todo menos el asunto de las gafas, claro). Dicha tarea quedó en manos de John Byrne, reputado guionista y dibujante de títulos como The Uncanny X-Men y The Fantastic Four, muy del gusto tanto de críticos como de los fans.
Byrne comenzó por confeccionar una lista de las cosas que deseaba cambiar del personaje la cual denominó “demandas razonables” y el equipo de ejecutivos a cargo de las nuevas ideas para mejorar a Superman estuvo de acuerdo con gran parte de ellas. Estos son algunos de los cambios más significativos:
Los padres de Superman están vivos. En la versión antigua ambos habían muerto siendo Clark aún un adolescente; Byrne decidió que Sups necesitaba del apoyo de una familia para lidiar con su naturaleza “superheroica”.

Clark Kent no sería más un reportero “amanerado”; tendría una personalidad más asertiva, acudiría a un gimnasio para explicar su contextura atlética e incluso usaría una cola de caballo durante un tiempo (algo muy de moda a principios de los 1990’s, ¡hasta yo usé una!).

Lois Lane sería mucho más autónoma, una mujer “de carrera” menos interesada en descubrir la identidad secreta de Sups y capaz de cuidarse así misma.
El villano Lex Luthor fue transformado del científico loco que dominó gran parte de la cf temprana en un despiadado hombre de negocios que bajo al apariencia de un hombre respetable contrataba a otros para hacer su trabajo sucio.

La ridícula etapa de Superboy fue borrada y Byrne estableció que Clark Kent viste su característico traje por primera vez siendo ya un “adulto joven” de 25 años. Byrne además deja en claro que Superman “nació” en la Tierra ya que su padre, Jor-El no había enviado un bebé en la cápsula sino sólo el material genético.

Byrne, además, eliminó las variadas formas de krytonita, los alter-egos superheroicos de Jimmy Olsen, Krypto el Superperro, la Fortaleza de la Soledad, y a varios personajes secundarios molestos (aunque estos elementos serían utilizados eventualmente de una u otra forma).

Con todos estos cambios incluidos debutó la mini-serie de 6 tomos titulada The Man of Steel (primer nº, junio 1986) llamada a convertirse en un hito en la historia del cómic de superhéroes. Nada, sin embargo, llamó tanto la atención del público no especializado como la “muerte” de Superman, uno de los pocos sucesos acontecidos en las páginas de un cómic que ha logrado convertirse en una noticia de escala global.

Tras el remozamiento efectuado por Byrne, Superman llegó a protagonizar cuatro títulos diferentes a principios de los 1990s: Superman, The Adventures of Superman, Action Comics y Superman: The Man of Steel (un quinto titulo, Superman: The Man of Tomorrow, sería agregado en 1995). Los cuatro títulos estaban interconectados lo que significaba que los seguidores de Superman debían comprarlos todos si es que querían seguir las historias. Pero DC decidió no dormirse en los laureles y por fin se decidieron a matar al redivivo Superhéroe, tarea que quedaría relegada a un misterioso nuevo villano bautizado “Doomsday”, una criatura incapaz de razonamiento que tras sembrar la destrucción a través de los Estados Unidos, además de derrotar a toda la Liga de la Justicia, llega a Metropolis donde finalmente es confrontado por Superman. Ambos combaten a muerte y terminan como es lógico, bien muertos.

Este desenlace no nos sorprendió mucho a los aficionados al cómic, largamente acostumbrados a la muerte y resurrección de nuestros personajes favoritos, pero la gente menos familiarizada con el Noveno Arte pensó que la cosa iba en serio y periódicos, revistas y noticieros de TV informaron al público sobre la muerte de Superman como si se tratara de una persona real. Con tanta difusión Superman #75 se convirtió en uno de los cómics más vendidos del siglo XX. La ausencia del personaje principal no significó por supuesto que dejaran de publicarse los títulos que protagonizaba y durante los meses subsiguientes, que nos mostraban a los familiares y amigos de Superman lamentando la perdida, se descubre que el cuerpo del héroe ha desparecido del mausoleo que lo cobijaba. Acrecentando aún más el misterio cuatro nuevos personajes hacen su aparición en Metropolis aduciendo ser la nueva encarnación de Superman: un adolescente con los poderes de Sups; un Afro-Americano provisto de una armadura tipo Iron-Man; un sujeto idéntico a Superman pero carente de sus escrúpulos y un cyborg. Se dio inicio de esta forma a la más interesante de las sagas de Superman a mi juicio, el ya mencionado Reino de los supermanes que retomaba el título de la primera historia escrita por Siegel y Shuster cuando el concepto de su famoso personaje aún no maduraba del todo.

Como ya he dicho abandoné los títulos de Sups luego de esta saga y desde entonces le he perdido la pista. En lo que a los cómics se refiere, he sabido que finalmente se casó con Lois, que le cambiaron el traje y sus tradicionales poderes por ciertas habilidades electromagnéticas, que lo dividieron en dos (un Superman azul y otro rojo) y que lo han sometido a todas las variantes posibles los Elseworlds (un título que juega con las ucronías). Mención aparte merece Kingdome Come (1996) de Mark Waid y Alex Ross, una lectura altamente recomendable sobretodo para aquellos que no lean regularmente cómics, Rodrigo Mundaca Contreras puede dar fe de ello.

En cuanto a la presencia de Superman en otros medios pude enterarme de la existencia de un par de series basadas en él pero a juzgar por lo poco que vi estaban orientadas más bien a un público “femenino” por decirlo de alguna forma. También haciendo zapping últimamente me he encontrado con la serie Smallville que al parecer explota todo ese rollo del adolescente que descubre sus poderes, no la he visto más de 5 segundos. La verdad es que el Superman de esas series de televisión no es el verdadero Sups y el único lugar donde he podido contemplar una versión más o menos fiel ha sido en la Liga de la Justicia del Cartoon Network.

En lo relativo a una nueva versión fílmica no nos queda más que esperar. De cualquier forma será un gran desafío para el actor que decida vestir el traje de Superman igualar la interpretación de Christopher Reeves, recientemente condecorado por nuestro gobierno por el apoyo que brindó a los actores chilenos amenazados de muerte durante los años 1980s.

Anexo

Cálculo de aceleración de gravedad disponible en la versión pdf de TauZero #6.

El Código Da Vinci: A la caza del Santo Grial

Por A. César Osses Cobián

Esta novela había estado en las estanterías cuanta librería he recorrido en este último tiempo, hasta que decidí comprarla. Todo ello gracias a los curas católicos conservadores. Fue tanto el polvo que levantaron los señores de las sotanas negras (no tanto como el que se levantó al saber el gusto de estos bueyes viejos por el pasto tierno), criticando sin haber leído, alzando sus rosarios y cruces al viento para impedir que leyéramos, que me dije: El escritor tiene que haberles puesto el dedo en la llaga. Y con sal.

Para ser honesto, el libro no me había llamado la atención, al extremo de ni siquiera levantarlo para leer las solapas. El título del libro no me decía mucho, así como tampoco el nombre del autor: Dan Brown, hijo de un matemático y una cantante de música sacra, un perfecto desconocido para quien, como yo, no es muy amigo de los best sellers. Algunos he leído, pero prefiero leer textos más demandantes: algún clásico, algo de Chomsky, algo de ciencia ficción dura (Greg Bear) y reciente/tardíamente he descubierto a Sagan transmitiendo en frecuencias que hace ya un tiempo escucho.

El Libro

La portada no dice mucho: unas puertas cerradas sobre un fondo rojo con facsímiles en bermellón de la escritura invertida de Leonardo Da Vinci y, bajo ellas, la intrigante mirada de la Giocconda. Nada. La versión en inglés contiene un secreto oculto en la tapa, en forma de unas coordenadas, las que puestas en un buscador (en Internet), entregarán una pista para la siguiente novela de Brown, que se cree verá la luz en 2005. No me he fijado si la edición de Umbriel (la que se vende en Chile) tiene esta misteriosa clave oculta en su portada.
El día en que compré el libro leí finalmente las solapas, en las cuales pude informarme que Dan Brown ya ha escrito (con éste) cuatro best sellers, todos ellos basados en investigación para representar hechos y lugares con acuciosidad. En mi opinión, investigación para poder relatar acertadamente la forma en que los curadores de los museos marcan las obras que van a ser restauradas, o la ubicación de las calles en París o Londres, de forma que si un curador o un parisino/londinense leen el libro no hallen divergencias con la realidad. Pese a lo anterior, Dan Brown escribe best sellers, al fin y al cabo.
La novela es un buen thriller. Entiéndase que thriller es sinónimo de acción y suspenso, no actividad intelectual. Brown trata el misterio mediante el recurso de ocultar/retener información al lector, aunque no es necesario un CI muy elevado para adelantarse un poco a los acontecimientos.

No es Dan Brown un Arthur Conan Doyle moderno, ni tampoco un Hitchcock en términos del suspenso de su historia, o un Neruda, en el lirismo de su pluma. El final puede ser dual: imaginado/inesperado. No es un mal final, aunque podría ser mejor; si consideramos que la próxima novela de Brown partirá donde termina El Código Da Vinci, el final tiene otro aspecto dual: final/principio.
El Código Da Vinci es pródigo en persecuciones, y bastará decir que los personajes principales son una criptóloga y un simbólogo, para entender que hay códigos, y muchos. A lo largo de la historia se tienen que ir resolviendo, entregando un acertijo que contiene en sí mismo la pista para su respuesta. Invariablemente.

Casi todos los acertijos son duales: acertijo/respuesta. Las respuestas en sí mismas son duales: respuesta/pregunta. Este es un aspecto de la novela que Dan Brown explota muy bien: la dualidad de las cosas. No es que los símbolos/claves/pistas sean ambívocos: por lo general su significado es uno solo, pero el símbolo/pista/clave es a la vez otra cosa, así como algunos de los personajes también son duales.

Sin embargo, y aquí empezaré a referirme al fondo, las pistas para resolver los acertijos/códigos/claves son milenarias, centenarias, y están en las obras de Da Vinci (La Virgen de las Rocas, la que está expuesta en el Museo del Louvre, y no la Galería Nacional de Londres, o La Última Cena, por ejemplo), de Newton, Disney (sí, sale mencionado), Botticelli y Víctor Hugo, entre otros.

La Historia

La trama del libro gira sobre la existencia del Priorato de Sión, organización que tuvo como tropas de choque a los Caballeros Templarios, y cuya misión es proteger un secreto que los hace muy poderosos; secreto que la iglesia católica quiere para sí, para proteger la integridad de una fe que hace agua por todos lados.

Esta organización secreta europea, fundada en 1099, ha sido presidida en tiempos
antiguos por los notables que he mencionado anteriormente, amén de otras figuras no tan notables pero por ello no menos importantes. Sus nombres fueron conocidos cuando, en 1975, la Bibliothèque Nationale de París descubrió los documentos llamados Les Dossiers Secrets.

El secreto del Priorato es la identidad del Santo Grial, que no es un cáliz (aquel en que se supone Jesús bebió vino durante la última cena) sino una persona: María Magdalena. Y aquí es donde las sotanas se agitaron, los curas alzaron sus breviarios, y no me cabe duda que algunos incluso se convulsionaron en un éxtasis paranoide, temiendo una conspiración (ya que está de moda) del ateísmo y laicismo internacionales para desprestigiar a la iglesia católica. Nótese que la escribo con minúsculas.

María Magdalena fue la esposa de Jesús, y con Jesús tuvo hijos e hijas. María no era prostituta, sino que la iglesia católica desprestigió de esta forma la imagen femenina, desterrando de esta forma a la mujer en la nueva (en ese entonces) religión, hasta los días de hoy. Esta religión, creada por un emperador romano, amalgamando ritos y creencias de religiones mucho más antiguas y de distinta procedencia, fue diseñada a medida para unificar un imperio que se caía a pedazos.

Paréntesis

Tengo que hacer una pequeña disgresión, y referirme al satanismo. Todos conocen la iconografía del satanismo: pentáculos, altares de piedra, personas en túnicas negras, antorchas, ritos circulares. Todos se imaginan que el diablo tiene pezuñas, y cachos, y barba, y porta un tridente. Todo esto es, para resumir en una sola palabra todos estos conceptos, pagano.

¿Qué es pagano? Pagano viene de la palabra latina pagan, que significa campesino; éstos tenían sus rituales, todos centrados en la divinidad de lo femenino, en la fertilidad de la tierra, y sus símbolos son los que la iglesia desprestigió asociándolos a la máxima expresión de maldad: Satanás, también llamado Baphomet (nombre original del dios pagano de la fertilidad). El tridente pertenece a Neptuno/Poseidón, por si acaso: no es inventado.

Así, desprestigiando la imagen de la religión que adoraba a la mujer como divinidad procreadora de vida, desprestigiando a la mujer de Jesús, la religión católica se formó en base a la premisa de que Jesús era un ser divino; la existencia de María Magdalena, casada con Jesús, y madre de sus hijos echaría por suelos la teoría del Jesús hijo de un dios, y daría pie a la más racional idea de un Jesús muy especial, pero humano al fin y al cabo, y no divino.

Reflexiones

No sé cuánto del libro es realidad y cuánto fantasía: los mismos sacerdotes (y sus respectivas alimañas) que denostan esta novela ni siquiera la han leído antes de decidir que sus corderos no deben leerla, antes de vetarla porque pareciera que el contenido no les gustará (o podría descorrerles el velo). La verdad es que esta novela no provocará que un creyente convencido o un fanático deje de lado sus creencias ni que un agnóstico sea más ateo; simplemente entrega una visión de Jesús, distinta a la monopolizada por el Vaticano. Y la tomas o la dejas.

El gran elogio que puede hacérsele a este libro, al margen de las obvias críticas, es que expone en forma amena y cautivante la existencia del Priorato y la historia de los Caballeros Templarios, la existencia de una imagen de Jesús alternativa a la que venden los curas, se da vueltas por los terrenos de la simbología en las obras de Da Vinci, la verdad de las Cruzadas (tal vez) y los diversos mitos que rodean al Santo Grial y su búsqueda. Es decir, expone un conocimiento existente y soterrado en forma accesible al pueblo.

En esencia, la historia que relata Dan Brown resulta ser una moderna búsqueda del Santo Grial, que empieza en París, se extiende a Londres y regresa a París. Insisto, no sé cuánto de lo contado es realidad, y cuánto es ficción; da la impresión de estar bastante documentado, pero para creerle completamente, falta algo muy importante: las referencias. Así que se me ocurrió visitar el sitio web de Dan Brown (www.danbrown.com). Los resultados los presento al final. De hecho, las pinturas, ubicaciones, los documentos históricos y las organizaciones descritas en la novela existen realmente.

Es interesante la dualidad del libro, como vehículo de entretención/difusión, libro/puerta. Puerta para que quienes se sientan interesados por lo que los personajes del libro relatan, puedan adentrarse por su cuenta a profundizar en textos que investigan a los Templarios, o que profundizan en la simbología presente en las distintas obras artísticas contemporáneas o pasadas. Incluso puedan llegar a encontrar textos acerca del contenido de los pergaminos del Mar Muerto, que también son mencionados, aunque de pasada, en El Código Da Vinci.
A pesar de (o tal vez debido a) las quejas de tanto religioso de sotana y capello, El Código Da Vinci se está volviendo un éxito de ventas. No hay que olvidar que es un producto de la imaginación del autor, y que como tal puede tener imprecisiones o errores; sin embargo es un texto que cautiva desde las primeras páginas, y se lee como una adicción. Léanlo, que nadie va a excomulgarlos por ello.

Bibliografía parcial de El Código Da Vinci

* The History of the Knights Templars, Charles G. Addison
* Rosslyn: Guardians of the Secret of the Holy Grail, Tim Wallace – Murphy
* The Woman With The Alabaster Jar: Mary Magdalene and the Holy Grail, Margaret Starbird
* The Templar Revelation: Secret Guardians of the True Identity of Christ, Lynn Picknett & Clive Prince
* The Goddess in the Gospels: Reclaiming the Sacred Feminine, Margaret Starbird
Holy Blood, Holy Grail, Michael Baigent, Richard Leigh & Henry Lincoln
* The Search for the Holy Grail and the Precious Blood, Deike Begg
* The Messianic Legacy, Michael Baigent
* The Knights Templar and their Myth, Peter Partner
* The Dead Sea Bible. The Oldest Known Bible, Martin G. Abegg
* The Dead Sea Deception, Michael Baigent, Richard Leigh & Henry Lincoln
* The Nag Hammadi Library in English, James M. Robinson
* Jesus and the Lost Goddess: The Secret Teachings of the Original Christians, Timothy Freke & Peter Gandy
* When God was a Woman, Merlin Stone
* The Chalice and the Blade. Our History, our Future, Riane Eisler
* Born in Blood, John J. Robinson
* The Malleus Maleficarum, Heinrich Kramer & James Sprenger
* The Notebooks of Leonardo da Vinci, Leonardo da Vinci
* Prophecies, Leonardo da Vinci
* Leonardo da Vinci: Scientist, Inventor, Artist, Otto Letze
* Leonardo: The Artist and the Man, Serge Bramly & Sian Reynolds
* Their Kingdom Come: Inside the secret world of Opus Dei, Robert A. Hutchison
* Beyond the Threshold: A Life in Opus Dei, Maria Del Carmen Tapia
* The Pope’s Armada: Unlocking the Secrets of Mysterious and Powerful New Sects in the Church, Gordon Urguhart
* Opus Dei: An Investigation into the Secret Society Struggling for Power Within the Roman Catholic Church, Michael Walsh
* I. M. Pei: A Profile in American Architecture, Carter Wiseman
* Conversations With I. M. Pei: Light Is the Key, Gero Von Boehm

Editorial Tauzero #6

Por Rodrigo Mundaca

Y cumplimos un año de vida. Un año. Se comenzó como el caballo inglés, rápido y potente, pero al cabo de poco tiempo, los problemas aparecieron y el proyecto entró en fuga criogénica (para quienes no han leído Hyperion, algo así como animación suspendida). Los detalles del problema fueron comentados en la editorial #3 correspondiente a diciembre de 2003. En aquel número, hicieron su aparición las dos personas con quienes se formó el grupo de trabajo conocido como “El Núcleo”, el comité editorial.

Normalmente, no se esperaría que las personas que forman este comité editorial tuvieran mucha afinidad entre sí, y de hecho no la tenemos. ¿Qué cosa en común pueden tener un cientista político, un artista visual y un ingeniero electrónico? bien, pues aparte del gusto común por la literatura de ciencia ficción, absolutamente nada.exxPero lejos que nuestra natural inclinación a diverger en todo sea un obstáculo, aquello se ha convertido en una fortaleza. ¿Y cómo es eso? de la siguiente forma: si el comité editorial posee valores y creencias distintas, aquello necesariamente debe reflejarse en nuestra criatura, TauZero.

El resultado es que TauZero es una vitrina para que cualquier tipo de persona interesada en colaborar, pueda hacerlo. No importan sus creencias o no creencias religiosas ni sus preferencias privadas (bueno, en rigor si nos importan, pero hacemos la vista gorda aquí, jejeje). Lo único que nos importa es la historia que se quiere contar, el mensaje que se desea transmitir, el conocimiento que se desea enseñar y la opinión que se desea compartir.

Esta edición de TauZero es particularmente un reflejo de nuestras naturales diferencias. Vamos viendo:

Ronald Mennickent Cid, astrónomo, cristiando devoto y profesor-tutor del trabajo final de universidad de quien redacta estas líneas, ha escrito, a petición mía, un ensayo en donde nos habla sobre ciencia y religión. Un tema siempre escabroso, siempre conflictivo. Yo mismo tengo mis reservas en el tema y por eso mismo pensé que un científico hablando sobre religión y de como esta sí puede ser compatible con la ciencia sería muy valioso para quien se interesa en estos temas. Y aquí lo tienen…

A. César Osses, amigo personal y colega en la universidad, es en lo que a creencias religiosas se refiere, el exacto opuesto de Ronald. Hace tiempo que le había pedido que escribiera para TauZero, pero no se había dado el tiempo para escribir algún relato. Pero sucedió que cayó a sus manos el texto que por estos días venden en todos lados, y dado el tema que se trata, decidió escribir una reseña sobre él. El libro en cuestión es el Código Da Vinci, de Dan Brown.

Los relatos de ficción son tres en esta oportunidad, debido a la longitud de dos de ellos. Hay uno, muy breve, que mezcla habilidosamente la religión y la ciencia ficción. Se titula He visto un Ángel, y su lenguaje pródigo en adjetivos y descripciones, me resulta muy bello. Por otro lado La Caja de Santiago Eximeno, es un relato que pese a su longitud, logró horrizarme. No mucho, pero lo logró. Por último, No es Oro, de José Carlos Canalda es un cuento con una clara ironía ecológica. Alvin Toffler en su libro El shock del futuro señala que la ciencia ficción es un tipo de literatura sin restricción en donde todos los puntos de vista son explorados. En el relato, se presenta a nuestro planeta desde una curiosa perspectiva que más de alguna reflexión logra extraerle a uno.

Tiempo atrás, Pablo, un gran admirador de Philip K. Dick, escribió un ensayo para el fanzine Fobos. Aquel ensayo apareció en el #18 (junio de 2003) y se tituló Philip K. y la guerra. Debido al valor de aquel trabajo, se ha creído que es una buena idea el divulgarlo también en TauZero.

Por otro lado, el buen Sergio, alguna vez me comentó que estaba preparando un ensayo sobre mi superhéroe favorito: Superman. En algún momento me envió un borrador para que evaluara los cálculos sobre la gravedad kryptoniana y la terrestre. Los resultados distaron mucho de dejarme conforme y así se lo hice saber. Pero el buen Sergio, desconfiado por naturaleza, no aceptó mis razones y exigió una opinión experta. Suspiré y decidí buscar la opinión autorizada que me solicitaba. Buscando y buscando, finalmente logré convencer a mi amigo Julio para que hiciera los cálculos necesarios… cuando se los enseñe a Sergio, parece que tampoco estuvo conforme… desafortunadamente para él, los resultados matemáticos son irrebatibles… De todas formas, para tener la última palabra en la discusión, me exigió que en la editorial me explayara sobre la razón de mi gusto por este superhéroe que usa la ropa interior encima de sus ridículamente ajustados pantalones.

Superman es un ser con características únicas en nuestro mundo. Criado por gente sencilla, este extraterrestre adquirió una moralidad casi idealizada. Estos valores únicos, unidos a sus extraordinarias habilidades, las utiliza para ayudar a los humanos, defendiéndolos de super-villanos y diversas catástrofes que, de otro modo, producirían un gran perjuicio en la civilización. El ser un estorbo para los inmorales planes de los chicos malos le ha obligado a utilizar un alter ego de actitud diametralmente opuesta a la del héroe, con el objeto de poder llevar una vida normal, hasta donde ello sea posible…

Y bueno, la verdad es que personalmente me identifico con este personaje. Por supuesto que no ando por ahí vistiendo mallas ni capa ni me lanzo desde los techos de las casas; pero de alguna manera me siento con la obligación de ayudar a los humanos. De forma similar al amigo kryptoniano, normalmente soy de carácter apacible, inocente e incluso hasta tengo cara de tonto, según algun@s. La verdad es que aquello no me afecta en lo más mínimo, pues prefiero que se me vea así, en vez de un ser arrogante y desagradable, por ejemplo. Aquella actitud, sin embargo, tiende a acabarse en cuanto siento que se intenta vulnerar mi dignidad o la de alguna persona que goza de mis simpatías: en aquel momento rasgo mis vestiduras, dejando al descubierto una gran “S” en el pecho, la aparente cara de tonto se desaparece, un risito me cae en la frente, y todo el poder dormido en el interior emerge para castigar y poner en su justo lugar al insolente. De todas formas, aquello no ocurre con mucha frecuencia, pues la mayor parte del tiempo y con la mayor parte de los villanos no vale la pena utilizar mis poderes… A diferencia del kryptoniano, yo no soy completamente invulnerable, pero al menos lo soy de actitud jejeje. Mi punto débil, mi kryptonita, es la sangre. Soy hemofóbico y la sola vista de la sangre muchas veces me marea y, algunas veces, me induce al desmayo. Podría continuar señalando paralelos, como por ejemplo el equivalente de Lois Lane, pero la verdad es que no quiero hacer de esta editorial un libro, de modo que finalizo aquí.

Hasta la próxima!

Rodrigo Mundaca Contreras