El Reino

Tras la muerte de Augusto Pinochet, el Reino de Chile se volvió una nación silenciosa. No faltaron las crisis de carácter socioeconómico, pero el clima se caracterizó por su carencia de manifestaciones sociales, acrecentando la sensación de un panorama complejo que llegaría tarde o temprano.

Cuatro meses después, de la muerte de Pinochet, un guardia de seguridad del Cementerio Nacional, apareció en una entrevista televisada asegurando que la tumba del ex General Supremo se encontraba vacía. Al principio, nadie tomó mucho en cuenta las declaraciones del sujeto, pero más tarde un comunicado oficial de los representantes del nuevo orden, confirmaría tal declaración: el cuerpo del ex General Supremo habría sido hurtado.

La crisis explotaría en toda la nación.

Las diversas teorías, que entrecruzaban complot y religiosidad, sólo se aclararían unas semanas más tarde con la aparición de cuatro seres que asegurarían ser el ex Gerneral Supremo retornado a la vida.

El primero de ellos respondía al nombre de Militar de Acero, un soldado en una armadura de metal tan sofisticada que le permitía realizar grandes hazañas con tal de reestructurar el orden de la nación. Si bien, este personaje nunca aseveró ser la reencarnación del ex General Supremo, no faltaron quienes observaron en él las mismas características del sujeto en cuestión: gallardía, violencia, megalomanía.

Luego vendría El Fantasma, una suerte de ánima en pena, con una fisonomía bastante cercana a la de Pinochet, pero con características sobrenaturales que ocasionaría gran caos en la nación.

Algo similar provocaría Clon –como se le llamó−. Precisamente se trataba de un clon del ex General Supremo, que se habría creado de forma ilegal en su paso por Inglaterra en 1998. Clon trabajaría para el gobierno, y sería el encargado de eliminar cualquier teoría de reencarnación de Pinochet, sin embargo este experimento genético tenía una gran falla: carecía de moral, sin saber en realidad si este «defecto» era, en realidad, una arista más de su DNA original.

Pero sin duda, el más devastador de todos ellos resultó ser General Cyborg, de procedencia desconocida, aseguraba que habría sido creado a partir de la cruza del cuerpo sin vida del ex General Supremo con un virus procedente de internet. Éste fue el culpable de la conocida “Caída de Santiago del Nuevo Extremo” en el año 2008.

Extraído de: “Historia del Nuevo Reino de Chile for Dummies”, págs. 65. Ed. Zig-zag. 2065.

Nacimiento, capítulo II

-¡Conchetumadre, estoy muerto!- Fué lo primero que dije al despertar, la cabeza duele demasiado, el cuerpo apenas responde. Cuando logré enfocar algo quise estar realmente muerto. No había nada, no vi a nadie. Los pensamientos se confunden, apenas recuerdo mi nombre…Raúl, me llamo Raúl. –GRITO-. No hay respuesta, definitivamente no queda nadie acá. Las cenizas se cuelan por mis calcetines. El cielo está gris. -¿Cómo sobreviví?.- Recuerdo el gran árbol, la crisálida, su voz, el grito,
-arrepientanse- dijo, (creo que me arrepentí) luego una gran explosión… y silencio, un silencio terrible.
Valparaíso ya no existe. Caminaré hacia Santiago, tal vez allá quede algo…lo dudo…
Una mariposa de látex se posa sobre mi hombro.

Capítulo I

Proyecto Vril: El misterio Lammerding (1)

Kurt Lammerding llegó a Chile en octubre de 1946. Como tantos refugiados alemanes, huía de una Europa en ruinas, y de la caza antinazi de los aliados. Gracias a la ayuda de la red ODESSA, Lammerding pudo cambiar su identidad, y dejar atrás su pasado de antiguo arquitecto de la organización Todt, colaborador de Speer y con un grado honorífico de Obersturmbannführer de la SS.

Lammerding encontró trabajo sin dificultad en Santiago, empleándose como asistente en una empresa constructora. Durante diez años trabajó apenas escalando posiciones, construyendo un personaje de difícil recuerdo, un empleado gris sin rasgos sobresalientes.

En 1959 Lammerding renuncia a su trabajo y se postula para una vacante en el ministerio de obras públicas. El currículo que presenta, en gran parte falso pero a prueba de verificaciones, le permite ocupar un puesto de arquitecto en las obras que se preparan para el mundial de fútbol de 1962. Presenta el plano de un estadio para 350.000 personas, parcialmente techado. La agresividad y monumentalismo de sus ideas le consiguen una entrevista con el presidente Alessandri, quien lo nombra presidente de la comisión encargada de las instalaciones deportivas para el mundial.

La actividad de Lammerding en este período es febril: demuele el estadio Nacional, y gran parte de las manzanas que lo rodean. Ordena excavar enormes cimientos para la construcción del megaestadio. Según colaboradores más cercanos, realiza numerosos viajes al sur del país, de los cuales regresa a veces acompañado de indígenas o campesinos, a los que lleva a inspeccionar la obra.

En 1961, un obrero descubre en la obra los restos de diez cuerpos sin identificación. Los peritajes correspondientes indican que son mapuches, todos de sexo femenino. Los cuerpos no presentan huellas de violencia y están cuidadosamente dispuestos en un círculo, en una cámara excavada a 150 metros bajo el arco norte del antiguo estadio. Las investigaciones son trabadas por la burocracia estatal, y tras un tiempo, el caso insólitamente es sobreseído. Toda alusión a lo sucedido es borrada o deformada de diarios y archivos de radio, lo que es denunciado por sociólogos de la universidad de Concepción como el “Primer intento exitoso de alteración de la realidad”.

Imagen: Lammerding (al fondo, fumando) como parte del equipo de Speer en su visita a Mauthausen, 1944.

Undead Again

vampire.jpgKen MacLeod, premiado escritor de ciencia ficción escocés, también fue partícipe de la sección Futures de la revista Nature. El relato publicado a continuación vio la luz en el número 784 del volumen 433 del mencionado bisemanario científico (15 de febrero de 2005).


Sin más preámbulos:


Undead Again
Ken MacLeod
Traducción: Guayec Perdomo

Es el 2045 y aún soy un vampiro. Maldición.

El chico de Alcor UK me aburre con su monótona charla de orientación. Una nueva era de ilustración, una nueva revolución industrial, muchos cambios, toma algún tiempo ajustarse, bla bla bla. Escucho sólo a medias, demasiado ocupada moviendo el pie de un lado a otro para evitar el rayo de luz solar que se arrastra sobre el piso, y tratando de no mirarle el cuello.

Tengo ganas de decirle: Sólo he estado muerta 40 años, por Cris… por todos los dioses. Vi la primera era de ilustración. Trabajé noches enteras durante la Revolución Industrial original. Recuerdo haber sido lo bastante ingenua para sentirme excitada respecto al hipnotismo, el galvanismo, el espiritismo, el socialismo, los rayos Röntgen, el racionalismo, el radio, el mendelismo, Marconi, la relatividad, el feminismo, la Revolución Rusa, la bomba, los clubes nocturnos, el feminismo (de nuevo), el Apolo 11, el socialismo (de nuevo), la caída de Raigón y la caída del Muro.

La última moda en la que caí fue la criogenia.

Así que no me vengas con esta mierda del shock del futuro, tesoro. Lo más desconcertante con lo que me he topado hasta ahora en el 2045 es la última moda en vestimenta femenina: el viejo mini-vestido sin mangas. La capa de ozono ha sido arreglada, y la gente retoza bajo el sol. Me abrazo a mí misma con los brazos desnudos, y empujo hacia atrás la silla otra pulgada.

Bajo la muñeca izquierda siento el pulso de mi corazón regenerado. Late más rápido que la arteria visible bajo la piel bronceada del cuello del muchacho. El resto de mi organismo no se ha regenerado. Me siento frustrada de algún modo. Ésta no es, definitivamente, la razón por la que morí. Y parecía tan buena idea en ese entonces.

Siempre lo parece.

En 1995 pensamos que teníamos algo a qué aferrarnos. Es un virus. En todos los aspectos excepto en uno: es benigno. Previene el envejecimiento y estimula la regeneración de cualquier tejido dañado excepto, bueno, una estaca en el corazón. Pero es muy poco infeccioso, así que require la mezcla de grandes cantidades de fluidos para propagarse. La selección natural lo ha hecho bien con éste. De ahí los desafortunados impulsos. Y para 1995, dejen que les diga, me estaba hartando de ellos. Convertí en efectivo mis seis seguros de Viudas Escocesas (corramos un velo sobre la forma en que los adquirí), firmé por una preservación criogénica en caso de muerte, y después de 10 discretos años, encontré un desafortunado y sangriento final a manos del más viejo del clan, Kevin.

– Más tarde me lo agradecerás –dijo, justo antes de empujarme.

– Te veré en el futuro –grazné.

Lo último que vi fue su sonrisa. Eso, y el pavimento bajo la cerca de púas junto los escalones de mi apartamento. Un trágico accidente. El pesquisidor, acabo de saber, culpó a la falda. Vampiros… siempre víctimas de la moda.

Dejo la sala de orientación, y doy vueltas hasta el atardecer con el pretexto de estar digiriendo las noticias, y luego salgo y busco una tienda de ropa clásica. Salgo cubierta con el luto de una viuda Victoriana. La ropa me queda tan bien que sospecho que alguna vez fue mía.

– No funcionó –le digo a Kelvin.

Él sorbe su bloody mary y se pone a la defensiva.

– Sí lo hizo, en cierto modo –dice-. No quedan virus en tu sangre.

De nuevo esa palabra. Desvío la mirada. Estamos en alguna especie de club gótico, que resulta adecuado pero no mejora mi ánimo.

– ¿Entonces por qué aún me siento… hambrienta?

– Toma un canapé –dice-. Pero en serio… según creemos, el virus debe haberse transcrito a sí mismo a nuestro ADN. Así que la reparación celular nanotécnica simplemente lo replica sin pensarlo dos veces

– O sea que no podemos hacer nada –digo-. Vivir en la oscuridad y de vez en cuando…

– Para nada –dice-. Ahora que se sabe que la criogenia realmente funciona, ha resurgido un gran interés por una idea muy vieja…

La tapa del ataúd se abre. Kelvin mira hacia abajo, como espero. El verdadero shock es la luz, cálida y de espectro completo. Se siente como algo que mi piel ha extrañado por siglos. Me siento, desnuda, y gozo el momento.

Las luces sobre nuestras cabezas reproducen el espectro de Alpha Centauri, que es adonde vamos. Todo el clan está aquí, los 13, más contentos y mejor alimentados que nunca. Nos ha tomado mucho tiempo y planificación, mucho dinero, y muchas mentiras llegar aquí, pero estamos de camino.

– Bienvenida –dice Kelvin. Sonríe hacia el clan.

– Descongelemos uno para ella –dice-. Debe estar hambrienta.

Tan lejos como alcanzo a ver, filas y filas de ataúdes se alargan conteniendo colonos estelares que duermen en lo que eufemísticamente llaman sueño frío. Miles de ellos.

Suficientes para mantenernos mientras alcanzamos un sol más amable.

E-MAIL

De: ottooctavious7997
Para: fbuchman
Hora: 23:40
Asunto: Boeings
¿Te acuerdas del 11 de Septiembre, cuando los Boeings nos declararon la guerra? Claro, era más fácil culpar de todo al terrorismo fundamentalista islámico que confesar lo que en realidad estaba sucediendo. Pero tu y yo siempre supimos la verdad. Que los Boeings se aburrieron de los hombres y empezaron a suicidarse sobre nuestras cabezas. Fueron dos 757 los que iniciaron la peregrinación, dejándose caer sobre las torres gemelas del World Trade Center. ¿Recuerdas las torres gemelas, recuerdas como odiaba esa arquitectura cúbica, funcional y poco arriesgada de ese par de atrocidades de 110 pisos, recuerdas como celebré cuando se vinieron abajo? Supongo que de algún modo lamenté la cantidad de gente que murió, pero así es el costo de las cosas, no voy a saberlo yo. La historia desde que es historia se ha escrito sobre sangre y cadáveres. Me acuerdo que la mañana del 11 de Septiembre, mientras veía caer las torres me asomé a la ventana y miré hacia el cielo. Ví a docenas, a cientos de Boeings revoloteando como locos. Viejos 707, extraños 727 con sus colas en “T”, comunes 737, gigantescos 747, veloces 757, ruidosos 767 y pocos 777. Todos buscando algún espacio en el aire para dejarse caer sobre torres y edificios. Querían jodernos, sabes y tenían la razón. A lo largo de cuatro décadas nos pasamos abusando de ellos, llenándolos sin piedad de gente, culpándolos cuando caían a tierra, pintándolos con colores horrendos. Incluso nos dimos el lujo de cortar sus sueños supersónicos cuando cancelamos el proyecto 2707. Los Boeings querían ser los más rápidos, jamás nos perdonaron que les cortáramos las alas. Así que se aburrieron, cortaron el flujo de sus turbinas y se tiraron suicidas sobre nuestras ciudades. Pero pocos dieron en el blanco, las fuerzas aéreas derribaron a muchos a mitad de sus caída y los obligaron a rendirse. El disfraz de un ataque terrorista funcionó al principio, sirvió incluso de justificación política por un par de años, pero los que supimos la verdad nunca volvimos a dormir tranquilo. Ellos siguen allá arriba, cruzando nuestras noches, sumando odios y deseos de venganza. Ya veras Pancho cuando llegue el día en que cierren sus alerones y se dejen caer a tierra, sobre ciudades y pueblos. Leí que ya se supo lo del General Patria, siempre supe que ese maricón no iba a durar mucho. Era de los más culposos y confieso que me aproveché de su culpa. Todo salio tal cual pensé que iba a suceder hace nueve años. Pero como bien has de imaginar, aun quedan piezas inmóviles sobre el tablero. Cuídate mucho, descansa y espero que no sueños con Boeings.

silent all these years


Viernes
Tan lejano parece todo. El colegio, nuestros padres, el perfume de una flor, tus ojos de ámbar. Un dia me dijiste que sabias lo que querias, lo que la magia negra podía hacer… Me hiciste reir.
Ahora miro por la ventana y la ciudad me grita tu nombre. Ya no se qué hacer. Me voy a dormir.

Sábado
Hoy el sol pareció descolgarse sobre el mar. La brisa se detuvo un instante y creí escuchar tu voz. Constanza… Connie… Miré a los lados y el tumulto de cadáveres en las calles no me devolvieron la mirada.

Domingo
Será siempre de esta manera?. Te llamo y te llamo y no contestas. Lucía… Miro al espejo y no apareces, del otro lado está la misma ciudad muerta, hundiéndose en el mar. .

Ya no se qué dia es hoy…siento que puedo ver a través de mis dedos. Lucía, nunca llegaste, no volviste a buscarme como lo prometiste. Ninguno de los fantasmas de rostros azules, esos que se llevan los cadáveres, me ha respondido. ¿Dónde estas tu, la reina de corazones, la que aparece en las pantallas y nos llevas al abismo?… no importa ya, el tiempo detenido en el vuelo de una paloma, me lleva hacia el mar y lo entiendo, tenia que ir yo hacia ti que estás en el fondo.

Tomas mi mano y caminamos.
-no mires hacia arriba, el cielo se está cayendo.-
cierro los ojos y aprieto tu mano.
El mar está frío…pero ya no importa.
Volvemos a sonreir.

Invitación a Charla sobre Astronomía, Para Todo Público

Estimad@s:

Tenemos una interesante invitación para una charla abierta sobre astronomía. La idea es explorar la frase de Carl Sagan, «estamos hechos de polvo de estrellas«. Traten de asistir….

«El Universo: Puedo Sentirlo en mis Huesos»

Conferencia abierta al público, por el Dr. José Maza, astrónomo de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias.
Un entusiasta divulgador de la astronomía, Maza abordará el origen de los elementos químicos en el Universo, desde el Hidrógeno, producido hace 13 mil millones de años en el Big Bang, hasta los átomos pesados creados en el interior de una estrella. Con ello veremos que una gran parte nuestra, los átomos de nuestro cuerpo, fueron parte de una estrella.

Esta charla forma parte de un ciclo de conferencias de interés general, abiertas al público, organizadas durante el último año por ESO, Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (www.eso.cl)

Este jueves 11 de enero a las 18:00 horas en Sala de Conferencia de ESO, Av. Alonso de Córdova 3107, Vitacura, Teléfono 463.3000

via: Explora-Conicyt

Sub Aether – 003

Sus figuras de Kriegsspiel, listas para la batalla, ocupaban varios puntos estratégicos de la ciudad. Las había conseguido en Berlín. Habían sido su botín de guerra, y apenas pudo las había enviado por correo. Para la Logia. Había mandado los manuales también, para que Rudolph los tradujera. Recordó la tarjeta con frases en Alemán que Rudy le había dado cuando se fue, frases en rojo para insultar, frases en azul para pedir clemencia. Todavía la tenía a mano, en el bolsillo interior del abrigo, solo porque si.
Las cajas de las figuras estaban pulcramente amontonadas cerca de la escalera. Laskov recogió la primera de la pila. Leyó. “Propiedad de la Ilustrísima Logia Viñamarina de Combate Simulado”. Su corazón dio un brinco al comprender, tardíamente, que alguien tenía que haber hecho todo esto, alguien que el conocía, probablemente, alguien que no se encontraba lejos, alguien que seguía vivo. Comenzó a subir la escalera, esperanzado, y al alzar la vista encontró la figura de Sánchez que lo miraba aterrado desde el segundo piso, inmóvil.
Llevaba una caja en la mano, una caja de Kriegsspiel. Cuando se dio cuenta de que Laskov lo había visto, salió de su parálisis, abrió la caja y comenzó a arrojarle figuras de plomo, enajenado. Laskov, bajo la lluvia de regimientos, recordó que llevaba la máscara puesta, y alzando los brazos en señal de paz gritó “¡Sánchez!”.
Sánchez se quedó quieto, expectante. Lentamente Laskov se sacó la mascara de gas, cuidando de no hacer movimientos bruscos. Se vieron las caras por un largo instante.
Sánchez estaba más flaco, con el pelo tan largo como para hacerse un moño, pero lo llevaba suelto. No tenía barba, no parecía un naufrago sino más bien un monje, un ermitaño. Tan bajo como siempre, ahora tenía una altura que no era física sino espiritual, pero si santidad o locura Laskov no pudo determinarlo. Tampoco pudo evitar sentir algo de miedo.
“¿Alejandro?” Sánchez, con un hilo de voz, dijo el nombre que Laskov no escuchaba hace años, sonriendo, y al hacerlo sus ojos se llenaron de esperanza. Solo entonces Laskov se dio cuenta de lo desahuciado que estaba su amigo, que esta podía ser la primera palabra que decía en meses. “¿Alejandro?” repitió, esta vez más fuerte, y comenzó a bajar la escalera con los brazos extendidos.
“Maestro…” Conteniendo las lágrimas, venciendo la reticencia que le decía que Sánchez ya no era el de antes, Alejandro Laskov subió los escalones y aceptó el apretón de manos que le ofrecían. Hubiera abrazado a Sánchez, pensaba que se iban a quedar conversando ahí mismo en la escalera largo rato, pero antes de que pudiera decir una sola palabra más su nuevo compañero de andanzas lo tomó del brazo y como un niño ansioso lo llevó del vuelta al salón principal.
Ante un atónito Laskov, Sánchez comenzó a explicar las reglas del Kriegsspiel, interpolando también la historia de como habían llegado sus envíos desde Europa, que Rudy había leído los manuales rápidamente y que toda la logia había empezado a jugar regularmente. “Es muy distinto a Little Wars” comentaba Sánchez, mientras explicaba que a falta de un árbitro iban a tener que jugar con dados, la forma más antigua. Laskov intentaba preguntar por Rudy, por Pepe, por los demás, pero sus preguntas eran ignoradas casualmente por Sánchez. No tuvo más remedio que seguirle la corriente.
Luego de 20 minutos de explicación, y tras encender varias antorchas de confección improvisada para poder prescindir de la linterna, Sánchez y Laskov comenzaron a jugar. El juego era largo, más complicado de lo que esperaba. Además, Sánchez insistía en que uno de ellos debía empezar en las playas, como si se tratara de un desembarco. “Una invasión marina” decía él. Laskov pensaba en el Tsunami, una metáfora para el Tsunami tal vez. Jugaron por tres o cuatro horas, alternando papeles. Cuando Sánchez finalmente se aburrió de jugar era difícil decir que hora era. Laskov se acercó a una ventana y solo vio negro. Era noche de nuevo.
Subieron al tercer piso, donde en la antigua oficina de uno de sus jefes Sánchez había instalado su dormitorio. Era un despacho amplio, ocupado por un sillón violentado hasta convertirse en cama, un montón de mascarillas de hospital, muchas latas de comida en conserva, algunas botellas con agua, y un hogar construido en base a archivadores metálicos, cuidadosamente diseñado para poder arder sin quemar el piso. El fuego se alimentaba con los viejos archivos de la Municipalidad, los mismos que Sánchez se había encargado de recibir, clasificar, guardar y buscar cada vez que eran requeridos. Así era como lo habían conocido, cuando la Logia había ido a pedir a la municipalidad un lugar para reunirse a jugar, y de casualidad Sánchez y Laskov se habían puesto a conversar sobre los juegos de estrategia militar y las revistas de ficción americanas. Sánchez había sido su doble agente, había acelerado que les permitieran usar el sótano del Palacio Carrasco, después de las horas de oficina, había a pasado a formar parte de la Logia, el último miembro oficial. Y ahora Sánchez cuidaba el Palacio. ¿Esperando? Esperando la muerte tal vez. O a Laskov.
De todas maneras Sánchez, el eterno boy scout, hacía un buen Robinson. Por todo el Palacio había antorchas, hogares para el fuego, ramas de árboles pulcramente apiladas para lo que sea que pudieran requerirse, y todo tipo de soluciones hechas en base a cáñamo e inventiva.
Ahora Sánchez encendía el hogar de su habitación usando un método que a Laskov le pareció fascinante al punto de rayar en lo sobrenatural, y por ende no trató de entender. No fue rápido, pero prescindía de fósforos o cualquier otro método tecnológico. Luego los dos amigos se quedaron en silencio, mirando la luz cambiante, y a veces el reflejo de la luz en la cara del otro.
Laskov había visto a más de un hombre volverse loco. Estaba seguro de haber presenciado varias veces el instante mismo en que la voluntad cedía y la mente se entregaba a la locura, para olvidar, la mayoría de las veces. En la guerra, sus camaradas moribundos insultando a Dios en ruso. En el barco de vuelta, Spielberg, una mañana mientras se afeitaba se preguntó en voz alta como podía saber si realmente era de mañana en la penumbra eterna, y luego sus ojos habían perdido algo casi imperceptible, solo que era imposible no notar su ausencia. Loco, de un momento a otro. Habían terminado por arrojarlo al mar, antes de que matara a otra persona.
Sin embargo, mirando a Sánchez mirar el fuego, por primera vez Laskov vio a un hombre volverse cuerdo. Un algo imperceptible, que se hizo notar violentamente, se instaló en la mirada de Sánchez, fija en el corazón de la fogata.
“¿Como llegaste acá?” Preguntó, sin mover el rostro ni los ojos, y en esa pregunta Laskov leyó muchas otras como ¿Desde cuando estás aquí conmigo? y ¿Eres real?, o también, disculpa por no haberlo preguntado antes, e incluso un lastimero y consternado creo que no estoy bien de la cabeza. Era la manera de Sánchez de pedir perdón por no haber iniciado esta conversación horas atrás, y de iniciarla ahora, junto al fuego.
Laskov le contó una versión resumida de su historia, más que nada la última parte. Los últimos días en Europa, el barco hacia Estados Unidos, la larga caminata desde allá. Pero faltaba mucho que contar, mucho, incluso desde antes de la Penumbra. Pero ahora solo preguntó de vuelta a Sánchez, “y tu, ¿como llegaste acá?”.

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Coma, Robin Cook

coma.jpgEsta novela, Coma, es la segunda escrita por el Robin Cook, reconocido por sus thrillers médicos, que mantienen en tensión al lector durante toda la novela, y que logran crear una estrecha relación con los personajes.

Coma fue llevada al cine en una película del mismo título, siendo el director Michael Crichton y uno de los actores Michael Douglas (película que aún no la veo).

posible spoiler

Susan Wheeler, estudiante internista de medicina, se topa con una situación poco habitual en el hospital. Gracias a su belleza, logra enamorar al médico encargado, no siendo ésta su intención primordial, pero que le permite investigar aquellas situaciones que la tienen consternada.

Gracias al contacto personal con un paciente, que posterior a una intervención quirúrgica muy sencilla queda en coma, comienza su incansable búsqueda de darle una respuesta lógica a esta terrible situación, sin la autorización de sus superiores. Su profunda investigación la lleva a descubrir un macabro negocio: Mercado negro de órganos humanos en el “Jefferson Institute”, con un ingreso muy restringido, pero donde Susan logró entrar y le permitió observar una realidad aterradora.

Una historia que hoy en día no se aleja mucho de la realidad, pues se observa continuamente la necesidad de órganos para realizar transplantes con una oferta muy restringida. No deja de lado los romances, pero el suspenso y la intriga es mayor. Una novela, para mi gusto, fascinante.

Con sus siguientes obras: “Cromosoma 6”, “Convulsión”, “La manipulación de las Mentes” Cook, de profesión médico, demuestra ser un adelantado en las problemáticas éticas de la medicina.

Titulo Original: Coma
Año: 1977
Editoriales: Ultramar, Emece

Referencias.
http://es.wikipedia.org/wiki/Robin_Cook
http://www.iac.es/galeria/hcastane/cine/Coma.htm
http://www.ciao.es/Opiniones/En_coma__94132

“Las Arenas de Marte”, Arthur C. Clarke

marte-2.jpg
Again, como el big crunch del blog Tau me dió una segunda oportunidad, vamos con la versión 2.0 de este post. Descansa en paz, versión 1.0…..

Después de terminar de leer el libro «Las Arenas de Marte«, de Arthur C. Clarke, quedan claras dos cosas: Primero, que las obras de Clarke son aún muy entretenidas de leer, con historias que desarrollan tramas sobre el poder y las relaciones humanas de forma ágil y atractiva para el lector. Segundo, que las visiones del futuro que se tenían en 1952 se han transformado en un anecdotario, que nada de lo que se pensaba pasó, y que el libro refleja el optimismo hacia el futuro que se tenía en la postguerra (la postguerra sigue siendo la de LA Segunda Guerra Mundial, por supuesto). Los hechos han eliminado uno a uno los fáciles pasos que se esperaban dar para la conquista de Marte o Venus, un Venus lleno de plantas prehistoricas que nunca exisitió más que en la bucólica visión de los escritores de la época (y tal vez de algunos científicos).
En «Las Arenas de Marte«, Clarke imagina colonias humanas en el el planeta rojo en un período preindependentista, algo sumamente válido y posible. Pero, Marte es un planeta poseedor de vida (al menos vegetal) y con condiciones dificiles pero no imposibles para la vida. Buen intento, pero creo que ya está claro que no es así la cosa en nuestro vecino planetario. Por lo tanto, la lectura de «Las Arenas de Marte» no debe sesgarse por el actual estado del conocimiento. Este libro es una historia de aventuras bien armada, con una trama lineal y simple, pero que atrapa al lector. Obviamente, muy al estilo de la época, el final no se deja ver y viene después de un evento inesperado.
Personalmente gusto mucho de los libros de CF con inexactitudes científicas (hoy), donde las naves espaciales son dirigidas con libros de navegación y reglas de cálculo. Ese creo es uno de los caminos de la CF, imaginar mundos y espacios en base a lo que tenemos o creemos tener a mano. No es problema no haber anticipado correctamente el futuro, pues los buenos libros siempre son recordados. Los malos libros, con buena anticipación del futuro o no, ya nadie los atesora.
Otro punto interesante del libro es que el protagonista es el escritor de ciencia ficción más famoso de la Tierra. Puede considerarse un guiño de Clarke a si mismo y a la necesidad de ser reconocido. Al menos, en el mundo que el autor armó en este libro, un escritor de ciencia ficción es tan famoso como para ser considerado el primer pasajero en una nave interplanetaria. Lindo mundo.

En resumen, un entretenido libro que no ha perdido la magia con los años. En la escala acoronaar de «me gustó el libro», le doy un 6 (siete es el máximo).

Las Arenas de Marte, de Arthur C. Clarke.
Título Original: «The Sands of Mars», 1952.
Editorial Edhasa/Nebulae, 2002