El regreso de Teobaldo: “Fragmentos del infinito”

Via:Teobaldo mismo
teobaldoiii

Así es señoras y señores! Teobaldo Mercado anuncia la salida de su nueva producción, «Fragmentos de Infinito«. Otra pieza para el mosaico en desarrollo de la literatura de ciencia ficción nacional, pronto disponible en TauShop.

Gracias Teobaldo. Keep walking!

De su nuevo libro, Teobaldo nos dice en su blog :

Así es, por tercera vez arrojo al mundo más de mis creaciones literarias. Esta nueva obra tiene tres relatos, dos novelas cortas y unas reflexiones. Son 192 páginas en formato 20×12 cm y pretende seguir rellenando ese gran vacío que hay en Chile en la literatura fantástica. Las temáticas nuevamente son variadas y van desde el sentimiento de culpa (“El recuerdo”) a la acción pura y dura (“¡Desembarco!”), finalizando con ideas que acudieron a mi mente hace más de una década en una extraña tarde de neblina (“Pensamientos en la punta del cerro”). Su valor es de cuatro mil pesos.

Estoy preparando el cuarto, una novela que dejé inconclusa a principios de los noventa y que espero sacar a la luz durante el transcurso del año (excepto que cierta editorial española no diga otra cosa antes).

Sigo escribiendo, sigo adelante y sigo el ejemplo de “retroceder nunca, rendirse jamás” de Carlos Raúl. Es la única manera de darse a conocer cuando uno es un desconocido y no tiene la fortuna de haber sido publicado por alguna editorial importante. Es un camino esforzado y difícil, no lo sabré yo, pero lo recorro con agrado y dedicación. Acá estoy, al pie del cañón, y seguiré pese a todas las vicisitudes, aunque nuevamente me lleguen mensajes y correos despectivos como por los anteriores libros. No me importa nada más que escribir y publicar lo que hago y vuelvo a agradecer a los pocos compatriotas que públicamente han alabado mi trabajo: Sergio Meier y Sergio Amira, quienes pronto verán editadas sus obras en Chile.

¡Al infinito y más allá!

Primer Computador Cuántico Comercial

Que alguien me explique si ésto es un bluff, porfa.

——

World’s First Commercial Quantum Computer Demonstrated

New System Aims at Breakthroughs in Medicine, Business Applications and Expanded Use of Digital Computers

Venture-funded Canadian company shows new product applied to pattern-matching database search

VANCOUVER, B.C. or MT. VIEW, CA – February 13, 2007 – The world’s first commercially viable quantum computer was unveiled and demonstrated today in Silicon Valley by D-Wave Systems, Inc., a privately-held Canadian firm headquartered near Vancouver.

Quantum computing offers the potential to create value in areas where problems or requirements exceed the capability of digital computing, the company said. But D-Wave explains that its new device is intended as a complement to conventional computers, to augment existing machines and their market, not as a replacement for them.

Company officials formally announced the technology at the Computer History Museum, in the heart of Silicon Valley, in a demonstration intended to show how the machine can run commercial applications and is better suited to the types of problems that have stymied conventional (digital) computers.

“D-Wave’s breakthrough in quantum technology represents a substantial step forward in solving commercial and scientific problems which, until now, were considered intractable. Digital technology stands to reap the benefits of enhanced performance and broader application,” said Herb Martin, chief executive officer.

Quantum-computer technology can solve what is known as “NP-complete” problems. These are the problems where the sheer volume of complex data and variables prevent digital computers from achieving results in a reasonable amount of time. Such problems are associated with life sciences, biometrics, logistics, parametric database search and quantitative finance, among many other commercial and scientific areas.

Quantum technology delivers precise answers to problems that can only be answered today in general terms. This creates a new and much broader dimension of computer applications,” Martin said.

“Digital computing delivers value in a wide range of applications to business, government and scientific users. In many cases the applications are computationally simple and in others accuracy is forfeited for getting adequate solutions in a reasonable amount of time. Both of these cases will maintain the status quo and continue their use of classical digital systems,” he said.

“It’s rational to assume that quantum computers will always contain a digital computing element thereby increasing the amortization of investments already made while expediting the availability of the power of quantum acceleration,” he said.

más aquí

Astérix: A veces es mejor dejar las cosas como están.

elcielosnce
Recorriendo mi modesta biblioteca de arte secuencial, con mucha alegría divisé la colección de Astérix que durante años me he esmerado por completar. Cuantas lecturas y relecturas de las aventuras de esos galos locos y los cada día mas majareta romanos, cuantas búsquedas de detalles nuevos en la viñetas, cuantas discusiones teóricas sobre si Obélix es o no parecido a algunos conocidos.
Las obras originales de la pareja Goscinny y Uderzo son divertidas, con ritmo, con dobles lecturas, con ironía. «Astérix Legionario» o «Astérix y Cleopatra«, por ejemplo, son joyas de esas raras.
El cambio es notable cuando comparo esos libros con los que, tal vez con buenas intenciones pero nada más, el solitario Uderzo lanza al mercado desde la muerte de Goscinny. Hay que reconocer que algunas no son malas, como «La Odisea de Astérix» o «Astérix en la India«, pero la magia ya no está.
La falta de ritmo, de sorpresa y chispa es evidente en la ultima entrega: «Astérix: ¡El Cielo se nos cae Encima!«. Una rara historia de galos, romanos y ovnis. Sí, ovnis. Tal vez no un mal concepto, pero el mundo antiguo creo que da todavía para muchas historias, sin armar cruces forzados ni buscar la broma de sketch de colegio.
Tengo una mezcla de desilusión y tristeza. Nunca pensé decir esto, pero espero que ya no salgan más Astérix.
Salve Goscinny y Uderzo, Morituri te salutam! Otro día hablamos de Lucky Luke o Iznogud.
Mejor me voy a cazar un jabalí para la cena, por Tutatis!!

Un Anillo Alrededor del Sol

portada: un Anillo alrededor del solAquí nos encontramos con una de esas novelas que huele a clásico del género cienciaficcionesco. Una de esas historias que, a estas alturas del desarrollo tecnológico-científico, hay que leerla con cierta indulgencia pues la teoría que en el momento en que fue escrita sonaba bonita y hasta revolucionaria, ya no lo es.

Tratando de evitar un spoiler, hago un resumen general 🙂

La economía estadounidense se ve golpeada cuando aparece en el mercado, de la nada y sin previo aviso, una serie de productos de calidad insuperable y a costos ínfimos. Advirtiendo el empresariado sobre el origen extraordinario de la amenaza y el ulterior desequilibrio económico que se aproxima, intentan detener la amenaza recurriendo a un escritor de ciencia ficción. La idea es desincentivar a los consumidores de adquirir los productos de la competencia creando una contra-campaña mediática para desprestigiar a los misteriosos y potencialmente peligrosos competidores.

A poco andar se descubre la naturaleza de la amenaza, en donde el escritor de género, sin saberlo, se vuelve parte de esa amenaza. Perseguido por la humanidad, hace un descubrimiento que lo transforma todo…

¿Y por qué motivo huele a clásico del género fantástico?

El título “un anillo alrededor del sol” toma su nombre de una analogía que el narrador utiliza para explicar cierta teoría física, sobre la que se sostiene parte importante de la novela. La teoría que se plantea es sobre la inexistencia del tiempo: si el lector hace el ejercicio de imaginar el tiempo es una sucesión continua de fotografías, en donde cada fotografía es un instante de la realidad, entonces tendría aprehendida en su mayor parte la sencilla teoría temporal de “Un anillo…”. La diferencia fundamental con la ciencia mainstream actual, es que cada una de estas fotografías en realidad corresponde a distintas realidades (distintos universos si se quiere) y que se diferencian unos de otros por el nivel de desarrollo. Es similar a la teoría del multiverso, a excepción que en «Un anillo…»… los viajes entre distintas realidades sí puede realizarse…

Mis lecturas de Simak se reducen al cuento Deserción y la novela Los hijos de nuestros hijos. No sé si sea adecuado hablar de tendencias con tan pocas obras evaluadas, pero si se me dispensa, aventuraré una: No recuerdo que autor de ciencia ficción señaló alguna vez (creo que Heinlein) que la literatura de ciencia ficción tiene que ser, ante todo, una obra centrada en las personas y no en las ideas. Simak puede plantear excelentes ideas en sus escritos, y es capaz de construir una historia que captura la atención del lector hasta la mitad de la novela. De ahí en adelante la narración se diluye y termina prácticamente en cualquier lugar. Me sucedió con «Los Hijos…» y ahora lo mismo con «Un Anillo alrededor del sol».

En una escala de 1.0 a 7.0, le otorgo un 5.0.

Datos bibliográficos.
Un anillo alrededor del sol
Título Original: Ring around the sun.
Colección Mundos Imaginarios
(c)1952-1953 by Clifford Simak
(c)2002 Editorial Edhasa
Nueva Colección Nebulae

Ciudadanos

No sé si alguna vez lo han notado, pero desde hace unos cuantos años, al caminar por Avda. Providencia no es extraño encontrarse con masas amorfas de personas acumuladas en alguna esquina o bajo la sombra de algún edificio (a veces se organizan en filas erráticas). Lo curioso es que estas formaciones humanas no se orientan hacia alguna entrada, puesto o paradero, sino que gravitan alrededor de alguna coordenada arbitraria. Por años me he preguntado qué cosa aguardaban, pero jamás indagué por temor a que me tildaran de ignorante.
Ayer fui a dejar un manuscrito a una editorial. Al salir del edificio me encontré con uno de estos grupos. Uno de los integrantes me daba la espalda.
Sin mirarme me mostró algo.
Hoy salí del trabajo y tomé una micro a ese mismo lugar. No había nadie. Deseaba comprenderlos… saber qué ocurría. Decidí esperar un rato para ver si volvían.
Ya es de noche. Aproximadamente cuarenta personas esperan conmigo.

Clonan dos terneros en Chile

Mario MartínezUn equipo de la Universidad Austral de Chile logró repetir la experiencia de la ovea Dolly: clonaron a dos ejemplares bovinos, que lamentablemente murieron al cabo de un par de horas (penita).
“Para lograr la transferencia nuclear y llegar a generar un embrión clonado, previamente se debió obtener las células de la piel de la oreja de una vaca adulta, las que debieron ser manipuladas in vitro y transferidas al útero de otra vaca que sirve como madre nodriza”, dice el diario La Nación que dice Mario Martínes, veterinario de la UACh.

Algún experto en estas cosas que amplíe esta información, por favor.

El Planeta de los Simios

null

¿Somos simplemente monos superdesarrollados, después de todo? (*)
¿Serán los chimpancés la civilización del futuro? (**)
¿Escuchará un macaco una voz en un arbusto ardiente, o crucificarán a un gorila por predicar el amor al prójimo? (***)

Eso ya es religión, desde luego, pero de la moralidad al culto hay un solo paso.

Un grupo de biólogos y filósofos revisa el comportamiento de los primates y discute los orígenes de la moral en el siguiente artículo de Science.

———-

(*) Por supuesto que sí.
(**) Sin duda, pero después de las cucarachas y las ratas.
(***) Los etólogos estarán de acuerdo en que en la serie de películas del planeta simiesco, los chimpancés deberían haber sido los pensapolicías, y no los tiernos gorilas.

1899 (FINAL)

–El diario es auténtico–, prosiguió Condell. –Pero por favor continúe leyendo, hay más.

Continué:

Entre los fallecidos chilenos se cuenta el primer oficial de la nave, teniente Luis Uribe

No necesitaba seguir leyendo.

–Por favor, no más bromas, señores.

Ninguno me contestó.

–Y usted Ginebra, ¿qué opina?–, preguntó Prat.

–No lo sé almirante, lo que el inspector acaba de leer parece una historia de ficción.

–¿Qué es ficción, Ginebra?

–Una invención, señor.

–El capitán Condell asegura que el periódico es auténtico.

–Almirante, no hay modo de probar que un objeto de papel sea auténtico o falso. El capitán Condell puede creer lo que quiera.

Prat miró a su colega.

–Me cae bien, para ser un número–, dijo.

–Almirante–, interrumpí, intentando sonar sarcástico. –La historia del diario está muy entretenida, pero me parece que me ha hecho perder soberanamente el tiempo. Disculpe si le parezco atrevido, pero ya no estoy para idioteces. Alguien está atentando contra la seguridad nacional y usted me trae a Iquique para mostrarme una broma que algún idiota se dio el gusto de imprimir.

–Inspector–, habló Prat. –Debería calmarse. Mire, antes de continuar, quiero mostrarle algo.

El viejo se dio vueltas y cogió uno de los sables que colgaban de la pared de fondo. Lo desenvainó y me apuntó con la hoja que silbó al cortar el aire.

–Acero español, alguna vez fue un lujo. Este sable me acompañó los primeros treinta años de mi carrera, lo use incluso cuando tuve el mando del Santiago. Un arma noble de tiempos más nobles. ¿Sabe que hoy, cuando egresan, los cadetes piden pistolas de metahulla en lugar de sables?

–No tenía idea.

–Una lástima–, suspiró el veterano.

–Señores–, insistí, –quieren explicarme que está pasando.

Condell tomó la palabra:

–Usted está aquí porque busca resolver el misterio de los atentados explosivos y nosotros para darle las respuestas que requiere..

Ginebra miró al ex comandante del Valparaíso. Este le sonrió.

–Mañana jueves–, continuó Condell. –A las ocho de la mañana, la estación de aerocarriles de Rancagua volará en pedazos.

–Dos días después–, continuó Grau, –el sistema de distribución de las refinerías del puerto de San Vicente, en Nueva Arauco, sufrirán idéntico destino.

–Y así–, siguió Prat, sin soltar su sable. –En los próximos veinte días se sucederán diez estallidos en lugares claves, cada vez más destructivos y seguidos hasta que finalmente, con el número once…

–¿Qué quieren decirme, de dónde sacaron esa información?–, interrumpí.

–No le preocupa lo que ocurrirá en la explosión número once.

No le contesté.

–¿Y a usted Ginebra?

Fue la máquina quien preguntó. Prat aferró con fuerza el mango de su espada y pronuncio dos palabras:

–Todo acabará…

–¿Quién es su informante, almirante?–, insistí.

–No hay informante–, acotó Grau. –Lo soñamos. Igual como usted sueña sobre un mundo que cree inexistente, nosotros lo hacemos con los estallidos…

–Ya le dije, no me gusta hablar de mis sueños.

–Debería., agregó Condell. –Todo se conecta, Uribe. Usted con nosotros, la respuesta que tanto busca está dentro de su cabeza.

–Entonces contéstenme, ¿quiénes son los que están detrás?

–Nadie–, fue la seca respuesta de Prat.

–Nadie–, repitió Grau. –Su investigación no conduce a ningún puerto porque no hay culpables. No se trata de bombas ni de actos terroristas, es la metahulla que explosiona sola, que se autodestruye. Primero de a poco, volando trenes, luego edificios, hasta finalmente acabar por completo.

–Almirante, debo recordarle que usted mismo acaba de decir que ésto debiera acabar pronto.

–Y por lo que veo usted no entiende cuando uno es literal. Lo que acabará no es esta seguidilla de explosiones, sino el mundo entero tal como lo conocemos.

–¿Qué está queriendo decirme?

–Las peores partes de la Biblia, inspector. El fin de la existencia. Cuando la metahulla termine de autesdestruirse, todo ésto desaparecerá.

–No lo entiendo.

–¿Nunca ha sentido que algo no está bien en este mundo, que las cosas no son como debieran, que nuestro presente carece de toda lógica?

No respondí.

–Es la metahulla, inspector. Un fenómeno geológico sin explicación racional que simplemente apareció de la nada, allá en el sur, bajo los yacimientos de carbón del golfo de Arauco. Un regalo del cielo del corazón de la madre tierra. Y la usamos sin hacer preguntas. ¿Busca más respuestas, inspector, pues yo creo que ya las tiene?

–¿Dónde las tengo?–, sonreí.

–Ya le dije, en sus sueños, mi amigo. Sus sueños que no lo dejan dormir. Empezaron justo después de que bombardeamos Lima, ¿cierto? Corríjame si me equivoco–, acentuó Prat, –todas las noches es lo mismo. Usted lleva otra vida, otra familia, tiene otros amigos. Incluso me ha visto a mí en sus sueños.

–Almirante….

–Sueños de un mundo donde no existe la metahulla.

–Señor.

–Contésteme, Uribe, sea honesto por una vez en su vida. Estamos solos, nosotros y usted. Por que ella no cuenta–, miró casi con desprecio a Ginebra, –es una máquina. Pero eso usted eso ya lo sabe. La detesta, porque algo dentro suyo le dice que la existencia de semejante organismo artificial no debería ser.

–Señor.

–¿Respóndame?

–Si, señor, es eso lo que sueño–, estaba rodeado. Traté de no vacilar.

Prat sonrió y miró a Grau.

–Usted y nosotros estamos unidos por esos sueños, somos anclas de una continuidad paralela, una continuidad que fue reemplaza por lo que los historiadores han llamado edad metahullana.

Miré a Ginebra, las palabras del viejo aún resonaban en mi cabeza. Nada tenía sentido y al mismo tiempo lo tenía en absoluto.

–El ejemplar de El Mercurio de Valparaíso es auténtico, inspector–, prosiguió Grau. –Esto es lo irreal, un error de cálculo en el universo y una línea paralela imposible que no debería existir. Prat acaba de decírselo, somos anclas de la continuidad real. Por eso no podemos dormir…

–Por eso no llevamos vidas normales, con familias e hijos…–, agregó Prat.

–Pero eso está por terminar. De a poco está realidad se está fragmentando dando paso a lo verdadero, lo que tiene que ser. El periódico apareció en la biblioteca de Iquique, nadie sabe como. Cada día hay más soñadores, como nosotros, y cada día la metahulla se acerca a su inminente destrucción.

Ya no aguantaba más.

–¿Qué es esto señores, quien son ustedes, la liga de los extraordinarios lunáticos?

Condell rió y agregó que le gustaba el título.

–No–, respondió Prat–, sólo queremos salvar parte de nuestro mundo.

–Inspector–, comenzó Grau, –voy a tratar de ser sencillo. Hemos estudiado lo que está ocurriendo desde ya bastante tiempo. Con Prat comenzamos después de la guerra, Condell se incorporó luego. Las conclusiones pueden ser apresuradas, pero lo que ocurrió obedece a la estructura más compleja del universo. El tiempo y el espacio no son lineales, se mueven, se rompen, se resquebrajan, pero siempre vuelven a acomodarse. La historia está llena de estos accidentes: el diluvio universal, la torre de Babel, el hundimiento de la Atlántida, el nacimiento de Cristo. Hechos que rompen la continuidad y marcan hitos cero, puntos en el espacio. La metahulla fue uno de estos eventos, un accidente que creó una anomalía natural que desencadenó una línea paralela en la que surgió una realidad que no debería haber sido, una continuidad que nació condenada a desaparecer. El tiempo, mi amigo, siempre se abre camino y en este proceso desaparece todo lo que es antinatural.

–Pero en nuestras investigaciones–, Condell tomó la palabra, –también descubrimos que existían modos de sobrevivir a la hecatombre. Modos de saltar a la verdadera continuidad, antes de que la nuestra desapareciera por completo. Por eso lo hicimos venir, inspector, porque para abrir una puerta, necesitamos a cuatro soñadores con algo en común en la otra continuidad.

–¿Qué tengo en común con ustedes, señores?

–Todos estuvimos el 21 de Mayo de 1879 peleando en este sitio. En este lado sobrevivimos, en el otro, algunos fuimos mártires–, la voz de Prat se apagó al mirarme. –Pero usted ya lo sabe… Usted leyó el diario.

–Haber si lo entiendo almirante, me quiere decir que a pesar de saber que al otro lado usted está muerto, quiere cruzar.

–Al otro lado aún no muero, señor Uribe. El tiempo tiene distintas velocidades, sabe, y acá nuestra aceleración es mayor. Si el salto sucede hoy, apareceremos antes de que suceda el desastre de Iquique.

–Peor aún señor, lo que quiere es pasar a su muerte segura.

–No inspector, lo que quiero, lo que queremos–, miró a sus colegas, –es salvar el legado de la metahulla cuando el tiempo se reacomode.

–No comprendo, de verdad no comprendo.

–Es que–, habló Grau–, ya no hay nada más que comprender. Ya sabe lo que necesitaba saber, ahora debe ayudarnos.

–Ayudarlos a qué.

–A pasar. A que todos crucemos, señor Uribe.

–Usted y sus amigos se volvieron locos. Lo que me piden es imposible. No tengo intenciones de ayudarlos y si las tuviera no sabría como.

Condell emitió un largo suspiro.

–La metahulla es la clave, inspector–, comenzó a explicar. –Metahulla detonada en una cantidad suficiente como para romper una brecha en el espacio. Por un tiempo pensamos que con lo que movía la mano artificial de Grau bastaba, pero nos equivocamos. Necesitábamos un trozo mayor, no tan grande como para propulsar un vehículo, pero si lo suficientemente como para mover a una criatura artificial.

Miré a Ginebra, todos lo hicimos.

–Mi corazón… –, respondió ella.

Prat se le acercó y la abrazó por la espalda.

–Por eso la trajimos. Usted está aquí por dos razones, por que es el cuarto que necesitamos para saltar y porque nos ayudará a reventar el corazón de esta bella número.

–Después de todo–, fue completando Grau.–, es el único de los presentes que lleva un arma de metahulla al cinto.

–Tómela y dispárele a su compañera. Mal que mal es sólo una máquina–, indicó Condell.

–No voy a hacerlo.

Ginebra movía su cabeza confundida

–Oh, claro que lo hará–, pronunció Prat, mientras levantaba el sable que había mantenido en su mano derecha durante toda la conversación y lo ubicaba a la altura del hombro izquierdo de mi mecánica compañera.

Ginebra era incapaz de reaccionar. Dos ordenes impresas en su cerebro artificial, la primera de no defenderse de alguien de rango militar superior y la segunda, de jamás atacar a un humano, aunque ello atentara a su propia seguridad, la mantuvieron quieta, casi congelada ante los movimientos de Prat. Mentiría si dijera que no me dio pena.

–Suelte eso, almirante–, le grité, sacando mi arma de servicio y apuntándolo.

El ex capitán torció una sonrisa y hundió, con precisión cirujana, la hoja en el pecho de Ginebra. Ella emitió un monocorde, “que sucede”, incapaz de sentir dolor.

–¡Se volvió loco! Nos va a envenenar a todos con el gas de metahulla

–A menos que usted le dispare al corazón de la número–, indicó Condell.

–Seamos racionales.

–No Uribe, esta no es una época racional–, vociferó Prat, mientras rotaba el estoque para reventar el corazón de la máquina. Los ojos de Ginebra se apagaron y su mecánica estatura se derrumbó como un maniquí viejo. Su pecho se trizó y un resplandor comenzó a reflejarse en las paredes de la última habitación, bajo la popa del Huascar.

–Dispárele–, gritó Prat.

El brillo del metal verde picaba los ojos, mientras su gas nos iba envenenando poco a poco. Ya estamos muertos pensé, mientras veía el fuego de la desesperación en el rostro de mis lunáticos anfitriones. El brillo de Ginebra ya era opaco, que más daba. Jalé del gatillo.

LA BRUMA DE LA MAÑANA formaba una pálida cortina sobre la bahía de Iquique. Delante y arriba, en la cofa del palo mayor, el vigía de la Esmeralda trataba de distinguir alguna forma en medio de la neblina.

21 de Mayo, 1879.

–¿Qué hay?–, preguntó un tripulante, parado junto al mástil.

El centinela negó con la cabeza.

El marino miró a Arturo Prat, capitán de la nave, quien asomó su delgada figura por la escotilla del puente de mando. Le dijo que no había novedades.

Entonces, desde la Covadonga, nave hermana de la corbeta de Prat, enviaron el mensaje tan temido: “humos al norte”

–Humos al norte–, gritó el marinero, desesperado.

Prat volvió a asomarse en la escotilla.

–Capitán–, alarmó el muchacho, –En la Covadonga identificaron humos al norte.

Prat miró hacia el frente. La neblina no dejaba ver nada.

–El Huascar y la Independencia

–¿Cómo lo sabe señor?

–Ya estuve aquí, marino… Teniente Uribe–, me llamó.

Dejé de revisar las cartas de navegación y trepé hasta el sitio de donde Prat observaba lo que se nos venía encima. El momento tan temido estaba por llegar.

–¿Ya vienen, capitán?–, le pregunté.

–Si, inspector, ya vienen–, me respondió, llamándome por primera vez de esa manera. No lo hacía desde la mañana en que le disparé a la mujer metálica que anoche volvió a aparecerse en mis sueños. –Supongo que tampoco durmió anoche–, agregó.

–Supone bien. ¿Condell?

–Condell está listo.

–Está seguro de querer hacerlo, capitán.

–Muy seguro.

–¿Grau?

–Confío en él como en un hermano. Ya debe habernos visto, pronto comenzará sus preparativos.

–¿Entonces?

Arturo Prat me miró fijo y sonrió.

–Entonces, inspector Uribe, ya conoce sus ordenes. Que los hombres coman. Vea que eso se haga rápido, luego venga a mi camarote…

Se dio vueltas y bajó hacia el interior de la nave. Antes de llegar al último escalón terminó la frase.

–Tengo tres balas de metahulla para su fusil. Supongo que sabe usarlas bien.

CAPÍTULO ANTERIOR AQUí

Origami en 248 dimensiones….resuelto.

e8
via
emol
Sciencedaily

Quien pensaba que la matemática no podía generar una noticia impactante, pues estaba equivocado.
Cabezones matemáticos han mapeado el diseño de una de las estructuras más complejas jamás estudiadas, el E8 («madre» de los grupos de Lie). Ojo, que esto no significa solo avance en conocimiento teórico, sino también posiblemente en la querida teoría de cuerdas.

Pero, ¿que es el E8?. En términos simples:

The E8 root system consists of 240 vectors in an eight-dimensional space. Those vectors are the vertices (corners) of an eight-dimensional object called the Gosset polytope 421.

Clarito, no? La imagen en el post, hecha por computadora, es una representación en dos dimensiones de E8, basada en un dibujo «A MANO» de los 60´s…

Martes 20 de Marzo de 2007
WASHINGTON.- Un equipo internacional de matemáticos anunció que construyó una compleja estructura teórica en 248 dimensiones, resolviendo un rompecabezas centenario que podría ser utilizado para probar teorías sobre la estructura del cosmos.

Luego de cuatro años de intensos esfuerzos, 18 grandes matemáticos y científicos informáticos de Estados Unidos y Europa dijeron que resolvieron «E8», un problema descubierto en 1887 pero que tuvo que esperar hasta la era de los supercomputadores y las mentes unidas por Internet para ser resuelto.

El E8 es la madre de los denominados grupos de Lie, una categoría de problemas inventada por un matemático noruego del siglo XIX, Sophus Lie, para estudiar la simetría.

Esferas, cilindros o conos son ejemplos familiares de objetos simples y simétricos tridimensionales. Pero E8 es una especie de origami geométrico que tiene 248 dimensiones.

«(E8) es tan complicado como puede llegar a ser la simetría», dijo David Vogan, profesor de matemáticas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que participó del cálculo.

«Las matemáticas casi siempre pueden ofrecer otro ejemplo que es más difícil que el que uno está estudiando, pero en el caso de los grupos Lie, E8 es el más complejo», explicó.

Resolver E8 fue un desafío gigantesco, aseguraron los científicos, que lo compararon con el proyecto de Genoma Humano, que pacientemente desentrañó el código genético humano.

Mientras el genoma humano, que contiene toda la información genética de una célula, es menor a un Gigabyte de tamaño, el resultado del cálculo del E8, que contiene toda la información sobre E8, tiene un tamaño de 60 Gigabytes, dijeron.

Esto equivale a almacenar 45 días de música continua en formato MP3. Escrita en un papel, la solución cubriría un área del tamaño de Manhattan.

«Este logro innovador es significativo tanto como un avance en el conocimiento básico, así como un gran avance en el uso de informática a gran escala para solucionar problemas matemáticos complejos», estimó Jeffrey Adams, líder del proyecto y profesor de matemáticas de la Universidad de Maryland.

Un dibujo de E8 resuelto, divulgado por el MIT, muestra una especie de colorida carpa de circo construida, como en un juego infantil, con densos peldaños interconectados.

«Nunca podemos confiar en representar la estructura por entero, es una abstracción matemática», dijo el investigador alemán Marc van Leeuwen, de la Universidad francesa de Poitiers.

«Se pueden hacer algunos bonitos dibujos, pero una hoja de papel tiene solo dos dimensiones, por lo que nunca se verá el objeto real», explicó.

Llevó cuatro años llegar al cálculo de E8 y una poco habitual colaboración entre ambos lados del Atlántico.

«La literatura sobre este tema es muy densa y muy difícil de entender», explicó Vogan. «Incluso después de entender las matemáticas subyacentes, nos llevó luego más de dos años implementarlo en una computadora».

Uno de los mayores dolores de cabeza fue encontrar una computadora lo suficientemente potente como para resistir el cálculo.

Un experto independiente dijo que la decodificación de E8 era «un avance muy importante» para la física, porque podría ser usado para probar teorías clave sobre las simetrías básicas de la naturaleza.

Entre estas simetrías está la estructura del cosmos -creado por el Big Bang hace unos 13 mil millones de años- y las partículas básicas, estimó Hermann Nicolai, director del Instituto Albert Einstein de Potsdam, en Alemania.

El equipo de 18 miembros, denominado Atlas, incluyó también matemáticos de las universidades francesas de Poitiers y Lyon.