Chilean Blood 14/88

Después de la restauración del poder por adolescentes neo patriotas el 11 de Septiembre del 2010, se reescribieron los eventos y se reestructuró la historia. Un mes más tarde se creó el Departamento de Nuevos Medios y se entregó este video como material de estudio necesario para la rápida asimilación del nuevo himno patrio.

Escrito y compuesto por Odel Sieg

La revolución no será televisada

No.
No, compadre, no vas a poder quedarte tirado en la casa.
Ni meterte en tu Toyota comprado a plazos, prender el motors y salir a dar vueltas.
Ni perderte con el control remoto en la mierda del cable,
ni levantarte al refri y sacar una cerveza entre los comerciales.
No, porque la revolución no será televisada.
No. La revolución no será patrocinada por Telefónica
en cuatro tandas
a horario prime time.
Ni te mostrará fotos de Sebastián Piñera con una camiseta del Colo
reclamando por las facturas falsas de Publicam,
mientras suena un disco de Takeshi Osu
descargado en Mp3 de un café
que quedaba al ladito de la Virgen sangrante de Lo Vázquez.
No, porque la revolución no será televisada.
No.
La revolución no te mostrará “Hola Andrea” con Andrea Molina
y no será protagonizada por Claudia DiGirolamo
o Carolina Arregui
o Pancho Reyes
o Felipe Braun
o un agónico Walter Kliche.
La revolución no te va a quitar el mal aliento.
Ni te va sacar el acné.
No, porque la revolución no será televisada.
No habrá extras noticiosos de Chilevisión sobre las infinitas liposucciones de Pamela Díaz.
24 horas no podrá predecir un día antes
cuál de los candidatos ganara las próximas elecciones.
No, porque la revolución no será televisada.
No va a haber milicos abusando de su poder.
Ni fotos de senadores agarrándole el culo a niñitas
O llorando por el cadáver momificado de Pinochet.
No va a haber gente muerta de hambre porque el gobierno le falló.
No, porque la revolución no será televisada.
Y S.Q.P, Primer Plano y C.Q.C y todos esos putos realitys
ya no van a ser relevantes.
A nadie le van a importar si Tamara Acosta
perdió la virginidad diez veces en una misma comedia
porque los chilenos vamos a estar en la calle buscando un mejor mañana.
No, porque la revolución no será televisada.
No.
No va a haber tomas de los pendejos de las caletas aspirando neoprén una y otra vez,
ni retratos hablados de la Mujer Metralleta
ni explicaciones sobre el suicidio del asesino de Hans Pozo.
No.
Y el soundtrack de la revolución no lo va a componer
ni Christell,
María José Quintanilla,
Jorge González,
Alvaro Henríquez,
Zalo Reyes
o Quilapayún
o alguno de esos huevones.
No, porque la revolución no será televisada.
La revolución no va a volver luego de unos comerciales
para apoyar a la Teletón
con la cara asquerosamente joven de Don Francisco
o asquerosamente rica de Iván Zamorano
que te van a preguntar donde dejaste tu corazón de chileno.
No vas a tener que preocuparte por la selección chilena,
por si perdiste o ganaste el Loto y el Kino.
No vas a tener que pensar por qué hay una paloma en tu dormitorio,
un tigre dentro de tu auto
y un gigante en el baño.
La revolución no va a saber mejor con Coca Cola.
La revolución no ayudará a quitar los gérmenes que causan el mal aliento.
La revolución te va a poner a ti y solo a ti en el asiento del conductor
para que largues al camino
o choques.
No, porque la revolución no será televisada
ni la darán en repetición en temporada baja.
No.
No, porque la revolución no será televisada.

Víctor Raja!. “Rebelión Telepática/Mis canciones ajenas” (E.P). Verano Frío Records, diciembre del 2006.

ROJO RIP

Teatro Caupolicán. Final de “Rojo Vip: El regreso”. Pancartas multicolores, lienzos y letreros apoyando a los finalistas por toda la gradería. Rafa Araneda, vestido de camisa blanca y pantalones negros. Las antiguas glorias de la música del siglo pasado se suceden a un ritmo vertiginoso entregando su performance al público en el teatro, al jurado y a los televidentes y radioescuchas: Alejandro de Rosas, Luis Dimas, Alvaro Scaramelli, Florcita Motuda, Rodolfo Navech, Buddy Richard y Oscar Andrade tuvieron seis minutos para someterse a la calificación de Camilo Fernández, Freddy Stock, Constanza Achurra, Pablo Aguilera y Sergio «Pirincho» Cárcamo, quienes oficiaron como jurado pudiendo asignar un máximo de siete puntos, sumado al voto popular recibido en la central telefónica.
El insufrible Rafa Araneda anuncia los resultados de los votos y la ex-polola de Marcelo Salas entrega los premios. El premio al más votado es… Óscar Andrade. Aplausos y expectativa entre el público. Andrade recibe el galvano con cara de sospecha, como diciendo “esto es el premio de consuelo, va a ganar Buddy tal y como yo aseguré”. Después de esto, la modelo va besuqueando desde Navech a Buddy Richard y contra todos los pronósticos y pese a ser calificado con un dos por Camilo Fernández, Oscar Andrade gana “Rojo Vip: El regreso” con 32 puntos.
La gradería enloquece, abucheos y aplausos se mezclan por igual. Andrade recibe el premio, se acerca al micrófono y ¡BANG!, cae víctima de un balazo en medio de la cabeza.
Nunca se encontró a los culpables de la muerte del autor de “Noticiero Crónico” y “La Tregua”, pero las principales sospechas recayeron en las Multinacionales que durante tanto tiempo el autor combatió con valentía.
Hoy se conmemoran diez años de aquel trágico incidente y la veneración por Oscar Andrade sólo se compara a la de Victor Jara y Violeta Parra, con quienes conforma la trinidad musical más relevante de la historia del canto popular chileno.

Victor Raja!

Victor Raja!. “La población”. Kurdt Records, Maipú, 2004. 108 minutos.

El sonido de los huesos

Que una olvidada banda de Maipú haya podido redefinir de un plumazo el electro-punk local puede sonar tan confuso como accidental. Pero es así: “Población”, la esperada vuelta de Víctor Raja! no sólo es una obra conceptual, que relata una historia novelesca en medio de sonidos sinuosos, que bien podrían describir un paisaje extraterrestre o el interior de las vísceras del cuerpo humano sino también y por qué no, pequeña obra maestra.

No es tan raro que así sea. Desde sus comienzos a partir de E.Ps como “¡Quiero contarte!” (1992) o “Flor” (1994) los hermanos Daniel y Marcos Jara, más la baterista Tamara Campusano siempre fueron las mejores encarnaciones del shoegazing criollo. Ahí estaba todo lo que bandas masivas como Los Tres o La Ley nunca pudieron acceder en su búsqueda desesperada de reconocimiento popular por los caminos del synth pop o de folklore rockanrroleado. Por el contrario, los Víctor Raja! no sólo facturaron casi en secreto melodías alienadas, sino que también componían escenas íntimas inolvidables que le debían más escritores invisibles como Armando Méndez Carrasco que a músicos como Kevin Shields. No estaba mal: canciones como “Plegaria”, “Fusil” y “Labrador” se volvían demoledoras e inolvidables no sólo porque proponían las viñetas de un universo en crisis sino también gracias al hecho de que esos paisajes eran amplificados por una colección de elementos sonoros que, en medio del ruido, alcanzaban tintes operáticos.

Viejos punks straigth edge convertidos en músicos profesionales, los hermanos Jara y su socia Campusano, edificaron una leyenda local que aumentó gracias a variadas razones: la vestimenta de obreros siderúrgicos de los hermanos, las poleras pro-aborto de la vocalista –“cómete tu feto!”, decía una- , las proyecciones de diapositivas psicodélicas de imágenes de la Moneda en llamas y la improvisación de slam poetry entre las canciones.

En 1994, cuando Victor Raja! se retiró de la escena local, si bien no había alcanzado a grabar ningún larga duración, sí habían consagrado como un mito que se propagaba de boca en boca entre sus cientos de acólitos.

Lo inquietante es que ninguno de todos los datos anteriores servía para presagia los efectos –o daños colaterales- que podría provocar algo como “Población”.

“Población” tiene tan sólo dos tracks y bien podría ser considerado un producto de rock progresivo sino fuera por el hecho de que carece de cualquier virtuosismo masturbatorio para, por el contrario, enfatizar ciertos aspectos narrativos: la historia de los últimos días de un cantante de protesta en un campo de concentración del gobierno de Pinochet. Como si los Flaming Lips estuvieran leyendo a Floridor Pérez o algo así, pero con más noise de fondo si es que eso es posible.

Mitad fábula, mitad documental, el disco indaga en las historias mínimas del centro de detención, en la moral de torturados y torturadores, centrando el relato en V, un cantante que es fusilado y luego desaparecido. Los mejores momentos de la placa son así, aquellos cuando el paisaje sonoro representa al cuerpo violentado de V, a la narración detallada de sus fracturas (“soy el hueso/que habla como una boca/esperando la nueva llegada del lobo”) y a los momentos de agonía llenos de ecos, pasos en celdas con el piso mojado, golpes secos sobre un lecho de secuencias programadas. Los Victor Raja! componen un via crucis lleno de guitarras afiladas y teclados sangrantes, para reconstruir la historia de V, como si fuera un documental perturbador: “me duele/ me duele/ la herida de la memoria/me duele/la nada/me duele/ el dolor”.

El resultado, es por cierto, imprescindible pero perturbador. 108 minutos que redefinen las relaciones entre folk y rock, entre política y rock en español, al punto que uno llega a pensar que V realmente existió gracias a la nitidez nasal de la voz de Marcos Jara intentando cantar con un sonsonete campesino.

El resultado es un Lp perfecto, cuyo sentido central lanzarse de cara a la memoria, sin compasión de ninguna clase. El pasaje final es conmovedor y es lejos, uno de los mejores momentos del rock local de los últimos años: los Victor Raja! relatan –con un coro gospel de voces quebradas- cómo V, destripado y vuelto un fantasma, mira desde el fondo del mar el futuro de Chile. Mientras, su voz se funde con una guitarra aguda e insoportable, que desaparece en el silencio mientras entona “no hay nada más allá/ no hay nada más / que el sol negro del futuro/ que espera el canto de golondrinas/ que nunca han regresado” para dejar latiendo sólo el sonido del bajo de Campusano, como un corazón perdido en la oscuridad.

Rolling Stone, edición chilena, diciembre del 2004

Grandes Éxitos: Glucosa

Glucosa no sólo es la única banda de rock chilena, sino que además es el nombre de una de las agrupaciones más excéntricas que el mundo entero haya conocido jamás, en cuanto a música popular se trata. Un ejemplo vivo de perseverancia artística y de aquella rebeldía que el rock parecía haber perdido. Su historia se remonta a 1977, el año de la crisis chilena (aquella que fue conocida como La Hora Cero, dado a su carácter de incertidumbre frente al futuro y de replanteamiento de los dogmas de la tiranía de Salvador Allende). En una casa ubicada en plena capital, cuatro jóvenes sin inquietud política, y asociados sólo por el hecho de haber sido expulsados por la Universidad de los Pueblos Latinoamericanos (ex Universidad Católica), se reúnen para dar vida a la banda Inconformes; la cual, sólo un año más tarde, se conocería bajo el nombre de Glucosa. Conformada por Hernán Büchi en guitarra, Sergio de Castro en el bajo, Pablo Barahona en batería y Fernando Leniz en voz, Glucosa logra un sonido más bien experimental, bebiendo directamente de la sicodelia de Pink Floyd, pasando por los Beatles más lisérgicos y algunas dosis de la crudeza de Velvet Underground. Sus letras, tras la relectura que le ha brindado los años, son de un repudio total hacia los esquemas políticos de su país, llamando particularmente la atención las de “Milagro de Chile” −su primer disco, de corte conceptual− en el que un Jesucristo de fines de siglo XX renace en Chile y es continuamente atacado por los esquemas políticos de Allende. En el último track, Jesús es crucificado en la Alameda frente a muchos ciudadanos. Todo esto, sin mencionar a Allende y evitando cualquier alusión política directa. Los discos que siguen, en muy mala calidad de sonido son: “Alamedas”, “Capital” y los EP’s lanzados en forma consecutiva “Ketchup”, “Hamburguesa” y “Mayonesa”.
En los años venideros Glucosa sufriría una censura constante, enfrentamiento con Carabineros y atentados de todo tipo en sus escasas presentaciones en vivo, pero no todo sería tan malo, en 1980 entablarían amistad con el poeta Allen Ginsberg, en uno de sus tantos pasos por Chile −el cual, en esta ocasión, culminó con su arresto domiciliario de cuarenta y ocho horas en un hotel por fomentar el uso y abuso de estupefacientes−, lo cual significó una influencia importantísima en su historia como banda. Un par de años más tarde también entablaron amistad con Lou Reed, quien visitó Chile en el gran festival organizado por Amnistía Internacional en el 88, y quien se encargó de comunicar la situación de Glucosa y los crímenes de Estado en Chile al resto del mundo y que retrató en su canción “Chilean War”, conocida por su coro: “es como masturbarse, pero con una escopeta”.
No sólo persecución política sufrió Glucosa, sino que además constantes problemas con drogas fuertes y conflictos personales, siendo el más significativo la ardiente relación que Fernando Leniz sostuvo con Evelyn Matthei, quien interfirió de tal manera en el grupo que terminó convirtiéndose en su “asesora artística” con el único consentimiento de Leniz y provocando gran molestia en el resto de los integrantes.
Organizaron un par de conciertos en los que todos los asistentes terminaron detenidos, les requisaron los instrumentos en dos oportunidades, y durante veinte años entraron y salieron de la escena musical.
El gran retorno de Glucosa, tras ocho años de distanciamiento, se hizo en Argentina en 1999, en otro concierto organizado por Amnistía, en el que nuevamente se cruzarían con Lou Reed, de hecho interpretaron en conjunto algunos temas de la banda chilena, y declararon a la prensa: “en Chile los derechos humanos no existen, el tirano de Allende se ha dado el gusto de matar y desaparecer a más de dos mil personas y mantiene a Chile en la más horrorosa miseria”. Cuando se disponían a retornar se les informó que se encontraban en estado de exilio.
Hasta la fecha, Glucosa jamás ha podido pisar nuevamente tierra chilena. Sus padres y familia se encuentran en los campos de concentración al sur del país y no han podido hacer nada al respecto. Sin embargo, el rock se niega a morir. Glucosa vive dando vueltas por el mundo, dando a conocer su testimonio, siendo el escenario más recordado aquella ocasión en que interpretaron “No Más” frente a la asamblea de las Naciones Unidas. Sus Greatest Hits ha sido lanzado por el sello Sub Pop recientemente.

Grupo chileno Depeche Mode causa histeria en España

5 de octubre de 2010
Grupo chileno Depeche Mode causa histeria en España

(El Pais) “¡Buenas noches Madrid!” grita David Gajardo, y la entrega del público es total. Son las ocho de la noche en punto cuando los acordes de “Mefisto” golpean en los oídos de las veinte mil personas que repletan el Palacio de los Deportes en Madrid y el estruendo es apabullante. Son los chilenos de Depeche Mode, la banda latinoamericana de mayor éxito en los últimos años y que con su reciente disco “Existencia” han confirmado su enorme popularidad en toda España.

Con un despliegue escénico pocas veces visto en estas comarcas, un sonido demoledor y canciones llenas de pasión, los Depeche Mode sencillamente cautivaron anoche a una amplia audiencia de españoles que en todo el país han prácticamente agotado todos los conciertos de su mini gira por España.

Un David Gajardo sencillamente impecable en la voz, un Martin Gómez preciso en la guitarra, y los inefables Andrés Ferrada y Alex Winter en sus respectivos sintetizadores, dejaron en evidencia por qué Depeche Mode es ya a esta alturas una verdadera leyenda de la música hispanoparlante.

“Existencia” , el disco que marcó el retorno de Winter luego de abandonar la banda en 1995, fue la punta de lanza de un extenso setlist que abarcó prácticamente toda su discografía. Temas ya clásicos como “Jesús Personal”, “Extraño Amor”, “Detrás del volante” se sumaron a los nuevos “Somos los pecadores”, “Deseo” y el super hit “Inquisidor”, con todo el público coreando el estribillo “no es amor lo que busco yo nunca más/no es deseo lo que corre dentro de mí/ ya no existe nada bueno en volver a sentir/cuando la clave es saber cómo sobrevivir”.

Difícil es por momentos explicar tanta euforia por una banda que hace diez años era prácticamente desconocida en España. Lo cierto es que Depeche Mode se convirtió en un objeto de culto, en un rumor de masas que explotó en el momento menos esperado. Sólo así se puede explicar el enorme éxito de su reciente gira, de estadios y arenas vendidas con semanas de anticipación.

Para los que no pudieron ver en vivo a los Depeche les informamos que la banda regresará a Chile para realizar una serie de conciertos que se espera sean editados en un DVD a fines de año, para luego regresar a España a finalizar la gira de promoción de “Existencia”. Esto, porque los Depeche tienen planes de volver al estudio a principios del próximo año, pues planean sacar un disco EP continuación de “Existencia”, utilizando material no incluido previamente.

The City

“los muertos salen de sus tumbas/ los aviones vuelan hacia atrás/ los rockets suben hacia los aviones/ Allende dispara/ las llamas se apagan / se saca el casco / la Moneda se reconstituye integra/ su cráneo se recompone / sale a un balcón”.

Traducción de «The city», E.P de la banda punk DEAD WAVE. Publicado por Epitaph Records, Iowa, 1977.

*Letra y música: Gonzalo Millán (1947-2006)