The Numan principle

por Sergio Alejandro Amira

Lo primero que escuché de Gary Numan fue su single Cars, una de esas canciones que había oído cientos de veces sin preocuparme de averiguar quien la interpretaba. Luego, durante mi estadía en Inglaterra a principios de los 1990’s entablé amistad con una chica que oficiaba de bibliotecaria y que era fan de Gary Numan y sólo entonces me enteré de la importancia que este sujeto tenía para la música “pop” y sus vínculos, además, con la ciencia ficción.

En la biblioteca de Lowestoft (cómo imagino en el resto de las bibliotecas del Reino Unido) no había sólo libros, sino también películas en formato VHS que iban desde El Acorazado Potemkin hasta Querida Encogí a los Niños y CDs que incluían desde Brahms hasta Sepultura. Los ingleses parecían entender muy bien el amplio abanico de géneros musicales, literarios y artísticos que, en definitiva, componen la cultura y no dejaban nada fuera. Como imaginarán aquella biblioteca fue mi sitio predilecto durante los seis meses que pasaron antes de ingresar a la universidad y saqué toda clase de libros y CDs (pero no videos ya que no teníamos donde reproducirlos en casa).

En cierta ocasión y al no encontrar nada nuevo, decidí llevarme un álbum de Gary Numan (Pleasure Principle de 1979) lo que dio pie a que entablara una conversación más allá de las corteses formalidades con Trish (diminutivo de Patricia). La bibliotecaria me habló de lo fantástico que era Gary Numan, que ella había ido a uno de sus conciertos hacía muy poco, etc., etc. La verdad es que yo no le estaba prestando mucha atención a lo que Trish me decía sino al hecho que jamás hasta entonces había notado lo atractiva que era. ¿Es que a esas alturas ya estaba tomándoles el gusto a las pálidas féminas inglesas? Hechos posteriores demostrarían que sí, pero el presente artículo se supone versa sobre Gary Numan por lo que dejemos de lado mis particulares anécdotas (se me suele acusar de autoreferente y algo propenso a las divagaciones, guilty as charge).
El muy británico Gary Numan es uno de los “padres” de la música “pop” con sintetizadores y creó a fines de los 1970’s un mosaico sonoro con influencias provenientes de Kraftwerk, Brian Eno y David Bowie, mezcla que le otorgó dos álbumes Nº 1 y un devoto fanclub que hasta el día de hoy le rinde culto.
Como frontman de la banda Tubeway Army, Numan hizo su debut musical con los singles punks post-Sex Pistols That’s Not It y Bombers. Poco después abandonó la banda, enchufó su teclado electrónico y se apoderó del Nº 1 de los charts Británicos con el single Are Friends Electric? que con sus letras sobre androides y sonidos futuristas dio inicio al pop electrónico o “electropop”. Pleasure Principle, el álbum de 1979 que yo me llevé de la biblioteca produjo el famoso single Cars, que alcanzó el Nº 1 en el Reino Unido y logró posicionarse dentro del Top 10 norteamericano. Posteriormente Numan obtendría muchos otros hits adquiriendo el estatus de leyenda viviente del pop.

Tras mi regreso a Chile me olvidé de Gary Numan en especial por que cada vez que lo escuchaba me venía Trish a la memoria y todos los buenos momentos que pasamos juntos. Poco antes de mi partida de Inglaterra había estallado el fenómeno Nirvana y regresé a Chile convertido en todo un looser grunge. Puedo asegurarles que junto a mi amigote Marcel González fuimos los primeros grunges sino de Chile, al menos de la austral ciudad de Punta Arenas.

La moda grunge me duró hasta el mediados de 1993, cuando ya hasta las Multitiendas sacaban colecciones de ropa inspiradas en este movimiento. Mi atención hacia Gary Numan, sin embargo, no regresó hasta cuando en diciembre de 1996 adquirí el álbum Songs In The Key Of X, banda sonora de mi serie favorita de aquel tiempo: The X-Files (aunque de todas las canciones incluidas en el disco sólo escuché una en la serie).

Pues bien, en dicho álbum Foo Fighters, la banda del ex-Nirvana Dave Grohl, hizo un cover de Numan: Down in the Park (tema incluido originalmente en el disco Replicas de 1979). Al oír esta nueva versión me regresaron los deseos de escuchar a Gary Numan y poco después, con el advenimiento de Napster, comencé a recolectar todos los MP3s que pude dentro de los cuales hallé un cover de Cars por Fear Factory junto al mismísimo Numan y otro de Down in the Park a cargo de Marilyn Manson. Este último tema es de particular interés ya que Mr. Manson incluyó al comienzo un sampling de una de mis películas favoritas, El Príncipe de las Tinieblas (1987) de John Carpenter, donde actúa Alice Cooper quien también posee una canción cf llamada Clones (We’re all) del LP Flush the Fashion de 1979 (versionada por Smashing Pumkins para el álbum Bullet with Butterfly Wings de 1996).

El fragmento del filme utilizado por Manson corresponde a la transmisión que recibían los protagonistas desde el futuro mientras dormían: …you are receiving this broadcast as a dream. We are transmitting from the year 1999. You are receiving this broadcast in order to alter the events you are seeing. Este inquietante monólogo le venía como anillo al dedo a Down in the Park, uno de los temas a mi juicio más cf de Numan quien, sin embargo, desdeña su vínculo con el género que nos convoca en estas páginas.

En entrevista con electronicmusic.com, y ante la pregunta ¿Qué tanto ha influenciado la ciencia ficción la manera en que percibes el mundo?, Gary Numan responde: La ciencia ficción no tiene ninguna influencia en mi música, especialmente en las letras, y especialmente ahora. Siendo honesto sólo he escrito un puñado de canciones que están remotamente conectadas a la ciencia ficción y eso fue hace 20 años atrás. El ábum Réplicas, o partes de él; una o dos cosas en The Pleasure Principle y otro tanto en Telekon. Diría que unas 15 o 20 canciones de un total de 300 que he compuesto hasta ahora tienen algo que ver con la ciencia ficción. Creo que por el hecho que adquirí notoriedad con la música electrónica, algo nuevo hace 20 años, y específicamente con la canción Are Friends Electric? (que inauguró mi carrera en el Reino Unido de cualquier forma) que me etiquetaron como Sci Fi, algo que ha permanecido incluso después de mi evolución hacia otras cosas. Pero debo agregar que amo la tecnología. Disfruto de las películas de ciencia ficción y de las series de TV pero honestamente la cf no es una influencia en mi música o la forma en que veo el mundo.

Y esa es la posición que tiene, al menos hoy en día, Gary Numan. Entiendo muy bien su alegato contra la etiqueta de músico “Sci-Fi”, recuerdo mi época de estudiante cuando siempre me decían que mis cuadros parecían tener influencias de los cómics, algo que yo no creía cierto y que incluso llegó a molestarme profundamente. Puede que existiera un influjo superficial del Noveno Arte en mi pintura, pero era sólo eso: superficial. Nada digno de ser puesto en primer plano hasta definir mi obra como hereditaria del cómic, de la misma forma que las influencias de la ciencia ficción en Gary Numan no son tantas como para definirlo como el músico que dio cuerpo sonoro a este género que, de acuerdo a Pablo Castro, siempre será literario, por fundación, desarrollo y futuro.
Aún así no puede negarse que canciones como Down in the Park son cien por ciento cf. Analicemos algunos fragmentos de la letra: …en el parque con un amigo llamado Cinco. ¿Quién puede llamarse Cinco a menos que sea un robot? Johnny Five de las películas Cortocircuito I & II acude a mi mente, también R2D2 y C-3PO, por supuesto. Tenemos también la frase: …puedes ver a los humanos tratando de escapar, que sólo podría proferir un no-humano, y no somos amantes, no somos románticos, estamos aquí para servirle, que refuerza la idea que quien canta es un robot (también hay alusiones a una máquina-violadora, similar al orgasmatrón de Barbarella, supongo).

Un par de cosas que me gustaría comentarles sobre Gary Numan antes de finalizar este artículo. La primera es que Numan es piloto de aviones, lo que se denomina “air display pilot”. Vuela aeroplanos de combate de la Segunda Guerra Mundial en exhibiciones acrobáticas aéreas por toda Europa. La segunda es que NuWorld, el sitio en la Web de Numan, ha sido confeccionado por él mismo, razón por la cual no es actualizado muy frecuentemente pero como él mismo dice: tiene cierta gracia que la gente que visita el sitio sepa que cada palabra, imagen, logo y botón ha sido creado y codificado por mí. Hasta donde tengo noticias Gary Numan es el único músico más o menos reconocido del mundo avocado a estas dos actividades de forma profesional y competente.

El último álbum con canciones inéditas de Numan fue Pure de octubre del 2000. Luego de eso se han editado varios LPs en vivo, recopilaciones y remixes siendo el último de estos Resonator (2002-2003).

por Sergio Alejandro Amira

El último hijo de Kryptón

por Sergio Alejandro Amira

¿Quién no conoce a Superman? Bueno, deben existir una o dos personas pero podríamos asegurar que Sups es, no sólo el superhéroe más popular, sino uno de los tres personajes de ficción más conocidos en el mundo entero (los otros dos son Mickey Mouse y Sherlock Holmes, según me informan).

La primera película que vi, a la edad de 5 o 6 años, fue justamente la de Superman y fue a través de este medio y no el de los cómics que mi generación supo de la existencia de este personaje. Recuerdo que sólo tras el estreno de la segunda película de Superman comencé a leer sus cómics, ¿antes de eso no llegaban a Chile? Es muy probable.

Superman II fue mejor aún que la primera ya que incluía al General Zod y sus secuaces. Ningún superhéroe está realmente completo sin un supervillano y Lex Luthor por más brillante que fuese no calificaba en esta categoría. El superhéroe es un personaje de acción y lo suyo siempre serán las peleas cuerpo a cuerpo como fue magistralmente escenificado cuando Superman y sus enemigos destrozaban Metropolis arrojándose contra los edificios y lanzándose buses por la cabeza.

Como ya he apuntado en el texto Andrade contra los superhéroes (Calabozo del Androide #4), el superhéroe cómo lo conocemos es un invento de los norteamericanos. Pero en un nivel más profundo, no es otra cosa sino una reactualización de los mitos y los grandes héroes que han existido desde siempre. Dentro de los mitos estructurados en torno a Superman, por ejemplo tenemos el del paraíso perdido, el destierro del héroe y la supervivencia tras el cataclismo. La cámara matriz o cápsula en la que Superman viaja por el espacio hasta estrellarse en la Tierra no es otra cosa sino la frágil canasta de Moisés, siendo el abandono de un niño por otro lado, un cliché mítico que anticipa la relevancia que este ha de adquirir y que es tema reincidente en varios de los relatos sobre personajes célebres como Ciro, Dioniso, Edipo, Perseo, Rómulo y Remo, el mismo Moisés, y hasta Gokú de Dragonball Z.
Estas coincidencias no son para nada sorprendentes. En su libro The Hero With a Thousand Faces (1949), Joseph Campbell propone la existencia de un círculo compuesto por una serie de eventos que reunidos forman la base de todas las estructuras mitológicas: el patrón monomítico. Superman (y todos los superhéroes que le siguieron) se inserta dentro de este patrón y en ese sentido su existencia es mucho más profunda que la de un simple divertimento para adolescentes inmaduros.

No soy un fan de Superman y fuera de las dos primeras películas no me volvió a interesar si no hasta su “muerte” a manos de Doomsday. La saga El reino de los supermanes (distribuida por editorial Vid en Chile en 1995) me atrapó por completo pero tras el regreso del Superman real perdí todo interés y volví a invertir mi dinero en cómics de los X-Men. Pese a no ser uno de sus fans más acérrimos, respeto a Superman (“el que fue primero” como le llaman en ese notable cómic de Spawn a cargo de Dave Sim) y creo que merece que se le dediquen unas líneas en TauZero. Si ustedes comparten esta idea, les invito a que sigan leyendo.

El origen de Superman

Jerome “Jerry” Siegel, nació en Cleveland, Ohio, el 17 de octubre de 1914 y era un ávido lector de ciencia ficción, a los 17 años conoció al dibujante canadiense Joe Shuster, nacido en Toronto, el 10 de julio 10 de 1914. A principios de 1932, la recien formada dupla creativa publica una revista mimeografiada de ciencia ficciónbajo el titulo de “Science Fiction”, que contó con seis números. En la tercera entrega de su revista Siegel y Shuster plasman la historia seminal que dará origen a Superman y al género de superhéroes, esta historia se tituló Reign of the Superman y narraba las fechorías de un villano superpoderoso proveniente del espacio exterior.

Durante los años siguientes Siegel y Shuster continúan colaborando y su objetivo es lograr vender un cómic strip similar a Buck Rogers a los periódicos. Durante este tiempo el concepto original de Superman evolucionó de un genio malvado a un héroe con superpoderes. Tanto Siegel como Shuster eran ávidos lectores de los pulps de su época por lo que no es de extrañarse que mantuvieran la identidad de Superman en secreto mediante la utilización de un alter ego a la usanza de personajes pulps como the Shadow, the Spider y the Whisperer. De hecho, pese a que Siegel afirmara que el nombre de Clark Kent fue inspirado por Clark Gable, este parece haber sido tomado de dos de los más populares héroes pulp de los 1930s: Calrk Savage Jr. (Doc Savage, “el hombre de bronce”) y Kent Allard (The Shadow).

Siegel y Shuster intentaron si éxito vender su cómic a todos los periódicos hasta que Donnefeld y Liebowitz decidieron en 1938 crear un nuevo cómic book llamado Action Comics, y publicar la historia de Superman. Siegel y Shuster adaptaron las tiras al formato del cómic book y ampliaron una de las viñetas para la ya clásica portada. Supuestamente a Donnefled no le pareció buena idea poner a un tipo levantando un automóvil sobre su cabeza en una portada, pero Liebowitz lo convenció de que esto atraería la atención de los lectores. Action Comics #1 fue un enorme éxito, vendió todo su tiraje de 200,000 copias e inyectó nuevos bríos a la incipiente industria del cómic. El resto ya es historia. En 1939 Donnenfeld y Liebowitz decidieron darle a Superman su propio cómic y así se publicó en el verano de 1939 Superman #1, que se vendió aún mejor que Action Comics. El éxito de Superman provocó una avalancha de competidores intentando repetir o recrear la formula y en un par de años docenas de cómics protagonizados por “superhéroes” repletaban el mercado. La Edad de Oro de los cómics había nacido.

Cabe señalar que si bien Siegel y Shuster se basaron para el personaje de Superman primeramente en Hércules y Sansón, parecen luego haberse apropiado de elementos de la novela Gladiador (1930), de Phillip Wylie. De hecho las semejanzas entre Superman y Hugo Danner, el protagonista de la novela de Wylie, hasta hacen pensar que la joven dupla simplemente plagió el concepto.

Gladiador: el primer superhombre

Gladiator, la primera novela publicada por Phillip Wylie, es un comentario social sobre como un superhombre podrías desarrollarse y encajar (o no encajar) en un mundo de humanos normales. Hugo Danner, el superhombre en cuestión, es el resultado de los experimentos de su padre, un genio en química que, sin revelar sus verdaderas intenciones, inyecta a su fanaticamente religiosa esposa con un suero que producirá un super-niño, un hombre invulnerable.

La descripción del bebé en esta novela es muy similar al del pequeño Kal-El: Un bebé atractivo y viri, nacido con cierta cantidad de cabello negro –cabello tan oscuro que aparenta ser casi azul. Los poderes del infante quedan inmediatamente en manifiesto y a la semana de nacido ya es más fuerte que un humano adulto, por lo que sus padres deben encerrarlo en un corral con barrotes de acero. Al igual que Superman, Hugo es instruido a ocultar su enorme fuerza de los demás. A la edad de diez años, Hugo redescrubre sus reprimidos poderes y encuentra particular goce saltar por sobre un edifico y correr como una locomotora. Al consultar con su padre el origen de estas extraordinarias habilidades obtiene como respuesta lo siguiente: El suero alteó la estructura de tus huesos, músculos, sistema nervioso y sangre. Hizo que tu cuerpo fuera muy distinto a la débil fibra de la gente ordinaria… ¿Alguna vez viste una hormiga acarrear un objeto mucho más pesado que ella? ¿O un grillo saltar hasta cincuenta veces su tamaño? Los insectos tienen mejores músculos y nervios que nosotros. Yo mejoré tu cuerpo hasta hacerlo relativamente así de fuerte. ¿Puedes entender esto?

El joven Hugo contesta afirmativamente, y agrega: Soy como un hombre hecho de hierro en vez de carne. Exactamente, replica el padre de Hugo para luego explayarse en como la gente le temerá si descubren sus poderes, que tiene que ser bueno y que tiene que poner su fuerza al servicio de una causa noble, etc., etc.

A diferencia de Clark Kent, sin embargo, Hugo Danner no hace de su vida una constante lucha por “la verdad, la justicia y libertad”. En la universidad usa sus habilidades para convertirse en una estrella del football, luego trabaja como hombre fuerte en un espectáculo circense en Coney Island. Hugo luego se alista en la Legión Extranjera Francesa durante la Primera Guerra Mundial dejando un reguero de sangre a su paso. Después de la guerra Hugo se dedica al trabajo minero y no es sino hasta muchos años después, en el lecho de muerte de su padre, que promete convertirse en un “agente invisible del bien”, un “super-reportero”. Pero después de semanas luchando contra la corrupción en Washington DC, donde el lugar dejado por un político sucio es ocupado inmediatamente por dos más, Hugo se decepciona y sus planes idealísticos se ven frustrados. En un arranque de ira, Hugo le exige a Dios le envíe una señal y del cielo cae un rayo y lo mata.

El superhombre de Nietszche

La pregunta esencial con respecto a Superman parece obvia pero es de vital importancia para establecer la verdadera dimensión del personaje: ¿es Superman un superhombre en el sentido nietszcheniano? De buenas a primeras podríamos toparnos con un infranqueable “pero”. Superman es kryptoniano por lo tanto, analizarlo a la luz de un concepto ligado netamente al ser humano sería tan ridículo como preguntarse si puede darse el superhombre en otras especies animales. Lo cierto es que Superman “nació” en el planeta Tierra y fue criado por una familia humana. Superman fuera de su capacidad de cargarse de energía solar y las super habilidades derivadas de este proceso, es idéntico en apariencia física al Homo Sapiens, cosa que Larry Niven en su hilarante artículo Hombre de acero, mujer de kleenex, atribuye a una evolución paralela de la misma manera en que los marsupiales de Australia se parecen a sus contrapartes mamíferas, pero no nos engañemos, Superman definitivamente no es humano por lo que no podría postular a la categoría de superhombre en el sentido que da Nietzche. ¿Pero cual es este sentido? Hagamos un poco de historia.
Walter A. Kauffmann, en su libro Nietzsche: Philosopher, Phychologist, Antichrist, propone que el bigotudo filósofo no habría acuñado el término Übermensch (superhombre). Puede encontrarse hyperanthropos en los escritos de Luciano, en el siglo II después de J. C. (en Kataplous, 16) –y Nietzsche, en su calidad de filósofo clásico, había estudiado a Luciano e hizo frecuentes referencias a él en sus philologica–. En alemán, la palabra había sido usada por Heinrich Müller (Geistliche Er Quickunsgsstuden, 1664), por Herder, por Jean Paul y por Goethe, en un poema (Zueignung) y en Fausto (Parte I, verso 490), donde un espíritu manifiesta su desprecio por el atemorizado Fausto que lo ha conjurado y que lo llama Übermensch. Por tanto es característico que el joven Nietzche aplicara el término al Manfredo de Byron y que lo llamara un Übermensch que controla a los espíritus.

Puede que efectivamente Nietzsche no acuñara el término en cuestión pero es sin duda el responsable de hacerlo famoso ¿Pero que es lo que entiende Nietzsche por ‘superhombre’? Esta es una pregunta un tanto difícil de circunscribir y para serles franco es mucho más simple precisar lo que el superhombre no es en Nietzsche. Pues bien, primero que nada el superhombre no es el “gran hombre” en cuanto celebridad histórica (como Napoleón o Julio César), tampoco es un hombre biológica y evolutivamente superior a nosotros, no es héroe ni santo ni cualquiera de los tipos “idealistas” ya que estos tipos representan los valores que el superhombre ha derribado y superado. El superhombre no se caracteriza por ninguna creencia, ningún acto; se caracteriza únicamente por ser.
La definición de “que” es lo que es el superhombre se hace una tarea ardua porque el superhombre propiamente tal no existe (o para ser más precisos no existe aún). José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía de Bolsillo señala: El superhombre es anunciado por Zaratrusta como “el sentido de la tierra”. Ni los grandes ni los pequeños hombres que Zaratrusta ha visto son superhombres; ambos son “demasiado humanos”. Parece, pues, que el superhombre sea para Nietzsche un “ideal”. Y en alguna medida lo es, en cuanto que es “cosa del futuro”. Pero se trata de un ideal distinto de todos los ideales, porque consiste en ser “el ser más real de todos”. El superhombre es respecto al hombre lo que éste es respecto al mono; el superhombre es el otro cabo de la cuerda sobre la cual anda, como un funámbulo, el hombre. El superhombre es, pues, algo que, por decirlo así, “tira del hombre”. El superhombre es todo lo contrario de la mediocridad, de la conformidad a lo establecido, porque aspira a erigir una nueva tabla de valores.

De acuerdo a Kaufmann (op. cit) el superhombre nietzcheano es el “hombre dionisiaco” en el sentido de hombre que se ha disciplinado a sí mismo en tanto que esta disciplina es una consecuencia de la suprema libertad. La idea niestzcheana de superhombre es la idea de algo que “culmina” pero no como un final, sino como el gozne del eterno retorno.

Recientemente, en un artículo publicado en el periódico Página 12 bajo el titulo Superman y Übermensch, José Pablo Feinmann aborda la relación entre el superhombre de Nietzsche y el de Siegel y Shuster, en sus palabras …uno de los enfrentamientos político-culturales más complejos, más fascinantes del siglo XX. Feinmann hace notar como en publicaciones recientes se está optando por traducir übermensch no como “superhombre” sino como “transhombre”. Según Feinmann esto se debería a que el superhombre que se ha impuesto en la historia y hasta en la cultura de masas de la humanidad no es el de Nietzsche sino el de Siegel y Shuster, quienes adosaron a su creación todo el peso de la cultura pop, de los cómics, de los pulps del ‘30, de esa cultura “baja” que los traductores de Nietzsche escasamente toleran o, al menos, no desean mezclar con las desmesuras filosóficas del creador de Más allá del bien y del mal.

Según Feinmann “transhombre” suena mejor que “superhombre” para la “alta” cultura. Si uno, además, dice “transhombre”, tal vez su interlocutor piense en Nietzsche o –¡por lo menos!– no pensará (como necesariamente lo hace desde décadas) en la criatura de Siegel y Shuster. En lo que a mi respecta sigo prefiriendo el término superhombre ya que por lo menos no me hace pensar en un transexual cada vez que lo escucho.

En un comienzo dijimos que Superman no puede ser un superhombre en el sentido nietszcheniano debido a que no es un hombre propiamente tal aunque lo parezca, no es humano. Pero aún más importante, no puede serlo porque Superman llega a la Tierra para “hacer el bien” y cómo señala Feinmann el “bien” para el Übermensch, es “basura cristiana” (sic).

La pseudociencia de Superman

A diferencia de personajes como el Capitán Marvel (mejor conocido como Shazam) o El Espectro, Superman desde un principio estuvo fuertemente atado a la ciencia ficción de los pulps y se empleó a la ciencia, por más pueril e inexacta que fuera, para justificar sus sorprendentes poderes que originalmente no eran tan espectaculares (ni siquiera podía volar). Con el paso del tiempo, sin embargo, y a medida que los desafíos a los que se enfrentaba fueron creciendo, asimismo fueron aumentando sus superhabilidades hasta que para 1960 ya nada parecía poder derrotarlo. Esto provocó que su historia fuera reescrita a mediado de los 1980s incluyendo grandes cambios como no matar a sus padres adoptivos, eliminar su estúpida etapa de Superboy y disminuir ostensiblemente sus poderes e invulnerabilidad.

En Action Comics #1 se nos dice que Superman puede saltar un octavo de milla; brincar por sobre un edificio de veinte pisos… levantar tremendos pesos… correr más rápido que un tren expreso… ¡y ni siquiera una bala puede penetrar su piel!. ¿La explicación de sus creadores para estos asombrosos poderes? Superman proviene de una cultura biológicamente más avanzada que la nuestra, lo que por extrapolación implicaría que nosotros seriamos más fuertes que nuestros ancestros homínidos cuando hasta un orangután adulto es más fuerte que un hombre promedio. Pero es que no tenemos en cuenta que mientras a nosotros nos separan solo unos pocos miles de años del Neandertal o el Cro-Magnon, la raza de Superman nos superan en ¡millones de años!

Para la publicación de Superman #1 Siegel y Shuster se encargaron de aclarar más el asunto del origen de los superpoderes de Sups: Superman llegó a la Tierra proveniente del planeta Kryptón, cuyos habitantes han evolucionado, luego de millones de años, hasta alcanzar la perfección física. El tamaño más reducido de nuestro planeta, con una menor gravedad, permite a los tremendos músculos de Superman ¡realizar milagrosas demostraciones de fuerza!

Ambos conceptos entregados para justificar los poderes de Superman eran ciencia ficción pulpesca en estado puro y los lectores de aquella época no deben haber cuestionado estas aseveraciones. ¿Una raza millones de veces más evolucionada que la nuestra que terminó viéndose igual a nosotros? ¿Perfección física en una anatomía idéntica externamente a la nuestra? ¿Un planeta más grande y con mayor gravedad? ¡Andaaaá!

Por supuesto que cuando aplicamos un pensamiento científico a un personaje de cómic como Superman prácticamente todo lo que este hace parece imposible por no decir ridículo. Levantar un automóvil por sobre su cabeza puede parecer plausible para el lector poco informado que no se preguntará, como menciona Carlos Andrade Gubbins, como es que el suelo bajo los pies de Sups no se resquebraja, o como es que el vehículo no se despedaza cuando Superman lo sacude para arrojar fuera a los criminales. De cualquier forma y aunque parezca un ejercicio inútil, no deja de ser entretenido buscar justificaciones científicas para lo injustificable. Tomemos el caso de la gravedad superior. ¿De que tamaño era exactamente Kryptón? Esto revelado en Action Comics #14: Superman proviene de un planeta extinto, el planeta Kryptón. El tamaño similar a Júpiter de Kryptón y su sol rojo mantenían a la raza kriptoniana débil, mientras que en la Tierra el último hijo de Kryptón ¡es el más poderoso de todos!

El hecho que Superman pueda sobrevivir en la Tierra demuestra que Kryptón era muy parecido a nuestro planeta, con un clima y atmósfera similares y probablemente compuesto en su mayoría de roca y agua, con un núcleo de metal fundido. De esto podemos deducir entonces que Kryptón debía ser un planeta muy pesado si tomamos en cuenta su jovianas proporciones. Como todos sabemos Júpiter está compuesto casi totalmente de gas, con sólo un pequeño núcleo de roca en su centro. Por lo tanto, pese a que Júpiter es 1321 veces más grande que la Tierra, sólo pesa 318 veces más. Kryptón en cambio, que en vez de gas estaría compuesto de agua y rocas, pesaría 1321 veces más que la Tierra. La gravedad de nuestro planeta es de 9.8 metros/seg2, pues bien, de acuerdo a los cálculos proporcionados por nuestro estimado amigo Julio Oliva (ver anexo), la gravedad en Kriptón sería 111 veces más fuerte que en la Tierra y como indica Guy Consolmagno, un planeta con incluso 50 veces la gravedad de la Tierra es esencialmente imposible de construir, dadas las condiciones físicas de la materia sólida como la entendemos.

No sólo las leyes de la física impiden la existencia de Kryptón, sino a eventuales organismos vivos que lo habiten. Superman debería poseer huesos y músculos mil veces más fuertes que los nuestros para sobrevivir en su planeta natal y no existe material alguno capaz de crear estructuras óseas o musculares o incluso órganos internos necesarios para soportar la vida en esas condiciones tal y como la conocemos. Lo que es más, en un planeta como Kryptón para que un cohete como el de Superman pudiera despegar, tendría que hacerlo a tal velocidad que ninguna reacción química (que es con lo que funcionan los cohetes) podría producir semejante energía.

¿Dónde exactamente estaba Kryptón? Pues no precisamente a la vuelta de la esquina como pareciera sino a ¡tres millones de años luz de la Tierra! (según Superman #12). Esta distancia es realmente gigantesca tomando en consideración que nuestra galaxia tiene tan sólo 100.000 años luz de diámetro, Sups por lo tanto no es sólo extraterrestre, ¡sino extragaláctico! Cómo fue que su padre se las arregló para localizar nuestro planeta es todo un misterio, ¡bah! Verdad que fue a través de un telecopio, pero si Kryptón está a tres millones de años luz Jor-El tendría que haber contemplado la Tierra de hace tres millones de años atrás y no ver una instantánea de fines de los años 1930s (sobre este punto recomiendo leer Las Cosmicómicas de Italo Calvino).

En 1960 la explicación de los poderes de Superman se modificó para incluir además su habilidad de cargarse de energía solar proveniente de un sol amarillo en vez de uno rojo como era el astro en torno al cual giraba su planeta. Pero la luz es luz y la proveniente de un sol rojo sólo poseería una menor incidencia de frecuencias altas y algo más de luz infrarroja y eso sería todo, no existen características tan grandes como para diferenciar la una de la otra, menos aún para justificar la existencia de superpoderes.

Actualizando el mito

Para mediados de los 1980s el “Hombre de acero” ya estaba algo oxidado tras casi 50 años de aventuras. Las ventas de sus títulos habían bajado drásticamente y los mandamases de DC consideraron urgente el revitalizar a su personaje insigne sometiéndolo a una “cirugía cosmética” que lo librara de todo lo que se había vuelto intolerablemente absurdo para los nuevos lectores de cómics (bueno, prácticamente todo menos el asunto de las gafas, claro). Dicha tarea quedó en manos de John Byrne, reputado guionista y dibujante de títulos como The Uncanny X-Men y The Fantastic Four, muy del gusto tanto de críticos como de los fans.
Byrne comenzó por confeccionar una lista de las cosas que deseaba cambiar del personaje la cual denominó “demandas razonables” y el equipo de ejecutivos a cargo de las nuevas ideas para mejorar a Superman estuvo de acuerdo con gran parte de ellas. Estos son algunos de los cambios más significativos:
Los padres de Superman están vivos. En la versión antigua ambos habían muerto siendo Clark aún un adolescente; Byrne decidió que Sups necesitaba del apoyo de una familia para lidiar con su naturaleza “superheroica”.

Clark Kent no sería más un reportero “amanerado”; tendría una personalidad más asertiva, acudiría a un gimnasio para explicar su contextura atlética e incluso usaría una cola de caballo durante un tiempo (algo muy de moda a principios de los 1990’s, ¡hasta yo usé una!).

Lois Lane sería mucho más autónoma, una mujer “de carrera” menos interesada en descubrir la identidad secreta de Sups y capaz de cuidarse así misma.
El villano Lex Luthor fue transformado del científico loco que dominó gran parte de la cf temprana en un despiadado hombre de negocios que bajo al apariencia de un hombre respetable contrataba a otros para hacer su trabajo sucio.

La ridícula etapa de Superboy fue borrada y Byrne estableció que Clark Kent viste su característico traje por primera vez siendo ya un “adulto joven” de 25 años. Byrne además deja en claro que Superman “nació” en la Tierra ya que su padre, Jor-El no había enviado un bebé en la cápsula sino sólo el material genético.

Byrne, además, eliminó las variadas formas de krytonita, los alter-egos superheroicos de Jimmy Olsen, Krypto el Superperro, la Fortaleza de la Soledad, y a varios personajes secundarios molestos (aunque estos elementos serían utilizados eventualmente de una u otra forma).

Con todos estos cambios incluidos debutó la mini-serie de 6 tomos titulada The Man of Steel (primer nº, junio 1986) llamada a convertirse en un hito en la historia del cómic de superhéroes. Nada, sin embargo, llamó tanto la atención del público no especializado como la “muerte” de Superman, uno de los pocos sucesos acontecidos en las páginas de un cómic que ha logrado convertirse en una noticia de escala global.

Tras el remozamiento efectuado por Byrne, Superman llegó a protagonizar cuatro títulos diferentes a principios de los 1990s: Superman, The Adventures of Superman, Action Comics y Superman: The Man of Steel (un quinto titulo, Superman: The Man of Tomorrow, sería agregado en 1995). Los cuatro títulos estaban interconectados lo que significaba que los seguidores de Superman debían comprarlos todos si es que querían seguir las historias. Pero DC decidió no dormirse en los laureles y por fin se decidieron a matar al redivivo Superhéroe, tarea que quedaría relegada a un misterioso nuevo villano bautizado “Doomsday”, una criatura incapaz de razonamiento que tras sembrar la destrucción a través de los Estados Unidos, además de derrotar a toda la Liga de la Justicia, llega a Metropolis donde finalmente es confrontado por Superman. Ambos combaten a muerte y terminan como es lógico, bien muertos.

Este desenlace no nos sorprendió mucho a los aficionados al cómic, largamente acostumbrados a la muerte y resurrección de nuestros personajes favoritos, pero la gente menos familiarizada con el Noveno Arte pensó que la cosa iba en serio y periódicos, revistas y noticieros de TV informaron al público sobre la muerte de Superman como si se tratara de una persona real. Con tanta difusión Superman #75 se convirtió en uno de los cómics más vendidos del siglo XX. La ausencia del personaje principal no significó por supuesto que dejaran de publicarse los títulos que protagonizaba y durante los meses subsiguientes, que nos mostraban a los familiares y amigos de Superman lamentando la perdida, se descubre que el cuerpo del héroe ha desparecido del mausoleo que lo cobijaba. Acrecentando aún más el misterio cuatro nuevos personajes hacen su aparición en Metropolis aduciendo ser la nueva encarnación de Superman: un adolescente con los poderes de Sups; un Afro-Americano provisto de una armadura tipo Iron-Man; un sujeto idéntico a Superman pero carente de sus escrúpulos y un cyborg. Se dio inicio de esta forma a la más interesante de las sagas de Superman a mi juicio, el ya mencionado Reino de los supermanes que retomaba el título de la primera historia escrita por Siegel y Shuster cuando el concepto de su famoso personaje aún no maduraba del todo.

Como ya he dicho abandoné los títulos de Sups luego de esta saga y desde entonces le he perdido la pista. En lo que a los cómics se refiere, he sabido que finalmente se casó con Lois, que le cambiaron el traje y sus tradicionales poderes por ciertas habilidades electromagnéticas, que lo dividieron en dos (un Superman azul y otro rojo) y que lo han sometido a todas las variantes posibles los Elseworlds (un título que juega con las ucronías). Mención aparte merece Kingdome Come (1996) de Mark Waid y Alex Ross, una lectura altamente recomendable sobretodo para aquellos que no lean regularmente cómics, Rodrigo Mundaca Contreras puede dar fe de ello.

En cuanto a la presencia de Superman en otros medios pude enterarme de la existencia de un par de series basadas en él pero a juzgar por lo poco que vi estaban orientadas más bien a un público “femenino” por decirlo de alguna forma. También haciendo zapping últimamente me he encontrado con la serie Smallville que al parecer explota todo ese rollo del adolescente que descubre sus poderes, no la he visto más de 5 segundos. La verdad es que el Superman de esas series de televisión no es el verdadero Sups y el único lugar donde he podido contemplar una versión más o menos fiel ha sido en la Liga de la Justicia del Cartoon Network.

En lo relativo a una nueva versión fílmica no nos queda más que esperar. De cualquier forma será un gran desafío para el actor que decida vestir el traje de Superman igualar la interpretación de Christopher Reeves, recientemente condecorado por nuestro gobierno por el apoyo que brindó a los actores chilenos amenazados de muerte durante los años 1980s.

Anexo

Cálculo de aceleración de gravedad disponible en la versión pdf de TauZero #6.

El Mutante como Mecanismo Argumental

por Sergio Alejandro Amira

Si la ciencia ficción es, como creo, una literatura de cambios, de infinitas posibilidades, el mutante es la quintaesencia del género al centrar tales cambios en el interior de cada uno de nosotros, en el propio plasma germinal humano.
–Robert Silverberg–

A la hora de referirse a este tema es imperioso contar con ciertas definiciones. En lo que al origen de los términos “mutación” y “mutante” se refiere, ambos se derivan del latín “mutare” (cambiar) y fueron acuñados por el genetista y botánico holandés Hugo de Vries a fines del siglo XIX.
Si un mutante es un sujeto que ha sufrido una mutación pues debemos contar con una definición científica de este proceso. Como soy un lego en la materia, me remito a la información que he encontrado en los Hipertextos del Área de Biología de la Universidad del Nordeste, Argentina, que me han parecido suficientemente confiables y que señalan lo siguiente:
Las mutaciones pueden ser cambios puntuales que cambien un solo nucleótido por otro, pueden implicar una deleción, duplicación o transposición de una porción de ADN o ser tan drásticos como cambios en el número de cromosomas. Que la mutación sea buena, neutral o dañina, depende de como afecte a la supervivencia del individuo y su éxito reproductivo, también depende del ambiente y como éste puede cambiar. Con respecto a la velocidad de mutación, ésta varía mucho entre las especies e incluso entre los genes de un individuo.
¿Y cual es la causa de las mutaciones? De acuerdo a Robert Silverberg en su introducción a la novela Tiempo de mutantes …las mutaciones son causadas por cambios químicos en el núcleo, alteraciones de la temperatura o rayos cósmicos que alcanzan al gen; también pueden ser producidas artificialmente sometiendo el núcleo a la acción de los rayos X, la luz ultravioleta y otras radiaciones duras.
Ahora bien, según La página de la Evolución Biológica (http://www.evolucion-biologica.cjb.net), en líneas generales los tipos de mutaciones se dividen en mutaciones génicas y mutaciones cromosómicas. Las mutaciones génicas ocurren cuando una secuencia de nucleótidos es alterada mientras que las cromosómicas afectan al número de cromosomas o a su estructura o configuración. Esta última clase de mutación es particularmente interesante (por lo menos para mí), sobretodo cuando aparecen genes duplicados y poliploidías (que puede dar origen a una nueva especie).
La película de quienes sean probablemente los mutantes mediáticos más famosos (los X-Men) nos informa que la mutación es la clave de nuestro proceso evolutivo, pero cabe señalar que los efectos en gran escala de una mutación se producen sólo cuando esta se combina con otros factores que alteren el conjunto de genes. Lamentablemente para los curiosos impacientes los procesos evolutivos son algo lentos y La tasa de mutaciones espontáneas baja. Tal y como nos informa La página de la Evolución Biológica, si bien es cierto que organismos con períodos muy cortos entre generaciones y ciclos haploides como los procariotas sólo pueden evolucionar rápidamente mediante mutaciones, …en la mayoría de los animales y vegetales, su condición diploide y sus ciclos de vida largos previenen que la mayoría de las mutaciones afecten de manera significativa a la variación de la población. Estos organismos dependen de la reproducción sexual para producir la variabilidad genética que hace posible la adaptación. Por lo tanto hemos de inferir que la evolución no depende exclusivamente de las mutaciones que surgen en cada generación, sino más bien de la acumulación de toda la variabilidad durante la evolución de las especies.
Como el presente artículo pretende ofrecer un acercamiento literario y no científico al tema del mutante sugiero a los interesados consultar cualquiera de las páginas citadas anteriormente o leer a Francisco J. Ayala (como me recomendaron a mí), que es una autoridad mundial en el tema.
Mutantes fundadores
El mutante como mecanismo argumental aparece tempranamente en la literatura con la publicación de The Telescopic Eye (1876) de W.H. Rodees y Un Autre Monde (1895) de J. H. Rosny, dos historias de niños con superpoderes (visión telescópica y visión extra-espectral respectivamente) pero no es sino hasta The Hampdenshire Wonder (1911) de J. D. Bereford, sin embargo, que las implicaciones sociológicas de un ser con habilidades superiores son plenamente abordadas.
La maravilla de Hampdenshire se llama Victor Stott y es un niño de cabeza enorme incapaz de hablar pero poseedor de una inteligencia prodigiosa y la habilidad de controlar a los demás con la mirada. En el mismo pueblo de Hampdenshire vive un sujeto con hidrocefalia de limitado intelecto pero inmune a los poderes coercitivos de Victor, quien a la larga será el causante de la muerte accidental por inmersión del mutante.
Una de las características que hace única a The Hampdenshire Wonder es que evita el sensacionalismo y la paranoia de textos posteriores tales como Jean Arlog, le Premier Surhomme (1921) de Georges Lebas, Gladiador (1930) de Philip Wylie –antecedente directo de Superman–, Juan Raro (1935) de Olaf Stapledon y Slan (1940) de A.E. Van Vogt.
Juan Raro es la historia de un mutante de extraordinarios poderes mentales que atormentado por la soledad usa sus habilidades para ganar grandes sumas de dinero y así dedicarse a la búsqueda de otros como él alrededor del mundo, estableciendo luego una colonia secreta en una isla de los Mares del Sur (los molestos lugareños son “coersionados” por los mutantes a cometer suicidio en masa). Una vez instalados los jóvenes mutantes organizan un Jardín del Edén tecnocrático eligiendo vivir rústicamente a pesar de poseer incluso energía atómica al ser capaces de abolir con sus poderes algunas fuerzas nucleares. Luego de esto los mutantes hicieron planes reproductivos, revisaron su posición relativa en el universo, alcanzaron una cuasi-Unidad trascendental llamada conciencia astronómica, abrazaron las mentalidades alienígenas que habitaban otros sistemas estelares y descubrieron que estaban condenados a muerte. Pese a los esfuerzos de camuflaje psíquico la isla es descubierta por un buque inglés, comienzan entonces las negociaciones entre homo sapiens y homo superior, mientras algunos países ven a la pequeña isla como una amenaza otras ambicionan sus logros. Finalmente las potencias mundiales deciden enviar asesinos para eliminar a los mutantes con tácticas de guerrilla. Estos, pese a contar con un haz de protones, deciden suicidarse ya que “no iba a haber paz hasta que domináramos el mundo”, lo que les hubiera tomado mucho tiempo, dejándolos “con el espíritu distorsionado.” Los mutantes reunidos enfocan sus poderes en su estación de energía atómica y hacen estallar la isla en una gigantesca bola de fuego. (Juan Raro es ampliamente citada en la Intervención de Julian May, volumen puente entre la Saga del Exilio en el Plioceno y la Trilogía del Medio Galáctico que narra la ascensión de los poderes metapsíquicos en la Tierra, bajo la atenta vigilancia extraterrestre).
Slan cuenta la historia de Jommy Cross, un huérfano de nueve años que al igual que sus asesinados padres es un “slan”, miembro de una raza mutante telepática y super-inteligente creada por el científico Samuel Lann. Al igual que los otros slans, Jommy sufre el odio de los humanos “normales”, alimentado por la propaganda gubernamental, y además descubre la existencia de toda una raza de mutantes no-telepáticos desprovistos de las características físicas que denotan a un verdadero “slan” (apéndices craneales parecidos a tentáculos). Estos pseudo-slans conforman una población de millones que desconfía tanto de los humanos como de los slans verdaderos, y que ha construido una vasta organización secreta con el propósito de dominar al mundo. Los verdaderos slans mientras tanto permanecen tan bien ocultos que ni el poderoso Jommy puede encontrar evidencia alguna de ellos, a excepción de una muchacha algo mayor que él que es mantenida “bajo observación”, por el dictador humano Kier Gray. Esta primera novela de A. E. van Vogt, publicada inicialmente por entregas en una revista, se convirtió en un clásico instantáneo a tal punto que los aficionados de la ciencia ficción pronto acuñaron la frase “los fans son slans”
Las mutaciones causadas por la radiación cobrarían aún mayor interés luego de las primeras explosiones atómicas en 1945 multiplicándose en la literatura de ciencia ficción los relatos de mutantes y apocalipsis atómicos que a su vez servirían de principal inspiración para los mutantes más famosos y mediáticos de todos; los X-Men.
Los chicos de Xavier
Uncanny X-Men puede haber sido un concepto original para los cómics pero es evidente que Lee y Kirby no hicieron otra cosa sino vestir de superhéroes a los mutantes de las novelas de ciencia ficción que trataban el tema, principalmente la serie Baldy (1945-1953) de Henry Kuttner y Children of the Atom (1948-1950) de Wilmar Shiraz. De Kuttner la legendaria dupla creativa de Marvel adoptó la visión paranoica de un futuro en que una facción de telépatas calvos (como el líder de los X-Men, Charles Xavier) luchan por prevenir que otro grupo de mutantes le declare abiertamente la guerra a los humanos, mientras que de Shiraz tomaron la idea de un grupo de mutantes superinteligentes que fundan su propia academia privada para así cobijar y entrenar a otros como ellos. Kirby sería reemplazado en el número 18 por Werner Roth y Lee en el número 20 por Roy Thomas. A Roth le seguirían Don Heck, Jim Steranko (dos números), Barry Windsor Smith (un número), Neal Adams, y Sal Buscema que dibujaría el último número regular de la primera etapa de Uncanny X-Men. Thomas sería relevado en los guiones por Gary Friedich que a su vez sería sucedido por Arnol Drake (creador de la Doom Patrol que guarda varias similitudes con los X-Men) hasta el regreso de Thomas.
Al parecer la propuesta de Uncanny X-Men era demasiado innovadora para los lectores de principios de los 1960’s (acostumbrándose recién a las notables innovaciones conceptuales que Marvel proporcionó al género de superhéroes) ya que el título sería cancelado en el número 65 de 1970.
Tras un lapsus de cinco años los mutantes marvelianos realizan un espectacular regreso con el clásico Giant Size X-Men #1 a cargo de Len Wein y Dave Cockrum. Este especial marca el término de la Edad de Plata del Universo Marvel e introduce a nuevos mutantes como Wolverine, Tormenta, Coloso, Banshee, Nightcrawler, Sunfire y Thunderbird. Tras su notable renovación del equipo mutante, Wein abandona los títulos-X dejando a cargo de los guiones a su asistente Chris Claremont que a partir del número 96 y hasta el 279 se encargaría durante diecisiete años de narrar las aventuras de los X-Men siendo asistido en el apartado gráfico, entre otros, por Dave Cockrum, John Byrne, John Romita Jr., Marc Silvestri y Jim Lee. A Claremont lo sucedió una larga lista de autores dentro de los cuales cabe destacar a Whilce Portacio, Scott Lodbell, Jim Lee, Fabian Nicieza, Steve Seagle y Chris Bachalo y Alan Davis que entregó el título el 2000 nuevamente a Chris Claremont quien tras una decepcionante temporada abandona el cómic para regresar una vez más en Uncanny X-Men #444 (julio 2004). Sería largo enumerar todos los spin-offs de Uncanny… y al sinnúmero de artistas y escritores que han trabajado en ellos pero cabe destacar a la etapa a cargo de Grant Morrison y Frank Quitely (cuando no estaba siendo reemplazado por Igor Kordey o Phil Jimenez) en New X-Men (julio 2001-mayo 2004).
Juan Raro, Slan y Uncanny X-Men expusieron muy bien la condición ambivalente del mutante, empleado por una parte para retratar los más profundos temores xenófobos y prejuicios sociales, y por otro para servir como promesa de un “Homo superior.” Una constante de este tipo de relatos es que no importa si el mutante es un héroe o un villano, siempre estará bajo sospecha y siempre será un marginado de una sociedad que le teme. ¿Siempre? Dentro de las innovaciones a las que Morrison sometió a los mutantes marvelianos se encuentra la asimilación de estos a la sociedad. Ya no hay sólo gente que les teme y desprecia, también hay quienes les idealizan, como demuestra que las t-shirts de Magneto sean las más vendidas entre la juventud norteamericana. Música mutante, estilos mutantes, ideas mutantes se están volviendo cada vez más y más populares, relata una lectora de noticias en New X-Men #118. Los mutantes de Morrison son una sub-cultura de moda, y no son pocos los que desean ser como ellos, particularmente los U-Men dirigidos secretamente por el millonario farmacéutico; portavoz del movimiento “transpecies” y autor del best-seller La tercera especie: John Sublime. Por qué le evolución debe ser para unos pocos, le elite genética en sus ajustados trajes y bikinis? ¿No podemos todos pertenecer a esa elite? Seguro, los mutantes tienen poderes especiales, pero la humanidad posee cirugía radical y nuevos procedimientos de modificaciones genéticas, explica Sublime a los X-Men en su oficina. El objetivo del movimiento de Sublime no es sólo dotar a humanos normales de poderes mutantes sino emular el comportamiento, la arrogancia y seguridad que según él poseen los “homo superiores”. Para lograr sus objetivos Sublime y sus U-Men recurren al tráfico de órganos y genes mutantes para dotar a sus clínicas clandestinas de transplantes.
Existe por lo menos una obra más, de la cual tengo conocimiento, en que humanos “normales” intentan convertirse en mutantes y formar parte de su cultura: la opera prima de Jack Womack, Ambiente (1987) que tal vez Morrison haya leído.

Ambientes

La novela de Womack describe un mundo en que las corporaciones dominan el planeta tras un masivo desastre económico conocido como la “Ebullición”que ha concentrado todo el dinero en las manos de una reducida elite. Los ambientes a los que alude el título son un grupo marginal de seres con horribles mutaciones producto de un accidente radioactivo que se destacan no solo por sus deformidades sino por su religión y su particular dialecto, una mezcla de inglés victoriano, spanglish y rasta jamaicano que abunda en adjetivos y metáforas. Los padres de los ambientes no tenían otra opción más que tenerlos ya que el aborto estaba penalizado con la pena de muerte y el Gobierno no les quitaba los ojos de encima. Poco después los progenitores de los ambientes desarrollaron cáncer y abandonaron la ciudad junto a sus hijos. Y así, mientras sus padres morían, uno a uno, las jóvenes maravillas intimaron rápidamente; tras asistir a las escuelas que sus padres idearon para ellos, todos se conocían, y eran fabulosamente brillantes. Cuando murió el ultimo de los padres, el grupo de la progenie estaba ya formado; ellos mismos se dieron su propio nombre.
Además de los ambientes “reales” están los “emulados”, gente normal que ha elegido deformarse y hacer propia la subcultura ambiente. Esto fue lo que vio O’Malley, el protagonista de la novela, en el lugar de congregación secreto de los ambientes: Vi a una muchacha con dos cuerpos unidos a una sola cabeza; un hombre con tres cabezas, ninguna completa del todo, como si el escultor hubiera olvidado dónde poner qué; una mujer, una autentica sirena, con sus miembros inferiores unidos, terminados en una ancha aleta; una mujer con tres piernas, balanceándose como si estuviera en un trípode; trillizos siameses; un tipo cuyos brazos terminaban en dos manos en ambas muñecas. Había ambientes voluntarios in ojos, narices, mandíbulas, brazos, piernas, manos o pies; había transis; había dos pequeños; gente a quien nunca había visto antes y a quienes deseé no haber visto nunca. No parecían más que puñados de uvas ambulantes y conscientes. Posteriormente es revelado que las malformaciones de los ambientes no son producto directo de la radiación sino de las píldoras antirradiación, cuyos efectos ya habían sido descubiertos por las autoridades, que decidieron repartirlas de todas maneras para estudiar dichos efectos colaterales, que podrían ser útiles en acciones militares.
Como bien queda demostrado en el número 4 del cómic Generation X (otro de los tantos spin-offs de los X-Men), ser deforme no es sinónimo de ser mutante y para ser justos Womack no emplea dicho término ni una sola vez en su libro. Los ambientes no son mutantes en el sentido que la mayoría de la ciencia ficción lo entiende, son sólo seres contrahechos, con una inteligencia sobresaliente eso sí, pero sin ninguna habilidad especial. Por lo general lo que define a un mutante son justamente estas “habilidades especiales”, que suelen estar relacionadas con los supuestos “poderes de la mente” y no sus atributos físicos. Esta diferenciación entre “fenómeno” y “mutante” es mejor ejemplificada en el siguiente diálogo que Henry Kuttner pone en boca del “Calvo” Al Burkhalter en su novela Mutante:
–Los míos vivieron cerca de Chicago después de la Explosión. Fue por eso.
–Oh –mirada fija–. Sé que fue debido a eso que hubo tantos… –pausa y alarma.
–…fenómenos o mutaciones. Hubo ambas cosas. Yo aún no sé a que categoría pertenezco –agregaba alarmándolos.
–¡Usted no es un fenómeno! –protestaban la mayoría de las veces.
–Bueno, de las zonas cercanas a los blancos de las bombas, afectadas por la radiactividad, salieron algunos especimenes sumamente extraños. Ocurrieron cosas raras en el plasma germinal. Se extinguieron en su mayoría; no podían reproducirse; pero todavía, en centros médicos, es posible hallar unas pocas criaturas… dos cabezas y todo eso, como usted sabe.
No obstante, los otros nunca dejaban de sentirse molestos.
–¿Quiere decir que usted puede leer mi mente… ahora?
–Podría, pero no lo hago. Es una tarea ardua, salvo cuando se hace con otro telépata. Y nosotros, los Calvos… bueno, no lo hacemos, eso es todo.

Poderes mutantes

En el Universo Marvel es el Factor-X el que proporciona a los mutantes sus extraordinarios poderes. Estos poderes se traducen en una suerte de control o manipulación de la realidad o del propio cuerpo en distintos niveles que se traducen en habilidades físicas (como la superfuerza, metamorfosis, invulnerabilidad, etc.) y habilidades psiónicas. Estas últimas son las que predominan en los mutantes literarios por lo cual las analizaremos más a fondo.
Los Espers, psiónicos o poderes psíquicos u extrasensoriales pertenecen a lo que se denomina pseudociencia. El termino psiónico deriva de psi que es una letra griega usada como símbolo para identificar cantidades desconocidas en formulas matemáticas. Hace medio siglo atrás, Robert H. Thouless, uno de los primeros investigadores de los llamados fenómenos paranormales, usó psi por primera vez para designar los fenómenos paranormales que intentaba cuantificar. En el ejemplar de Febrero de 1956 de Aoustanding Science Fiction/Science Fact, John W. Campbell Jr. Acuñó el término “psionic” que es una contración del término “psychic electronic” (mientras que esper lo es de “Extra Sensory Perception”).
Dentro de los poderes psiónicos más populares están la telepatía, la telekinesis, la levitación, la precognición, la clarividencia, la teleportación, la pirokinesis, la telempatía y el control mental o coherción. Cabe mencionar también la psicometría (habilidad para obtener información de determinado objeto con sólo tocarlo), la bilocación (habilidad para estar en dos o más sitios al mismo tiempo) y la aportación (teleportación en que el individuo atrae los objetos hacia sí).
Si bien los poderes psiónicos son moneda común en la ciencia ficción, el género es bastante parco a la hora de explicar el funcionamiento de estas habilidades, ligándola generalmente a la manipulación psíquica de campos electromagnéticos, lo que por supuesto sirve para explicar prácticamente cualquier cosa. Aún si aceptamos esta explicación queda la pregunta de como obtienen los mutantes la energía para realizar sus hazañas. La explicación más razonable para mi gusto es la que proporciona Robert A. Heinlein en su novela 7, donde los poderes mentales se explican mediante la capacidad de ciertos sujetos para desplegar energía de un universo paralelo, teoría que Marvel ha hecho suya para explicar de donde obtiene Bruce Banner la masa extra para convertirse en Hulk, por ejemplo.

Los mutantes de Dick

Campbell consideraba a los mutantes el “próximo paso evolutivo” de la humanidad y detestaba los relatos o novelas donde fuesen presentados como amenazas para el género humano. No todos los escritores de ciencia ficción congeniaban con la idea de Campbell por supuesto, Philip K. Dick era de estos últimos. Veamos lo que tiene que decir al respecto: A principios de los años cincuenta, una gran parte de la ciencia ficción norteamericana versaba sobre humanos mutantes y sus gloriosos superpoderes y superfacultades, los cuales conducirían a la humanidad hacia un estadio superior de la existencia, una especie de Tierra Prometida. John Campbell Jr., director de Analog, exigía que los relatos que compraba trataran de tales mutantes maravillosos, y también insistía en que los mutantes siempre debían ser presentados como 1) buenos y 2) al mando de la situación. Cuando escribí el hombre dorado intenté demostrar: 1) el mutante puede no ser bueno, al menos para el resto de la humanidad, los mortales ordinarios, y 2) que puede no estar al mando de la situación, sin que se esconde de nosotros como un bandido, un mutante malvado, más perjudicial que beneficioso para los humanos. Este era el punto de vista sobre los mutantes psíquicos que Campbell detestaba en particular, y el tema de ficción que se negaba a publicar…, de modo que mi relato apareció en If.
El Hombre Dorado (1953) propone un mundo en el que los mutantes son exterminados por un organismo internacional conocido como la ACD, la cual a podido dar buena cuenta de ochenta y siete tipos de desviaciones, “auténticos mutantes capaces de reproducirse, no meros fenómenos de feria”, hasta que encuentran al numero ochenta y ocho, al homo superior por definición, un ser sexualmente irrestible para las mujeres humanas con la capacidad de “ver” los distintos futuros resultantes de determinada acción. Un mutante con dos ventajas evolutivas insuperables (una muy reciente y la otra tan antigua como la vida misma), que sin embargo carece de lenguaje y lo que es más, no piensa. De hecho carece de lóbulo frontal ya que no lo necesita. …la inteligencia ha fracasado, declara uno de los personajes humanos. Somos los últimos de nuestra especie, como el dinosaurio. Hemos forzado la inteligencia al máximo. Demasiado, tal vez. Hemos llegado a un punto que de tanto saber, de tanto pensar, ya no podemos actuar. El hombre del pensamiento en este cuento de Dick es reemplazado por el hombre de acción, que carece de herramientas y que no construye ni utiliza nada fuera de su cuerpo, definición que por lo demás se ajusta muy bien a los superhéroes en general.
En Desajuste (1954), Dick propone un mundo en que los mutantes, o más bien dicho “paraquinéticos” son detectados mediante una red de control aleatoria ejecutada por agentes femeninos inmunes al “mal”. En efecto, los poderes psionicos en esta narración son descritos como una enfermedad mental siendo los paraquíneticos “lunáticos con la capacidad de reproducir sus sistemas delirantes en el espaciotiempo”, para lo cual deforman una zona limitada de su entorno para conformarla a sus conceptos excéntricos. Como uno de los personajes explica al protagonista: “El P-Q lleva a la práctica sus delirios. Por lo tanto, en cierto sentido no son delirios…, a menos que puedas distanciarte y comparar su zona deformada con el mundo real. ¿Como puede hacer eso un P-Q? Carece de patrón objetivo. No puede distanciarse de sí mismo y la deformación le sigue a donde va. Los P-Qs auténticamente peligrosos son los que piensan que todo el mundo puede animar piedras, convertirse en animales o transmutar minerales básicos. Si permitimos que un P-Q escape, si le permitimos madurar, procrear, formar una familia, tener mujeres e hijos, si dejamos que esta facultad paranormal se esparza…, si se convierte en un culto, llegará a ser una práctica institucionalizada socialmente.”
En Un Mundo de Talentos (1954), Dick plantea el surgimiento del Anti-Psi, un individuo inmune a los talentos psionicos. Como explica el protagonista Precog a la Anti-Psi opaca al sondeo telepático: El factor Anti-Psi es una restauración natural del equilibrio. Un insecto aprende a volar; por lo tanto, otro aprende a tejer telarañas para atraparlo. ¿Es lo mismo que no volar? Las almejas desarrollan conchas duras para protegerse; por lo tanto, las aves aprendieron a volar para elevarlas en el aire y dejarlas caer sobre una roca. En cierto sentido, eres una forma de vida depredadora de los Psis, y los Psis son una forma de vida depredadora de los Norms. Eso te convierte en amiga de la clase Norm. Equilibrio, el círculo cerrado, depredador y presa. Es un sistema eterno y, francamente, no se me ocurre la manera de mejorarlo. Existe también la posibilidad que las habilidades psionicas no sean en absoluto una ventaja evolutiva. En The Inheritors de William Golding (una de las pocas novelas de ciencia ficción escrita por un ganador del Premio Nobel), los telepáticos Neanderthales son desplazados por los no-telepáticos Homo Sapiens que, al no poder comunicarse mentalmente, se ven obligados a desarrollar el lenguaje y la tecnología.
Otro cuento de Dick sobre el tema digno de ser mencionado es ¡Cura a mi hija mutante! (1954.) Ambientado en un futuro post-nuclear en que las personas normales habitan en comunas amuralladas lejos de las ruinosas ciudades, esta es la historia de un reducido grupo de mutantes y su disyuntiva moral en relación con la supervivencia de los humanos. Jack, un mutante con la habilidad de viajar en el tiempo, intenta una y otra vez convencer al jefe de estado mayor de las fuerzas de los Estados Unidos a no desatar la guerra, mientras que los demás miembros de la Cofradía se dedican a curar y predecir el futuro de los humanos que acuden a la ciudad cada vez en mayores cantidades. El lema de los mutantes era mantenerse al margen y esperar y fue por ello que no intervinieron durante la guerra, y por lo que siguen esperando mientras discuten entre la posibilidad de someter a los humanos a un gobierno totalitario psiónico, o seguir esperando a que los normales soliciten por iniciativa propia el liderazgo del homo superior.

El electrón de los Dioses

Cabe recordar en lo que a la idea del “homo superior” respecta al principal ideólogo proto-nazi Joerg Lanz Von Liebenfels y su libro Theozoologie oder der Elektron der Goetter en el que establecía que los dioses Germánicos habían en realidad pertenecido a una antigua raza Ariana que poseía órganos eléctricos especiales que los dotaba de cierta forma de radio-telepatía, que habrían perdido al cruzarse con especies sub-humanas (en el venidero Reich, la restauración de estos órganos eléctricos sería un deber del estado).
Luego que Hitler ascendió al poder todas las sectas pre-nazis, incluyendo la de Liebenfels (de la cual el Fürer había adoptado su fascinación con la eugenesia e incluso la swastika), fueron prohibidas. Pese a esto las ideas de Liebenfels continuaron siendo de gran influencia, particularmente para los SS. El mismo Himmler estaba altamente interesado en el mesmerismo y la telepatía, existiendo rumores que apuntaban al hallazgo de cadáveres de lamas tibetanos en sus cuarteles una vez concluida la guerra (los nazis creían que la civilización tibetana, basada en principios Arianos, había logrado preservar los órganos eléctricos).
Como señala David Sivier en su artículo Mutants Season, un mutante como Magneto durante el Tercer Reich no habría sido considerado un enemigo de la raza sino todo lo contrario, esto si Erik Magnus Lehnsherr no hubiese pertenecido a una de las etnias perseguidas, como era el caso.
Los paralelos con el nazismo en los X-Men no se agotan en el personaje de Magneto siendo uno de los más potentes el propuesto por Chris Claremont en Días del Futuro Pasado (X-Men #141, 1980) que describe una Norteamérica del año 2013 en el que hay tres tipos de personas clasificados por letras. “H” para los humanos libres de genes mutantes y que pueden reproducirse; “A” para humanos anómalos, normales pero con potencial de tener genes mutantes a los que se les esteriliza; y “M” para los mutantes, la clase más baja. Parias perseguidos por el Acta de Control mutante de 1988 que son cazados y salvo raras excepciones, eliminados sin piedad por los robots gigantes conocidos como “Centinelas”, que además han tomado total control del país. Todo se inicia con el asesinato del senador Kelly a manos de la “Hermandad de mutantes malvados” liderada por Mystique. Kate “Kitty” Pride lo explica muy bien a sus compañeros de equipo luego de un viaje en el tiempo que la llevará a habitar su cuerpo adolescente: La hermandad lo mató (a Kelly) para enseñar a la humanidad a temer y respetar el poder del homo superior. Su plan fracasó y los mutantes fueron objeto de miedo y odio. Pensamos que la histeria paranoica pasaría, pero no fue así. En 1984, un furioso candidato antimutante, fue electo presidente. En un año se aprobó el Acta de Control Mutante; pero la Corte Suprema la consideró anticonstitucional. La administración respondió al reactivar a los Centinelas. Los robots tuvieron un programa abierto, con parámetros para eliminar a la amenaza mutante, de una vez por todas. Los Centinelas concluyeron que la mejor forma de lograrlo, era tomar el país. En el proceso, también destruyeron a los superhéroes no mutantes… tanto a héroes como villanos. Al final del siglo el continente norteamericano estaba completamente bajo su control.
Los X-Men logran frustar la muerte de Kelly en dicha ocasión evitando así el oscuro futuro del cual provenía Shadowcat, pero de cualquier forma el senador será asesinado, irónicamente por un humano “normal” que le consideraba un traidor a su raza (X-Men #108, 2001.)

Perro de estroncio

El subtexto de odio racial es aún más explicito en el cómic británico de mediados de los 1990’s Strontium Dog, de la revista 2000 AD. Strontium Dog transcurre tras una guerra nuclear que ha contaminado el material genético de gran parte de la población de Inglaterra, provocando la implementación de severas leyes eugenésicas y una política de genocidio para evitar el nacimiento de mutantes. El protagonista de este cómic, Johnny Alpha, posee visión de rayos-X y la habilidad de leer mentes e incluso interrogar a los muertos gracias a las ondas alfas emitidas por sus ojos. Johnny es uno de los pocos mutantes de Strontium Dog sin deformidades físicas considerables, como las de El Torso de Newcastle, por ejemplo (que no posee cabeza) y Nearly Normal Norman (cuyo rostro está dado vuelta hacia arriba). El Padre de Johnny, Nelson Bunker Kreelman, irónicamente era Líder Cívico del Sector Sudeste de Nueva Bretaña y pionero de la nueva legislación anti-mutante. Temeroso que su hijo mutante arruinara su carrera política Kreelman lo confinó durante toda su niñez al interior de su casa, convenciéndolo que padecía de una enfermedad ocular que podría causarle la muerte si sus ojos alguna vez eran expuestos a la luz. No sería sino hasta su primer día de clases, luego que unos compañeros decidieran molestarlo quitándole sus anteojos especiales, que Johnny descubriría la verdad sobre sus ojos. Johnny estaba feliz ante el descubrimiento de sus poderes especiales corrió a contarle a su padre. Este, temeroso por su carrera, decidió recluir nuevamente a su hijo en casa. Fue entonces cuando Johnny realmente aprendió a odiar a su padre. Kreelman había luchado dura y tenazmente para aprobar leyes que impidieran a los mutantes tener posesiones, trabajar e incluso vivir entre los “normales”. Todo esto mientras tenía a un mutante viviendo bajo su propio techo.
Johnny decidió escapar, había escuchado historias sobre un Ejercito Mutante y pensó que si se unía a ellos tal vez podría enmendar algunas de las terribles cosas que su padre había hecho. Como no podía decirles quien era realmente se bautizó como Johnny Alpha, y con solo 12 años se unió a sus filas. Kreelman dio a su hijo por muerto, mientras este se convertía en un líder entre el Ejercito Mutante. Kreelman implementó Campos de Labores Mutantes donde estos eran obligados a trabajar como esclavos en horrendas condiciones de vida. Los Ejércitos Mutantes de los distintos sectores de New Britain celebraron una reunión conjunta para discutir tácticas de guerra y decidieron atacar la fortaleza flotante de Upminister en un intento de tomar control del gobierno. Pese a la gran cantidad de bajas, los mutantes ganarían pero Kreelman les forzaría a rendirse bajo amenaza de matar 100 mutantes por hora. Johnny y los suyos acceden a la rendición y son condenados a muerte. La propia hermana de Johnny, a quien no había visto en años, se convirtió en una pieza clave en la derrota de Kreelman, ayudándole a escapar a él y los otros generales y revelando luego la verdad acerca del hijo mutante de Kreelman al Primer Ministro y al Rey. Esto proporcionó a los mutantes argumentos suficientes como para desacreditar a Kreelman y forzarlo a renunciar. El Ejercito Mutante hizo el resto, luchando duro para causar la máxima disrupción en el Programa de Exterminio Mutante. El Primer Ministro estuvo dispuesto a negociar y la infame ley fue depuesta. La policía secreta de Kreelman, los Kreelers fueron disueltos y nuevas áreas donde los mutantes pudieran vivir en paz fueron creadas. Los mutantes estaban muy lejos de llegar a un trato igualitario pero la era Kreelman había acabado. Johnny fue exiliado fuera del planeta, lo que no le molestó ya que había tenido más que suficiente de la Tierra y la gente que vivía allí. Justo en ese momento la Comisión Galáctica contra el Crimen estableció una agencia para caza-recompensas interplanetarios, un trabajo sucio y peligroso, ideal para mutantes. Johnny se enlistó de inmediato convirtiéndose en un Strontium Dog.

Mutatis mutandis

Podríamos continuar llenando páginas y páginas analizando las una y mil formas en que el concepto del mutante ha tomado cuerpo en la cf. Cómo olvidar al Mulo de Isaac Asimov, por ejemplo, que con su sola presencia pone en jaque a la psicohistoria y la primera Fundación; o a los mutantes de Galaxias como granos de arena de Brian Aldiss. ¿Recuerdan la serie de dibujos animados Thundercats? Pues estos gatos humanoides contaban dentro de sus enemigos a unos mutantes. ¿Por qué les llamaban mutantes si aparentemente eran criaturas que evolucionaron, como los mismos Thundercats, de especies distintas a los primates?, ¿Cuál era su mutación? Eso nunca lo tuve claro.
En Futurama también hay mutantes y en una sorprendente vuelta de tuerca fue revelado que Leela no era una extraterrestre como siempre se nos hizo creer sino la menos mutante de los mutantes. Los mutantes de Futurama viven en los túneles del desagüe y han construido toda una ciudad en base a los desperdicios arrojados por la gente de la superficie. Todos son verdes pero sus formas varían de unos a otros. Incluso los padres de Leela, pese a ser ambos cíclopes, poseen características distintas (la madre tiene tentáculos y cola de cabra mientras que la boca del padre está girada en 90º). Estos mutantes son una clara referencia a los morlocks de los X-Men que a su vez toman su nombre de los personajes del famoso libro de H.G. Wells La Máquina del tiempo.
No podemos dejar de mencionar tampoco a las Tortugas Ninjas (Teenage Mutant Ninja Turtles) que invadieron el mercado a principios de los noventas y que han protagonizado numerosas películas y series de televisión tanto animadas como con actores de carne y hueso (enfundados en trajes de goma). En este caso la mutación era provocada cuando un compuesto químico llamado Ooze era derramado sobre cualquier animal, “evolucionándolo” a una forma e inteligencia humanoide. En ese sentido estos mutantes no eran distintos a los archienemigos de los Thundercats.
Hoy en día y gracias a Pokemon, está más de moda hablar de evolución que mutación. Los pokemons evolucionan en criaturas más grandes y poderosas hasta dos y tres veces (puede que más, me declaro un semi-ignorante en esta materia). De seguro que si este hubiese sido un dibujo animado de los 1980’s o 90’s habrían “mutado” en vez de evolucionar, tal y como hicieron las tortugas ninjas. Pero hay una diferencia eso sí, mientras que un agente externo provocó que las tortugas “evolucionaran”, en los pokemons esto se da naturalmente y puede que allí radique la diferencia entre mutación y evolución, por lo menos en lo que al simplista mundo del molesto Pikachu se refiere.

2004, Sergio Alejandro Amira.

Alien Expuesto

Por Sergio Amira

«Grosvenor observaba los dedos habilidosos del cirujano mientras el cuchillo electrificado hendía el estómago del cuarto hombre. Depositaron el último huevo en el fondo de la alta cuba de metal resistente. Los huevos eran grises y redondos, y uno de ellos estaba levemente agrietado.
Varios hombres se acercaron con armas térmicas mientras la grieta se ensanchaba. Asomó una cabeza fea, redonda y escarlata, con ojos diminutos y gelatinosos y una boca que era un tajo. La cabeza giró sobre el corto cuello y los ojos destellaron con ferocidad. Con una rapidez que los tomó por sorpresa, la criatura se irguió e intentó salir de la cuba. Las lisas paredes se lo impidieron. Resbaló y se disolvió en las llamas que le arrojaban.»

Aunque parezca lo contrario esta no es una escena de Alien el Octavo Pasajero sino de la novela El Viaje del Beagle Espacial de A. E. van Vogt. La primera vez que tuve noción que la saga de Alien se había “inspirado” en las creaciones de un escritor fue hojeando la Guía Barlowe de Extraterrestres. Motivado por este precioso compendio comencé a buscar los títulos de los cuales provenían las criaturas allí representadas y el primero que encontré fue El Viaje del Beagle Espacial. Tras la lectura de este libro sus similitudes con Alien se me presentaron más bien como un descarado plagio por parte de Riddley Scott. van Vogt en su momento también lo consideró así y demandó a los productores de la película por desvalijar dos de sus cuentos de fines de los 1930’s: Black Destroyer (su primer trabajo publicado) y Discord in Scarlet, los que posteriormente serían incorporados al Beagle en 1950.
Generalmente se considera como antecedente directo de Alien a It! The Terror From Beyond Space, filme de clase-b de 1958 (ambientado en el “futurista” año de 1973), en que un actor enfundado en un traje de goma amenaza a la tripulación de una astronave de regreso a la Tierra desde Marte. La única similitud de It con el Beagle es la premisa básica de un alienígena hostil a bordo de una nave espacial y puede considerarse más una película de monstruos que de ciencia ficción, es por esto probablemente que van Vogt no contemplara el demandar a su colega escritor Jerome Bixby por el guión de este filme. Dan O’Bannon, el guionista original de Alien estaba familiarizado tanto con It! como El Viaje del Beagle Espacial, razón por la cual los productores no se atrevieron a seguir adelante con el juicio y llegaron a un acuerdo extrajudicial con van Vogt. Cabe recordar que O’Bannon fue el responsable de los guiones de Total Recall y Lifeforce además de co-escribir junto a John Carpenter esa obra maestra de la ciencia ficción humorística llamada Dark Star.
El documental de American Movie Classics sobre el making-off de la tetralogía no menciona nada de esto, y asegura que la trama de la primera Alien era similar a la de “docenas” de filmes de ciencia ficción anteriores, lo que por supuesto es una flagrante mentira. Éste documental también deja en evidencia que los productores de Alien no tenían nada con que trabajar salvo la idea central de O’Bannon de una “violación oral homosexual” (en palabras del propio guionista) que derivaría luego en la escena de las entrañas e interiores estomacales siendo esparcidos gracias a la irrupción de la criatura implantada en el vientre del ignorante “padre”. Tras varias re-escrituras del guión, Alan Ladd, chairman de la Twentieth Century Fox, decidió que el papel de Ripley (originalmente un hombre) debía ser interpretado por una mujer, decisión que en su momento fue considerada “vanguardista”.
Los “prestamos” de Alien no se limitan tan solo a Van Vogt, por supuesto, otro de los saqueados fue el director italiano Mario Bava (igualmente ignorado en el documental) y su película de 1965 Terrore Nello Spazio (también conocido como The Demon Planet y El Planeta de los Vampiros). En este filme basado en el cuento Una Noche de 21 Horas de Renato Pestriniero, los protagonistas tras aterrizar en un planeta rocoso encuentran una nave abandonada con grandes aberturas a los costados y el esqueleto de un humanoide gigante en la cabina de mando (todo lo que falta son los huevos de Alien en el sótano). Los alienígenas hostiles en esta película son incorpóreos e intentan apoderarse de los cuerpos de los astronautas para escapar del planeta (el diseño de la nave donde la tripulación del Nostromo encuentra los huevos de aliens es un facsímil del Galliot de Terrore).
En el documental Ridley Scott asegura “no haber sabido nada de ciencia ficción” cuando filmó su peliculilla, esto puede haber sido cierto, pero Scott olvida mencionar que era un fanático del cine italiano clase-b.
Si seguimos las premisas del documental y dejamos las obvias referencias a un lado Ridley Scott y los suyos construyeron a su Alien para justificar las escenas de “violación oral homosexual” y las vísceras de vacuno estallando, más que para idear una criatura extraterrestre realista porque ¿cómo diablos evolucionó esta cosa?; ¿que nicho particular ocupaba en su mundo natal?; ¿cómo se las arregla su sistema vascular para contener sangre compuesta por ácido?; ¿por qué tiene dientes de acero inoxidable?; ¿cuál es la función que cumplen las mandíbulas telescópicas interiores? (¿será esta una adaptación evolutiva para facilitar la “violación oral homosexual?); ¿cómo es que se las arregla para crecer tan rápido?; ¿qué efectividad puede tener su medio de reproducción una vez que los potenciales anfitriones aprendan a evitar los huevos?; ¿cómo es que no se deshidrata babeando de tal forma?
Ante todas estas interrogantes sin respuesta no nos queda otra cosa sino pensar que los aliens no evolucionaron, sino que fueron diseñados o alterados genéticamente (como el Coeurl de van Vogt). Este punto queda mejor ejemplificado cuando comparamos al alien con el extraterrestre de Depredador (yautja), que al menos luce como algo que sí podría existir en la naturaleza. Es justamente en los cómics de estas dos estrellas fílmicas que encontramos indicios de una posible manufactura de los aliens por parte de los yautja. Aunque no especificado este parece ser el argumento más plausible, una raza tan entregada al deporte de la cacería como los yautja pronto se abría aburrido de perseguir alimañas naturales y abría decidido crear su propia presa, una que realmente probara ser un desafío, o sea, el alien. Aunque, de ser cierta esta teoría, no logro entender porque le incorporaron un sistema reproductivo tan complicado e ineficaz a su criatura.
La forma en que el alien se reproduce fue justamente uno de los principales argumentos esgrimidos por van Vogt para acusar de plagio a los productores de la película. Pero Van Vogt no fue del todo original ya que tomó de los icneumónidos el modelo para el ciclo de vida de Ixtl. Los icneumónidos son insectos himenópteros que depositan sus huevos en orugas vivas para que así sus larvas dispongan de una buena provisión de carne fresca (de cualquier forma la Madre Naturaleza no podría haber demandado a van Vogt por el uso de su “idea”). Como bien señala Brian Stableford en La Ciencia en la Ciencia Ficción (1991, Ediciones Folio, S.A.) la noción de parásitos alienígenas que puedan infestar a los seres humanos es biológicamente sospechosa. “…los parásitos y sus anfitriones tienden a evolucionar juntos y adaptarse los unos a los otros. Desde un punto de vista lógico, además, el parásito de mayor éxito es el que se muestra más prudente, el que inflige menor daño o, cuando la destrucción del anfitrión es ineludible, se comporta como un sensible conservacionista en mantener sus recursos. Sin discusión, el parásito realmente bien adaptado es aquel que no causa ningún daño en absoluto a su anfitrión, sino que le proporciona algo a cambio de su hospitalidad.” Tal como leí en alguna parte, puede que el anfitrión sea alterado genéticamente por el vector mediante un virus en la fase de implantación embrionaria para así hacerlo compatible, pero la verdad es que esto, tanto en el caso del alien como en el de Ixtl, no me convence del todo.
A favor de Alien podemos mencionar que los responsables de la biología del bicho idearon un proceso reproductivo que si bien incorporaba el implante icneumónido del embrión, es bastante más complicado que el de Ixtl, pero nunca tanto como el propuesto por Philip José Farmer en su fascinante relato Hermano de mi hermana, incluido en su libro Relaciones Extrañas publicado 19 años antes del estreno del filme de Scott. ¿Otro préstamo no-reconocido? Yo me atrevería a decir que sí, Farmer causó revuelo en los sesentas con Relaciones Extrañas y es una autoridad en lo que a relaciones sexuales alienígenas respecta. Puede que Ridley Scott no tuviera idea de la obra de Farmer, pero O’Bannon tiene que haberlo conocido. De cualquier forma el método de reproducción descrito por Farmer es mucho más perturbador e imaginativo que el del alien y no posee un análogo en la fauna terrestre (eso hasta donde mis limitados conocimientos de zoología se extienden).
En lo que al ciclo de vida del alien respecta, este consta de cuatro etapas: huevo, embrión, infante y alien. La fase “huevo” al parecer puede subsistir indefinidamente en condiciones sumamente hostiles a la espera de algún organismo que merodeé en las cercanías. Captada la atención del incauto surge del huevo un vector que le introduce el embrión, este se desarrolla rápidamente dentro de la víctima hasta que puede abrirse paso al exterior de la grotesca forma que ya conocemos. Una vez fuera el pequeño monstruito crecerá en cuestión de horas, hasta alcanzar el tamaño de un humano. Este crecimiento acelerado sería una gran ventaja evolutiva para un organismo, pero sabemos bien que sólo responde a la necesidad de hacer que la criatura esté disponible lo antes posible en el filme como para comenzar con la carnicería. El rápido desarrollo del alien además presenta la interrogante de cómo es que esta criatura logra alcanzar su estado adulto habiendo comido tan poco, a juzgar por la cantidad de vísceras esparcidas al momento de su eclosión y por el hecho que no elimina a nadie hasta estar del todo crecidito, ¿es que estos bichos se alimentan de algo o sólo se complacen en liquidar a sus víctimas instintivamente como lo hacen los gatos que aún con la panza llena cazan conejos, ratones y aves? Cabe también preguntarse que efectividad evolutiva pueden tener los huevos cuando es obvio que los animales aprenderían a no acercarse a esos bultos viscosos y poco agradables, a menos claro que estos atrajeran a sus víctimas mediante algún poderoso aroma afrodisíaco como hacen las madres del cuento que abre el primer capítulo de Relaciones Extrañas, pero hasta donde yo sé esto no es así.
El alien fue obra del pintor suizo H.R. Giger, quien basó la apariencia del extraterrestre en una pintura de 1976 titulada Necronom IV. Giger ganó un oscar por “Mejor Logro en Efectos Especiales” pero al parecer no quedó muy conforme con el filme, del cual opinó: “En el futuro sólo trabajaré con directores a los cuales admire. La cantidad de dinero que se pueda obtener es irrelevante cuando luego de pasar un año completo de tu vida fanáticamente dedicado a un proyecto este termina convertido en una mala película que estarás forzado a ver en televisión por años venideros, eso sí es que deprimente” (H. R. GIGER Arh +, Editorial Taschen 1991). Al parecer Giger no cumplió con su palabra ya que me cuesta creer que admirara al director de ese bodrio conocido como Especies, película para la cual diseñó la criatura.
De las continuaciones de Alien no tengo mucho que decir, Aliens de Cameron me entretuvo mucho más que la primera aunque si de saquear a Robert Heinlein se trata prefiero Starship Troopers. De Alien 3 baste decir que cualquier película de Fincher posterior y cualquier video de Madonna previo es mejor que esta porquería. El director de la predecible Seven se tomó incluso la libertad de quitarle los tubos de la espalda al alien ya que los consideraba antiestéticos, una pregunta que se me había olvidado: ¿qué función cumplirían estos dichosos tubos? La cuarta parte trajo algunas ideas refrescantes y algo de humor y creo que es la única de esta tetralogía que se salva.

Anexo: Los Aliens de van Vogt.
COEURL
«Coeurl merodeaba sin pausa. La noche oscura, sin luna, casi sin estrellas, se resistía ante el alba rojiza y lúgubre que se arrastraba por la izquierda. Era una luz vaga que no daba ninguna sensación de calor. Poco a poco, esa luz fue mostrando un paisaje de pesadilla.»»
–A. E. van Vogt–

Coeurl es encontrado por la tripulación del Beagle Espacial en un planeta moribundo junto a las ruinas de una civilización extinta. Es descrito con forma felina, enormes patas delanteras con garras y gruesos tentáculos terminados en ventosas que le salían de los hombros; cabeza de gato con ojos redondos y negros y zarcillos similares a pelos formando cada oreja, los que le permitían recibir y enviar vibraciones en cualquier longitud de onda, además de interferir y cancelar distintas formas de energía. Puede sobrevivir en atmósferas con altas concentraciones de cloro u oxigeno indistintamente y es posible que no tenga necesidad de respirar.
Coeurl se alimentaba exclusivamente de id orgánico y tenía un sistema nervioso que podía detectarlo a kilómetros de distancia. El id es descrito no como una mera sustancia, sino como la configuración de una sustancia, posible de obtener sólo en tejidos donde aún palpitaba el flujo de la vida. Para alimentarse Coeurl destrozaba el cuerpo de su presa para generar luego un campo que impidiera que el id se descargue a la sangre, tras esto Coeurl hundía la boca en el cadáver parar permitir que su tracería de diminutas ventosas sorbiera el id de las células. Cuando alcanzaron la casi-inmortalidad la raza de Coeurl prescindió de dormir. Coeurl posee una inteligencia similar a la humana, pero sus procesos cognoscitivos se encuentran deteriorados a causa de la falta de id y su urgencia por alimentarse.
Los científicos del Beagle especulan que los coeurls eran animales con los que los constructores de las ciudades experimentaron. De acuerdo al nexialista Grosvenor, la extinción de la mayoría de la flora y fauna del planeta de Coeurl se desencadenó mil ochocientos años antes de la llegada del Beagle. Las plantas resistentes del plantea comenzaron a recibir menos luz solar en ciertas longitudes de onda debido a la aparición de grandes cantidades de polvo en la atmósfera y de la noche a la mañana, la mayoría de las plantas murieron y junto con ellas, los animales herbívoros que constituían las presas de los coeurls. Los incautos tripulantes del Beagle suben a Coeurl a bordo y parten al espacio. Luego de una cruenta lucha durante la cual Coeurl elimina a varios hombres, este intenta regresar a su planeta, pero su nave de escape es destruida por los desintegradores del Beagle.

IXTL
«Ixtl se tendió inmóvil en la noche ilimitada. El tiempo se arrastraba hacia la eternidad, y el espacio era insondablemente negro. En la inmensidad fulguraban gélidos borrones de luz. Sabía que cada cual era una galaxia de estrellas ardientes reducidas por increíbles distancias a relucientes remolinos de niebla.»
–A. E. van Vogt–

Ixtl pertenecía a una raza muy antigua que llegó a controlar el movimiento de sistemas solares enteros por el espacio, antes de abandonar el viaje espacial en favor de una existencia más apacible, «…construyendo belleza a partir de las fuerzas naturales, en un éxtasis de prolongada producción creativa.» Replegados en su planeta natal, Glor, la poderosa raza fue extinguida por una explosión cósmica que por alguna causa además arrojó el cuerpo de Ixtl a los abismos intergalácticos, donde sobreviviría durante milenios con frágiles dardos de energía lumínica hasta cruzarse su camino con el del Beagle Espacial.
Ixtl mide alrededor de cuatro metros de altura y posee un cuerpo cilíndrico con cuatro brazos e igual número de piernas. Sus miembros terminan en pies y manos con ocho largos dedos similares a alambres. Su cuerpo es de un color escarlata metálico. Su cabeza es redonda con ojos rojos brillantes y una amplia boca dentada.
Ixtl posee una inteligencia superior a la humana y completo dominio de los átomos de su cuerpo, a sí mismo como de una vasta red de energía emanada de él. Puede cambiar la densidad de su cuerpo a voluntad lo que le permite atravesar objetos sólidos. Se alimenta de energía y puede adoptar un nivel de menor fuerza vital si es privado de esta. Puede sobrevivir en los ambientes más hostiles y al igual que el coeurl, no necesita respirar. Ixtl es prácticamente inmortal pudiendo sólo ser destruido por una fuerza tal como una explosión nuclear que cancele la fuerza unificadora de sus átomos.
El ixtl se reproduce insertando un huevo gris y redondo en un receptor vivo. Luego de seis horas de implantación el huevo eclosiona y el joven ixtl se abre camino fuera del cuerpo del receptor comiéndoselo. Esta primera merienda le permite sostenerse hasta desarrollar el campo de fuerza que le permite absorber energía directamente. Estos huevos pueden permanecer “dormidos” dentro del ixtl durante millones de años hasta encontrar un receptor apropiado.
Los diezmados tripulantes del Beagle finalmente se liberan de Ixtl arrojándolo al vacío espacial.

2003, Sergio Amira A.

Finding Shklovsky

Por Segio Alejandro Amira 

Caminaba yo por la calle Merced ubicada en Santiago, cuando de pronto en la tienda de libros usados “El Cid” vi un afiche de la “primera convención de ciencia ficción, fantasía y cómics” en la historia de Chile: Fixion 2000. El afiche además promocionaba un concurso de cuentos, de ciencia ficción, claro. Desde 1997 que me encontraba escribiendo una novela (que terminé hace un año, pero que probablemente estaré corrigiendo por otros seis años más) y como tenía poco tiempo antes que venciera el plazo de recepción y ninguna obra a mano a excepción de Licantropía contemporánea (que es un cuento de terror satírico) tomé un capítulo de la novela y le metí a la fuerza ciertos elementos de ciencia ficción relativos al viaje en el tiempo, que junto a  las formas de vida alienígena, es uno de mis tópicos favoritos.

Yo nunca distinguí géneros literarios y leía indistintamente cualquier cosa que cayera en mis manos hasta que a los 14 años me regalaron un libro recopilatorio de los Premios Hugos 1973-1975, prologado por Isaac Asimov (lo primero que leí de Asimov fueron sus introducciones a los cuentos premiados justamente). A partir de ese momento comencé a privilegiar los títulos de ciencia ficción por sobre los otros e incluso me animé a escribir una historia de viajes en el tiempo donde un tipo resultaba ser su propio padre, algo que ingenuamente creí muy original. Desde ese entonces y hasta la convocatoria de Fixion escribí tan sólo tres cuentos, que me alegra haber extraviado. Lo mío no era la narración corta, eso me quedó claro en 1996, mis intereses se encaminaban más bien por los senderos de la novela, que comencé a escribir el verano de 1997.

Adapté como les decía un fragmento de esa novela, lo presenté al concurso y de ahí no supe más. En la página web de Fixion 2000 se habían prometido entradas a quienes habían participado pero yo no recibí ninguna y no pude asistir por falta de plata. Luego, estando de vacaciones en Punta Arenas en Enero del 2001 me encontré casualmente en la calle con Leonardo Navarro, un ex-compañero de colegio que había figurado tiempo atrás dentro de los 100 personajes menos influyentes de Chile en The Clinic. Al verlo le dije: “te felicito por ser uno de los 100 personajes menos influyentes de Chile”, él me contestó: “y yo te felicito por tu segundo lugar en el concurso de Fixion 2000”. Imagínense mi sorpresa, este ex-compañero me aseguró que yo había obtenido el segundo lugar del concurso de cuentos y a mí nadie me había notificado de nada, no había obtenido mi diploma y ni siquiera sabía de la existencia del libro en el que se habían publicado los tres primeros lugares y las menciones honrosas.

Mi primera reacción ante los dichos de Navarro fue de incredulidad pero él me describió el cuento y no me cupo duda que efectivamente lo había leído. Quedamos de juntarnos para que me dijera con quien contactarme para, por lo menos, obtener una copia del libro pero no lo volví a ver, mis vacaciones se terminaban y hube de regresar a Santiago. Lo más irónico (como diría la Morrisette) es que mientras se premiaban a los ganadores del concurso yo estaba en mi casa, sin ni un peso como para poder comprar mi entrada y sólo a unas cuadras de la Estación Mapocho, donde se realizaba el evento (en ese tiempo vivía en la calle San Antonio con Santo Domingo).

Como no poseía amistades ni conocidos en el “fandom” fuera de Navarro, a quien no sabía como contactar, comencé a hacer averiguaciones vía Internet. Con este objeto envié e-mails a gente que supuse, algo habrían tenido que ver con el evento: Sobras.com, la Corporación de Amigos de Star Trek, Mauricio Herrera (quien había creado la imagen que ilustró el afiche) y Ergocomics, todos los cuales no tenían la menor idea del libro de Fixión ni de como contactar a los organizadores, la excepción a esta regla fue Wampa, de Starwars Chile, quien me escribió:

«Hola, te cuento, desgraciadamente Starwars Chile no participó de dicho evento sino que sólo asistimos con una delegación para ver al dibujante del Imperio Oscuro. Bueno, es una lástima lo que me cuentas, te puedo contar que los organizadores del evento eran una Productora Weber que hemos tratado de contactar para saber si este año se hacia pero sin respuesta, ahora sabemos que uno de los auspiciadores era Entel y conversamos con un señor Barriga (Sexual Democracia) super buena onda que si tu tratas de ubicarlo a través de Entel a lo mejor pueda ayudarte, si tu hiciste un cuento eres un artista innato pero debes ser mas cuidadoso con tu material por que no habrá nada que saber si este año se hacia pero sin respuesta, ahora sabemos que uno de los auspiciadores era Entel y conversamos con un señor Barriga (Sexual Democracia) super buena onda que si tu tratas de ubicarlo a través de Entel a lo mejor pueda ayudarte, si tu hiciste un cuento eres un artista innato pero debes ser mas cuidadoso con tu material por que no habrá nada que compruebe lo real de tu historia, nosotros no dudamos de ti pero para que en otra oportunidad seas mas cuidadoso. QUE LA FUERZA ESTE CONTIGO SIEMPRE WAMPA».

Le escribí al interprete de Profanador de Cunas pero no obtuve respuesta. Tiré la esponja y me olvidé del asunto. No recordaba el título del cuento y ni siquiera poseía una copia en mi disco duro, eso hasta que en noviembre del 2001, y de puro ocioso, tecleé mi nombre en el Google y apareció un mensaje en un grupo de discusión que trataba sobre mi cuento. Aquel grupo pertenecía a una página llamada Utópika, una especie de bodega de libros digitales. Escribí un e-mail al webmaster explicando toda la situación y este me contestó:

«Mi nombre es Rodrigo Mundaca, medio fanático de esto de la lectura desde la enseñanza básica… supe de Fixión 2000 por unas referencias en chile.rec.literatura. Decidí participar. Les envié tres relatos (escritos en el transcurso de una semana o dos)… y también me olvidé del asunto… Tiempo después me llamó un cierto personaje invitándome a la premiación. Considerando que soy de Concepción y que estaba en ese minuto con la mi**da al cuello con la universidad, decliné la invitación… Meses después, me llegó el famoso librito con los cuentos ganadores. En este punto debo señalar que meses antes de ver el llamado a concursar en Fixión 2000, me había suscrito a un fanzine editado por Luis Saavedra llamado Fobos. Este fanzine hacía (hace) comentarios de relatos y series de ciencia ficción. Bien, el librito con los cuentos ganadores me llegó como un agregado a este fanzine. En ese punto recién supe que Luis Saavedra era parte de la organización de Fixión 2000… y seguramente el librito me lo enviaron por mi suscripción a Fobos, no por mi participación en el concurso. “Bien” –me dije– “estos relatos tienen que ser conocidos en el mundo”. Decidí escanearlos y subirlos a mi entonces humilde página web personal. Cuando terminé de escanearlos, me hice la siguiente pregunta: ¿existirán más relatos de ciencia ficción en la Internet? Me puse a buscar y, ¡wow!, encontré toneladas… junto con los relatos, descubrí una página chilena llamada Utopika, perteneciente a unos socios de Santiago. En esa página supuestamente habían relatos para bajar, pero ningún link funcionaba. Indignado, les envié un mail exigiendo que repararan su página… ya te imaginarás la sorpresa que me llevé cuando a vuelta de correo me dicen: “no tenemos tiempo para actualizarla, pero si lo deseas, hazlo tú”.

Considerando que yo estaba haciendo una página de ciencia ficción, la perspectiva de tener un URL decente y la posibilidad de cooperar con un proyecto más amplio me hizo aceptar. Hice la página y subí los archivos, incluyendo los cuentos ganadores de Fixion 2000. Si recuerdas las bases de concurso, en ella se señalaba que los derechos de autor, para la primera edición del libro, era propiedad de los organizadores de Fixion 2000. Yo me sentí libre de pecado, porque el libro ya lo habían editado, y por tanto el copyright era nuevamente de sus autores… y nuevamente me llevé una sorpresa mayúscula cuando René Weber, otro de los organizadores de Fixion, me pidió retirar los textos, porque el copyright les pertenecía… para evitarme problemas, accedí, pero después de varios meses, los volví a subir… no me han vuelto a molestar».

Rodrigo, además, me envió las bases del concurso de cuentos donde se indicaba que el segundo lugar recibiría el 10% de la venta del valor neto del libro (del cual se editarían 1.000 ejemplares) y me sugirió que contactara a Luis Saavedra. Saavedra me respondió lo siguiente:

“Me alegra que hayas escrito porque no te podíamos ubicar cuando los sobres con los nombres y las direcciones se perdieron. Bien, se supone que René Weber, productor del evento, es quien tiene tu galardón y dispone de los libros de Fixion 2000. Para más informaciones debes referirte a él.

Sobre la distribución del libro, no sé mucho, pero creo que no ha sido muy halagüeña por todas las dificultades del mercado y las distribuidoras. Me parece una lástima todo el enredo que se armó antes, durante y después de ese evento y me disculpo si me cabe alguna culpa. Si necesitas que te envíen copias del libro, sólo avísame.

Por último, me gustaría invitarte a participar en un fanzine que dirijo que se llama FOBOS, es de cf y fantasía y se distribuye en forma gratuita de mano en mano, en unas librerías especializadas que hay en San Diego”.

Le escribí entonces a Weber el cual escribió:

«Bueno, leyendo tu mensaje me he dado cuenta que has pasado por un verdadero calvario para saber por el destino del cuento que enviaste… Pues, como creo que ya sabrás, obtuviste el segundo lugar con El Libro de Shklovski… pues ¡¡Felicitaciones!!…

Ahora bien, te debemos más que unas buenas disculpas por no haberte entregado el galardón y la noticia, pero según me informó Juan Carlos Cabrera (el productor de los concursos), se comunicó, en su oportunidad, al fono indicado en los datos, pero le informaron que ya no estabas ubicable allí. Después por los ajetreos y desórdenes en la oficina, antes, durante y después de Fixion 2000, tus datos se perdieron de la carpeta respectiva. Así es que por esto no habíamos podido contactarnos.

Te ruego, que aceptes las disculpas del caso y puedas comunicarte a mi fono, para así coordinarnos en la entrega de tu premio”.

Llamé a René Weber, nos juntamos en la estación de metro Baquedano, y me entregó el diploma y unos doce libros de los 50 que estipulaban las bases del concurso. Le pregunté por el 10 % de las ventas pero me dijo que el 10 % de nada era igual a nada. 

Ahora bien, el delgadísimo volumen de 44 páginas más que a un libro se asemejaba a un folleto informativo. El lomo era de un couché brillante y lucía el isotipo de Fixion 2000 por ambos lados. En la contratapa se podía leer:

«Tanto los organizadores, W&W Producciones, como el jurado de Fixion 2000, se complacen en presentar a cinco nuevos talentos de la literatura chilena de ciencia ficción. Son cinco relatos envolventes y apasionantes que por sí mismos nos hablan de la solidez que este género ha alcanzado en nuestro país. Nadie quedará indiferente…»

¿Sería para tanto? Bueno, nadie le puede reprochar a Weber por querer vender su producto, pero sí enrostrarle la deficiente calidad del libelo. Se nota que se hizo a la rápida ya que nadie se tomó la molestia de corregir o revisar los textos, o de siquiera diagramar como corresponde. Mi cuento tan sólo, contiene  un sinnúmero de errores. Para empezar uno de los personajes, de nombre Alfedo Hauchecorne, fue cambiado a Alfredo “Hauchecome”. Luego tenemos el extravío de varios párrafos, notoriamente entre el final de la página 15 y la 16, y entre la 19 y la 20. Finaliza la última página de El libro de Shklovski, con el título del cuento que obtuviera el tercer lugar, Ixtlan de Gerson Salinas.

Pese a todos los inconvenientes y al no cumplimiento de lo estipulado en las bases del concurso debo reconocer que este fue el espaldarazo que necesitaba para dedicarme de forma seria a escribir narrativa, ensayo y otras digresiones.

Una vez recuperado y re-leído el cuento, “…elogiado por el jurado debido a la original manera de abordar una temática clásica dentro de la ciencia ficción”, me desagradó sobremanera al punto que decidí rescribirlo. El resultado, que pueden leer en este primer número de TauZero, sin ser la gran cosa me deja mucho más contento.

Sergio Alejandro Amira 

El libro de Shklovski

Por Sergio Alejandro Amira

Como moscas para muchachos lascivos somos nosotros
para los dioses:
Nos matan por deporte.

(Rey Lear)

I

Anoche soñé con Enki, y hoy la puerta se abrió.

Al igual que la primera vez no recordaba nada específico del sueño, salvo esa silueta iridiscente de tigre que era el avatar escogido por Enki para sus andanzas por este Universo.

¿Habría pasado tres meses durmiendo como la primera vez? ¿Habrían logrado enjaular a Enki una vez más? Aruru debería estar al tanto por lo cual la invoqué a viva voz. En ocasiones acudía a mi llamado, y en otras, como ahora, no.

Dijeron que si volvía a soñar con él serían capaces de rastrearlo y capturarlo y que entonces, tal vez, me dejarían en libertad. ¿Estarían hablando en serio o era sólo una mentira para brindarme esperanza?

Poso mi mano en la perilla de la puerta que, para mi asombro, se abre. Avanzo cautelosamente fuera de mi celda en medio de las penumbras de lo que asemeja un túnel, en dirección a un rayo oblicuo que ilumina el final.

La luz al final del túnel, ¿estaré muerto?, reflexiono.
Emerjo en la boca de una caverna situada en una saliente a varios metros del suelo. No, no estoy muerto.

Lleno mis pulmones de aire y me percato que es de una pureza a la que no estoy acostumbrado. Allá abajo se extiende un frondoso tapete verde, un bosque interminable y majestuoso.

El sol está emergiendo tras las montañas, no estoy en la Tierra, como atestiguan las tres pequeñas lunas que aún engalanan el cielo matutino.

En el pedregoso suelo reposa una rama caída, larga como un brazo y aún húmeda por el rocío de la mañana. La recojo como si se tratara de un majestuoso cetro, como si mediante esta acción estuviese reclamando mi dominio sobre esta nueva realidad.

Disfruto de una paz como no he experimentado nunca en toda mi vida, y tranquilamente comienzo a descender por las rocas desnudas. Mientras lo hago, rememoro las circunstancias que me trajeron aquí.

II

La verdad es que siempre me pareció risible esto del fin del mundo, ya fuesen las hipótesis planteadas por científicos ociosos o las escatologías religiosas ideadas para ganar más adeptos. La mayoría de estas ideas solían proponer un exterminio generalizado de la vida sobre el planeta, no podíamos desaparecer nosotros nada más, no señor, el gran Arca de Noe que es la Tierra tenía que hundirse con todos los pasajeros a bordo. Pues bien, alguien no tuvo en consideración nuestra pedante vanidad y nos borró de la faz del planeta sin tocarle un pelo a sus demás habitantes.

Desperté en lo que creí era mi habitación, en lo que creí era mi casa, con los músculos agarrotados y la imagen de Enki envuelta en una vaga memoria de espantosos horrores oníricos. El reloj marcaba las seis y media de la tarde, era sábado y al parecer había dormido durante gran parte del día.

El libro de Shklovski ya no estaba sobre el lugar donde lo había dejado la noche anterior, tal vez mamá había entrado en mi cuarto mientras dormía y lo había tomado.

Abandoné mi habitación a la espera de encontrarme con alguno de mis padres pero no había señal alguna de ellos, estaba solo en el departamento.

¿Por qué razón me habrían dejado dormir tanto? Ni siquiera cuando llegaba tarde de alguna fiesta permitían que me levantase más allá de las 9:30 de la mañana.

Al pasar junto a la puerta que comunicaba al corredor del edificio sentí el impulso de abrirla, pero esta permaneció cerrada pese a no estar con llave. Similar resultado obtuve al intentar abrir las ventanas. Tomé el citófono para así pedir ayuda al conserje pero la línea estaba muerta.

Hube de admitir que estaba confinado al interior de mi hogar, como sí del único participante de uno de esos reality shows al estilo Gran Hermano se tratara. Las tripas, a quienes mi desconcierto les importaba un bledo, protestaron hambrientas. Me dirigí a la cocina en busca de algo que comer y una vez allí comprobé que el suministro de gas estaba cortado, las cerillas no estaban en su lugar y la única cubertería disponible eran cucharas. En cuanto a los suministros alimenticios estos se reducían a un sinnúmero de compotas en frascos de vidrio para críos desdentados. Colados y picados Nestum, carne con espinacas, pescado, pollo, compotas de pera y duraznos…

Tomé una cuchara y, resignado, abrí un pote. Luego de zamparme cinco frascos y quedando medianamente satisfecho retorné a mi dormitorio y encendí la tele. La misma y curiosa imagen era transmitida en todos los canales: una habitación completamente vacía salvo por un taburete blanco con una rueda de bicicleta ensartada encima. ¿Qué podría significar aquello?

De algo eso sí estaba seguro, mi actual situación debía estar relacionada con los eventos acaecidos el día anterior en casa de mi hermana.

Pese a que mi radio Philips Digital Equalizer Incredible Surround Bass Reflex Speaker System funcionaba me fue imposible localizar alguna emisora y sólo se oía estática (por suerte tenía mis discos compactos para alivianar el tedio).

Decidí esperar a que regresaran mis padres, dos, tres, cuatro horas hasta quedarme dormido. Desperté en medio de la oscuridad, encendí la luz y nuevamente inspeccioné el departamento, que continuaba en las mismas condiciones. Presa de una repentina desesperación comencé a golpear las paredes y a gritar como loco pidiendo ayuda, pero me percaté que todo era en vano.

Durante los días siguientes me avoqué a la tarea de inspeccionar el departamento en busca de algún indicio que me ayudara a comprender el absurdo episodio de la Dimensión Desconocida que, contra mi voluntad, estaba protagonizando. Revisé cada rincón sin que el libro de Shklovski apareciese por ninguna parte. Arrojé sillas y otros objetos hacia las ventanas sin hacerles mella alguna e intenté derribar la puerta con similares resultados. Grité hasta quedar afónico y hasta tuve la idea de prenderle fuego al departamento ¿pero con qué si no había cerillas? Intenté provocar un corto circuito y me percaté que por los cables no corría electricidad. Lo que fuera que permitía el funcionamiento de los aparatos electrónicos como mi radio Philips Digital Equalizer Incredible Surround Bass etc. no era, paradójicamente, la electricidad.
Fue entonces cuando comencé a considerar la idea que no me encontraba en mi casa, lo que confirmé tras observar largamente por los ventanales y comprobar que el exterior no era más que una especie de filme que se repetía cada 24 horas. Simulacro, todo no era más que un simulacro, mis libros, mis discos compactos, mi radio, mi ropa, el día, la noche, todo.

¿Qué hace uno frente a tales circunstancias? Pues seguir viviendo de la mejor forma posible. Como la temperatura de mi prisión era de unos agradables y constantes 22 grados centígrados decidí andar desnudo, después de todo no podría llevar mi ropa a la lavandería si se ensuciaba. Lo que sí podía era asearme a mí mismo, ya que la ducha funcionaba a la perfección y ni siquiera tenía que encender el calefón para obtener agua caliente. De esta forma pasaron tres días durante los cuales comí mi alimento para bebé, escuché música, releí algunos de mis libros y observé de cuando en cuando la pantalla del televisor a ver si habían cambiado el programa. Pese a todo mi situación no era tan desagradable. Extrañaba a mis padres, pero no tanto como poder salir a dar una vuelta a la manzana o comerme una buena hamburguesa del McDonald.

Y entonces, la tercera noche, apareció Aruru.

Al principio pensé que estaba soñando una de esas recurrentes poluciones nocturnas de joven solitario, pero no, la mujer a la que penetraba extasiado no había sido modelada de la materia incoherente y vertiginosa de la cual se componen los sueños, era real, o por lo menos así se sentía. Su bronceado cuerpo de caderas generosas, pechos firmes y bien torneadas piernas era perfecto, aunque sus extremidades superiores… no es que se asemejaran a las de una marioneta, ¡eran las de una marioneta!

En efecto, tanto sus largos e inútiles brazos como su cabeza eran de madera, recubierta con lo que parece ser esmalte brillante. Las pupilas de sus ojos estaban pintadas sobre la inexpresiva cara, asimismo como sus labios carmesí y las largas pestañas semejantes a puntas de lanzas que circunvalaban sus cuencas. Su brillante y negro cabello era sintético, como el de las muñecas, probablemente plástico.

Los brazos como ya he dicho eran inservibles, y se ladeaban de un lado para otro cuando Aruru caminaba. Sus rígidos dedos no poseían articulaciones y sus manos estaban siempre abiertas. La sólida cabeza sobre sus hombros era tan inútil como sus brazos y parecía no albergar ningún cerebro orgánico u electrónico. Pero esto no quiere decir que Aruru no fuese un ser inteligente. Lo era, aunque no pueda explicarme cómo, y hablaba, aunque no produjese sonido alguno.
Cómo lograron sus creadores dotar de vida a un exquisito cuerpo femenino decapitado escapa a toda hipótesis por más aventurada que esta sea. Si su intención era proveerme de compañía femenina, ¿Por qué no una mujer real?, ¿A que se debía la presencia de aquella criatura de brazos y cabeza inanimadas? Estas eran sólo un par de las muchas preguntas que Aruru no supo explicarme nunca. De cualquier forma era buena compañía, sobretodo en la cama.
Tal vez Aruru fuese una especie de androide (aunque el término correcto sería “gineoide”, si mal no recuerdo) o incluso una proyección telepática de mi subconsciente, lo cual explicaría su insólita apariencia (me imagino a Romina diciéndome: la ausencia de una cabeza real en Aruru representa tu temor a las mujeres autónomas e inteligentes, su ausencia de brazos responde a la aversión que sientes ante el tacto de terceras personas, etc., etc.).

Durante mi cautiverio llegué incluso a contemplar la posibilidad que Aruru, junto con todo lo que me rodeaba, no fuese más que un programa al interior de un computador al que mi cerebro estaría conectado, ¿no decía Copenhage que todo el universo conocido por nosotros es producto de nuestros cerebros e instrumentos de tal modo que uno es eliminado del universo actual? Como sea, a esas alturas era evidente que Aruru no era más que un intermediario entre mi persona y la verdadera inteligencia detrás de mi curiosa situación.
Pero, ¿cómo es que entraba Aruru si la puerta nunca se abría? Pues atravesando las paredes como un fantasma, por supuesto. ¿Por qué no podía hacer yo lo mismo? Pues debido a que mis carceleros no deseaban que abandonase mi prisión, claro.

Sí, pensé en el suicidio poco antes de que apareciera Aruru, pero lo deseché de inmediato. Primero que nada por que sería incapaz de cometer un acto así, y segundo, porque carecía de todos los medios necesarios como para llevarlo a cabo. Si bien es cierto que había varios cinturones bien resistentes en el armario de mis padres, no existía nada de donde poder colgarme. Podría tal vez intentado quebrar la pantalla de la TV y utilizar los fragmentos de vidrio para cortarme las venas, pero Aruru me advirtió que al menor intento de atentar contra mi integridad física un intenso dolor de estómago acompañado de náuseas y perdida de motricidad me lo impediría. Preferí no comprobar si lo que decía era cierto.

Ya que no podía ni deseaba poner fin a mi vida volvamos al fin del resto de mis congéneres. Aunque parezca inaudito no me atormenta mayormente el fin de la humanidad, nunca le tuve gran aprecio y hasta cierto punto me alegraba que Enki hubiese librado al planeta de nuestra presencia. Se me viene a la memoria una hipótesis, desarrollada en la última película a la que tuve oportunidad de asistir. Uno de los personajes, una IA, proponía que nuestro comportamiento no era el de un mamífero, sino el de un virus. ¡Como olvidar las sabias palabras del Sr. Smith!: “Los seres humanos son una enfermedad, el cáncer de este planeta. Ustedes son una plaga.” A la luz de esta revelación podríamos definir a Enki entonces como la cura definitiva contra el virus humano.

Las migajas de información que Aruru mezquinamente fue arrojándome me hicieron perder poco a poco la comodidad de la ignorancia. Lo que yo creía apenas una noche de sueño habían sido en realidad nueve semanas de letargo, tiempo que le tomó a Enki borrar a la humanidad de la Tierra. Caí en el hechizo del sueño eterno cual poco agraciado bello durmiente, y no desperté hasta que Enki terminó su pantagruélica comilona.

Fui abducido la misma noche de la llegada de Enki, antes siquiera que los inexplicables decesos preocuparan a la opinión pública. Sus primeras víctimas fueron Romina y Alana, luego continuó con los habitantes de Santiago de Chile y el resto del mundo. Enki es un verdadero tragaldabas, un glotón como jamás se ha visto en el universo. Desconozco el porqué de su preferencia culinaria por el homo sapiens sobre todas las demás criaturas terráqueas pero si sé esto: Enki se nutre de la energía liberada al momento de la muerte, la que provoca manipulando los electrolitos del torrente sanguíneo de sus víctimas, o algo por el estilo.

Aruru me explicó detalladamente la fisiología de Enki pero la verdad es que no me quedó muy claro (las ciencias nunca fueron mi fuerte). Por lo poco que entendí Enki es una entidad que posee total control de sus átomos además de una vasta red energética que emana del núcleo de su cuerpo, puede alterar su masa a voluntad y adoptar cualquier apariencia. Mis indolentes carceleros le habrían permitido actuar a su antojo con el fin de estudiarlo. “Los seres humanos de la tierra no son más que un cultivo de miles y por lo tanto, sacrificables”, fueron las exactas palabras de Aruru cuando le eché en cara la indiferencia de sus amos para con mi especie.

De acuerdo a Aruru sus jefes teorizaban que la única forma de eliminar a Enki sería por medio de una explosión nuclear que interrumpiera la energía unificadora de sus átomos, pero para ello primero tenían que encontrarlo. ¿Pueden creer que en un momento de descuido se les perdió de vista a los muy omnipotentes, tal como si de un tigre que huyó del zoológico se tratara? En efecto, Enki abandonó la Tierra y esperaban ubicarlo con mi ayuda antes de que se zampara otro mundo. ¿Habrán logrado capturarlo? Dada mi actual situación parecía que sí.

El día antes de mi liberación (haya sido ayer o hace tres meses), y tras una agotadora sesión de sexo, Aruru me solicitó por enésima vez hablarle de mi visita a la casa de Alfredo Hauchecorne y los sucesos posteriores al hurto del libro de Shklovski. Yo pensaba que si mis carceleros lograron replicar mi habitación completa hasta el más mínimo detalle deben haberlo hecho a partir de información que recuperaron de mi cerebro. ¿No podrían mediante el mismo mecanismo enterarse de todo lo demás entonces? ¿Qué objeto tenían esos interrogatorios? Nunca lo supe, pero lo cierto es que cada vez que narraba la historia recordaba más y más detalles.

III

La culpa de todo esto la tenía Gonzalo Le Feuvre, con él se cruzó mi errante camino cierto día en que la fortuna no me era del todo favorable. ¿Las circunstancias del encuentro? Avenida Pedro de Valdivia, después de haber realizado algún tramite sin importancia. Estado moral: ociosidad, hastío por los vicios e injusticias del mundo moderno. Entra en escena Le-Feuvre, el joven poeta iba de visita a la casa de Alfredo Hauchecorne, ubicada en una de esas calles ciegas de Pedro de Valdivia. Me sugirió que lo acompañara.
-¡Cómo te vas a perder la oportunidad de conocer a Hauchecorne! -me dijo-. ¡Tiene una biblioteca increíble!

La propuesta de Le-Feuvre tuvo en mí un efecto seductor casi instantáneo. Conocer a Alfredo Hauchecorne, ¡y en su casa! Un momento, ¿y si a Hauchecorne le importunaba la aparición de una visita extra? Ciertamente no sería la ocasión más afortunada para ser presentado ante uno de los hommes de lettres más ilustres de Chile.

-No habrá problema, te lo aseguro. Hauchecorne es muy amable, ya veras -dijo Le-Feuvre. Sus argumentos parecían convincentes por lo que accedí a acompañarlo.

A Le-Feuvre le había conocido a principios de año. Por aquel entonces me parecía bastante insoportable y es que había obtenido el primer premio del concurso de poesía juvenil Me niego a guardar silencio, organizado por Mnemotecnia Ediciones. Alfredo Hauchecorne, único jurado del concurso, no escatimó elogios para Le-Feuvre llegando a decir que éste representaba la continuidad poética en nuestro país, cosa que me pareció algo exagerada.

Hauchecorne recortó su perfil entre los poetas latinoamericanos durante la década de 1960 con el pulso de obras como Exijo ver a Dios en su casa (1960), Crisálida (1962), y el aclamado Mi otro yo tenebroso (1965). El poeta había estudiado pintura en el Bellas Artes del D. F. Mexicano y a mediados de la década abandonó México para instalarse en el Greenwich Village, Nueva York, donde tomaría contacto con artistas, poetas e intelectuales como John Cage, Allen Ginsberg y William Burroughs. Desde entonces Hauchecorne residió intermitentemente entre el D.F. mexicano, Nueva York, París y Barcelona hasta que luego de pasar tres años en un convento trapense decidió regresar a Chile.

Tras un breve trayecto llegamos ante la puerta de Alfredo Hauchecorne. Le-Feuvre llamó y tras unos segundos apareció el poeta en persona.

-Hola, Alfredo -saludó Le-Feuvre estrechándole la mano-. Te presento a un amigo, Daslav Merovic.
-Mucho gusto, Daslav -dijo Hauchecorne.
-Lo mismo digo -contesté.
-Daslav es hermano de Romina Trugeda -informó Gonzalo.
-Medio-hermano -corregí antes que Hauchecorne inquiriera por qué mi hermana y yo teníamos apellidos distintos. Aunque la razón era bastante obvia esta era una pregunta que solían hacerme.

Tras las formalidades de rigor Alfredo Hauchecorne nos hizo pasar a una elegante estancia decorada con valiosos muebles, en su mayoría de caoba estilo francés, un gran tapiz mural de Verdure del siglo XVIII lucía en una de sus murallas. No fueron estos objetos, sin embargo, los que llamaron mi atención sino la gran cantidad de volúmenes con los que contaba la biblioteca de Hauchecorne, ¡y yo que pensaba ingenuamente que la biblioteca de Romina era grande!
Me precipité a revisar los títulos de las estanterías mientras Hauchecorne, con una sonrisa benevolente, fumaba tabaco francés en una pipa tallada. Su colección de pipas, que conservaba en la biblioteca, no era menos impresionante que la de libros. Amablemente me mostró algunas, una de agua del siglo XV, otra de calabaza como la de Sherlock Holmes, una china, otra griega…

-Según un estudio norteamericano los fumadores de pipa viven cinco años más que los no fumadores -informó Hauchecorne mientras rellenaba de tabaco una antiquísima pipa de espuma de mar que había adquirido a un anticuario del centro por un precio ridículo. La pieza tenía tallado, a ambos lados de la cazoleta, el escudo de armas de la familia real de Bohemia-. La próxima semana viajo a la Quinta Región, al primer encuentro nacional del Círculo de la Pipa a realizarse en el Bar Inglés de Valparaíso -agregó el poeta.
Tras aquel comentario Hauchecorne nos invitó a tomar asiento (lo que hicimos sobre un sillón Luis XVI con tapicería Grosspoint) y ofreció café negro con crema. Mientras el poeta preparaba la infusión reparé en un gato enorme que dormitaba sobre un aparador francés de nogal. Fue bueno saber que a Hauchecorne le gustaban los gatos, me ayudó a entrar en confianza ya que siempre he sospechado de la gente a las que no les agradaba la compañía felina. Soriano decía que todos los escritores con corazón se han ganado un gato que los sigue y los protege. Recordé al gato del Dante, al de Baudelaire, al de Lewis Carrol, al de Borges, a los de Burroughs y Hemingway, y recordé a Enki, por supuesto.

-Quince mil, pero eso fue hace tres años -fue la respuesta de Hauchecorne a mis preguntas: “¿Cuántos libros tienes?, ¿los has contado?”-. Esta biblioteca la heredé, junto con la casa y todos los muebles y objetos de arte, de mi abuelo paterno. No tuve acceso a ella sino hasta mi regreso a Chile, a fines de los ochentas. No me crié bajo la sombra de este inmenso roble como podrías pensar. Tengo planeado botar el techo para poder alargar los estantes y colocar una escalera.
-Y terminar construyendo la Biblioteca de Babel ­-comentó Le-Feuvre.
Tras mi somera revisión de las estanterías me extrañó la ausencia de libros de la pluma de Hauchecorne en su biblioteca y así se lo hice notar. Éste argumentó que la causa por la cual no había libros suyos se debía a que todavía conservaba el hábito por la buena lectura. Le-Feuvre rió de buena gana mientras me invadía una ligera sensación de Deja-vu.
-Daslav es un gran lector de ciencia ficción -informó Le-Feuvre a nuestro anfitrión.
-¿En serio? -preguntó éste.
-Sí -confirmé-. ¿A usted le gusta la ciencia ficción?
-No -fue la respuesta de Hauchecorne-. Es un género con el cual no he logrado relacionarme nunca. A Borges le gustaba mucho, aunque eludió el término “ciencia ficción”; refiriéndose a ella sólo en forma elíptica: “fantasía de carácter científico”, “ficciones de cosas probables”, “pesadillas que rehuyen un estilo fantástico”, “imaginación razonada”. Lo poco que he leído del género han sido justamente los autores recomendados por Borges: H. G. Wells, Ray Bradbury, Olaf Stapledon, C. S. Lewis… Me quedo con la Trilogía Cósmica de Lewis, Hacedor de estrellas de Stapledon y uno que otro cuento de Lovecraft, aunque este último me parece no es ciencia ficción en el sentido más estricto, ¿no es así?
Le-Feuvre asintió con la cabeza.

Tras aquella declaración permanecí un buen rato en silencio, escuchando a los poetas, me aterraba no decir algo lo suficientemente inteligente.

En una primera instancia, la charla giró en torno a la falta de apoyo a la poesía en Chile y el favoritismo hacia la narrativa que en la mayor parte de los casos era, a juicio de Hauchecorne, de dudosa calidad. Le-Feuvre hizo sus descargos en contra de las casas editoriales que tienen la política de no publicar poesía porque según ellos “no vende”, a pesar, según él, de ser Chile un país de poetas.

-Tienes razón -contestó Hauchecorne mientras recargaba de tabaco su pipa-. Chile es un país de poetas pero lamentablemente no de lectores de poesía. La lectura no es un hábito lo suficientemente desarrollado entre los chilenos quienes en su mayoría prefieren la narrativa a la poesía. Pregúntale a cualquier editor y te dirá que la poesía no despierta gran interés en el público, en especial la poesía contemporánea que les es “más difícil de comprender”. En la poesía el lenguaje se recrea en sí mismo, hay metáforas que conducen a otros mundos. De los lectores la mayoría está por lo fácil, donde no hay interpretación. Una muy buena amiga mía que es editora dice que el apoyo a la creación poética y la rentabilidad de esta es una ecuación que no cuadra ni ha cuadrado nunca, a excepción de los consagrados claro está. Por esto iniciativas como la de Mnemotecnia Ediciones tienen tan formidables convocatorias ya que representan una de las pocas oportunidades de romper él círculo vicioso del poeta desconocido que no puede publicar por no ser consagrado por no poder publicar. ¿Sabían que de los 157 títulos de poesía de autores chilenos que se publicaron el año pasado 92 fueron autoediciones de los propios autores? Para muchos poetas la autoedición es el único método. Yo autopubliqué mis primeros poemas a los dieciséis años en una imprenta llamada Nieto & Nieto, en la que se podía pagar a medida que se vendían los libros. Cuando le llevé mi primer libro publicado a mi madre, me dijo: “¿Y qué plata vas a ganar con esto?”. Tenía razón, vendí uno o dos y los demás los quemé, los poemas de aquel libro eran horrendos. Coincidentemente la imprenta se incendió a los pocos días, se rumoreaba que los hermanos Nieto le prendieron fuego, para poder cobrar el seguro. No tuve que pagarles ni un peso. No fui el único, los hermanos Nieto publicaron como a 300 poetas, todos a perdida. Nadie se acuerda de ellos, salvo una vez que les hicieron un reconocimiento, un almuerzo en la Sociedad de Escritores. Tú has sido afortunado Gonzalo, son pocos los poetas que pueden contar con una editorial que los apoye, sobre todo de una editorial grande como Mnemotecnia Ediciones que desde su fundación en 1957 ha mantenido un compromiso ininterrumpido con la poesía chilena.

-Sí, lo sé -admitió el poeta más joven-. Más del 18 por ciento del catálogo de Mnemotecnia lo constituyen publicaciones en poesía, análisis y crítica y cuatro de las veintiséis colecciones que conforman su catálogo están dedicadas íntegramente a la poesía. Tú sin embargo te retiraste de Mnemotecnia, a pesar de todos los halagos que le promulgas, y te cambiaste a una editorial pequeña.
-Las editoriales pequeñas son más jugadas, ¿sabías que publican proporcionalmente más poesía que las grandes? El 40 por ciento de lo que publica Ataraxia, mi nueva editorial, es poesía, a razón de mil ejemplares por título. Ha habido algunas reediciones, a pérdida por cierto, pero se trata de una inversión a largo plazo, de desarrollar el gusto por la poesía. Por lo demás estoy algo cansado de eso que Elias Canetti denominaba pfauenhaftigkeit, ese afán de notoriedad y presunción de muchos artistas y escritores, cuyas obras suelen ser objetos de grandes lanzamientos por parte de algunas casas editoriales. Ataraxia es la clase de proyecto en el que me interesa estar en esta etapa de mi vida. Ahora estoy trabajando para ellos en un libro que reunirá todos mis ensayos sobre literatura, una especie de mapa de la tradición personal en la que se inscribe mi obra, un mapa de mi problemática como escritor.

Fue entonces cuando me atreví a formular una pregunta ingenua; ¿Se puede escribir fuera de una tradición? La respuesta de Hauchecorne:

-Uno crea su propia tradición, tradición que acarrea ciertas obligaciones que deben respetarse. Remitámonos a Latinoamérica, no se puede escribir literatura por estos lados sin tener en cuenta a Vallejo, Neruda, Tirapegui, Arlt, Borges, Guimaraes Rosa, Onetti, Rulfo… no se puede escribir como si esos monstruos no hubiesen existido. Hay colegas que exaltan a otros escritores como sus maestros, pero esa admiración no se refleja en sus obras. Admirar también supone obligaciones, no se puede admirar a Shakespeare y escribir como Góngora. Cuando uno escribe se establece, por supuesto, una lucha con esa tradición, es ahí cuando aparecen los escritores que uno admira, los que uno tiende a imitar. La obra se cubre entonces con la piel fantasmal de los antiguos maestros, a veces es una fina epidermis apenas perceptible, otras, una manta gruesa que puede guarecerte de las inclemencias del exterior pero de la cual no se te asomará ni la cabeza. Yo creo que las influencias son reales cuando no son superficiales, lo que Goethe llamaba “las afinidades selectivas”. Las influencias se producen también inadvertidamente, por germinación, como diría Gelman, por contaminación, y por esto en ocasiones un escritor o un poeta actual iluminan a uno anterior, como si el escritor actual hubiese influido al otro. En un principio uno imita mucho, como un autómata, como el Espantapájaros del Mago de Oz. Luego uno quiere un cerebro propio, una personalidad propia, es como dijera Marinetti: <> Uno puede arrojar a la basura a los escritores que uno admira y pensar que es lo más saludable ya que nunca estaremos capacitados para superar a nuestros maestros, sin embargo a mí eso no me parece un buen estímulo. No se escribe con la ambición de matar a Shakespeare sino para ser admitido en su círculo. Faulkner decía que si un día llegaba a alcanzar esa perfección, ese ideal al que cada vez que escribía aspiraba, sólo restaba cortarse la garganta. No me agrada en absoluto la sacralización del escritor o la mitificación de la literatura, obstruyen el buen juicio. Para mí los textos son los que cuentan y no los escritores. Detesto a esos poetas extremadamente cultos, se puede ser muy culto e inteligente y producir un material infecto y débil.

-Como es el caso de tantos eruditos del Siglo de Oro frente a Cervantes -aseveró Le-Feuvre.
-Exactamente -afirmó Hauchecorne-. Esos humanistas eran los hombres cultos de la época pero leerlos hoy me produce acidez estomacal. No debe existir necesariamente una ética que acompañe a la estética de un escritor ¿saben? Hay muchas cosas de Borges por ejemplo que yo no comparto pero Borges es un gran escritor y eso es lo que me importa.
-Sin embargo la poesía de Borges no me parece tan notable como su narrativa -comentó Le-Feuvre.
-Bueno, a decir verdad Borges no es un gran poeta cuando escribe en verso, por lo menos no en el sentido que lo es Vallejo -dijo Hauchecorne-. Vallejo es uno de mis poetas favoritos, es un destructor implacable de jerarquías y valores. Sus poemas atesoran fragmentos expresados en sinécdoques que han dejado de remitir las partes a un todo y sin embargo hay en él un elemento autóctono, un elemento campesino, que no está en los cánones de la vanguardia.
-Vallejo es también uno de mis favoritos -aseveró Le-Feuvre-, pero volviendo a Borges, su poesía evidencia la habilidad de alguien que sabe escribir verso, pero que no es poeta -agregó Le-Feuvre.
-Es probable -reflexionó Hauchecorne-, a pesar de esto hay zonas de su prosa que son hondamente poéticas.
-Alfredo conoció en persona a Borges ¿lo sabías? -comentó Le-Feuvre desviando su cabeza hacia el sillón que ocupaba Remigio.
-¿En verdad? -respondí fingiendo no estar al tanto de tan memorable acontecimiento.
-Sí -contestó Hauchecorne-. Lo conocí en abril de 1976, durante un cocktail realizado en su honor en la casa del decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Maine a propósito de una reunión académica titulada Simposium sobre Borges con Borges. Borges se acomodó en un sillón y a su lado dispusieron una silla para los que desearan platicar con él. Yo estaba parado por ahí cerca, librando una lucha interior entre el deseo de hablarle y el terror que me producía su presencia cuando Oscar Hahn, que se había percatado de mis tribulaciones, me dijo de manera divertida y paternal: “Ya hombre, no seas cobarde. Siéntate ahí o té siento de un empujón”. Sin saber cómo, me encontré sentado junto a Jorge Luis Borges. Nuestra charla se centró en un principio en su célebre cuento Las ruinas circulares para derivar luego a su poema El Gólem, a la alquimia y la cábala.
-Existe también una novela títulada El Gólem si mal no recuerdo -comenté ya que no deseaba quedarme corto en cuanto a trivia literaria respecta.
-Si, del escritor austríaco Gustav Meyrink -confirmó Hauchecorne-. La novela de Meyrink y su versión cinematográfica de 1920 impresionaron grandemente al joven Borges, mucho antes de conocer los estudios de Gershom Scholem, pero no creas que Meynrick se inventó al gólem, dicha criatura proviene de la tradición hebrea.
Le-Feuvre y Hauchecorne se enfrascaron luego en una discusión sobre los caminos órficos y prometéicos. El primero insistía en su visión de la poesía como “iluminación” mientras el segundo la visualizaba como un arduo camino por el cual finalmente se llegaba a “la” palabra escrita. Para confirmar su posición Hauchecorne citaba a Picasso: <>.

Podríamos decir que la manera en que Le-Feuvre enfrentaba la vida era en efecto más “órfica” o del ocio (el don de la belleza, el orden y la paz sin conquista) que “prometéica” o del trabajo (el problema que se vence mediante el esfuerzo.) Le-Feuvre solía decir, citando a Eluard; <>. Una belleza más bien “convulsiva” que de proporción áurea cabe mencionar.
-El poeta debe transpirar tanto como un obrero, debe mojar la camiseta. Transpiración -remarcaba Hauchecorne-. Ese trabajo frío y arduo sobre el poema; ese quitar todo lo que sobra y agregar lo que falta. Porque casi siempre es mucho lo que sobra y en menor medida, lo que falta.

Le-Feuvre despreció la tesis de Hauchecorne e insistió en la inspiración fulminante e imprevista mientras Remigio pensaba que el acuerdo entre dos caracteres tan distintos como los de estos poetas era tan improbable como la humanización del excremento gnóstico el día jueves antes del almuerzo.

Le-Feuvre arremetió luego contra las odas, en las que no veía valor poético alguno. Ya no se trataba de una conversación entre aprendiz y maestro, Le-Feuvre se creía con la suficiente autoridad como para medirse con los pesos pesados.

-No cabe proponerse escribir una oda a esto o a esto otro porque en ese caso se trata solamente de ejercer un oficio -sentenció Le-Feuvre-, y el oficio sólo no basta para que la poesía nos visite, no alcanza a suplir esa necesidad. Las odas elementales de Neruda por ejemplo son como la recreación de una técnica conquistada por una vivencia inicial, pero ya separada de ella.
-No sé, a mí me gusta mucho la Oda al Caldillo de Congrio -replicó Hauchecorne.
En este punto decidí entrometerme en la discusión, ya llevaban demasiado tiempo ignorándome.
-Es tan abundante el mundo fenoménico en su inmenso despliegue que es imposible no sentirse saciado de estímulos perceptivos -argumenté ante la mirada suspicaz de Le-Feuvre-. ¿Qué necesidad entonces, suple la poesía? ¿Cuál es la finalidad de la creación poética?
-Tu pregunta no es muy distinta a la interrogante de Leibniz: <<¿Por qué ha de haber ser y sustancia? ¿Por qué no hay más bien nada?>> -contestó Hauchecorne-. Hago eco de las palabras de George Steiner: hay creación estética porque hay creación. Lo que mueve al arte, por más abstracto o hermético que este sea, es la mimesis, la instintiva “imitatio mundi”.
-No creo que la mimesis sea lo que justifica la creación artística -arremetí-. De ser así la precisión fotográfica, la finalidad reproductora constituiría la cumbre del mérito estético.
-No necesariamente -dijo a su vez Le-Feuvre-. Para que haya poesía debemos primero alcanzar la piedra sin dialecto, la hoja sin torreón, el agua frágil sin fémur, el peritoneo seroso de los anocheceres de manantial…
Le reproché al joven poeta estar alejándose del tema.
-No nos estamos alejando -respondió Le-Feuvre-. No es posible alejarse de la poesía, todos los caminos conducen a ella.
-Contesta mi pregunta entonces -demandé-. ¿Por qué habría de haber poesía?
-¿Y por qué no habría de haberla? -contestó impávido Le-Feuvre.
-La justificación de que hay poiesis porque hay creación es un lugar común -le contesté.
-Es este lugar común sin embargo el que desafía el entendimiento -concluyó Hauchecorne.
Luego de esto Le-Feuvre condujo la conversación hacia uno de sus temas favoritos, la muerte.
-Te gustaría el cementerio de Père Lachaise de París -dijo Hauchecorne-. Allí están enterrados, entre otros, Jim Morrison, Moliére, Chopin, Oscar Wilde, Max Ernst y Marcel Proust. También descansa en paz en el Lachaise un muy buen amigo mío, Dante Renard. Descubrí su poesía por casualidad, cuando trabaja como corrector en la revista Plural, dirigida por Octavio Paz. Aquel poema me impresionó tanto que olvidé corregirlo, lo que me valió una dura reprimenda por parte de mi jefa. Renard residía en Xalapa, su casa estaba en las afueras, en un barrio muy tranquilo. Su casa era inmensa, con habitaciones espaciosas y una estupenda biblioteca, del doble del tamaño que esta. Renard era solo, pero tenía una cocinera y también estaba la hija de la cocinera, y la hija de la hija de la cocinera y el hermano de la cocinera que oficiaba de chofer. En esa época Renard encabezaba un grupo de poetas denominado Nil admirari. Yo mismo fundé, junto con otros escritores, un grupo literario que de algún modo fue apadrinado por Renard. Era un grupo cuyo vínculo giraba alrededor de los textos, amigos interesados en el estudio del estructuralismo, del formalismo ruso y de una política de la lengua y el psicoanálisis. Lo que más añoro de aquella época es la vida de café que ahora parece estar en extinción. Renard decía que un poeta es como cualquier hombre, pero cualquier hombre no es un poeta. Nos reencontramos años después en Francia. Estaba muy anciano, aunque a mí me parecía que en veinte años no había cambiado nada, ya era viejo cuando le conocí. Recuerdo nuestros paseos por el Lachaise. En el cementerio hay un busto de un espiritista que prometía la reencarnación, su nombre era Kardek, Allan Kardek. En cierta ocasión Renard posó sus huesudas manos sobre él y me invitó a emular su acto. “Así nos encontraremos en la próxima vida” sentenció.
-Renard, he oído de él pero no conozco su trabajo -dije para luego preguntar si es que aquel poeta era mexicano.
-¡No! -exclamó Hauchecorne- Renard era chileno ¿qué no lo sabías?
Enmudecí ante la cólera exhibida por el poeta.
-Ahora que lo pienso en parte tienes razón ¿sabes? -continuó Hauchecorne algo más calmado-. El Renard escritor nació en México. ¡Tanto que se dice que Chile es país de poetas y Renard nos fue a florecer en México! No es de extrañarse en todo caso, México es impresionante, cuando llegué por primera vez al DF tenía dieciocho años y me sentí alucinado, sensación que se mantuvo durante toda mi estadía. Los mejores amigos los hice en México. Renard, Joaquín Obregón, Dorian Cano, Lázaro Fresnillo…

Hauchecorne se quedó un largo rato callado paseando aún por las calles del DF mexicano almacenadas en quien sabe que apolillado rincón de su cerebro. Una vez que volvió en sí se concentró en aconsejar a Le-Feuvre sobre los peligros del éxito, “muchos no te perdonarán él tenerlo”, le dijo. Le-Feuvre hacía oídos sordos a dichas recomendaciones ya que ambicionaba a como de lugar la corona de Amaranto, con la que se coronaba a los poetas dignos de inmortalidad. Sin duda alguna que Le-Feuvre era un romántico, si por romántico entendemos a aquel que “busca inflar su yo a la medida del universo”.

En cierto momento el gato que había permanecido indiferente se desperezó y de un salto bajó del estante donde dormitaba arrojando al suelo una fotografía. Aproveché de preguntarle el nombre del gato a Hauchecorne mientras Le-Feuvre se apresuraba en recoger la foto enmarcada.

-Alistair, se llama Alistair -contestó-. Es como el gato de ese poema de Nicanor Parra, un ser más allá del bien y del mal. A pesar de sus años aún conserva la misma mirada que me cautivó cuando lo recogí de la calle, esa mirada que te atornilla al sillón y ese ronroneo que precede a la llegada del diablo.
-Este es Rimbaud ¿no? -dije mientras Le-Feuvre colocaba la foto sobre el escritorio nuevamente.
-No, esa foto es de Baudelaire -corrigió Hauchecorne.
-¡Como puedes confundirlos! -exclamó Le-Feuvre-. Las diferencias entre Rimbaud y Baudelaire son notorias. Baudelaire por ejemplo siempre soñaba con viajar pero nunca lo hizo, apenas llegó a Bélgica, Rimbaud en cambio viajó muchísimo.
-Te equivocas -señaló Hauchecorne-. Baudelaire, bajo la presión del general Aupick, su padrastro, fue enviado a las Indias en 1841, a bordo de un navío mercante. A Baudelaire no le interesaba probar la aventura en el confín del mundo, no deseaba más que la gloria literaria. Desertó durante una escala en la Isla de la Reunión y volvió a París a tomar posesión de la herencia paterna ya que había cumplido la mayoría de edad. En todo caso esta confusión de poetas me trae a la memoria la observación que Oscar Wilde le hizo a Latourette sobre la fotografía: <>.
Es cierto -reflexioné-. La verdad es que de todas las similitudes entre ambos poetas la más obvia era la más inquietante; ambos estaban muertos.
-Para Baudelaire la palabra más hermosa era herpes -dijo Le-Feuvre como para enmendar su error y no quedar como un ignorante, sin embargo una vez más fue corregido.
-No, él no dijo herpes sino “hemorroides” -precisó Hauchecorne.
En ese momento observé la hora percatándome de que ya era muy tarde. Miré a Le-Feuvre por si hacía algún gesto de levantarse de su silla. El agotamiento de Hauchecorne era evidente pero Le-Feuvre no parecía enterarse. Finalmente el dueño de casa se levantó del sitio en que se hallaba cómodamente sentado y se dirigió hacia su escritorio.
-Tomen, dos invitaciones para una conferencia de la Academia Utópica. Me las enviaron por correo pero la verdad es que no me interesa asistir.
Aprovechó el momento para sugerir la retirada. Antes siquiera de abandonar la biblioteca Le-Feuvre “recordó” algo.
-¿Podrías prestarme un libro? -inquirió de manera despreocupada el joven poeta.
-Aún no me has devuelto los otros que te presté -contestó Hauchecorne.
-Si, ya te los traigo, pero ahora necesito que me prestes un libro en particular, para un ensayo que estoy escribiendo.
-¿Cual? -preguntó resignado Hauchecorne.
-La Nueva Novela si fuera posible.
Hauchecorne titubeó unos instantes para luego acceder a la petición del joven poeta no sin antes las recomendaciones de rigor.
-Cuídala como hueso santo, es una primera edición.
-Hauchecorne alargó su velluda mano y tomó el libro, el espacio vacío dejado por este me hizo reparar en uno de sus vecinos de estante.
-¿Y este libro? -pregunté señalando un pequeño y delgado volumen color caqui.
-Este libro es uno de los más curiosos de mi biblioteca no por su contenido a diferencia del dicho popular sino por su tapa -Hauchecorne sacó el libro del estante, depositándolo en mis manos. La superficie de la tapa era áspera y porosa, no muy agradable al tacto. En indescifrables letras doradas se podía apreciar el título del libro, o tal vez fuera el nombre del autor, o ambos. Bajo este, también en oro, una extraña imagen.

-La tapa esta forrada en la piel del autor -continuó Hauchecorne-. La imagen de la cubierta es una representación de la amphisbaena, una serpiente de dos cabezas cuyo nombre significa “va hacia ambos lados” en griego.
-Ese nombre está en uno de tus libros -señaló Le-Feuvre.
-La mordida de la Amphisbaena -confirmó Hauchecorne-, uno de mis libros más queridos. En los bestiarios medievales se documentaba a la amphisbaena también como un lagarto o un dragón, similar a este. Como pueden evidenciar el libro está redactado en un lenguaje incomprensible. El autor es Piotr Shklovski, poeta ruso de principios del siglo XIX que perdió un brazo tras caerse de un caballo. Es la piel de su mano amputada la que cubre el libro. Las páginas que faltan fueron arrancadas por el poeta en un momento de locura, esto, unido a la naturaleza críptica de la escritura impide cualquier intento de traducción.

Desde ese momento en adelante no pude apartar mis pensamientos de aquel libro, incapaz de sustraerme a su órbita que me jalaba como la tierra a un aerolito. De inmediato recordé la historia del Zahír, ese objeto que posee la terrible virtud de ser inolvidable y que termina por enloquecer a quien lo contemple. Puede que el libro haya tenido en mi el efecto descrito por Borges, de otra manera ¿cómo se explica que luego de nuestra visita y estando ya casi en la puerta despidiéndonos de nuestro anfitrión haya, so pretexto de haber olvidado algo, vuelto a la biblioteca para tomar el libro, guardarlo en mi bolso y salir como si nada?

-¿Que té pasa? -me preguntó Le-Feuvre a medida que nos alejábamos del lugar del crimen-. Té noto algo agitado.
-Nada, no ocurre nada, es que se me hizo tarde, después nos vemos, adiós.
-Espera ¿vas a ir a la conferencia de la Academia Utópica?
-No, gracias. Seguro que podrás encontrar mejor compañía.
-Sí no quieres ir a la conferencia podrías por lo menos venir a las charlas literarias que organizo los martes en el Café Off the Record.
-¿Cuándo dijiste que eran?
-Los martes, a las 7.30 p. m. En el Café Off the Record, tú sabes donde queda.
-Si, ahí estaré -dije para desembarazarse del poeta.

IV

Llegué a mi casa cerca de la medianoche. Mis padres ya estaban durmiendo y un plato frío me esperaba en la mesa de la cocina, lo cogí sin tomarme la molestia de calentarlo en el horno microondas y me encerré en mi habitación.

Había robado un libro valioso a un importante poeta, a un poeta que incluso admiraba por lo que aún no podía convencerme de haber ejecutado tan temerario acto. Había actuado con tal prisa y descuido que al salir de la biblioteca tropecé con una escultura de antimonio de Perseo y Pegaso, que por poco no se cayó al suelo. No había librado impune de mi acto. Hauchecorne se percataría de la ausencia del volumen tarde o temprano y si su memoria no le fallaba los principales sospechosos seríamos Le-Feuvre y yo. Cómo Le-Feuvre no había manifestado ningún interés en el libro mi culpabilidad sería evidente.

Me imaginé declarando ante Hauchecorne: Le-Feuvre me encargó robar el libro, cómo usted no me conoce renunciaría a la idea de recuperarlo y lo liberaría a él de toda culpa. No, ¿quien creería tal absurdo? Le-Feuvre tenía el desparpajo suficiente para pedir libros prestados y no devolverlos. No necesitaba de la complicidad de terceros. Luego pensé que estaba sobredimensionando el asunto, después de todo, ¿qué importaba un libro menos cuando se tenían 14.999 más? Si Hauchecorne realmente no estuviera dispuesto a perder sus libros hubiera obligado a Le-Feuvre, o a cualquier otro, a leerlos sin hacer abandono de la biblioteca, cómo hacía Vicente Huidobro con el Chico Molina, a quien el padre del creacionismo jamás le concedió sacar ningún volumen de su casa. Siguiendo esta línea de razonamiento se podría concluir que Hauchecorne estaba dispuesto al saqueo por que el mismo lo practicaba. ¿Cuantos libros de esa biblioteca habría adquirido Hauchecorne de la misma forma en que yo había obtenido el de Shklovski? Existía incluso la posibilidad que el mismo libro de Shklovski fuera un “préstamo” que Hauchecorne nunca devolvió, o que tomó sin consentimiento de su dueño.

Luego de contemplar largamente el dibujo en oro de la amphisbaena, aquél híbrido de ave y serpiente me abocó a estudiar los extraños símbolos que constituían aquella extraña escritura. ¿Podría alcanzar a entender aquel texto de la misma manera en que Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom, había entendido la escritura del tigre?
El mensaje confiado por el dios a la piel de los tigres era una fórmula de catorce palabras que parecían casuales. Tzinacán confiesa que le bastaría decir en voz alta aquella formula para abolir su prisión, para ser inmortal. <> ¿Cuantas sílabas se ocultaban en aquel libro forrado en la piel de su autor y que terrible formula contenían? ¿Podría ser el libro de Shklovski un vehículo hacia el nirvana? El nirvana según había leído por ahí es la extinción del no-Ser en la totalidad del Ser, un estado de comunión con el Universo en su totalidad al que se entra a través de la destrucción de todo lo que es individual, convirtiéndonos de esta manera en parte íntegra del gran propósito. Por esto Tzinacán ya no recuerda a Tzinacán. Ha logrado la perfección cómo idea de lo que no es con relación a todo lo que es, ha sido y será. Cuando el Ser se va, el Universo crece en mí. A eso de las seis de la mañana y tras pasar la noche en vela concluí que Hauchecorne no merecía la posesión del libro, para él no tenía mayor valor fuera de la anécdota. No era más que una “curiosidad” dentro de su biblioteca, una curiosidad como los Innuits que ciertos científicos inescrupulosos llevaron como “muestra viva” al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en 1897, curiosidad como lo fueron los tallados africanos para Picasso que hasta último momento negó haberlos visto previo a las Demoiselles de Avignon. Para mí en cambio, el libro era un objeto mágico, capaz de invocar fuerzas y poderes superiores, cual piedra filosofal. Desde un principio intuí que encerraba un misterio que a Hauchecorne, o bien se le pasó por alto, o simplemente no le interesó develar. Algunos se contentan con juzgar a un misterio como algo más allá del alcance de la comprensión humana, yo sin discrepar del todo con dicha postura consideraba mi deber el intentar comprenderlo, hasta donde ello fuera posible dentro del dominio del intelecto, como recomienda Taimni pero, ¿cómo dar con la intima arquitectura alfabética en la que encontrar la anhelada escalera que me permitiría ascender a la fuente de toda razón y descender a sus infinitas ramificaciones para encontrar lo ignorado y oculto?

Al día siguiente y tras no hallar información alguna de Piotr Shklovski en la biblioteca de mi universidad decidí buscar a Ignacio Enríquez en la Facultad de Letras, debido a su estadía en Rusia parecía ser el candidato idóneo para consultar.

-¿Y ubicas a un tal Piotr Shklovski? -le pregunté mientras almorzábamos en el casino de la U.
-Por supuesto -replicó con tono erudito-. Piotr Shklovski era el seudónimo literario con el que firmaba sus poemas Grigori Grigorivich Rubarienko, hijo natural del conocido aristócrata de la corte de Catalina II, el conde Rzumovski. Rubarienko se doctoró en Filosofía y Letras y fue uno de los organizadores de la Asociación Libre de Amantes de las Letras Rusas, que jugó un destacado papel en el desarrollo de la literatura rusa de la primera mitad del siglo XIX. A Rubarienko se le conoce más cómo escritor de relatos qué cómo poeta, de hecho el seudónimo de Alexandr Shklovski sólo lo utilizaba en su obra poética.
-¿Sabes si Rubarienko era manco? -le interrumpí.
-¿Manco?, ¿cómo Cervantes? No, en realidad no lo sé. Si quieres saber más te recomiendo que vayas a la Biblioteca Nacional y pidas el volumen de Poesía soviética rusa, publicado por Editorial Progreso, de Moscú, a mediados de la década del sesenta.
¡La Biblioteca Nacional!, ¡cómo no lo había pensado antes! No perdí tiempo y me dirigí a dicho lugar. Me perdería un par de clases pero dilucidar el misterio se había convertido en mi prioridad.
Mientras revisaba el catálogo de la biblioteca en busca de la Poesía soviética rusa una mano se posó sobre mi hombro derecho, sobresaltado me di la vuelta encontrándome cara a cara con Gonzalo Le-Feuvre.
-¿Y que te trae por aquí? -interrogó Le-Feuvre-, tu no eres un visitante muy asiduo de la biblioteca.
-Busco un libro -le dije.
-¿Cual? Tal vez pueda ayudarte.
-Uno de poesía rusa -contesté tras dudar unos segundos-, Poesía soviética rusa.
-Lo conozco -aseguró Le-Feuvre-. Ese libro es una recopilación de poetas rusos del siglo XX, treinta en total, entre los que destacan Esenin, Blok, Pasternak, Evtushenko, Ajamatova, Tsvetaeva y Mayakovski. La recopilación y traducción estuvo a cargo de Nicanor Parra, aunque en realidad Don Nica en esa época no sabía ruso y trabajó en base a una primera versión literal al castellano preparada por José Vento…
-¿Dijiste poetas del siglo XX? ¿Sólo del XX? -pregunté extrañado.
-Sí, ¿por qué?
-Esperaba encontrar a un poeta de la primera mitad del siglo XIX.
-¿Que poeta?
-Ese del que nos habló Hauchecorne en su casa ayer.
-No recuerdo.
-Piotr Shklovski, cuyo brazo amputado sirvió para forrar la cubierta del libro.
-¡Pero claro! ¡Si hasta nos mostró el libro! Pero no, en la antología que buscas sólo figuran poetas del siglo XX, por lo demás recuerdo que Hauchecorne dijo que Shklovski era bastante desconocido.
-Ignacio Enríquez lo conoce, él me sugirió que lo buscara en éste libro.
-¿Qué más te dijo?
-Que Piotr Shklovski era el seudónimo literario con el que firmaba sus poemas Grigori Grigorivich Rubarienko, hijo natural del conocido aristócrata de la corte de Catalina II, el conde Rzumovski, que Rubarienko se doctoró en Filosofía y Letras y fue uno de los organizadores de la Asociación Libre de Amantes de las Letras Rusas y que jugó un destacado papel en el desarrollo de la literatura rusa de la primera mitad del siglo XIX.
-Lamento decirte que Enríquez te ha tomado el pelo, debe haberle causado mucha gracia enviarte a consultar un libro que ya no se encuentra dentro de los archivos de la biblioteca y además, que te hayas tragado todo el cuento que armó en torno a Shklovski valiéndose de tu ignorancia.
-¿A que te refieres?
-El volumen de Poesía soviética rusa fue retirado por última vez por un sujeto que nunca lo devolvió. Ese ejemplar no estaba fechado pero registraba su ingreso en el catálogo el 28 de octubre de 1966. De esa edición no se conoce otro ejemplar, el que yo leí fue una reedición a cargo de Margarita Aliguer para Chile que llevaba por título Poesía rusa contemporánea, publicada en 1972. Todos los datos biográficos que te dio de Shklovski son falsos, no existe ningún Grigori Grigorivich Rubarienko, Enríquez lo inventó usando a Antoni Pogorelski cómo modelo, ¿lo ubicas?
-No.
-Me lo imaginaba, Antoni Pogorelski realmente se llamaba Alexei Perovski, fue discípulo del precursor del Romanticismo ruso Karamzín y era tío de Tolstoi.
-Maldito desgraciado.
-¿Quien? ¿Tolstoi?
-No, Enríquez.
-Él es así, le encanta burlarse de la gente. De cualquier forma, ¿a qué se debe tu interés en Shklovski?
-Nada en especial, sólo me llamó la atención eso de que usara la piel de su brazo para encuadernar el manuscrito, la idea de que la piel humana se utilice para forrar un libro me parece repugnante, cómo repugnante fue tener aquel volumen en mis manos. Nunca imaginé que tal cosa fuera posible.

-Eso de usar la piel humana para forrar libros no es algo tan fuera de lo común. El más antiguo de esta clase de libro se encuentra en Los Ángeles, en la biblioteca de la Universidad de California. El libro se titula ‘Relation des mouvemens de la ville de Messine despuis l’année M.DC.LXXI jusques à présent’, en una inscripción se puede leer “A la bibliothèque de M. Bignon, reliure en peau humaine”. Supuestamente el tal Bignon no es otro sino Armand Jerome Bignon, el bibliotecario de Luis XV, que mandó a encuadernar varios libros en la piel de sus amantes muertas. Hauchecorne me había hablado anteriormente de éste libro y de dos casos de otros volúmenes forrados en piel humana relacionados con dos poetas franceses, Dellile y Flammarion. En 1882 una joven duquesa francesa, que sufría de tuberculosis confesó a su médico su amor por Camille Flammarion a pesar de nunca haber sido presentados, de nunca haber cruzado palabra alguna y de ni siquiera haberlo visto en persona. La intensa admiración de la duquesa, que pronto derivaría en un amor secreto, había nacido de la lectura de los libros del Flammarion. La duquesa lo había adorado día y noche, por cinco años y su última voluntad consistió en que, tras su muerte, el doctor cortara un gran trozo de los hombros de ella y se los enviara al poeta y astrónomo para que encuadernase uno de sus libros, todo esto se haría en el más absoluto anonimato. Tras recobrarse de la primera impresión el poeta hizo lo que la desconocida dama le solicitase; mandó la piel a curtir y la usó para encuadernar un espécimen de Terre et Ciel; al interior de la tapa inscribió en oro: “Por la realización de un deseo anónimo, cubierta de piel humana (mujer)”. El caso de Delille, llamado el “Virgilio Francés”, es aún más curioso. Almé Leroy, quien en ese tiempo era un estudiante de derecho, obtuvo permiso de Tissot, sucesor de Delille en la dirección de la escuela de poesía en Latin en el Collège de France, para entrar en el cuarto donde el poeta yacía muerto. Del cuerpo de su maestro cortó dos trozos de piel, una del pecho y otra de una pierna. Más tarde confesaría que a pesar que algunos le condenaran por su acto el no se arrepentía ya que consideraba el robo de piel del muerto como un homenaje. Con la piel Leroy encuadernó un ejemplar de la traducción que Delille hiciera de la Georgica. Bueno, espero haberte sido de ayuda, ahora debo proseguir mi camino. Te veo en la tertulia literaria del Off the Record.

Tras despedirse Le-Feuvre condujo sus pasos hacia la hemeroteca, yo continué con mi pesquisa sin el menor éxito, siendo éste resultado el mismo en cada tentativa por averiguar algún dato de Piotr Shklovski. Ciertamente que todo éste proceso se habría facilitado si hubiese podido hablar con Hauchecorne sobre cómo había obtenido el libro, sobre el misterioso autor y la extraña escritura, pero no era cosa de aparecerse por su casa y plantearle el tema. Ya le había robado el libro, no había vuelta atrás.

V

Luego de una semana quebrándome la cabeza sobre cómo descifrar el libro decidí recurrir a mi hermana, mi media-hermana (cómo le señalé a Hauchecorne), fruto de la unión matrimonial previa de mi mamá con el padre de ella, el célebre sociólogo y autor de best-sellers que viviseccionaban la identidad chilena: Román Trugeda.

Romina tenía 36 años y pertenecía a esa elite de intelectuales pedantes que gustan usar guiones o paréntesis frente a los prefijos des, re o in, y de hablar de rasgos temáticos formales, aspectos crítico-reflexivos, sociología de la recepción, estrategias programáticas, lectura sintomal, gratuidad cosmética, sistemas tecnomediáticos, modelos productivos, arte crítico-experimental, metarrelatos académicos e histórico monumentales, límites del cuadro, soporte de obra, vanguardias históricas, rigor tautológico, rigor lingüístico y semiológico, extensiones genéricas, configuración espacial y productiva, fuerza de conectividad, operación transicional, criterio analítico, estrategias curatoriales, sintomatología analítica, sustrato epistemológico, planos imbrincados, metabolismo social, ficha antropométrica, personalidad expropiada, sustratos perceptivos, instituciones receptivas anacrónicas, postmodernismo, feminismo post-estructuralista, sujeto plural heterogéneo y múltiple, planeta champú y cultura del envoltorio, excesos baudrillardianos, concatenación de estereotipos, técnica disciplinaria foucaultiana y un largo etcétera. Había vivido gran parte de su juventud en España. Su amor por los libros la había llevado a estudiar, una vez finalizada su carrera de Filosofía y su PhD en la Universidad Complutense de Madrid, restauración en papel con especialización en libros.

Mi hermana mayor era considerada como una de las más destacadas teóricas nacionales y entre otras cosas, había sido responsable de la visita y presentación de Gérard Argellies en el Salón de Honor de la Universidad de la Costa de Valparaíso; fue Gestora y Directora del Coloquio Internacional sobre el pensamiento francés postmetafísico con el auspicio de la Embajada de Francia en Chile; tradujo al español textos de Argellies y Derrída, publicó un par de libros no tan exitosos en términos de ventas como los de su padre pero elogiados por la crítica; El colapso de la distancia y Defecto(s) de borde creó y redactó el programa de Bachiller en Arte de la Universidad del Gran Tilo; fue fundadora de la revista literaria Norte-Sur y todavía encontraba tiempo para, de vez en cuando, realizar conservación de textos para particulares, además de ejercer como profesora de Estado en la Universidad de Chile y del primer nivel de los talleres de encuadernación del Centro Cultural Salvador Allende (su último trabajo había sido la restauración de El Cautiverio Feliz, del siglo XVI, la cual le tomó ocho meses).
Ciertamente sería largo enumerar las actividades, todas de gran valor y alto vuelo intelectual, que Romina había realizado y que llenaban de orgullo a mi madre pese a que ella y su hija no se hablaban hacía más de nueve años. Nunca supe “oficialmente” la razón por la cual se habían distanciado ya que ambas evitaban el tema cada vez que se les preguntaba, pero eventualmente me di cuenta, por supuesto.

No es que yo me llevara mal con Romina, simplemente no nos llevábamos. Cada cual había crecido en ambientes distintos, en familias distintas y hasta en países diferentes y ninguno de los dos había manifestado mucho interés por reunirse con el otro salvo ciertas celebraciones familiares. El problema con mamá había acrecentado más aún nuestra distancia. Para Romina yo siempre había sido un chiquillo molesto y mimado mientras que para mí ella era una mujer una década mayor que yo, inescrutable y poco afectuosa. Pese a esto parecía la persona indicada para ayudarme a dilucidar el misterio del libro, por lo que la llamé para concertar una cita ya que, como imaginarán, era alguien muy ocupada. Sobre el libro le diría haberlo encontrado en alguna librería de viejo cualquiera.
El asunto despertó el interés de mi hermana lo suficiente como para reunirnos al día siguiente a eso de las 8:30 p.m. en su casa. Romina vivía sola con su padre en una enrome vivienda de la avenida Chile-España, frente a la cual se había erigido una de las pocas mesquitas de Santiago. Esta era la tercera vez en mi vida que pisaba aquel lugar.

Tras entregarle el libro, Romina lo estuvo examinando sin decir palabra durante un tiempo que se me antojó demasiado largo. Cuando le pregunté que podía decirme sobre el volumen me hizo callar y continuó su silencioso examen. Finalmente dijo:
-Letras y motivos en dorado, la amphisbaena, humm… interesante -comentó Romina tras ponerse sus gafas redondas-. Esta decoración se logra aplicando sobre la piel clara de huevo y una lámina muy delgada de oro. Sobre la lámina se apoya un hierro caliente cuya presión hace adherir el oro a la piel en el sitio en que ha sido aplicado dicho hierro; se retira el sobrante de la hoja de oro, superponiendo una nueva y se repite varias veces la operación a fin de obtener una capa de oro bien espesa. De este modo fueron realizadas estas letras y el dibujo, se trata sin lugar a dudas de una encuadernación artística.

-¿Que me dices de la amphisbaena? -pregunté-. Hasta donde he averiguado se trata de una serpiente con dos cabezas que según los romanos habitaba en África.
-Sí -replicó mi hermana-, y cabe agregar que de acuerdo a Plinio era muy venenosa, <>. Esta amphisbaena en particular también simboliza al ouroboros, la serpiente o dragón que se come su propia cola, un símbolo de la perfección, la totalidad, el eterno retorno, la auto-fecundación, el andrógino. Este símbolo aparece principalmente entre los gnósticos y puede explicarse como la unión entre el principio chthoniano representado por la serpiente y el principio celestial representado por el ave, síntesis claramente aplicada en este dragón.
-¿Habías visto alguna vez un libro como este?
-Sí, durante mi viaje a Baviera tuve acceso a varios ejemplares antropodérmicos -aseguró Romina que gracias a los contactos de su padre había conseguido visitar la colección de libros extraños de Georg Sommervogel-. Uno de los que pude examinar fue Le Bien qu’on a dit des femmes, una colección de octavas de Emile Deschanel que en su última página incluía un certificado de autenticidad que rezaba “Hic liber de feminis ut viris amabilior esset, femineam cutem induit”. A pesar de esto Sommervogel me reveló que el libro era un fraude siendo la supuesta piel de mujer en realidad un Chagrín, una piel granulosa que proviene de la cabra, del camello, o del caballo. Sommervogel luego me enseñó un ejemplar verdadero, una copia de los poemas de Edgar Allan Poe traducido por Stéphane Mallarmé y con ilustraciones de Manet y Félicien Rops que J. R. de Brousse, conocido como el poeta de la “Maison sur la colline”, mandó a encuadernar en la piel de Ramboula, un luchador de wrestling famoso en las ferias del sur de Francia. En la contratapa del libro el encuadernador había agregado, en marroquí negro y oro, un cuervo dibujado por Manet.
-¿Marroquí?
-El marroquí es uno de los materiales empleados para encuadernar y toma su nombre de Marruecos, donde se lo preparaba antiguamente. Es una piel de cabra preparada con nuez de agalla o sumac. Volviendo a mi relato, con ambos libros Sommervogel me demostró como diferenciar un ejemplar falso de uno verdadero. El cuero de procedencia humana es generalmente más oscuro y tiene una textura más bien áspera y poros comparables a la piel de cerdo, pero más pequeños y en menor cantidad, así mismo puede ser curtida para obtener tanto una textura áspera y opaca como una suave y brillante variando los colores desde el rosa pálido hasta el café oscuro. Me temo que el cuero de este libro no es humano sino de cerdo.
-¿Estás segura?
-Si, la piel de cerdo fue muy empleada en la Edad Media y luego por los alemanes que en los siglos posteriores realizaron con ella notables encuadernaciones con hierros en frío. Luego cayó en el desuso, pese a ser casi indestructible. Esto es piel de cerdo, no cabe la menor duda.
-¿Y que me dices de la escritura?
-Déjame ver -sentenció Romina repasando una vez más las páginas del libro-. Estas inscripciones me son, como sospechaba, muy familiares.
Mi hermana depositó el libro abierto sobre su escritorio y se dirigió hacia las estanterías de donde extrajo un pesado volumen.
-Este libro es La Fuga de Atalanta -explicó mientras depositaba el tomo junto al empequeñecido libro de Shklovski-, su autor es Michel Maier. Una obra notable sin lugar a dudas. Contiene un texto, un grabado, y una partitura musical en cada página, afirmación del orden y la correspondencia que vinculan a las artes como expresión de la interpenetración y armonía Universal. Como puedes ver este libro prefigura los medios audiovisuales de comunicación, lo que tanto se ha dado por llamar hoy en día como “multimedia”. A Michel Maier se le señala como uno de los fundadores de la Hermandad Secreta de los Rosacruces, de vasta importancia para el desarrollo de las ideas herméticas. Esta sociedad publicó dos manifiestos anónimos en 1614 y 1615 respectivamente, que provocaron un gran alboroto en el mundo intelectual de la época. Dentro de este volumen venía una carta antiquísima escrita en alemán que incluía un fragmento escrito en el mismo misterioso lenguaje del libro de Shklovski.
-Tendrás que explicarme que dice la carta ya que como bien sabes no entiendo ni una palabra en alemán -solicité a Romina.
-Bueno, como puedes ver la carta tiene fecha de 1663 y está dirigida a Athanasius Kircher de parte de un tal Ptolomeo Schaub que le solicitaba hallar la forma de descifrar las inscripciones de una lápida de piedra que había hallado en una excavación. Sobre Schaub no tengo más datos fuera de esta carta. En cuanto a Kircher, este fue un estudioso jesuita y profesor de matemáticas en la Universidad Romana de Italia que vivió entre 1602 y 1680. Kircher también fue una de las principales figuras de la cultura científica Barroca en la Europa de esa época, y probablemente, el más grande experto en lenguajes antiguos y universales, arqueología, astronomía, magnetismo, y culturas China y Egipcia.
-¿Qué relación podrá tener el libro de Shklovski con aquella piedra? -pregunté.
-Sospecho que el libro es una trascripción de aquella lápida -aventuró Romina-. En cuanto al lenguaje misterioso tengo la impresión que este es inventado. Inventar lenguajes nuevos, no tiene, excusando el vicio de dicción, nada de nuevo. Esta el caso del Esperanto, por ejemplo, que hoy es hablado por aproximadamente un millón de personas en todo el planeta. Tolkien, por su parte, creó lenguas propias para sus personajes con las cuales bautizó muchos lugares de la Tierra Media e incluso existe cierto autor de ciencia-ficción que ha creado más de una docena de lenguajes artificiales con el sólo fin de darle una lengua propia a los diferentes alienígenas que componen su historia. ¿Conoces al novelista y poeta suizo Robert Walser? ¿No? Walser fue admirado y reivindicado por Kafka, Elías Canetti, Thomas Mann y Walter Benjamin. Walser ingresó voluntariamente a un sanatorio en calidad de “enfermo mental” y en la Navidad de 1956 emprendió una caminata que terminaría con su muerte en un campo nevado. Después de su deceso se encontraron más de 500 páginas escritas en un lenguaje inventado por el mismo, tan sólo en 1985 se logró descifrar esos manuscritos, se trataba de poemas, relatos y obras de teatro.
-¿Crees que Kircher logró descifrar el lenguaje?
-Lo dudo, puede incluso que nunca recibiera esta carta.
-Entonces es probable que no exista forma de descifrar el libro.
-Sí, de no ser por que contamos con Alana.
-¿Alana?, ¿quien es ella? ¿Alguna nueva conquista?
-Sólo una amiga, de momento.
-¿Y en qué puede ayudarnos ella?
-Ya verás, voy a llamarla de inmediato.

Resultó que Alana poseía un alto cargo en Microsoft Chile S.A. y era lo que suele denominarse como “superdotada”. Había abandonado Chile a los cinco años junto a su familia para radicarse en los EE.UU. y había regresado al país hacía tan sólo un par de años atrás. A la edad en que muchos jóvenes recién ingresan a la Universidad, Alana ya contaba con su título de Ingeniero civil industrial. Luego había realizado un post-grado en economía en el centre d’Etudes de Programmes Economiques de París y una maestría en administración en la Universidad de Harvard. Alana, además, poseía amplios conocimientos de literatura y tenía la ventaja de leer a los grandes autores en sus idiomas y hasta de pensar bien de acuerdo al Sr. Heidegger, de pensar en alemán o griego. Por lo visto tenía mucho en común con Romina.

VI

Esperamos cerca de dos horas a que llegara Alana, especulando sobre el libro de Shklovski, bebiendo café y escuchando a Stockhausen. Finalmente llamaron a la puerta y Romina se levantó de su sofá como un resorte en dirección de la escalera y regresó a los pocos minutos acompañada de Alana.

Además de poseer un intelecto brillante, Alana era preciosa. Aunque no pregunté ni Romina tampoco me dijo su edad, le calculé unos 25 años, o sea, solamente un par de años mayor que yo. Tenía un rostro suave y lleno de pecas oscuritas. Sus cabellos rojos se apoyaban delicadamente sobre sus angostos hombros y sus ojos eran pardos, irresistiblemente atractivos, como los agujeros negros de los que ni la luz escapa.

Después de ofrecerle algo de beber y de sentarse junto a ella en el amplio sofá, Romina reveló la forma en que su amiga podría descifrar el oscuro lenguaje empleado por Shklovski:
-Alana posee una extraordinaria habilidad para traducir lenguajes, hablados o escritos. Su habilidad además se manifiesta en una gran facilidad para descifrar códigos y lenguajes computacionales. El talento de Alana difiere de las habilidades de traducción “normales” en que es “intuitivo”. Actúa en un nivel subconsciente, y aunque no lo creas esta relacionado a la telepatía.
-¿De verdad? -espeté incrédulo, ya me era difícil creer que Alana fuera de carne y hueso cómo para que Romina largara el cuento de los poderes de la mente. No lo hubiese creído de no confirmarlo ella misma.
-Una persona “normal”, -dijo Alana simulando con los dedos de ambas manos las comillas de la palabra normal- incluso un genio, un políglota, tendría que traducir de manera consciente, paso a paso. En mi caso el problema es resuelto en un nivel subconsciente.
-Está hablando en serio, ¿verdad? -pregunté a mi hermana.
-Para que sepas -dijo muy seria Romina-, Alana fue la primera persona en aprobar el test preliminar de la Fundación Randy. Pero tú no tienes idea que es la Fundación Randy, ¿no?
-Así es.
-La Fundación Randy, o JREF es una entidad sin fines de lucro creada en 1996 con sede en Estados Unidos cuyo objetivo es el de proveer información confiable sobre casos paranormales. Ofrecen un millón de dólares a quien pueda demostrar, bajo condiciones de observación apropiadas, evidencia de cualquier habilidad psíquica o evento paranormal. La JREF no se involucra directamente en el procedimiento de evaluación fuera de diseñar los protocolos y condiciones bajo los cuales se toma el test. Existen dos clases de tests, ambos desarrollados con la participación y aprobación del postulante; El test preliminar, que es relativamente simple pero que sin embargo nadie había logrado aprobar y el test formal, conducente al millón de dólares. Teniendo éxito en el test preliminar el “postulante” se convierte en un “reclamante”. Alana aprobó el test preliminar y viajó a Fort Lauderdale para cumplir con la segunda etapa.
En este punto, Romina interrumpió abruptamente su relato.
-¿Y? -pregunté dirigiéndome a Alana-, ¿aprobaste la prueba entonces?
-No -respondió la aludida sin perder la compostura-, no lo aprobé debido a lo que en inglés se denomina “Shy effect”, una inhibición de las habilidades psíquicas al momento de ser estudiadas bajo condiciones rigurosas.
-Que conveniente -dije sardónico.
-Es algo lamentable, que suele ocurrir -replicó Alana sin darse por ofendida-. Esta es la razón por la cual aún no ha logrado acreditarse la real existencia de los poderes psiónicos.
-Además estos supuestos “profesionales” someten a estudio en la mayoría de los casos sólo a aquellos psíquicos que con antelación, saben fraudulentos -agregó Alana-. Los psíquicos reales generalmente son ignorados ya que probarían que se equivocan. La Fundación Randy jamás va a dejar que nadie pase sus pruebas, esos tipos nunca van a reconocer la existencia de los poderes paranormales. Alana no será la primera ni la última que estos escépticos recalcitrantes desacrediten, ya le ocurrió a Arthur G. Lintgen, un tipo que podía identificar discos sin etiquetas. Randi lo testeó por encargo de la revista Time y concluyó que la habilidad psíquica de Lingten se sustentaba en el hecho de que era capaz de reconocer los surcos de los discos, una explicación plausible que sin embargo deja la duda de cómo Lingten había sido capaz de memorizar los surcos de todos los discos que se habían fabricado hasta el momento en que se efectuaron las pruebas, ya que nunca erró ninguno.
-Quiere decir que el tal Lingten logró superar el efecto “shy”, ¿no? -pregunté.
-Sí -respondió Romina-, aunque no le sirvió de nada.
-Algo digno de un poder tan inútil -sentencié-, sólo apto para espectáculos de feria. Pero ese o es el caso de Alana, ¿verdad? Ella si que posee una facultad útil, ¿podremos conocer el contenido del libro de inmediato entonces?
-No tan deprisa -contestó Romina frunciendo el ceño-, Alana necesita tiempo, no le gusta ser presionada.
La aludida tomó el libro entre sus delicadas y blancas manos y recorrió sus páginas de principio a fin.
-Bueno, ¿de qué trata el libro? -pregunté impaciente.
-Éste no es un libro a la manera que nosotros lo entendemos -explicó Alana-, es más bien un aparato, por lo menos esa es la definición empleada por Shklovski, es una máquina, una máquina del tiempo.
-¿Estas hablando en serio? -pregunté incrédulo-. ¿Y cómo funciona ésta supuesta máquina del tiempo?
-Mediante la lectura en voz alta del, texto, las letras son por decirlo así, los componentes mecánicos del aparato -respondió Alana.
-En lo que al viaje en el tiempo respecta la ciencia ficción y la ciencia en general han especulado bastante -señalé-. Los ejemplos son numerosos pero entre ellos no se cuenta, por lo menos hasta donde yo sé, el de un libro cómo una máquina del tiempo.
-La idea del libro cómo medio de transporte, cómo máquina del tiempo no es tan descabellada como puedas pensar -dijo Romina-. Los libros, ya sean de ficción o de historia nos transportan a otros países, otras épocas y nos sustraen de cierta manera del espacio continuo-temporal mientras leemos, si la lectura es entretenida el tiempo se nos pasa volando y de esta manera es cómo si hubiésemos viajado al futuro.
-Sin embargo el viaje en el tiempo siempre parece estar ligado a algún artilugio mecánico o aparato excéntrico, algún ingenio de alta tecnología -argumenté-. Lo que planteas no deja de ser tan sólo una metáfora.
-Contrario a lo que tú piensas existen otras formas, otras variantes para el viaje temporal no sujetas a las leyes humanas y emparentadas con la mente y el espacio -sentenció Alana.
-¡Bah! El viaje en el tiempo es imposible -repliqué ofuscado-. ¡Cómo puedes considerar posible tal absurdo!
-¡Claro que el viaje en el tiempo es posible! -exclamó Romina-. Con el advenimiento de la teoría de la relatividad de Einstein, la posibilidad de construir una maquina del tiempo dejó de ser una entelequia para convertirse en una realidad. Reputados científicos cómo Kip Thorne, Carl Sagan, John Wheeler, Stephen Hawking y un largo etcétera lo han demostrado.
-¡Tonterías! -dije a mi vez alzando la voz-. El tiempo es relativo, un segundo es un segundo porque lo percibimos así. Un día es un día porque ese es el tiempo qué le toma a nuestro planeta rotar sobre su propio eje. En otro mundo, podría ser distinto. Podemos declarar que estamos aquí y ahora en cierto segundo o cierta millonésima de segundo, pero no podemos declarar hasta donde llega nuestra “temporalidad”, nos resulta imposible. Podemos calcular nuestra dirección de movimiento, pero no nuestra posición exacta en el tiempo. En las máquinas del tiempo imaginadas por el hombre casi siempre se incluye la presencia de un reloj al que se le ingresan las coordenadas temporales a las que se desea viajar pero la verdad es que una máquina no tiene concepto del tiempo. Ciertamente se puede construir un artefacto para que cuente hacia adelante con cuarzo y cristal y mecanismos que simulan el tiempo pero eso es todo lo que puede hacer, un simulacro. ¿Cómo hago para que una máquina cuente para atrás? ¿Cómo le digo a mi computador: llévame al 20 de Julio de 1973? ¿Necesita la máquina una información más concisa? ¿Debería precisar los minutos? ¿Los segundos? ¿Los nanosegundos? Por otro lado está la Teoría de la Cubeta o de la densidad absoluta del Universo. Un obstáculo comúnmente ignorado por los escritores de C-F es el simple hecho que el universo puede contener sólo cierta cantidad determinada de materia. Esto es comúnmente descrito cómo el “Factor Cubeta”. Imaginemos que el universo es una cubeta llena de agua hasta el tope. Supongamos que un viajero del tiempo llega a este universo. Pretendamos que nuestro puño es el viajero. Introduzcamos el puño en el agua y veremos cómo ésta se desparrama fuera de la cubeta, acaba de explotar el universo ya que lo hemos llenado con más masa de la que puede soportar. ¿Y que hay del universo dejado por el viajero? Ahora hay menos masa en ese universo de la que debería haber. La inevitable conclusión es que tal hecho produciría inmediatamente un agujero negro que se tragaría al universo entero.

Tras mi apasionado discurso miré a mis interlocutoras que me contemplaban a su vez con una expresión de incredulidad en el rostro.
-También está el asunto de las paradojas -agregué-, todos hemos oído el caso del tipo que viaja al pasado y mata a su abuelo que entonces no engendra al padre del primero que luego no existe por lo que no puede viajar en el tiempo para matar a su abuelo en el pasado.
Esperé a ver cómo rebatían mis argumentos pero ni Alana ni Romina pronunciaron palabra alguna.

Por otro lado es bien sabido que nuestra percepción del tiempo no es linear sino logarítmica -dije en un intento por convencerlas-. Intervalos de tiempo recientes son exagerados mientras intervalos distantes son comprimidos. No importa cuanto tiempo vivamos, siempre vivimos en el presente, el pasado y el futuro no existen.
-Bueno, creo que deberíamos dejar de lado la discusión de los pro y contras del viaje en el tiempo para concentramos en los contenidos del libro de Shklovski. ¿Que es lo que dice exactamente, Alana? -preguntó Romina evitando un prolongado desarrollo de la discusión en torno a lo plausible de tal viaje.
-Las primeras páginas contienen datos sobre el autor del libro y explican la forma en que se obtuvo el conocimiento para el desplazamiento temporal, el resto es una larga invocación al dios Cronos, para que abra las puertas que separan lo sucedido de lo que está por suceder.
-¿Qué dice sobre Shklovski? -pregunté ansioso-. ¡Habla ya!
Alana me miró algo desconcertada para luego desviar la vista hacia Romina y preguntar:
-¿En serio es tu hermano?
Romina asintió con la cabeza y le cerró un ojo. Alana le obsequió una sonrisa y comenzó la lectura del libro de Shklovski.
En el prólogo, Shklovski aseguraba haber nacido en 1831 en Krasnoyarsk, Siberia, en el seno de una vieja familia cosaca. En 1849 se trasladó a San Petersburgo para estudiar en la Academia de Artes donde no fue admitido como estudiante sino hasta un año después. Después de cuatro años se graduó con los más altos honores y una medalla de oro. Cinco años después se convirtió en miembro de la Academia y luego en profesor. Después de la muerte de su esposa, Shklovski enfermó gravemente por lo que hubo de emprender un viaje a Italia para recuperarse gracias a un tratamiento con zumo de uva. En la ciudad de Como, junto al célebre lago donde se envía a los enfermos para que reciban ese tratamiento entabló amistad con el bibliófilo Vincenzo Moscati, encuadernador y coleccionista de libros raros. Shklovski murió en su tierra natal a la edad de 72 años de un ataque cardíaco. El ejemplar antropodérmico fue un regalo afectuoso de Moscati, supuestamente encuadernado en su propia piel. En efecto, quien se cayó del caballo no fue Shklovski sino su amigo italiano, y no le amputaron el brazo sino la pierna derecha. Moscati tenía experiencia en lo que a encuadernación con piel humana se refiere y le pareció un desperdicio no usar la propia. Esto contradecía lo dicho por mi hermana al asegurar que se trataba de piel de cerdo y no humana. Romina confesó que tal vez podría equivocarse, o que Moscati no logro utilizar su piel y usó la de un cerdo, convenciendo a Shklovski que era la propia.

En cuanto a la invocación a Cronos, ésta era (tal y como especulara Romina) una trascripción efectuada por Shklovski de la lápida de piedra ludida por Ptolomeo Schaub en su carta a Athanasius Kircher. La lápida había pertenecido a un tal Pietro de Urgina, el hombre más rico y despreciado de Como. En los años de mala cosecha Don Pietro, que contaba con grandes reservas de grano lo vendía a precios ridículamente excesivos a pesar que la mitad de la población se moría de hambre. En uno de esos años emprendió viaje a Rusia, entre tanto llegó la primavera y con ella cosechas abundantes que hicieron caer el precio del grano. El hijo de Don Pietro, a quien este no había dado instrucciones especiales antes de viajar, siguió vendiendo el grano a precios altos lo que obviamente significó que dejaran de comprarle. El hijo escribió a Don Pietro en reiteradas ocasiones pero el precio del grano caía con una celeridad tal, que el viejo avaro no tuvo tiempo de autorizar a su hijo para bajarlo. Esta situación obligó a Don Pietro a retornar a Como. Una vez allí Don Pietro hizo correr la voz que regalaría todo el grano a los pobres pero en realidad ordenó que lo arrojaran todo al lago. Cuando en la fecha señalada los pobres acudieron ante su casa, les gritó desde una ventana que el grano estaba en el fondo del lago y que el que supiera bucear podía cogerlo de allí. A partir de ese momento los residentes de Como le empezaron a llamar “el cruel”. En Como se rumoreaba desde hacía ya tiempo que Don Pietro había vendido su alma al diablo y que este, en retribución, le había proporcionado una lápida de piedra con signos cabalísticos que le otorgarían todos los placeres terrenales hasta que se rompiera. En cuanto esto tomara lugar, el diablo, de acuerdo a lo que habrían acordado, se apoderaría del alma de Don Pietro. Una mañana en que el abad del monasterio de San Sebastián se hallaba mirando al camino por una ventana vio a un jinete sobre un caballo negro que le dijo: <>. Poco después el abad vio a ese mismo sujeto regresar con Don Pietro tumbado sobre el caballo. Obviamente que había mucha superstición intercalada con los hechos reales en toda esta historia, después de todo habían transcurrido más de cincuenta años desde la desaparición de Don Pietro, tiempo más que suficiente para que se construyera toda una mitología en torno a este evento. Una cosa sí era cierta según Shklovski, la Lápida de Urgina había existido pero su autor no era el diablo sino un escultor originario de Cracovia llamado Wilhem Hennings. Shklovski pudo obtener la totalidad de los fragmentos de la lápida por medio del famoso contrabandista Tita Canelli quien a su vez los había robado a Don Pietro de Urgina hijo, quien a esas alturas ya era un octogenario. Pero la lápida de Hennings, al igual que el libro de Shklovski, era sólo una trascripción del original, Hennings temía que éste fuera destruido y decidió traspasar el conocimiento allí encerrado del papel, a un material más perecedero con la esperanza que las generaciones futuras lograran descifrar el misterio, cosa que de alguna forma consiguió Shklovski como atestiguaba que hubiese empleado el alfabeto de la lápida para escribir su prólogo.

Esa era la historia del libro de Shklovski y el origen del lenguaje indescifrable. En cuanto al método de viaje en el tiempo proporcionado por el libro, éste no interfería con ninguna de mis objeciones como reveló Alana a continuación:
-Quienes sean más aptos psíquicamente podrán acceder al estado “fuera del tiempo” con tan solo leer unas cuantas líneas de la invocación a Cronos -aseguró la joven ejecutiva de Microsoft-. Para aquellos que no posean dicha cualidad será necesario leerlo hasta el final. Las palabras, el sonido de las palabras pronunciadas a viva voz inducen un flujo constante de la pauta cerebral alfa. No hace falta pasar a las ondas beta; de hecho podría resultar un inconveniente. Una vez mental y físicamente preparado, y procediendo correctamente, se experimentará una sensación de intemporalidad y suspensión del factor tiempo. A partir de ahí, la intemporalidad de la mente puede conducir a zonas de tiempo concretas, a momentos de la historia pasada o de acontecimientos futuros, aquí en la Tierra o cualquier parte del universo. El viaje es en el fondo el acto de permitir que esa parte del alma o espíritu que está en estado intemporal inyecte en el hemisferio derecho del cerebro una serie de impulsos que se retransmitan luego al hemisferio izquierdo donde se traducirán en imágenes, formas o palabras que son términos reconocibles de referencia aquí en el presente. El viajero, el alma de viajero, no tiene sustancia corpórea ni masa estando “fuera del tiempo” por lo que el efecto cubeta queda suprimido. Tampoco puede incidir en los eventos que presencie, es un mero observador, un fantasma sin corporeidad alguna lo que suprime las tan molestas paradojas que arriesgarían al universo entero.

-Todo esto es un fraude entonces, ser un simple espectador, no poder cambiar el curso de la historia, no poder matar a mí abuelo a ver que pasa, ¡qué frustrante! -alegué-, de cualquier forma, ¿por qué no lees la invocación a ver que pasa?

Alana miró a Romina y ésta dijo: ¿por qué no? La amiga de mi hermana entonces se sacó los zapatos y se sentó en cuclillas con el libro sobre sus muslos. Según ella sería capaz de narrar en detalle para nosotros lo que en su proyección fuera del tiempo presenciara.
Alana leyó en voz alta en una lengua que definitivamente no parecía humana y recordé lo dicho por Sartre, eso que cualquier intento por parte del hombre (y las mujeres) por transgredir su entorno existencial, en el que no es más que una entidad minúscula que se mueve en el vacío, podría desatar fuerzas incontrolables. De ser este libro una real máquina del tiempo ¿no seríamos cómo unos niños de cuatro años jugando con un revólver cargado?

A medida que la melodiosa voz de Alana recitaba el arcano texto comencé a sentirme desencadenado de los lazos gravitatorios y me encontré como flotando en un inmenso horizonte iluminado por una luz vasta y difusa; la inmensidad sin más decoro que ella misma. Me di cuenta que no estaba solo, junto a mí como una pequeña nube levitaba la mascota más querida de mi infancia, mi gato Enki. De niño nunca gocé de la simpatía de mis pares, sobretodo debido a esa aversión que tenía por que me tocaran, así que Enki se convirtió en mi único compañero de juegos. Lo acechaba entre las plantas del jardín y me le arrojaba encima con un cuchillo de madera entre los dientes. Combatíamos y mi gato me regresaba arañazos de mentira entre un revoltijo de cojines y sillas volteadas.

La intensidad de la luz no dejaba de aumentar, lo mismo que la sensación de ardor y blancura en mi interior. Todo pensamiento fue anulado y vacío de mí mismo, me disolví en esa inmensidad que nada contenía a excepción de ella misma. Luego de lo que me pareció una infinitud sentí el impulso de “volver”. A medida que la música de la caja se extinguía yo bajaba de aquel reino inefable, pero no venía solo. Enki, mi gato, venía conmigo.

Volví en mí percatándome que Alana había interrumpido la lectura del libro.
-Ya es suficiente -decía Romina-, llevamos media hora y no ha pasado nada, al parecer el libro es un completo fraude.
Yo no salía de mi asombro, algo había ocurrido, no lo que ninguno nosotros se esperaba pero había ocurrido, ¡me había ocurrido a mí! Decidí callar, apoyé la tesis que el libro era un fraude y lo solicité de vuelta. Romina me preguntó si accedería a vendérselo y le dije que lo pensaría.

Al marcharme me encontré con el padre de Romina que llegaba a la casa.

-Hola Román -le dije.
-Hola, Daslav, ¿ya te vas? -preguntó el dueño de casa.
-Sí, se me hace tarde.
-Saluda a tu mamá de mi parte.
-Por supuesto.

Esa noche soñé con Enki y ya saben el resto de la historia, nueve semanas de sueño para mí, nueve semanas de agonía para la raza humana.

De acuerdo a lo explicado por Aruru las palabras del libro en efecto permitía a la mente proyectarse a otras dimensiones espacio-temporales, pero cabe mencionar que no a la mente de cualquier hijo de vecino sino a la de unos pocos privilegiados, “individuos de un poder mental inconmensurable” según las palabras de Arrurú. Yo un individuo de vasto poder mental, ¡imagínense!

Para mi desgracia, o más bien para desgracia de la humanidad, una de esas típicas criaturas que moran en otras dimensiones (uno de esos leones, tigres u osos), decidió colarse a nuestro mundo. Necesitaba de una mente que le sirviera de anclaje para entrar a éste universo, razón por la cual adoptó la forma de mi querido gato. Fue así cómo, inconscientemente, lo “traje de vuelta” conmigo.

Tras escuchar la historia que parecía estar condenado a repetir ad infinitum, Aruru abandonó mi celda. En vuelto en la oscuridad de esa falsa noche cerré los ojos y dormí profundamente, y Enki se me apareció como aquella pantera del poema de Borges.

VII

Después de una hora de descenso por la apenas escarpada pared rocosa, llego a los pies de la montaña. Una encorvada figura me saluda con una reverencia. Está apoyado en un largo bastón con una esfera como huevo de avestruz en la punta y junto a él hay dos cántaros de greda con extraños símbolos. Del cuello del anciano cuelga media docena de correas con dientes de animales, de sus orejas penden unos enormes aros de cobre y sus delgados brazos lucen un sinnúmero de pulseras del mismo material. Salvo estos adornos va completamente desnudo. Me percato entonces que yo también estoy desnudo, pero no siento ningún pudor.

El anciano se acerca y me cubre con la piel de un puma cuya cabeza queda situada sobre mi hombro derecho. Arrojo al suelo la rama que me ha acompañado todo el descenso y recibo el báculo de manos del viejo chamán.

-Es un alivio ver que has logrado salir con vida de la Caverna de la Muerte -dice el anciano en un idioma desconocido que, sin embargo, entiendo perfectamente-. Aunque nunca dudé que pudieses hacerlo, mi Señor Ninurta. Te ves tan fuerte y vigoroso como cuando entraste.
-¿Cuantos días estuve allí dentro, Sumuqan?
-Tres días sin comida ni agua, como dicta la tradición. He traído los víveres por si deseas beber o alimentarte.
-No será necesario. Quiero sentir el hambre y la sed un poco más, hasta que lleguemos a la aldea. Me hace sentir vivo. La verdad es que, nunca me había sentido tan vivo.

[FIN]

Por Sergio Alejandro Amira