Editorial TauZero: Especial Ygdrasil

por Rodrigo Mundaca Contreras

Algo recuerdo de aquella tarde, creo que fue en el otoño de 2003. Jorge nos invitó a su departamento. Era la primera vez que yo visitaba su casa y me llamó mucho la atención el decorado marcadamente oriental (nos tuvimos que sentar en cojines porque la mesa era bajita, al estilo japonés). Había muchísimos libros en los estantes, en donde convivían en armonía los de diseño y arquitectura junto a los de historia y mitología. Creo que también vi uno sobre dibujos de H.G. Giger y otro de MaTriX. ¿Ciencia ficción? Si vi algo la verdad es que no lo recuerdo…

En aquella época había salido a la luz del cibermundo el segundo número de TauZero, edición que llevaba como primicia un trozo de algo llamado YGDRASIL. Un texto sumamente raro, en donde se mezclaban en forma retorcida muchos conceptos sacados de diversas áreas de la cultura humana, y puestos fuera de sus contextos originales. Uno no podía evitar arrujar el entrecejo frente a tanta rareza que se describía en la historia.

Había cierto placer culpable en leer YGDRASIL. Las sutiles e infinitas formas en que el sufrimiento y el dolor se manifestaba en el relato, no hacía más que inducirle al lector a preguntarse ¿Qué clase de mente retorcida y anormal puede vomitar este tipo de historias?

Estoy seguro que vari@s podrían levantar sus dedos índice para contestar. Imagino que apellidos sonarían. Escucharía también aquella manoseada palabra “Cyberpunk”.

Pero la pregunta que yo hice era retórica, así que pueden bajar sus dedos. Cómo yo sólo puedo hablar desde mi experiencia literaria personal, y aquella se circunscribe principalmente a la ciencia ficción dura (navecitas y pistolitas de rayos y héroes y princesas en lejanos confines del universo), leer un texto como YGDRASIL, y en general todos los textos de Jorge, me resulta una situación que se ubica fuera del planeta que normalmente yo suelo orbitar.

Jorge está muy ligado con la historia de TauZero. De hecho fue el autor que inauguró nuestra publicación, con su extraño relato “La Conquista Mágica de América”. Me gustó tanto el texto, por la razón que indiqué más arriba, que comenzamos a conversar sobre la posibilidad de publicar YGDRASIL, por fragmentos, al estilo de las revistas clásicas del género.

Jorge, desde el principio muy entusiasta por apoyar TauZero, accedió de muy buen grado. Por lo demás, así comenzaba a difundir sus obras más allá de las paredes de su dormitorio. Cosa que muchísimos simplemente no hacen, vaya a saber uno por qué.

El primer fragmento apareció en TauZero #2.

Pero la ocasión en la que Jorge nos invitó por vez primera a su departamento, fue para algo distinto. Fue al hueso: Quería suspender la publicación por entregas de YGDRASIL. A mí y a Sergio nos sorprendió sobremanera aquella petición, pero concluimos que no la habría hecho sin una buena razón. Jorge no quiso entrar en detalles (¿superstición tal vez?), y sólo mencionó que había aparecido una posibilidad remota en otro lado, y que para evitar problemas ulteriores, era mejor guardar y no divulgar el material a lo largo y ancho de Internet. A buen entendedor, eso significaba que había una ventana de oportunidad para publicar en papel, el destino soñado de cualquier escritor…

Por supuesto, ante tal perspectiva no podíamos competir, y no pudimos (ni quisimos) decir otra cosa que aceptábamos su decisión. Pero no se las llevó peladas, pues tuvo que escribir un disclaimer y varios cuentos, material que están publicados en ediciones anteriores de TauZero. Así, todos quedamos felices y tranquilos.

Han pasado unos dos años desde entonces y veo con sorpresa y felicidad que los planes de Jorge llegaron a buen puerto. Al mejor puerto que existe. Jorge ha desembarcado con YGDRASIL en el puerto de Ediciones B, en la colección NOVA. Con esto se convierte en el primer latinoamericano en pisar esos territorios hasta ahora desconocidos para los autores de CF nacionales.

En ocasiones pienso que todo esto que ha ocurrido con YGDRASIL parece ser en sí una historia de ciencia ficción: una ficción anidando a otra. Es todo tan irreal que no puedo hacer otra cosa que maravillarme y disfrutar cada capítulo de la historia. Haber sido testigo de primera fila como una persona normal y sencilla de pronto se convierte en una celebridad del ambiente (independiente de lo que ocurra el día después), es algo que no me ocurre todos los días…

Para ejemplificarlo mejor: Hace algunos días se inauguró la 25 Feria Internacional del Libro de Santiago. Creo que es el evento cultural más importante que Chile realiza cada año. Aquel día salí de mi oficina y fui a la de Jorge, pues le estaba ayudando con la distribución de las invitaciones para el evento de lanzamiento de la novela. Lo encontré en medio de una reunión, de modo que tuve que esperarlo algunos minutos. Para cuando terminó me hizo entrega de las susodichas invitaciones, y me mostró el folleto publicitario de la novela. Tuve un pequeño y divertido shock cuando leí una frase en extremo rimbombante y marketera atribuida mi persona, en donde expresaba mi opinión de YGDRASIL:

“¡Una explosiva mezcla de animé, mitología americana, cyberpunk y violencia bizarra…!”

Momentos después nos dirigíamos a la Feria del Libro, que como ya dije aquel día se inauguraba. Jorge me mostró, sonriente, una credencial que lo acreditaba como invitado. Yo, en mi calidad de civil, tuve que hacerme pasar por el ayudante que colaboraba transportando la caja con folletos…

Y entonces entramos.

El lugar era en extremo amplio y luminoso. Impresionante. Caminamos entre stands repletos de libros, revistas, cómics. Todo nuevo, todo reluciente.

Pero aquel no era el momento para vitrinear ni comprar.

Seguimos caminando. Y llegamos al stand de Ediciones B. En rigor, deduje que habíamos llegado, pues una persona se acercó y saludó muy efusivamente a Jorge. Otro tanto hizo conmigo cuando fui presentado.

Luego se acercó un promotor, llamado por esta persona, ofreciéndonos algo para beber y picar. Y nos fue señalado el lugar donde estaba YGDRASIL, en el centro del stand. Y aquí comenzó una situación que estaba por completo ajena a mi experiencia: que yo recuerde nunca había escuchado tanto elogio junto, emitido por diversas personas, y dirigido a una en particular: Jorge.

Personalmente tiendo a desconfiar de las personas que elogian demasiado, pues siento que quieren congraciarse forzadamente para algún propósito que mi paranoia natural no es capaz de percibir. Y bueno, por eso aplaudo la actitud que Jorge ha tenido siempre, la de mantener un low perfil, no dejar que su ego se infle con los elogios que le dirigen (ya sean estos justificados o gratuitos).

Durante la ocasión, escuché varias veces la frase “tan humilde que eres, Jorge”. Es una frase que me ha hecho reflexionar bastante. ¿Significa que otro escritor en su lugar acusaría recibo de los elogios, inflando su ego a niveles ionosféricos? Entiendo que las personas del área de las artes y/o letras poseen una sensibilidad que las hace proclive a la necesidad de emitir y recibir elogios. Eso lo acepto. Pero no puedo evitar cierto grado de incomodidad, considerando el hecho que por formación profesional pertenezco a un mundo frío, donde las cosas siempre tienen que funcionar bien, y no existe ni es necesario que exista aquella vocecita que elogie y palmotee la espalda.

En definitiva, por estos días Jorge es la celebridad. Él sabe perfectamente que soy unas de las personas que más se alegra por lo que le está ocurriendo. Pero también sabe que eso no se traduce en palmoteos ni en elogios dulzones. No los necesita, ni tampoco es mi estilo…

Me pregunto que sucederá el día después. ¿Todos en la editorial seguirán siendo tan amables con Jorge? Si las expectativas se cumplen y el mercado exige una segunda parte de YGDRASIL, la respuesta es sencilla.

Pero, ¿y qué ocurrirá si eso no sucede? ¿Es todo esto el comienzo de una revolución editorial en Chile o simplemente YGDRASIL es y será una solitaria piedra lanzada al gran océano del Mercado, que si bien ahora está dando tumbos en la superficie y avanzando hacia el horizonte infinito, tarde o temprano se va a hundir en las aguas del Olvido?

Por supuesto que no sé la respuesta, pero dada mi autoimpuesta labor de cronista de los sucesos que están ocurriendo en el ambiente de la ciencia ficción local, estaré observando y documentando detenidamente lo que sucede.

Rodrigo Mundaca Contreras
Santiago, Octubre de 2005

Es genial pero… no la entiendo

Rodrigo Mundaca Contreras

Me gustó la película. Visualmente impecable, argumentalmente coherente. Completa la cadena con el eslabón más importante en la historia. Esa misma que se inició hace casi tres décadas y que de facto impuso un nuevo paradigma en la historia del cine de ciencia ficción.

Los fanáticos están dispensados para dedicarme sus más ponzoñosos epítetos cuando les diga que puedo resumir Star Wars en pocas frases. Podría decir, por ejemplo, que la segunda trilogía es la historia del descubrimiento de un héroe destinado a destruir la Maldad, la aventura que vive conforme va madurando y adquiriendo nuevas habilidades necesarias para su misión, y el enfrentamiento y ulterior triunfo sobre la Maldad.

La primera trilogía está centrada evidentemente en otro héroe, pero esta vez marcado con un sino desfavorable que lo lleva, finalmente, a convertirse en la Maldad, contra lo cual el héroe de la segunda trilogía debe enfrentarse. La motivación principal que impulsa a este héroe/antihéroe y que lo lleva a la perdición es lo que motiva a todo ser humano en algún momento de su vida: amor erótico y ansias de crecimiento personal/profesional.

Obviamente la película me entretuvo muchísimo. ¿Y a quién no? Ver todas esas naves espaciales disparando, esquivando, luchando, huyendo y destruyendo con un nivel de efectos especiales tal, que sencillamente uno se olvida que todo esas imágenes no tienen mayor realidad que la de un algoritmo computando soluciones (*).

Al cine fui con dos amigos. Uno de ellos a su vez fue con uno de sus hijos, de unos diez años de edad. Cuando las grandes y amarillas letras STAR WARS comenzaron a subir por la pantalla, uno de ellos me dio un pellizco en el brazo. Parecía no creer estar presenciando el capítulo final de una historia que, para él, había comenzado a la edad del crío de diez años que estaba sentado un poco más allá.

Yo, a mi vez, estaba impactado, pero lamentablemente no en la intensidad de mis amigos, ni tampoco por la mismas razones. Ellos, si se me permite la imbecilidad (**), “crecieron con Star Wars”, e imagino que poner punto final a esta historia, después de tanto tiempo, algún tipo de significado debía tener.

Como decía, yo estaba impactado, pero básicamente por la música y la vertiginosidad de la acción. Viendo esas imágenes era como transportarme a alguna de esas clásicas space ópera que tanto me gusta leer. Yo no crecí con Star Wars, y no vi las películas sino hasta cuando las estrenaron en la TV. Sólo me llamaba la atención aquel caballero oscuro de respirar dificultoso y, por supuesto, los sables láser.

Más de una vez he llegado a pensar que si bien existen millones de personas que van al cine a ver la saga, y rezan a sus respectivas divinidades pidiendo la buena salud de George Lucas, creo que la mayoría de ellas no entiende lo que está viendo. Creo que la mayoría no lee el texto que telonea cada película. Creo que la mayoría sólo recuerda la frase “yo soy tu padre” y que Harrison Ford aparece jovencito en las películas. Para decir esto me baso simplemente en mí mismo. No fue sino hasta hace poco tiempo que decidí entender la historia completa. Y aún ahora hay cabos que no he terminado de atar. El punto es que si yo, un ávido lector de ciencia ficción, apenas está enterado de la historia detrás del paradigma de la ciencia ficción parafernálica y multimillonaria, entonces la mayoría necesariamente debe tener un conocimiento aún menor. Todo esto, obviamente, no impide disfrutar del espectáculo que son las películas; del mismo modo que no es necesario entender por qué dos mujeres pelean en el barro: sólo importa el espectáculo y el placer visual.

por Rodrigo Mundaca Contreras

(*) De todas formas ¿quién conoce una definición satisfactoria de realidad?
(**) Nadie que sea saludable mentalmente crece con un show de TV.

Editorial TauZero #15

    Me han comentado (o criticado) que las editoriales de TauZero son únicamente un ejercicio ególatra de mi parte. Dedos índice han apuntado en mi dirección mientras sus dueños acusan que utilizo el estilo de escritura del Buen Doctor y que casi ignoro los relatos y artículos publicados en TauZero, pues prefiero usar la editorial a modo de blog personal en vez de comentar el material que nos han cedido.
Tengo que confesar que en todo eso hay cosas que son verdad, y otras que claramente son una exageración. Pero básicamente es cierto: las editoriales son como mi blog personal. Y eso es debido a que TauZero está incorporado a mi vida cotidiana, ya no como un pasatiempo freak que define mi indivualidad, sino como una actividad cultural seria que, conforme pasa el tiempo, va tomando mayor relevancia en mi vida.
¿Cómo no tomarla en serio, considerando que llevamos 15 números, que estamos cerca de cumplir 3 años de vida, que 44 autores han desfilado al menos una vez por nuestras páginas y, lo más importante, me ha permitido conocer a personas en extremo interesantes, que en la actualidad ya pertenecen a la galería de mis mejores amig@s?
TauZero está incorporado en mi vida a tal nivel que ya existen amigos que tienden a huir cada vez que sugiero que lo que está hablando bien puede convertirse en un artículo.
TauZero crece conmigo, y yo crezco con TauZero. Siendo ese el caso quiero que cada editorial sea una reflexión, una fotografía del estado en el que me encuentro al momento de escribir la editorial. Eso es una licencia que nos podemos permitir, pues si hay algo que nosotros deseamos y exigimos, es que las colaboraciones posean la marca de sus autores. Queremos que los textos y comentarios tiendan a ser introspectivos, personales. Ello no implica necesariamente la pérdida de objetividad, pero sí le da un sello personal, un toque de familiaridad, de liviandad… de humanidad.
Hubo un tiempo en que TauZero se estaba convirtiendo en algo que se tomaba demasiado en serio a sí mismo. Pero como dije más arriba, TauZero crece, evoluciona e inevitablemente se ha contagiado de la sencillez, espontaneidad e ironía de sus responsables y colaboradores.
La calidad del material publicado habla por sí mismo. Tal vez existan personas que piensen que todo lo publicado son únicamente tonterías y una pérdida de tiempo insensata. Pero ya va más de cuatro decenas de insensatos que comparten nuestra visión y que han utilizado muchas horas de reflexión, de escritura, de dibujo, de edición, de conversaciones y de discusiones… violentas en algunos casos.
Pero no sólo yo crezco con TauZero. Pareciera ser que estamos siendo testigos del nacimiento comercial de algunos de nuestros colaboradores-amigos. Creo que pocas cosas podrían compararse a la felicidad que nos inunda el estar en primera fila observando a nuestros amigos tener éxito, ser publicados por editoriales de mayor trayectoria, reconocidos en otros medios de comunicación, en otros países, en otros continentes.     Autores que desarrollan su arte para una élite comienzan a llegar a mercados más amplios.
Ejemplos de esto hay varios, pero me limitaré a tres. A uno de ellos no lo nombraré pues habrá una mejor oportunidad. Al otro tampoco lo mencionaré pues “sobar lomos” no es mi estilo. Mencionaré, eso sí, al amigo hispano David Mateo. David está comenzando a formar revuelo en España con sus “Dragonadas” (subgénero fantástico que al principio detestábamos en TauZero pero que con el tiempo hemos aprendido a querer). David de un tiempo a esta parte nos ha cedido algunos de sus textos, nos ha colaborado con algún artículo y hasta nos ha prestado uno de los personajes centrales de su obra, Larva, para hacer un crossover. El experimento literario fue ejecutado por la digresiva pluma de mi editor Sergio Alejandro Amira. El resultado se llama Larva y la niña de Mermeroth y están a punto de leerlo.

Hasta la próxima.

Rodrigo Mundaca Contreras

Editorial TauZero #12

¿Existe alguna persona quien haya soñado con viajar en el tiempo, al pasado por ejemplo, y así poder realizar cambios, corregir errores, tomar otras decisiones? Estoy casi seguro que todo el mundo ha soñado con aquello. En ciencia ficción los viajes en tiempo son el tópico más clásico, ahí tienen El Ruido de un Trueno de Bradbury y El Fin de la Eternidad del Buen Doctor. Sucede esto mismo en los cómics. A los seguidores del Noveno Arte no le es desconocido las Megasagas, historias que tienen como objetivo el corregir errores en la continuidad de los héroes y villanos debido a una mala interacción entre los diversos guionistas a la vez que corrigen anacronismos insoslayables debido al paso del tiempo.       No soy muy entendido en cómics, pero aún así recuerdo una saga DC llamada Hora Cero, en donde Hal Jordan, un Linterna Verde que se desquicia cuando le destruyen su ciudad natal, decide utilizar el poder de su anillo para reconstruir por completo la historia del universo, para que su ciudad continúe existiendo. Por supuesto que sus planes no tienen éxito pues toda la batería de héroes DC lo detiene, pero aún así la historia es re-escrita. En la nueva continuidad, la historia de Superman, por citar un ejemplo, es modificada. Aparecen nuevos enemigos como Conducto (un mercenario que lanza rayos de kryptonita para desesperación del Azuloso) y el look del kryptoniano se actualiza. Se elimina de la continuidad a Superboy (Clark Kent de adolescente, no el clon) y a la horrorosa mascota con capa: Krypto. Por otro lado, Kent deja de ser un nerd y se deja del pelo largo, muy en la onda de los 1990’s.       Se me viene otro ejemplo, esta vez desde la Casa de las Ideas, Marvel. Allí se introdujo la serie “Ultimate”, en donde las historias son re-escritas desde cero, pero según conceptos actuales. Por ejemplo mis favoritos, The Fantastic Four, que en la historia clásica adquieren sus poderes debido a una desafortunada exposición a rayos cósmicos cuando volaban en el espacio, ya no resulta tan creíble en una época en donde
la Humanidad tiene una estación espacial permanentemente en órbita y posee dispositivos explorando Marte y Saturno.
      En Ultimate Fantastic Four no es un viaje al espacio y la correspondiente dosis de radiación cósmica la que otorga los poderes al cuarteto. Sino algo que ahora suena tan intrigante y misterioso como los rayos cósmicos hace varias décadas: Se trata de una exposición a la “N-Zone” o Zona Negativa, una suerte de realidad acoplada a la nuestra, y que Reed Richards está estudiando en conjunto con el ejército norteamericano. Una de las bondades de esa N-Zone, es que de alguna forma permite la existencia de un objeto en todo su “Espacio de Fase”. Aquí es cuando el guionista introduce algo de probabilidades aplicadas a teoría cuántica y mucho de álgebra lineal para explicar que los poderes de los Cuatro Fantásticos en rigor corresponden a versiones alternativas de ellos mismos dentro de su espacio de fase. Del mismo modo como puede existir un Reed Richards invisible o con forma de manzana o uno normal, también existe uno que es elástico. Lo mismo ocurre para el resto de los amigos… Uf!, Estoy divagando. Pero creo que entienden el punto de re-escribir el pasado y actualizar historias. ¿Y todo esto que tiene que ver con TauZero? Pues que nosotros hemos hecho exactamente eso: hemos reinventado nuestro propio pasado.       Todo comenzó cuando Sergio me sugirió hacer algunos cambios pues ambos habíamos detectado errores en diversos números de Tau. Pero cuando quise buscar una razón lapidaria para negarme a hacer aquello, y argumentar que nuestra Historia debía estar escrita a sangre y fuego y que debía permanecer inalterada porque sí, no soné muy contundente ni convencido de lo que decía… y por ende no tuve éxito en hacerlo desistir. Después que la mezcla de inercia-extrañeza inicial se diluyera en mí, la sugerencia comenzó a parecerme una buena idea, tan buena que le dije a Sergio que hiciese todos los cambios que estimase conveniente. 

     La idea fue entonces rescribir nuestra propia historia. ¿Por qué? Sencillamente porque tenemos la libertad para hacerlo y porque es divertido. En nuestras vidas comunes no podemos ir atrás y corregir las metidas de pata o cambiar algo lo que no nos gusta… pero en este proyecto nada nos lo impide. Que disfruten el experimento. 

Rodrigo Mundaca Contreras

        Febrero 2005

Editorial TauZero #11

Si han leído la biografía del Buen Doctor o, al menos, las introducciones que solía escribir para sus cuentos, habrán notado que lo único que sobrepasa su extensa obra es su ego…  

      En las ocasiones en las que tiendo a compararme con el Buen Doctor, no es precisamente en lo clever para escribir, sino en aquella tendencia egocentrista. Me gusta hablar de la vida, el universo y todo lo demás… pero me he dado cuenta que pareciera gustarme más hablar de mí mismo. Puedo hablar (o escribir je!) de mi persona durante horas sin aburrirme… y siendo optimista, pareciera que a mis interlocutores tampoco. 

      Me gusta soñar… supongo que por eso leo ciencia ficción… para experimentar realidades imposibles y turistear en extravagantes planetas que jamás podré viajar. ¿Qué lector de ciencia ficción no ha fantaseado con tripular alguna nave espacial, investigar lo que ocurre en remotos sistemas solares, bañarse en espumosas aguas bajo la luna de soles multicolores o encontrarse frente a frente con alguna inteligencia extra-terrestre? 

      Si el lector ha asentido levemente o esbozado una sonrisa, entonces entenderá perfectamente el experimento que hemos incluido en esta edición de TauZero… 

      Tiempo atrás Sergio, mi fiel editor, me comentó que su primo Remigio Aras estaba escribiendo un cuento en donde el protagonista vivía unas inusuales aventuras, con viaje temporal incluido. Me pareció una historia de lo más simpática y, medio en broma, medio en serio, le pedí a Sergio, para que a su vez le pidiera a Remigio, que ese personaje se llamase como yo…  

      A Remigio le agradó la idea, Y no se quedó allí. Sugirió que aquel personaje no sólo debía llamarse como yo, sino “ser yo”. Y debo confesar que la idea me sedujo. Y se puso manos a la obra. Al principio pensó en extraer información del blog que yo publicaba por aquel entonces en
la Internet para ayudarse. Luego pensó en idear un cuestionario que yo respondería para dar luz sobre mis gustos y criterios. Por último, decidió escribir su historia usando como personaje central su propia versión de mi “yo”. 

      Cuando terminó de escribir, me envió el texto para que yo rescribiera lo que estimase necesario. Sin embargo, me limité a rescribir aquellos fragmentos que no se aplicaban correctamente a mi persona, me describían en forma deficiente o no me dejaban en una situación “digna”. Sergio, muy en su estilo, llamó a esto censura y hasta tuvimos una mini-discusión un tanto seria al respecto, que se solucionó felizmente, of course. 

      El resultado nos dejó conforme a todos. Remigio escribió su relato, y yo obtuve el rol protagónico en mi propia aventura. De alguna forma me siento como un Max Headroom literario. El personaje que interactúa con
la Inteligencia Artificial llamada Lucy, que no se inmuta frente a un panel de controles de diseño hiperfuturista y que viaja en el tiempo y regresa justo para tomar desayuno, tiene mucho de mi forma de ser. Los diálogos, expresiones y “muletillas” corresponden a mi forma de expresarme. Algunos detalles familiares y sentimentales pueden haber sido exagerados, tergiversados o son sencillamente inexactos para el momento en que se publica la historia, siendo todo ello tendiente  a darle más sabor a la historia… después de todo, esto es ciencia ficción 😉 

      Bien, basta de egocentrismo. Mejor dejo esto hasta aquí y así ustedes pueden disfrutar íntegramente de esta edición de TauZero

Rodrigo Mundaca Contreras.

Enero 2005

Editorial TauZero #10

Nuevamente el e-zine aparece a la luz pública desfasado en el tiempo. Mil veces me he propuesto que la próxima edición saldrá en la fecha que corresponde… y mil veces he faltado a esa promesa. Siempre tengo alguna excusa. Y esta vez no es la excepción. Pero creo que esta vez, más que todas las veces anteriores, ustedes deben leer mi reflexión. 

TauZero, para mí, es un símbolo de mis proyectos poco convencionales. Siendo yo un individuo muy convencional (a juicio de la gente que me conoce), el incursionar en algo como un e-zine representa, de alguna forma, mi no-convencionalidad. Siendo TauZero una creación de mi persona, he querido que refleje en sus páginas, sobre todo en sus editoriales, mucho de lo que yo pienso y siento. Nació en una época en la que me encontraba realizando una práctica laboral en Santiago de Chile, época en la que el nivel de ocio era alto. Sufrió su primer paréntesis fuerte cuando tuve que retomar el último semestre de asignaturas en la universidad, el año 2003. Volvió a aparecer a la luz a fines de ese mismo año. Y nuevamente volvió al estado catártico cuando la universidad, a mediados del 2004, comenzó a presionarme para que terminara, de una vez por todas, aquel molesto trámite que es la realización de la memoria de título (o tesis de pregrado o monografía de fin de carrera o etc.). Desde septiembre hasta diciembre fueron días, con sus noches, bastante intentas. Escribiendo, borrando, corrigiendo, estudiando. Por supuesto, todo aquel apretón final dio sus frutos. Puedo decir, muy contento de mí mismo, que en el preciso instante en que escribo estas líneas ya no soy estudiante universitario. He obtenido, finalmente y después de muchos años de estudio y muchos sustos, el título de ingeniero civil electrónico. Este nuevo status académico lo obtuve la segunda semana de diciembre, y por supuesto que desde aquel día hasta ahora pareciera que he estado levitando. Terminar la universidad ha sido, hasta ahora, el proyecto más exitoso, y posiblemente el más significativo, que he culminado en mi vida. Me siento muy feliz, pero por sobre todo, me siento tranquilo. 

Más de alguna vez Sergio me ha leído y escuchado, con ocasión de mis retrasos e irresponsabilidades hacia TauZero, que cuando terminase la universidad mi actitud hacia el e-zine cambiaría. Y me da una vergüenza enorme el no poder cumplir con lo que he dicho. Sucede que me he puesto a laborar, como se espera que un ingeniero labore, y ello implica trabajar 8 horas diarias como mínimo, 5 días a la semana. El detalle es que soy un ingeniero novato, muy novato, y por ende el proceso de adaptación a la cultura de mi primera empresa, una consultora de ingeniería en proyectos de automatización de procesos, me ha demandado mucho esfuerzo. Tanto así que al término de la jornada acabo francamente exhausto. Sin muchas ganas de hacer nada más que dormir. En ese contexto, no he leído nada de nada, y menos he escrito. 

Durante los fines de semana la cosa no mejora. Que los amigos y amigas, que el deporte (que también es una actividad que sólo he comenzado a retomar después de la universidad), y una que otra actividad corroe todo mi tiempo libre. Encuentro tal situación francamente horrible. Soy soltero, no tengo compromisos con nadie y aún así, a-ú-n a-s-í, tengo problemas de tiempo. 

Estimo que todo aquello sólo es por una mala planificación. Pero la situación por la que atravieso no es usual. Uno no termina la universidad ni obtiene su primer trabajo todos los días, de modo que considero mi situación actual como extraordinaria. Eventualmente me adaptaré a mi nueva condición, y redefiniré los tiempos para mis actividades laterales de modo de dejar el tiempo que necesita, finalmente, mi actividad literaria. 

La edición de TauZero que tienen en sus manos (o monitor), ha estado lista desde hace bastante tiempo, sólo faltando agregar esta editorial-excusa. ¿Qué sería de TauZero sin Sergio? Seguramente sería uno de los muchos proyectos que forja mi imaginación, pero que por falta de tiempo o ganas o que sé yo, finalmente nunca se hacen realidad.Que disfruten esta edición. 

 Rodrigo Mundaca Contreras. Diciembre 2004 

Editorial TauZero #9

por Rodrigo Mundaca Contreras

En algún momento Sergio me planteó la idea de re-publicar un cuento de Greg Egan cuya autorización para la traducción al castellano – inédita, por cierto – había sido gestionada por Pablo directamente con Egan. Sergio realizó la traducción y el resultado fue publicado en Fobos, en junio de 2003.

Siendo la obra de Egan relativamente escasa en nuestra lengua, la divulgación de sus escritos tiene que tener una preferencia especial por sobre otros autores con mayor presencia en el mercado… digamos un Asimov o un Clarke.

Y bueno, la publicación del relato, por diversos motivos, fue postergándose y postergándose. Y la ventana de la oportunidad se abrió ahora. Fue un excelente trabajo tanto de Pablo por sus gestiones con Egan como de Sergio en la parte “técnica”.
El relato en cuestión aborda un tema que, para variar, me interesa sobremanera. (pareciera que todos los temas que se abordan en TauZero son de mi interés… aunque si lo pienso mejor no podría ser de otra forma pues yo mismo defino – junto con Sergio – la dirección de este buque). De hecho por estos días estoy clamando al cielo de las ideas para hilvanar un artículo sobre uno de los temas que en el cuento de Egan son tratados. Me refiero a la conciencia y su posible relación – si es que aquello es posible – con los computadores.

Dejemos que Pablo en “Caja Negra” se refiera a Egan y su relato.
Mas la participación de Pablo no termina allí. De hecho, la mayoría del material de este número es debido a su pluma. Valga esto como un improvisado y providencial homenaje-despedida del comité editorial. Estrena una nueva sección llamada “Entrevista” que va sobre… adivinen…

El entrevistado en esta ocasión es una persona cuyos aportes al desarrollo del género en Hispanoamérica debería ser familiar para quien esté medianamente informado. Se trata de Pedro Jorge Romero.
Y Pablo continúa sin descanso. Salta al cine y desde allá nos comenta, con su particular visión de las cosas, su percepción sobre la adaptación de una de las novelas emblemáticas del Buen Doctor: Yo Robot.

Pero no sólo de Pablo Castro vive TauZero.

El señor de los otrora punzantes arpones verbales, Daslav Merovic, ha tomado impulso y continúa enviando material. No importa en absoluto que sus colaboraciones sean reciclajes de artículos para sus clases de filosofía, pues el amigo escribe bien y divaga. Dos características que son gusto del Director y son premiadas con publicaciones inmediatas. Je.

Y el invitado espacial, por no decir estelar, es Luis Saavedra. Recordemos que Saavedra, ganador de nuestro primer concurso de relatos, es director del fanzine-ezine Fobos y activo colaborador de la naciente e impetuosa Comunidad de Ciencia Ficción, un ente que parece ser la aglomeración más grande a nivel hispano de lectores, escritores y editores en torno al género literario de nuestro beneplácito. Saavedra, en su artículo, aborda un tema que no sólo se manifiesta en la ciencia ficción, sino en todos los ámbitos de la vida en donde existe un relativo grado de especialización y en donde necesariamente aparecen términos técnicos que evolucionan a una jerga. ¿De qué estoy hablando? Pues si no lo entienden, es vuestra culpa por no tener el suficiente nivel de ñoñería…

Por último, J.C. Emilfork, colaborador de la casa, apunta sus letras a Matriz Revolutions, una película que todo el comité editorial de TauZero odió profundamente, pero como somos pluralistas y el amigo Emilfork sabe de lo que habla, pues ahí tienen.

Y ese es el menú que en esta ocasión ofrece TauZero. Más sorpresas y nuevos colaboradores, en el siguiente número.

Hasta entonces!

Rodrigo Mundaca Contreras
Director TauZero

Editorial TauZero #8

por Rodrigo Mundaca Contreras

Siempre me ha intrigado la muerte. ¿Es una transición hacia otro estado existencial? ¿Es una pausa en un ciclo de duración eterna? ¿Es el fin inexorable y absoluto del ser? ¿Quién tiene la respuesta? Un ser vivo como yo en este instante; un muerto, quien ya está en aquel estado… o la respuesta sencillamente no se puede determinar?

Recuerdo que mi primer contacto cercano con la muerte fue en mi infancia. Contaría yo con unos cuatro o cinco años cuando, en mi inocencia, hice pelear a un perro con un gatito de pocos meses. El gatito se defendía con inofensivos zarpazos y maullidos, lo que enfurecía a su vez al perro, quien le ladraba y lanzaba golpes con sus patas delanteras. Fueron estos golpes los que lastimaron de muerte al gatito. En un momento, el animalito que pugnaba desesperadamente por su vida, se quedó inmóvil. La situación me dejó un tanto desconcertado pues no esperaba que el felino feneciera… y bueno, veinte años después aún sigo recordando aquella lejana tarde estival.

Pocos años más tarde, fui testigo de la fulminante decadencia de mis abuelos maternos; ella víctima de una septicemia general producida por una hepatitis mal tratada y él de una diabetes crónica. Me sentí desconcertado nuevamente, pues la imagen que tenía de ellos era la de personas muy activas… y verlos a través del vidrio del ataúd era extrañísimo… y más tarde, verlos ser cubiertos con un alúd de tierra para nunca jamás volver a verlos me sumió en un estado de desconcierto que se repite cada vez que alguien conocido abandona este mundo.

En algún momento de mi vida me asustó muchísimo la perspectiva de morir, pero cuando me auto-convencí que lo que yo sentiría de muerto sería lo mismo que sentí antes que ser engendrado, es decir, nada-de-nada, me calmé bastante. Sin embargo, mi tormento de alguna forma continúa pues hay tanto que hiciera hacer y conocer que sencillamente no estoy preparado para morir.

Hace pocas semanas, el desconcierto del que hablo hizo una tentativa de asomarse en mi vida cuando a mi madre le diagnosticaron un cáncer uterino y diabetes. Entre el diagnóstico y la intervención quirúrgica mediaron pocos días. Afortunadamente todo fue exitoso y en estos instantes mi madre descansa en casa. En las noches de desvelo en que ella estuvo ausente, me imaginé un futuro en donde ella dejaba de existir, y me pregunté si en verdad existe algo más allá de la muerte, tal como ella cree. Hasta casi quise convencerme que la respuesta era afirmativa…

Sumergido en aquellas meditaciones me encontraba, cuando llegó a mis manos un texto de Daslav Merovic en donde se explayaba precisamente sobre el tema de mis tormentos. Esta persona, quien porfiada e injustificadamente insiste en mantener su anonimato, en algún momento lanzó sus dardos hacia TauZero en una publicación hermana… pero, a su pesar, aquellas saetas tuvo que tragárselas porque más tarde, según mi editor confiesa, Merovic se retractó de su infortunadas palabras cuando leyó nuestra publicación… y a modo de disculpa nos envió el interesante y casi excesivamente erudito texto… y así TauZero suma un nuevo colaborador a sus filas.

Esta edición de Tau se ufana de sí misma porque marca el retorno del amigo Jorge Baradit, una mezcla entre motorista, samurai y neonazi tal como me gusta caricaturizarlo. Su aporte en esta ocasión es doble: por un lado cumplimos la promesa de publicar su relato “Angélica” que es parte del universo de Ygdrasil (aquella novela cyberpunk que habíamos comenzado a publicar y que por diversos motivos tuvo que suspenderse) y por otro lado ha escrito – a petición nuestra – un artículo que va sobre Miguel Serrano, aquel raro y fantasioso escritor chileno vinculado al nazismo. Dado que yo desconozco su vida y obra en proporción directa al conocimiento que de él tiene Jorge, pues era más o menos natural “exigirle” un texto sobre aquel escritor. Y aquí está.
Emilfork, fiel a su estilo, esta vez nos expresa su visión de la miniserie Taken, aquella que va sobre tres generaciones de abducidos y que aun no he podido ver, porque casi no veo tv.
Marcelo López, Marlo para los amigos, debuta en TauZero con una brainstormig teñida con flashback personales en torno a la película “El gran Pez”.

La masa crítica en esta oportunidad es una reedición de un comentario de una novela de ciencia ficción escrita hace mucho, mucho tiempo y publicado en una ignota publicación del sur de chile llamada “Impactos”. El libro en cuestión es inencontrable y al parecer la única referencia que de él se tiene es el comentario que acá hemos reproducido.

Con respecto a la sección de ciencia, este número lamentablemente carece de escritos. La razón es simple: mis colaboradores que gustan de escribir sobre este tema o están fuera del país en convenciones antropológicas, o están en los plazos límites de sus tesis doctorales, o están de vacaciones o sencillamente sus escritos no logran convencerme. De todas formas, todos ellos ya tienen asignados sus temas, y en cuanto tengan tiempo ocioso, me aseguraron que se pondrán a trabajar en los artículos… en definitiva, no hay que perder la “fe” porque ya vendrán los artículos.

Ah, y ¿que hay del concurso de cuentos? Pues ha llegado a su fin. Hemos fallado al ganador y se está preparando el especial, el que ha tenido algunos retrasos por pequeños problemitas… pero les aseguro que el resultado justificará la espera… los análisis e impresiones sobre el certamen están consignadas en el especial, de modo que nada diré aquí…

Hasta la próxima

Rodrigo Mundaca Contreras
Director TauZero

Editorial TauZero #7

por Rodrigo Mundaca Contreras

Verano de 2003 en el hemisferio sur del planeta Tierra. Yo me encontraba en Santiago de Chile trabajando como estudiante en práctica en una empresa de desarrollo de software. El trabajo distaba mucho de ser pesado, pues no suelen asignarle tareas complejas a un estudiante sin experiencia laboral. El tiempo de ocio que tenía era elevado. En esas circunstancias comenzó a formarse la idea del ezine.

Jamás he pretendido hacer creer que TauZero es un proyecto original. Muy por el contrario. Sigue los pasos del fanzine Fobos. De hecho, recuerdo que parte de mi idea original era realizar una sección de divulgación científica en Fobos. Mi propuesta, realizada en algún pub ubicado en los alrededores de la plaza Italia no encontró apoyo entre los jefazos de aquel fanzine. En esas condiciones, decidí lanzarme con una publicación propia, que tuviera literatura de cf… pero también artículos de divulgación científica, ambas propuestas viviendo en armonía.

Pero tenía un problema. No sabía que nombre darle a mi creación. En estos casos, suele ser típico darle algún nombre astronómico…ejemplos hay varios: Nebula (Una nube de polvo estelar y el nombre de un importante premio cf); Fobos (una luna de Marte y un fanzine); Deymus (la otra luna de Marte y una empresa); Pulsar (una estrella de neutrones en rotación que emite radiación X y un ezine); Alfa Eridani (¿una estrella? y también un ezine)… Por otro lado, siempre me gustó la palabra Quark… pero ahí estaba el software llamado QuarkXpress y una publicación (al parecer extinta) llamada Quantor… uf!

Le pedí ayuda a mi amigo Sergio en el proceso de elección del nombre. Sergio, presto, me envió una lista con propuestas, para que yo eligiera uno. Y en aquella lista, entre otros muchos, estaba el nombre “Tau Cero”.

Me llamó de inmediato la atención aquel nombre. Recordé que había una novela de Poul Anderson con ese título y que es considerada un clásico de la ciencia ficción dura. Sin riesgo de arruinarles la historia a quienes no la han leído, puedo señalar (si mal no recuerdo) que en contexto de dicha novela Tau es el denominador de la transformación de Lorentz. En dicho factor aparece la velocidad del objeto que se desplaza, y la velocidad de la luz. Conforme la velocidad del objeto aumenta, el factor Tau se hace pequeño. En el límite, cuando la velocidad del objeto tiende a la velocidad de la luz, el factor Tau tiende a convertirse en una singularidad, pues tiende a cero. Tau = Cero. Y en inglés, el idioma original de la novela: Tau = Zero… TauZero.

Considerando que en las novelas de cf dura la ciencia es un factor predominante, que en el ezine la ciencia tendría un lugar especial y, por último, dado el origen físico del factor Tau, pues decidí que aquel nombre era inmejorablemente adecuado para titular un proyecto de difusión de la literatura de cf y la ciencia.
Esta es la historia del origen del nombre de este proyecto. Lo tenía que aclarar pues hace un par de meses, en una entrevista que me realizó un medio escrito de mi ciudad, Concepción, conté esta misma historia junto con otras muchas cosas, en el contexto de la promoción del concurso de cuentos que por estos días estamos llevando a cabo. Para mi mala suerte, la edición de dicha entrevista omitió muchas cosas y equivocó otras. Por ejemplo, aparece una frase textual diciendo que la novela TauZero la escribió Frederick Pohl, y no Poul Anderson. Recuerdo que mencioné a Pohl… pero también a Heinlein, a Asimov, a Dick, a Benford y a Clarke, entre otros, y supongo que por ahí alguien confundió apellidos…. lo que nunca se sabrá, pues yo ya no recuerdo, es quien fue el de la confusión: yo o la periodista que me entrevistó…

A propósito del concurso, debo decir algunas palabritas. A un mes del cierre, ha llegado una treintena de relatos. Previsiblemente, la mayoría de los relatos provienen fuera de Chile. Mención especial merecen los relatos enviados por los amigos cubanos. Yo me declaro un completo ignorante en política internacional (y lo digo con un poco de vergüenza, ¡snif!) pero entiendo que Cuba vive una situación bastante particular, de bloqueo económico y segregación. Según entiendo, el acceso a los medios de comunicación (Internet en particular) es un poco difícil. Por esta razón, me alegro y sorprendo que el concurso de cuentos TauZero sea conocido en la Isla. Le deseo la mejor de las suertes a los amigos cubanos en el concurso… y al resto de los amigos también… para que después no digan que uno es parcial… 😉
Por otro lado, y no menos importante, debo mencionar algo con respecto a la ausencia de la edición de marzo. Al principio, cuando nació TauZero, decidimos que saldría cada tres meses, para tener tiempo de reunir material. Luego el proyecto entró en catalepsia y despertó según se narra en editoriales anteriores. En el optimismo asociado al renacimiento del e-zine se decidió que la frecuencia de la edición sería mensual.

Pero el optimismo chocó con la realidad. Sencillamente el material de los colaboradores no crece en los árboles y, dado eso, no hay material para hacer un e-zine de aparición mensual. A esto se suma que varios colaboradores que hemos logrado convencer están, por estos días, escribiendo sus tesis (algunas de ellas doctorales), y obviamente no tienen ni tiempo ni ganas de escribir para el e-zine… el resultado final es que TauZero no puede ir mensual, al menos por el momento. Pero no se quiso aceptar la derrota completa y volver a la frecuencia trimestral, sino que se adoptó una frecuencia intermedia: TauZero será bimensual.

Lamento si estos violentos cambios dan una imagen de poca seriedad. De verdad lo lamento. Pero antes que apunten sus dedos en nuestra dirección y nos condenen, piensen en esto: nosotros hacemos todo lo que está a nuestro alcance, que no es poco, pero además de TauZero están nuestras vidas, trabajo y universidad, y todo ello viene con un cargamento muy grande de problemas, de discusiones, de carencias, de alegrías, tristezas… triunfos y derrotas. Dado esto, en ocasiones TauZero pasa a un plano secundario, en la lógica que las personas, en primer lugar, deben satisfacer sus necesidades básicas antes de satisfacer las necesidades suntuarias.

Si lo anterior no los convence y aun persisten en apuntarnos con el dedo, entonces no me queda otra alternativa que apuntarlos a ustedes con mi dedo y condenarlos: si sólo el 5% de las personas que descargan y leen el e-zine escribieran artículos y/o relatos, les aseguro que TauZero podría ir semanal…

¡Hasta la próxima!
Rodrigo Mundaca Contreras

Carl Sagan y Michio Kaku: Escepticismo a Prueba de Balas y Optimismo Desbordante

por Rodrigo Mundaca Contreras

Uno de mis pasatiempos es recorrer las librerías. Es una actividad que conforme pasa el tiempo me gusta cada vez más. En las librerías de usados, ubicadas fuera de la vista de la mayoría, busco joyitas de ciencia ficción, preferentemente de la mítica colección Nebulae. En las librerías pomposas, ubicadas en los malls y grandes centros comerciales, busco libros de divulgación científica. Stephen Hawking, Roger Penrose, Paul Davis, Stephen Jay Gould y Carl Sagan, entre otros pocos, son los nombres a los que principalmente estoy atento.
En esta oportunidad comentaré dos libros que he encontrado en excursiones de esta naturaleza. Ambos son debidos a la pluma de científicos. Uno de ellos fue astrónomo y eminente divulgador científico. El otro, un físico teórico de renombre y también un divulgador. El uno es Carl Sagan. El otro, Michio Kaku. Sus libros: El Cerebro de Broca y Visiones, respectivamente.

Sagan, el paradigma de Escéptico

El Cerebro de Broca es un libro muy del estilo de Carl Sagan. Exuda escepticismo por donde se lo lea. Personalmente, creo que dicha actitud lejos de ser intrínsecamente diabólica (como mucha gente dogmática intenta hacer parecer), es una actitud no sólo sintomática de amplitud mental, sino de sanidad. Una persona que duda es una persona que piensa, que no acepta las cosas tal y como le son planteadas. Una persona que duda es una persona que procesa la información que le llega y que sólo después de analizar la internaliza, o la desecha. Una persona que duda es “una persona”, de otro modo es simplemente un títere.
Sagan es uno de mis divulgadores favoritos. Lamentablemente, no he tenido la oportunidad de acceder a su bibliografía completa, por una cuestión de nula disponibilidad en el comercio. Por eso, cada vez que encuentro algún libro de él, lo compro a ojos cerrados.

El Cerebro de Broca

El cerebro de Broca fue una de esas compras a ojos cerrados. Y no me he arrepentido por ello. El libro está dividido en cinco partes.
La primera de ellas es una suerte de oda a la ciencia. Hay un fragmento que personalmente me fascina mucho y que ejemplifica muy bien el trabajo de la ciencia en buscar relaciones y leyes en la naturaleza. El fragmento, extraído de las páginas 31, 32 y 33, es el siguiente:

Planteemos de momento una pregunta mucho más modesta. No nos preguntemos si podemos conocer la naturaleza del universo, la Vía Láctea, una estrella o un mundo sino si nos es dado conocer, en última instancia y de forma pormenorizada, la naturaleza de un grano de sal. Consideremos un microgramo de sal de mesa, una partícula apenas lo suficientemente grande como para que alguien con una vista muy aguda pueda detectarlo sin la ayuda de un microscopio. En este grano de sal hay alrededor de 1E+16 millones de átomos de cloro y sodio, es decir, 10.000 billones de átomos. Si deseamos conocer la estructura de este grano de sal, necesitamos determinar como mínimo las coordenadas tridimensionales de cada uno de sus átomos. (De hecho precisamos conocer muchas mas cosas, como por ejemplo la naturaleza de las fuerzas con que se interaccionan los átomos, pero para el caso nos contentaremos con cálculos de gran modestia). Pues bien, ¿la cifra indicada es mayor o menor que el número de cosas que puede llegar a conocer el cerebro humano?

¿Cual es el límite de informaciones que puede albergar el cerebro? En nuestro cerebro quizá haya un total de 1E+11 neuronas, los circuitos elementales y conexiones responsables de las actividades química y eléctrica que hacen funcionar nuestras mentes. Una neurona típica tiene como mucho un millar de pequeñas terminaciones, las dendritas, que establecen su conexión con las contiguas. Si, como parece ser, a cada una de tales conexiones le corresponde el almacenamiento de un bit de información, el numero total de cosas cognoscibles por el cerebro humano no excede de 1E+14 es decir, la cifra de los 100 billones. En otros términos, algo así como el 1% del numero de átomos que contiene una pequeña partícula de sal.

Desde tal punto de vista el universo se nos convierte en inabordable, asombrosamente inmune a todo intento humano de alcanzar su completo conocimiento. Si a este nivel no nos es dado comprender la exacta naturaleza de un grano de sal, mucho menos lo será determinar la del universo.
Pero observemos con mayor atención nuestro microgramo de sal. La sal es un cristal que, a excepción de eventuales defectos que puedan presentarse en su estructura reticular, mantiene posiciones bien predeterminadas para cada uno de los átomos de sodio y de cloro que lo integran. Si pudiésemos contraernos hasta posibilitar nuestra incursión en tal mundo cristalino, podríamos ver, fila tras fila, una ordenada formación de átomos, una estructura regularmente alternante de átomos de sodio y cloro, con lo que tendríamos especificada por completo la capa de átomos sobre la que estuviésemos colocados y todas las demás situadas por encima y por debajo de ella. Un cristal de sal absolutamente puro tendría completamente especificada la posición de cada uno de sus átomos con unos 10 bits de información.

Evidentemente, tal estado de cosas no abrumaría en lo más mínimo la capacidad de almacenar información propia del cerebro humano.
Si el universo tiene un comportamiento regulado por leyes naturales con un orden de regularidad similar al que determina la estructura de un cristal de sal común, es obvia nuestra capacidad para abordar su conocimiento. Incluso en el supuesto de que existan muchas de tales leyes, de considerable complejidad cada una de ellas, los seres humanos gozan de la necesaria capacidad para comprenderlas todas. Y en el supuesto de que los conocimientos precisos sobrepasaran la capacidad de almacenamiento de información de nuestros cerebros, quedaría la posibilidad de almacenar información adicional fuera de nuestros propios cuerpos –por ejemplo, en libros o en memorias magnéticas de computadora–, de modo que, en cierto sentido, seguiría siendo posible el conocimiento del universo.

El fragmento anterior lo considero genial. Por un momento Sagan logra que uno se abrume ante la vastedad del universo, al darnos cuenta que un simple e insignificante grano de sal puede resultar de alguna forma inaccesible para el entendimiento humano. Pero entonces hacen su aparición las leyes de la ciencia, que reúnen en poco mucho conocimiento. De esta forma, encontrando relaciones en la naturaleza, podemos emprender la tarea de tratar de comprenderlo, soslayando nuestra limitada capacidad.

En la segunda parte Sagan se refiere a la seudociencia. Señala que los timadores han existido en la humanidad desde siempre, y que su éxito se debe tanto a sus habilidades como a la credulidad de la gente. Expone varios ejemplos que lo demuestran.

La segunda parte finaliza con un muy interesante capítulo dedicado a la ciencia ficción (1). En él confiesa que de niño leía con avidez las novelas del género. Pero conforme iba adquiriendo conocimientos y un pensamiento crítico, comenzó a encontrarle errores que no estuvo dispuesto a perdonarle. Señala que a través de la ciencia ficción llegó a la ciencia, y que considera ésta …más sutil, más complicada y más aterradora que gran parte de la ciencia ficción. OK, ok, si uno se pone a pensar profundamente en esto, terminará por darle la razón a Sagan. Si lo que uno busca es maravillarse, en vez de leer ciencia ficción es mejor asomarse a la ventana y observar la naturaleza… personalmente, el observar una noche estrellada, ya sea a simple vista o a través de un telescopio, siempre-siempre-siempre logra conmoverme… Pero si lo que uno busca es literatura en donde se exploren alternativas poco comunes, entonces lo que uno necesita es ciencia ficción (o fantasía). La literatura clásica no ofrece historias en donde la trama gire en torno de problemas político-religiosos de la sociedad humana dispersa por el cosmos, por ejemplo. La ciencia ficción sí. (Ahí están la serie de Duna, la saga de Hyperion, la saga del Centro Galáctico y el ciclo de la Cultura, por mencionar a vuelo de pájaro algunos relatos con este perfil).

La tercera parte habla sobre el sistema solar. Nos relata la historia del origen de las curiosas denominaciones de los mares y cráteres lunares. Lo mismo con los volcanes y cráteres marcianos. Y finalmente, con la forma de denominar las lunas de los distintos planetas del sistema solar. Dedica un capítulo a hablar de Titán, la luna de Saturno que posee una interesante composición atmosférica, como el lugar más prometedor para albergar vida extraterrestre; también sobre el cómo se manifestaría la vida en otros planetas.

En la cuarta parte Sagan especula un poco sobre el futuro de la humanidad en el espacio. Hace un recorrido por los medios de transporte que hemos tenido como especie. Desde la rueda hasta las naves espaciales. Dedica un capítulo a Robert Goddard, el científico que desarrolló la ciencia de la cohetería norteamericana y que de alguna forma indujo, en décadas posteriores, el desarrollo y la exploración de la Luna y Marte y el resto del universo.

También se refiere a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Para quienes no sepan, mencionar que Sagan fue uno de los impulsores del proyecto S.E.T.I. para la búsqueda de marcianitos en el espacio. Relata la naturaleza de tal búsqueda, a través de la radioastronomía (y no a través del análisis de supuestas abducciones de adolescentes en edad de merecer o de fotografías de dudosa honorabilidad). Trata de responder, mediante argumentos estadísticos, el número de civilizaciones que teóricamente deberían estar allá afuera. Finalmente, aborda la natural inquietud que muchos nos hacemos: Si el espacio es tan vasto y con tantas posibilidades de vida, ¿por qué dicha vida no se ha presentado ante nosotros?

En la última parte, mi favorita dicho sea de paso, se permite apuntar sus dardos hacia la religión. Históricamente la religión y la ciencia han sido enemigos. Esta enemistad se basa en los paradigmas que las hacen funcionar. En un caso el paradigma es la fe; en el otro, el cuestionamiento de todo. Una promueve verdades eternas; la otra continuamente se corrige a sí misma. Las religiones siempre han visto con malos ojos a la ciencia y por eso históricamente se ha vetado a aquellos que revelaban verdades científicas.

Sagan alude a las religiones. Las considera de hecho …descaradamente deshonestas… y despreciativas de la inteligencia de sus adeptos… Señala varios comportamientos de las religiones que dejan en evidencia esto. Como ejemplo señala el caso de la religión que en 1914 anunció el fin del mundo…
Finalmente, dedica un capítulo a explicar, desde el punto de vista escéptico, la clásica ECM (experiencia cercana a la muerte) que consiste en que el moribundo ve un túnel de luz a la vez que siente una gran paz con el mundo (2).
Me agrada el estilo narrativo de Sagan. Uno no se da cuenta que está recibiendo información a una tasa elevada. Sus escritos, aparte de destilar escepticismo, están impregnados de ironía. No pocas veces sus opiniones llevan implícitas un profundo sarcasmo, que más de alguna sonrisa cómplice me ha inducido.

Recomiendo la lectura de los escritos de Carl Sagan, sobretodo a aquellas personas que no estén familiarizadas con la actitud escéptica. Como dije al principio, creo que dicha actitud es síntoma de sanidad mental, y creo que todos deberíamos manifestar escepticismo en las distintas esferas de nuestras vidas. Sagan no pretende vendernos un producto, ni nos ofrece tranquilidad espiritual. Tampoco quiere nuestro dinero o que renunciemos a nuestra fe. Lo único que pretende es que la gente utilice su cerebro. Después de todo, si aquel nos fue regalado por Dios, sería de mal agradecido el no utilizarlo y estirarlo, aunque sea sólo un poco.

Con Sagan uno estira el cerebro.

Kaku, “vendedor de ungüentos milagrosos”

A Michio Kaku lo conocí por un artículo que leí hace años en Internet. En aquel texto trataba de explicar el concepto de “dimensión” haciendo diversas analogías con el mundo cotidiano. El texto me encantó y, por supuesto, me di la tarea de buscar libros de este autor. Para dejar en evidencia lo deficiente del mercado chileno, he de señalar que demoré cinco años en encontrar un libro de Michio Kaku. Durante aquellos cinco años, sin embargo, lo vi muchas veces en Discovery Channel, en diversos programas de divulgación científica. Siempre tomaba la actitud de oráculo de la ciencia, hablando de los adelantos que vendrían, de la evolución de la sociedad de acuerdo a los nuevos descubrimientos e inventos. Tantas veces lo vi en aquel rol, que llegué a caricaturizar su imagen como la de un charlatán que intenta vender a toda costa su ungüento de la eterna juventud. En todo caso, Kaku dista mucho de ser un charlatán. Es el científico co-fundador de la teoría de las supercuerdas, aquella teoría que intenta ser la teoría de la Gran Unificación de las Fuerzas Fundamentales que Einstein no pudo encontrar. Siendo ese el caso, uno necesariamente debe tomar en serio las palabras de Kaku, o al menos con un escéptico respeto.

La Visiones de Kaku

Visiones lo hallé en la más improbable de las casualidades, en una relativamente anónima librería del centro de Santiago de Chile. Leía los lomos de los libros en los estantes cuando me encontré, inesperadamente, con este libro. Recordé cuanto tiempo había estado esperando por un libro de Kaku. Pensé que oportunidades como esta no se dan todos los días. Afortunadamente mis finanzas siempre están dispuestas a estirarse un poco más cuando se trata de libros, de modo que lo adquirí sin remordimientos.

Visiones trata …del futuro sin límites de la ciencia y la tecnología, centrándose en los próximos cien años y más allá de ese período… Es un libro que se lee en forma vertiginosa. El estilo de escritura sugiere la sensación que uno está en una montaña rusa con pendientes pronunciadas, curvas cerradas y alta velocidad. Al igual que los documentales del Discovery Channel en los que aparece, el libro está impregnado con Optimismo. En una época en la que parece estar de moda el chaquetear (3) los logros de la ciencia y los avances tecnológicos, erigiéndolos como culpables de las desdichas de la sociedad moderna, el leer el texto de Kaku definitivamente sube el ánimo a las personas que, como yo, comparten su visión optimista del futuro y que creen en el rol positivo de la ciencia y la tecnología.

El libro se divide en cuatro partes. En la primera de ellas, a modo de introducción, Kaku justifica el tema que trata el libro, un intento de predicción de lo que vendrá en base a lo que actualmente se puede apreciar en la sociedad. Kaku expresa que los cambios más significativos provendrán de tres revoluciones: la informática, la biomolecular y la cuántica. De paso, señala que las personas más adecuadas para realizar predicciones sobre el futuro de la sociedad son los científicos, puesto que éstos son los “gestores” de los descubrimientos que, en definitiva, redundan en la sociedad completa. Expresa, además, su extrañeza ante el hecho que normalmente sea otro tipo de profesionales (periodistas, escritores, artistas, entre otros) las personas consultadas para realizar una extrapolación de la sociedad.
La segunda parte se centra en la revolución informática. Kaku señala que, entre la ley de Moore (aquella que señala que la capacidades de procesamiento de los procesadores que salen al mercado se duplican cada 18 meses) y la “moda” de la interconexión, puede desencadenar en que todos, absolutamente todos los artefactos de nuestro hogares tengan algún grado de inteligencia, y que se comuniquen unos con otros, con el objeto de hacer más cómoda la vida del consumidor. Y puedo esto no sólo se limite a los artefactos hogareños: se señala como ejemplo extremo la posibilidad de utilizar el calzado como lugar en donde almacenar fuentes de poder y unidades de almacenamiento para el hipotéticos nanocomputadores que llevaremos incrustados en la ropa…

Se dedica a extrapolar la evolución de Internet. Kaku vaticina que se convertirá en algo omnipresente, como un espejo mágico al que uno le podría hacer cualquier pregunta y obtener respuesta inmediata. Leyendo la descripción que Kaku hace de la Internet del futuro, se me viene a la mente la “Esfera de Datos” y la “Megaesfera”, conceptos ambos utilizados habilidosamente en la saga de Hyperion (de Dan Simmons).

La evolución de las máquinas y las comunicaciones entre las personas van a modificar las relaciones entre ellas, ello redundará en profundos cambios en la economía global, en los empleos, en la forma del ocio… Kaku vaticina cuales serán los empleos que tendrán un gran auge, y cuales están destinados a desaparecer.

El Detalle freak

Quisiera detenerme un momento para hacer un comentario paralelo relativo a un detalle que hallé. En el capítulo seis, llamado Reflexiones ¿Quedará obsoleto el ser humano?, Kaku habla, entre otras cosas, del peligro potencial de robots autoconcientes. Señala a HAL 9000, la I.A. de 2001, una odisea espacial, como ejemplo del peligro potencial para los humanos. Luego se refiere a las tres leyes de la robótica de Asimov, y aquí Kaku comete un error… un detalle freak, pero un error al fin y al cabo.

Veamos…

Las leyes de la robótica de Asimov son:

1.- Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por su inacción, permitir que un humano sea dañado.

2.- Un robot debe obedecer las órdenes impartidas por los seres humanos excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la primera ley.

3.- Un robot debe proteger su propia existencia en tanto en cuanto esa protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.

En base al análisis de estas leyes, Kaku lanza una verborrea sobre el alcance de éstas. Señala que puede darse el caso que un robot al cumplir con las tres leyes, ponga en peligro a la humanidad. Nos regala como ejemplo un elocuente paralelo con la burocracia soviética para dejar en claro su argumento (la burocacria soviética fue muy eficiente en competir con los norteamericanos en la carrera espacial, pero puso en peligro la estabilidad económica del país). Y la verdad es que Kaku tiene razón, sin embargo olvida un detalle: la Ley Zero de la Robótica, introducida posteriormente por Asimov precisamente para evitar el problema que indica Kaku.

La Ley Zero, que precede en jerarquía a las tres leyes originales, señala:

0.- Un robot no debe herir a la humanidad, o pasivamente, permitir que la humanidad sufra daño.

El error de Kaku es el haber pasado por alto la ley Zero que, dicho sea de paso, hace su aparición en la Saga de la Fundación, más precisamente en la novela Fundación e Imperio, publicada en 1983. Tirón de orejas para nuestro oriental divulgador, que habla de robots sin haberse leído los libros de Asimov, el autor-paradigma de relatos de esta naturaleza.

Siguen las Visiones

La tercera parte está dedicada a la revolución biomolecular. Con el proyecto Genoma del Humano, la obtención del mapa de genes del ser humano y su posterior desciframiento, la humanidad obtendrá un conocimiento sobre sí misma de una magnitud nunca antes vista. Dicho conocimiento podrá utilizarse para realizar nuevos tipos de diagnóstico de enfermedades. Se podrán curar enfermedades que históricamente han presentado tenaz resistencia; se alargará la vida: ¿seremos inmortales?… En definitiva, Kaku analiza todas las alternativas que la revolución biomolecular, de mano del conocimiento del genoma humano, serán dadas a la humanidad.

La última parte se trata la revolución cuántica. Kaku se explaya sobre las nano-máquinas y motores de alto rendimiento; aumento del consumo energético, nuevos medios de transporte; expansión hacia las estrellas y evolución de la humanidad hacia el estado de civilización planetaria.

Sobre la validez de sus visiones

Al principio señalé que Michio Kaku es co-fundador de la teoría de las supercuerdas, teoría que pretende ser la Teoría del Campo Unificado, una suerte de Santo Grial de la Física Moderna.

Decir que el desarrollo de la física cuántica ha sido la responsable directa de los vertiginosos cambios de la sociedad del siglo XX. La revolución de la electrónica, que actualmente se traduce en sorprendentes gadgets estilo Star Trek, sería sólo ciencia ficción de no ser por la Teoría Cuántica. Ídem para el desarrollo médico (el procesamiento de datos médicos está ligado a los computadores, y éstos, ligados a la teoría cuántica).

Dado lo anterior, podría explicarse las palabras de Kaku cuando señala que son los científicos los autorizados a aventurar predicciones sobre el futuro, dado que ellos, de alguna forma son los responsables.

Personalmente, no estoy del todo de acuerdo con Kaku, considerando que creo conocer al “científico estándar”: una persona un tanto extraña, preocupada de realizar cálculos, viviendo en un mundo abstracto. Atento a sus proyectos de investigación, a escribir papers. Yo no he visto mucha reflexión social en los científicos. Finalmente, los científicos sólo producen las leyes de la ciencia, pero su trabajo no trasciende de allí, según mi óptica.

Por otro lado, los ingenieros son los artesanos que, tomando las leyes de la ciencia, las tuercen para determinar hasta donde es posible sacarle jugo a la naturaleza, y a partir de ahí producen los artefactos que nos maravillan. Los ingenieros laboran inmersos en la sociedad (al igual que los periodistas, los filósofos y los artistas), a diferencia del científico que de alguna forma se automargina al vivir en un estado abstracto. Siendo así las cosas, yo no hablaría de quien está autorizado o no para hacer predicciones sobre el futuro.

Yo diría que cada profesional puede realizar predicciones de acuerdo al área que domina. Un científico puede decirnos mucho sobre las teorías hipotéticas que deben llenar los vacíos teóricos actuales, pero nada puede señalarnos sobre la evolución del mercado, o de las nuevas relaciones sociales que se crean en la medida que aparecen nuevos medios de comunicación. Esto último es pasto para los economistas y los antropólogos, respectivamente.

A pesar de sus palabras, Kaku hace eco de lo que acabo de mencionar. Cuando advierte sobre lo complejo de predecir el futuro, dado lo vertiginoso de los cambios de la sociedad, señala que ha realizado un intento por soslayar aquel problema consultando la opinión de personas que están a la vanguardia en sus respectivos campos de acción. Así, la lista de entrevistados por Kaku incluye a varios premios Nobel y a eminentes profesores e investigadores de universidades e institutos de mucho prestigio (dejando fuera a artistas y filósofos). De esta forma, Kaku intenta minimizar el error en sus predicciones.

El último juez de las predicciones es el tiempo. Por mi parte pretendo que Visiones se quede en mi biblioteca durante el tiempo necesario hasta que sus visiones se transformen o en una realidad cotidiana o en una añeja e infantil predicción.

Notas:
(1) Capítulo 9. Ciencia Ficción: un punto de vista personal. Reproducido (sin permiso de la editorial y sin ánimos de lucro) en TauZero #1
(2) Capítulo 25. El universo Amniótico. Reproducido (sin permiso de la editorial y sin ánimos de lucro) en TauZero #6
(3) Chaquetear: Literalmente: tirar de la chaqueta de alguien, hacia abajo. Festinar, desmerecer.

Fichas Bibliográficas

Título: El Cerebro de Broca
Título Original: Broca’s Brain
Autor: Carl Sagan
Traducción: Doménec Bergada (cap. 1 al 7) y José Chabás (cap. 8 al 25) de la 1ª. Edición de Random House, Inc., New York, 1979.
ISBN: 968-419-420-X
© 1974, 1975, 1976, 1977, 1978, 1979 Carl Sagan
© 1981 Ediciones Grijalbo, S.A.
© 1984 Editorial Grijalbo, S.A. de C.V.

Titulo: Visiones. Cómo la Ciencia revolucionará la materia, la vida y la mente en el siglo XXI
Título Original: Visions. How Science will revolutionize
Autor: Michio Kaku
Traducción: Fabián Chueca
ISBN: 84-8306-123-6
©1997 Michio Kaku
©1998 Editorial Debate, S.A.