Un reloj digital de luces rojas marca una parpadeante cuenta regresiva. Nueve minutos con cuarenta segundos para encontrarle un sentido a todo.
Como hipnotizada, busco el origen de esos refulgentes dígitos. El nueve ofrece su vida para dar origen a un ocho, éste se sacrifica por el siete y, sucesivamente, todos los números desaparecen con la tranquilidad de que una nueva decena comienza después del cero. Quiero ser como esos números. Me quedan nueve minutos exactos.
La habitación está inmersa en una obscuridad casi absoluta. Además del rojo intermitente iluminando mi cara, las ranuras de una persiana a mi derecha permiten el paso de tenues rayos de luz. Por una de esas ranuras, los ojos de la Catita me miran fijo. Continue reading «Milagro Artificial»