Caja Negra – La Tierra del Dragón

por David Mateo Escudero

Antes de nada quisiera agradecer a todos los amigos de TauZero la atención que le han dado a mis relatos y a mis artículos. Prometo seguir escribiendo para Tau en la medida de mis posibilidades. En breve amenazo con el segundo capítulo de Larva, amén de otros cuentos y otras reseñas.
Hoy en cambio me presento ante vosotros para presentaros lo que será Nicho de Reyes y a su autor: Tobías Grumm.
De Nicho de Reyes podría deciros que es el primer volumen de una serie de Fantasía Heroica que en breve estará disponible. Se engloba dentro de la saga: La Tierra del Dragón y habla sobre los tiempos en que el viejo continente de Argos fue asediado por un enemigo indómito llegado desde una frontera prohibida.
Este será el texto introductorio que podréis encontrar en la solapa del libro:

En las postrimerías de la antigua Edad de la Sombra, la primera Gran Guerra sacudió los cimientos de Argos, provocando la caída de los grandes dragones. Hoy, los habitantes de un pequeño país norteño, se enfrentan al resurgimiento de despiadadas tribus ancestrales que traerán consigo el dañino sabor de la guerra, enfrentando a los habitantes de todo un país a un horror que creían olvidado desde hacía muchos siglos. Las disputas y las pasiones de tres hermanos, zarandeados por viejos estigmas que marcaron el devenir de un pasado no tan remoto, podría llegar a suponer la caída de todo un continente, y el resurgir de un imperio comandado por los poderes más elementales de las Tinieblas.

Nicho de Reyes es el comienzo de una aventura que nos adentrará en las entrañas de un basto continente situado en un mundo utópico conocido como el Eccélion. Este primer volumen marcará el viaje iniciático para uno de sus personajes. Un espíritu orgulloso que tendrá que forjar su alma con los valores de los antiguos héroes, al tiempo que emprende una búsqueda en la que se verá obligado a encontrar una nueva identidad y olvidar una inmortalidad que el destino había puesto en sus manos.

continente situado en un mundo utópico conocido como el Eccélion. Este primer volumen marcará el viaje iniciático para uno de sus personajes. Un espíritu orgulloso que tendrá que forjar su alma con los valores de los antiguos héroes, al tiempo que emprende una búsqueda en la que se verá obligado a encontrar una nueva identidad y olvidar una inmortalidad que el destino había puesto en sus manos.

Ahora querría presentaros al autor de esta magnífica obra: Tobías Grumm; para ello os subscribo el texto que este indómito contador de cuentos, preparó para los amigos de Equipo Sirius. Tobías Grumm toma la palabra:

Nací a orillas del mar, sintiendo la brisa del mar en la piel y oliendo la sal que impregnaba la atmósfera de mi ciudad. Tal vez fuera el canto de las sirenas lo que me llevara a redactar el primer manuscrito de mi vida; no lo sé con certeza, era demasiado joven por aquel entonces. Pero lo cierto es que desde ese día he pasado media vida delante de mi viejo escritorio, afilando la pluma y rellenando hojas y hojas de mis propias fábulas. Eccélion y sus fantásticos habitantes llegaron a mí una gélida noche de invierno, quizás arrastrados por algún sueño de George R.R. Martín, quizás por las fábulas extravagantes de Sapkowski, o quizás por la mente privilegiada del maestro Tolkien, tan de moda en estos días. Lo cierto es que fueron muchos los autores que me dieron la inspiración para recrear la Gran Guerra que sacudió el perdido continente de Argos.

Hoy los Reyes Sabios de Transversal editan el primer legajo de La Tierra del Dragón, un mundo donde los sueños y las esperanzas confrontan con la traición, el heroísmo, la nostalgia y el rechazo a que las libertades de los seres vivos sean sometidas a los fríos barrotes de una jaula. Sólo el caminante más avezado se atreverá a surcar los caminos de Argos y a adentrarse en un mundo olvidado por los viejos dioses. Elige el sendero que deseas recorrer, valiente aventurero, y adéntrate en el camino del héroe o del hechicero: la oscuridad y la luz aguardan a la vuelta de la esquina.

La saga de La Tierra del Dragón abre sus pórticos con Nicho de Reyes, un relato donde la confrontación de dos hermanos destinados a alcanzar la eternidad hará estremecer los cimientos de un pequeño país regurgitado de las convulsas guerras del pasado.

Tras Nicho de Reyes comenzará la odisea de la Luz y la Oscuridad. Los distintos personajes tomarán rumbos opuestos en una búsqueda arcaica por hallar el sino que el futuro les tiene reservado. Se alzará el telón de la Segunda Gran Guerra, y las antiguas fuerzas de Argos resurgirán en ambos frentes, entablando un litigio que tiene su origen en un remoto pasado. Sin embargo solo un factor decantará la victoria de uno de los dos bandos: la resolución al enigma de la desaparición de los grandes dragones, y quizás la irrupción de éstos últimos en las fronteras del viejo continente de Argos.

La odisea de Nicho de Reyes continúa en El Último Dragón, de próxima aparición en la Línea Transversal de Equipo Sirius.

Como referencia final querría agradecer el entusiasmo, la paciencia y la dedicación que mi amigo Sergio Alejando Amira, editor y diagramador de TauZero, ha tenido hacia mi persona y mi obra. También agradecer a todos los lectores de TauZero el interés que hayan podido prestar a mis textos, e incitar a que todos ellos se aproximen a ese maravilloso mundo que traerá consigo Nicho de Reyes.

Gracias.
David Mateo Escudero

© 2005, David Mateo.

Sobre el autor: Tobías Grumm, nacido en 1978 en una provincia exterior del Imperio, colindante con el mar, fue desde muy niño un fantasioso que elaboraba relatos, al principio verbales, y luego transcritos en cualquier elemento físico. Su proximidad al mar y a los bosques de su provincia le hacía alternar las sirenas con los enanos, elfos y resto de figuras terrestres. Según fue creciendo, su dualidad física se fue trasladando a su realidad sicológica, multiplicándose las personalidades. Los que más le conocen no saben muy bien si hablan con el elfo David Mateos, el tosco orco Tobías Grumm, el dragón negro David Mathius o el Señor de los humanos Lucas M. Clavius. En cualquier caso y sea quien sea con quién se hable, ha construido la saga más extraordinaria de la literatura fantástica: La Tierra del Dragón.

El hombre lobo en la ciencia ficción

terror. No sé que diablos será y puede que sátira sea la forma más adecuada para definirlo. Sea como sea e independiente de la taxonomía debo mencionar que es el único cuento de mi producción (en su versión original al menos) que le ha agradado minimamente al riguroso y taciturno ex-pope de la ciencia ficción chilena, Luis Saavedra.      Licantropía contemporánea data del año 1997, y sufrió varias correcciones menores hasta su versión definitiva del 2004. Encuentro particular deleite en los cuentos que toman ideas cliché o tópicos gastados dándoles una vuelta de tuerca y eso fue lo que pretendí con Licantropía… La idea original surgió tras la lectura en un suplemento de viajes que detallaba las ofertas turísticas de Transilvania. De inmediato imaginé a un personaje chileno viajando a las tierras del Conde Drácula y siendo mordido por un hombre lobo. ¿Por qué no por un vampiro?, no sé, hubiera sido lo más lógico pero yo no tenía en mente escribir sobre vampiros sino sobre hombres lobo.  

     A la hora de diseñar al personaje pensé: ¿quién sería el tipo menos probable como para convertirse en un hombre lobo? La respuesta: un acaudalado cirujano plástico. El resto surgió sólo. Hasta ese momento la única obra de ficción que había leído sobre el tema de la licantropía era A la deriva entre los islotes de Lagerhans: Latitud 38º 54’N, longitud 77º 00’13 O, cuento de Harlan Ellison incluido en Los Premios Hugo 1973-1975 (según Asimov esta narración ganó el Hugo ya que cuando se imprimió el título no quedó espacio para el resto de los nominados). A la deriva… comienza con el siguiente párrafo: “Cierta mañana, al despertarse en su cama de algas después de tener sueños inquietos, Moby Dick se halló transformada en el capitán Ahab”. ¡Grande Ellison!, ¡que buena alegoría! Pero hasta ahí no más las alabanzas para el diminuto y temperamental escritor. Nada más de lo suyo que he leído me ha gustado, ni siquiera su mediocre antología Visiones Peligrosas, que salvo el cuento de Sturgeon no ofrece nada realmente “peligroso” e  incluye algunas narraciones bochornosamente malas.      Mi idea era escribir algo parecido a A la deriva… entonces, pero por suerte lo que salió fue muy distinto. Lo que más apreciaba del cuento de Ellison era la sutileza con que trata el tema del licántropo haciéndolo tan imperceptible que se transforma casi en un ruido de fondo, algo muy distinto a lo que ocurre en mi narración, donde el hombre lobo es una estridencia omnipresente que se hace sentir desde el título, que adopté del poeta surrealista Louis Aragón. Obsérvese sus versos: 

Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y unocerca de Paviacuando me apresaron en la campiña por donde [deambulaba víctima de los primeros efectos del [mallos campesinos no quisieron creerme cuando les [dije la verdad  

Rehusaron tomarme por lobo furioso a causa de mi piel humana y Santos Tomases eternos de la ciencia  

experimental. Cuando les confesé que mi piel lupina estaba 

[oculta entre pellejo y carne 

con sus puñales me hicieron tajos en los miembros   [y el cuerpo 

para verificar mis melancólicas afirmaciones      no me tocaron la cara 

     espantados por la atroz poesía de mis rasgos.       Luego de escribir Licantropía contemporánea, y mientras husmeaba entre los escasos títulos de ciencia ficción de la librería Catalonia, encontré El Hombre Lobo Insólito, y sin dudarlo dos veces desembolsé el oneroso precio que por él exigían. Este libro forma parte de una tríada sobre monstruos clásicos que completan Frankenstein Insólito y Drácula Insólito, de hecho posteriormente encontraría estos tres títulos en otra librería, ¡por el mismo precio que yo había comprado El Hombre Lobo Insólito!  

     Volví a encontrarme en esta recopilación con A la deriva…, el cuento de Harlan Ellison, quien además escribe el prólogo. Aunque no queda del todo claro me parece que Ellison no actuó como antologador en este caso, dicha función no está acreditada y sólo figuran como responsables los Editores Asociados: David Keller, Megan Miller y John Betancourt, que asumo habrán seleccionado los cuentos. De cualquier forma y como suele ocurrir en estos casos la calidad de las narraciones es muy dispar correspondiendo las más afortunadas no a los “grandes nombres” anunciados en la portada como Robert Silverberg o Philip José Farmer, sino a los menos conocidos (el cuento de Silverberg de hecho es malísimo).        El único relato de esta antología que trata el tema del hombre lobo en clave de ciencia ficción es Y la luna llena brillará de Brad Strickland. Están Ellison y Niven también, pero en el caso del primero la condición licantrópica del protagonista es un mero vehículo para justificar un viaje al interior del “alma” humana (literalmente), y en lo que al autor de Mundo Anillo respecta, su relato no involucra hombres lobos propiamente tales sino seres humanoides que evolucionaron del lobo en vez del mono.       El cuento de Strickland relata las desventuras del último hombre lobo sobre la faz de la Tierra, sometido a estudios psíquicos y biológicos por parte de un indolente científico. “Usted no posee derechos.”, señala el doctor a Kazak, el hombre lobo, “
La Constitución planetaria garantiza derechos a los humanos, y usted es un licántropo. Algo muy diferente. Tal vez un Homo sapiens ferox.” El doctor Iglace también nos revela que la licantropía no es una maldición sino una condición, genética por un lado, y contagiosa por el otro. La mordedura de un hombre lobo en su forma lupina, explica el doctor, conlleva una secreción de las glándulas salivares que altera el ADN de manera sutil pero crucial en las personas que poseen el gen licantrópico recesivo. Otras características de la licantropía explicadas de manera verosímil por Strickland son:

      La voracidad del hombre lobo. La transformación exige un gran gasto de energía y el licántropo debe comer por lo menos un tercio de su peso humano normal para hacer la transición de hombre a lobo y de lobo a hombre sin efectos secundarios nocivos. La biomasa perdida al cambiar de hombre a lobo va a para a la formación del pelaje y la reorganización del esqueleto y musculatura.        La plata como método para eliminar a un hombre lobo. La plata actúa como catalizador y debilita dos de las hormonas del licántropo. La plata en si misma no se ve afectada por la reacción pero la estimula, cortocircuitando la capacidad regenerativa del hombre lobo.  

     La Luna llena como agente catalizador de la metamorfosis. Esto se debe a una forma sutil de radiación provocada por la luz solar al incidir en la superficie lunar, activando un proceso que hace desprenderse determinadas partículas subatómicas del suelo de
la Luna. “Cuando
la Luna esta en cuarto creciente, incluso en tres cuartos, la radiación es demasiado débil para influirle. Sólo cuando la luna está enteramente plena la reacción llega a
la Tierra con la intensidad suficiente para generar la transformación.” La única solución para escapar al influjo de las radiaciones propuesta por el Dr. Iglace
45Zerosubatómicas del suelo de
la Luna. “Cuando
la Luna esta en cuarto creciente, incluso en tres cuartos, la radiación es demasiado débil para influirle. Sólo cuando la luna está enteramente plena la reacción llega a
la Tierra con la intensidad suficiente para generar la transformación.” La única solución para escapar al influjo de las radiaciones propuesta por el Dr. Iglace sería estar protegido por una capa de material de mil kilómetros de espesor o volar alrededor de la tierra una vez al mes en un avión rápido de modo que
la Tierra se interpusiera constantemente con la luna. Posible pero poco práctico.
      El otro relato de ciencia ficción referente a hombres lobo que he leído es Plenisol, de Brian Aldiss. Plenisol transcurre en un mundo dominado por gigantescas ciudades mecanizadas en las que el hombre se ha recluido amputándose finalmente del todo de la naturaleza. “…una ciudad estaba separada de otra ciudad por extensiones de vegetación que las aislaban mutuamente como un planeta está aislado de otro planeta. Muy pocos de los habitantes de las ciudades pensaban siquiera en el exterior; los que iban físicamente al exterior tenían algún elemento de anormalidad en ellos.” Estos sujetos eran los hombres lobos al que el protagonista, el oficial Balank junto a su robot, esperan dar caza adentrándose en el bosque.       Los hombres lobos del cuento eran y habían sido siempre enemigos del hombre, quienes lo llamaban El Hermano Oscuro. Las máquinas les daban caza de un modo implacable pero los hombres-lobo poseían poderes que no estaban al alcance de hombres o máquinas y que les permitían sobrevivir sin la ayuda de las ciudades. 

     En este cuento, además, las máquinas han conseguido avanzar ocho millones de años en su exploración del tiempo, interrumpido su avance por una desviación en los quanta del espectro electromagnético. Plataforma Uno; la máquina situada a muchos centenares de siglos adelante, que por primera vez había traspasado la barrera del tiempo y establecido contacto con todas las civilizaciones gobernadas por máquinas posteriores a su propia época, había decidido que las operaciones debían limitarse ahora al espacio de tiempo que había quedado abierto. Las imágenes transmitidas desde el lejano futuro mostraban desiertos de hielo sobre los que brillaba un pequeño sol azul, tan brillante como la luna llena. El sol había pasado por sus fases de blanca y enana avanzando hacia el período principal de su existencia en que se convertiría en una enana roja. “Entonces alcanzaría la madurez y arrojaría sobre su tercer planeta la luz de una perpetua luna llena.” Las ciudades aún existían, y las máquinas, objetos similares a los dinosaurios que vagaban por los yermo paisajes y ascendían al espacio, “construyendo allí monstruosos brazos unidos por membranas que se extendían lejos de la órbita de la Tierra para recoger energía y el envolver al pobre sol en una amplia red de fuerza magnética.” De los seres humanos de aquel distante futuro no había señal alguna.     En la escena final el robot confiesa a Balank, quien tenía sus sospechas sobre las motivaciones reales del androide, que los hombres lobo representan una amenaza para las máquinas mucho mayor que los humanos. Hombre y máquina se disponen a luchar mientras sin saberlo son observados por el hombre lobo al que pretendían dar caza. Para el hombre lobo el desenlace de aquella pequeña lucha carece de importancia ya que sabe que su raza ha ganado ya su guerra contra el género humano y que la verdadera batalla aún estaba por llegar, la batalla contra las máquinas. “Pero aquel momento llegaría. Y entonces derrotarían a las máquinas. En los largos días en que el sol brillaría siempre sobre la bendita Tierra como una luna llena… en aquellos días, su raza vería terminada su espera y entraría en su propio reino salvaje.”       Por supuesto que un artículo titulado “El hombre lobo en la CF” no puede obviar la novela Darker Than You Think (1940) de Jack Williamson, en la que los “shape-shifters” pueden adoptar no sólo formas lobunas sino también las de anacondas y tigres dientes de sable, además de poseer la facultad de hacerse invisibles. Williamson ofrece una explicación pseudocientífica del fenómeno licantrópico que es poco convincente pero imaginativa y sus hombres lobos no existen como meros depredadores de la humanidad sino como los destinados a regir el mundo. Williamson retoma el tema de los hombres lobo en su novela de 1994 Demon Moon, en la cual licántropos, unicornios y wyverns son todos alienígenas inteligentes. Otras obras que tratan el tema y que están en las antípodas la una de la otra son WerewolveSS (1990) de Jerry y Sharon Ahern y The Runton Werewolf (1994) de Ritchie Perry. WerewolveSS trata sobre hombres lobo creados mediante ingeniería genética por Hitler para ser utilizados como su más letal cuerpo de guerreros (de ahí la doble “S” de werewolf, ¡que originales estos Ahern!) mientras que The Runton Werewolf es un libro infantil en el cual los vampiros y hombres lobo son los inofensivos descendientes de una pareja de alienígenas atrapados en
la Tierra.
 

     No puedo terminar este artículo sin referirme a la injustamente olvidada serie de dibujos animados La Conspiración Roswell (1999). Yo solía verla a eso de la medianoche en el verano del 2000 y si mal no recuerdo la transmitían en el Cartoon Network antes de Men in Black. La calidad de la animación de Roswell no era tan buena como la de MIB, pero como ciencia ficción era muy superior a esta disparatada serie basada en la no menos disparatada película basada a su vez en un cómic del cual no tengo ningún conocimiento pero del cual cabe la posibilidad que sea también un disparate (esta clase de trasvasijes nunca me ha convencido del todo).         La Conspiración Roswell iba sobre un grupo de agentes que descubre la existencia en
la Tierra de distintas razas alienígenas que usan a los humanos con fines alimenticios, deportivos e incluso para fines aún más siniestros. Para combatir a los extraterrestres se forma una entidad multi-nacional oculta bajo tierra llamada
la Alianza Global, compuesta por científicos, militares, policías y agencias de inteligencia cuya base de operaciones es un bunker en la pequeña localidad de Roswell. La existencia de distintos monstruos y criaturas míticas como vampiros, zombies, yetis, minotauros y cíclopes en esta serie es justificada a través de la invasión alienígena (una de las más memorable relecturas fue la del último hijo de Kryptón, que es presentado como un solitario alienígena superpoderoso impulsado a obrar el bien que finalmente sufre el rechazo de sus protegidos al descubrirse su verdadera y repugnante forma).
 

     Los licántropos de La Conspiración Roswell son seres bípedos de dos metros de altura, copioso pelaje, garras, y protuberantes espinas dorsales. Viven diez años, son violentos, carnívoros y pueden adoptar forma humana (la avanzada tecnología de los licántropos les permitió esclavizar a los sasquatchs y yetis, con una descarga EMP que revirtió la polaridad magnética de su planeta).      Y llegamos al final del presente texto, espero que haya servido como ejemplo de la forma en que la ciencia ficción puede absorber y regurgitar hasta los temas más vetustos y desgastados.  © 2004, Sergio Alejandro Amira. 

El traidor en el árbol

Mi familia es una familia católica chilena tradicional. Desde pequeño cumplí con los ritos obligatorios de comunión, visitas a la iglesia y películas sacras en semana santa como todo buen niño de esta patria. Pero debo confesar que siempre guardé, como un pecadillo secreto, un atado de dudas sobre las historias sagradas: Desde preguntas profundas y teológicas del orden ¿Cómo es que Cristo nos salva muriendo? Hasta anecdóticas del tipo ¿Cómo es que sabemos lo que conversó Cristo con su padre en Gethsemaní?, estaba solo y la detención fue inmediatamente posterior.

Pero como una herida sin sanar en el costado de mi culposa mente, la duda que más me inquietaba era por qué Judas se había suicidado. Continue reading «El traidor en el árbol»

¿Ciencia Apática?

De alguna manera, la verdad, la ciencia y  la compasión, deben ir ligadas en cada tópico  

que se devela al entendimiento del hombre.  “El conocimiento envanece, pero el amor  

edifica   (1 Co. 8:1b) 

A manera de presentación, no soy científica, sino una ávida lectora de género de la ciencia, y de igual modo, de la literatura de fantasía y ficción que se derivan de los tópicos tanto especulativos como ya evidenciales de la misma. Llegué por un mero accidente a conocer de este espacio de expresión, y me he interesado en cada uno de los números que han salido a la luz gracias a la colaboración de los que como yo, comparten el gusto por las disciplinas científicas, y los pasatiempos que surgen de ellas.       Sin embargo, como parte de una sociedad que se dice “en pleno avance del conocimiento tecnológico, científico, económico, social y político” ( ah, por cierto, soy mexicana), aún veo con tristeza que el grupo en el que me he autocatalogado partícipe, es una minoría con respecto al porcentaje de seres humanos pensantes que este maravilloso país tiene. Y es una lástima. Soy una de los convencidos de que no dos, sino un montón de cabezas piensan mejor que una. Es por eso que me embarga una especie de rabia-tristeza-impotencia al comprobar que la divulgación del conocimiento científico tal y como debe establecerse en los medios de enseñanza, de comunicación, e incluso entretenimiento, aún no ha llegado a superar su etapa de “pañales”. 

     A pesar de todo, y con ánimo –aunque ya pasé la etapa de la adolescencia-juventud en la que consideraba que podría llegar a cambiar el mundo, algún día– de afectar la cultura un tanto apática de las mayorías de este país, sigo aportando granitos de arena (algunos definitivamente enterrados entre los demás granitos de arena y piedritas que otros muchos de mayor entendimiento que yo en este universo de ciencia, letrados y filósofos tecnólogos, y otros que por ahí, poquiteramente hablando, han tenido cierta influencia en unos cuantos conocidos, y otros tantos extraños que se han topado con mis ideas y divulgaciones de pensamiento).      Bueno, el asunto de este breve ensayo (o mejor dicho, escrito) es una contraidea que la ha motivado un artículo recién salido en el número 7 del e-zine TauZero, Carl Sagan & Michio Kaku, nacido de la opinión de Rodrigo Mundaca Contreras. En él, deja manifestada su visión personal de lo que puede ser la imagen de un científico, o “científico estándar”; socialmente se ha tomado esta imagen en clichés no sólo de la cultura latina, sino a nivel mundial. Yo tenía hasta hace poco, esa misma visión, pero me ha sorprendido sobremanera el comprobar que no hay algo más alejado de la verdad en los que realmente son Científicos enamorados de la disciplina de la observación, creación de teorías, descubrimiento de leyes y aplicaciones prácticas a tales descubrimientos y creaciones personales, y al mismo tiempo, enamorados de la humanidad de una manera extraordinaria. Tomo el ejemplo de la sorprendente revelación que tuve hace unos tres meses, del trabajo pacifista y social que Albert Einstein realizaba dentro de las sociedades universitarias, buscando en todo momento que los estudiantes que devoraban ávidamente sus tratados, ensayos de leyes y teorías, e intentaban a toda costa ser alumnos de sus cátedras, entendieran el valor de la naturaleza humana aun sobre toda ley física, o enunciado científico que hubiese hasta el momento. Sus conferencias y manifestaciones (¡¡¡Sí, Albert Einstein se manifestó públicamente por el desarme!!!¡¡¡Era pacifista!!!) en las conferencias científicas, tanto en Europa como en América, y de una forma de expresión sublime y hermosa, en las cartas que dirigía a los jóvenes que conocía, hijos de amigos, familiares y allegados profesionistas con quienes compartía opiniones, deja muy en claro la preocupación que sostenía cada día de su vida por el género humano, por sus semejantes, y lo que él podía aportar para beneficio de esos semejantes. Es interesante ver a Albert momento. Sus conferencias y manifestaciones (¡¡¡Sí, Albert Einstein se manifestó públicamente por el desarme!!!¡¡¡Era pacifista!!!) en las conferencias científicas, tanto en Europa como en América, y de una forma de expresión sublime y hermosa, en las cartas que dirigía a los jóvenes que conocía, hijos de amigos, familiares y allegados profesionistas con quienes compartía opiniones, deja muy en claro la preocupación que sostenía cada día de su vida por el género humano, por sus semejantes, y lo que él podía aportar para beneficio de esos semejantes. Es interesante ver a Albert Einstein fungiendo en un papel que yo desconocía por completo, y es más interesante, cada vez que encuentro alguna pieza del rompecabezas que estoy tratando de armar con respecto a la vida, obra y pensamiento de uno de los hombres que ayudó a cambiar el rostro de la ciencia en los últimos 100 años, darme cuenta que no era solamente un genio, y que no se le tiene que reconocer sólo como el creador (erróneamente, diría yo) de la bomba atómica o de las teorías de la relatividad, sino que antes de eso, tener plena conciencia, tal y como él la tuvo de sí mismo al mostrar responsabilidad hacia la sociedad en la que se desenvolvía, que era un ser humano, un hombre que tenía temor hacia Dios, que poseía conciencia social, pensamiento y conocimiento de la fragilidad de la vida, y que hizo valiosos y bellísimos aportes para el bienestar de la humanidad.  

     No es el único ejemplo. Podríamos citar a Benjamín Franklin (enteramente desconocido de la comunidad latinoamericana, a lo que he descubierto con verdadera tristeza), o un Hipócrates, o Luis Pasteur, o incluso de autores de ciencia, tecnología, sociología, etc., que desempeñaban labores científicas de trascendencia e importancia extraordinarias, tales como un Isaac Asimov, o investigadores científicos como un Jaques Costeau, o el mismo Carl Sagan, como lo menciona Mundaca en su ártículo, o de muchos otros que ahora representan parte de la comunidad de científicos contemporáneos, y de los cuales, dicho con vergüenza (mea culpa, no he ordenado mis tiempos), no me he dado a la tarea de buscar sus motivaciones personales por los que la ciencia ahora forma parte de sus vidas.       No es un reproche por la visión generalizada que la mayoría tiene (y teníamos) de los científicos, sino un reto a mostrar un interés más abierto para conocer el trasfondo del pensamiento de cada científico, y un desafío para demostrar que todos y cada uno de nosotros podríamos alcanzar el nivel de científicos, investigadores, tecnólogos, pero con una meta determinada, sin importar lo estrafalario que sea la imagen que adoptemos, pero sí con la completa convicción de que ese interés no lo determina la cantidad que el Nobel entrega cada año o los aplausos recopilados en cada sesión de conferencias científicas, sino que se hace por amor a la humanidad, por amor e interés a los que comparten con nosotros este planeta, para representar con nuestras acciones la meta verdadera de la ciencia, la razón de la verdad puesta al servicio del hombre, por el hombre. 

© 2004, Laura Elizabeth Vázquez.  Sobre la autora: Laura Elizabeth Vázquez es mexicana, estudiante de 5º semestre de Informática, colaboradora de tiempos alternos en una sociedad cultural y madre de un adolescente en tiempos libres. Dentro de la sociedad cultural a la que pertenece, ha participado en actividades informativas, tales como colaboración en la página de Internet y publicaciones con traducción y revisión de artículos científicos y de enseñanza. Dentro de las actividades universitarias, colaboradora en los eventos del departamento de Idiomas y Lengua Extranjera I y II y actualmente se desempeña como Coordinadora del Primer Taller de Comunicación y Creación de Ensayos, Cuentos y Relatos. 

La existencia al borde del fin

Hace un par de meses vagando por la red buscaba algunos cuentos de ciencia ficción y encontré un sitio sobre un e-zine llamado TauZero. En ese entonces no sabía con exactitud que era un e-zine, pero podía imaginarme que significaría algo así como “revista electrónica”. Y efectivamente, no estaba muy lejos de la verdad. Un e-zine dedicado enteramente a la divulgación de la ciencia ficción y de la ciencia. ¡Era fascinante! Ambas áreas me encantan, por lo que devoré el contenido de la revista electrónica. Y no sólo eso, baje los otros cinco números que habían publicado hasta ese entonces. Y me di cuenta de algo extraño: Las fechas de publicación. El número 1 apareció un febrero del 2003. El número 2 tres meses después, el número 3 seis meses después, y los números 4, 5 y 6 con un mes de separación entre ellos. Al parecer había aumentado la frecuencia de su publicación, aunque en realidad no sabía muy bien la periodicidad de la revista por lo que envié un e-mail al editor para confirmar mis sospechas. La respuesta fue que efectivamente, tenían suficiente material para publicar cada mes, cosa que me agrado en demasía. Incluso me atreví a hacer una pequeña contribución, una pequeña revisión introductoria a una serie de ensayos que versarían sobre el mundo microscópico, desde el átomo, hasta el ADN, la célula y las bacterias. En esa primera entrega solo hablaba de algunas formas de medición en el mundo científico. Mes con mes hablaría de otras cosas cada vez más complejas y fascinantes. Sólo que esperé 2 meses para ver mi contribución publicada, en abril del 2004, a la vez que se nos advertía a lectores y colaboradores que por motivos un tanto inciertos, la publicación sería cada 2 meses. De acuerdo, cada 2 meses es algo que se puede tolerar, ¿no? Y esperé hasta recibir el número 8… tres meses después. Algo fallaba. Un e-mail más y un montón de excusas. Pero pronto aparecerá el 9. Y esperé por ese número dos meses: ¡Habían cumplido con la fecha de entrega! ¡Genial! Alentado, envíe una segunda aportación, una introducción a la teoría atómica, desde Demócrito de Abdera hasta el principio de
la Teoría Cuántica. Y esperé por el número 10 dos… tres… cuatro… si, cuatro meses. Algo no volvía a cuadrar. Otro nuevo e-mail daba algunas excusas como la clásica del trabajo, la de la novia celosa de una revista electrónica y no sé que tanto más. Tal vez faltó la de la abducción extraterrestre y ¿por qué no?, la del complot de alguna agencia federal para evitar la publicación del e-zine. ¿Qué pasaba? 

       Como en todo, siempre hay otras opciones. Busqué y encontré otra revista llamada Fobos, cuyo editor se engrandecía de haber publicado “22 números en formato papel y 23 en formato electrónico”, entre 1998 y el 2004. Sólo que en el número 23 aparece el mensaje de su triste final. Fobos no era más que un hallazgo arqueológico, algo que fue y no será nunca más. Era buena para coleccionar, nada más. Había muerto… Siguió la revista Ochocientos, dedicada a la literatura en general, tal vez poco dedicada a los géneros de fantasía y ciencia ficción, con 31 números en su haber y… abandonada en octubre del 2004. Ignoró que paso, si está agonizante o lo peor, muerta. Saltemos a Alfa Eridani con 14 números, el número 14 correspondiente a Noviembre-Diciembre del 2004. Va bien. 

       Axxón va a la cabeza, con 144 números, publicación mensual y aporte de todo el mundo hispano parlante e incluso más. Solo que hay algo que no me acaba de gustar, algo muy sencillo que parecerá ridículo: El formato. Es presentada en formato html, con posibilidad de bajarlo zipeado… también en formato html. Prefiero mil veces el PDF porque se ve como lo que pretende ser, una Revista Electrónica, y no como una sencilla página cualquiera de
la Red. Por ello, TauZero y Alfa Eridani llenaban ciertas expectativas mías.  

       Ahora bien, hemos llegado al empate, un par de e-zines extintos y un par que se mantienen activamente. La pregunta es: ¿a cuál pertenece TauZero? ¿Está muriendo lentamente o qué ocurre? Puedo fácilmente culpar al editor en turno Eduardo Mundana, a su trabajo y hasta a su novia por olvidar este genial proyecto, por dejarnos de lado a lectores y colaboradores. Pero no es culpa de él, ni del trabajo, ni de la novia. Al menos no completamente. También estamos nosotros, los lectores por no pedir más y alentar con ello a la publicación. También estamos los colaboradores, por mandar las aportaciones cada vez que nos acordamos o nos obligan a hacerlo. Debería ser un compromiso, pero lo tomamos como si nada. Todos estamos fallando. 

       Es enero del 2005, año en que podría verse el florecimiento de nuevas publicaciones on-line y el decaimiento de otras. Deseo sinceramente
la Al menos no completamente. También estamos nosotros, los lectores por no pedir más y alentar con ello a la publicación. También estamos los colaboradores, por mandar las aportaciones cada vez que nos acordamos o nos obligan a hacerlo. Debería ser un compromiso, pero lo tomamos como si nada. Todos estamos fallando. 

       Es enero del 2005, año en que podría verse el florecimiento de nuevas publicaciones on-line y el decaimiento de otras. Deseo sinceramente la permanencia de TauZero para beneficio de sus lectores ansiosos de leer literatura de ciencia ficción y divulgación. Deseo que la mantengamos viva y no digamos en un futuro sencillamente: Otro e-zine extinto.  

 

© 2004, José Fco. Camacho A. 

 

 

Sobre el autor: José Fco. Camacho A. nació en 1979 en la ciudad de Querétaro, México. Actualmente es médico general en vías de iniciar la especialidad de cirugía general. Como pasatiempo escribe ensayos de divulgación, cuentos de ciencia ficción y relatos cortos, así como un Manual de Microbiología y Parasitología Médica. 

 

El libro de Enoch

Este libro escrito aparentemente entre el siglo I y II A.C por una serie de autores en una lengua semítica Etíope, corresponde a la historia sagrada, con u recorrido incierto producto de su exclusión posterior de las biblias por constituirse como elemento cuestionante de los dogmas centrales, se dificulta su hallazgo. Pero lo importante de su apocrafia radica en el giro que sufre la religión después de Cristo; de una ambivalente donde en Dios se centraba el bien y el mal, a una monista donde está separado. Por lo tanto los textos de Enoch, en los que se reconoce constantemente que la raíz de todo está bajo los ojos omnipotentes de Dios contradice a lo simbólico separado, Bien y Mal. Explicaré la palabra símbolo por medio de lo que dice Regis Debray, así symbolon que significa reunir, juntar, acercar, viene de los fragmentos de cerámica o tesseras que eran entregados a los huéspedes de una casa a modo de signos de hospitalidad; los que a su vez entregarán dichos trozos a sus hijos para que un día ellos puedan establecer las mismas relaciones de confianza juntando y afianzando fragmentos. Entonces lo simbólico se une a lo fraterno, somos todos hermanos, lo que correspondería a la unión de los extraños. De esta manera el antónimo de símbolo corresponde a diábolo, dia-bólico es todo lo que separa, sim-bólico todo lo que une. Pero mientras el judaísmo logró salvar estos conflictos, las Iglesias Cristianas permanecieron trabadas por la confusión de dos ideas incompatibles. Luego se irá extremando cada vez más en la medida en que la Religión cristiana basará todo en la Redención y no en una ofensa “personal” con el dios, de ahí que liga la caída personal a la original directamente, en cuanto pecado original. 

       Daré como ejemplo dos pasajes de Isaías, uno de los profetas de la Biblia, donde lo unitario aún reside y a pesar de ello han sido mantenidos: 

(45,7)Yo soy Yahveh, no hay ningún otro;yo modelo la luz y creo las tinieblasyo creo la dicha y creo la desgraciayo soy Yahveh, el que hago todo esto. 

(44,25)Yo hago que fallen las señales de losmagosy que deliren los adivinoshago retroceder a los sabiosy convierto su ciencia en necedad. 

       Los libros apócrifos, como este de Enoch, han sufrido una censura que lleva muchos siglos al interior de la religión cristiana, de hecho la palabra apokruphos la que deviene apócrifo ha sido interpretada y definida por la Iglesia Católica como falso, supuesto, ilegítimo y erróneo. Esta especificación parece la recomendación clara de la etiqueta de una sustancia venenosa. Pero estos vestigios de la significación corresponden a la arqueología de una estratificación paralela de la teogonía judeocristiana, la exclusión y ocultamiento de estos textos aparece como un mito que se sobrepone a otro. Volviendo al libro y a nuestra búsqueda en él de correspondencias que nos apoyen en el esclarecimiento de la aproximación del hombre a las artes y en este caso particular, a las malas artes; el texto tienen ciertos tramos claros. Los seis primeros capítulos dice de las revelaciones hechas a Enoch de las bendiciones para los justos y los castigos para los pecadores. Del siete al treinta y siete, desarrolla el relato de la unión de los ángeles con las hijas de los hombres, la ascensión de Enoch hasta su visión-ceguera de Dios, la visión de los ángeles caídos, y describe los infiernos, el cielo, el paraíso y su viaje a los extremos del mundo. Del treinta y ocho hasta el setenta y uno son las revelaciones por medio de sueños y parábolas acerca de la venida del mesías, el que pronunciará el juicio a los ángeles y a los hombres. Posteriormente, del setenta y dos al ochenta y dos consiste en la revelación de o que sucederá con los ángeles caídos a manos del castigo así como de todo mal. Del ochenta y tres al noventa, la visión revelada a Enoch del diluvio para destruir ese mundo y reinstalar el reino de Dios. Del noventa y uno al ciento cinco es el consuelo de los justos en el día del juicio y la condena de los impíos; en esta sección Enoch divide la historia del hombre en diez semanas, simbolizando diez épocas, cada una caracterizada por una persona o evento. Por ejemplo la cuarta semana corresponde a Moisés, y en la décima el reino de los cielos se rehace en la tierra por la eternidad. Finalmente, se refiere nuevamente al diluvio pero ahora desde los consejos entregados a su hijo y a u vez éste a su nieto Noé, y reitera los juicios a los pecadores así como la salvación de los justos. 

       De acuerdo a nuestro interés en la entrega por parte de ciertos ángeles de lo que anteriormente hemos denominado las malas artes, se refiere a ciertas técnicas, las técnicas de lo oculto, o sea de lo tenido oculto por Dios a los hombres, entonces aquí se trata de los realmente apócrifo. Estos secretos que abrieron los mundos no permitidos a los hombres y que significarán su maldición eterna ante el dios, resultan de un vuelco de vulnerabilidad de los vigilantes celestes que aseguraban la observación. Ellos que en hebreo son los bene ha elohim  que significa vigilante o hijo de dios, bajaron del monte Hemón hace dos mil años y ayudaron a los arcángeles a construir el Edén, vieron a las hijas de Caín y fueron atraídos; “entonces los seres de fuego al contacto con la tierra, el fuegos e convirtió en carne”, de ellos nacerán gigantes insaciables los que en lucha con los siete arcángeles serán obligados a residir en las tinieblas de los abismos y en los extremos oscuros del mundo, hasta el día del juicio en que serán nuevamente juzgados por Dios. 

       Entonces estos ángeles, que más que caídos bajaron por su propia voluntad a la tierra, enseñan las artes de a civilización, o sea, las técnicas; y así cada uno se identifica con cierto aspecto de lo secreto: 

       Samsaya, les advertirá que no serán capaces y que él deberá asumir la conclusión de los iniciado. 

       Azaziel, enseña la realización de las armas, espadas, cuchillos, escudos, corazas y espejos. También brazaletes y ornamentos, el uso de la tintura y el pintar los ojos, el empleo de las piedras preciosas y la pintura. Enoch dirá, “así el hombre fue corrompido.” 

       Amarazak, enseña los sortilegios. 

       Barkayal, el arte de observar las estrellas. 

       Akibeel, enseña los signos. 

       Tamiel, la astronomía. 

       Asacadel, enseña los movimientos de la luna. 

       Aunque la serie de ángeles llamados caídos es mucho mayor y en dos partes del libro se reconcentran sus nombres y se los designa como doscientos, estos serán los que tienen relación directa con las técnicas, pero después en otro capítulo Enoch describe a los que lideraron la rebelión con sus nombre: 

       Leviathan, demonio femenino (Lilith). 

       Behemoth, la serpiente masculina. 

       Yekum, seduce a los ángeles para descender 

       Kezabel, el que anima los malos pensamientos en los ángeles para que se unan a las mujeres. 

       Gradel, será el que revela los medios para dar muerte, es el que seduce a Eva y entrega las armas como armas para evitar la muerte dirigida a su tiempo por Dios. 

       Tenemue, revela la pesadumbre y la dulzura, descubre los secretos de la falsa sabiduría y muestra la escritura y el uso de la tinta y el papel. Porque el hombre no ha sido consignado para ello, para escribir las creencias, sino sólo para imitar la pureza y justicia de los ángeles, dice.  

       Kasyada, el que entrega las artes del aborto, la mordedura de serpiente y el control de la energía. 

       Beka, le pide al arcángel Miguel que le muestre el nombre secreto de Dios, con el cual fue sellada la creación, se trata del nombre que implica la inteligencia de crear, como juramento. Aquí expresa como el dominio sobre la creación del cielo y la tierra y lo que en ellos hay. 

       Si bien el hecho que la Iglesia haya ocultado este texto a sus fieles no radica básicamente en las revelaciones originales entregadas por los ángeles malditos a los hombres aparentemente se debe a la interacción de los arcángeles asociados hasta hoy con el bien en una relación directa de palabra con el Dios supremo. Estos ángeles que son, Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Raziel, Rasuil y Remiel, son los jefes de los vigilantes. Cuando se dan cuenta de lo que estaba sucediendo en la tierra con estos doscientos ángeles debido a que los lamentos de los hombres llegaron hasta ellos; su actitud no es la de culpar directamente a los que han bajado, sino se dirige Miguel, como la voz de ellos ante Dios y le pregunta directamente: si él todo lo sabía porqué lo permitió. Esta fisura entre la Gracia y la Divinidad que en síntesis son las dos presencias omnipotentes de Dios, es una de las piezas que entraría en contraste con la visión dualista del bien y el mal separados y no cohabitante en el dios único. Dios les responde a cada uno de estos ángeles con una misión para el castigo de los caídos, Rafael en una actitud que recuerda el mito de Prometeo y que luego se repetirá en el combate de Jesús con el demonio, debe encadenar a Azaziel en el fondo de las tinieblas, lapidarlo hasta que su rostro no vea más la luz. Luego a Gabriel perseguirá a los hijos de los gigantes y los pondrá por orden de Dios a unos contra otros, para que mueran en sus propias manos. Entonces Miguel, anunciará el castigo a Zamiasa y lo encadenará en el abismo. En este momento Enoch es subido en cuerpo y alma, hecho por lo que será mantenido y recordado en ciertos pasajes de la Biblia, en presencia de Dios. Entonces comienza su recorrido por el infierno, el cielo y los confines del mundo. Aquí ya se hace mención a la existencia de un libro donde va anotando lo que ve y lo que le pregunta a los ángeles que, respectivamente, lo acompañan según la región. Luego se ve que en el cielo existen otros libros en los que se anota Todo, figura emblemática que servirá como referencia hacia lo que éstos guardan y la noción de versión, traducción, lectura y escritura. En el momento en que Enoch habla sobre las parábolas dice que “produce parábolas”, así como una serie de detalles del decir en el libro van sorprendiendo habla de la visión de la visión, de la abertura de los libros por parte de Dios al momento del juicio, existe todo un juego con la ceguera de los fieles y el descarrío de las ovejas, al igual que situaciones de la generación o más bien la mutación de los animales una vez que Noé baja del arca; no con una pareja de cada especie sino sólo con dos toros del que devienen unas hembras y de ellas crías que son de otros animales y así se fundan las especies. Confusión problemática para la buena comprensión de la genética normativa y que más bien parece una explicación sensata de una suerte de clonación original arcaica. Pero a su vez las especies aquí son las razas y se describe como pelean, los hombres, constantemente hasta el día del juicio final, en el que se abrirán y leerán los libros. Luego Enoch, espera las generaciones de su hijo y de su nieto, así nace Noé, aquí se produce un efecto interesante que es el rechazo por parte del padre. De Noé dirá su padre, que “no es de nuestra especie”, porque apenas nació dijo la palabra de Dios, pero ese rechazo no vamos a encontrar en varias ocasiones en los relatos bíblicos, en donde el padre dudará de la paternidad, así José duda de María porque aquel no puede ser su hijo. Pero dentro de los rasgos que sobresalen del libro es la manera en como ha sido escrito, la posición que tiene el narrador, como se dice clásicamente. Se trata de una voz que cede la voz a otro, para así ganar objetividad en el relato, creando otras voces como otros personajes ciertos en su decir; como otro que avala lo descrito en primera persona y por lo tanto la hace menos subjetiva.  Así Enoch escribirá un libro que entrega las claves para el reconocimiento de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos de los signos que hablan de la historia, pero este libro se suma a la existencia de otros supuestos libros, como el confuso camino de uno, supuestamente entregado por el arcángel Raziel, el que incluiría algo así como las buenas artes debido a la humildad de los justos, lo que en este caso corresponde a algo permitido por Dios quien desatendiendo por un momento su total conocimiento de lo que sucede o por descuido de la Gracia que es la que nos asiste cuando Dios no nos está viendo, o por acuerdo de ambo; llega hasta las manos de Adán y así hasta nosotros. De esta manera se juntan los dos fragmentos del bolos (griego, terrón), entre el hombre y dios, como Uno que permite la existencia del Otro, lo que a su vez asegura la existencia de ambos en una alternancia eterna, entre comillas.        

© 2004, P. C. 

Sobre el autor: De momento no estamos autorizados a revelar nada sobre P. C. 

Utopía Now

“Es una necesidad fundamental para los oprimidos pensar y salvaguardar, mantener, preservar esas imágenes dialécticas porque en ellas está el fundamento de la posibilidad de futuro, es decir, en ellas está el fundamento de la utopía.”  

–Walter Benjamín– 

Utopía, no existe tal lugar… dice Quevedo, pero tanto el término acuñado por Moro como su traducción lucen poéticos, ya que pueden derivar de Ou topía: En Ningún Lugar; y de Eu topía o Lugar en que Todo Está Bien. 

      La obra de Moro es considerada un texto fundacional de la cultura moderna, y se le asigna una doble potencia de realidad, descriptiva y propositiva. Ambos aspectos pueden verse, respectivamente, como instancia de planificación, esquematización y dibujo; o desde la insustanciabilidad, la invisibilidad geográfica, la falta de plausibilidad, de su concreción. 

      Las primeras versiones utópicas coinciden en ser gobernadas en un estado perfecto en que se actúa con justicia conforme a razón. Y siguiendo a Platón plantean sus visiones como lejanas en el tiempo o en el espacio, o ambas. Más tarde se retomará de Platón el reemplazar desilusionado este cambio en la estructura por perfeccionamiento de los reglamentos que la gobiernan, tal como a De República suceden Las Leyes.  

      Tanto en la isla de Moro (Utopía; 1516) como en el laboratorio universal de La Casa de Salomón de Bacon (New Atlantis; 1626), se acentúa el papel esencial que debía jugar la ciencia en toda sociedad ideal. Es la razón natural, para Moro, la que permite alcanzar la perfección política, legal y social, la monarquía absoluta, los bienes comunes, la inexistencia de dinero. 

      Pero es el intento de la comunidad de San Agustín, y su exposición de La Ciudad de Dios, el primer modelo moderno de utopía. Será convertida 1.200 años después por Campanella en Taprobana (La Ciudad del Sol), y prosperará por la expansión de sus riquezas, producto de ingeniosas máquinas; la jerarquía católica será reemplazada en la utopía de Harrington por una oligarquía republicana como la veneciana (Oceana; 1656). 

      Las utopías clásicas comparten ya la preocupación acerca del rol que la tecnología tiene en el panorama de la felicidad social. Así como otro rasgo importante: no esperan ser replicadas. Al ser planteamientos de mejoras de las propias sociedades a las que los autores pertenecían, compendiaban las cualidades que les permitirían guiar el rumbo hacia la perfección. Estos textos se percatan de su insustanciabilidad, siendo modelos para perfeccionar la sociedad propia, sobre la base de esta imagen/objetivo distante, ajena pero apropiable. 

      Las utopías son esquemas ideales que denuncian la realidad contemporánea, planteando como arreglarla. El que esta reparación queda bien hecha, lo demuestra el que las utopías son plausiblemente sustentables, no cambian, en equilibrio los contextos internos y externos. Quietas en su insularidad, escapan a la historia, al transcurrir del tiempo.  

      Pero el tiempo consume la época de las primeras utopías. Revoluciones de todo tipo aterran y propician, con reformas radicales, consecuencias violentas. 

       Se sucede una mirada escéptica (¿haciendo caso a Maquiavelo?) ante la posibilidad de elaborar formas alternativas al interior de las propias sociedades criticadas. Es Swift (Viajes de Gulliver; 1726), quien mejor expone que en cierta manera son elementos consustanciales a las propias sociedades los que tiñen todas sus estructuras.  

      Esta reluctancia a admitir mejoras sustanciales en lo propio, coincidiendo con una visión del mundo aún en expansión, producto de los grandes descubrimientos geográficos, producen gentes en naturaleza idealizada, y la posibilidad de llevar a cabo en otros lugares experimentos reales y ya no dibujar esquemas ideales para invocar cambios en las propias sociedades. 

      La razón y el iluminismo convocarán dos formas de enfrentar la concreción de la felicidad social, ambos caminos tomarán diversos diseños de utopías para implantarse, siendo estos diseños modelos susceptibles de realizarse. Aunque no en forma absoluta, puede decirse que un camino fue religioso y el otro científico. Las comunas religiosas sólo pudieron clonarse a sí mismas, no aspirando a más. En cambio, las comunidades científicamente concebidas para ser estables en el tiempo, resultaron laboratorios, modelos que también progresan, acentuando el poder de la ciencia y el creciente rol de la técnica. 

       La ampliación del conocimiento y del dominio del mundo producen el fenómeno colonial, y los tempranos efectos de la revolución Industrial en los transportes permite la primera oleada de aldeización, de concreción utópica. Los inicios de esta oleada se remontan a los experimentos utópicos con indígenas americanos que sentaron las bases del derecho internacional moderno. 

      En esta época la preocupación por reglamentaciones sofocantes, las marañas de formas legales e instituciones conflictivas llevaron a los primeros experimentos modernos de vida comunal: labadistas; ephrata; shakers; rapitas; zoaritas. Por varias razones el lugar ideal para poner en práctica la utopía es el nuevo mundo. Durante las reformas, las colonias americanas entrañan para los europeos la esperanza del paraíso terrenal, de trabajar por la regeneración del mundo. Se fundan centenares de colonias experimentales en USA: new haven; equity; utopía; new hope; sylvania; oneida; new life; aurora; amana; new harmony, etc., movilizándose decenas de miles de personas. 

      Las convulsiones europeas permiten la puesta en práctica de experimentos comunales a todas las escalas. Comte y Saint-Simon, los padres de la sociología, generan imágenes sobre lo que debería ser la sociedad.  

      Aunque los escritos propugnan nuevas y radicales doctrinas sociales y económicas, las utopías de los siglos XVIII y XIX son antídotos contra el cambio y el desorden. Las reformas de pequeña escala, graduales, son insignificantes junto a las consecuencias de la revolución industrial, pero las reformas radicales son temibles tras las experiencias revolucionarias. 

      La idea de que un defecto en la naturaleza humana provoca el mal se modifica, y el mal se relocaliza en las fuerzas sociales que conforman la conciencia individual. Hacia 1825 Owen funda estructuras comunitarias en Escocia, Irlanda y USA, con reformas que anticipan en medio siglo la legislación obrera. También para Fourier la falange debe gobernarse por medio de la pura razón, y en 1830 funda falansterios en Francia y más tarde discípulos suyos lo hacen en USA “…puede experimentarse en pequeña escala y sólo se difundirá cuando la práctica haya demostrado su superioridad sobre el sistema actual.” (Brisbane, discípulo de Fourier). 

      Los textos de Owen y Fourier son una mezcla de ensayo filosófico y manual técnico. Estos sistemas se enfatizan como producto de investigaciones científicas, y su pretensión experimental ya no se limitará a modelar, siendo ésta característica de las nuevas utopías, como la del texto de Cabet  (Voyage en Icarie; 1840), y la de Hertzka (Frailand; 1889). La fundación de varias sociedades Icarienses y más de mil sociedades locales Frailand en Europa, permitieron a sus autores fundar comunidades en USA y adquirir propiedades en África, para los mismos efectos. 

      El grueso de las comunidades emprendidas consisten en grandes grupos, con liderazgos fuertes y estructuralmente organizadas (desde el principio incluyen hasta modelos arquitectónicos). A pesar de algunas motivaciones aisladas, incluso individuales (Thoreau; Walden; 1854), se considera impracticable implementar la organización sin varios centenares de personas. La proliferación de experimentos comunitarios son una forma práctica de cambio social en un contexto en que no hay instituciones dominantes firmes, pero todas pretenden ser reformas no violentas que enfatizan la planificación social. 

      Hasta este momento de la planificación utópica social, la tecnología juega un rol determinante aunque ideológicamente neutral. Los sistemas económicos reales y utópicos se parecen y se enfatizan los valores morales y psicológicos como motor de cambio social. El problema no son las relaciones de producción, sino las personales.

       Pese a ello, en esta época se produce una fuerte ojeriza, que se traduce incluso en violencia desatada, contra las máquinas, sentimiento que fue preferentemente defendido por las comunidades religiosas, pero no exclusivamente por ellas. En la sociedad de Erewhon (Butler; Erewhon; 1872) se han desterrado las máquinas, habida cuenta de la creciente opresión y dominio ejercido por la conciencia mecánica sobre el hombre; aunque admite que deben subsistir las imprescindibles: “La verdadera alma del hombre es debida a las máquinas y la existencia de estas es en gran parte una condición sine qua non para aquel, en la misma medida en que lo es la del hombre para aquellas.” 

      Los textos de Morris (News from Nowhere; 1891) y Howers (Por el Ojo de una Aguja) critican tales comunidades religiosas, por esta negativa a adoptar innovaciones tecnológicas. 

      La relación existente entre la fobia tecnológica de muchas comunidades y sus probabilidades de sustentación, tiene consecuencias rápidas, al igual que durante la segunda oleada aldeizadora. Las comunidades religiosas, utilizando artesanías industriales consiguen prolongarse en el tiempo más de 25 años, superando algunas los cien. 

      Sentimientos ambiguos hacia el progreso y la industrialización, que en un primer momento coinciden confusamente en las motivaciones comunizadoras, y el ansia de escapar hacia la libertad de las tierras vírgenes, chocan luego con la preeminencia del organismo social, y se reprocha a las utopías planificadas en detalle y autoritarias el que sus creadores subordinen el individuo al bienestar del organismo social. 

      La preeminencia del organismo social privilegia la continuidad de la comunidad, prescindiendo incluso de sus protagonistas. Esto guarda relación con la faceta ahistórica de la utopía, ya que es la existencia inmodificada en el tiempo la que exorciza su pulsión de muerte. Será esta época: Bellamy (Loocking Backward; 1888), Forster (The Machine Stops; 1909), Zamyatin (Nosotros; 1920), Huxley (Brave New World; 1932), y Orwell (1984; 1949), la misma del individualismo desmesurado y el liberalismo a ultranza, la que verá en los textos utópicos vastas y agobiantes redes administrativas. 

      Tanto la utopía literaria europea como la utopía comunitaria práctica del nuevo mundo se agotan. Hacia fines del siglo XIX no eran populares las unas, ni se creía ya poder establecer las otras. Con Wells la utopía moderna acepta ser una etapa en la evolución entrópica, agotadas las posibilidades del intelecto humano. Los cambios posibles son mutaciones biológicas y espirituales, pero éste límite anuncia simbiosis futuras: con otras especies, con máquinas.

       En 1968 había más experimentos comunitarios que en todo el siglo XIX. En la segunda oleada de aldeización, una vez más, estos intentos ocuparán todo el espectro de la deliberación. Desde utopías en que la ingeniería cultural puede moldear, de forma científica, el comportamiento humano (Skinner; Walden Two; 1948) o moldeamientos que incluyan elementos más esotéricos (Huxley; The Island) hasta aquellas identificadas con el movimiento contracultural y que abogan por un estilo espontáneo y desestructurado, sin liderazgos (Goodman; Communitas; 1947/ Making Do; 1967).  

      La implantación de modelos científicamente concebidos (laboratorios) convive con la fundación de comunidades anarquistas con poblaciones de entre 30 y 50 personas. El liderazgo fuerte, inherente a los experimentos comunales del siglo XIX, llega a convertirse en un obstáculo en el siglo XX. Las nuevas comunidades son flexibles y adaptables. Pero mientras los textos de Marcuse abogan por la automatización total como óptimo de la potencialidad de la libertad, la literatura ya ha delineado el accidente general de la historia: el mal funcionamiento de la ciudad como máquina, la distopía. 

      Las utopías post industriales participan del mismo entusiasmo, decepción, escepticismo, e intentos de concreción que sus antecesoras. Las utopías tecnofílicas (Ballard; Crash; 1973), las ecologistas, de izquierdas y feministas: Le Guin (Los Desposeídos; 1974), Russ (El Hombre Hembra; 1975), Pierce (Woman of the Edge of the Time; 1976), y las distopías de Burroughs (Expresso Nova; 1964), y Dish (334; 1972), harán que la línea difusa que delimitaría el género utópico del resto de la ciencia ficción finalmente sea indistinguible. 

      Las colonias experimentales de Biosfera I y II, se adelantan a los prospectos terraformadores, haciendo que una línea similar existente entre la ciencia ficción y la realidad también vaya esfumándose. 

      Hay un aspecto importante aún no mencionado. Avendaño (Fobos 20/diciembre 2003) concede a Mercier el inaugurar la ucronía (El Año 2440), precisamente previendo agotarse las posibilidades de espacio del mundo, producto del empequeñecimiento progresivo al que lo someten las tecnologías de las comunicaciones y el transporte. Esto tendrá dos consecuencias importantes para el presente informe: por una parte el Tiempo será explorado hasta escalas temporales amplísimas; Stapledon (Star Maker; 1937) grafica una escala temporal, desde la creación del cosmos al completo reposo físico, que abarca 500.000.000.000 años. 

      Pero, dado el horizonte individual de vida, más práctico y cercano resulta el otro aspecto importante resaltado por la ucronía y el agotamiento del espacio: la Virtualización de la Ciudad. La ciudad de Utopía se convirtió en un género, en una designación. Será la ciudad de San Agustín y Campanella el primer modelo de las ciudades virtuales, cuya posibilidad de existencia, en las profecías del movimiento Futurista de entreguerra y ahora en Virilio, augura o no el accidente general, el accidente de los accidentes mencionado ya por Epicuro. 

      En 1971, en Chile, con primitivas computadoras se elabora un modelo matemático de
la Utopía de Moro, con el objetivo de estudiar su estabilidad social, a través del impacto en la sociedad de innovaciones en los campos técnico y religioso.  

      Una lectura específica se transformó así instantáneamente en muchas lecturas, las posibilidades para cada modelo de utopía se tornaron tendientes al infinito. La múltiple interpretación de nuestra Realidad (o respecto de cualquier otra realidad alternativa), nos retrotraen a nuestra ucronía, la actual. 

      Utopía es un sistema cerrado, económica, geográfica y culturalmente. Los detalles de su funcionamiento son controlados, como los de una máquina: el cambio es predecible, obediente, mecánico.  

      Esta insularidad, este aislamiento en el paisaje, se expande cuando se engloba el anterior contexto mismo, expandiéndose el modelo, ahora virtual. En este caso la ciudad de utopía copa el paisaje, conteniéndose a sí misma. Al replicarse la Urbe y actuar por fusión (conurbación), y habiendo un ambiente artificial en torno al planeta (McLuhan), muere la vieja idea de Naturaleza y sólo quedan Urbe y su Periferia. 

      Mientras se cree que utopía constituye una antípoda de urbe, el diseño se revela rápido adecuado para ejemplificar y experimentar comunalmente. Las escalas dictadas por los límites infraestructurales de los modelos, lo que sería el aspecto técnico, compite con factores devenidos de imágenes, a su vez basados en recias argumentaciones filosóficas y religiosas, diseñadas para reparar aspectos que funcionan mal. Un camino que abarca desde el diseño total (la domesticación y la geometrización de la naturaleza, edificios como mónadas, toda forma matrimonial, el número mágico de habitantes, etc.) a la modificación parcial –o extirpación– de componentes para semejarse al diseño que, en último término, también depende de la imaginación de los visionarios. 

      Utopía busca negar la coyuntura de su época, el avatar de las circunstancias; negadas las bases del error: la confusión, la ignorancia.  

      Oscilar entre parchar situaciones del sistema, y discernir transformaciones radicales que constituyen soluciones plausibles, a situaciones insostenibles. El intento colectivo de utopía mantiene un tinte de bien común. Pero entonces, las paradojas:  

      En la construcción de Utopía, los elementos que son desechados lo son por utópicos. 

      Al plantear conjuntos colectivos más o menos plausibles de esta imagen objetivo, la utopía  se dibuja, se modeliza: Al plantear inviables tales o cuales modificaciones, las siega, las agosta, adjetivando esta vez lo utópico con una connotación de irrealidad. 

      Las representaciones de utopía, en su misma justificación, extienden el aquí/ahora en toda dirección urbanizable. Y congela el diseño insustentable. Al mismo tiempo, se reniega del adjetivo utópico, yendo por antonomasia lo otro, las alternativas, a parar al trasto de Lo No Plausible

      El aspecto vital del modelo de utopía, más allá de la gama de características, es su relación con el tiempo: utopía quiere congelar el tiempo, detenerlo. Y son precisamente estos centros, según teorías influyentes sobre la cultura contemporánea (Jameson, Laclau, Mouffe), las zonas metropolitanas, los que han devenido lugares  de naturaleza irrepresentable, sublime, sin tiempo y sin espacio. Por lo tanto, ucronías y utopías. 

      Después de urbe y megápolis incorporar a su imagen/objetivo la de utopía siendo, continúan renegando de una primordial: las poblaciones estables utilizan como estrategia energética aquella que minimiza el tiempo, en tanto éstas opta por maximizar la energía, la estrategia opuesta, propia de sociedades en expansión. Al negarse tan categóricamente a lucir estable, la estructura que apelaba a la consecución utópica para legitimarse, arroja de sí lo no plausible: el detenerse, el minimizar el tiempo y la energía, el ser una sociedad estable, o sea, adaptada. 

      El fin de la historia es un congelamiento de las circunstancias. A partir de ellas los rasgos de utopía solo se extrapolan. Este orden autoperpetuado, empero, constituye al mismo tiempo una fase en una curva de desarrollo, una etapa en consecución progresiva de la imagen/objetivo siempre distante. 

La búsqueda de la concreción del óptimo de habitabilidad, así, se centra en la imagen del buen funcionamiento (situado en un futuro próximo pero siempre inalcanzable) de esta máquina urbana en crecimiento constante. La metáfora de la máquina nos plantea que no sólo la conducta humana puede ser moldeada conforme a ritmos y jornadas artificiales. También puede ser moldeado el conjunto de la sociedad, a semejanza de la reparación hecha al diseño, su estructura, o los reglamentos que la gobiernan, intentando lograr un dispositivo, un mecanismo de movimiento perpetuo. 

“El fin de la historia será el comienzo de la paz: el reino de la inocencia recobrada.” –Octavio Paz– 

© 2004, Marcelo Quinteros. 

Notas 

1.- Las ciudades invisibles de Calvino son utopías. 

2.- En la utopía de Rand (La Rebelión de Atlas), el símbolo que se eleva en el umbral de la villa de los sostenedores del mundo, rebeldes, es el dólar, y el dólar de oro la moneda en curso. 

3.- Imperio universal controlado eugenésicamente por el Papa. 

4.- “Los hombres cometen el error de ignorar el punto donde deben poner límites a sus esperanzas.” 

5.- “Los hombres son producto del medio social.”  

6.- Según Owen bastaban entre 800 a 1200 personas, para Fourier eran necesarias entre 1620 y 1800. 

7.- O que no se hallan legitimadas, como ocurrirá nuevamente durante el movimiento contracultural. 

8.-Jihad butleriano. 

9.- Textos indios calculan que la friolera de 154.586.880.000.000 años transcurren y conforman un mahakalpa, cuando el infinito 

10.- Domingo, Varsavsky y Sábato. 1971 

11.-en Anarres no hay propiedad, ni dinero, ni matrimonio, ni gobierno, ni leyes, ni prisiones. 

12.-algunas distopías plantean catastróficas consecuencias aún mejorando sustancialmente lo ya existente, es decir, si las cosas funcionaran relativamente bien.  

13.- …creciente o absoluta fetichización del producto, reificación de las relaciones entre personas, etc., lato de tratar acá. 

14.- El tiempo concebido con esta imagen de un mecanismo reparable se encuentra en los relatos de viajeros temporales, técnicos que corrigen desperfectos que modifican –modificarían– nuestro tiempo presente, eje axial de lo correcto en estas representaciones. 

Sobre el autor: Marcelo Quinteros

Glenn Gould vs. Thomas Mann

Acercamiento a las tres últimas sonatas de Beethoven
Para Glenn Gould las opiniones más interesantes, las frases más brillantes y reveladoras provenían siempre de personas que dominaban cabalmente algunos temas. Las revelaciones más instructivas, decía, proceden de áreas sólo indirectamente relacionadas con el entrevistado. Así refiere una entrevista a un teólogo sobre tecnología, a un inspector de aduanas sobre Williams James, a un economista sobre el pacifismo y a una dueña de casa sobre la codicia en el mercado del arte.
Siguiendo esta misma lógica, ¿podemos entrevistar al arte sobre moral? ¿O a la moral sobre arte? Mi respuesta es que sí se puede. Pero esta afirmación conlleva una numerosa lista de acotaciones. Quiero aquí referir una sola por medio de la crítica que hace el mismo Gould a la visión de Thomas Mann acerca de las últimas sonatas de Beethoven.
Kretzschmar, en Doktor Faustus, dicta una serie de conferencias sobre música, una de ellas dedicada a las sonatas. “Lo mismo que el tema de aquel movimiento”, dice Kretzschmar, refiriéndose al del último movimiento de la sonata op.111, “que pasa por medio de cien destinos, de cien universos de contrastes rítmicos, acaba de superarse así mismo y se pierde en las alturas vertiginosas que podrían llamarse las del más allá o de la abstracción, así el arte de Beethoven se había sobrepasado así mismo (…) había llegado a la esfera donde ya no subsistía más que su esencia personal, un yo dolorosamente aislado en lo absoluto y, además, desprovisto del elemento carnal, por la pérdida del oído”.
¿Esencia personal desprovista de elemento carnal? ¿Eso es el hombre en su cumbre espiritual? Para colmo, el conferenciante de Mann es tartamudo y, al inspirarse, casi se revuelca con estertores y toses estruendosas, queriendo asociar la cumbre de lo espiritual con la nulidad del cuerpo.
Gould critica estas opiniones por dos motivos: primero porque se alejan del análisis netamente musical y, segundo, porque estas sonatas “se nos muestran como construcciones calcificadas e impersonales de un alma insensible a los deseos y tormentos de la existencia.” Más allá de la evidencia de a disputa entre ambas posturas, quiero destacar que no sólo el segundo motivo de Glenn Gould es de carácter moral. En cierto sentido, todas las opiniones de Gould estaban teñidas de una carga moral.
Pero lo sorprendente y lo insólito y perturbador de esta disputa es que ambos estaban en total acuerdo en los conceptos musicales (o si se quiere artísticos) de estas obras. Mann se refería a la “confluencia de subjetividad armónica y objetividad polifónica”. Por su parte, Gould hablaba de la unión de una “descuidada espontaneidad y disciplina objetiva.” El aspecto central consistía en la radical conjunción de los mayores opuestos dentro de las últimas sonatas, lo que producía su particular nivel de tensión.
La diferencia entre las opiniones de Mann y Gould se encontraría entonces no en la interpretación de estas obras, sino en la interpretación de la interpretación. Es decir en el trayecto que se elige para regresar a las obras luego de haber reflexionado sobre ellas. Dicho camino de regreso suele estar obstruido, plagado de puntos ciegos, son numerosas incertidumbres que exigen respuesta inmediata.
Por eso, y regresando a la idea inicial de Gould sobre las opiniones, en el sentido de sus palabras quizá haya que descubrir una vocación por la demora, el retardo en ese camino de regreso. Posiblemente ni siquiera se trate de un problema referido a la aplicación de preceptos morales o éticos a la interpretación de obras de arte. Quisiera estar confiado en que todo conflicto de la interpretación no se traducirá en un aplacamiento de las opiniones de regreso, que no cundirá e temor a ser malinterpretado. Quisiera que se propagara ese “carácter destructivo” que no sólo no teme a ser malinterpretado, sino que persigue serlo.

F d. S.

Una visión cristiana del fenómeno OVNI

Cuando era un niño me sentí atraído por los reportes de avistamientos de platillos voladores y el misterio que envolvía la posibilidad de vida extraterrestre y de que la Tierra estuviera siendo visitada por seres de otros mundos. En ese tiempo leía abundante literatura relacionada con el tema y era tema recurrente de ávida conversación con mis padres. Con el pasar de los años, y sobre todo después de conocer a Cristo, el foco de mi atención cambió de lugar, prefiriendo la realidad de una vida abundante bajo su gracia que las especulaciones inciertas acerca de una materia que no edifica nuestro espíritu. Después de todo, ¿qué puede ser más importante y más gratificante que invertir tiempo en conocer al creador de todas las cosas? Sin embargo, hoy experimento la necesidad de dar una nueva mirada al tema, bajo la óptica cristiana, pensando en que quizás pudiera ayudar a otros en su búsqueda de explicaciones acerca del fenómeno OVNI (Objeto Volador No Identificado). Continue reading «Una visión cristiana del fenómeno OVNI»

Astrología: lo que siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar

Este fin de semana como de costumbre compré el diario, pues me encanta leer sobre lo que ocurre en el país y en el mundo, adquirir algo de cultura y, por supuesto, leer el horóscopo. Me impresionan los consejos del astrólogo cuando dice cosas como: “Existirán cambios en su vida” y “Dineros vienen en camino; no los aleje”. Me pregunto como puede adivinar que pasará algo diferente esta semana, y que estamos cerca de fin de mes. Los astrólogos tienen mentes muy agudas, en verdad.  Continue reading «Astrología: lo que siempre quiso saber y nunca se atrevió a preguntar»