Eclipse de Stephenie Meyer: Un mito degradado

Eclipse - Stephenie MeyerDebería comenzar hablando de Stephenie Meyer y de su libro Eclipse, pero voy a empezar hablando de HP Lovecraft y Buffy, la cazavampiros.(*)

Lovecraft dice en El horror en la literatura que todos los arquetido del terror tiene un inicio ominoso, en las profundidades más oscuras al interior de las cavernas del ser; con el tiempo se convierten en mitos conscientes personificados en mitologías y religiones y luego pasan al estado de leyendas rurales, para terminar como materia de aventuras y, finalmente, como parodias inofensivas de sí mismos. Nada mejor que los vampiros para ejemplificar esta debacle natural. Lo que comenzó como el terror del hombre de ser absorbido síquica y físicamente por alguna entidad cósmica, hasta verse convertido en el esclavo eterno de lo maligno, continuó como el horrible mito de los Nosferatus eslavos, derivó en vampiros literarios, en un Christopher Lee vestido de frac, hasta llegar a Buffy, serie de televisión -y originalmente una película- acerca de una adolescente preocupada de la ropa y sus espinillas. Continue reading «Eclipse de Stephenie Meyer: Un mito degradado»

Superhéroes for dummies

la fisica de los superheroes
Uno de los últimos títulos llegados a la redacción de Tauzero corresponde a uno de esos libros que todo estudiante de ingeniería aficionado al género fantástico de verdad hubiera agradecido conocer en la universidad. Se trata de “La Física de los Superhéroes” de James Kakalios, un doctor en ciencias físicas fanático de los comics quien, analizando los personajes de su devoción para determinar la plausibilidad de tales o cuales superpoderes, introduce al lector, de una forma indolora, en los principales conceptos de mécanica clásica, termodinámica, movimiento armónico simple, electromagnetismo, física de partículas, un brevísimo approach a relatividad especial y algo de mecánica cuántica. Todo condimentado con una narración que no se toma en serio a sí misma, muy amena y con altas dosis de humor.

Considerando que el aprendizaje de tales conceptos durante la universidad es un verdadero quebradero de cabeza para estudiantes de física e ingeniería, la fórmula pedagógica que introduce Kakalios es bastante efectiva. Sin ir más lejos, la inspiración del libro se origina precisamente en una cátedra universitaria de tópicos de física que, según cuenta la leyenda, no se caracterizaba por tener muchos alumnos inscritos. Una clase introductoria de física, siguiendo la norma reduccionista, normalmente utiliza objetos idealizados tales como esferas, bloques, planos inclinados, poleas sin roce y palancas. Si a ello se le suman ecuaciones diferenciales en derivadas parciales utilizando un sistema de coordenadas esféricas, la aridez de la clase tiende a infinito rápidamente…

Kakalios utiliza álgebra sencilla para demostrar que las hazañas de los superhéroes, contra todo pronóstico, muchas veces están de acuerdo a las leyes físicas (comenzando del supuesto que la existencia de tales superpoderes). Por ejemplo, para el Superman de la época dorada que no volaba sino brincaba, determina la velocidad inicial y fuerza con la que debe realizar el salto. Para el caso de Spiderman, determina, usando el concepto de momentum, que fue el mismo spidey el causante de la muerte de Gwen Stacy al detener demasiado abruptamente la caída con su telaraña.

Usando el mismo razonamiento, determina que otros superpoderes y hazañas son una completa fantasía (lo que no impide disfrutar de la aventura, por supuesto). Ahí está el caso de Cíclope, quien según la tercera ley de newton debería retroceder centenares de kilómetros (o romperse el cuello, mínimo) al lanzar rayos con sus ojos. Otro tanto para Warren Worthington III, quien no podría generar la suficiente fuerza en las alas adosadas a su espalda. Lo mismo para Namor y sus diminutas alas en los tobillos…

Dedica especial atención a Tony Stark, Ironman para los amigos, y a su armadura transistorizada, utilizándola para hacer un más que aceptable resumen de un curso de semiconductores. Como dato freak, mencionar que Tony Stark es ingeniero eléctrico, lo cual basta para explicar por qué es tan cool 🙂

El libro finaliza con una suerte de FAQ de lo más consultado por los alumnos en la clase que inpira el libro y entrega una lista de las fórmulas referenciadas a lo largo de la obra.

La física de los superhéroes un libro absolutamente recomendable para cualquier persona curiosa que desee averiguar sobre los fundamentos físicos del superhéroe de su devoción. De este modo en la lectura de su próximo cómic podrá, informadamente, “suspender la incredulidad”.

Título Original: La Física de los Superhéroes
Autor: James Kakalios
Ediciones Robinbook, 2006. 365 páginas.

"El Hombre Vacío". Telepatía…no gracias.

Nuestro amigo Alberto Rojas escribió para emol una crítica sobre el último título de Dan Simmons disponible en Chile. Se trata de «El Hombre Vacío», que llegó a las librerías como el número 202 de la colección NOVA de Ediciones B.

Sinceramente, creo que no siempre la telepatía es un buen negocio. Los dejo con la crítica de Alberto.

¿Quién no ha soñado con tener la capacidad de leer la mente de otra persona? Muchos, probablemente. ¿Pero qué ocurriría si pudiera leer más de una mente? ¿Y si pudiera leerlas todas a la vez, pero sin control, como si fuera un incesante coro de mil voces que no se detiene jamás?

Esta visión más cercana a una pesadilla que a un sueño, es lo que explora el galardonado escritor estadounidense Dan Simmons en «El Hombre Vacío» (Ediciones B, 2007). Y que nos introduce en la vida del profesor de matemáticas Jeremy Bremen, quien esconde un antiguo secreto: su telepatía. Pero que lejos de disfrutar con su poder, trata de enterrarlo ante lo abrumador que es recibir simultáneamente miles de pensamientos ajenos.

Durante años Jeremy pudo vivir en paz gracias que su esposa Gail —que también es telépata— ha logrado bloquear esa marea. Pero con su muerte, queda nuevamente a merced de su incontrolable telepatía, lo que lanza a este profesor de matemáticas directamente a las fauces de la locura, en un viaje sin rumbo con fuertes semejanzas con el de Dante.

Dan Simmons es un autor más que consagrado dentro de la literatura anglosajona de ciencia ficción. De hecho, su mejor carta de presentación sigue siendo hasta hoy la tetralogía “Los Cantos de Hyperion”, compuesta por “Hyperion” (que en 1990 ganó los premios Hugo y Locus), “La Caída de Hyperion”, “Endymion” y “El Ascenso de Endymion”. Y que es una versión en clave ci-fi de “Los Cuentos de Canterbury”.

De manera más reciente, Simmons decidió sumergirse en otro clásico, «La Ilíada» de Homero, llevando la guerra de Troya al espacio en dos tomos: «Ilión» y «Olympo» (ambos títulos también en Ediciones B).

En este contexto, «El Hombre Vacío» —que se publicó por primera vez en 1992— está lejos de ambas sagas, pero representa cabalmente el estilo y la calidad de Simmons, que se ha aventurado tanto en la ciencia ficción como el terror y la fantasía. Y que en esta novela ofrece una particular lectura de la telepatía, ya que para Jeremy Bremen su don es casi una maldición.

Pero «El Hombre Vacío» también ofrece al lector una segunda lectura, ya que a través de la marea de pensamientos que abarrota la mente del protagonista, somos testigos de los terribles secretos de los otros, que al igual que Jeremy, son parte de una sociedad violenta, egoista e insensible. De esta forma, la mente del atormentado telépata se transforma casi en un espejo en el que se refleja lo peor de cada persona que se cruza con él.

Simmons lo logra de nuevo: una novela inquietante, que dejará al lector con una extraña sensación de inseguridad. Casi como si alguien estuviera escuchando sus pensamientos.

Fuente: El Mercurio Online

Realismo mágico 2.0

Revista de LibrosDespués de décadas de silencio, la literatura de género hecha en Chile ha obtenido éxito y reconocimiento. Varias obras publicadas, otras tantas por venir y un mercado de lectores que aumenta gradualmente, han posibilitado que los escritores de género locales dejen de ser percibidos como pequeñas trincheras dedicadas a un grupo de fanáticos.

Jennifer Abate(*)

(*)Artículo publicado en Revista de Libros, El Mercurio. 30 de marzo de 2008.

A pocos días de la muerte de Hugo Correa, el fandom (grupo de seguidores y aficionados a la ciencia ficción y la literatura fantástica) aún lo lamenta. Precursor de las letras de género en Chile y en Latinoamérica, introductor de las figuras extraterrestres en nuestra literatura y traducido a diferentes idiomas, se lleva con él parte de la historia de la ciencia ficción local, que en el último tiempo parece recobrar, o quizás, encontrar, su rumbo.

A los cultores de este género en Chile no les gusta el rótulo de raros o selectivos, pues aseguran que es la ficción, desde diferentes ángulos, la que distingue a la literatura de nuestro continente. Para fines de este mes se espera el lanzamiento de El púgil (Editorial Forja), la última novela de Mike Wilson. En su prólogo, el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán se refirió al movimiento que acoge a la obra de la siguiente y categórica manera: «La mejor ciencia ficción en castellano se está escribiendo en Chile». El autor de Palacio quemado asegura que las palabras no son exageradas, puesto que «en Chile se está desarrollando una escena literaria que tiene que ver con una ciencia ficción propia, en la que aparecen elementos tradicionales del género mezclados con mitologías de culturas locales y una reflexión sofisticada sobre la presencia de los cómics y de la cultura popular en nuestra vida cotidiana».

Hay algo allá afuera

El panorama de la literatura de género, dormido y apagado durante décadas, comenzó a cambiar con la adjudicación del Premio del Consejo Nacional del Libro 1996 a Flores para un cyborg (Mondadori, 1997), de Diego Muñoz. Una mirada distinta comenzaba a alzarse y unos escritores nunca antes considerados empezaban a ganar reputación. Sin embargo, el verdadero despertar sobrevino con la publicación de Ygdrasil (Ediciones B, 2006), de Jorge Baradit. A juicio de Francisco Ortega, hoy editor del área de no ficción de Alfaguara, quien se hizo popular en el fandom con su novela El número Kaifman (Planeta, 2006), la obra de Baradit provocó que, por primera vez, los aficionados al género miraran con más optimismo el futuro. Esta novela, fruto de la «promiscuidad cultural» de su autor, quien se hace cargo de la historia de un continente que todavía tiene a sus indígenas vivos y a sus dioses deambulando por los rincones, fue bastante exitosa en las librerías y cosechó buenas críticas. Jorge Baradit no tenía siquiera un borrador de novela perdido en el fondo de un clóset. Nunca había escrito una pieza de tal envergadura y por ello le sorprendió que el tránsito a la publicación y al éxito fuera tan expedito. Por supuesto, aquella no es la tónica de la edición de la literatura de género en nuestro país. Baradit cree que esto se debe a que la ciencia ficción es vista como un género de segunda mano, almacenable en los anaqueles de narrativa adolescente. «Aquí en Chile se ha tomado una línea bastante despectiva, a pesar de que autores como José Donoso o el mismo Bolaño han incursionado en la literatura fantástica».

Los esfuerzos de los escritores de ciencia ficción actuales, jóvenes, confluyen en una combinación de elementos de diferentes puntos del globo, de distintos estilos y temas; la tónica de Latinoamérica, esa mezcla imprecisa de modernidad y tradición. A propósito de la ciencia ficción con ingredientes locales, Jorge Baradit cree que nuestro continente «no puede deshacerse de Macondo, porque esa es su realidad. Esto no es Chicago, no es Nueva York. Podemos tener jóvenes estudiantes que se van a Berkeley o a Harvard, pero finalmente se criaron aquí, en Chile, con nanas peruanas o mapuche. La ciencia ficción chilena tiene ese sazón: está escrita desde el tercer mundo, desde Macondo. Si alguien quisiera comprenderlo, diría que es el realismo mágico 2.0 o el Macondo del siglo XXI».

Demostrando que la especificidad no se encuentra sólo fuera de los límites del país, se instituyó en 2005 la editorial Puerto de Escape, radicada en Valparaíso, como respuesta a un medio en el que «aún escasea la fantasía y el misterio en nuestra dieta de consumo cultural», señala Marcelo Novoa, director de la única editorial local que se dedica exclusivamente a la fantasía y ciencia ficción. Novoa considera que el futuro de la literatura de género es particularmente auspicioso: «Desde ‘Perdidos en el espacio’, pasando por ‘Doctor Who’, y hasta ‘Babylon 5’, nuestros públicos han crecido exponencialmente. Ni hablar de los juegos de PC o los cómics, que llegan a la pantalla grande para adoración de las masas chilensis».

Revista digital y editorial de papel

En diciembre del año pasado se cerró el concurso de Novela Corta de Fantasía y Ciencia Ficción organizado por la revista TauZero. La convocatoria de esta publicación, que ya cumple cinco años y que sólo está disponible en formato digital a través de descargas directas desde su sitio en internet, contó con 40 novelas inéditas, que se disputaron los 350 dólares ofrecidos como premio, así como la posterior publicación. El jurado estuvo compuesto por los nombres reconocidos del género nacional: Jorge Baradit, Álvaro Bisama, Rodrigo Pinto y Rodrigo Mundaca. Éste último es el director de la revista, quien señala que la iniciativa de TauZero nació de la necesidad de expansión de los intereses de un grupo de fanáticos que hoy puede contar con una revista que recoge la ficción pero también la divulgación científica. No quieren quedarse ahí. La necesidad actual es constituir una editorial que trabaje con los escritores emergentes y que financie completamente la publicación. «Cuando me enteré de que muchas veces los propios autores tenían que aportar con sus recursos para la edición, consideré que era una falta de respeto, porque la editorial no corre ningún riesgo, no hace nada. Nosotros queremos hacer algo diferente», asegura Rodrigo.

En TauZero hoy están trabajando en la recolección de las mejores ucronías. Éstas se refieren al «qué hubiera pasado si…» de fragmentos de la historia, una ficción originada a partir de la realidad. Apunta Mundaca: «Una vez estábamos todos reunidos y Baradit se lanza con una imagen: ¿Qué pasaría si un día estamos en la Alameda, mirando hacia el poniente, y de pronto vemos un grupo de gente caminando? ¿Y qué pasaría si fueran los detenidos desaparecidos, que regresan? ¿Y qué tal si al frente de toda esta gente viniera el más emblemático, Salvador Allende?». A partir de esa visión se gestó la idea de hacer un blog compilatorio de todas estas lecturas retorcidas del medio nacional e internacional, en el que ya han participado diversos escritores del fandom. Como la selección de ucronías estará disponible en la red antes que en el papel, la apuesta es manufacturar un libro diferente en todos los ámbitos, que se convierta en un objeto de colección, innovador, muy propio de la cultura colaborativa 2.0, en el que confluya el trabajo de escritores, ilustradores, fotógrafos e ingenieros.

Los escritores aseguran que literatura de género hay para rato debido a su capacidad de encantar a un amplio público. Francisco Ortega rescata que su libro de género favorito es Papelucho y el marciano, y afirma que «es una voladura que hasta el día de hoy no entiendo. Lo leí cuando chico y cada dos años me lo repito y siempre pienso lo mismo: qué es lo que tenía Marcela Paz en la cabeza cuando escribió esto».

La ciencia ficción chilena está escrita desde el tercer mundo, desde Macondo.

Hugo Correa, pionero de la ciencia ficción en Chile

Sólo días después de la muerte de Arthur C. Clarke, uno de los más reconocidos escritores de ciencia ficción, creador de «2001, Odisea del espacio», esta semana falleció el chileno Hugo Correa. Nacido en Curepto en 1926, será recordado como el más grande escritor de género en Chile, que emergió, a mediados de siglo, en un momento en que las letras nacionales se caracterizaban por el realismo. Sus obras fueron traducidas al inglés, francés, alemán, portugués y otras lenguas. Fue publicado en prestigiosas revistas como Fantasy and Science Fiction con los cuentos «The last element» y «Alter ego».

En 1959, Correa publica Los altísimos, obra con la que se inaugura un momento de amplio desarrollo de la literatura de género en Chile. Le seguirían Alguien mora en el viento (1959), El que merodea en la lluvia (1961) y Los títeres (1969), entre otras.

Próximo concurso de ciencia ficción

En vista del éxito del experimento anterior, la revista TauZero organizará este año la segunda versión del Concurso de Novela Corta de Fantasía y Ciencia Ficción. El lanzamiento oficial de la convocatoria tendrá lugar en mayo y las bases serán similares a las del concurso anterior; es decir, podrán participar todos aquellos textos, de fantasía o ciencia ficción, cuya versión última no haya sido publicada íntegramente. La publicación de la obra ganadora está prevista para una fecha cercana al comienzo de la Feria Internacional del Libro de Santiago.

No obstante, en TauZero están dispuestos a revisar proyectos de autores chilenos y financiar su publicación.

Arthur C. Clarke entra al monolito

Clarke
Fue un autor de ciencia ficción hard y hoy – sin embargo – es recordado por 2001, Una odisea espacial. Ya muerto, sir Arthur bien podría ingresar a ese monumento lleno de estrellas que es símbolo de esta obra metafisica.

por Jorge Baradit (*)

Arthur C. Clarke ha muerto. Me resulta extraño escribir la frase. Es como si se muriera la Luna, algo que siempre ha estado ahí. Algo impensable. Como si se hubiera muerto el futuro.

Con la partida de Clarke, se va uno de los últimos grandes nombres de la era dorada de la ciencia ficción, aquellos que veían el futuro como un gran espacio en blanco donde todo era posible, donde se podían escribir las mejores páginas de la historia de la humidad gracias al entonces aún pristino espíritu cientifico. Un futuro pleno de avances que sanarían todas las enfermedades, acortarían el tiempo y las distancias con una visión más parecida a la que guió la conquista del oeste norteamericano o a los viajeros del Renacimiento, que enfrentaban el infinito en lugar de mirarlo protegidos a través de una ventanita de LCD, como lo hacen los geek emo de hoy.

Clarke fue un hombre del siglo XX. Nació en 1917, cuando todavía no se apagada el fuego en las trincheras de la gran guerra, vivio el asedio de los fascismos y participó en la segunda guerra mundial como instructor de radar para la RAF. Una vez terminado el conflicto, entró al King’s Collage, Londres, en 1948, terminando con honores sus estudios en física y matemáticas, listo para enfrentar la gran aventura que en esos años parecía abrirse para la humanidad: el espacio y un futuro de bienestar, expresado en el inagotable avance de la ciencia y la tecnología.

Fue un autor prolífico, No hubo aspecto de la ciencia ficción que no abordara con éxito, sobre todo en sus relatos cortos, donde desplegó lo mejor de su talento. Cuentos como Los nueve mil millones de nombres de Dios, Encuentro con Medusa y, por supuesto, El Centinela, son joyas del género plagiadas hasta el cansancio por generaciones de autores fanáticos.

Clarke - ArmstrongSin duda, el momento que marcó a Arthur C. Clarke como un autor que transcendió el cerrado mundo de la ciencia ficción fue su colaboración con Stanley Kubrick para 2001, Una Odisea Espacial. No todos saben que la novela fue escrita a la par de la película y que incluso puede decirse que el libro es una novelización de la obra de Kubrick. Convertido en la personificación de la ciencia ficción, fue elegido para narrar misiones Apollo y presentar programas sobre futurología y tecnología de punta hasta bien avanzada la década de los 90.

Es quizá este último aspecto el que más me llama la atención, personalmente y como escritor de ciencia ficción. El autor a quien se considera uno de los más preclaros exponentes de la ciencia ficción hard (preocupada de la coherencia científica de sus creaciones), incluso reconocido por haber inventado el concepto de transmisiones globales a través de satélites geoestacionarios, fue finalmente reconocido, por el público fuera de género, como el autor preocupado por las profundidades metafísicas e incluso religiosas que podían detonar los avances tecnológicos. 2001, Una Odisea Espacial, es una obra plagada de signos y símbolos religiosos, cabalísticos y esotéricos, donde las preguntas acerca de la divinidad, la vida artificial y lo humano trascienden las aparentes preocupaciones por la acuciosidad científica; desarrollando viajes que más parecen experiencias con ácido, y encuentros con inteligencias extraterrestres que parecen teofanías o estados alterados de conciencia. Clarke es para mí el paradigma divulgador científico del siglo XX, que abrazó la ciencia como la gran dadora de respuestas sólo para chocar con la frontera del espíritu, ese gran dador de preguntas, y descubrir que ni la ciencia, ni la tecnología, ni el progreso son la solución par las preguntas del alma.

Lo siento por quienes detestan los lugares comunes en los obituarios, pero no puedo dejar de pensar en que en una de las últimas escenas de 2001 vemos a un anciano enjuto, tullido en una silla de ruedas, tan enfermo como el mismo Clarke vivió sus últimos años, enfrentándose por fin al infinito, entrando en él y encontrando todas las respuestas que seguramente nunca pudo tener en vida. Es decir, mi yo niño, que alucinó con sus historias, desea con todo el corazón que Clarke haya podido entrar en el monolito lleno de estrellas, que no me cabe duda flota ahí en el espacio, en la órbita de Saturno.

(*) Publicado en La Tercera Cultura, sábado 22 de marzo de 2008.

Santiago


Nadie los vio venir. Solo unos silbidos lejanos, que fueron haciéndose cada vez más audibles. Un rumor que hizo que los santiaguinos salieran a sus balcones buscando un lejano avión, o un temblor quizá, de esos tan comunes en estas tierras. De pronto esos mismos santiaguinos se vieron envueltos en monstruosas bolas de fuego que los calcinaron de golpe, a ellos, a sus familias, a barrios completos. Decenas de explosiones prácticamente al unísono barriendo la capital en puntos estratégicos y relevantes. Un zeppelin cruzó la capital lanzando una proclama por altoparlantes que nadie entendió. Dos F-16 de la Fuerza Aérea chilena atravesaron el cielo capitalino de lado a lado y tres segundos después el zeppelin estalló ruidosamente en el aire. Nunca se supo quiénes habían sido, qué armas usaron, ni cuáles eran sus reivindicaciones. Los restos del zeppelin fueron cuidadosamente recogidos por agentes de la NSA y especialistas de investigaciones de Chile, y trasladados a Washington de inmediato.
El trazado de las explosiones formaron la palabra EMETH.
Restos de periódicos que cayeron del zeppelin contenían una fecha: 1932.
El gobierno desvirtuó la autenticidad de esos papeles denunciando un montaje.

Imagen ®Carlos Eulefi

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Elroy, el fotógrafo 02

Camahueto NGC-00456
Foto tomada el 11 de Febrero de 1951, Chiloé
Ejemplar de Camahueto (Monoceras Amphibious)en estado post-frenesí, tomando sol sobre un lecho de algas. La criatura observó curiosa a la cámara antes de zambullirse en el mar.
Camara: Rolleiflex Automat

Foto tomada en Diciembre de 1954, Sótano del Museo Nacional de Historia Natural (Quinta Normal, Santiago)
Feto de «Vultur Sapien» fechado en 1949, resultado de proyecto de hibridación financiado por el Gobierno radical de la época. El interés por crear una fuerza de trabajo animal, barata, para el proceso de industrialización del programa de gobierno de don Pedro Aguirre Cerda.
El proyecto fue cancelado por las presiones del Cardenal José María Caro, aunque es de conocimiento público que al menos uno está conviviendo, desde hace unos años ,con la ciudadanía en algún punto periférico de la Capital.
Camara: Folding Contessa 35

Después del derrumbre de su carrera y expulsión del FotoCine Club en 1950, Carlos Elroy continuó con su pasión fotográfica de manera independiente, a veces financiado por la Directiva del Museo Nacional de Historia Natural (Quinta Normal, Santiago), que estaba al tanto de la existencia de las «cosas innaturales» que retrataban sus fotos. Esta relación continuó hasta entrada la década de los ’60, cuando Carlos descubrió que la razón para financiarlo era tener el control sobre su material e impedir su divulgación.

montajes fotográficos ®Carlos Eulefi

texto de CARLOS EULEFI

Elroy, el fotógrafo

De los archivos del fotógrafo Carlos Elroy, conocido profesional de la prensa desaparecido desde 1991.


CE-000483
Foto tomada el 20 de Abril de 1943 en las cercanías de Puerto Williams, Región de Magallanes.
Posible expedición a la Antártica chilena en busca de una entrada a la «Tierra Hueca»(también conocida como expedición «Nova Germania»).

Cámara: Leica IIIC
Fotógrafo: Carlos Elroy

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CE-000673
Ampliación de foto tomada el 7 de Mayo de 1950, Chiloé
Avistamiento de ejemplar de Pincoya (Siren Chilensis).
Esta fue la imagen que llegó a la prensa y finalmente destruyó la carrera del fotógrafo.

Cámara: Rolleiflex Automat
Fotógrafo: Carlos Elroy

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CE-000284
Foto tomada el 12 de Junio de 1983, La Calera, Quinta Región
Ente Luminoso que se manifestaba constantemente en la zona, La Iglesia atribuía dicha manifestación a la Virgen de Fátima.
El Gobierno Militar acordonó la zona e interrogó a testigos, confiscando material fílmico y fotográfico, nada debía interferir con la operación «Villa Alemana» (esta es una de las pocas copias que sobrevivieron).

Cámara: Nikon-F3
Fotógrafo: Carlos Elroy
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«Uno nunca sabe con lo que se puede topar a la vuelta de la esquina,
hay que tener siempre el dedo en el disparador»
Carlos Elroy 1925-1991

Montajes fotográficos ®Carlos Eulefi «kaek«

texto de CARLOS EULEFI