Santiago


Nadie los vio venir. Solo unos silbidos lejanos, que fueron haciéndose cada vez más audibles. Un rumor que hizo que los santiaguinos salieran a sus balcones buscando un lejano avión, o un temblor quizá, de esos tan comunes en estas tierras. De pronto esos mismos santiaguinos se vieron envueltos en monstruosas bolas de fuego que los calcinaron de golpe, a ellos, a sus familias, a barrios completos. Decenas de explosiones prácticamente al unísono barriendo la capital en puntos estratégicos y relevantes. Un zeppelin cruzó la capital lanzando una proclama por altoparlantes que nadie entendió. Dos F-16 de la Fuerza Aérea chilena atravesaron el cielo capitalino de lado a lado y tres segundos después el zeppelin estalló ruidosamente en el aire. Nunca se supo quiénes habían sido, qué armas usaron, ni cuáles eran sus reivindicaciones. Los restos del zeppelin fueron cuidadosamente recogidos por agentes de la NSA y especialistas de investigaciones de Chile, y trasladados a Washington de inmediato.
El trazado de las explosiones formaron la palabra EMETH.
Restos de periódicos que cayeron del zeppelin contenían una fecha: 1932.
El gobierno desvirtuó la autenticidad de esos papeles denunciando un montaje.

Imagen ®Carlos Eulefi

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4 thoughts on “Santiago

  1. Exelente, aunque me hubiese gustado el porque de la destruccion…tengo mi teoria pero no kiero estropear la historia 🙂

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