Para cuando llegó la década de los 80, varios funcionarios importantes y miembros de la clase hegemónica ya habían perdido su alma. Este hecho les era sumamente inquietante, comenzaron a sufrir pesadillas idénticas y simultáneas. En un acto de desesperación, el Estado recurrió al dúo excéntrico de Serling y Wittgenstein. Para entonces, habían vuelto a ser arrestados por varios delitos menores y estaban pudriéndose en una cárcel antofagastina. Se les ofreció un indulto a cambio de una solución a este dilema metafísico. Wittgenstein, siendo un hombre de principios, se rehusó a brindarles un remedio que dependiera de lo metafísico, alegando que semejante concepto era inefable. Ante esta traba, Serling le propuso a su amigo que articularan una prótesis mecánica que pudiera aliviar la minusvalencia espiritual. Después de pasar varias semanas en el laboratorio, presentaron un aparato protésico que suplía la función del alma.
El siguiente texto es el testimonio del primer voluntario:
Activé la ortopedia espiritual. La máquina se animó, al comienzo todo parecía normal. Cuando me acerqué… tomó posesión de mí. Se depositó en mi vacío. Me rearticuló. Se infiltró en mi carne, diseccionó mis tendones, sus garras metálicas se incrustaron en mis huesos… mis tejidos rajados por la brutalidad de sus circuitos. Creció en mí, alimentándose de mis órganos… En este momento lo puedo sentir… un alma de metal y electricidad se retuerce en mi cuerpo. He recuperdo la esperanza.
Después de fabricar un número desconocido de prótesis, Wittgenstein y Serling fueron llevados a un terreno baldío y acusados de herejía y suplantación deífica. Se escucharon dos disparos.
One thought on “Tractatus Zone (episodio final)”
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ortopedia espiritual…ah, que término más agradable.
«un alma de metal y electricidad…He recuperado la esperanza»
🙂
bacán.