A la distancia, “El chacal de Nahueltoro” (1969) de Miguel Littin puede ser vista como una mediocre cinta sobre un asesino en serie campesino, que contó con la ventaja de estar sobrelegitimada por su exceso de retórica y sus homenajes apenas asumidos al neorrealismo italiano. Asumiendo el formato realista (blanco y negro, cámara casi documental) Littin ejecuta una biopic sobre la vida y obra de Jorge del Carmen Valenzuela Torres, un sujeto iletrado que asesinó a su familia y luego fue reeducado en prisión para ser, paradójicamente, fusilado por el Estado que lo había alfabetizado. Sobresale la actuación de Nelson Villagra como el asesino que sostiene conversaciones con un sacerdote calvinista sobre la fe antes de bailar una cueca con un fantasma en su celda, momentos antes de su fusilamiento.
Para los fans y cinéfilos circula una versión alternativa en clave splatter remontada –y en un claro tono postcine– por Mario Francia en 1996 con escenas nuevas donde el Chacal –siempre de espaldas- se come los cerebros de sus víctimas y es poseído por el fantasma su ex mujer. Esta versión cuenta con un score hecho ad hoc por la banda straigth edge osornina “Di Girolamo kids”. Luego de ese experimento, en 1998, Francia estuvo a punto de hacer una continuación (“El Chacal regresa desde el infierno”) pero no prosperó por problemas de derechos y porque la tecnología de efectos stop-motion que quería ocupar resultaba demasiado cara.
Mori, Héctor. «Diccionario de cine chileno». LOM Ediciones, Santiago, 2002