La última vez que lo vi chupaba con desesperación el cañón amargo de un revólver, finalmente decidido pero incapaz de apretar el gatillo por segunda vez. La sangre se acumulaba en su oreja y formaba un charco negro en el suelo, del que todos se alejaban más con asco que con compasión. La primera bala había esquivado el cerebro como había podido, arañando sólo el lóbulo parietal derecho y haciendo astillas el hueso al salir del cráneo. Sus ojos permanecían abiertos, pero no creo que viera algo más que las baldosas azules y blancas del piso del comedor. Con la lengua enroscada en torno al Continue reading «El productor de suicidios»