No se suponía que yo estuviese allí, pero Natalia era mi amiga y a mis cortos cinco años creía tener todo el derecho a ser partícipe de sus exequias.
Me escabullí entre los arbustos hasta situarme a una distancia prudente y observé detenidamente la escena cautelando no ser sorprendido. El cuerpo de Natalia yacía recostado sobre un lienzo añil con las manos cruzadas sobre el pecho. Ninguna muchedumbre se congregaba en torno a mi pequeña amiga. A su alrededor se encontraban solamente sus padres, el corregidor y el sacerdote, una situación bastante anómala ya que todo funeral por decreto era público, pero la ley no se aplicaba de la Continue reading «Caro Data Archangeli»