Rolando había logrado infiltrarse en la prisión-fábrica a través de una abertura encontrada en una alambrada en mal estado. Su misión era destruir las máquinas de azúcar, nombre común de la potente droga que significaba el corrupto sustento de esa nación. El sector carecía de guardias. De todas formas buscó donde ocultarse. Caminó extensamente entre basura y escombros buscando un lugar adecuado, siempre agazapado. El viento corría helado haciendo tremolar el extremo del largo abrigo. Las nubes grises navegaban suavemente y lo cubrían todo, como si el cielo entendiera la depresión en que se Continue reading «Los niños (o La bella durmiente y los siete enanitos)»