1. Puede muy bien ser que Álvaro Bisama (1975) mezcle peras con manzanas, y que esto no sea agradable de leer. También puede ser que esa sea su gracia: unir peras con manzanas por medio de injertos genéticos practicados por un científico loco, y que cuente la historia, que esa historia sea el texto que escribe –o un apartado mínimo, que se une como una cadena imposible a otros tantos eslabones también imposibles.
2. Suele ocurrir que aquello más molesto sea lo que para otros resulte de la máxima estima. Como por ejemplo que durante Allende este país fuese Continue reading «Música Marciana: Las advertencias como música»

De todos los conceptos revolucionarios que surgieron del terreno de la ciencia, en la primera mitad del siglo XX, hubo dos que modificaron de manera significativa la forma de interpretar la realidad. Se trata de la Relatividad y la Mecánica Cuántica, dos teorías que conforman lo que se conoce como Física Moderna, las cuales permitieron comprender el Cosmos de una forma renovada.
Una antigua creencia, ya transformada en mito, señala que la genialidad se presenta asociada de manera casi inevitable a la locura. Muchos destacados creadores, de las más diversas disciplinas, a su innegable talento suelen acompañar comportamientos excéntricos, que a veces están en el límite del desvarío.
No nos podemos quejar. Como en la mejor época jamás anticipada, la fantasía de nicho propio ha tomado la batuta del mercado literario local y parece apretar el puño sin recato. Entre las descabelladas obras de conspiraciones, zombies, naves y leyendas que varios autores chilenos se han encargado de hacer proliferar con reconocido entusiasmo, una vertiente más silenciosa saltó dos escalones y tomó el protagonismo que merece: las
Nunca me había dado el tiempo para leer a H.P. Lovecraft. Siempre lo había visto como algo críptico, muy de elites intelectuales, de literatura forzada, de esas que arman sus mundos propios que solo los entienden quienes las estudian como una religión. No la veía como literatura pensada para que cualquier mortal abriera un libro y pasara un gran momento (o uno malo, como quieran verlo). 
Diversos autores chilenos se reúnen en esta antología del género, donde, siguiendo la definición más clásica (pero menos conocida), muestran en sus relatos diferentes aristas de lo fantástico, entendiéndolo como “la ocurrencia de un imposible”, lo que incluye el género del terror, la ciencia ficción, etc. Ya la portada (diseñada por Jorge Baradit y dibujada por Soledad Véliz) nos muestra una mixtura antropoide en un confuso fondo de retorcidos alambres (de los cuales surge), que presagia lo que está por venir. Si bien la ilustración es interesante, los dibujos presentes al interior del libro (también de Soledad Véliz y Pablo Santander), son irregulares, destacando aquellos que presentan los relatos de Sergio Fritz Roa y el de la misma Soledad Véliz.
Aunque resulta un conocido tópico aquel que dice que no podemos juzgar un libro por su portada, debo comenzar esta reseña diciendo que ésta le hace un flaco favor a la novela (característica que se repite en la gran mayoría de las autoediciones de libros de ciencia ficción chilenos), primero, por la mala combinación de colores escogidos (negro y amarillo) en conjunto con la tipografía utilizada; que se ve anticuada y demasiado rígida por el serif. El color negro, además tiene demasiado peso ante una tipografía tan delgada, por lo cual los elementos de la portada quedan flotando, sobre todo el dibujo de Maytte Reyes, que en un estilo naif (por no decir derechamente infantil) se contradice con el tono de ciencia ficción hard que predomina en toda la novela, restándole mucha seriedad y profesionalismo a la propuesta. Para finalizar, ninguno de los elementos de portada tienen relación entre sí.
Fue hace más de 40 años ya que Harlan Ellison publicó “Visiones Peligrosas”, una ambiciosa antología de relatos originales de ciencia ficción inspirados en la idea de renovar el género adoptando éstilos y temáticas provocativas y desafiantes, dirigidos a redefinir lo que eran los estándares aceptados de lo que debería ser una historia de ciencia ficción. La empresa no sólo apuntaba a abrirse espacio de mercado en un campo dominado tradicionalmente por revistas como Analog, Fanatasy & Sciencie Fiction y la extinta Galaxy, sino que también a marcar tendencia. En efecto, Ellison declaraba abiertamente su intención de establecer nuevos rumbos para el género, de hacer camino que otros seguirían. Tuvo un éxito sin precedentes, tanto así que cinco de sus cuentos fueron nominados al premio Hugo y dos de ellos se llevaron la estatuilla. Nunca antes y nunca después ninguna otra antología ha podido ostentar un logro semejante.