El capitán Hart se detuvo en la puerta del cohete.
-¿Por qué no vienen? -preguntó.
-¿Quién sabe? -dijo el teniente Martin-. ¿Acaso lo sé, capitán?
El capitán encendió un cigarro y arrojó la cerilla hacia el prado brillante. El pasto comenzó a arder.
Martin se adelantó para pisar el fuego.
-No -ordenó el capitán Hart-, déjelo. Quizá así vengan a ver qué pasa. Esos tontos ignorantes…
Martin se encogió de hombros y apartó el pie del fuego. El capitán Hart miró su reloj.
-Llegamos hace ya una hora. ¿Ha visto usted algún comité de recepción que viniese a estrecharnos las manos, con una banda de música? Naturalmente que no. Recorremos varios millones de kilómetros a través del espacio y los señores ciudadanos de una ciudad cualquiera, de un planeta totalmente desconocido, se encogen de hombros. -El capitán lanzó un gruñido, y golpeó el reloj con la punta de los dedos-. Bueno, les daré otros cinco minutos, y entonces… Continue reading «[semana santa]: El Hombre, por Ray Bradbury»