La Segunda Enciclopedia de Tlön (fragmento)

3. Las señales de ruta

La librería de viejo se alzaba en una de aquellas calles secundarias, paralelas pero extraviadas de la avenida principal. La calle del Alighieri, con sus pintorescas y antiguas casas de chapa y yeso, de salientes aleros y desigual altura, pervivía únicamente por los muchos vendedores de libros que habían hecho que se le diera a la calle el sobrenombre de Cueva de los Libreros. Las modestas tiendas surtían de un producto cuya procedencia difícilmente sería comprobable como en las grandes y elegantes librerías del centro, pero que para un comprador avezado podían representar hallazgos sorprendentes, incluso por entre la mayoría de los mamotretos de más dudoso precio y calidad.

Ubicada entre las adyacentes Calle Valparaíso y Viana, en la sombría ciudad de Aras del Mar, en el Chile de la tercera Colonia, Alex llevaba ya cerca de dos meses visitando al anciano, y Scolástica le había hecho ver lo impaciente que estaba Chomsky, ante unos frutos que se habían considerado dados con mucha más rapidez.

El señor Segovia poseía una tiendecita del siglo XVIII, con puerta de arco, sobre la que había unas habitaciones refaccionadas donde vivía con su familia, compuesta por su esposa y dos hijos adultos.

Durante más de treinta y cinco años había estado vendiendo libros en la calle Alighieri, y a través de los cuarterones de vidrio de la ventana solía observar las cabezas de quienes se inclinaban sobre los puestos del exterior, donde vendía libros entre mil y dos mil pesos.

-Lo que le entregué a su amiga fueron fotocopias de estos antiguos libros y manuales -le estaba diciendo el desaliñado y pequeño librero a Alex, mientras encaramado sobre una silla en la bodega sacaba de encima de un viejo armario una maleta, a la que el polvo sin limpiar durante años se había adherido, formando una película gris sobre el resquebrajado cuero.

Mientras, Alex miraba a través de una pequeña ventana con cristales emplomados como algunos copos de nieve, empujados por el viento, habían penetrado bajo el toldo y deslustraban los brillantes libros de bolsillo en una de las cajas.

Se volvió al anciano sin hacer ningún comentario, esperando a que abriera la maleta, que ya tenía dispuesta sobre una mesa.
¿Qué era lo que podía cuidar tanto el señor Segovia, para tenerlo así escondido, siendo que de otras estanterías ya había podido constatar que se asomaban títulos valiosos y rarísimos, que colmarían los deseos de cualquier erudito? Casiano, la “Steganografía”, primeras ediciones del “Paraíso Perdido”, y hasta algún incunable de Aldus… Una colección que inspiraba respeto, incluso ante el no entendido.

Finalmente la maleta estaba abierta. Se felicitó porque había podido granjearse la confianza del librero y tener acceso a las “Cartas de los Umbrales Alternos”…

Miró los deformados volúmenes encuadernados en vitela y piel negra. No llevaban título alguno en el exterior.
El anciano le alcanzó primero un libro delgado, en dozavo y que contenía cuatro planos desplegables, algo manchados por los hongos.

-Desde hacía un par de años ella frecuentaba la librería, y ya sabe, en este negocio pronto uno entabla complicidad en la búsqueda de ciertos títulos curiosos. Su amiga era una mujer diferente… y no me refiero a que obviamente se veía como una extranjera al igual que usted, sino a que no parecía ser de “aquí”… Más bien era como alguien conocida en un sueño…

El Trazante, ajeno a lo que el anciano hablaba, examinaba con ansiedad uno de los planos del pequeño libro.

-Al principio no se atrevía a preguntar por nada -proseguía el librero-, pero pronto colegí el tenor de sus intereses… Y finalmente le ayudé a encontrar lo que en el fondo andaba buscando, ya que ni ella misma lo parecía tener muy claro…
Turbado por la imagen del grabado, Alex fue a tomar otro de los libros, este manuscrito y mayor que el anterior, y de nuevo lo mismo… ¡Insólitamente eran planos de antiguas catedrales!

El señor Segovia permaneció un momento en silencio, calibrando cuidadosamente su reacción, luego, en tono más grave continuó:

-La aparente discordancia en su selección de lecturas ya me había intrigado. Mezclaba a Cornelio Agrippa con textos exóticos de matemática y arquitectura, y por último de religión… Religión “muy” antigua. Entonces decidí constatar si estaba “iniciada”, y como respuesta me contó una leyenda fabulosa… Reconocí en el acto lo que me decía, o más bien recordé los sagrados enigmas de la Orden.

Repentinamente, la imagen del viejo y pobre librero había cambiado, revelándose ante Alex no sólo como el inconsciente custodio de una alta sabiduría, sino que como su depositario secreto.

Los ojos del señor Segovia brillaron con intensidad, sus movimientos y gestos mutaron, rejuveneciéndolo y dignificándolo con hidalguía… Y entonces el Trazante vino a saber cosas que ya había leído o escuchado con anterioridad, cosas que creía conocer profundamente, pero que ahora se le revelaban bajo una luz nueva y que le permitían entender las relaciones y las herejías… las Señales de Ruta.

4. Noticia aparecida en el periódico El Observador de Quillota, Viernes 28 de Febrero de 2003.

Isaac Newton, el padre de la ciencia moderna, afirmó que el fin del mundo sería en el año 2060. Esta creencia del científico publicada en el diario británico The Daily Telegraph se encuentra plasmada en uno de los manuscritos desarrollado por el estudioso hallados en la década de los 30 en una librería de Jerusalén.

Según Malcolm Neaum, productor del documental “El oscuro hereje”, transmitido por el canal británico BBC y que narra las creencias de Newton respecto al universo, “hasta ahora era desconocido que él (Newton) haya calculado una fecha para el final del mundo”.

“Lo que ha estado saliendo durante los 10 últimos años es que Newton era un pensador apocalíptico. Pasó algo así como 50 años escribiendo 4.500 páginas tratando de descifrar en qué fecha va a ser el fin del mundo”, agregó Neaum.

5. Materia Oscura

Halley y Newton descendieron del transporte, por una de las rampas alfombradas del puerto.
Las enormes y esbeltas grúas, con sus múltiples brazos, se movían bajo las sombras de cada nave estacionada, subiendo y bajando la tecnología de las grandes Casas. En una de las plataformas mayores, suspendida a muchos metros sobre el suelo, se esperaba el regreso de un carguero, que volvía de las colonias extrasolares.

Pequeños vehículos, de alas curvadas como tocas de monjas, prevalecían a esa hora en el tráfico aéreo.

-Leibnitz y su filosofía de las mónadas no son suficiente amenaza contra la habilidad de mis Matrices…- consideró Newton, mientras caminaban por un sendero de mosaicos hacia la Real Sociedad.
-No puedo negar, Isaac, que tu tesis del agujero negro me produce inquietud…- confesó el cardenal.
-Es el resultado obvio de tu propio trabajo, Halley. La estructura misma de las membranas de universos comunica con el Creador, se extiende a una dimensión transmaterial, la fuente viva de energía primera.
Hacía mucho, las teorías de cuerdas aún no estaban unificadas, y los científicos llamaban a la materia faltante en el espacio “materia oscura”, ya que percibían su influjo en el movimiento de los cuerpos siderales, pero no podían verla. El cardenal Halley, cuando joven, fue el primero en postular una tesis coherente con la existencia de otros universos físicos, (“membranas”) debajo del nuestro, como explicación al misterio de la materia faltante.
-Una cosa es teorizar, querido amigo- siguió el purpurado-, más otra es decir con toda seguridad lo que encontraremos en el interior. Recuerda que aún se considera imposible que alguien o algo sobreviva el viaje a través de un agujero negro… Si es que realmente conduce a algún lugar.
-Pues mi sonda ha regresado, y como tú mismo comprobaste, la intersección de los universos membrana produce los agujeros negros.
-Son sólo matemáticas, Newton; sólo matemáticas. Insisto en que te estas arriesgando demasiado. Leibnitz ha trabajado durante años en el manejo de la “Mónada Holográfica”, y ahora, con el inesperado anuncio de su regreso, ha despertado gran expectación por saber cuál de los dos terminará imponiéndose.
Leibnitz, por caminos distintos, siempre alcanzaba resultados similares a los de Isaac, lo que había creado una gran tensión antagónica entre ambos genios de la astrofísica. Y la última competencia, por su desproporcionada ambición, mantenía en vilo a todo el Imperio.
-Necesitaré de algunos días para prepararme y mostrar lo que trajo la sonda- dijo Newton.
Llegaron ante las escalinatas de la Real Sociedad. En el portal, dos enormes atlantes que sostenían el mundo eran el único adorno en el liso bloque del edificio.
Isaac Newton, seguido fielmente por Halley, entró a recibir los murmullos de la comunidad científica.


6. El misterio de las catedrales

Muchos conocimientos de magia antigua estaban grabados en la piedra de ciertas iglesias, de tal forma que sólo el sabio podía leerlos. Fulcanelli ya había expresado que en la Edad Media, ante las narices del clero confiado y del pueblo, eran agitadas nociones arcanas, con raíces en sistemas precristianos.

Era el Templario quien ahora se dirigía a Alex, refutando y confirmando sus conocimientos del lenguaje secreto. La planta cruceiforme de las iglesias góticas era una alusión no sólo a la cruz de Cristo, sino también al “crisol” alquímico y su proceso de tortura, muerte, resurrección y transformación de la materia, junto a la significación precristiana de los cuatro elementos y los cuatro puntos cardinales.

Con el ábside elíptico, la planta de las catedrales se asemejaba al “ankh” egipcio, símbolo de la vida universal encerrada en la materia. Así, el símbolo de la cruz se convertía en la “piedra angular”, la primera fase de la Obra. Y en el interior de las iglesias como Reims, Auxerre, Poitiers, Bayeux, etc. aún se conservaban en el suelo los laberintos de mosaico que se ubican en el punto de intersección de la nave y el crucero. Este laberinto es un emblema del camino correcto a seguir por el Maestro, el verdadero hilo de Ariadna que permitió la salida a Teseo… (el nombre del templo de Cnosos en Creta era “Absolum”, el fin último, el “Absoluto”).

Pero las páginas cabalísticas escritas en piedra iban mucho más lejos que estas superficialidades. El Trazante veía de pronto no sólo las sombras sino las figuras reales que las proyectaban. Averroes, Guillermo de París y Nicolás Flamel, continuaban su ciencia medieval hasta el oriente, a la claridad del candelero de siete brazos, hasta Salomón, Pitágoras y Zoroastro…

Detrás de muchos “adornos” o símbolos primitivos, dramáticamente mutilados y remozados en el Renacimiento, se ocultaba una ciencia sobre el verdadero origen y destino de los hombres. Y la piedra filosofal buscada por los alquimistas no era la fabricación del oro. Lo esencial, más que la transmutación de los metales, era la del propio experimentador. El secreto de la alquimia se resumía así: “Hay una manera de manipular lo que la ciencia moderna llama campo de fuerza. Este campo de fuerza actúa sobre el observador y le coloca en una situación privilegiada frente al universo. Desde este punto privilegiado tiene acceso a realidades que el espacio y el tiempo, la materia y la energía, suelen ocultarnos.” Esto era lo que llamaban la Gran Obra.

Rea había alcanzado un equilibrio entre lo “físico” y lo “espiritual” permitiéndole observar la “totalidad misma”. Había leído las claves en los templos menores, pero que guardaban fragmentos del Templo Mayor, el Primero y del que derivara la Orden custodia.
Alex veía con cada vez más asombro, que los resultados de esa ciencia eran tangibles, y que en este otro universo alguien desde hacía mucho tiempo los estaba esperando… a Rea, a él o a otro de sus compañero de la Primera Colonia. Ahora el Templario le estaba hablando de la Matriz, algunas de las palabras eran distintas pero el concepto era el mismo.

-“He visto hombres que viven en la Tierra y, sin embargo, no son de la Tierra, defendidos por todas partes y no obstante sin defensa alguna y con todo no poseyendo nada más que lo que poseemos todos”.

Citaba a Apolonio de Tiana, quién en el primer siglo de la Iglesia de Cristo habría estado en un país no situado en el mapa. Allí visitó la ciudad de Iarchas, donde observó un modelo del sistema solar que se desplazaba sin ninguna clase de soporte, bajo la cúpula de zafiro de un templo… Le habló de las “puertas inducidas”, de los mapas y de las alienaciones, su simple técnica de fabricación y su redescubrimiento periódico; de las construcciones de razas desconocidas y de otras razas misteriosamente desaparecidas, los numerosos contactos con los habitantes de los pliegues desconocidos de la Tierra… ¿ Así que habían otros?, pensaba el Trazante, ¿otros prisioneros que en el pasado ya buscaban el Universo Real, o que provenían de mundos totalmente distintos al de la Matriz? ¿Y si en los Universos Artificiales además el propio tiempo tuviera sus repliegues, si hubiera un siglo suplementario entre el XVI y el XVII, o el siglo XXI se extendiera un poco al siglo III antes de Jesucristo, como se decía en una novela de Ashton Smith? Seguramente un matemático de su cofradía debería traducir las fórmulas que aparecían en los planos, a través del continuo de Cantor.

En la Primera Colonia los Alquimistas de la Matriz hablaban del universo fantasma de Nishimura, del universo de taquiones de Feinberg, y el Templario de “los mensajeros que van y vienen entre nuestros países y la Ciudad del Rey del Mundo, los guardianes del Centro”, pero, en definitiva, hablaban de la misma cosa: existen muchas Tierras, pero también un camino para encontrar la Verdad.[x]

¿Cómo suena el Sol?

¿COMO SUENA EL SOL?
Una nueva ciencia de una vieja ciencia

No hace mucho tiempo atrás el interior del Sol era impenetrable. Esos tiempos terminaron abruptamente cuando en 1962 un extraño fenómeno se detectó en la superficie solar. Un equipo de astrónomos observó que algunas zonas en la superficie de la estrella se movían “hacia arriba” y “hacia abajo”. Más sorprendente aún, el movimiento de esas zonas era constante y rítmico, con una clara frecuencia de oscilación de 5 minutos. Rápidamente esos movimientos se bautizaron como “oscilaciones de cinco minutos”, y con su descubrimiento se abrió una nueva e insospechada ventana para mejorar la compresión del interior solar. Durante la década de los setenta se llegó a la conclusión de que el fenómeno de las oscilaciones se podía encontrar en toda la superficie del Sol, y que ese movimiento superficial observado era la consecuencia de ondas sónicas resonantes provenientes del interior del Sol. En los años ochenta del siglo XX un nuevo término, heliosismología, comenzó a ser usado por científicos como Deubner y Gouch, quienes determinaron que esas oscilaciones podrían ser usadas para diagnosticar el interior solar. Desde entonces, nuestra manera de estudiar el Sol cambió para siempre.

¿Cómo se pueden usar esas ondas para estudiar el interior de una estrella? La respuesta está en una conocida ciencia terrestre. Tal como sucede en nuestro planeta, donde los geólogos pueden analizar ondas sísmicas para inferir la estructura interior de la Tierra, los astrónomos rápidamente concluyeron que podían utilizar las recientemente descubiertas ondas solares para analizar tanto el interior como los procesos internos del Sol. En términos simples, es como cuando la gente prueba si una sandía está madura. Se le dan golpecitos y se escucha. Según como suena, se sabe como está por dentro.
La heliosismología estudia el comportamiento de millones de diferentes ondas generadas por turbulencia en la zona de convección solar y que se desplazan a través del medio solar. El fenómeno de convección que existe cerca de la superficie genera flujos turbulentos, los que a su vez producen millones de distintos modos regulares de oscilación, el llamado ruido acústico.

No se debe olvidar que el Sol es básicamente una enorme bola de gas caliente, y que las ondas sónicas se transmiten bastante bien en ese medio, tal como son transmitidas en la atmósfera gaseosa de la Tierra. Adicionalmente, la forma esférica, sumada a las zonas de gran variación de presión que existen cerca de la superficie del Sol y al aumento progresivo de la velocidad del sonido en el medio solar, provocan un efecto de caja de resonancia, atrapando las ondas en una región limitada. El efecto es semejante al que se produce en una piscina cuando las ondas chocan con el borde y rebotan hacia el área central. Así se forman nuevas ondas, algunas veces estables, llamadas ondas acústicas resonantes. La mayor parte del “ruido” está en el rango sub-audible por lo que no “escucharíamos” las ondas, aunque pudiéramos acercarnos al Sol. El Sol tintinea como una gran campana luminosa cargada de ondas.

Existen distintos tipos de ondas en el Sol. Básicamente se puede hablar de ondas “acústicas”, “de gravedad” y “ondas de gravedad superficiales” (cuidado con confundir a las ondas “de gravedad” con las ondas “gravitacionales”, son cosas diferentes como se explica más adelante). Las ondas acústicas son las más comunes, y corresponden a las “oscilaciones de cinco minutos” observadas desde 1962. Se generan por acción de la presión y su dinámica está asociada con la variación de la velocidad del sonido en el interior del Sol. Las “ondas de gravedad” corresponden a un fenómeno hidrodinámico, según el cual el medio solar se mueve entre zonas de distinta densidad, y es restaurado a cierta posición por acción de la gravedad. Las ondas de gravedad superficiales son semejantes a las anteriores, pero debieran encontrarse cerca de la fotosfera. Ni las ondas gravitatorias ni las gravitatorias superficiales han sido detectadas de manera concluyente.

La heliosismología puede dividirse en dos tipos, la heliosismología global y la local. La heliosismología global estudia las oscilaciones resonantes en el Sol como un todo, y presenta algunas limitaciones para analizar fenómenos particulares. Por otro lado, en los últimos años se ha desarrollado la heliosismología local, la que mediante nuevas técnicas permite analizar las propiedades de un sector específico en el Sol. Estas técnicas, como holografía acústica o heliosismología tiempo-distancia, permiten estudiar fenómenos como la generación de manchas solares o los flujos de plasma. Así, hoy es posible dar explicación respuestas tanto a fenómenos particulares como generales del Sol. La heliosismología, por lo tanto, puede redefinirse como un complejo y rico set de técnicas de análisis de datos para analizar ondas solares.

La principal ventaja de estudiar el Sol utilizando ondas es que las ondas son un fenómeno visualmente detectable y medible. Las oscilaciones acústicas se detectan en imágenes solares y pueden ser analizadas como desplazamientos Dopler de líneas del espectro. Esto significa que el movimiento de una fuente única puede ser calculado comparando las líneas de emisión o absorción en su espectro, contra las líneas de una fuente similar en reposo. Este desplazamiento es llamado efecto Doppler, y su formula relaciona la cantidad de desplazamiento con la velocidad de la fuente emisora.

Como es sabido, la observación astronómica en la Tierra esta limitada por factores como la contaminación lumínica de las ciudades, la turbulencia atmosférica o el ciclo de día y noche, lo que hace imposible tener mediciones constantes de una estrella o del Sol. Así que, como lo probó el telescopio Hubble, para aumentar la precisión observacional, los instrumentos de medición deben ser enviados al espacio.

En 1995 la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA lanzaron un proyecto conjunto llamado Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) como parte del Programa de Ciencia Solar Terrestre (STSP). Este programa incluía un grupo de misiones y satélites destinados a monitorear y estudiar la influencia del Sol en la Tierra. La misión principal de SOHO es convertirse en una plataforma constante para monitorear y medir el comportamiento del Sol. Entre otras cosas, SOHO genera constantemente millones de imágenes de la superficie solar, las que pueden ser analizadas usando técnicas heliosimológicas.
Adicionalmente, un nuevo satélite solar fue lanzado en Septiembre del 2006. El Hinode (originalmente llamado Solar-B) es otra misión conjunta ahora entre NASA y la Agencia Espacial Japonesa que está entregando imágenes de alta resolución para estudios heliosismológicos y el clima solar.

Aplicaciones de la Heliosismología.

La cantidad de información que puede obtenerse usando técnicas heliosismológicas es enorme. Cuando se dispone de un espectro de oscilaciones suficientemente rico es relativamente simple relacionar esos datos con las propiedades del interior del Sol, como la profundidad de la zona de convección, dato que es considerado el primer resultado realmente importante de la heliosismología. Técnicas sísmicas han sido usadas para establecer que las zonas convectivas interior y exterior del Sol rotan a diferente velocidad, generando de esta forma los campos magnéticos solares, o para detectar actividad solar tal como manchas o flujos jet.
Otra aplicación de la heliosismología se relaciona con la medición de la abundancia de Helio. La abundancia o cantidad de Helio en el Sol no puede ser medida con exactitud espectroscópicamente, y es fundamental conocer su valor exacto para el estudio de la nucleosíntesis galáctica. Afortunadamente, análisis sísmicos inversos del Sol se pueden usar para estimarla, y con eso obtener la edad sísmica del Sol. Por otra parte, abundancia de elementos pesados también puede ser cuantificada con técnicas sísmicas, sin usar espectroscopia.

Algunos problemas conceptuales complejos, como el problema de la perdida de neutrinos o el cálculo del valor de G, pueden ser estudiados a partir de las ondas. Por ejemplo, uno de los valores clásicos de la física, la constante gravitatoria de Newton (G), puede al menos ser aproximadamente calculado usando técnicas sísmicas. Aún no hay suficiente precisión en las técnicas heliosismológicas para obtener mejores valores que en experimentos de laboratorio, pero hay un avance
Otra área de uso de la heliosismología es la predicción de los ciclos de actividad solar. Mejores predicciones pueden ayudar a minimizar el impacto de la actividad solar en las comunicaciones y en la seguridad de los astronautas.
Mucho del actual trabajo de la heliosismología apunta al estudio de los campos magnéticos solares, ya que las ondas acústicas son parcialmente transformadas en ondas magnéticas. Está naciendo la magnetoheliosismología, la que nos entregará información sobre procesos como el calentamiento coronario solar.

La información que puede ser obtenida por técnicas sísmicas es enorme. Constantemente, nuevos enfoques y técnicas se desarrollan para aumentar la precisión en el testeo de variables y teorías astronómicas. Nuevas misiones espaciales están entregando gigantesca cantidad de datos. Yendo un paso más adelante, el mismo enfoque heliosismológico usado para entender nuestro Sol está comenzando a ser usado para estudiar estrellas distantes. La asterosismología usa variaciones medibles en la velocidad radial de las estrellas para identificar su estructura y propiedades. Estas medidas pueden ser tomadas por los más grandes telescopios actuales, los cuales generalmente no son usados para analizar las estrellas más brillantes. Este concepto puede no parece nada nuevo par los astrónomos solares, pero es una revolución para los astrónomos estelares. En un futuro próximo, la heliosismología será probablemente considerada solo un caso particular de la asterosismología.

Finalmente, debemos siempre recordar que aunque el Sol sea solamente una simple estrella más, es el mejor laboratorio que tenemos para probar nuestro conocimiento de las estructuras estelares y sus procesos. El avance astronómico logrado en los últimos 30 años usando heliosismología es impresionante, y esta nueva ciencia puede ser considerada una revolución astronómica, comparable con el análisis espectroscópico estelar de Huggins de finales del siglo XIX.

Pero, entonces, ¿cómo suena el Sol?

La respuesta es simple. Suena como una sinfonía de un millón de instrumentos, lista para entregarnos los secretos escritos en las bellas y complejas partituras. Sólo debemos escuchar con cuidado.

Para leer/saber más:

Heliosismología:

Roca, T. “Los Sonidos del Sol”, disponible en:
http://www.iac.es/gabinete/difus/ciencia/soltierra/11.htm

Kosovichev, A. (2006); “Helioseismology”, Dissertatio Cum Nuncio Siderio III, Issue Number Two, IAU Conference, Prague, 2006.

Christensen-Dalsgaard, J. (2004); “An introduction to solar oscillations and helioseismology”, AIP Conference Proceedings, Vol. 731, pp 18-46, October.

Deubner, F., Gough, D. (1984); “Helioseismology: Oscillations as a Diagnostic of the Solar Interior”, Annual Reviews on Astronomy and Astrophysics, Vol. 22, pp 593-619.

Aplicaciones:

Antia, H.M., Basu, S. (2006); “Determining Solar Abundances Using Helioseismology”, The Astrophysical Journal, Vol. 644, pp.1292-1298, June 20.

Christensen-Dalsgaard, J., Di Mauro, M.P., Schlattl, H, Weiss, A., (2005); “On helioseismic tests of basic physics”. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, Vol. 356, pp. 587-595.

Magnetoheliosismología:

Cally, P.S. (2005); “Local magnetohelioseismology of active regions”, Montly Notices of the Royal Astronomy Society, Vol. 358, pp. 353-362.

Asterosismología:

Kurtz, D.W. (2005); “Asteroseismology: Past, Present and Future”, Journal of Astrophysics and Astronomy, Vol. 26, pp. 123-138.