por José Ángel Martínez
“Oh, grandes padres,
que después de haber sembrado frutos escogidos
sobre un planeta árido e inculto
nos habéis abandonado como flores sin rocío…”
Canto Maya, Azteca o algo así.
Ante todo, estaba el huevo reluciendo, suspendido de la nada, orbitando sobre su eje lentamente. De vez en cuando, una serie de estrías más brillantes aparecían en la superficie, concentrándose hacia el paralelo ecuatorial y hacia los polos, comenzando a recorrer la esfera con una aceleración constante hasta fundirse y desaparecer absorbidos por el brillante fondo. Otras veces, el huevo entraba en una serie de pulsaciones espasmódicas que cesaban cuando alcanzaban su clímax. Pero la mayor parte del tiempo permanecía estable.
A su alrededor estaban los tres vigías en una órbita estacionaria, vigilando la esfera a través del poderoso campo empático que proyectaban. Desde hace mucho tiempo esperaban.
–El protoplasma está en los límites de su estado inmaduro, la evolución es inminente y la superunificación ha entrado en receso. Se ha detectado plasma germinal en el núcleo, a través de las sondas. La semilla está lista, es cosa de tiempo para que implote. Nuestro campo ya no es suficiente para detenerlo…
–No podríamos. Ya casi no tenemos energía para manejarlo. Es seguro que pronto aparecerá el Tutor.
Los tres vigías que eran una continuaron girando impasibles en el espacio primario.
–Vigías, estoy preocupado.
–¿Y cuál es el motivo? –le preguntaron los restantes.
–He pensado que a pesar de todo nuestro celo en cuidar de la semilla algo saldrá mal, algo que deforme el plasma germinal y lo convierta en una creación inmadura como los experimentos de nuestros antecesores.
–Hemos estudiado, lo sabes –le respondieron–. Hemos analizado la teoría y la práctica de tales experimentos y hallado las causas y efectos de sus errores. Nuestro huevo está libre de fallo estructural… sólo podría existir error mediante la influencia que ejercemos en su gestación. Somos la fuente de destrucción potencial, de modo que, paciencia y cuidado, hermano.
–Paciencia y cuidado, hermanos.
Los guardianes lo presintieron antes de detectarlo dentro del campo de sensores. El preterespacio se curvó ante la emisión masiva de transenergía, saliendo a boca de jarro de la discontinuidad generada, creando plasma puro espontáneo, que se reorganizó en la forma nebulosa del Tutor. Eran tres cúmulos globulares brillando intensamente: plasma altamente acelerado que se mantenía unido formando los vértices de un triángulo, mientras una serie de frías extensiones fluían entre los cúmulos con irregularidad. La presencia del Tutor era imponente: latía con pausado pero poderoso ritmo, rarificando la atmósfera alrededor. Su mente como un trueno que no tenía secretos ni lugares ocultos.
–Salud y conocimiento, vigías.
–Salud y conocimiento, Tutor –respondieron al unísono.
–Bien, aquí me hallo, nuevamente. Supongo que no he pediros que no me defraudéis. Ya harto lo han hecho vuestros antecesores que no pudieron aprobar. –La indirecta caló hasta los núcleos de los vigías despertando ecos de la memoria gestalt. Su atención se concentró en el huevo: extendió un delicado apéndice sensor y lo auscultó. El huevo palpitó como si se revelara contra el contacto.
–Noto ciertas diferencias en la estructuración de la semilla. Tú, primer vigía, dime como han logrado el nivel de estabilidad.
–Tutor, como bien has dicho, nuestros antiguos no aprobaron. Hemos visto sus emisiones construyendo las semillas en base a planos dimensionales adyacentes. Sabemos que esto corresponde a que el plasma germinal que contiene una semilla prototipo está demasiado comprimido para retenerlo en su campo original, que si lo reuniésemos resultaría en una implosión que dañaría el tejido del preterespacio. Si este sistema mantenía la estabilidad de los huevos, no obstante, no contribuía a la economía del campo empático, debilitando la gestación.
–Bien, han encontrado el error, cosa que casi nadie hizo durante sus exámenes. Pero es relativamente fácil comparado con la solución.
El primer vigía volvió a hablar.– El problema era cómo evitar la implosión prematura de la semilla y estructurar una buena yemación al mismo tiempo; los vigías hemos concluido en crear un espaciocampo de características tales que pueda contener de manera íntegra al huevo, plegándose sobre sus planos en forma económica y construyendo un campo multidimensional que equilibrara la gravedad… La deformación geométrica del preterespacio que ves es el único efecto perceptible que se produce.
“Luego, adaptamos el campo empático para proyectarse en las múltiples manifestaciones del huevo dentro de nuestro espaciocampo y sin problemas casi hemos concluido el experimento.
–Esta… deformación, ¿es entonces la evolución?
–Esto es la forma preterespacial que hemos querido que asuma la semilla para poder controlar la sintomatología… Te mostraremos como es aproximadamente.– Los vigías desencadenaron un campo empático en el vacío cercano. Apareció una tenue cortina burbujeante que se transformó en una galaxia de polvo que giraba rápidamente hasta condensarse en una figura. Parecía una esfera dentro de otra esfera circundado de una infinidad de esferas menores, parecía. Poseía diversos colores, ninguno de ellos definido, ninguno basado en el espectro cromático común, bandas de estática e iones de alta energía salían en pulsaciones de números primos.
–Una excelente exposición, vigía. Pero ¿cómo sacareis el producto del multiplespacio?
–Hemos creado autómatas que, en su momento, enlazarán sus campos en los diferentes estratos de la semilla, empujando la energía de la explosión hacia este espacio.
–Una solución económica. ¿Qué criatura pensáis formar a partir de la semilla? ¿Plasmamineraloide? ¿Transmorfa, quizás?
–Será una de clasificación madura, poseerá cuatro estados de plasma germinal. Le crearemos un mundo modelo para que podamos establecer el límite de sus posibilidades y luego le crearemos un compañero.
–Y… y…
–Tutor, la naturaleza de la criatura es muy compleja y ya no hay tiempo para detalles.
–Razón. Procedan.
Los tres vigías suspendieron su campo empático sobre el huevo y se dispusieron a esperar, no habría problema en hacerlo un poco más. El huevo no pareció cambiar al primer instante, pero luego comenzó a pulsar violentamente y a aumentar la velocidad de giro, hasta achatarse en forma visible. Los colores se fundieron en un blanco rabioso y una intensa emisión de rayos gamma bañó los campos protectores de los seres.
–La crisis está en su apogeo… El colapso es inminente –musitó mecánicamente el primer vigía. En efecto, la contracción del huevo tuvo mucho de una reacción taquiónica, desapareciendo y dejando una impresión en el preterespacio.
–¿Ha donde ha ido la semilla?
–Se replegó hasta el núcleo que, en realidad, no está en ninguno de los multiplespacios conocidos sino en el suyo propio, puesto que tiene suficiente materia. La implosión retrocederá y se revertirá, y es mejor que no nos encuentre con las defensas bajas.
Sus sensores comenzaron a registrar un campo de gravedad que se hacía más poderoso. Las defensas se energizaron a medida que el preterespacio se curvaba ostensiblemente. Entonces, la aparición de una estrella de neutrones deslumbró el espectro por pocos segundos y su colapso dio forma al embrión. Una figura en gestación: un hombre.
Olas de desilusión se extendieron del Tutor, seguido por ondas de frecuencia más larga que representaban una ira contenida. Los vigías captaron las emisiones y se pusieron de inmediato a la defensiva.
–¡Vigías!.. ¿Qué-es-esto? Bioenergía imperfecta, fallas estructurales obvias –la figura fetal continuó rotando como un capullo en el agua, quizás soñando–. ¿Qué habéis hecho?
–¡No lo sabemos, Tutor!
La energía refulgió con ira poniendo en peligro la cohesión molecular del Tutor. Las partículas de alta aceleración liberadas se estrellaron con dureza en los escudos de defensa de los vigías.
–¡Una criatura enana en la escala evolutiva no podrá sobrevivir a ninguna maqueta que le creéis! Y sin embargo ya le habéis dado forma… Proceded.
–¿Cómo?
–¡Ineptos! Materialicen un universo con la energía residual, luego vengan a mi presencia para ser absorbidos como sus antecesores.
Los biorritmos bajaron ante la sola mención de la no–existencia, el eterno olvido.
–Esperaré. –El Tutor se teleportó por el preterespacio a su morada, dejando atrás un ejército de autómatas–furias que esperaban lanzarse sin piedad sobre los vigías si desobedecían.
Los vigías y el embrión quedaron allí, en un lapsus que pareció el tiempo de un laberinto.
–Hermanos, nos hemos fallado y le hemos fallado a todos los estamentos que nos respaldaron, a pesar de nuestros estudios, y ahora hemos de afrontar caras consecuencias con nuestra osadía. Nuestra última acción, pues, deberá ser bien estructurada: un universo mal gestado para un ser igual. Al menos, permitámonos ese lujo, creemos el hábitat de este ser.
El feto siguió ajeno al destino que se le otorgaba.
Los tres vigías desplegaron los campos envolviendo al hombre amniótico como leche luminiscente. Encadenaron las reacciones químicas configurando la materia y la extendieron como una maldición que aparecía por doquier. Nacieron nebulosas y las estrellas frías y viejas, dieron a luz cuerpos ígneos y otros carentes de radiación lumínica.
“Éste será tu universo. Un lugar tan inmenso que te abrumará.”
Donde las extensiones del campo de los vigías tocaban la nada, florecían púlsares y planetas estériles, esferas marchitas de ceniza y estrellas abortadas como cerezas podridas, el polvo lo llenó todo como un manto moribundo y perpetuo. Y crearon un cuidado y frágil mundo que orbitaba alrededor de un sol menor, lejos de todo centro. Hicieron caer sobre él los cuatro estados de la materia, la bañaron de energía para que viviera y cuando los colores nacieron los limitaron a un espectro menor.
“Esta será tu morada, tu Edén, la única cuna que te acogerá, porque no tendrás más paradero que la muerte si sales, ni más compañía que tu ego, en un Universo que te desprecia.”
Tomaron el feto y lo depositaron en un nicho metálico incrustado en medio del jardín. Un jardín lleno de verde y rojo, de lo vegetal y lo animal. A su lado, un segundo nicho vacío.
“Te daremos un complemento para que puedas perpetuar tu desgracia.”
La percepción de los vigías se redujo a la unidad orgánica del hombre, navegaron por su columna hueca, montados en un relámpago de información cifrada. De su médula espinal sustrajeron una célula que fue colocada en el nicho vacío, reorganizaron la energía para crear el caldo de nutrientes que bañó la célula e hirvió muchos ciclos, para ver al final surgir una mujer en pose fetal.
“Nacerás con 4004 traslaciones planetarias antes de la primera y última época que siempre recrearás. Te condenamos a renacer de las cenizas cada 8000 ciclos y aunque encuentres vestigios de un pasado más lejano o vida fuera de la Cuna, solo servirán para aumentar tu angustia.”
La Obra comenzó a girar sobre su filigrana casi invisible, representando las elipses, parábolas y rectas, aduciendo a una geometría pagana de tres dimensiones. Los vigías observaron cuán corrupta era y decidieron que no, el preterespacio no merecía contener tal aberración… En un último y fatigado acto reunieron la totalidad del campo empático y le ordenaron devorar el espacio de la Obra, lo potenciaron para que se autocontuviese y le ordenaron desaparecer de las coordenadas reales. El campo cristalizó en un perfecto y sedoso huevo para ser exiliado del preterespacio; inició un ciclo de contracciones en aceleración reduciendo su tamaño hasta convertirse en un punto sin dimensiones, y luego nada.
El Tutor exigía.
Mientras se teleportaban a su destino, se preguntaron que sucedería con aquella minúscula obra…cuando su habitante rompiese la esfera…
1998, José Ángel Martínez.