Erie Street 446, apartamento 513, quinto piso. Cuando gozo de algún tiempo libre me gusta ir caminando a la playa de la calle Ohio, sólo para contemplar el mar. Nunca entro al agua, sigo preguntándome cómo es que no sé nadar. Nadie se tomó la molestia en enseñarme y nunca creí que fuera útil, ¿para qué ir por debajo del agua si podías correr sobre ella?
Me siento extraño sin mi uniforme, me siento vacío cuando no estoy trabajando. En la esquina de mi edificio está aquel loco de la pancarta que vive pregonando el advenimiento del Götterdämmerung. Alguna vez fue ministro de la Iglesia de Wotan, pero perdió un tornillo tras una supuesta “experiencia de contemplación infusa”. Sufre de sobrepeso y diabetes, ahora vive con su anciana madre a unas cuantas cuadras de aquí. Antes sermoneaba afuera de su casa pero los vecinos lo corrieron. Se vino a mi vecindario donde a nadie le importa nada. “…y cuando los dioses pierdan la fe en ellos mismos será cuando el lobo Fenrir logre romper sus cadenas…” escuché cuando pasaba a su lado. Es increíble como ha ganado adeptos la Iglesia de Wotan desde la muerte de Baldur, a pesar incluso que nunca le reconocieran como su mesías. Era un meta peligroso ese Baldur, si supiera la opinión pública que fue el Escuadrón de la Justicia quienes decidieron borrarle del mapa… pero ahora que Baldur no está necesitamos más aún a nuestros ‘héroes’, sobretodo si se avecina el Götterdämmerung como anuncia mi amigo del cartel.
El sólo pensar en aquella palabra alemana me provoca escalofríos. El Dr. Sussex de Ciudad Cero era fanático de Wagner y solía escuchar sus óperas, sobretodo el Anillo de los Nibelungos y El Crepúsculo de los Dioses, el Götterdämmerung. El germanófilo Sussex era británico y al igual que Caravaggio o Da Vinci había adoptado el nombre de su condado natal. Sus ojos eran completamente negros, sin pupilas visibles, y su piel era blanca como la nieve. Uno no podía escapar a la mirada hipnótica de Sussex ni evitar hacer lo que solicitara. Cuando empleaba sus habilidades metas sus ojos adoptaban un intenso y brillante color carmesí, al igual que el rombo grabado en medio de su frente. Se rumoreaba que Sussex durante la Segunda Guerra Mundial había servido a Hitler y que con su talento coercitivo había hecho desfilar confiada y tranquilamente a los hornos crematorios a miles de inocentes. Según he sabido por Englehart, el Dr. Sussex ahora trabaja para el Pentágono. ¡Cómo quisiera poner mis manos encima de ese monstruo despiadado!, pero de nada me serviría. Es un intocable, un inmortal.
Estuve sentado en la arena hasta que se ocultó el sol. No soy del tipo de persona que disfrute de los atardeceres ni nada por el estilo. Lo que hago lo hago de ocioso nada más…
Supongo que debería haber comenzado esta bitácora presentándome a mí mismo en vez de hablar del loco del letrero en la esquina de mi casa y el siniestro Dr. Sussex. Pero como no persigo ningún fin literario ni estético me he dejado llevar por el flujo de mis pensamientos. Es la única forma en que puedo motivarme a escribir.
Mi nombre es Randall William Russell y soy un meta. ¿Cómo lo descubrí?, pues cuando tenía catorce años me gustaba una chica llamada Maggie con la que solía caminar a casa después de la escuela. En cierta ocasión unos bravucones nos molestaron, yo los desafié y arremetieron en mi contra mientras Maggie gritaba: “¡corre Randall, corre!”. Eso hice, corrí lo más fuerte que pude y pronto me encontré en medio de un maizal con mis zapatos completamente destrozados por la fricción. Había recorrido en diez segundos una milla de distancia.
Bueno, la historia anterior no es del todo cierta, es un plagio a una película, pero así es como me hubiese gustado que mis habilidades se manifestaran y no en un campo de experimentación del gobierno.
Supervelocidad, ese es mi principal poder meta. No soy de los más rápidos pero tampoco de los más lentos. Mi cuerpo está adaptado completamente para resistir los rigores de la supervelocidad. Mi sistema cardiovascular y respiratorio es mucho más eficiente que el de los nulos y metabolizo el 96% de la energía calórica de los alimentos, a diferencia del 25% del humano normal, por lo que no necesito comer grandes cantidades para mantenerme en forma. Mis articulaciones son más suaves y están mejor lubricadas y mis tendones son similares en fuerza a las cuerdas de acero. Mis huesos contienen materiales superiores al calcio y pueden resistir fácilmente los golpes dinámicos de mis pies sobre la tierra a velocidades mayores a las 100 millas por hora.
Mientras empleo la supervelocidad mi tiempo de reacción es cinco veces más rápido que el de un nulo, y la velocidad a la cual mi cerebro procesa la información es proporcional a la velocidad de mi cuerpo, lo que me ayuda a percibir mi entorno al desplazarme a grande velocidades. Los procesos químicos de mi musculatura son tan eficientes que mi cuerpo nunca se fatiga, así como tampoco envejece. Las secreciones de mis glándulas lagrimales son más espesas y pegajosas que las de un nulo, previniendo así la evaporación como resultado de la fricción y el eventual daño a mis globos oculares. Dada una distancia de unos 500 pies para ganar momentum puedo avanzar por la pared de un edificio hasta 300 pies de altura antes que la gravedad me venza. Puedo correr hasta 1000 pies sobre el agua antes de hundirme y hasta 180 millas por hora durante cinco horas antes de consumir mis recursos energéticos.
Podría llenar cien páginas tan sólo explicando cómo funcionan mis poderes y las conclusiones obtenidas por lo científicos del estudio de éstos, pero sería muy aburrido. La supervelocidad es para experimentarla, no para reducirla a fórmulas matemáticas y términos bioquímicos. Es como querer explicar a Dios por medio de la ciencia, es una cuestión de fe.
Yo soy católico, algo que hoy en día es casi un anacronismo ante la proliferación de tantos cultos y sectas. Desde la Iglesia de Wotan a la secta herética de Loki, desde los Templos de Yog-Sothot y Sid Barret al resurgimiento de los adamitas. Y ni hablar sobre los escándalos de pedofilia contra sacerdotes católicos que sacudieron a América. Pero nada de eso debilita mi fe en Jesús.
Hoy es mi día libre, me levanté temprano como de costumbre, no puedo dormir más de cuatro horas seguidas. Anoche estuve con Eleanor, charlamos durante una hora y pese a que no lo hicimos le pagué la tarifa correspondiente. No dejo de pensar que dadas otras circunstancias ella podría haber sido la mujer de mi vida, pero si tomamos el “dadas otras circunstancias” como parámetro todo sería posible, yo podría ser una ameba, un criminal o lo que es peor: un nulo. O también podría ser nada, eso no sería tan malo…
Ya bebí mi jarra de café, peruvian blonde (primeros granos de la temporada) y leí el periódico con la escasa atención de costumbre. Por cierto, beber un buen café es el único lujo que me permito en estos días.
Los titulares anunciaban el regreso de Buck Salväsche, otra vez. ¿Cuántas veces puede darse a un hombre muerto sólo para ver como regresa a la vida? Si se tratase de un sujeto normal: una; si estuviésemos hablando de un meta-humano, dos o tres. Pero Salväsche no es un sujeto normal, tampoco un meta…
La extensa nota del periódico entregaba datos hasta ahora desconocidos por la opinión pública sobre el científico-convertido-en-monstruo, como la participación clave que tuvo en el desarrollo del Proyecto Übermensch durante la Segunda Guerra Mundial que dio origen al célebre Overman. Salväsche, sin embargo, fue excluido del proyecto que él mismo ayudara a crear tras comprobarse ciertos experimentos reñidos con la ética realizados en prisioneros de guerra y soldados aliados. En eso al parecer no era muy distinto al Dr. Sussex que en aquella época jugaba en el bando contrario y del cual ahora era colega. A diferencia del pasado, Salväsche estaba por fin “en total control” de su monstruoso cuerpo y pese a las protestas de Overman contaba con todo el apoyo del Gobierno para continuar sus investigaciones, ellos eran después de todo quienes le habían regresado a la vida esta ocasión. Esos burócratas nunca aprenden.
Otra noticia igual de espectacular daba cuenta del descubrimiento por parte del Escuadrón de la Justicia de un hangar subterráneo en Nueva Zelandia atestado de fragmentos de robots gigantes. Según la prensa este sitio era desde donde habían sido lanzados los ataques entre 1963 y 1987 pero yo no lo creo. Más bien parece una puesta en escena del Pentágono en coordinación con Overman y sus chicos. Son todos empleados del gobierno después de todo, y eso no me excluye ciertamente.
Una noticia con mucho menos cobertura que el regreso de Salväsche daba cuenta del asesinato del embajador de Bolivia. El encabezado de la primera columna explicaba el hallazgo de los restos del diplomático dentro de una vieja nevera abandonada de un apartamento vacío de Secaucus, Nueva Jersey. La vivienda pertenecía a un sujeto vinculado a la Hermandad del Plenilunio, lo que explicaría la ausencia de las extremidades inferiores del embajador ya que, como todos bien saben, la parte del cuerpo que más gustan devorar los lycanes son los muslos… ¡Bullshit! Los licántropos no comen carne humana, eso no es más que otra mentira de los medios para asustar a los incautos. Es curioso como el canibalismo suele atribuirse a cada grupo, tribu o minoría que inspira temor o sospecha a las masas: los salvajes de África o Inframérica, las brujas, los metas, los lycanes…
Antes de ser transferido a Chicago vivía en Nueva York, con mi esposa y mis tres hijas nulas: Angie que acaba de cumplir diecisiete el viernes pasado, Kate de diecinueve y Betsy de veintitrés. ¡Veintitrés años!, cómo pasa el tiempo… al menos para los demás. Dentro de dos años Betsy tendrá la misma edad en la que yo me quedé estancado, luego será mayor, al igual que todas mis hijas y ni hablar de Janet que ya no soportaba que le preguntasen si acaso era mi mamá. “Meta-humano” y “familia feliz” son dos conceptos que no puedan conciliarse, ya me lo habían dicho en el orfanato y me lo repitieron en las instalaciones del gobierno donde supuestamente se “potenciaba” a los metas con proyección. Sí, me lo repitieron hasta el cansancio, los gendarmes, los científicos, los militares, otros metas… pero, ¿puede alguien señalarme con el dedo por querer formar una familia como la que nunca tuve?
Los realmente poderosos, los nulos que nos detestan y jalan nuestros hilos, decidieron que Nueva York estaba lo suficientemente protegida por lo que algunos metas seríamos reubicados en otras ciudades y esa fue la oportunidad que Janet estaba esperando para solicitarme el divorcio. Para mí no fue ninguna sorpresa, lo veía venir y por lo visto nuestras hijas también.
Siempre espero que las cosas sucedan antes de lo que deberían, sufro de una ansiedad terrible y me frustro fácilmente, pero como buen chico me tomo los calmantes que prescribió el doctor, no disminuye mi supervelocidad pero si mi libido, aunque a estas alturas poco me importa, ¿me estaré convirtiendo en un asceta?
Cuando pienso lo que le ocurrió a Xinetix, al bueno de Xinetix de Los Justicieros de Phoenix… no puedo decir que fuera uno de mis mejores amigos, más bien éramos algo así como fuerzas opuestas, rivales, antagonistas sin ser enemigos. Si hubiésemos estado en la Guerra de Troya y él hubiese sido Héctor yo habría sido Aquiles. Recuerdo que cierta vez compartí con él esta idea, Xinetix me dijo: “cuidado, tal vez si yo soy Héctor, tú seas realmente Paris.” Nunca olvidaré esas palabras, mientras yo nos creía antagonistas, Xinetix me consideraba un hermano. Sólo tras nuestro distanciamiento me di cuenta lo mucho que lo apreciaba, como a todos los de la Unidad Omega. Es curioso, primero se suicida Vigil, luego O’Ryan no regresa del espacio y ahora Xinetix está tras las rejas por asesinar a una prostituta adolescente. Qué coincidencia, ¿coincidencia? ¡Ja!, las coincidencias no existen. Alguien nos está eliminando uno por uno, cómo en aquel tebeo que leí de niño. Pero a mí no me atraparán, no señor. Puede que no sea tan rápido como el nuevo chico de Missourie o el de Keystone City en Kansas, pero sigo siendo más veloz que un tren-bala al menos.
En fin, nunca pasó por mi mente tener un “diario de vida”, un registro de mis circunstancias. Siempre me pareció cosa de niñas eso de estar escribiendo lo que te pasaba, y por lo tanto, una señal de debilidad, pero los hechos acaecidos ultimadamente me han obligado a redactar esta bitácora. Todo comenzó hace poco más de una semana, el lunes 11 de junio.
El día comenzó normal y monótonamente, los días lunes suelen ser tranquilos. Reunidos en el briefing room esperábamos al sargento Conrad para que nos asignase nuestras labores del día. Todos charlábamos, Necrosis me comentaba que estaba pensando en adquirir un nuevo ataúd ya que las termitas estaban comiéndose el heredado por su abuelo y blablabla. Finalmente arriba el sargento Conrad con una chica de aspecto asustadizo.
—Okay, okay, silencio todos, por favor. Aquí tengo alguien que quiero que conozcan. Esta es la oficial Clarice O’Leary, acaba de salir de la Academia y es su primer día en el Precinto así que háganla sentirse como en casa. Clarice, busca un asiento y comenzaremos con los asuntos del día si todos me prestan su absoluta atención.
—Ven, querida. Aquí hay un asiento desocupado —dijo Necrosis mientras clavaba sus ojos color rubí en la novata.
— Gracias —respondió la chica. ¿Cuántos años tenía?, ¿diecinueve con mucho?
— Soy Necrosis y este es Randall –dijo mi compañera sin despegar la vista del cuello de la nueva.
— ¿Randall? —dijo Clarice—, ¿y tu nombre-código?
— No lo utilizo desde hace mucho tiempo —le contesté—. ¿Y tú no tienes uno?
— No, en realidad.
— Ya te buscaremos uno —dijo Necrosis posando su fría mano sobre la de la chica—, ahora guarden silencio antes que Conrad nos eche a patadas.
Necrosis es un encanto, si no estuviese muerta creo que sería la mujer ideal para mí…
Estoy divagando, ya es tarde y mañana me toca trabajar. Intentaré levantarme un poco antes para terminar esta entrada. [continuará]
No se puede comentar mucho de algo inconcluso.
Pero asi a priori me gusto la atmosfera general, aunque me recordó mucho a Watchmen… too much.
El inicio es difuso, y raro que un superheroe que sea conciente de las estructuras literarias solo para desecharlas. Eso más parece la explicación del escritor y no del personaje.
Me gusto la forma en que vas desvelando por rápidas y pequeñas dosis el universo, con frases y comentarios que despiertan la curiosidad… solo que creo que hacia el final se abusa del recurso.
Honestamente, me gustó mucho más el trabajo que acabas de publicar en Axxon (Marte Humano), aunque claro, ese cuento requeriría un largo comentario por si solo.
no es lo mejor que he leido de Amira. puede que al leer en lo que continua le encuentre más gracia, pero la verdad no me ha gustado.
creo que tiene vetas más originales que explotar.
como dice rodrigo más arriba, te recuerda a watchmen, o incluso a la liga de la justicia.
bueno es difícil ser original en estos tiempos, pero no por eso hay que dejar de intentarlo
Yo no intento ser original en todo caso, el posmodernismo hace rato que derribó el concepto de originalidad reemplazándolo por cosas más relevantes que seguro daría para una larga discusión de esas que ya no me interesa mantener.
Mundaca está re-publicando un experimento escrito entre mediados del 2005 y fines del 2006 que apareció integramente con todas sus entregas (que si mal no recuerdo son veintitantas) en NGC 3660. Claro que desde que Pily se mudó de casa ya no está disponible lo mismo que varios de mis cuentos publicados ahí originalmente, pero me dicen que lo estarán algún día, así como posiblemente lo estén las siguientes entradas de la bitácora en TauZero, que solían salir semanales en NGC.
Como he constatado que mi material está desapareciendo de la red, he implementado un sitio dónde eventualmente subiré todo lo que he escrito menos las listas del supermercado que son las que mejor me quedan pero entenderán que pertenecen a la esfera de lo privado.
Y de Watchmen, pues no me basé ni inspiré ni remotamente en el caballito de batalla de Moore pero sí hay algo de la inconclusa 1963, así mismo como de X-Men 2009, uno que otro cómic de Wolverine, Quicksilver, Ms Marvel, The Ultimates, la serie animada original de X-Men, y un largo etc. que prosiblemente incluye casi todo lo que he leído en mi vida, menos Watchmen 😉
Aunque debo mencionar que la fuente primigenia de esto es el cuento de cierto escritor aparentemente retirado que yo solía admirar bastante en mi época fundacional.