H.G. Wells y la cuarta dimensión

HG Wells y la cuarta dimensionEn septiembre de 1945, el bombardero norteamericano Enola Gay dejó caer una bomba solitaria sobre la ciudad de Hiroshima, destruyéndola completamente junto a cientos de miles de sus habitantes. El hongo atómico que de ella surgió marcó el destino de la humanidad para siempre y contribuyó en gran medida a controlar las guerras entre las naciones. De ser un deporte civilizado, la guerra pasó a ser el preámbulo del holocausto final, por lo que de ese momento en adelante las potencias lo pensaron mejor antes de iniciar sus periódicas carnicerías de las nuevas generaciones.

Pocos saben que entre los inspiradores de la bomba atómica está un escritor de ciencia ficción llamado H.G. Wells, quien escribió en 1914 una novela llamada “El mundo liberado”, donde describe con lujo de detalles la construcción de una bomba de uranio que él llama “atómica”. Wells se basó en estudios del decaimiento radioactivo, calculando que pasaría si ese proceso en vez de tomar siglos fuese instantáneo. El resultado era una cantidad de energía que sobrepasaba todo lo conocido: un arma apocalíptica. Más curioso aún es que en el año 1933 Leo Szilard, tuvo la inspiración de la reacción en cadena después de leer esa novela de Wells.

Wells no fue un escritor cualquiera sino quizás sea el mejor de todos los tiempos. Creador de la denominada Opera Espacial fue, además, poseedor de una habilidad notable para predecir eventos futuros. Sin embargo, cuando la primera novela de Wells fue leída por Julio Verne, quien fuera el primer escritor profesional de ciencia ficción, la reacción de éste fue de profundo desagrado. Desde entonces Verne detestó a Wells por considerarlo fantasioso y poco centrado en la realidad.

Pero Wells no era un escritor ignorante. Fue un hombre ilustrado e inteligente que sabía lo que decía. Y si bien poseyó una imaginación extraordinaria, sus ideas siempre tuvieron un fundamento científico. Tal es el caso de su primera novela -la misma que Verne detestó- llamada “La máquina del tiempo” y que fuera publicada en 1895 cuando Wells tenía sólo 22 años. Para entender lo radical de su idea, tenemos que pensar que si bien en el presente se publican cada año muchas novelas, cuentos y películas sobre los viajes en el tiempo, muy distinto es ser el primero en concebir la idea. Para tenerla fue necesario ser H.G. Wells.

Nuestro autor por entonces estaba en la Normal School of Science (Londres), donde recibió influencias de las ideas científicas de la época. Entre ellas, la Geometría no-Euclidiana de Lobachevsky, Riemman y Bolyai. Esta nueva geometría, de moda en la época, describía universos de cuatro y más dimensiones. Pensando en ello Wells asoció nuestras dimensiones convencionales (longitud, latitud, altura) a las tres primeras coordenadas de un espacio de cuatro dimensiones, y asoció el tiempo a la última dimensión. De esta manera, Wells postuló que los viajes podían realizarse no sólo en el espacio sino que también en el tiempo. Para ello se requería un medio de transporte similar a aquellos que nos permiten viajar en el espacio. Había nacido “la máquina del tiempo”. Wells había sido el primero en pensar en el tiempo como en la cuarta dimensión.

Diez años más tarde, en 1905, Albert Einstein publica su famoso paper sobre la Relatividad Espacial: una teoría física que explica los fenómenos que ocurren a muy altas velocidades. En esa teoría el tiempo es una dimensión más que junto a las dimensiones del espacio forman un continuo. Einstein aplicaba la idea que el tiempo es sólo una dimensión más, la misma que apareciera una década antes en la novela de Wells. Entre las conclusiones del paper de Einstein, a modo de un corolario adicional, la relatividad conduce a aquella famosa ecuación que predice la bomba atómica: E=mc2. En efecto, esa ecuación muestra claramente que la desintegración de minúsculas cantidades de materia produce suficiente energía como para destruir una ciudad, como se hizo en Hiroshima.

Es notable que H.G. Wells tuviera la visión de anticiparse no sólo a la reacción en cadena de Leo Szilard sino que al concepto de “tiempo como dimensión” de la propia Relatividad de Einstein. Dicha influencia está bien documentada en el caso de la reacción en cadena, pero nada se sabe sobre la relatividad. Cabe preguntarse si Einstein, antes de escribir su paper sobre Relatividad Especial, tuvo conocimiento de la idea del tiempo como cuarta dimensión, de Wells, ya fuera leyendo “La maquina del Tiempo” o por comentarios en las elites intelectuales. Nada impide que así fuera y la duda persiste si realmente lo fue.

En su cuento “Inspiración”, Ben Bova, famoso escritor de ciencia ficción, responde esta pregunta de manera afirmativa y de paso nos muestra los años previos al brutal cambio del siglo XX en la historia de la humanidad. Bova incluye en su cuento a personajes centrales de ese cambio, uno de las cuales fue, sin dudas, H.G. Wells.

Agradecemos sinceramente a Ben Bova por la gentileza al permitirnos traducir y publicar su relato, inédito en la lengua de Cervantes.

Autor: Omar Vega
Imagen: Edward Steichen

6 thoughts on “H.G. Wells y la cuarta dimensión

  1. Una frase me llevó a una linea de pensamiento paralelo. Cuando hablas de la primera bomba atómica, dices:

    «De ser un deporte civilizado, la guerra pasó a ser el preámbulo del holocausto final»

    Yo creo que dejó de ser «deporte civilizado» (si es que alguna vez lo fue) mucho antes, con la aparición de otros inventos igualmente apocalípticos, como la ametralladora o el gas mostaza.

    En todo caso, todo es relativo en el tiempo. La primera catapulta debe también haber sido el preámbulo del holocausto final en su época.

  2. ¡Buen punto, Andrés!

    En efecto, en el Japón medioeval los samurai se quejaban de las viles armas de fuego, pues le daban a un pobre campesino el poder de matar un noble.

    En todo caso, cuando se pasa de la muerte en el campo de honor al bombardeo nuclear teledirigido, algo cambia en la perspectiva de la utilidad de la guerra. En ese momento, de honor no queda nada y solo la muerte prevalece.

    Saludos,

    Omar

  3. ¡Excelente Artículo el de Omar Vega!. En esta pieza se destaca en su justa dimensión a la gran figura, genio y persona que fue el británico Herbert George Wells. Muy buena la foto de Wells. En ese noble rostro, inmortalizado en blanco y negro, se puede apreciar a un iluminado, un ciudadano británico crítico de su tiempo y de la sociedad, pero un hombre consciente y satisfecho de su paso transitorio por esta vida, una especie de Buda Occidental. No sería raro que, por la época en la cual vivió, Wells haya conocido a Madame Blavatzky y a los postulados de la Sociedad Teosófica.

    Claro que el nombre del autor del artículo debería aparecer inmediatamente arriba del mismo. Uno tiende a darle los honores al posteador R. Mundaca, sólo para encontrar al final que la joya literaria pertenece (quien otro podría ser) a Omar Vega, escritor chileno que revela digna y educadamente su enorme cultura, colosal erudición, fina pluma y aguda inteligencia.

    Un abrazo estimado amigo Omar. Siga en su senda sin claudicar. Se está ganando usted un gran lugar en el Ateneo chileno, eso sí, otrora más grande que el de hoy. Sus serios aportes puede contribuyen sin duda a su renacimiento.

    Juan Antonio Bley.
    24 de Diciembre de 2008.

  4. Completamente de acuerdo con Juan Antonio. El que esté el nombre del «posteador» al inicio tiende a confundir. Debiera leerse primero el nombre del autor.

    Sr. Mundaca, tiene tarea. ¿O es efectivamente una situación premeditada para que su nombre gane visibilidad 🙂 ?

  5. Gracias Juan por tus conceptos. Pocas veces he recibido tantos elogios y se agradecen muchísimo, pues dan más fuerza para seguir escribiendo.

    Este articulo nació hace tiempo atrás como parte de una entrevista a Ben Bova, de poca fama en este ezine, pero que me abrió los ojos a la importancia de H.G. Wells para el desarrollo de la ciencia. Bova nos donó el cuento «Inspiración» y al traducirlo descubrí la relación entre Wells y Einstein.

    Wells es un autor extraordinario que se nos aparece en las áreas más inesperadas. Si buscamos las raices del Space Opera, allí está wells. Si buscamos quien desarrollo los temas de los viajes en el tiempo, aparece Wells de nuevo. Si buscamos quien nos trajo la manía por los ovnis, es él a quien debemos culpar. Entonces cambiamos de tema y nos metemos en literatura, sólo para encontrar que genios como Dick, LeGuin, Lem, C.S. Lewis y el propio Borges todos fueron fanáticos de Wells! Que decir en ciencias e ingeniería, donde se le puede asignar la inspiración de cosas como los tanques, la guerra aerea, la teoría de la relatividad espacial y la bomba atómica, entre otros.

    En cuanto a Rodrigo Mundaca, el es uno los fans más entusiastas de mis artículos Sólo que pocas veces le envío nuevos :).

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