Sebastián Gúmera, que antaño -en los buenos tiempos del fandóm- firmó con el seudónimo de Alseides algunos cuentos de lírica y somnolienta ciencia ficción, es el fruto contradictorio de un alemán descolorido y una chilena bruna. Agreguemos a ese doble origen una educación en un miserable colegio público y una civilización literaria, y quedaremos menos que sorprendidos -ya que no satisfechos y edificados- de las extravangantes complicaciones de su caracter. Sebastián tiene la frente pura y noble, brillantes los ojos como gotas de café, la nariz inquieta y burlona, los labios imprudentes y sensuales, el mentón despótico y cuadrado, la cabellera preciosamente rafaelesca. Es a la vez un holgazán completo, un ambicioso triste y un ilustre desdichado; pues apenas si ha tenido en su vida más que ideas a medias. El sol de la pereza, que resplandece sin tregua en su interior, le evapora y devora esa mitad de genio con que lo dotara el cielo. Entre todos esos grandes hombres a medias que he conocido en el terrible fándom santiaguino, Sebastián fue, más que cualquier otro, el hombre de las grandes obras frustradas; escritor, cantante, ilustrador, pareciera no existir oficio creativo que no hubiese intentado desempeñar siempre con magros resultados, porque su talento brillaba mucho más en su persona que en sus obras. Criatura fantástica y enfermiza, hacía las dos de la mañana y con unos tragos de más en el cuerpo siempre se me apareció como el dios de la impotencia -dios hermafrodita y moderno-, impotencia tan colosal y enorme que llega a ser épica. *Extraído de LUIS VARGAS SAAVEDRA. Emecé Cuadernos de La Quimera 142, La fanfarlo, traducción de Daslav Merovic, Chile, 2028, pág.144
Descripción de un personaje del fándom chileno*
Sebastián Gúmera, que antaño -en los buenos tiempos del fandóm- firmó con el seudónimo de Alseides algunos cuentos de lírica y somnolienta ciencia ficción, es el fruto contradictorio de un alemán descolorido y una chilena bruna. Agreguemos a ese doble origen una educación en un miserable colegio público y una civilización literaria, y quedaremos menos que sorprendidos -ya que no satisfechos y edificados- de las extravangantes complicaciones de su caracter. Sebastián tiene la frente pura y noble, brillantes los ojos como gotas de café, la nariz inquieta y burlona, los labios imprudentes y sensuales, el mentón despótico y cuadrado, la cabellera preciosamente rafaelesca. Es a la vez un holgazán completo, un ambicioso triste y un ilustre desdichado; pues apenas si ha tenido en su vida más que ideas a medias. El sol de la pereza, que resplandece sin tregua en su interior, le evapora y devora esa mitad de genio con que lo dotara el cielo. Entre todos esos grandes hombres a medias que he conocido en el terrible fándom santiaguino, Sebastián fue, más que cualquier otro, el hombre de las grandes obras frustradas; escritor, cantante, ilustrador, pareciera no existir oficio creativo que no hubiese intentado desempeñar siempre con magros resultados, porque su talento brillaba mucho más en su persona que en sus obras. Criatura fantástica y enfermiza, hacía las dos de la mañana y con unos tragos de más en el cuerpo siempre se me apareció como el dios de la impotencia -dios hermafrodita y moderno-, impotencia tan colosal y enorme que llega a ser épica. *Extraído de LUIS VARGAS SAAVEDRA. Emecé Cuadernos de La Quimera 142, La fanfarlo, traducción de Daslav Merovic, Chile, 2028, pág.144
jaja
Espero terminar algo antes del 2028
Póngale color mijo! Nunca es tarde para ponerse las pilas.
Seba es tan lindo… ^^