El bombero en televisión no parece humano. Tal vez no haya nada detrás de la máscara antigases y los guantes de goma negra. Sale de la zona cero envuelto en una nube de cenizas, sosteniendo a Carlos entre sus manos. Lo encontró en uno de los refrigeradores de la sala oscura del instituto de zoología, en el subterráneo. Algunos pelos se aferran a un cráneo negro como petróleo. Dos años a veinte grados bajo cero no impidieron que el incendio derritiera su piel y evaporara sus ojos. Pero sus dientes lo delatan. Lo más raro de todo es que el resto de los huesos no parecen ser humanos. Los rumores eran ciertos. No estaba alucinando aquella vez que vi el gato con cabeza de tiuque en la ribera del Cau-Cau. No era amarillismo aquella culebra con patas que salió en la portada del austral. Ahora sé de dónde salieron todos esos monstruos que hay en veterinaria. No de un útero dañado o un óvulo mutante. Todo salió de las sombras del subterráneo del edificio de los pescados. Y ahí está la cabeza de Millán, o lo que queda de ella, pegada al esqueleto de un lobo marino. No puedo ni empezar a imaginar qué más sacarán de ahí abajo.
One thought on “El edificio de los pescados (vía Guayec)”
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tuve que hacer una charla en un encuentro fantástico, en pago me obsequiaron YGDRASIL, y me lo devoré…¡putas el libro bueeeeno!!, la cagó, mariana es la mina que siempre esperé…o mejor no.
Pasen por este mi nuevo blog, tenemos nuueva campaña y el mejor candidato, para que vean que por acá también especulamos y conspiramos, un abrazo