(¿Quién chucha quiere un diamante?)
El Je Joue está descrito como un masajeador íntimo (bien pelotudo el eufemismo) que bajo el lema de sensual intelligence promete ser más creativo que cualquier amante, por talentoso que sea. Comparar el Je Jou con un dildo es una vileza injusta: sería como comparar un walkman con un iPod. Es difícil comenzar a escribir desde un punto fijo. El aparato suena como un dispensador de orgasmos adictivo, un puto esclavizado y complaciente. La tecnología y su cabezota nos entrega (con una sonrisa lasciva y caliente) la evolución del placer como concepto y materia.
Cuesta pensar en el Je Jou como un juguete: suena más bien como si te estuvieran vendiendo a tu mejor amigo. Los movimientos del aparatito están inspirados en ese jugueteo rico y calentón –el foreplay- con infinitas posibilidades de estímulos. Vibra, se desliza y gira, de formas sólo posibles para un aparato definitivamente no-humano. Se nos está ofreciendo, desvergonzadamente, algo así como oleadas de placer extraterrestre. Otra sorpresa: este enano descarado es programable.
Desde puede descargarse un software mágico: el PleasureWare, que se prostituye para funcionar en Macs y en PCs. Desde ahí, como en un libro de conjuros, es posible programar patrones con distintas intensidades, velocidades, movimientos y duración. Suena abrumador y emocionante, porque las dulces probabilidades parecen infinitas. Son infinitas, ¡mierda! Al crear estos grooves (los super-patrones), los regalones pueden guardarse -un cofre del tesoro- y no sólo eso: los patrones son intercambiables: subiendo los divinos grooves, usando el mismo PleasureWare al conectarse a Internet. The fun part, es que también es posible bajar patrones de otras chicas –todas unas minas calientes y felices- estableciéndose una red seductoramente placentera. ¡Que viva el 2.0!
Cuando dije “minas calientes y felices” no miento. Sitios femeninos como y el mismo homepage del Je Joue están plagados de testimonios de chicas extasiadas. Basta ver los nombres de los grooves disponibles en PleasureWare para darse cuenta: “quisiera que la lengua de Andy pudiese hacer esto”. Sí, suena peligroso. Eh, cuidado, Andy –y todos los Andys.
El juguetito sexual, su homepage, y su espíritu entero, promueven el juego individual como una fuente divina, curativa. Según la página, las chicas que más se masturban tienen mayores niveles de deseo sexual, más orgasmos, y mejor imagen de sí mismas. Por otro lado, la práctica tiene su premio: más masturbación significa mejores skills sexuales. Conocer mejor el propio cuerpo ya es una ventaja, y cada vez que una chica tiene un orgasmo, las conexiones neuronales se establecen de mejor forma, haciendo más fácil la recepción de la estimulación. Este iPod sexual parece ser un orgasmo plástico, caliente y accesible.
Daddy, ya sé lo que quiero para navidad.