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Se acercó. A centímetros de mi cara. Pude sentir la aspereza de su aliento… era gutural, grave, profundo.
Antes de que pudiera reaccionar, la figura se alejó con violencia, emitiendo un gruñido desolado, entró al vagón contiguo… gritos lejanos.
Esa tarde, los militares cerraron los túneles del metro. Dicen que lo capturaron, que intentaron matarlo. Fracasaron. Dicen que lo encadenaron para que no pudiera escaparse. Dicen que encontraron una solución. Dicen que el General lo canibalizó y que las carnes inmortales del monstruo se retorcieron en el vientre del antropófago. Dicen… que aún sigue contorsionándose en sus cenizas.
Sí, sé… son rumores, pero ya no desconfío tanto de lo que se dice por ahí.
de la tele de los diarios hay que desconfiar , pero de los blogs….
😀