Los Urbatectos llegaron al país a fines de 1890. Se cree que eran alemanes, aunque hay sospechas fundadas de que venían de Rusia, huyendo del régimen zarista. No se conocen sus nombres, ni su número, aunque es verosímil pensar en tres o en nueve, diseminándose a lo largo y ancho de Chile en trabajos de medición topográfica, en cálculos que les permitieran trazar una nueva imagen del territorio nacional.
Santiago fue demolido en su totalidad en 1908, dos años antes del centenario de la república. Se construyó una nueva ciudad, más moderna, en el valle del Mapocho, a horcajadas de su torrente. Le seguirían otras ciudades, que fueron reubicadas, y otras que se edificaron de la nada, como Punta Arenas o Concepción. Estas ciudades se poblaban con un número preciso de habitantes, los cuales tenían tareas específicas que cumplir, ya fuera como oficinistas, dueñas de casa o carteros. Estos habitantes era gente que se traía de otras urbes, si bien no se sabe cual era el método de su selección.
No se conoce con exactitud el número de ciudades creadas por los urbatectos, ni se han logrado descifrar sus motivaciones. Baste saber que aún están entre nosotros, planificando el mapa definitivo del territorio chileno.
buenisimo.
Que agrado…
🙂
un plan detrás del aparente caos.
Muy bueno.