ESPECTACULAR RECIBIMIENTO PARA EL «ALMIRANTE LATORRE»
La nave, construida en astilleros ucranianos, asumirá el rol de buque insignia de la Armada. La Presidenta Marín y el Canciller Allende recibieron en el puerto a la gigantesca unidad con la que Chile ingresa al selecto grupo de propietarios de portaaviones nucleares.
VALPARAISO. Enero 1992. Bocinas de buques de la Armada y vítores desde los cerros acompañaron el arribo del portaaviones Almirante Latorre al Puerto de Valparaíso. El colosal buque arribó pasadas las diez de la mañana, escoltado por el buque escuela Esmeralda y los Cruceros Prat y O`Higgins, unidades que se vieron empequeñecidas ante el coloso de 300 metros de largo y casi diez pisos de altura.
El Almirante Latorre fue construido por los astilleros estatales ucranianos, dentro de las políticas de intercambio científico y tecnológico firmado entre La Moneda y el Kremlin. Propulsado por tres reactores nucleares gemelos, el buque es hermano del Ulyanovsk, actualmente en servicio en la marina rusa. Superado en tamaño sólo por las naves de la clase Nimitz norteamericana, el nuevo buque insignia de la Armada pone a Chile en el selecto grupo de propietarios y poseedores de las unidades de guerra más grandes y poderosas del planeta. Una tremenda responsabilidad, como fue acentuado por más de una autoridad presente en el evento.
La Presidenta Marín, que encabezó la recepción del portaaviones, junto al canciller Allende, gestor de la compra, se manifestó orgullosa del nivel de las relaciones entre Chile y la Unión Soviética. Aprovechó la ocasión para recalcar que la reciente adquisición no contribuirá al desequilibrio estratégico en la región, «por lo contrario, aseguró, «el buque está al servicio de todos nuestros pueblos hermanos, en la mutua lucha contra los embistes del capitalismo norteamericano». Su discurso aprovechó, además, de destacar el reciente pacto con la Paz que entrega al gobierno Boliviano el dominio conjunto de toda la costa comprendida entre el límite con Perú y Iquique.
Trascendió que dado el tamaño de la nave, deberán hacerse trabajos de ampliación en los puertos de Valparaiso y Talcahuano. Mientras esto no suceda, la nave continuará anclada en la bahía de Valparaiso, esperando el arribo de su contigente aáreo con el cual iniciarán las pruebas en alta mar, fechadas para marzo próximo.
Muy bueno!!! Recuerdo el mito urbano sobre el portaaviones regalado por los ingleses.