Este es el edificio que durante 75 años tuvo el nombre de Edificio Diego Portales. Sede en un tiempo del ministerio del interior, se convertiría en un ente tentacular que albergaría a todos los ministerios y carteras del país, incluyendo a la presidencia de la república. Dada su capacidad de funcionamiento autónomo, en 1948 se presentó el Proyecto Portales. La idea, básicamente, era convertir al edificio en una ciudadela separada del resto de Santiago, en la cual todos sus funcionarios debían vivir hasta su muerte. Cuando en 1952 el proyecto se puso en marcha, los siete mil funcionarios del edificio desfilaron en silencio por la alameda, que pisarían por última vez. Cuando hubo entrado el último, las pesadas puertas de hormigón pretensado se cerraron para siempre.
La vida en el país continuó con normalidad. Los servicios públicos y administrativos funcionaban, y las colas frente a los centenares de cajas en la muralla norte del Diego Portales avanzaban rápidamente. La ciudadanía aceptaba optimista la seguridad que daba el saber que los funcionarios públicos vivían para su trabajo dentro del edificio, y las noticias de sus decesos, y posteriores reemplazos, fueron cada vez menos novedosas, hasta ser prácticamente ignoradas.
En 1958 las fuerzas armadas presentaron formalmente su propio proyecto de edificio, el proyecto Concepción, que fue rechazado por el senado en una transmisión televisiva desde el interior del Diego Portales.
Fue tras el terremoto de 1960, que abrió la hasta entonces desconocida fisura del valle del Aconcagua, que el edificio empezó a funcionar mal. Se supuso que su gigantesca mole había sido afectada por el sismo grado 8,6 en la escala de Richter. Las comunicaciones desde el edificio fueron espaciándose, hasta cesar del todo unos tres meses después del terremoto. A la paralización de todos los servicios administrativos y legales, se le sumó el caos de una ciudad casi en ruinas.
Se intentó contactar con los habitantes del edificio por todos los medios, pero sin resultados. Se probó con explosivos, maquinaria pesada y hasta con espiritistas. Se intentó un acceso subterráneo, pero los cimientos acorazados se hundían kilómetros bajo tierra: El Diego Portales era una fortaleza impenetrable, construida para garantizar la existencia del país ante cualquier amenaza. El hecho de que las puertas estuvieran decoradas con relieves de símbolos sagrados mapuches, hizo suponer que el edificio estaba protegido por algún tipo de magia.
Hoy, trigésimo aniversario del terremoto, el edificio continúa intacto, si se lo mira desde fuera. Nunca se ha podido acceder a su interior, y las hipótesis sobre lo que realmente pudo pasar dentro, son centenares.
1. Buen texto. ¿Acaso Chile entero no será como ese bunker-edificio Portales que narras? Tal vez afuera estén en otra, quién sabe.
2. Y bueno, hago eco remixado de Bisama, Ortega y Baradit (Líderes U): «Estamos escribiendo la Historia que siempre quisimos leer».
3. Sí, para qué pecar de «humirdes» a estas alturas.
4. ¿Y qué pasó con la junta nacional del gobierno Ucrónico?
je, je, je…fue digna de una ucronía.
Fueron alguos, pero como no se conocían, nunca se enteraron y se devolvieron a sus hogares.
Esta fue la reunión que no fue.
desde paris he disfrutado enormemente «ucronias»
hay alguna forma me avisen de los proximos posteos?
mara
jajaja. yo estuve dando vueltas afuera el hbh de 9 a 9,30, un chiste el asunto. a la próxima vamos on cartelitos.