La Membrana de la Realidad

Si mi anterior reseña de Neuromante llegaba con algo más de dos décadas de atraso, ésta llega con un poco más de cuatro. Algo inaudito para los adalides de la modernidad, incondicionales de lo último, devotos del top-notch y state of the art. Total, para eso existen los best-sellers y quienes los reseñan en las solapas en términos de two thumbs up!!! o exaltadamente la mejor novela de acción fantástica desde [inserte nombre de otro best-seller de renombre] en la contratapa. Para ser justos con la verdad, algunos sí son buenos.
exxUn servidor aprendió a leer y a escribir en la década de los ‘80, y aunque fui siempre un lector ávido, recién a comienzos de los 90 empecé a leer ciencia ficción post-Verne, después de pasar por los clásicos sudamericanos y europeos. (A propósito, se siguen publicando reseñas de Los Miserables o El Cantar del Mío Cid, y hasta ahora no he oído a nadie decir que llegan con algunos siglos de atraso).
exxPor cierto, más de alguno de los lectores de Tau calza con el perfil de haber nacido en los 80 y estar recién empezando a apreciar la ciencia ficción; por supuesto que habrá lectores de Tau que podrán ser de la generación de los 80 o 90 y ser lectores hardcore de ciencia ficción dura, así como otros quienes tengan por sinónimo de ciencia ficción a Las Crónicas de Riddick.
exxPara aquellos que lentamente se empiezan a sumergir en las profundidades de este género literario, esta reseña con cuatro décadas de atraso podrá serles de utilidad. Si alguien más, por vasto que sea el universo de libros que haya leído, queda interesado por El Hombre en el Castillo de Philip K. Dick (publicada originalmente en 1963), esta reseña habrá cumplido su cometido.
Yo nací 14 años después de que se publicara, así que algo del mundo moderno (que últimamente tiene más de moderno que de mundo) influenciará mi apreciación de El Hombre. Recuerdo que hace no tantos años fui al cine a ver The Matrix. Poco después ví El Piso 13 (o como se llame originalmente), y ya puestos, The Truman Show. Y ya había leído los primeros cuatro volúmenes de La Torre Oscura. ¿Qué tienen en común con El Hombre en el Castillo?
Todos fueron posteriores y todos comparten la idea de realidades paralelas, artificiales o no. Sin embargo, El Hombre logra poner elementos o personajes familiares en realidades que no podrían o no deberían existir, de modo que logran parecer nuevos y desconocidos.
exxPhilip K. Dick mantiene su usual estilo de pluma ágil y entretenida, con descripciones de una profundidad exacta, lo suficiente para que el lector se moje sin sumergirse en el ambiente del relato: lo justamente necesario para que el resto del trabajo lo haga la fértil imaginación del lector. Es justamente éste estilo el que le ha permitido a Dick ser uno de los autores cuyas novelas y cuentos más se han adaptado al cine, con disparejos resultados. ¿Quién recuerda Impostor?
exxEn los momentos en que escribo ésto se está llevando a cabo la reunión de los G8 (o G7 + EEUU) en Escocia, y en la madrugada de ayer se produjeron una serie de mortíferas explosiones en Londres, tanto en el Underground como en los buses de dos pisos que todos conocemos. El número de muertos causados sigue en aumento.
exxSe piensa que el autor intelectual de estos atentados sería Osama Bin Laden, enemigo número uno de EEUU y socio comercial de la familia Bush, la familia del presidente de ese país. La tesis cobra fuerza porque el modus operandi es muy parecido al de los atentados del 11-M, en Madrid, que al igual que los de Londres revindican la salida de los invasores yankees de Irak. Al igual que en Madrid y New York, quedan muchas dudas en el aire.
exxToda esta escalada de miedo al terrorismo es auspiciada gratamente por los halcones de la Casa Blanca, puesto que sirve de apoyo a los intereses transnacionales de este gobierno, malcriado y falto de contrapeso desde el colapso de la URSS el ‘89. En rigor es desde el fin de la Segunda Guerra que el autodenominado “guardián de las democracias del mundo” (siempre y cuando les sean proclives) abiertamente se empieza a portar mal. Todo porque según sus propios historiadores, ganó la Guerra. ¿Y si la hubiese perdido?
Ésta es la situación que Dick explora en El Hombre, creando una posguerra distinta a la que conocemos. Los EEUU no son sino un territorio ocupado, repartido entre las dos grandes potencias mundiales: Japón y Alemania, el nunca extinto Tercer Reich. Así fijada la situación, Dick imagina el futuro potencial de cada imperio.
exxNaturalmente, si el autor no da en el clavo, pega muy cerca. Japón busca consolidar su dominio sobre su territorio mediante el comercio y los negocios. A su vez, el Reich es una potencia aeroespacial, que empieza a preparar una expedición a Marte. Por supuesto, Von Braun nunca emigró a EEUU, y ese país es literalmente nada.
exxEn la novela, EEUU se reduce a una delgada franja pobre y subdesarrollada entre los territorios ocupados por las potencias. El lado este es alemán, mientras que el lado oeste es japonés; el centro mantiene un estilo de vida rústico y campesino, sin aviones ni tecnología posguerra: una apología del country llevada al infinito.
exxEs la Guerra Fría, pero con otro sabor. Cada territorio ocupado, ex-EEUU, absorbe la cultura del invasor. Bye bye, american way of life, la pesadilla de Roosevelt hecha realidad. En el lado este del país no se ha terminado el antisemitismo, y en el lado oeste los antiguos ocupantes son ciudadanos de segunda categoría.
exxTambién, para mi sorpresa, el cargo de Reichsführer es ocupado por otro de los personajes reales que secundaron a Hitler, y la elección o designación de su sucesor revoluciona la diplomacia mundial, al igual que revolucionaron el mundo las últimas dos elecciones en EEUU.
exxEsta novela me deja la clara impresión que Dick está influido por los acontecimientos relativamente recientes de la historia de su país, tendiendo a mostrar a los japoneses, a pesar de su milenaria cultura y amplio protocolo, como personajes ruines. En cambio los alemanes son refinados, ciertamente globales y científicamente avanzados, una extrapolación de los verdaderos EEUU de los 60.
exxBajo esta situación de realidades alternativas cabe preguntarse si no estaremos viviendo un sueño (desde Calderón de la Barca a los hermanos Wachowski) o si coexistimos con infinidad de realidades marginalmente diferentes una de otra, cada una relativamente real respecto de las otras (desde Einstein a Stephen King). ¿Cuántas veces no habremos irrumpido inesperadamente en alguna de las otras realidades y no nos percatamos, sencillamente porque no pudimos notar las diferencias?
exxUn amigo me comentó que Philip K. Dick se inspiró en el I-Ching para escribir El Hombre en el Castillo, cosa verosímil ya que al prepararse para seguir cualquier curso de acción, los personajes del relato que habitan la costa oeste de norteamérica lo consultan profusamente, interpretando detenidamente los resultados obtenidos, evidenciando el conocimiento del autor en el I-Ching.
exxEste amigo también me contó que Dick habría consultado el oráculo preguntándole ¿cuál es la verdadera realidad? Mi informante dejó la respuesta del oráculo en suspenso, y sólo nos queda el remedio de fantasear con ella.

Ficha técnica:
Título original:El Hombre en el Castillo
Autor: Philip K. Dick
Editorial:Minotauro
Año de edición:2002

© 2005, A. César Osses Cobián.